6 de marzo de 2025
La distensión de Trump con Venezuela
AntiWar.com by Roger D. Harris
El corolario de Trump a la Doctrina Monroe –“hablar alto y llevar un gran garrote”– no se ha aplicado con toda su fuerza en Venezuela… hasta el momento. En cambio, la nueva administración parece estar probando un enfoque más matizado. En su primera administración, logró desplomar la economía venezolana y crear miseria entre la población, pero no en el objetivo de cambiar el “régimen”. En 2019, la Revolución Bolivariana, iniciada por Hugo Chávez y llevada adelante por su sucesor, el actual presidente venezolano Nicolás Maduro, estaba al borde del colapso bajo la ofensiva de “máxima presión” de Trump. La economía se había derrumbado, la inflación estaba fuera de control y el PIB estaba en caída libre. Más de 50 países reconocieron el gobierno paralelo de Juan Guaidó, el “presidente interino” ungido por Washington. En el interregno entre las administraciones de Trump, Biden adoptó las medidas económicas coercitivas unilaterales de su predecesor, eufemísticamente llamadas sanciones, pero con un alivio mínimo o temporal. Biden confirmó la increíble acusación de que Venezuela representaba una amenaza inmediata y extraordinaria para la seguridad nacional de Estados Unidos, como lo habían hecho Trump y Obama antes que él. Biden también siguió reconociendo al inepto y corrupto Guaidó como jefe de Estado, hasta que el propio grupo de oposición de Guaidó lo expulsó. A pesar de los enormes desafíos, Venezuela resistió y lo hizo con un éxito notable, lo que nos lleva al presente.
En vísperas de la segunda administración de Trump
En vísperas de la investidura de Trump, las especulaciones sobre las futuras relaciones entre Estados Unidos y Venezuela iban desde la firma de un acuerdo de coexistencia pacífica hasta la imposición de sanciones aún más duras e incluso la intervención militar. Reuters predijo que la elección de Trump del intransigente Marco Rubio como secretario de Estado auguraba una intensificación de la campaña por un cambio de régimen. Otro derechista de Florida y de ascendencia cubana, Mauricio Claver-Carone, fue designado como enviado especial para América Latina. Había sido el director principal de Trump para asuntos del hemisferio occidental y se le atribuye haber dado forma a la postura agresiva anterior de Trump hacia Venezuela. Además, durante la campaña electoral, el propio Trump comentó: “Cuando me fui, Venezuela estaba lista para colapsar. Nos habríamos apoderado de ella; nos habríamos quedado con todo ese petróleo”. En su audiencia de confirmación en el Senado el 15 de enero, Rubio describió a Venezuela como una “organización de narcotráfico que se ha empoderado a sí misma como un estado nación”. Fue confirmado por unanimidad el primer día de la nueva administración. Todos los demócratas, supuestamente de la oposición, se volcaron a apoyarlo, aunque Rubio criticó severamente a la administración anterior de Biden por ser demasiado blanda con Venezuela. Las críticas de Rubio fueron en gran medida injustificadas porque, salvo pequeños ajustes, Biden había continuado sin problemas la guerra híbrida contra Venezuela.
Grenell triunfa sobre Rubio
La primera visita al exterior de un funcionario de la administración Trump fue realizada por Ric Grenell, enviado presidencial para misiones especiales. Grenell sirvió brevemente en la primera administración de Trump como director interino de inteligencia nacional, convirtiéndose en la primera persona abiertamente gay en un puesto a nivel de gabinete. Grenell voló a Caracas y posó para una sesión fotográfica, estrechando la mano del presidente Maduro el 31 de enero. Este fue un paso notable para alejarse de la hostilidad y acercarse al acercamiento entre dos países que no han tenido relaciones diplomáticas formales desde 2019. El día después de la visita de Grenell, Rubio se embarcó en una gira poco inspiradora por países latinoamericanos de derecha. Ese mismo día, la Licencia General 41 que permite a Chevron operar en Venezuela se renovó automáticamente, lo cual fue un avance contra el cual Rubio había abogado.
Diplomacia de la dignidad
Maduro inició las negociaciones con Grenell con una combinación de compromiso estratégico y resistencia asertiva, con el objetivo de sortear los desafíos económicos de Venezuela y al mismo tiempo mantener la soberanía. El enfoque tuvo resultados beneficiosos para ambas partes, aunque la interpretación en los respectivos países fue bastante diferente. Grenell se atribuyó una “victoria” de la reunión con la liberación de seis “rehenes estadounidenses” sin dar nada a cambio. Venezuela, por su parte, se deshizo de media docena de “mercenarios”. Ninguno de los dos países ha publicado los nombres de todos los ex detenidos. Grenell se dio una vuelta de honor por haber logrado que Venezuela aceptara a los migrantes que habían abandonado el país, una prioridad clave de Trump. Maduro los recibió como parte de su Misión Vuelta a la Patria, que ha repatriado a decenas de miles desde su inicio en 2018. El enviado especial de Trump se jactó de que Venezuela recogió a los migrantes y los trajo de regreso a casa gratis. Maduro se mostró satisfecho por el hecho de que se permitiera a la aerolínea nacional Conviasa, sancionada por Estados Unidos, aterrizar en el país y transportar a los ciudadanos de regreso con dignidad. Felicitando a los pilotos y otros trabajadores, Maduro dijo: “Estados Unidos intentó acabar con Conviasa, pero aquí está, fuerte”.
Evolución de la estrategia imperialista
El representante especial de Trump para Venezuela en su primer gobierno, Elliot Abrams, cree que su exjefe vendió la empresa. Criticó la visita de Grenell por considerar que sirvió para legitimar a Maduro como el presidente legítimo de Venezuela, lo cual hizo. Por el contrario, Robert O’Brien cree que “Grenell logró una importante victoria diplomática”. Lo que es digno de mención es que O’Brien reemplazó a John Bolton como asesor de seguridad nacional de Trump en 2019 y había trabajado con Abrams como coarquitecto de la campaña de “máxima presión” contra Venezuela, pero ahora reconoce que es hora de un cambio. Hablando desde la experiencia, O’Brien comentó: “Las sanciones económicas máximas no han cambiado el régimen en Venezuela”. Ahora aboga por: “Mantener las sanciones contra Venezuela en su lugar, al mismo tiempo que se otorgan licencias a las empresas estadounidenses y de los países socios”. Según Grenell, Trump ya no busca un cambio de régimen en Venezuela, sino centrarse en promover los intereses de Estados Unidos, es decir, facilitar las deportaciones de migrantes, detener la migración irregular a Estados Unidos y evitar la inflación de los precios del gas. Ricardo Vaz, de Iranianalysis, sugiere que la estrategia de Trump es utilizar hábilmente las sanciones. En lugar de arrojar a Venezuela a los brazos de China y Rusia, Trump quiere erosionar gradualmente la soberanía, obligar a hacer tratos preferenciales con corporaciones extranjeras como Chevron y, finalmente, hacerse con el control de su industria petrolera.
Los éxitos de Venezuela obligan a un acomodo imperial
No sólo la “máxima presión” no logró alcanzar los objetivos imperialistas en el pasado, sino que los logros de la Revolución Bolivariana hoy han exigido un enfoque más “pragmático” por parte de Estados Unidos. Venezuela ha desarrollado decididamente su resiliencia frente a las sanciones, logrando un extraordinario cambio económico con una de las tasas de crecimiento del PIB más altas del hemisferio. La producción petrolera venezolana está en su nivel más alto desde 2019. El mercado de exportación de petróleo se ha diversificado con China como principal cliente, aunque Estados Unidos sigue ocupando un segundo lugar destacado. Sin embargo, si se cierran las operaciones de Chevron en Venezuela, eso afectaría a la recuperación. El 26 de febrero, Trump amenazó con retirar la licencia de la empresa, apartándose del enfoque de compromiso inicial. Esto fue visto como una concesión de corto plazo a los partidarios de la línea dura de la política exterior a cambio de apoyo interno. Pero incluso entonces, el período de liquidación de seis meses de la licencia ofreció espacio para que los dos gobiernos negociaran su futura relación petrolera. El 1 de marzo, la Oficina de Control de Activos Extranjeros renovó automáticamente la licencia por otros seis meses. Pero el 4 de marzo, el período de reducción se redujo a tan solo 30 días. Esto podría marcar un giro hacia un cambio de régimen.
El gobierno está mitigando gradualmente el dominio económico del sector petrolero. También ha dado pasos importantes hacia la autosuficiencia alimentaria, lo que es una victoria poco divulgada que ningún otro petroestado ha logrado jamás. Ha reformado el sistema cambiario reduciendo la volatilidad de los tipos de cambio, aunque una reciente devaluación es preocupante. La política fiscal también se ha vuelto más eficiente. Además, el colapso de la oposición apoyada por Estados Unidos deja a Washington con un banco menos eficaz para llevar su agua. La coalición opositora está dividida sobre si boicotear o participar en las próximas elecciones del 25 de mayo. La debacle de la USAID ha dejado ahora a los insurrectos en disputa en la indigencia. (Venezuela nunca recibió ninguna ayuda humanitaria.) Washington todavía reconoce oficialmente a la Asamblea Nacional de 2015, extinta desde hace mucho tiempo, como el “gobierno legítimo” de Venezuela. Al mismo tiempo, Trump heredó el bagaje de González Urrutia como “presidente electo legítimo” (pero no como “el presidente”), lo que dejó a Estados Unidos con dos gobiernos falsos paralelos que hacer malabarismos junto con el actual. A falta de una base popular en Venezuela, González Urrutia gimoteó abyectamente: “Como le dije recientemente al secretario de Estado Marco Rubio: contamos con usted para ayudarnos a resolver nuestros problemas”. Aunque las sanciones estadounidenses sin duda continuarán, las adaptaciones de Venezuela mitigan su eficacia. La resistencia de Venezuela, reforzada por sus reservas naturales de petróleo y otras, ha permitido a ese país latinoamericano obligar a Estados Unidos a aceptar algunas concesiones. En contraste, los imperialistas están yendo a la yugular con una Cuba resistente pero pobre en recursos naturales.
El futuro de la distensión
Los cambios en las fuerzas políticas pueden poner en peligro la frágil distensión. De hecho, el 26 de febrero, Trump anunció que revocaría las licencias petroleras, supuestamente porque Venezuela no estaba aceptando a los migrantes con la suficiente rapidez. Se rumorea que la delegación del Congreso de Florida amenazó con no aprobar su apreciada Ley de Reconciliación si Trump no cancelaba la medida. Es evidente que su partido se opone, tanto a nivel oficial como de base, a la distensión con Venezuela. En cuanto a los demócratas, algunos elementos se han distinguido de Trump al flanquearlo por la derecha. El periódico oficial del imperio, The New York Times, publicó recientemente un artículo en el que pedía una intervención militar en Venezuela. Según Carlos Ron, ex viceministro de Asuntos Exteriores venezolano, la cuestión de la distensión entre Washington y Caracas va más allá de este momento histórico particular e incluso de las particularidades de Venezuela y se trata de una contradicción fundamental: el imperio busca la dominación mientras que la mayoría de los pueblos y naciones del mundo buscan la autodeterminación. Hasta que eso se resuelva, la lucha continúa.
Roger D. Harris trabaja con la Red de Solidaridad con Venezuela, el Grupo de Trabajo sobre las Américas y el Consejo de Paz de Estados Unidos.
En vísperas de la segunda administración de Trump
En vísperas de la investidura de Trump, las especulaciones sobre las futuras relaciones entre Estados Unidos y Venezuela iban desde la firma de un acuerdo de coexistencia pacífica hasta la imposición de sanciones aún más duras e incluso la intervención militar. Reuters predijo que la elección de Trump del intransigente Marco Rubio como secretario de Estado auguraba una intensificación de la campaña por un cambio de régimen. Otro derechista de Florida y de ascendencia cubana, Mauricio Claver-Carone, fue designado como enviado especial para América Latina. Había sido el director principal de Trump para asuntos del hemisferio occidental y se le atribuye haber dado forma a la postura agresiva anterior de Trump hacia Venezuela. Además, durante la campaña electoral, el propio Trump comentó: “Cuando me fui, Venezuela estaba lista para colapsar. Nos habríamos apoderado de ella; nos habríamos quedado con todo ese petróleo”. En su audiencia de confirmación en el Senado el 15 de enero, Rubio describió a Venezuela como una “organización de narcotráfico que se ha empoderado a sí misma como un estado nación”. Fue confirmado por unanimidad el primer día de la nueva administración. Todos los demócratas, supuestamente de la oposición, se volcaron a apoyarlo, aunque Rubio criticó severamente a la administración anterior de Biden por ser demasiado blanda con Venezuela. Las críticas de Rubio fueron en gran medida injustificadas porque, salvo pequeños ajustes, Biden había continuado sin problemas la guerra híbrida contra Venezuela.
Grenell triunfa sobre Rubio
La primera visita al exterior de un funcionario de la administración Trump fue realizada por Ric Grenell, enviado presidencial para misiones especiales. Grenell sirvió brevemente en la primera administración de Trump como director interino de inteligencia nacional, convirtiéndose en la primera persona abiertamente gay en un puesto a nivel de gabinete. Grenell voló a Caracas y posó para una sesión fotográfica, estrechando la mano del presidente Maduro el 31 de enero. Este fue un paso notable para alejarse de la hostilidad y acercarse al acercamiento entre dos países que no han tenido relaciones diplomáticas formales desde 2019. El día después de la visita de Grenell, Rubio se embarcó en una gira poco inspiradora por países latinoamericanos de derecha. Ese mismo día, la Licencia General 41 que permite a Chevron operar en Venezuela se renovó automáticamente, lo cual fue un avance contra el cual Rubio había abogado.
Diplomacia de la dignidad
Maduro inició las negociaciones con Grenell con una combinación de compromiso estratégico y resistencia asertiva, con el objetivo de sortear los desafíos económicos de Venezuela y al mismo tiempo mantener la soberanía. El enfoque tuvo resultados beneficiosos para ambas partes, aunque la interpretación en los respectivos países fue bastante diferente. Grenell se atribuyó una “victoria” de la reunión con la liberación de seis “rehenes estadounidenses” sin dar nada a cambio. Venezuela, por su parte, se deshizo de media docena de “mercenarios”. Ninguno de los dos países ha publicado los nombres de todos los ex detenidos. Grenell se dio una vuelta de honor por haber logrado que Venezuela aceptara a los migrantes que habían abandonado el país, una prioridad clave de Trump. Maduro los recibió como parte de su Misión Vuelta a la Patria, que ha repatriado a decenas de miles desde su inicio en 2018. El enviado especial de Trump se jactó de que Venezuela recogió a los migrantes y los trajo de regreso a casa gratis. Maduro se mostró satisfecho por el hecho de que se permitiera a la aerolínea nacional Conviasa, sancionada por Estados Unidos, aterrizar en el país y transportar a los ciudadanos de regreso con dignidad. Felicitando a los pilotos y otros trabajadores, Maduro dijo: “Estados Unidos intentó acabar con Conviasa, pero aquí está, fuerte”.
Evolución de la estrategia imperialista
El representante especial de Trump para Venezuela en su primer gobierno, Elliot Abrams, cree que su exjefe vendió la empresa. Criticó la visita de Grenell por considerar que sirvió para legitimar a Maduro como el presidente legítimo de Venezuela, lo cual hizo. Por el contrario, Robert O’Brien cree que “Grenell logró una importante victoria diplomática”. Lo que es digno de mención es que O’Brien reemplazó a John Bolton como asesor de seguridad nacional de Trump en 2019 y había trabajado con Abrams como coarquitecto de la campaña de “máxima presión” contra Venezuela, pero ahora reconoce que es hora de un cambio. Hablando desde la experiencia, O’Brien comentó: “Las sanciones económicas máximas no han cambiado el régimen en Venezuela”. Ahora aboga por: “Mantener las sanciones contra Venezuela en su lugar, al mismo tiempo que se otorgan licencias a las empresas estadounidenses y de los países socios”. Según Grenell, Trump ya no busca un cambio de régimen en Venezuela, sino centrarse en promover los intereses de Estados Unidos, es decir, facilitar las deportaciones de migrantes, detener la migración irregular a Estados Unidos y evitar la inflación de los precios del gas. Ricardo Vaz, de Iranianalysis, sugiere que la estrategia de Trump es utilizar hábilmente las sanciones. En lugar de arrojar a Venezuela a los brazos de China y Rusia, Trump quiere erosionar gradualmente la soberanía, obligar a hacer tratos preferenciales con corporaciones extranjeras como Chevron y, finalmente, hacerse con el control de su industria petrolera.
Los éxitos de Venezuela obligan a un acomodo imperial
No sólo la “máxima presión” no logró alcanzar los objetivos imperialistas en el pasado, sino que los logros de la Revolución Bolivariana hoy han exigido un enfoque más “pragmático” por parte de Estados Unidos. Venezuela ha desarrollado decididamente su resiliencia frente a las sanciones, logrando un extraordinario cambio económico con una de las tasas de crecimiento del PIB más altas del hemisferio. La producción petrolera venezolana está en su nivel más alto desde 2019. El mercado de exportación de petróleo se ha diversificado con China como principal cliente, aunque Estados Unidos sigue ocupando un segundo lugar destacado. Sin embargo, si se cierran las operaciones de Chevron en Venezuela, eso afectaría a la recuperación. El 26 de febrero, Trump amenazó con retirar la licencia de la empresa, apartándose del enfoque de compromiso inicial. Esto fue visto como una concesión de corto plazo a los partidarios de la línea dura de la política exterior a cambio de apoyo interno. Pero incluso entonces, el período de liquidación de seis meses de la licencia ofreció espacio para que los dos gobiernos negociaran su futura relación petrolera. El 1 de marzo, la Oficina de Control de Activos Extranjeros renovó automáticamente la licencia por otros seis meses. Pero el 4 de marzo, el período de reducción se redujo a tan solo 30 días. Esto podría marcar un giro hacia un cambio de régimen.
El gobierno está mitigando gradualmente el dominio económico del sector petrolero. También ha dado pasos importantes hacia la autosuficiencia alimentaria, lo que es una victoria poco divulgada que ningún otro petroestado ha logrado jamás. Ha reformado el sistema cambiario reduciendo la volatilidad de los tipos de cambio, aunque una reciente devaluación es preocupante. La política fiscal también se ha vuelto más eficiente. Además, el colapso de la oposición apoyada por Estados Unidos deja a Washington con un banco menos eficaz para llevar su agua. La coalición opositora está dividida sobre si boicotear o participar en las próximas elecciones del 25 de mayo. La debacle de la USAID ha dejado ahora a los insurrectos en disputa en la indigencia. (Venezuela nunca recibió ninguna ayuda humanitaria.) Washington todavía reconoce oficialmente a la Asamblea Nacional de 2015, extinta desde hace mucho tiempo, como el “gobierno legítimo” de Venezuela. Al mismo tiempo, Trump heredó el bagaje de González Urrutia como “presidente electo legítimo” (pero no como “el presidente”), lo que dejó a Estados Unidos con dos gobiernos falsos paralelos que hacer malabarismos junto con el actual. A falta de una base popular en Venezuela, González Urrutia gimoteó abyectamente: “Como le dije recientemente al secretario de Estado Marco Rubio: contamos con usted para ayudarnos a resolver nuestros problemas”. Aunque las sanciones estadounidenses sin duda continuarán, las adaptaciones de Venezuela mitigan su eficacia. La resistencia de Venezuela, reforzada por sus reservas naturales de petróleo y otras, ha permitido a ese país latinoamericano obligar a Estados Unidos a aceptar algunas concesiones. En contraste, los imperialistas están yendo a la yugular con una Cuba resistente pero pobre en recursos naturales.
El futuro de la distensión
Los cambios en las fuerzas políticas pueden poner en peligro la frágil distensión. De hecho, el 26 de febrero, Trump anunció que revocaría las licencias petroleras, supuestamente porque Venezuela no estaba aceptando a los migrantes con la suficiente rapidez. Se rumorea que la delegación del Congreso de Florida amenazó con no aprobar su apreciada Ley de Reconciliación si Trump no cancelaba la medida. Es evidente que su partido se opone, tanto a nivel oficial como de base, a la distensión con Venezuela. En cuanto a los demócratas, algunos elementos se han distinguido de Trump al flanquearlo por la derecha. El periódico oficial del imperio, The New York Times, publicó recientemente un artículo en el que pedía una intervención militar en Venezuela. Según Carlos Ron, ex viceministro de Asuntos Exteriores venezolano, la cuestión de la distensión entre Washington y Caracas va más allá de este momento histórico particular e incluso de las particularidades de Venezuela y se trata de una contradicción fundamental: el imperio busca la dominación mientras que la mayoría de los pueblos y naciones del mundo buscan la autodeterminación. Hasta que eso se resuelva, la lucha continúa.
Roger D. Harris trabaja con la Red de Solidaridad con Venezuela, el Grupo de Trabajo sobre las Américas y el Consejo de Paz de Estados Unidos.
11 de marzo de 2025
13 de marzo de 2025
16 de marzo de 2025
Leopoldo Martínez: “La revocatoria de la licencia a Chevron está colocada en el vacío de una estrategia”
Bitácora económica Por Andrés Rojas Jiménez
Leopoldo Martínez es un abogado venezolano y fue diputado en la Asamblea Nacional. Emigró, se nacionalizó como ciudadano estadounidense y forma parte del Comité Nacional de Partido Demócrata en Estados Unidos. Es obvio que tiene una postura que adversa al presidente Donald Trump y crítica las dos medidas recientes que involucran a Venezuela: la revocatoria del Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) para los migrantes venezolanos y la decisión de dar un plazo hasta el próximo 3 de abril para que la compañía Chevron cese sus operaciones en las empresas mixtas en las que tiene participación minoritaria con Petróleos de Venezuela (PDVSA).
En su cuenta en la red social X @lecumberry, se pronunció en contra de la Licencia General 41A de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro, posición que le ha valido defensores y detractores sobre todo en la comunidad venezolana-estadounidense.
-Donald Trump, en el corto tiempo que lleva como presidente en su segundo gobierno, cada vez que se refiere a las medidas que está adoptando dice que está corrigiendo los errores de la administración de Joe Biden, argumento que también usa para explicar la Licencia General 41A. ¿Es un regreso a la política de máxima presión que adoptó en su primer gobierno para propiciar un cambio político en Venezuela?
-Lo primero que hay que decir es que la revocatoria de la licencia de Chevron, y quién sabe si alguna otra de las que fueron otorgadas en los últimos dos años, como los llamados comfort letters o cartas de conformidad, bajo las cuales venían operando empresas europeas y que no están sujetas a la necesidad de licencia, podrían sí estarlo a una política de sanciones secundarias.
Todo esto está ocurriendo dentro de una gran incertidumbre porque lo cierto es que la primera aproximación de la administración Trump iba en una dirección 180 grados distinta a esta última decisión. Incluso, cuando Richard Grenell, comisionado Presidencial para Misiones Especiales, viajó a Caracas a buscar a los seis estadounidenses que se encontraban detenidos injustamente en Venezuela, no tocó ningún tema relativo a la transición hacia la democracia, y solo se enfocó en las deportaciones de los venezolanos. En ese momento dije que se estaba rompiendo el consenso bipartidista sobre la situación en Venezuela.
-¿Por qué?
-Por un lado, porque las negociaciones y los acercamientos bilaterales con (Nicolás) Maduro no se inscribían dentro de una política de construcción democrática y, por el otro lado, por el trato humano de los inmigrantes. Luego se produjo este giro, que yo creo que tiene que ver con dinámicas internas de la coalición que sostiene al presidente Trump. A raíz de las declaraciones de Grenell, en las que dijo que la política de Trump no era la de cambio de régimen en Venezuela, sino sencillamente construir una nueva relación.
Como sucede en política, creo que fue más allá de lo que políticamente podía decir y produjo una reacción claramente esperada desde el Departamento de Estado con Marco Rubio como secretario de esa oficina y, por supuesto, de la fracción de representantes del Partido Republicano del estado de Florida, que tiene en su discurso el tema de Venezuela.
Por tanto, no estoy seguro de que haya una política con respecto a lo que vaya a suceder y sí se regresará a la máxima presión de 2019. Creo más bien que hubo una reacción frente a lo que dijo Grenell, que quizás excedió y tocó fibras que venían esperando el momento para que el presidente Trump prestara atención a consideraciones de orden político.
Trump navega por la necesidad de aprobar un paquete legislativo que tiene que ver con el presupuesto y con la política fiscal, que es su verdadera gran prioridad en este momento de cara a estos dos años de legislatura. En la Cámara de Representantes, la mayoría republicana es estrecha porque se reduce a cuatro votos, de los cuales podrían terminar siendo solo tres porque uno de esos votos es la congresista Elise Stefanik, quien fue nombrada como embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas y le corresponde abandonar la Cámara.
Casualmente, la delegación de Florida, no solamente son los tres votos de María Elvira Salazar, Carlos Jiménez y Mario Díaz-Balart, sino que puede incluir votos adicionales en apoyo a cualquier posición de negociación que estén buscando preservar una narrativa política para la audiencia del sureste de la Florida, sumamente sensible a lo que pueda pasar con respecto a Cuba, Venezuela, Nicaragua y otros temas difíciles de América Latina. No es fácil concluir qué va a pasar.
-Esos tres legisladores que mencionó en su mensaje en la red social X dijo que tuvieron influencia para lograr la Licencia General 41A. ¿Había incomodidad de ellos con lo expresado por Grenell?
-Como dije, creo que las declaraciones fueron un poco más allá de lo que era tolerable para ellos y se dieron en el medio de una crisis muy grande que se ha produjo a raíz de la revocatoria del TPS para los venezolanos. El nivel de crispación e irritación que hay por esa medida en el sureste de la Florida es importante porque estamos hablando de una población que se aproxima casi a los 400.000 migrantes venezolanos que se encuentran protegidos por ese estatus migratorio temporal.
Son personas que están sumamente asimiladas a la economía de los Estados Unidos y no están vinculadas en lo absoluto al crimen o a la delincuencia. Son familias que tienen a sus hijos en las escuelas, son parte de la comunidad, tienen un pequeño negocio, han comprado o arrendado la propiedad donde viven en Florida o en Texas. Tienen mucho afecto de la comunidad, no solamente de los ciudadanos estadounidenses de origen venezolano, sino de toda la comunidad latina en el país y en la Florida en particular. Creo que esa decisión estaba llevando a estos tres legisladores a unas aguas difíciles de navegar. Adicionalmente, me atrevería a afirmar que también jugó un papel clave la secretaria de Gabinete del presidente Trump, Susie Wiles, quien es una mujer de la Florida.
-¿Estos legisladores pudieron amenazar con no votar el presupuesto?
-Más que una amenaza a decir que no votarían el presupuesto. Las declaraciones de Grenell abrieron un punto de entrada o de conversación a la jefa de Gabinete, cuyo trabajo es que las cosas que el presidente quiere hacer se hagan; y le debe haber dicho algo en esa dirección. Lo deleznable de todo esto, es que los legisladores de la Florida y quienes orquestaron esta medida, se plantearon la alternativa entre escoger restablecer el TPS y la revocatoria de la licencia de Chevron. Es cruel e irresponsable haber escogido la revocatoria de la licencia de Chevron en el marco de una incertidumbre completa o absoluta sobre cuál es la verdadera política que se tiene y cuál es el camino para una construcción democrática en Venezuela.
-¿Cuáles eran los efectos de debían tomar en cuenta en cada una de esas medidas?
-Como dije anteriormente porque expone a la deportación a más de 400.000 venezolanos de buena voluntad que se encuentran acá en Estados Unidos. En cambio, el efecto de la eliminación de la licencia a Chevron es claro y obvio por el impacto en la economía venezolana. A mí me causa un poco de espíritu crítico cuando escucho a aquellos que dicen que el problema de Venezuela en lo económico no es resultado de las sanciones.
Está claro que el problema económico de Venezuela es el resultado de un acumulado de más de dos décadas de desaciertos en el manejo de la economía, la destrucción de la confianza, la erosión del Estado de Derecho y de las condiciones para que el sector privado pueda operar, pero obviamente las sanciones económicas también se convierten en una causa concurrente al problema económico.
-¿Qué responde a la posición que tienen muchos venezolanos, como es su caso, que también tienen la nacionalidad estadounidense, pero simpatizan o votaron por el presidente Trump y aplauden la revocatoria de la licencia a Chevron porque lo perciben como la medida que propiciará un cambio político en Venezuela?
-Eso es una fantasía. También hay voceros importantes de la oposición política venezolana que le hacen eco a ese planteamiento, pero fíjate que eso no ocurrió entre los años 2019 y 2022, y más bien se dio todo lo contrario y afianzó al gobierno de Maduro. Tampoco eso ha ocurrido en otros países que han tenido por muchos más años de sanciones económicas de parte de los Estados Unidos para promover cambio de régimen.
Por tanto, yo planteo dos interrogantes, que puse en mi mensaje en X. La primera, ¿cuál es el impacto de esta medida sobre la economía privada venezolana? En el pasado no ha sido tanto el régimen el que ha resultado impactado, como sí la sociedad civil venezolana, el ciudadano común y el sector privado. Si se analiza el diseño de la licencia Chevron, nunca había habido una situación en la cual una multinacional del petróleo, en este caso una empresa de Estados Unidos, que operara con términos tan beneficiosos, con tanta laxitud y margen financiero como se encontraba operando Chevron en Venezuela.
-El argumento de quienes apoyan la revocatoria es que ese dinero de Chevron iba para Nicolás Maduro.
-El flujo de divisas generado por la actividad petrolera venezolana vinculada con esta empresa estaba circulando directamente a través del sector privado y no del Banco Central de Venezuela como ocurrió con Chevron. Por tanto, si había un sector en Venezuela a quien estaba favoreciendo más la irrigación de los efectos de la presencia de Chevron en el país, ese era al sector privado productivo que queda y que se ha mantenido resiliente y sin el cual es imposible pensar en una reconstrucción del país, una viabilización del retorno a una democracia y a una sociedad más próspera.
-Mencionó que se planteó dos interrogantes. ¿Cuál es la segunda?
-Desde la perspectiva estadounidense, ¿quién va a sustituir a Chevron?
-En el mensaje en X dijo que serían Rusia o China y eso está en línea con lo expresado hace un par de semanas por el presidente de Chevron, Mike Wirth.
-Puede ser Rusia o China, o una combinación de actores de distante naturaleza. Las cosas en Venezuela no quiebran, como algunos esperan en el corto plazo. El camino hacia la democracia, una economía de mercado y el encontrarnos con una sociedad más próspera, se dificulta. Yo creo que hay que hacer una reflexión estratégica sobre esto, tanto desde la perspectiva de los intereses estratégicos de Estados Unidos y su influencia en el futuro de Venezuela, como desde la perspectiva de otro bastión fundamental para la reconstrucción y la búsqueda de una alternativa democrática en el país como es el sector privado productivo de Venezuela.
Creo que nadie quiere hablar de esto porque las pasiones dominan, pero yo agregué en el mensaje en X sobre el venezolano que queda en el país, de ese sector privado conectado a esa irrigación de beneficios y de las posibilidades económicas a quien podrían írsele de las manos las oportunidades que ha venido laborando y resilientemente construyendo en los últimos años.
Por otro lado, está ese inmenso contingente de venezolanos que podría perder un estatus migratorio y que está remesando dinero a sus familiares. En ausencia de una política, la revocatoria de la licencia a Chevron está colocada en el vacío de una estrategia y puede ser algo terrible. Aunque produzca pasiones y le genere a mucha gente emoción y simpatía, vale preguntarse: ¿Es un golpe duro para Maduro o nos estamos metiendo en una especie de caja de Pandora, donde todo puede terminar siendo peor para la causa democrática, la construcción de una sociedad donde tenga espacio el sector privado, el cual es fundamental en una democracia y en una sociedad próspera?
En su cuenta en la red social X @lecumberry, se pronunció en contra de la Licencia General 41A de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro, posición que le ha valido defensores y detractores sobre todo en la comunidad venezolana-estadounidense.
-Donald Trump, en el corto tiempo que lleva como presidente en su segundo gobierno, cada vez que se refiere a las medidas que está adoptando dice que está corrigiendo los errores de la administración de Joe Biden, argumento que también usa para explicar la Licencia General 41A. ¿Es un regreso a la política de máxima presión que adoptó en su primer gobierno para propiciar un cambio político en Venezuela?
-Lo primero que hay que decir es que la revocatoria de la licencia de Chevron, y quién sabe si alguna otra de las que fueron otorgadas en los últimos dos años, como los llamados comfort letters o cartas de conformidad, bajo las cuales venían operando empresas europeas y que no están sujetas a la necesidad de licencia, podrían sí estarlo a una política de sanciones secundarias.
Todo esto está ocurriendo dentro de una gran incertidumbre porque lo cierto es que la primera aproximación de la administración Trump iba en una dirección 180 grados distinta a esta última decisión. Incluso, cuando Richard Grenell, comisionado Presidencial para Misiones Especiales, viajó a Caracas a buscar a los seis estadounidenses que se encontraban detenidos injustamente en Venezuela, no tocó ningún tema relativo a la transición hacia la democracia, y solo se enfocó en las deportaciones de los venezolanos. En ese momento dije que se estaba rompiendo el consenso bipartidista sobre la situación en Venezuela.
-¿Por qué?
-Por un lado, porque las negociaciones y los acercamientos bilaterales con (Nicolás) Maduro no se inscribían dentro de una política de construcción democrática y, por el otro lado, por el trato humano de los inmigrantes. Luego se produjo este giro, que yo creo que tiene que ver con dinámicas internas de la coalición que sostiene al presidente Trump. A raíz de las declaraciones de Grenell, en las que dijo que la política de Trump no era la de cambio de régimen en Venezuela, sino sencillamente construir una nueva relación.
Como sucede en política, creo que fue más allá de lo que políticamente podía decir y produjo una reacción claramente esperada desde el Departamento de Estado con Marco Rubio como secretario de esa oficina y, por supuesto, de la fracción de representantes del Partido Republicano del estado de Florida, que tiene en su discurso el tema de Venezuela.
Por tanto, no estoy seguro de que haya una política con respecto a lo que vaya a suceder y sí se regresará a la máxima presión de 2019. Creo más bien que hubo una reacción frente a lo que dijo Grenell, que quizás excedió y tocó fibras que venían esperando el momento para que el presidente Trump prestara atención a consideraciones de orden político.
Trump navega por la necesidad de aprobar un paquete legislativo que tiene que ver con el presupuesto y con la política fiscal, que es su verdadera gran prioridad en este momento de cara a estos dos años de legislatura. En la Cámara de Representantes, la mayoría republicana es estrecha porque se reduce a cuatro votos, de los cuales podrían terminar siendo solo tres porque uno de esos votos es la congresista Elise Stefanik, quien fue nombrada como embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas y le corresponde abandonar la Cámara.
Casualmente, la delegación de Florida, no solamente son los tres votos de María Elvira Salazar, Carlos Jiménez y Mario Díaz-Balart, sino que puede incluir votos adicionales en apoyo a cualquier posición de negociación que estén buscando preservar una narrativa política para la audiencia del sureste de la Florida, sumamente sensible a lo que pueda pasar con respecto a Cuba, Venezuela, Nicaragua y otros temas difíciles de América Latina. No es fácil concluir qué va a pasar.
-Esos tres legisladores que mencionó en su mensaje en la red social X dijo que tuvieron influencia para lograr la Licencia General 41A. ¿Había incomodidad de ellos con lo expresado por Grenell?
-Como dije, creo que las declaraciones fueron un poco más allá de lo que era tolerable para ellos y se dieron en el medio de una crisis muy grande que se ha produjo a raíz de la revocatoria del TPS para los venezolanos. El nivel de crispación e irritación que hay por esa medida en el sureste de la Florida es importante porque estamos hablando de una población que se aproxima casi a los 400.000 migrantes venezolanos que se encuentran protegidos por ese estatus migratorio temporal.
Son personas que están sumamente asimiladas a la economía de los Estados Unidos y no están vinculadas en lo absoluto al crimen o a la delincuencia. Son familias que tienen a sus hijos en las escuelas, son parte de la comunidad, tienen un pequeño negocio, han comprado o arrendado la propiedad donde viven en Florida o en Texas. Tienen mucho afecto de la comunidad, no solamente de los ciudadanos estadounidenses de origen venezolano, sino de toda la comunidad latina en el país y en la Florida en particular. Creo que esa decisión estaba llevando a estos tres legisladores a unas aguas difíciles de navegar. Adicionalmente, me atrevería a afirmar que también jugó un papel clave la secretaria de Gabinete del presidente Trump, Susie Wiles, quien es una mujer de la Florida.
-¿Estos legisladores pudieron amenazar con no votar el presupuesto?
-Más que una amenaza a decir que no votarían el presupuesto. Las declaraciones de Grenell abrieron un punto de entrada o de conversación a la jefa de Gabinete, cuyo trabajo es que las cosas que el presidente quiere hacer se hagan; y le debe haber dicho algo en esa dirección. Lo deleznable de todo esto, es que los legisladores de la Florida y quienes orquestaron esta medida, se plantearon la alternativa entre escoger restablecer el TPS y la revocatoria de la licencia de Chevron. Es cruel e irresponsable haber escogido la revocatoria de la licencia de Chevron en el marco de una incertidumbre completa o absoluta sobre cuál es la verdadera política que se tiene y cuál es el camino para una construcción democrática en Venezuela.
-¿Cuáles eran los efectos de debían tomar en cuenta en cada una de esas medidas?
-Como dije anteriormente porque expone a la deportación a más de 400.000 venezolanos de buena voluntad que se encuentran acá en Estados Unidos. En cambio, el efecto de la eliminación de la licencia a Chevron es claro y obvio por el impacto en la economía venezolana. A mí me causa un poco de espíritu crítico cuando escucho a aquellos que dicen que el problema de Venezuela en lo económico no es resultado de las sanciones.
Está claro que el problema económico de Venezuela es el resultado de un acumulado de más de dos décadas de desaciertos en el manejo de la economía, la destrucción de la confianza, la erosión del Estado de Derecho y de las condiciones para que el sector privado pueda operar, pero obviamente las sanciones económicas también se convierten en una causa concurrente al problema económico.
-¿Qué responde a la posición que tienen muchos venezolanos, como es su caso, que también tienen la nacionalidad estadounidense, pero simpatizan o votaron por el presidente Trump y aplauden la revocatoria de la licencia a Chevron porque lo perciben como la medida que propiciará un cambio político en Venezuela?
-Eso es una fantasía. También hay voceros importantes de la oposición política venezolana que le hacen eco a ese planteamiento, pero fíjate que eso no ocurrió entre los años 2019 y 2022, y más bien se dio todo lo contrario y afianzó al gobierno de Maduro. Tampoco eso ha ocurrido en otros países que han tenido por muchos más años de sanciones económicas de parte de los Estados Unidos para promover cambio de régimen.
Por tanto, yo planteo dos interrogantes, que puse en mi mensaje en X. La primera, ¿cuál es el impacto de esta medida sobre la economía privada venezolana? En el pasado no ha sido tanto el régimen el que ha resultado impactado, como sí la sociedad civil venezolana, el ciudadano común y el sector privado. Si se analiza el diseño de la licencia Chevron, nunca había habido una situación en la cual una multinacional del petróleo, en este caso una empresa de Estados Unidos, que operara con términos tan beneficiosos, con tanta laxitud y margen financiero como se encontraba operando Chevron en Venezuela.
-El argumento de quienes apoyan la revocatoria es que ese dinero de Chevron iba para Nicolás Maduro.
-El flujo de divisas generado por la actividad petrolera venezolana vinculada con esta empresa estaba circulando directamente a través del sector privado y no del Banco Central de Venezuela como ocurrió con Chevron. Por tanto, si había un sector en Venezuela a quien estaba favoreciendo más la irrigación de los efectos de la presencia de Chevron en el país, ese era al sector privado productivo que queda y que se ha mantenido resiliente y sin el cual es imposible pensar en una reconstrucción del país, una viabilización del retorno a una democracia y a una sociedad más próspera.
-Mencionó que se planteó dos interrogantes. ¿Cuál es la segunda?
-Desde la perspectiva estadounidense, ¿quién va a sustituir a Chevron?
-En el mensaje en X dijo que serían Rusia o China y eso está en línea con lo expresado hace un par de semanas por el presidente de Chevron, Mike Wirth.
-Puede ser Rusia o China, o una combinación de actores de distante naturaleza. Las cosas en Venezuela no quiebran, como algunos esperan en el corto plazo. El camino hacia la democracia, una economía de mercado y el encontrarnos con una sociedad más próspera, se dificulta. Yo creo que hay que hacer una reflexión estratégica sobre esto, tanto desde la perspectiva de los intereses estratégicos de Estados Unidos y su influencia en el futuro de Venezuela, como desde la perspectiva de otro bastión fundamental para la reconstrucción y la búsqueda de una alternativa democrática en el país como es el sector privado productivo de Venezuela.
Creo que nadie quiere hablar de esto porque las pasiones dominan, pero yo agregué en el mensaje en X sobre el venezolano que queda en el país, de ese sector privado conectado a esa irrigación de beneficios y de las posibilidades económicas a quien podrían írsele de las manos las oportunidades que ha venido laborando y resilientemente construyendo en los últimos años.
Por otro lado, está ese inmenso contingente de venezolanos que podría perder un estatus migratorio y que está remesando dinero a sus familiares. En ausencia de una política, la revocatoria de la licencia a Chevron está colocada en el vacío de una estrategia y puede ser algo terrible. Aunque produzca pasiones y le genere a mucha gente emoción y simpatía, vale preguntarse: ¿Es un golpe duro para Maduro o nos estamos metiendo en una especie de caja de Pandora, donde todo puede terminar siendo peor para la causa democrática, la construcción de una sociedad donde tenga espacio el sector privado, el cual es fundamental en una democracia y en una sociedad próspera?
17 de marzo de 2025
18 de marzo de 2025