1 de enero de 2025
El ciclo de la civilización
Geopolitica.ru Brecht Jonkers
Brecht Jonkers sostiene que las civilizaciones en declive – como las analizadas por Ibn Jaldún, Lev Gumilev y Oswald Spengler – deben elegir entre revitalizarse mediante la reafirmación de los valores fundamentales o enfrentarse a un colapso inevitable debido a la decadencia interna o a la conquista externa, un patrón que se observa desde el Imperio Romano hasta las modernas sociedades occidentales liberal-capitalistas.
Por regla general, las civilizaciones y sociedades en declive tienen dos opciones:
El ascenso y la caída de las civilizaciones se analizan, por supuesto, con gran claridad en los escritos de Oswald Spengler. Sin embargo, la dinámica interna de las civilizaciones o grupos étnicos también fue muy bien descrita por escritores como Abu Zayd Ibn Jaldún y Lev Gumilev.
Ibn Jaldún, el historiador tunecino del siglo XIV, llamó a esta fuerza la «asabiyya», a menudo traducida como solidaridad tribal. La cohesión y la solidaridad internas son esenciales para la supervivencia y la prosperidad de una tribu, una cultura, una etnia y un reino. Y, en lo que Spengler describiría más tarde como una fuerza inevitable de la ley, la asabiyya de una civilización tiende a declinar constantemente con el tiempo, a medida que los que ostentan el poder se empantanan en la búsqueda de la comodidad y el lujo en lugar de la justicia y la gloria. La corrupción, la decadencia y la degeneración se instalan y, si no se toman medidas inmediatas y decisivas, la asabiyya se debilitará hasta tal punto que la civilización se derrumbará por completo. Su lugar lo ocupa entonces una tribu nueva, joven y moralmente más pura, cuya cohesión y solidaridad internas son más fuertes.
El historiador y etnólogo soviético Lev Gumilev describió este proceso con el término «passionarnost» o pasionaridad: la energía y el impulso dentro de una etnia para establecer y alcanzar objetivos comunes, incluso a un gran coste personal. Las civilizaciones experimentan procesos de nacimiento, crecimiento, clímax, inercia y declive o transformación, a medida que el nivel de pasionaridad de sus sociedades aumenta o disminuye. Gumilev creía firmemente en la influencia de los elementos geográficos y biosféricos en el desarrollo de las sociedades y las culturas, que infunden a ciertos líderes y grupos de personas una mayor energía parionaria como para llevar a cabo el cambio. Esta pasionaridad, al igual que la asabiyya de Ibn Jaldún, tiene una tendencia natural a disminuir e incluso puede desaparecer por completo.
Sin embargo, se puede argumentar que el concepto del historiador soviético de este ciclo continuo es menos determinista que el de Spengler. Gumilev veía las culturas nómadas de la estepa euroasiática como ejemplos de una etnia con una adaptabilidad y resistencia únicas a lo largo de la historia, debido por ejemplo a su gran complementariedad con el espacio geográfico y natural que ocupan. En este sentido, vuelve a parecerse mucho a Ibn Jaldún (aunque no hay indicios de que Gumilev se basara en el erudito árabe medieval), ya que este último expresó en múltiples ocasiones sus alabanzas por las tribus beduinas del desierto del norte de África, en contraste con el mundo urbano del Mediterráneo.
No se puede exagerar la gran influencia de Gumilev en la política rusa contemporánea y en la política militar y exterior. Fue uno de los impulsores del auge del neoeurasianismo, que ha encontrado un importante apoyo popular en la Federación Rusa desde el cambio de siglo, aunque el propio Lev Gumilev no viviría para ver este resultado.
El antiguo concepto chino del Mandato del Cielo expresaba un concepto similar, que ha reverberado a lo largo de la historia china desde su creación por los revolucionarios Zhou que derrocaron a la dinastía Shang en 1046 a.C.: el mandato de gobierno es otorgado por decreto divino, pero podía rescindirse y transferirse a otro si los gobernantes demostraban ser indignos. Una de las formas más claras de reconocer que el mandato divino había terminado, según pensadores confucianos tan influyentes como Mencio, era cuando el apoyo popular a la dinastía y al gobierno decaía debido a los continuos abusos de poder. La naturaleza cíclica de los reinos, los imperios y las familias gobernantes en el Todo Bajo el Cielo a lo largo de la historia se consideraba una ley inevitable.
Los mongoles establecieron el mayor imperio terrestre contiguo que el mundo haya visto jamás, partiendo prácticamente de la nada. Acabaron con superpotencias imperiales como Persia, China y Mesopotamia e incluso pusieron en jaque al califato abasí. La causa fue su pasionaridad, su empuje y devoción a su causa, así como los cambios revolucionarios que introdujeron en un mundo petrificado y atrofiado de gobernantes corruptos y aduladores. El propio Genghis Khan advirtió a sus hijos y compatriotas que no se dejaran seducir por las artimañas de la comodidad y el lujo de la «vida civilizada» en los reinos que acababan de conquistar, y su advertencia resultaría acertada una y otra vez.
En China, los restos decadentes de la dinastía Yuan, precisamente aquellos gobernantes mongoles que cedieron a las seducciones del lujo, fueron barridos por los revolucionarios populares que fundaron el Imperio Ming en el siglo XIV; y mucho más tarde, la última dinastía imperial, los emperadores Qing, notoriamente ineptos, fueron arrojados al basurero de la historia por la Revolución Republicana de 1911. Por el contrario, líderes apasionados de estirpe mongola, como Timur Lenk y Babur de Kabul, pasarían a fundar reinos deslumbrantes, como el Imperio mogol, cambiando para siempre el curso histórico de gran parte de Asia.
De vuelta a Occidente, el Imperio Romano en Occidente se marchitó y murió debido a su inercia y corrupción duraderas, para ser sustituido por «bárbaros» procedentes de Oriente con una cohesión social más fuerte y un sistema político más vivo que reemplazo al atrofiado imperio esclavista. Aunque los entusiastas de la historia romana y los derechistas de «abrazar la tradición» se lamenten por ello, lo cierto es que los hunos, los godos, los francos y los vándalos representaron el impulso de renovación civilizatoria que Europa necesitaba en aquel momento, aunque probablemente nunca se dieran cuenta de ello. Las podridas estructuras del abotargado Imperio Romano de Occidente tuvieron que derrumbarse para dar paso al sistema feudal, en aquel momento bastante revolucionario.
El Imperio Romano de Oriente, en cambio, renovado en su cultura y gran centro de un cristianismo vigoroso, logró reafirmar su razón de ser y perduró otros mil años. Cuando Constantinopla, a su vez, quedó inerte y atrofiada, fue la asabiyya de los otomanos de las estepas orientales la que los sustituyó. Y este Imperio Otomano irrumpió en la escena histórica en todo su esplendor durante siglos, pero acabó petrificándose hasta convertirse en el «enfermo de Europa» dominado por eunucos y soldados esclavos secuestrados de familias cristianas, momento en que su asabiyya se desvaneció.
El colapso y la sustitución de la civilización es una forma de destrucción creativa, algo que no es necesariamente «bueno» o «malo», sino necesario e inevitable.
La civilización que se encuentra ahora mismo al final de su pasionaridad, de hecho, ha agotado hace mucho la asabiyya que alguna vez tuvo, tal y como es el caso del mundo liberal-capitalista occidental.
Occidente es un cadáver hinchado, ya clínicamente muerto, pero mantenido con cierta vida gracias a intervenciones médicas desesperadas (como el sistema de moneda fiduciaria con el dólar como columna vertebral y el control de la economía mundial a través del FMI y el Banco Mundial). Pero este sistema no puede durar ni durará para siempre.
Este monstruo de Frankenstein que es la sociedad occidental, que ha empezado a volverse contra su propio pasado y sus culturas originales al tiempo que se arroga una superioridad inherente frente a todas las demás, está condenado al fracaso. La única cuestión que queda por dilucidar es en qué términos acabará.
Sin embargo, no quiero ser agorero en lo que se refiere a la posibilidad de Europa y su futuro. La tesis spengleriana parece a veces demasiado fatalista, aunque el propio Spengler también reservaba espacio a la posibilidad de que una civilización se salvara a sí misma. Es posible que Europa se reafirme como polo civilizatorio, lejos de la influencia mortífera de la corrupción angloamericana. Será difícil, pero no imposible. Europa puede renacer redescubriendo sus valores e identidad propia premoderna. De forma parecida a como se reafirmó el Imperio Romano de Oriente y a como China se reinventó a sí misma en la Revolución Xinhai.
O puede continuar por el camino de la autodestrucción en el que se encuentra ahora, seguir al Pentágono y a Wall Street hasta la tumba y optar por convertirse en un campo de batalla. En cuyo caso esta sociedad será barrida por las «hordas del Este», al igual que hicieron antes los hunos, los selyúcidas, los mongoles y los turcos otomanos. La pasionaridad de, como mínimo, los rusos, los chinos y los iraníes eclipsará los restos petrificados del mundo atlantista. El proyecto globalista dominado por Estados Unidos caerá entonces de forma muy parecida a como el Imperio Romano de Occidente cayó ante los «bárbaros», como Babilonia cayó ante Ciro el Grande y como el Reich fue derribado por las celosas fuerzas de la URSS.
La elección corresponde a Europa. El resultado será el mismo, el proceso depende de nosotros. Reafirmación creativa o destrucción creativa: nosotros elegimos.
Fuente
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
Por regla general, las civilizaciones y sociedades en declive tienen dos opciones:
- Reafirmarse y reinventarse, tanto en la escena mundial como asegurándose de sobrevivir y posiblemente alcanzar una nueva prosperidad;
- O continuar por la senda del declive hacia su inevitable perdición, ya sea por colapso interno o por la toma del poder por fuerzas externas con un mayor nivel de compromiso y solidaridad civilizatorios.
El ascenso y la caída de las civilizaciones se analizan, por supuesto, con gran claridad en los escritos de Oswald Spengler. Sin embargo, la dinámica interna de las civilizaciones o grupos étnicos también fue muy bien descrita por escritores como Abu Zayd Ibn Jaldún y Lev Gumilev.
Ibn Jaldún, el historiador tunecino del siglo XIV, llamó a esta fuerza la «asabiyya», a menudo traducida como solidaridad tribal. La cohesión y la solidaridad internas son esenciales para la supervivencia y la prosperidad de una tribu, una cultura, una etnia y un reino. Y, en lo que Spengler describiría más tarde como una fuerza inevitable de la ley, la asabiyya de una civilización tiende a declinar constantemente con el tiempo, a medida que los que ostentan el poder se empantanan en la búsqueda de la comodidad y el lujo en lugar de la justicia y la gloria. La corrupción, la decadencia y la degeneración se instalan y, si no se toman medidas inmediatas y decisivas, la asabiyya se debilitará hasta tal punto que la civilización se derrumbará por completo. Su lugar lo ocupa entonces una tribu nueva, joven y moralmente más pura, cuya cohesión y solidaridad internas son más fuertes.
El historiador y etnólogo soviético Lev Gumilev describió este proceso con el término «passionarnost» o pasionaridad: la energía y el impulso dentro de una etnia para establecer y alcanzar objetivos comunes, incluso a un gran coste personal. Las civilizaciones experimentan procesos de nacimiento, crecimiento, clímax, inercia y declive o transformación, a medida que el nivel de pasionaridad de sus sociedades aumenta o disminuye. Gumilev creía firmemente en la influencia de los elementos geográficos y biosféricos en el desarrollo de las sociedades y las culturas, que infunden a ciertos líderes y grupos de personas una mayor energía parionaria como para llevar a cabo el cambio. Esta pasionaridad, al igual que la asabiyya de Ibn Jaldún, tiene una tendencia natural a disminuir e incluso puede desaparecer por completo.
Sin embargo, se puede argumentar que el concepto del historiador soviético de este ciclo continuo es menos determinista que el de Spengler. Gumilev veía las culturas nómadas de la estepa euroasiática como ejemplos de una etnia con una adaptabilidad y resistencia únicas a lo largo de la historia, debido por ejemplo a su gran complementariedad con el espacio geográfico y natural que ocupan. En este sentido, vuelve a parecerse mucho a Ibn Jaldún (aunque no hay indicios de que Gumilev se basara en el erudito árabe medieval), ya que este último expresó en múltiples ocasiones sus alabanzas por las tribus beduinas del desierto del norte de África, en contraste con el mundo urbano del Mediterráneo.
No se puede exagerar la gran influencia de Gumilev en la política rusa contemporánea y en la política militar y exterior. Fue uno de los impulsores del auge del neoeurasianismo, que ha encontrado un importante apoyo popular en la Federación Rusa desde el cambio de siglo, aunque el propio Lev Gumilev no viviría para ver este resultado.
El antiguo concepto chino del Mandato del Cielo expresaba un concepto similar, que ha reverberado a lo largo de la historia china desde su creación por los revolucionarios Zhou que derrocaron a la dinastía Shang en 1046 a.C.: el mandato de gobierno es otorgado por decreto divino, pero podía rescindirse y transferirse a otro si los gobernantes demostraban ser indignos. Una de las formas más claras de reconocer que el mandato divino había terminado, según pensadores confucianos tan influyentes como Mencio, era cuando el apoyo popular a la dinastía y al gobierno decaía debido a los continuos abusos de poder. La naturaleza cíclica de los reinos, los imperios y las familias gobernantes en el Todo Bajo el Cielo a lo largo de la historia se consideraba una ley inevitable.
Los mongoles establecieron el mayor imperio terrestre contiguo que el mundo haya visto jamás, partiendo prácticamente de la nada. Acabaron con superpotencias imperiales como Persia, China y Mesopotamia e incluso pusieron en jaque al califato abasí. La causa fue su pasionaridad, su empuje y devoción a su causa, así como los cambios revolucionarios que introdujeron en un mundo petrificado y atrofiado de gobernantes corruptos y aduladores. El propio Genghis Khan advirtió a sus hijos y compatriotas que no se dejaran seducir por las artimañas de la comodidad y el lujo de la «vida civilizada» en los reinos que acababan de conquistar, y su advertencia resultaría acertada una y otra vez.
En China, los restos decadentes de la dinastía Yuan, precisamente aquellos gobernantes mongoles que cedieron a las seducciones del lujo, fueron barridos por los revolucionarios populares que fundaron el Imperio Ming en el siglo XIV; y mucho más tarde, la última dinastía imperial, los emperadores Qing, notoriamente ineptos, fueron arrojados al basurero de la historia por la Revolución Republicana de 1911. Por el contrario, líderes apasionados de estirpe mongola, como Timur Lenk y Babur de Kabul, pasarían a fundar reinos deslumbrantes, como el Imperio mogol, cambiando para siempre el curso histórico de gran parte de Asia.
De vuelta a Occidente, el Imperio Romano en Occidente se marchitó y murió debido a su inercia y corrupción duraderas, para ser sustituido por «bárbaros» procedentes de Oriente con una cohesión social más fuerte y un sistema político más vivo que reemplazo al atrofiado imperio esclavista. Aunque los entusiastas de la historia romana y los derechistas de «abrazar la tradición» se lamenten por ello, lo cierto es que los hunos, los godos, los francos y los vándalos representaron el impulso de renovación civilizatoria que Europa necesitaba en aquel momento, aunque probablemente nunca se dieran cuenta de ello. Las podridas estructuras del abotargado Imperio Romano de Occidente tuvieron que derrumbarse para dar paso al sistema feudal, en aquel momento bastante revolucionario.
El Imperio Romano de Oriente, en cambio, renovado en su cultura y gran centro de un cristianismo vigoroso, logró reafirmar su razón de ser y perduró otros mil años. Cuando Constantinopla, a su vez, quedó inerte y atrofiada, fue la asabiyya de los otomanos de las estepas orientales la que los sustituyó. Y este Imperio Otomano irrumpió en la escena histórica en todo su esplendor durante siglos, pero acabó petrificándose hasta convertirse en el «enfermo de Europa» dominado por eunucos y soldados esclavos secuestrados de familias cristianas, momento en que su asabiyya se desvaneció.
El colapso y la sustitución de la civilización es una forma de destrucción creativa, algo que no es necesariamente «bueno» o «malo», sino necesario e inevitable.
La civilización que se encuentra ahora mismo al final de su pasionaridad, de hecho, ha agotado hace mucho la asabiyya que alguna vez tuvo, tal y como es el caso del mundo liberal-capitalista occidental.
Occidente es un cadáver hinchado, ya clínicamente muerto, pero mantenido con cierta vida gracias a intervenciones médicas desesperadas (como el sistema de moneda fiduciaria con el dólar como columna vertebral y el control de la economía mundial a través del FMI y el Banco Mundial). Pero este sistema no puede durar ni durará para siempre.
Este monstruo de Frankenstein que es la sociedad occidental, que ha empezado a volverse contra su propio pasado y sus culturas originales al tiempo que se arroga una superioridad inherente frente a todas las demás, está condenado al fracaso. La única cuestión que queda por dilucidar es en qué términos acabará.
Sin embargo, no quiero ser agorero en lo que se refiere a la posibilidad de Europa y su futuro. La tesis spengleriana parece a veces demasiado fatalista, aunque el propio Spengler también reservaba espacio a la posibilidad de que una civilización se salvara a sí misma. Es posible que Europa se reafirme como polo civilizatorio, lejos de la influencia mortífera de la corrupción angloamericana. Será difícil, pero no imposible. Europa puede renacer redescubriendo sus valores e identidad propia premoderna. De forma parecida a como se reafirmó el Imperio Romano de Oriente y a como China se reinventó a sí misma en la Revolución Xinhai.
O puede continuar por el camino de la autodestrucción en el que se encuentra ahora, seguir al Pentágono y a Wall Street hasta la tumba y optar por convertirse en un campo de batalla. En cuyo caso esta sociedad será barrida por las «hordas del Este», al igual que hicieron antes los hunos, los selyúcidas, los mongoles y los turcos otomanos. La pasionaridad de, como mínimo, los rusos, los chinos y los iraníes eclipsará los restos petrificados del mundo atlantista. El proyecto globalista dominado por Estados Unidos caerá entonces de forma muy parecida a como el Imperio Romano de Occidente cayó ante los «bárbaros», como Babilonia cayó ante Ciro el Grande y como el Reich fue derribado por las celosas fuerzas de la URSS.
La elección corresponde a Europa. El resultado será el mismo, el proceso depende de nosotros. Reafirmación creativa o destrucción creativa: nosotros elegimos.
Fuente
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
La propuesta de China al mundo para una (urgente) revolución del orden mundial
por Maria Fe Celi Reyna
El 2024 ha llegado a su fin. Se esperaba que fuera a ser un año turbulento y ha superado cualquier expectativa.
La administración de Joe Biden ha decidido despedirse "a lo grande" recrudeciendo conflictos por todo el mundo, apoyando revoluciones de color y manteniendo las sanciones económicas que pueden ser tan letales como las armas de fuego.
En medio de estos reveses, algunos nos llenamos de desesperanza. De nuevo, ganó el "dividir para reinar" y está tan normalizado, que parece que es la única manera de relacionarnos.
Mucho se ha hablado sobre el rol de China. Se le reclama el no involucrarse y no hacer frente a los embates estadounidenses. Muchos predicen de que nunca será un líder mundial y critican que no se comprometan geopolíticamente con sus aliados como sí lo hacía la URSS.
Sucede que China no es ni EE. UU. ni la URSS. Para empezar, China sólo tiene una alianza con la República Democrática Popular de Corea. Con el resto de los países del mundo, tiene diferentes tipos de asociaciones. Puede sonar parecido, pero no lo es.
El problema de la narrativa de la "nueva guerra fría" es que queda implícito que existen dos partes en conflicto por una supuesta hegemonía mundial. Esta sola idea horrorizaría a la sociedad china. No es más que una mirada occidental del mundo.
Esto no significa que los chinos vivan encerrados en sí mismos. Desde hace una década, convirtieron su visión de mundo en un concepto que guía su política exterior y que es una propuesta concreta de construir en conjunto un mundo distinto: la comunidad de futuro compartido para la humanidad (CFC).
De aplicarse a cabalidad, significaría una revolución del orden mundial, de las formas de relacionarse entre países y si en Occidente lo desean, se podría lograr sin disparar una sola bala. En medio de la desesperanza, es importante conocerla para no perder la perspectiva.
Los principios de la CFC
Con el desarrollo de la República Popular China (RPC), los chinos llegaron a la conclusión de que, sin su apertura al mundo, no hubiesen alcanzado los niveles de desarrollo actuales y que mientras el mundo entero no prospere con ellos, siempre estarán limitados. La CFC parte de este contexto.
El principio fundamental de la CFC es que todos vivimos en un mismo mundo en crisis y debemos encontrar soluciones en conjunto para vivir en armonía. La manera de lograrlo es a través de construir mayor conectividad.
Si los seres humanos somos interdependientes, buscaremos soluciones en conjunto que beneficien a todos. De lo contrario, nos perjudicamos todos también. Así, siempre tendremos dos opciones: ganar-ganar o perder-perder. La opción de "juego suma cero" (ganar-perder) nos va a condenar a la extinción.
La CFC aspira a cinco objetivos:
El concepto fue acuñado por Xi Jinping y mencionado por primera vez durante su visita a Moscú en 2013; sin embargo, tiene raíces históricas. La idea de una sola comunidad viene del concepto de tianxia, todos bajo el cielo.
AQUÍ
por Maria Fe Celi Reyna
El 2024 ha llegado a su fin. Se esperaba que fuera a ser un año turbulento y ha superado cualquier expectativa.
La administración de Joe Biden ha decidido despedirse "a lo grande" recrudeciendo conflictos por todo el mundo, apoyando revoluciones de color y manteniendo las sanciones económicas que pueden ser tan letales como las armas de fuego.
En medio de estos reveses, algunos nos llenamos de desesperanza. De nuevo, ganó el "dividir para reinar" y está tan normalizado, que parece que es la única manera de relacionarnos.
Mucho se ha hablado sobre el rol de China. Se le reclama el no involucrarse y no hacer frente a los embates estadounidenses. Muchos predicen de que nunca será un líder mundial y critican que no se comprometan geopolíticamente con sus aliados como sí lo hacía la URSS.
Sucede que China no es ni EE. UU. ni la URSS. Para empezar, China sólo tiene una alianza con la República Democrática Popular de Corea. Con el resto de los países del mundo, tiene diferentes tipos de asociaciones. Puede sonar parecido, pero no lo es.
El problema de la narrativa de la "nueva guerra fría" es que queda implícito que existen dos partes en conflicto por una supuesta hegemonía mundial. Esta sola idea horrorizaría a la sociedad china. No es más que una mirada occidental del mundo.
Esto no significa que los chinos vivan encerrados en sí mismos. Desde hace una década, convirtieron su visión de mundo en un concepto que guía su política exterior y que es una propuesta concreta de construir en conjunto un mundo distinto: la comunidad de futuro compartido para la humanidad (CFC).
De aplicarse a cabalidad, significaría una revolución del orden mundial, de las formas de relacionarse entre países y si en Occidente lo desean, se podría lograr sin disparar una sola bala. En medio de la desesperanza, es importante conocerla para no perder la perspectiva.
Los principios de la CFC
Con el desarrollo de la República Popular China (RPC), los chinos llegaron a la conclusión de que, sin su apertura al mundo, no hubiesen alcanzado los niveles de desarrollo actuales y que mientras el mundo entero no prospere con ellos, siempre estarán limitados. La CFC parte de este contexto.
El principio fundamental de la CFC es que todos vivimos en un mismo mundo en crisis y debemos encontrar soluciones en conjunto para vivir en armonía. La manera de lograrlo es a través de construir mayor conectividad.
Si los seres humanos somos interdependientes, buscaremos soluciones en conjunto que beneficien a todos. De lo contrario, nos perjudicamos todos también. Así, siempre tendremos dos opciones: ganar-ganar o perder-perder. La opción de "juego suma cero" (ganar-perder) nos va a condenar a la extinción.
La CFC aspira a cinco objetivos:
- Priorizar la paz y el diálogo antes de si quiera pensar en las armas.
- Construir un sistema de seguridad común. Esto parte del principio de que la seguridad es indivisible.
- Que la cooperación ganar-ganar sea la norma.
- Aprendizaje mutuo. Esto implica entendernos todos como iguales y que el intercambio siempre nos va a beneficiar.
- Construir una comunidad que conviva en armonía con la naturaleza, pero que contemple los diferentes procesos de desarrollo de los países y sus necesidades para el desarrollo.
El concepto fue acuñado por Xi Jinping y mencionado por primera vez durante su visita a Moscú en 2013; sin embargo, tiene raíces históricas. La idea de una sola comunidad viene del concepto de tianxia, todos bajo el cielo.
AQUÍ
3 de enero de 2025
6 de enero de 2025
"Ningún país tiene la capacidad que tiene China para reformar a su antojo el sistema internacional que nosotros y muchos otros pusimos en marcha después de la Segunda Guerra Mundial... Por el bien de los intereses de Estados Unidos, debemos lograr que otros países se sometan a la voluntad de Estados Unidos y unir fuerzas para contener a China". Anthony Blinken dijo en una entrevista con The New York Times el 4 de enero
@OopsGuess |
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8 de enero de 2025
9 de enero de 2025
10 de enero de 2025
El territorio del Lince
La mitad del mundo
Con Trump ocupando todo, se olvida lo importante. Y no, no es Trump ni sus historias con sus vasallos, porque no otra cosa es lo que está haciendo con Groenlandia (o sea Dinamarca) o Canadá (los dos, por cierto, miembros de la OTAN). Un vasallo no tiene opción a nada, solo a satisfacer a su señor. Así que todas las tonterías del zombi conocido como Unión Europea diciendo que se van a enfrentar a Trump si sigue adelante con su histrionismo (y seguirá, esto de Groenlandia ya lo propuso en junio de 2019, en la última etapa de su primer mandato) no son más que eso, tonterías. Y los vasallos tendrán que ceder, como con el derecho de pernada. Igualito. De hecho, hay presencia, y muy significativa, de EEUU en Groenlandia desde 1951 y lo de ahora tiene que ver con Rusia, con China y el Ártico. Pero va con mucho retraso respecto a estos dos países en esa zona del mundo.
Lo importante es el ingreso por sorpresa de Indonesia en los BRICS como miembro de pleno derecho. Son ya 11 los miembros de pleno derecho y otros 8 acaban de formalizar su presencia como "países socios". Aún hay otros cuatro que lo tienen que hacer. Por lo tanto, esta estructura de 19 países (más otros 4 probables) suponen exactamente el 50% de la población mundial.
Este es el organigrama, aunque Indonesia ya está dentro del espacio verde. Es el cuarto país por población (284 millones), la octava economía del mundo en paridad del poder adquisitivo y el principal país musulmán.
El ingreso de Indonesia en los BRICS tiene varias consecuencias para la economía mundial, sobre todo porque expande aún mucho más a los BRICS en una de las zonas más dinámicas, el sudeste asíatico y que, sorprendentemente, era la única zona importante del Sur Global sin representación. Esto va a suponer que los BRICS se anclan con fuerza entre la Asociación de Países del Sudeste Asiático (tiene 10 miembros) puesto que si os fijáis en el gráfico hay otros dos países, Tailandia y Malasia, que se incluyen en los "países socios". Son ya 3 de los 10 los que están en los BRICS. Ni que decir tiene que esto va a ser un imán para el resto.
Los BRICS ya reúnen a las mayores economías de los llamados "mercados emergentes", mal llamados, porque hace mucho que emergieron y tienen un crecimiento mucho mayor que Occidente. Y llevan a rajatabla una representación casi perfecta del Sur Global.
Hay un aspecto de Indonesia que se debería tener en cuenta: mira mucho, y a veces copia, la estrategia china en su política interna. Por ejemplo, China resolvió su crisis inmobiliaria sin afectar a la economía en su conjunto, haciendo estallar intencionalmente su burbuja inmobiliaria para que las viviendas fueran asequibles para la gente común y no para los activos especulativos. Esto se produce después de que Xi Jinping dijera algo de cajón (igual es que los comunistas dicen cosas de cajón), que las casas son para que la gente viva en ellas, no como activos especulativos. El nuevo gobierno de Indonesia (comenzó en octubre) quiere hacer algo similar. Por el momento, ya ha copiado un viejo programa chino para alimentar a 90 millones de niños y mujeres embarazadas y luchar contra la desnutrición. No está directamente relacionado con los BRICS, pero son dos cosas -la primera no es más que un proyecto, por ahora- que tendrán un impacto muy positivo en el cuarto país más poblado y, de rebote, en esa parte de Asia.
Queda en manos de Brasil, que preside este año los BRICS, dar una continuidad a este salto, puesto que no es la primera vez que su presidencia es paralizante. La escueta nota con la que anunció la incorporación de Indonesia no es un buen precedente. No obstante, el aumento del número de miembros de estos dos últimos años, más los "países socios", pone a Lula en un brete dado que tiene pocas opciones de paralizar o ralentizar el movimiento. Y, además, no hay elecciones en el horizonte (son el 2026) por lo que tiene margen para impulsar el fortalecimiento de los BRICS sin temores internos ni externos. Todo depende de la voluntad política.
Para quien tenga ojos en la cara y mente abierta es más que evidente que los BRICS ya son fundamentales para el futuro geopolítico del mundo. Y el hecho de que se haya admitido como "país socio" a un pequeño país como Cuba le da a la bloqueada isla caribeña la oportunidad de salir de la crisis. El 2024 ha sido un año difícil para Cuba, pero este 2025 entra en un club donde el comercio en la moneda propia, fuera del dólar, dará a la isla un poco de oxígeno, además de que a buen seguro se abrirá el camino para nuevas inversiones rusas y chinas, sobre todo, con un impacto significativo en los esfuerzos energéticos.
El Lince
El ingreso de Indonesia en los BRICS tiene varias consecuencias para la economía mundial, sobre todo porque expande aún mucho más a los BRICS en una de las zonas más dinámicas, el sudeste asíatico y que, sorprendentemente, era la única zona importante del Sur Global sin representación. Esto va a suponer que los BRICS se anclan con fuerza entre la Asociación de Países del Sudeste Asiático (tiene 10 miembros) puesto que si os fijáis en el gráfico hay otros dos países, Tailandia y Malasia, que se incluyen en los "países socios". Son ya 3 de los 10 los que están en los BRICS. Ni que decir tiene que esto va a ser un imán para el resto.
Los BRICS ya reúnen a las mayores economías de los llamados "mercados emergentes", mal llamados, porque hace mucho que emergieron y tienen un crecimiento mucho mayor que Occidente. Y llevan a rajatabla una representación casi perfecta del Sur Global.
Hay un aspecto de Indonesia que se debería tener en cuenta: mira mucho, y a veces copia, la estrategia china en su política interna. Por ejemplo, China resolvió su crisis inmobiliaria sin afectar a la economía en su conjunto, haciendo estallar intencionalmente su burbuja inmobiliaria para que las viviendas fueran asequibles para la gente común y no para los activos especulativos. Esto se produce después de que Xi Jinping dijera algo de cajón (igual es que los comunistas dicen cosas de cajón), que las casas son para que la gente viva en ellas, no como activos especulativos. El nuevo gobierno de Indonesia (comenzó en octubre) quiere hacer algo similar. Por el momento, ya ha copiado un viejo programa chino para alimentar a 90 millones de niños y mujeres embarazadas y luchar contra la desnutrición. No está directamente relacionado con los BRICS, pero son dos cosas -la primera no es más que un proyecto, por ahora- que tendrán un impacto muy positivo en el cuarto país más poblado y, de rebote, en esa parte de Asia.
Queda en manos de Brasil, que preside este año los BRICS, dar una continuidad a este salto, puesto que no es la primera vez que su presidencia es paralizante. La escueta nota con la que anunció la incorporación de Indonesia no es un buen precedente. No obstante, el aumento del número de miembros de estos dos últimos años, más los "países socios", pone a Lula en un brete dado que tiene pocas opciones de paralizar o ralentizar el movimiento. Y, además, no hay elecciones en el horizonte (son el 2026) por lo que tiene margen para impulsar el fortalecimiento de los BRICS sin temores internos ni externos. Todo depende de la voluntad política.
Para quien tenga ojos en la cara y mente abierta es más que evidente que los BRICS ya son fundamentales para el futuro geopolítico del mundo. Y el hecho de que se haya admitido como "país socio" a un pequeño país como Cuba le da a la bloqueada isla caribeña la oportunidad de salir de la crisis. El 2024 ha sido un año difícil para Cuba, pero este 2025 entra en un club donde el comercio en la moneda propia, fuera del dólar, dará a la isla un poco de oxígeno, además de que a buen seguro se abrirá el camino para nuevas inversiones rusas y chinas, sobre todo, con un impacto significativo en los esfuerzos energéticos.
El Lince
14 de enero de 2025
15 de enero de 2025
17 de enero de 2025
Rusia e Irán firman en el Kremlin un Acuerdo Integral de Asociación Estratégica, reemplazando el tratado de 2001 y reforzando sus lazos en defensa, comercio y cultura.
Claves:
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IRÁN Y RUSIA FIRMAN EL ACUERDO DE COOPERACIÓN
Tras las conversaciones de alto nivel entre Rusia e Irán, Vladimir Putin y Masoud Pezeshkian firmaron el Acuerdo de Asociación Estratégica Integral entre la Federación de Rusia y la República Islámica del Irán
[El Tratado] establece objetivos ambiciosos y traza directrices para fortalecer la cooperación bilateral a largo plazo en los ámbitos político y de seguridad, comercial y de inversiones, cultural y humanitario. Este documento, que constituye un verdadero avance, tiene como objetivo crear las condiciones para el desarrollo estable y sostenible de Rusia e Irán, así como de toda la región euroasiática.
El presidente ruso lo subrayó.
Los principales puntos del acuerdo de asociación estratégica entre Rusia e Irán:
- Si una de las partes es atacada, la otra no debe prestar ninguna ayuda al agresor.
- Rusia e Irán han confirmado su compromiso de desarrollar la cooperación técnico-militar y la consideran un componente importante para mantener la seguridad global.
- Los países acordaron cooperar estrechamente en la realización de ejercicios militares conjuntos.
- Moscú y Teherán se abstendrán de sumarse a las sanciones de terceros países contra sí mismos y garantizarán la no aplicación de medidas coercitivas unilaterales.
- Rusia e Irán acordaron cooperar para crear una infraestructura de pagos independiente de terceros países.
- Moscú y Teherán acordaron cooperar en materia de control de armamentos, desarme y garantía de la seguridad internacional.
- Moscú y Teherán acordaron promover la cooperación entre los medios de comunicación de ambos países para contrarrestar la desinformación y la propaganda negativa.
Tras las conversaciones de alto nivel entre Rusia e Irán, Vladimir Putin y Masoud Pezeshkian firmaron el Acuerdo de Asociación Estratégica Integral entre la Federación de Rusia y la República Islámica del Irán
[El Tratado] establece objetivos ambiciosos y traza directrices para fortalecer la cooperación bilateral a largo plazo en los ámbitos político y de seguridad, comercial y de inversiones, cultural y humanitario. Este documento, que constituye un verdadero avance, tiene como objetivo crear las condiciones para el desarrollo estable y sostenible de Rusia e Irán, así como de toda la región euroasiática.
El presidente ruso lo subrayó.
Los principales puntos del acuerdo de asociación estratégica entre Rusia e Irán:
- Si una de las partes es atacada, la otra no debe prestar ninguna ayuda al agresor.
- Rusia e Irán han confirmado su compromiso de desarrollar la cooperación técnico-militar y la consideran un componente importante para mantener la seguridad global.
- Los países acordaron cooperar estrechamente en la realización de ejercicios militares conjuntos.
- Moscú y Teherán se abstendrán de sumarse a las sanciones de terceros países contra sí mismos y garantizarán la no aplicación de medidas coercitivas unilaterales.
- Rusia e Irán acordaron cooperar para crear una infraestructura de pagos independiente de terceros países.
- Moscú y Teherán acordaron cooperar en materia de control de armamentos, desarme y garantía de la seguridad internacional.
- Moscú y Teherán acordaron promover la cooperación entre los medios de comunicación de ambos países para contrarrestar la desinformación y la propaganda negativa.
El documento fue publicado en el sitio web del Kremlin. Según él, Rusia e Irán acordaron no permitir el uso de sus territorios "con el propósito de apoyar movimientos separatistas y otras acciones que amenacen la estabilidad y la integridad territorial" de cada uno.
Imágenes: Rusia e Irán firmaron el Acuerdo de Asociación Estratégica Integral. La ceremonia tuvo lugar en el Kremlin durante las conversaciones entre Putin y Masoud Pezeshkian. |
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18 de enero de 2025