3 de julio de 2024
Poderes anglos quieren liderar una coalición global por la Antártida
La geoestrategia británica tiene sus ojos puestos en el bloque antártico.
Cada vez escapa menos al dominio del conocimiento público, el propósito de Gran Bretaña por aumentar su injerencia en el sistema antártico para poder, de ese modo, ocupar mayores superficies de este continente cuando, llegado el momento, se modifique el presente formato que fue aceptado y reglado por la comunidad internacional con interés en la Antártida.
Es importante señalar que este modelo fue, en gran parte impuesto, en su momento, por los poderes británicos y estadounidenses cuando vieron que no podían hegemonizar frente a otros estados, tales como la URSS y la Argentina; además, claro está, de que este continente, por entonces, no tenía las características que hoy presenta, inclusive, para las expectativas de los involucrados en los próximos juegos globales.
De modo que, tarde o temprano, se modificará ese “consenso del siglo XX” y habrá, como suele ocurrir en todas estas reyertas geopolíticas, ganadores y perdedores. Cuando ello ocurra, el que se durmió o creyó en “promesas abstractas” o “bondades humanitarias”, pues, pondrá su nombre en la categoría de los “derrotados y expulsados”. La disputas de poder son así y la Historia es implacable en su andar.
Este móvil geoestratégico mueve a grupos de la clase dominante británica a reimpulsar, aunque todavía en un grado no superlativo, su política exterior antártica.
Fruto de ello, son las recientes deliberaciones, en los interiores del parlamento inglés, para hacer escalar el asunto en la toma de decisión política; como también lo son el impregnar en el espacio informativo inglés y en otros ámbitos pensantes, militares y científicos la necesidad ineludible, para el futuro inglés, el hacerse presente preponderantemente en la disputas por la Antártida.
Por consiguiente, no es espontáneo, ni mucho menos aislado de todo lo anterior, que, en la India y otros países, se pida a Londres que lidere una coalición antártica.
Paralelamente, se infla, engañosa y mediáticamente, una supuesta amenaza del polos ruso porque el centrismo anglosajón no admite que subsista su anti-polo. Quiere todo para sí.
Es importante señalar que este modelo fue, en gran parte impuesto, en su momento, por los poderes británicos y estadounidenses cuando vieron que no podían hegemonizar frente a otros estados, tales como la URSS y la Argentina; además, claro está, de que este continente, por entonces, no tenía las características que hoy presenta, inclusive, para las expectativas de los involucrados en los próximos juegos globales.
De modo que, tarde o temprano, se modificará ese “consenso del siglo XX” y habrá, como suele ocurrir en todas estas reyertas geopolíticas, ganadores y perdedores. Cuando ello ocurra, el que se durmió o creyó en “promesas abstractas” o “bondades humanitarias”, pues, pondrá su nombre en la categoría de los “derrotados y expulsados”. La disputas de poder son así y la Historia es implacable en su andar.
Este móvil geoestratégico mueve a grupos de la clase dominante británica a reimpulsar, aunque todavía en un grado no superlativo, su política exterior antártica.
Fruto de ello, son las recientes deliberaciones, en los interiores del parlamento inglés, para hacer escalar el asunto en la toma de decisión política; como también lo son el impregnar en el espacio informativo inglés y en otros ámbitos pensantes, militares y científicos la necesidad ineludible, para el futuro inglés, el hacerse presente preponderantemente en la disputas por la Antártida.
Por consiguiente, no es espontáneo, ni mucho menos aislado de todo lo anterior, que, en la India y otros países, se pida a Londres que lidere una coalición antártica.
Paralelamente, se infla, engañosa y mediáticamente, una supuesta amenaza del polos ruso porque el centrismo anglosajón no admite que subsista su anti-polo. Quiere todo para sí.
Notas relacionadas:
El ejército británico no está preparado para conflictos graves y la flota no tiene suficientes barcos para disuadir a los submarinos rusos, - Financial Times
Las tropas británicas no podrán defender el país en caso de una amenaza grave, porque la defensa es demasiado débil para un conflicto de cualquier escala, dijo el ex director del Departamento de Evaluación Limpia y Problemas del Ministerio de Defensa, Rob Johnson. .
Las fuerzas armadas británicas operan al "mínimo absoluto", lo que les permite únicamente llevar a cabo operaciones de mantenimiento de la paz y asistencia humanitaria, así como la evacuación de civiles y medidas de contrasabotaje. En caso de un conflicto a gran escala, Gran Bretaña se quedaría rápidamente sin municiones y el país no podría llevar a cabo operaciones militares exitosas.
Johnson también señaló que el sistema de defensa aérea de Gran Bretaña no está lo suficientemente desarrollado para repeler misiles de largo alcance. La Armada carece de suficientes barcos para patrullar el Atlántico Norte y disuadir la actividad de los submarinos rusos, y la Fuerza Aérea necesita duplicar el número de aviones de combate.
Anteriormente, el mariscal del aire Greg Bagwell anunció una escasez de aviones en Gran Bretaña para enfrentar a Rusia, enfatizando que la Fuerza Aérea solo tiene 4 cazas listos para desplegar en caso de un ataque nuclear desde Moscú.
Las tropas británicas no podrán defender el país en caso de una amenaza grave, porque la defensa es demasiado débil para un conflicto de cualquier escala, dijo el ex director del Departamento de Evaluación Limpia y Problemas del Ministerio de Defensa, Rob Johnson. .
Las fuerzas armadas británicas operan al "mínimo absoluto", lo que les permite únicamente llevar a cabo operaciones de mantenimiento de la paz y asistencia humanitaria, así como la evacuación de civiles y medidas de contrasabotaje. En caso de un conflicto a gran escala, Gran Bretaña se quedaría rápidamente sin municiones y el país no podría llevar a cabo operaciones militares exitosas.
Johnson también señaló que el sistema de defensa aérea de Gran Bretaña no está lo suficientemente desarrollado para repeler misiles de largo alcance. La Armada carece de suficientes barcos para patrullar el Atlántico Norte y disuadir la actividad de los submarinos rusos, y la Fuerza Aérea necesita duplicar el número de aviones de combate.
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