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Centro Andino de Estudios Estratégicos
13 de octubre de 2025

La imperiosa necesidad de un Premio a la Paz Multipolar

CENAE         Por. Mario Ramos
La entrega del Premio Nobel de la Paz a María Corina Machado es una señal evidente de la decadencia moral e institucional de Occidente.

Premiar a una figura cuyas posturas públicas apoyan acciones bélicas como el genocidio nazi sionista en Gaza o promover la intervención militar de su propio país, no es un error; es la manifestación de una lógica geopolítica que ha secuestrado el concepto de "paz" para servir a intereses hegemónicos. Este hecho, lejos de ser una simple controversia, es la llamada de atención definitiva que exige al mundo multipolar la creación de sus propias instituciones, comenzando por un auténtico y legítimo premio a la paz.

Así, apoyar las sanciones económicas y acciones de presión internacional contra Venezuela, como lo ha hecho Machado, medidas que, según un informe de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU y estudios académicos, han tenido un impacto devastador y desproporcionado en la población civil, ya que obstaculiza el acceso a medicinas y alimentos, es una muestra de que el Comité Noruego del Nobel ha perdido el alma, ya que otorgar ese premio a ese personaje podría estar legitimando la potencial intervención militar que se cierne sobre Venezuela.
El Premio Nobel de la Paz ha perdido toda credibilidad.

Fundar una nueva institucionalidad que realmente promueva la paz
Frente a esa farsa, el Sur Global, el mundo multipolar —compuesto por naciones de Asia, África y América Latina que buscan impulsar un orden internacional más equilibrado, deben dejar de ser un actor reactivo y convertirse en un arquitecto de instituciones. La creación de un "Premio a la Paz del Mundo Multipolar" es un acto de liberación epistemológica. Debe estar fundado en principios claros y distinguibles, como:

Paz como justicia y soberanía: Un auténtico premio honraría a quienes luchan contra el neocolonialismo, la injerencia extranjera, la soberanía alimentaria y la asfixia económica de las sanciones unilaterales. Hay tantas figuras y organizaciones en el mundo que merecen visibilizarse y darles gratitud por su contribución a la paz, por ejemplo: Thomas Sankara, quien abogó por la autosuficiencia africana, los médicos cubanos de la Brigada Henry Reeve, o movimientos campesinos que garantizan la alimentación de sus pueblos frente a los embates de la especulación financiera global, serían ejemplos del perfil a galardonar. Es decir, el enfoque es el desarrollo como base de la paz: Lucha contra la pobreza, la cooperación  Sur-Sur, la transferencia tecnológica y defensores de un orden cibernético e informático justo.

Multilateralismo verdadero: El comité de selección debe ser rotatorio y representativo, compuesto por figuras reconocidas de paz, líderes sociales, pueblos indígenas y representantes de organismos de países del Sur Global, de bloques como BRICS, la ASEAN o la Unión Africana. El comité de selección debe ser plural y deliberativo, que no haya predominio de una sola cultura política o ideológica.

Neutralidad geopolítica explícita: El galardón no debe estar atado a un bloque o potencia dominante, sino representar la pluralidad del mundo. No debe premiarse a quienes sirven a una potencia, sino a quienes practican el derecho internacional, la mediación, la reconciliación y la solución pacífica de conflictos.
 
Criterios basados en resultados reales de paz y reconciliación
En lugar de recompensar discursos, campañas políticas o méritos simbólicos, el premio debe reconocer logros tangibles: tratados de paz implementados, reconciliaciones duraderas, disminución de violencia en contextos de conflicto, restitución de derechos a comunidades desplazadas, desarrollo social concreto, procesos de reparación, luchadores que han visibilizados conflictos ‘olvidados’, etc.
 
Transparencia institucional y rendición simbólica
Las deliberaciones no tienen que ser abiertas, pero el proceso debe permitir auditorías simbólicas, publicaciones de criterios de evaluación, debates públicos sobre méritos, mecanismos de objeción. Para contrarrestar la opacidad que a menudo plaga los galardones occidentales.
 
Enfoque en el Sur global y en conflictos “olvidados”
Que el premio dé visibilidad a situaciones poco atendidas por los medios occidentales: conflictos internos, derechos indígenas, paz local entre comunidades étnicas, procesos de reconciliación post colonial, etc.

Sin recompensa a quienes han promovido el intervencionismo político-militar.
Un punto central: que el premio no favorezca figuras que han promovido invasiones, bombardeos o cambios de régimen mediante fuerzas externas o ‘revoluciones de colores’. Solo debe reconocer los métodos pacíficos. Esto sería una línea roja clara.

Con esas bases, un nuevo premio podría convertirse en una institución moral alternativa que gane legitimidad en el Sur Global.
 
Es la hora de la autodeterminación institucional del Sur Global
La entrega del Nobel de la Paz a María Corina Machado no es un incidente aislado. Es el síntoma de una institucionalidad occidental moribunda que ha perdido todo el pudor. Entregar ese permio a Machado sin sonrojarse es la prueba de que el Sur Global no puede seguir avalando un premio Nobel que juega con las cartas marcadas.  

La creación de un genuino premio a la paz multipolar es un acto de autodeterminación intelectual y política. Es un rechazo a la imposición de una moralidad selectiva y un llamado a construir, desde la diversidad de civilizaciones, un concepto de paz verdaderamente universal, despojado de hipocresía y de intereses geopolíticos mezquinos. El mundo multipolar tiene la capacidad, los recursos y, sobre todo, la legitimidad moral para hacerlo. No es solo una opción; es una necesidad histórica.

En el colmo del descaro, Machado le dedico su premio a Donald Trump, individuo que está cometiendo asesinatos extrajudiciales en el Caribe. Con seguridad Machado usará ese premio como instrumento político para la estrategia de intervención contra Venezuela, ya que evidentemente el Comité Noruego del Nobel le ha convertido a Machado en un símbolo de la injerencia imperialista occidental.  

Desafíos y riesgos previsibles

No todo será fácil. Algunos de los principales obstáculos:
  • Resistencia simbólica del Occidente: quienes controlan los medios globales podrían descalificar este nuevo premio como simplemente “versión propaganda” del bloque rival.
  • Capturas políticas: el riesgo de que los estados más poderosos del bloque multipolar impongan sus preferidos, repitiendo el vicio de las “oligarquías del poder simbólico”.
  • Aceptación global: que el público internacional acepte este premio como legítimo dependerá de que no incurra en las mismas críticas que hoy recibe el Nobel.
  • Financiamiento e independencia: asegurar recursos independientes suficientes para que el premio no dependa de grandes donantes con agendas condicionadas. Su financiamiento, designación de jurados y gobernanza no pueden depender solo de grandes donantes estatales con agendas políticas determinadas. Debe ser un organismo institucional sólido con salvaguardas contra influencias que contradigan el objetivo del premio.
Un borrador de reglamento simbólico
  • Cada año se abre una convocatoria internacional con criterios públicos.
  • Se conforma una Asamblea de Paz, integrada por miembros rotativos de distintos continentes.
  • De esa asamblea se elige un Consejo de Selección (7–15 miembros) con mandatos escalonados.
  • Se somete una lista preliminar de candidatos.
  • Hay un período público de observaciones o impugnaciones antes de la selección final.
  • Se organiza una ceremonia descentralizada (cada año en una región distinta del Sur global) que combine reconocimiento simbólico con foros de paz regionales.
 
Beneficios estratégicos del galardón multipolar
  • Capacidad de legitimar moralmente iniciativas propias: Los bloques del Sur podrían defender sus diseños de paz sin depender del aval simbólico del “mundo occidental”.
  •  Estimulo concreto a la diplomacia sur-sur: Premiar negociaciones intrarregionales, mediaciones entre vecinos, iniciativas de verdad y reconciliación interna, fortaleciendo la cultura de la paz desde abajo.
  • Descolonización simbólica del discurso de paz: Restituir el derecho de los pueblos a definir su propia ética de paz, sin que su legitimidad dependa del sello Oslo-Estocolmo-Washington. 
  • Contrapeso ético frente a premios cooptados: Cuando figuras como Machado, con posiciones militares o intervencionistas, reciben premios de paz, el nuevo galardón puede ofrecer una alternativa con más credibilidad para los pueblos que buscan paz real, no paz con bombas.

La paz necesita nuevos símbolos
La entrega del Nobel de la Paz a María Corina Machado ha sido un golpe simbólico potente: evidencia la crisis moral de una institución que ya no puede mantener su autoridad como árbitro universal de la paz. Si la legitimidad simbólica del mundo occidental está siendo cuestionada, el mundo multipolar debe construir sus propios instrumentos morales.

Crear un Premio de Paz auténtico desde el Sur global no es una provocación: es una exigencia histórica de justicia simbólica. No basta con denunciar los abusos del orden occidental 'basado en reglas'; hay que construir alternativas simbólicas que reflejen otros horizontes de paz, reconciliación, autonomía y justicia. El momento es ahora.
​
Un mundo verdaderamente multipolar no puede depender exclusivamente de las instituciones construidas bajo la hegemonía occidental (ONU, premios internacionales, organismos normativos). Debe crear sus propias estructuras simbólicas, morales y políticas. Instituir un “Premio a la Paz multipolar” no es solo una cuestión de competencia simbólica: es una exigencia de justicia epistemológica, es decir, que distintas civilizaciones y discursos tengan sus mecanismos propios de reconocimiento.

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