20 de agosto de 2024
El geoesquema de la ONU: así divide el mundo la organización internacional
Publicado por primera vez en 1982, el sistema de las Naciones Unidas establece 22 regiones geográficas
EOM Por Celia Hernando
Desde tiempos antiguos, los mapas han reflejado no solo la geografía, sino también los sesgos y las ideas predominantes de cada época. Sin ir más lejos, la representación habitual del mundo en dos dimensiones, con el Ártico en la parte superior y la Antártida en la inferior, es un convencionalismo arbitrario, ya que tendría la misma validez si se hiciera de forma invertida.
La manera en que se proyectan, escalan y dividen los mapas es por lo tanto una forma subjetiva de ver el mundo y de esbozar las dinámicas geopolíticas, algo que han puesto en práctica de forma constante los países pero también otros actores como los organismos internacionales. En 1982, por ejemplo, Naciones Unidas publicó por primera vez su geoesquema del mundo, que divide los cinco continentes —excluyendo la Antártida— en 22 subregiones, agrupando países con características geográficas, económicas y culturales comunes.
Las regiones definidas por el geoesquema de la ONU —como el sudeste asiático, América del Sur o Europa meridional— son de uso habitual, pero el mapa esquemático de la organización internacional, creado con fines estadísticos, permite delinearlas con mayor precisión y evitar ambigüedades en sus fronteras.
Así, la utilidad del geoesquema radica en su capacidad para estandarizar la presentación de datos globales. Su empleo es común en todas las agencias de la ONU y se ha extendido al ámbito académico, facilitando la comparación y el análisis de información estadística. Gracias a esta estandarización, informes basados en datos recopilados por Naciones Unidas —ya sean sobre desarrollo económico, salud, pobreza o cualquier otro tema— pueden ser comparados de manera coherente para evaluar tendencias y desigualdades regionales.
De tal forma, la región de Norteamérica para la ONU no incluye a México, que está agrupado en su lugar en América Central. El Caribe conforma una región separada, del mismo modo que Australia y Nueva Zelanda, países con tejidos económicos muy diferentes a los de sus vecinos insulares, están diferenciados de las regiones de Melanesia, Polinesia y Micronesia, que también forman parte de Oceanía.
En Asia, la división se realiza en Asia occidental —equivalente a Oriente Próximo en otras clasificaciones—, Asia central, Asia del sur, Asia sudoriental y Asia oriental. En Europa, se distingue entre Europa del norte, que agrupa a los países nórdicos —salvo Groenlandia—, a los bálticos y a las islas británicas; Europa occidental; y Europa del sur, que incluye a los países europeos de la cuenca del Mediterráneo. Rusia se incluye en la región de Europa oriental o del este, junto con otras exrepúblicas soviéticas como Ucrania, Bielorrusia y países como Rumanía y Bulgaria.
En África, la región de África del norte se separa de las cuatro regiones que comúnmente se agrupan bajo el término África subsahariana: África occidental, central, oriental y del sur.
Dentro de las regiones establecidas por la ONU, destaca la inclusión de islas como Hawái y las Canarias en los bloques de sus respectivos países en lugar de en las regiones geográficas a las que corresponden. Tiene sentido dado que sus realidades económicas son muy diferentes a las de las regiones geográficas de las que formarían parte. Así, para la elaboración de estadísticas regionales, la clasificación de las Naciones Unidas resulta más precisa para comparativas de corte económico.
Por otro lado, las nomenclaturas en el geoesquema de la ONU sustituyen términos geográficos tradicionales, como puede ser el de Oriente Próximo, por otros como Asia occidental, priorizando una división aséptica que evite el uso de conceptos controvertidos. En este caso, el término Oriente Próximo responde a una visión eurocentrista, por lo que la ONU lo sustituye por el de Asia occidental para promover una clasificación objetiva alejada del colonialismo geográfico.
Desde su establecimiento a finales del siglo pasado, el geoesquema de la ONU ha experimentado cambios significativos. La disolución de la Unión Soviética en 1991 requirió una modificación sustancial en las divisiones de Asia para reflejar la aparición de los nuevos países. Posteriormente, en 2005, se realizó una revisión adicional que resultó en la separación de la región de Asia central y del sur en dos regiones distintas.
La ONU no es la única organización que ha decidido crear estas divisiones. Hay otros, como el Banco Mundial, que también tienen su propio esquema regional —en su caso, con nueve regiones— para divulgar sus datos de forma estandarizada.
La manera en que se proyectan, escalan y dividen los mapas es por lo tanto una forma subjetiva de ver el mundo y de esbozar las dinámicas geopolíticas, algo que han puesto en práctica de forma constante los países pero también otros actores como los organismos internacionales. En 1982, por ejemplo, Naciones Unidas publicó por primera vez su geoesquema del mundo, que divide los cinco continentes —excluyendo la Antártida— en 22 subregiones, agrupando países con características geográficas, económicas y culturales comunes.
Las regiones definidas por el geoesquema de la ONU —como el sudeste asiático, América del Sur o Europa meridional— son de uso habitual, pero el mapa esquemático de la organización internacional, creado con fines estadísticos, permite delinearlas con mayor precisión y evitar ambigüedades en sus fronteras.
Así, la utilidad del geoesquema radica en su capacidad para estandarizar la presentación de datos globales. Su empleo es común en todas las agencias de la ONU y se ha extendido al ámbito académico, facilitando la comparación y el análisis de información estadística. Gracias a esta estandarización, informes basados en datos recopilados por Naciones Unidas —ya sean sobre desarrollo económico, salud, pobreza o cualquier otro tema— pueden ser comparados de manera coherente para evaluar tendencias y desigualdades regionales.
De tal forma, la región de Norteamérica para la ONU no incluye a México, que está agrupado en su lugar en América Central. El Caribe conforma una región separada, del mismo modo que Australia y Nueva Zelanda, países con tejidos económicos muy diferentes a los de sus vecinos insulares, están diferenciados de las regiones de Melanesia, Polinesia y Micronesia, que también forman parte de Oceanía.
En Asia, la división se realiza en Asia occidental —equivalente a Oriente Próximo en otras clasificaciones—, Asia central, Asia del sur, Asia sudoriental y Asia oriental. En Europa, se distingue entre Europa del norte, que agrupa a los países nórdicos —salvo Groenlandia—, a los bálticos y a las islas británicas; Europa occidental; y Europa del sur, que incluye a los países europeos de la cuenca del Mediterráneo. Rusia se incluye en la región de Europa oriental o del este, junto con otras exrepúblicas soviéticas como Ucrania, Bielorrusia y países como Rumanía y Bulgaria.
En África, la región de África del norte se separa de las cuatro regiones que comúnmente se agrupan bajo el término África subsahariana: África occidental, central, oriental y del sur.
Dentro de las regiones establecidas por la ONU, destaca la inclusión de islas como Hawái y las Canarias en los bloques de sus respectivos países en lugar de en las regiones geográficas a las que corresponden. Tiene sentido dado que sus realidades económicas son muy diferentes a las de las regiones geográficas de las que formarían parte. Así, para la elaboración de estadísticas regionales, la clasificación de las Naciones Unidas resulta más precisa para comparativas de corte económico.
Por otro lado, las nomenclaturas en el geoesquema de la ONU sustituyen términos geográficos tradicionales, como puede ser el de Oriente Próximo, por otros como Asia occidental, priorizando una división aséptica que evite el uso de conceptos controvertidos. En este caso, el término Oriente Próximo responde a una visión eurocentrista, por lo que la ONU lo sustituye por el de Asia occidental para promover una clasificación objetiva alejada del colonialismo geográfico.
Desde su establecimiento a finales del siglo pasado, el geoesquema de la ONU ha experimentado cambios significativos. La disolución de la Unión Soviética en 1991 requirió una modificación sustancial en las divisiones de Asia para reflejar la aparición de los nuevos países. Posteriormente, en 2005, se realizó una revisión adicional que resultó en la separación de la región de Asia central y del sur en dos regiones distintas.
La ONU no es la única organización que ha decidido crear estas divisiones. Hay otros, como el Banco Mundial, que también tienen su propio esquema regional —en su caso, con nueve regiones— para divulgar sus datos de forma estandarizada.
¿Cuántos continentes hay en el mundo?
Los modelos más extendidos defienden que hay seis o siete continentes, pero el más exacto es el que reconoce cuatro.
EOM Por Álvaro Merino
Que la Tierra es redonda, que los planetas giran alrededor del Sol o que un año solar tiene 365 días es algo que se aprende en (casi) todas las escuelas del mundo, con independencia del país o el idioma. Pero por muy elemental que parezca, a la hora de dividir el mundo no todos los alumnos estudian que la Tierra tiene el mismo número de continentes.
En Estados Unidos, por ejemplo, los libros académicos recogen que son siete ―América del Norte, América del Sur, África, Europa, Antártida, Asia y Oceanía (o Australia)―, pero en Europa se dice que son seis ―América solo cuenta como uno―. Para los rusos, sin embargo, son Europa y Asia los que constituyen el sexto territorio, Eurasia.
La palabra continente deriva del latín ―terra continēns― y viene a significar «tierra conectada» o «tierra que se mantiene unida», por lo que en sus orígenes se aplicaba a cualquier trozo de tierra que no fuera dividido por agua, sin importar su tamaño e incluyendo las islas. Inicialmente, para la civilización occidental Europa y Asia eran los únicos continentes, pero la lista se amplió con África y las Américas conforme las expediciones europeas alcanzaron sus costas y se exploró su territorio.
De esta forma, el concepto de continente ha ido evolucionando hasta representar, por lo general, una superficie de tierra extensa, continua y aislada por agua. Sin embargo, no se ha establecido ningún tipo de criterio en cuanto al tamaño o la separación mínima que debe tener un pedazo de tierra para ser considerada un continente, por lo que históricamente la división del mundo se ha ido desarrollando por convención, utilizando indistintamente argumentos geográficos, históricos, culturales o políticos.
Por eso mismo responder a la pregunta de cuántos continentes en el mundo no es tan sencillo. Uno de los modelos más extendidos es el estadounidense ―siete―, pero probablemente el más exacto es el que defiende que hay cuatro continentes, ya que excluye aquellas separaciones de agua que no son naturales, es decir, los canales de Panamá y Suez, de manera que la división se reduciría a Eurafrasia, América, Australia ―que no Oceanía, que combina esta última con islas más pequeñas en el océano Pacífico― y la Antártida.
Los límites de Europa
Entre los dos sistemas, además del europeo o el ruso ―seis―, existe otro modelo que contempla la existencia de cinco continentes: África, Europa, Asia, América y Oceanía. Además de unir las Américas, esta propuesta, utilizada entre otros por el Comité Olímpico Internacional ―los cinco anillos olímpicos simbolizan los cinco continentes―, también deja a un lado la Antártida por no estar habitada.
Asimismo, al margen de todas estas clasificaciones destaca la de la Organización de las Naciones Unidas, que en lugar de dividir el mundo en continentes lo hace en seis regiones macrogeográficas y sus respectivas subregiones siguiendo criterios estadísticos para facilitar su análisis. De esta forma, el geoesquema de la ONU, nombre que recibe dicho modelo, refleja cinco territorios: África ―cinco subregiones―, América ―cuatro―, Asia ―cinco―, Europa ―cuatro subregiones, incluyendo la Europa oriental donde queda enmarcada Rusia― y Oceanía ―cuatro―.
¿Hasta dónde abarca Oriente Próximo?
En Estados Unidos, por ejemplo, los libros académicos recogen que son siete ―América del Norte, América del Sur, África, Europa, Antártida, Asia y Oceanía (o Australia)―, pero en Europa se dice que son seis ―América solo cuenta como uno―. Para los rusos, sin embargo, son Europa y Asia los que constituyen el sexto territorio, Eurasia.
La palabra continente deriva del latín ―terra continēns― y viene a significar «tierra conectada» o «tierra que se mantiene unida», por lo que en sus orígenes se aplicaba a cualquier trozo de tierra que no fuera dividido por agua, sin importar su tamaño e incluyendo las islas. Inicialmente, para la civilización occidental Europa y Asia eran los únicos continentes, pero la lista se amplió con África y las Américas conforme las expediciones europeas alcanzaron sus costas y se exploró su territorio.
De esta forma, el concepto de continente ha ido evolucionando hasta representar, por lo general, una superficie de tierra extensa, continua y aislada por agua. Sin embargo, no se ha establecido ningún tipo de criterio en cuanto al tamaño o la separación mínima que debe tener un pedazo de tierra para ser considerada un continente, por lo que históricamente la división del mundo se ha ido desarrollando por convención, utilizando indistintamente argumentos geográficos, históricos, culturales o políticos.
Por eso mismo responder a la pregunta de cuántos continentes en el mundo no es tan sencillo. Uno de los modelos más extendidos es el estadounidense ―siete―, pero probablemente el más exacto es el que defiende que hay cuatro continentes, ya que excluye aquellas separaciones de agua que no son naturales, es decir, los canales de Panamá y Suez, de manera que la división se reduciría a Eurafrasia, América, Australia ―que no Oceanía, que combina esta última con islas más pequeñas en el océano Pacífico― y la Antártida.
Los límites de Europa
Entre los dos sistemas, además del europeo o el ruso ―seis―, existe otro modelo que contempla la existencia de cinco continentes: África, Europa, Asia, América y Oceanía. Además de unir las Américas, esta propuesta, utilizada entre otros por el Comité Olímpico Internacional ―los cinco anillos olímpicos simbolizan los cinco continentes―, también deja a un lado la Antártida por no estar habitada.
Asimismo, al margen de todas estas clasificaciones destaca la de la Organización de las Naciones Unidas, que en lugar de dividir el mundo en continentes lo hace en seis regiones macrogeográficas y sus respectivas subregiones siguiendo criterios estadísticos para facilitar su análisis. De esta forma, el geoesquema de la ONU, nombre que recibe dicho modelo, refleja cinco territorios: África ―cinco subregiones―, América ―cuatro―, Asia ―cinco―, Europa ―cuatro subregiones, incluyendo la Europa oriental donde queda enmarcada Rusia― y Oceanía ―cuatro―.
¿Hasta dónde abarca Oriente Próximo?
¿Qué es Occidente?
Occidente es un concepto difuso cuyos límites geográficos han cambiado en función de la época histórica y el contexto político internacional
EOM Por Álvaro Merino
Occidente es un concepto difuso y cambiante. En un sentido estrictamente político, hace referencia a las civilizaciones de base cristiana ubicadas en Europa y a los países de Norteamérica y Oceanía que adoptaron su cultura en el proceso de colonización europea. También, aunque más recientemente, a aquellos que han asumido la democracia liberal como forma de Gobierno. Sus límites geográficos sin embargo son más discutibles, variando en función de la época histórica y el contexto político internacional. El Occidente cultural, de hecho, puede abarcar los continentes europeo y americano en su totalidad, partes considerables de Oceanía y Asia e incluso países africanos.
A medida que el mundo se interconectaba y la globalización se extendía por todos los rincones del planeta, el bloque occidental ha ido perdiendo fuerza y vigencia. Sin embargo, de la misma forma que la caída de la Unión Soviética pareció marcar el principio del fin del concepto, la invasión rusa de Ucrania lo ha devuelto al centro del debate político. Y es que por mucho que la división del mundo en bloques ideológicos esté menos presente y las economías sean mucho más dependientes entre sí que en la Guerra Fría, la Unión Europea y Estados Unidos apelan ahora frecuentemente a una renovada alianza occidental para poner contrarrestar militar, económica y políticamente las aspiraciones expansionistas de Moscú.
La Antigua Grecia y el Imperio romano, cuna occidental
Para localizar el origen de esa división hace falta retroceder hasta la Antigua Grecia, cuyos ciudadanos consideraban «bárbaros» a los habitantes de las culturas no griegas de sus alrededores ―Tracia, Anatolia, el Imperio persa, Egipto o los fenicios―. Esa distinción se acentuó durante la segunda guerra médica que enfrentó a las ciudades-Estado griegas con el Imperio persa los años 480 y 479 antes de Cristo: los soldados de la Hélade se consideraban a sí mismos hombres libres que combatían por elección, mientras que las tropas invasoras eran a su juicio déspotas esclavos sin motivación. El propio Heródoto, considerado el padre de la historia en el mundo occidental, se refirió a esa falta de libertad bárbara como la razón por la que la Antigua Grecia, superada en número por el ejército persa, consiguió repeler la invasión.
Posteriormente la cuenca del Mediterráneo fue unificada políticamente por los romanos, pero la diferenciación entre la mitad occidental con el latín como lengua principal y la este grecoparlante se mantuvo. Los ciudadanos de la primera se hacían llamar a sí mismos de hecho occidens, que en latín significa ‘ocaso’ u ‘oeste’, en contraposición a los oriens (‘amanecer’ o ‘este’) de la segunda. El concepto de Occidente ganó peso geográfico con la división del Imperio romano en el siglo III, mientras que la división de la cristiandad entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa en el Cisma de Oriente del año 1054 reforzó su faceta cultural.
Los distintos tipos de cristianismo en Europa
Tres siglos después, cuando el Renacimiento empezó a florecer en la Europa occidental, los textos clásicos fueron recuperados y con ellos el ideal de la libertad triunfando sobre el despotismo. Sus sociedades también comenzaron a ver la expansión del Imperio otomano musulmán como una amenaza a su estilo de vida, un peligro que en cierta forma motivó la búsqueda de nuevas rutas comerciales y recursos que acabó dando pie a la Era de los Descubrimientos.
Durante este periodo ―siglos XV-XVII―, las potencias occidentales conquistaron y colonizaron numerosos lugares como Estados Unidos, Canadá, Brasil, Argentina, Australia o Nueva Zelanda, que quedaron dentro de sus márgenes.
Rusia, la frontera del Occidente político
Los límites políticos de Occidente cambiaron varias veces durante el siglo XX. Entre 1870 y 1945, por ejemplo, Alemania era considerada hostil por Inglaterra y Francia, lo que generaba fricciones en el bloque occidental dentro de la propia Europa. Durante la Guerra Fría, el Telón de Acero separó el este comunista del oeste capitalista, pero tras la disolución de la Unión Soviética y la progresiva incorporación de las exrepúblicas soviéticas a las organizaciones occidentales la frontera se desplazó hacia el este, situándose a las puertas de Rusia.
¿Qué países forman la OTAN?
De esta forma, el Occidente político, entendido como un bloque que comparte un conjunto de valores y una misma política exterior, comprende en la actualidad Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Reino Unido y los países que integran la Unión Europea y la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA, por sus siglas en inglés). Para algunos, puede extenderse a las naciones asiáticas que mantienen una democracia al estilo occidental ―Japón, Corea del Sur, Taiwán y Singapur―.
Culturalmente los límites son mucho más borrosos, pudiendo abarcar multitud de países que comparten un pasado colonial con la Europa occidental. Incluso Rusia, actualmente en las antípodas políticas de Occidente, puede ser considerada occidental desde un punto de vista cultural ―pocos dudan de que las obras de Tchaikovsky, por ejemplo, pertenecen a su acervo musical―. De esta forma, si bien el término ha sido resucitado y forma parte del discurso político de más alto nivel, conviene no dar por sentada su traducción geográfica y tener siempre presente que no existe un único Occidente.
Así se divide el mapa de Oriente
A medida que el mundo se interconectaba y la globalización se extendía por todos los rincones del planeta, el bloque occidental ha ido perdiendo fuerza y vigencia. Sin embargo, de la misma forma que la caída de la Unión Soviética pareció marcar el principio del fin del concepto, la invasión rusa de Ucrania lo ha devuelto al centro del debate político. Y es que por mucho que la división del mundo en bloques ideológicos esté menos presente y las economías sean mucho más dependientes entre sí que en la Guerra Fría, la Unión Europea y Estados Unidos apelan ahora frecuentemente a una renovada alianza occidental para poner contrarrestar militar, económica y políticamente las aspiraciones expansionistas de Moscú.
La Antigua Grecia y el Imperio romano, cuna occidental
Para localizar el origen de esa división hace falta retroceder hasta la Antigua Grecia, cuyos ciudadanos consideraban «bárbaros» a los habitantes de las culturas no griegas de sus alrededores ―Tracia, Anatolia, el Imperio persa, Egipto o los fenicios―. Esa distinción se acentuó durante la segunda guerra médica que enfrentó a las ciudades-Estado griegas con el Imperio persa los años 480 y 479 antes de Cristo: los soldados de la Hélade se consideraban a sí mismos hombres libres que combatían por elección, mientras que las tropas invasoras eran a su juicio déspotas esclavos sin motivación. El propio Heródoto, considerado el padre de la historia en el mundo occidental, se refirió a esa falta de libertad bárbara como la razón por la que la Antigua Grecia, superada en número por el ejército persa, consiguió repeler la invasión.
Posteriormente la cuenca del Mediterráneo fue unificada políticamente por los romanos, pero la diferenciación entre la mitad occidental con el latín como lengua principal y la este grecoparlante se mantuvo. Los ciudadanos de la primera se hacían llamar a sí mismos de hecho occidens, que en latín significa ‘ocaso’ u ‘oeste’, en contraposición a los oriens (‘amanecer’ o ‘este’) de la segunda. El concepto de Occidente ganó peso geográfico con la división del Imperio romano en el siglo III, mientras que la división de la cristiandad entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa en el Cisma de Oriente del año 1054 reforzó su faceta cultural.
Los distintos tipos de cristianismo en Europa
Tres siglos después, cuando el Renacimiento empezó a florecer en la Europa occidental, los textos clásicos fueron recuperados y con ellos el ideal de la libertad triunfando sobre el despotismo. Sus sociedades también comenzaron a ver la expansión del Imperio otomano musulmán como una amenaza a su estilo de vida, un peligro que en cierta forma motivó la búsqueda de nuevas rutas comerciales y recursos que acabó dando pie a la Era de los Descubrimientos.
Durante este periodo ―siglos XV-XVII―, las potencias occidentales conquistaron y colonizaron numerosos lugares como Estados Unidos, Canadá, Brasil, Argentina, Australia o Nueva Zelanda, que quedaron dentro de sus márgenes.
Rusia, la frontera del Occidente político
Los límites políticos de Occidente cambiaron varias veces durante el siglo XX. Entre 1870 y 1945, por ejemplo, Alemania era considerada hostil por Inglaterra y Francia, lo que generaba fricciones en el bloque occidental dentro de la propia Europa. Durante la Guerra Fría, el Telón de Acero separó el este comunista del oeste capitalista, pero tras la disolución de la Unión Soviética y la progresiva incorporación de las exrepúblicas soviéticas a las organizaciones occidentales la frontera se desplazó hacia el este, situándose a las puertas de Rusia.
¿Qué países forman la OTAN?
De esta forma, el Occidente político, entendido como un bloque que comparte un conjunto de valores y una misma política exterior, comprende en la actualidad Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Reino Unido y los países que integran la Unión Europea y la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA, por sus siglas en inglés). Para algunos, puede extenderse a las naciones asiáticas que mantienen una democracia al estilo occidental ―Japón, Corea del Sur, Taiwán y Singapur―.
Culturalmente los límites son mucho más borrosos, pudiendo abarcar multitud de países que comparten un pasado colonial con la Europa occidental. Incluso Rusia, actualmente en las antípodas políticas de Occidente, puede ser considerada occidental desde un punto de vista cultural ―pocos dudan de que las obras de Tchaikovsky, por ejemplo, pertenecen a su acervo musical―. De esta forma, si bien el término ha sido resucitado y forma parte del discurso político de más alto nivel, conviene no dar por sentada su traducción geográfica y tener siempre presente que no existe un único Occidente.
Así se divide el mapa de Oriente
Así se divide el mapa de Oriente
La división del mapa de Oriente resulta confusa, abstracta y a veces hasta arbitraria, ya que abarca desde Oriente Próximo a Lejano Oriente.
EOM Por Abel Gil
La división del mapa de Oriente resulta confusa, abstracta y a veces hasta arbitraria dentro de la cosmovisión occidental. Es frecuente encontrarse con una visión orientalista de la geografía y cultura de Oriente como un todo que abarca desde El Cairo a Tokio. Esto se traduce en que frecuentemente se confundan las distintas regiones de Asia y el mundo árabe, mezclándose lo que es Oriente Próximo, Oriente Medio, el Lejano Oriente y Asia Central.
El orientalismo se caracteriza por una visión estereotipada y una representación llena de tópicos sobre Oriente, y que muchas veces mezcla la idiosincrasia de las diferentes subregiones. El mejor ejemplo de esto podría ser la película Aladdín, de Disney, una historia que originalmente transcurría en China y que ha acabado por ser una amalgama de “Asia”, donde se juntan tejidos chinos, bailes de Bollywood, un ambiente de Oriente Próximo y arquitectura mogola.
A la confusión orientalista se suma la influencia anglo-francesa, ya que en estas lenguas la división entre Oriente Próximo y Oriente Medio es inexistente, y ambos conceptos se mezclan. Sin embargo, en español la división entre ambas es más nítida, coincidiendo el Oriente Próximo hispano con el Middle East inglés y el Moyen Orient francés, y el Oriente Medio castellano con el subcontinente indio o Asia Meridional. También es cierto que en los medios de comunicación a menudo se emplea Oriente Medio como sinónimo de Oriente Próximo de forma incorrecta.
Es habitual ver en los medios anglosajones una visión aún más amplia de Oriente Próximo, que acaba por incluir la mayor parte del mundo arabo-islámico, desde Marruecos o Mauritania a Afganistán y Pakistán, y que a veces es tomada por los organismos internacionales. En su traducción a las referencias geográficas hispanohablantes, esta vasta región puede ser subdividida en Oriente Próximo, el Magreb y las regiones islámicas del Indostán.
https://elordenmundial.com/mapas/mapas-oriente-proximo/
No obstante, los límites de la división entre Oriente Próximo, Oriente Medio, Lejano Oriente y Asia Central no están claramente definidos en el mapa, sino que varían según se hable de las regiones culturales, físicas, políticas o históricas. Un caso especial es el de Afganistán, que se ubica entre Asia Central, Oriente Próximo y el subcontinente indio, cambiando de región según el contexto.
Una de las regiones más abstractas es Asia Central. Normalmente se consideran parte de esta región las repúblicas exsoviéticas de Kazajistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Kirguistán y Tayikistán, aunque algunos de los territorios se sitúen en el límite con Europa, como es el caso de la parte occidental de Kazajistán, situada físicamente en Europa, al oeste del río Ural.
https://elordenmundial.com/mapas/mapa-de-teoria-del-heartland/
Sea como fuere, el centro de Asia se ubica geográficamente en China, en el Turquestán chino. Hay que tener en cuenta que la región histórico-cultural de Asia Central está vinculada con estos pueblos túrquicos y otros pueblos nómadas, y la expansión de los mongoles y escitas por las estepas y desiertos de Asia. Por lo que, en un sentido amplio, Asia Central abarca desde la Gran Muralla china hasta la taiga siberiana por el norte, Europa por el oeste y las cordilleras del norte de Irán y el Indostán.
El Lejano Oriente, o Asia Oriental, está dominada por la civilización china. Con frecuencia se divide esta región para tratar las peculiaridades de la subregión del sudeste asiático; en otras ocasiones Asia Oriental se fusiona con Oceanía para formar la macrorregión de Asia-Pacífico.
https://elordenmundial.com/mapas/geopolitica-de-china-en-asia-pacifico/
El orientalismo se caracteriza por una visión estereotipada y una representación llena de tópicos sobre Oriente, y que muchas veces mezcla la idiosincrasia de las diferentes subregiones. El mejor ejemplo de esto podría ser la película Aladdín, de Disney, una historia que originalmente transcurría en China y que ha acabado por ser una amalgama de “Asia”, donde se juntan tejidos chinos, bailes de Bollywood, un ambiente de Oriente Próximo y arquitectura mogola.
A la confusión orientalista se suma la influencia anglo-francesa, ya que en estas lenguas la división entre Oriente Próximo y Oriente Medio es inexistente, y ambos conceptos se mezclan. Sin embargo, en español la división entre ambas es más nítida, coincidiendo el Oriente Próximo hispano con el Middle East inglés y el Moyen Orient francés, y el Oriente Medio castellano con el subcontinente indio o Asia Meridional. También es cierto que en los medios de comunicación a menudo se emplea Oriente Medio como sinónimo de Oriente Próximo de forma incorrecta.
Es habitual ver en los medios anglosajones una visión aún más amplia de Oriente Próximo, que acaba por incluir la mayor parte del mundo arabo-islámico, desde Marruecos o Mauritania a Afganistán y Pakistán, y que a veces es tomada por los organismos internacionales. En su traducción a las referencias geográficas hispanohablantes, esta vasta región puede ser subdividida en Oriente Próximo, el Magreb y las regiones islámicas del Indostán.
https://elordenmundial.com/mapas/mapas-oriente-proximo/
No obstante, los límites de la división entre Oriente Próximo, Oriente Medio, Lejano Oriente y Asia Central no están claramente definidos en el mapa, sino que varían según se hable de las regiones culturales, físicas, políticas o históricas. Un caso especial es el de Afganistán, que se ubica entre Asia Central, Oriente Próximo y el subcontinente indio, cambiando de región según el contexto.
Una de las regiones más abstractas es Asia Central. Normalmente se consideran parte de esta región las repúblicas exsoviéticas de Kazajistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Kirguistán y Tayikistán, aunque algunos de los territorios se sitúen en el límite con Europa, como es el caso de la parte occidental de Kazajistán, situada físicamente en Europa, al oeste del río Ural.
https://elordenmundial.com/mapas/mapa-de-teoria-del-heartland/
Sea como fuere, el centro de Asia se ubica geográficamente en China, en el Turquestán chino. Hay que tener en cuenta que la región histórico-cultural de Asia Central está vinculada con estos pueblos túrquicos y otros pueblos nómadas, y la expansión de los mongoles y escitas por las estepas y desiertos de Asia. Por lo que, en un sentido amplio, Asia Central abarca desde la Gran Muralla china hasta la taiga siberiana por el norte, Europa por el oeste y las cordilleras del norte de Irán y el Indostán.
El Lejano Oriente, o Asia Oriental, está dominada por la civilización china. Con frecuencia se divide esta región para tratar las peculiaridades de la subregión del sudeste asiático; en otras ocasiones Asia Oriental se fusiona con Oceanía para formar la macrorregión de Asia-Pacífico.
https://elordenmundial.com/mapas/geopolitica-de-china-en-asia-pacifico/