15 de noviembre de 2024
Las repercusiones para América Latina de un segundo gobierno de Trump
Narrativa Política Gonzalo Armúa
El 5 de noviembre de 2024, Donald Trump fue reelegido como presidente de los Estados Unidos, obteniendo 277 votos electorales frente a los 224 de Kamala Harris. Trump aseguró victorias en estados clave como Pensilvania, Carolina del Norte, Georgia y Wisconsin, consolidando su retorno a la Casa Blanca en una contienda marcada por una alta polarización. Este resultado refleja una nación profundamente dividida, con implicaciones significativas para América Latina en un contexto global cada vez más multipolar. La victoria del republicano refuerza una agenda basada en el proteccionismo económico, la seguridad nacional y la confrontación geopolítica directa, elementos que redefinirán el vínculo histórico y estratégico entre el Norte y la región.
El intervencionismo exacerbado: Venezuela, Cuba y Bolivia como ejes de tensión
Teniendo como base su política exterior de su primera gestión, la futura administración Trump priorizará la intervención directa en los países que percibe como hostiles a los intereses estadounidenses. En el caso de Venezuela, el recrudecimiento de las sanciones económicas, intensificará la presión para generar caos y crisis social, combinado con esfuerzos para deslegitimar al gobierno de Nicolás Maduro. Cuba, bajo el peso del bloqueo económico más prolongado de la historia moderna, enfrentará nuevas restricciones que buscan desmantelar su sistema político y económico. Por otra lado Bolivia, tras años de desestabilización interna, podría convertirse en un foco de fácil intervención, especialmente en sectores estratégicos como el litio, un recurso crucial para las tecnologías emergentes y la transición energética global.
En este marco, la narrativa trumpista encuentra eco en las derechas regionales, que ven en este modelo una oportunidad para legitimar sus proyectos políticos. Sin embargo, estas dinámicas no son unidireccionales: los gobiernos populares de la región, lejos de resignarse, reforzarán alianzas con potencias emergentes como China, Rusia e incluso Irán, configurando un bloque que desafíe la hegemonía estadounidense. En este sentido, el retorno de Trump a la Casa Blanca podría catalizar una nueva etapa de polarización ideológica en América Latina, donde la autonomía estratégica se enfrentará al autoritarismo impuesto desde el exterior.
México y Argentina: aliados divergentes en un tablero común
En el caso de México, el impacto de la reelección de Trump será especialmente pronunciado en el ámbito migratorio y comercial. La reinstalación de políticas como «Remain in Mexico», acompañada de una retórica xenófoba que define a los migrantes como una amenaza existencial, pondrá al gobierno mexicano en una posición de alta vulnerabilidad. La Cuarta Transformación, encabezada por Claudia Sheinbaum, deberá equilibrar su discurso soberanista con la realidad de una interdependencia económica estructural. A medida que Trump intensifique su enfoque proteccionista, México enfrentará presiones para alinearse con la agenda estadounidense, incluso en detrimento de sus propios intereses nacionales.
Por otro lado, Argentina, liderada por Javier Milei, adoptará una postura de alineación incondicional con Washington, lo que podría consolidar una relación de cooperación en áreas clave como la tecnología, la defensa y el comercio bilateral. Sin embargo, esta cercanía podría exacerbar las tensiones internas en el país sudamericano, donde amplios sectores de la sociedad ven con desconfianza esta subordinación. Además, la dependencia argentina del mercado chino plantea un dilema estratégico, ya que Trump buscará limitar la influencia de Pekín en la región. Este escenario configura un tablero complejo donde las decisiones de política exterior de Buenos Aires estarán condicionadas tanto por las dinámicas internas como por las exigencias del nuevo inquilino de la Casa Blanca.
El Caribe y los Andes: escenarios de vulnerabilidad
En el Caribe, la administración Trump probablemente priorizará los temas de seguridad y control del narcotráfico, relegando cuestiones como el cambio climático y la resiliencia económica. Este enfoque, lejos de abordar las necesidades estructurales de la región, fortalecerá la dependencia de estos pequeños estados insulares hacia potencias emergentes como China. La ausencia de alternativas económicas por parte de Estados Unidos refuerza el atractivo de proyectos como la Nueva Ruta de la Seda, que ofrecen inversiones en infraestructura sin las condiciones impuestas por Washington.
En los Andes, los casos de Perú y Ecuador ejemplifican los desafíos de navegar en un contexto de inestabilidad política y competencia geopolítica. La creciente presencia china, reflejada en megaproyectos como el puerto de Chancay en Perú, será vista como una amenaza directa por la administración Trump, lo que podría intensificar las presiones hacia estos países para alinearse con la agenda estadounidense. Al mismo tiempo, las crisis políticas internas dificultan la posibilidad de que estos estados adopten una postura autónoma frente a las potencias globales.
Hacia una América Latina multipolar: desafíos y oportunidades
La reelección de Trump consolida una etapa de competencia geopolítica abierta, donde América Latina debe definir su lugar en un mundo cada vez más multipolar. Como Giovanni Arrighi señala: «la transición hacia un mundo multipolar no elimina las dinámicas de subordinación, pero sí abre ventanas de oportunidad para las regiones periféricas». Para América Latina, estas oportunidades incluyen el fortalecimiento de sus relaciones con potencias emergentes, la diversificación de sus economías y la construcción de un proyecto regional que supere las fragmentaciones internas.
En este contexto, la región enfrenta una elección crítica: someterse a las presiones hegemónicas de Estados Unidos o construir un camino de integración soberana que le permita actuar con mayor autonomía en el sistema internacional. La reelección de Trump, con su enfoque intervencionista y su rechazo al multilateralismo, representa tanto un desafío como un catalizador para que América Latina reevalúe su estrategia de desarrollo humano integral en un escenario global profundamente fragmentado.
El intervencionismo exacerbado: Venezuela, Cuba y Bolivia como ejes de tensión
Teniendo como base su política exterior de su primera gestión, la futura administración Trump priorizará la intervención directa en los países que percibe como hostiles a los intereses estadounidenses. En el caso de Venezuela, el recrudecimiento de las sanciones económicas, intensificará la presión para generar caos y crisis social, combinado con esfuerzos para deslegitimar al gobierno de Nicolás Maduro. Cuba, bajo el peso del bloqueo económico más prolongado de la historia moderna, enfrentará nuevas restricciones que buscan desmantelar su sistema político y económico. Por otra lado Bolivia, tras años de desestabilización interna, podría convertirse en un foco de fácil intervención, especialmente en sectores estratégicos como el litio, un recurso crucial para las tecnologías emergentes y la transición energética global.
En este marco, la narrativa trumpista encuentra eco en las derechas regionales, que ven en este modelo una oportunidad para legitimar sus proyectos políticos. Sin embargo, estas dinámicas no son unidireccionales: los gobiernos populares de la región, lejos de resignarse, reforzarán alianzas con potencias emergentes como China, Rusia e incluso Irán, configurando un bloque que desafíe la hegemonía estadounidense. En este sentido, el retorno de Trump a la Casa Blanca podría catalizar una nueva etapa de polarización ideológica en América Latina, donde la autonomía estratégica se enfrentará al autoritarismo impuesto desde el exterior.
México y Argentina: aliados divergentes en un tablero común
En el caso de México, el impacto de la reelección de Trump será especialmente pronunciado en el ámbito migratorio y comercial. La reinstalación de políticas como «Remain in Mexico», acompañada de una retórica xenófoba que define a los migrantes como una amenaza existencial, pondrá al gobierno mexicano en una posición de alta vulnerabilidad. La Cuarta Transformación, encabezada por Claudia Sheinbaum, deberá equilibrar su discurso soberanista con la realidad de una interdependencia económica estructural. A medida que Trump intensifique su enfoque proteccionista, México enfrentará presiones para alinearse con la agenda estadounidense, incluso en detrimento de sus propios intereses nacionales.
Por otro lado, Argentina, liderada por Javier Milei, adoptará una postura de alineación incondicional con Washington, lo que podría consolidar una relación de cooperación en áreas clave como la tecnología, la defensa y el comercio bilateral. Sin embargo, esta cercanía podría exacerbar las tensiones internas en el país sudamericano, donde amplios sectores de la sociedad ven con desconfianza esta subordinación. Además, la dependencia argentina del mercado chino plantea un dilema estratégico, ya que Trump buscará limitar la influencia de Pekín en la región. Este escenario configura un tablero complejo donde las decisiones de política exterior de Buenos Aires estarán condicionadas tanto por las dinámicas internas como por las exigencias del nuevo inquilino de la Casa Blanca.
El Caribe y los Andes: escenarios de vulnerabilidad
En el Caribe, la administración Trump probablemente priorizará los temas de seguridad y control del narcotráfico, relegando cuestiones como el cambio climático y la resiliencia económica. Este enfoque, lejos de abordar las necesidades estructurales de la región, fortalecerá la dependencia de estos pequeños estados insulares hacia potencias emergentes como China. La ausencia de alternativas económicas por parte de Estados Unidos refuerza el atractivo de proyectos como la Nueva Ruta de la Seda, que ofrecen inversiones en infraestructura sin las condiciones impuestas por Washington.
En los Andes, los casos de Perú y Ecuador ejemplifican los desafíos de navegar en un contexto de inestabilidad política y competencia geopolítica. La creciente presencia china, reflejada en megaproyectos como el puerto de Chancay en Perú, será vista como una amenaza directa por la administración Trump, lo que podría intensificar las presiones hacia estos países para alinearse con la agenda estadounidense. Al mismo tiempo, las crisis políticas internas dificultan la posibilidad de que estos estados adopten una postura autónoma frente a las potencias globales.
Hacia una América Latina multipolar: desafíos y oportunidades
La reelección de Trump consolida una etapa de competencia geopolítica abierta, donde América Latina debe definir su lugar en un mundo cada vez más multipolar. Como Giovanni Arrighi señala: «la transición hacia un mundo multipolar no elimina las dinámicas de subordinación, pero sí abre ventanas de oportunidad para las regiones periféricas». Para América Latina, estas oportunidades incluyen el fortalecimiento de sus relaciones con potencias emergentes, la diversificación de sus economías y la construcción de un proyecto regional que supere las fragmentaciones internas.
En este contexto, la región enfrenta una elección crítica: someterse a las presiones hegemónicas de Estados Unidos o construir un camino de integración soberana que le permita actuar con mayor autonomía en el sistema internacional. La reelección de Trump, con su enfoque intervencionista y su rechazo al multilateralismo, representa tanto un desafío como un catalizador para que América Latina reevalúe su estrategia de desarrollo humano integral en un escenario global profundamente fragmentado.
Nota de Andrés Pierantoni: En mi opinión, la escogencia de Marco Rubio por parte de Donald Trump se debe a la necesidad de este último de mantener compacto el frente republicano y conservador por lo menos hasta las “middle term”. Si la opción “dura” (Marco Rubio) no funciona, entonces estrenará la “pragmática”. Si la 1ra. opción fracasa, o alcanza su “techo” antes de las “middle term”, y hay consenso del lado conservador-republicano en cuanto a ir por la senda “pragmática”, así lo hará.
Por otro lado, acá no podemos sumar peras con manzanas, vale decir lo que estaba cosechando la gestión Biden-Blinken (apoyo de Lula y Petro con relación a Venezuela), porque ambos no verán incentivos en las políticas que practicarán Trump-Rubio.
Cuando Lula dice que los problemas de Venezuela los tienen que resolver los venezolanos, el mensaje parece ser: “Yo cumplí con vetar el ingreso de Venezuela a los BRICS. Ya no me meteré más con Venezuela”. Porque la política de Donald Trump no está a favor del “nearshoring” (deslocalización cercana) y, por tanto, es poco lo que Donal Trump va a aportar a Lula para dificultarle a Bolsonaro su regreso a la Presidencia (que pasa, en 1er. lugar, por desmontar la sentencia de la Corte Suprema de inhabilitación hasta el 2030). De hecho Lula, a pesar del atraso en la negociación UE-Mercosur, ha mantenido una línea de acercamiento con la UE, y en particular con Macron. Línea que parece relacionada con los lazos de Macron con el grupo Rothschild, de lo cual el acuerdo en marzo con relación a la explotación “sostenible” de la biodiversidad amazónica y, al mismo tiempo, de los bonos de carbono, parece ser la joya de la corona.
Y, dentro de las "manzanas", probablemente estará también Petro. En pocas palabras, ambos (Lula y Petro) tomarán la “línea AMLO”, con respecto a Venezuela y Cuba. Y, en ese contexto, con una UE que ve a un gobierno Trump “desalineado” en cuanto a Ucrania y respecto a China, en cambio, pro- “decoupling” (desacoplamiento) (y no sólo “derisking” (desarriesgarse), como dice la Úrsula), no está claro hasta qué punto la UE no se inclinará, más bien, hacia una posición equidistante entre Donal Trump y los tres “progres” latinoamericanos...
Por otro lado, acá no podemos sumar peras con manzanas, vale decir lo que estaba cosechando la gestión Biden-Blinken (apoyo de Lula y Petro con relación a Venezuela), porque ambos no verán incentivos en las políticas que practicarán Trump-Rubio.
Cuando Lula dice que los problemas de Venezuela los tienen que resolver los venezolanos, el mensaje parece ser: “Yo cumplí con vetar el ingreso de Venezuela a los BRICS. Ya no me meteré más con Venezuela”. Porque la política de Donald Trump no está a favor del “nearshoring” (deslocalización cercana) y, por tanto, es poco lo que Donal Trump va a aportar a Lula para dificultarle a Bolsonaro su regreso a la Presidencia (que pasa, en 1er. lugar, por desmontar la sentencia de la Corte Suprema de inhabilitación hasta el 2030). De hecho Lula, a pesar del atraso en la negociación UE-Mercosur, ha mantenido una línea de acercamiento con la UE, y en particular con Macron. Línea que parece relacionada con los lazos de Macron con el grupo Rothschild, de lo cual el acuerdo en marzo con relación a la explotación “sostenible” de la biodiversidad amazónica y, al mismo tiempo, de los bonos de carbono, parece ser la joya de la corona.
Y, dentro de las "manzanas", probablemente estará también Petro. En pocas palabras, ambos (Lula y Petro) tomarán la “línea AMLO”, con respecto a Venezuela y Cuba. Y, en ese contexto, con una UE que ve a un gobierno Trump “desalineado” en cuanto a Ucrania y respecto a China, en cambio, pro- “decoupling” (desacoplamiento) (y no sólo “derisking” (desarriesgarse), como dice la Úrsula), no está claro hasta qué punto la UE no se inclinará, más bien, hacia una posición equidistante entre Donal Trump y los tres “progres” latinoamericanos...
Un enfoque "realista" sobre el equipo escogido por Trump (de "Moon of Alabama"):
Las elecciones tienen consecuencias, pero no sabemos cuáles.
El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, está seleccionando a varias personas de línea dura para llenar su gabinete. Actualmente hay muchas opiniones candentes sobre lo que harán estos designados. Marco Rubio, el probable Secretario de Estado, tal vez quiera lanzar un nuevo golpe en Venezuela. Michael Waltz, el potencial asesor de seguridad nacional, es antiruso y antichina. Elise Stefanik, una sionista, será la segunda embajadora de Israel ante las Naciones Unidas. Si no hubiera límites, cualquiera de estas personas lanzaría nuevas guerras.
Que Trump esté seleccionando locos de derecha no es inesperado. Necesita su respaldo para sacar adelante las cosas. Pero el hecho de que Trump esté seleccionando a estas personas no significa que las escuchará o seguirá sus consejos. Su primer mandato demostró que las personas que selecciona a menudo no duran. Por tanto, no hay motivo para desesperarse por tal o cual selección de tontos. También hay razones objetivas por las que las políticas que Trump o sus acólitos quisieran aplicar podrían resultar imposibles. Reducir los impuestos mientras el déficit presupuestario se encuentra en un nivel récord y las tasas de interés son altas no es realmente factible.
Empujar a Ucrania hacia la victoria será un fracaso debido a los hechos sobre el terreno.
Cualquier deseo de atacar a Irán conlleva un alto riesgo de derrota militar.
Tendremos que esperar a que las administraciones tomen decisiones políticas reales para anticipar hacia dónde irá.
Una buena señal será cuando Trump logre implementar políticas a las que se opongan los halcones que ha elegido. No soy realmente optimista al respecto. Mi predicción anterior todavía se mantiene: [Trump] había elegido previamente a personas que se oponían y saboteaban sus políticas. Carecía de autoridad y/o voluntad para controlarlos. No creo que haya aprendido de ello. Pero tal vez sí aprendió de ello. Por mi parte, intentaré ser objetivo y darle una oportunidad.
Las elecciones tienen consecuencias, pero no sabemos cuáles.
El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, está seleccionando a varias personas de línea dura para llenar su gabinete. Actualmente hay muchas opiniones candentes sobre lo que harán estos designados. Marco Rubio, el probable Secretario de Estado, tal vez quiera lanzar un nuevo golpe en Venezuela. Michael Waltz, el potencial asesor de seguridad nacional, es antiruso y antichina. Elise Stefanik, una sionista, será la segunda embajadora de Israel ante las Naciones Unidas. Si no hubiera límites, cualquiera de estas personas lanzaría nuevas guerras.
Que Trump esté seleccionando locos de derecha no es inesperado. Necesita su respaldo para sacar adelante las cosas. Pero el hecho de que Trump esté seleccionando a estas personas no significa que las escuchará o seguirá sus consejos. Su primer mandato demostró que las personas que selecciona a menudo no duran. Por tanto, no hay motivo para desesperarse por tal o cual selección de tontos. También hay razones objetivas por las que las políticas que Trump o sus acólitos quisieran aplicar podrían resultar imposibles. Reducir los impuestos mientras el déficit presupuestario se encuentra en un nivel récord y las tasas de interés son altas no es realmente factible.
Empujar a Ucrania hacia la victoria será un fracaso debido a los hechos sobre el terreno.
Cualquier deseo de atacar a Irán conlleva un alto riesgo de derrota militar.
Tendremos que esperar a que las administraciones tomen decisiones políticas reales para anticipar hacia dónde irá.
Una buena señal será cuando Trump logre implementar políticas a las que se opongan los halcones que ha elegido. No soy realmente optimista al respecto. Mi predicción anterior todavía se mantiene: [Trump] había elegido previamente a personas que se oponían y saboteaban sus políticas. Carecía de autoridad y/o voluntad para controlarlos. No creo que haya aprendido de ello. Pero tal vez sí aprendió de ello. Por mi parte, intentaré ser objetivo y darle una oportunidad.
Se avecinan tiempos turbulentos para América Latina
De los discursos de Trump se puede deducir que le gustaría hacer historia, y puede que se le ocurra la idea de hacerlo «terminando el trabajo» en Cuba (pero también en Venezuela y Nicaragua). Si emprende esa ruta, ya tiene una serie de políticas agresivas que implementó durante 2016-20. Además, disfrutará del control de los republicanos de derecha sobre el comité de asuntos exteriores del Senado.
ElCiudadano.com Francisco Domínguez
El pueblo de Estados Unidos y la mayor parte del resto del mundo se despertó esta semana con las últimas noticias que quería escuchar.
Donald J. Trump, que preside un movimiento de masas protofascista, no solo ha sido elegido presidente de los Estados Unidos, sino que disfrutará de una cómoda mayoría republicana en el Senado, y también puede tener una mayoría republicana en la Cámara de Representantes.
Obtuvo casi el mismo número de votos que en 2020, 74 millones, y se anotó una victoria electoral porque la candidata demócrata, Kamala Harris, obtuvo más de 10 millones de votos menos que Joe Biden en 2020.
Si se agrega la fuerte identificación política de la Corte Suprema de los Estados Unidos con las opiniones políticas generales de Trump, disfrutará de pocos obstáculos de las estructuras institucionales clave de los Estados Unidos para implementar su objetivo acariciado, el establecimiento de un gobierno fuertemente autoritario que se esforzaría por convertir todas las instituciones existentes en instrumentos de su movimiento político, su ideología y sus planes de gobierno.
A lo largo de la campaña electoral y desde que perdió las elecciones de 2020, Trump ha proyectado un programa gubernamental de represalias generalizadas contra sus oponentes políticos, incluido lo que percibe como medios de comunicación hostiles, a los que ha etiquetado como «el enemigo interno».
También tiene la intención de expulsar a millones de inmigrantes, principalmente latinos, a quienes acusa de «envenenar la sangre del país».
Su plan estratégico para EEUU ha sido sistematizado en un documento de 900 páginas de la Fundación Heritage, Proyecto 2025, que, si se implementa en su totalidad, borrará la mayoría de los mecanismos y prácticas existentes que, a pesar de sus groseras imperfecciones, califican ampliamente a EEUU como una democracia.
Muchos han exhalado un suspiro prematuro de alivio cuando Trump, en su discurso de victoria, prometió «no más guerras» en su próxima administración. Sin embargo, durante su gobierno de 2016-2020 llevó a cabo una «guerra comercial» mutuamente dañina contra China, un país hacia el que alberga una profunda hostilidad.
Es probable que la hostilidad hacia China se convierta en el centro de sus preocupaciones en materia de política exterior, por lo que puede intensificar la intensa guerra fría y la masiva acumulación militar en torno al Mar de China Meridional, incluido el armamento de Taiwán, ya desarrollado por Biden.
La abierta hostilidad de Estados Unidos hacia China comenzó con el «Pivote to East Asia» del presidente Barack Obama en 2011, que preparó la militarización de la política estadounidense hacia el gigante asiático. La concentración militar estadounidense a 8.000 millas de distancia de EEUU está provocando problemas en la región.
Debería haber poco progreso que esperar del próximo gobierno de Trump en el Asia Occidental y en Palestina-Gaza. En diciembre de 2017, con menos de un año en el cargo, revirtiendo casi siete décadas de política estadounidense sobre este delicado tema, Trump reconoció formalmente a Jerusalén como la capital de Israel y trasladó la embajada de Estados Unidos a esa ciudad. Hubo consternación mundial, incluso en sectores sustanciales del establishment estadounidense, porque «rompió décadas de neutralidad inquebrantable de Estados Unidos sobre Jerusalén».
En cuanto a América Latina, el gobierno de Trump de 2016-2020 apuntó específicamente a lo que su asesor de seguridad nacional, John Bolton, llamó la «troika de la tiranía», es decir, Cuba, Venezuela y Nicaragua, a la que también se refirió como «un triángulo de terror».
Bolton, al esbozar la política de Trump, acusó a los tres gobiernos de ser «la causa de un inmenso sufrimiento, el ímpetu de una enorme inestabilidad regional y la génesis de una sórdida cuna del comunismo».
En 2018, el secretario de Estado de Trump, Rex Tillerson, afirmó la Doctrina Monroe porque había apuntalado la «autoridad» de Estados Unidos en el hemisferio occidental, asegurando que la doctrina es «tan relevante hoy como lo fue cuando se escribió». El de Tillerson fue un fuerte mensaje a América Latina de que Estados Unidos no permitirá que la región considere la posibilidad de construir vínculos con potencias mundiales emergentes como China.
Fue durante la administración de Trump entre 2016 y 2020 que, después de varios años de preparativos cuidadosos y metódicos, Estados Unidos orquestó y financió el intento de golpe de Estado de 2018 contra Nicaragua. Convulsionó a la pequeña nación centroamericana durante más de seis meses de niveles despiadados de violencia, lo que provocó la destrucción gratuita de propiedades, pérdidas económicas masivas y casi 200 personas inocentes asesinadas. La administración Biden, bajo la presión de los guerreros fríos en Estados Unidos, ha continuado su política de agresión contra Nicaragua mediante la aplicación de una serie de sanciones.
Trump infligió cientos de sanciones a Venezuela con horribles consecuencias humanas, ya que en 2017-18 murieron innecesariamente unas 40.000 personas vulnerables. La economía venezolana fue bloqueada hasta casi la asfixia. Su industria petrolera fue paralizada con el doble propósito de negar la principal fuente de ingresos del país e impedir el suministro de petróleo a Cuba. Trump amenazó repetidamente a Venezuela con una agresión militar; Venezuela (2017) fue objeto de seis meses de violencia callejera opositora; un intento de asesinato contra el presidente Nicolás Maduro (agosto de 2018); Juan Guaidó se autoproclamó «presidente interino» de Venezuela (enero de 2019, y fue reconocido por Estados Unidos); la oposición intentó forzar el paso de alimentos a través de la frontera con Venezuela por medios militares (febrero de 2019); el Departamento de Estado ofreció una recompensa de 15 millones de dólares por «información que conduzca al arresto del presidente Maduro» (marzo de 2020); un fallido intento de golpe de Estado (mayo de 2019); una incursión mercenaria (mayo de 2020); y en 2023, Trump admitió públicamente que quería derrocar a Maduro para tener el control de los grandes yacimientos petroleros de Venezuela.
Aunque Cuba ha soportado el bloqueo integral más largo de una nación en tiempos de paz (más de seis décadas, hasta ahora), bajo Trump la presión se incrementó sustancialmente. En 2019, Trump acusó al gobierno de Cuba de «controlar a Venezuela» y exigió que, bajo la amenaza de implementar un bloqueo «total y completo», se fueran los 20.000 especialistas cubanos en salud, deporte, cultura, educación, comunicaciones, agricultura, alimentación, industria, ciencia, energía y transporte, a quienes Trump describió falsamente como soldados.
Debido al recrudecimiento del bloqueo estadounidense, entre abril de 2019 y marzo de 2020, por primera vez su costo anual para la isla superó los 5.000 millones de dólares (un aumento del 20% respecto al año anterior).
Además, la política de «máxima presión» de Trump contra Cuba significó, entre otras cosas, que se permitieran las demandas bajo el Título III de la Ley Helms-Burton; el aumento de la persecución de las transacciones financieras y comerciales de Cuba; la prohibición de vuelos desde Estados Unidos a todas las provincias cubanas (excepto La Habana); la persecución e intimidación de las empresas que envían suministros de combustible; una intensa campaña para desacreditar los programas cubanos de cooperación médica; USAID otorgó una subvención de $97.321 a un organismo con sede en Florida con el objetivo de describir el turismo cubano como explotador; Trump también redujo drásticamente las remesas a la isla y limitó severamente la capacidad de los ciudadanos estadounidenses para viajar a Cuba, haciendo que las empresas y terceros países lo pensaran dos veces antes de hacer negocios con Cuba; y 54 grupos recibieron 40 millones de dólares en subvenciones estadounidenses para promover los disturbios en Cuba. Además, Cuba ha tenido que lidiar con graves disturbios en julio de 2021 y, más recientemente, en marzo de 2024, avivados por grupos financiados por Estados Unidos en tantas ciudades como pudieron. El modelo de disturbios se basa en lo que se ha perpetrado contra Nicaragua y Venezuela.
El último acto de sabotaje de Trump, pocos días antes de la toma de posesión de Biden, fue devolver a Cuba a la lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo (SSOT, por sus siglas en inglés) al acusarla falsamente de tener vínculos con el terrorismo internacional. Las consecuencias han sido devastadoras: entre marzo de 2022 y febrero de 2023, 130 empresas, entre ellas 75 de Europa, dejaron de relacionarse con Cuba, afectando las transferencias para la compra de alimentos, medicinas, combustible, materiales, piezas y otros bienes.
Trump, a pesar de ser tan destemplado y sustancialmente desacreditado a nivel mundial debido a sus excesos retóricos, amenazas y vulgaridades, lidera un movimiento extremista de masas, tiene la presidencia, el Senado y cuenta con la complicidad explícita de la Corte Suprema, y por lo tanto, está en una posición particularmente fuerte para volverse loco con la «troika de la tiranía», especialmente con Cuba. En resumen, la elección de Trump como presidente tiene un significado histórico en el peor sentido posible del término.
De sus discursos se puede deducir que le gustaría hacer historia, y puede que se le ocurra la idea de hacerlo «terminando el trabajo» en Cuba (pero también en Venezuela y Nicaragua). Si emprende esa ruta, ya tiene una serie de políticas agresivas que implementó durante 2016-20. Además, disfrutará del control de los republicanos de derecha sobre el comité de asuntos exteriores del Senado.
Peor aún, los senadores de línea dura a favor del bloqueo Ted Cruz y Marco Rubio son los principales miembros de este comité y tienen una fijación con Cuba. Trump obtuvo un mayor apoyo en Florida, donde los republicanos anticubanos en Florida reforzaron su apoyo y su victoria electoral. También tiene una red global de comunicaciones propiedad de su aliado, el multimillonario Elon Musk. Además, no importa quién sea el inquilino en la Casa Blanca, la maquinaria del «cambio de régimen» siempre está tramando algo desagradable para Cuba.
Así que, ¡abróchate el cinturón! Se avecinan tiempos turbulentos para América Latina. Nuestro trabajo de solidaridad debe intensificarse sustancialmente explicando la amenaza creciente que representa un segundo mandato de Trump para toda América Latina, pero especialmente para Cuba.
Por Francisco Domínguez
Secretario nacional de la Campaña de Solidaridad con Venezuela y coautor de Right-Wing Politics in the New Latin America.
Fotografía: Una bandera cubana destrozada por los vientos del huracán Rafael ondea sobre la estatua del general Calixto García en La Habana, Cuba, el 6 de noviembre de 2024.
Columna publicada originalmente el 9 de noviembre de 2024 en Morning Star.
Donald J. Trump, que preside un movimiento de masas protofascista, no solo ha sido elegido presidente de los Estados Unidos, sino que disfrutará de una cómoda mayoría republicana en el Senado, y también puede tener una mayoría republicana en la Cámara de Representantes.
Obtuvo casi el mismo número de votos que en 2020, 74 millones, y se anotó una victoria electoral porque la candidata demócrata, Kamala Harris, obtuvo más de 10 millones de votos menos que Joe Biden en 2020.
Si se agrega la fuerte identificación política de la Corte Suprema de los Estados Unidos con las opiniones políticas generales de Trump, disfrutará de pocos obstáculos de las estructuras institucionales clave de los Estados Unidos para implementar su objetivo acariciado, el establecimiento de un gobierno fuertemente autoritario que se esforzaría por convertir todas las instituciones existentes en instrumentos de su movimiento político, su ideología y sus planes de gobierno.
A lo largo de la campaña electoral y desde que perdió las elecciones de 2020, Trump ha proyectado un programa gubernamental de represalias generalizadas contra sus oponentes políticos, incluido lo que percibe como medios de comunicación hostiles, a los que ha etiquetado como «el enemigo interno».
También tiene la intención de expulsar a millones de inmigrantes, principalmente latinos, a quienes acusa de «envenenar la sangre del país».
Su plan estratégico para EEUU ha sido sistematizado en un documento de 900 páginas de la Fundación Heritage, Proyecto 2025, que, si se implementa en su totalidad, borrará la mayoría de los mecanismos y prácticas existentes que, a pesar de sus groseras imperfecciones, califican ampliamente a EEUU como una democracia.
Muchos han exhalado un suspiro prematuro de alivio cuando Trump, en su discurso de victoria, prometió «no más guerras» en su próxima administración. Sin embargo, durante su gobierno de 2016-2020 llevó a cabo una «guerra comercial» mutuamente dañina contra China, un país hacia el que alberga una profunda hostilidad.
Es probable que la hostilidad hacia China se convierta en el centro de sus preocupaciones en materia de política exterior, por lo que puede intensificar la intensa guerra fría y la masiva acumulación militar en torno al Mar de China Meridional, incluido el armamento de Taiwán, ya desarrollado por Biden.
La abierta hostilidad de Estados Unidos hacia China comenzó con el «Pivote to East Asia» del presidente Barack Obama en 2011, que preparó la militarización de la política estadounidense hacia el gigante asiático. La concentración militar estadounidense a 8.000 millas de distancia de EEUU está provocando problemas en la región.
Debería haber poco progreso que esperar del próximo gobierno de Trump en el Asia Occidental y en Palestina-Gaza. En diciembre de 2017, con menos de un año en el cargo, revirtiendo casi siete décadas de política estadounidense sobre este delicado tema, Trump reconoció formalmente a Jerusalén como la capital de Israel y trasladó la embajada de Estados Unidos a esa ciudad. Hubo consternación mundial, incluso en sectores sustanciales del establishment estadounidense, porque «rompió décadas de neutralidad inquebrantable de Estados Unidos sobre Jerusalén».
En cuanto a América Latina, el gobierno de Trump de 2016-2020 apuntó específicamente a lo que su asesor de seguridad nacional, John Bolton, llamó la «troika de la tiranía», es decir, Cuba, Venezuela y Nicaragua, a la que también se refirió como «un triángulo de terror».
Bolton, al esbozar la política de Trump, acusó a los tres gobiernos de ser «la causa de un inmenso sufrimiento, el ímpetu de una enorme inestabilidad regional y la génesis de una sórdida cuna del comunismo».
En 2018, el secretario de Estado de Trump, Rex Tillerson, afirmó la Doctrina Monroe porque había apuntalado la «autoridad» de Estados Unidos en el hemisferio occidental, asegurando que la doctrina es «tan relevante hoy como lo fue cuando se escribió». El de Tillerson fue un fuerte mensaje a América Latina de que Estados Unidos no permitirá que la región considere la posibilidad de construir vínculos con potencias mundiales emergentes como China.
Fue durante la administración de Trump entre 2016 y 2020 que, después de varios años de preparativos cuidadosos y metódicos, Estados Unidos orquestó y financió el intento de golpe de Estado de 2018 contra Nicaragua. Convulsionó a la pequeña nación centroamericana durante más de seis meses de niveles despiadados de violencia, lo que provocó la destrucción gratuita de propiedades, pérdidas económicas masivas y casi 200 personas inocentes asesinadas. La administración Biden, bajo la presión de los guerreros fríos en Estados Unidos, ha continuado su política de agresión contra Nicaragua mediante la aplicación de una serie de sanciones.
Trump infligió cientos de sanciones a Venezuela con horribles consecuencias humanas, ya que en 2017-18 murieron innecesariamente unas 40.000 personas vulnerables. La economía venezolana fue bloqueada hasta casi la asfixia. Su industria petrolera fue paralizada con el doble propósito de negar la principal fuente de ingresos del país e impedir el suministro de petróleo a Cuba. Trump amenazó repetidamente a Venezuela con una agresión militar; Venezuela (2017) fue objeto de seis meses de violencia callejera opositora; un intento de asesinato contra el presidente Nicolás Maduro (agosto de 2018); Juan Guaidó se autoproclamó «presidente interino» de Venezuela (enero de 2019, y fue reconocido por Estados Unidos); la oposición intentó forzar el paso de alimentos a través de la frontera con Venezuela por medios militares (febrero de 2019); el Departamento de Estado ofreció una recompensa de 15 millones de dólares por «información que conduzca al arresto del presidente Maduro» (marzo de 2020); un fallido intento de golpe de Estado (mayo de 2019); una incursión mercenaria (mayo de 2020); y en 2023, Trump admitió públicamente que quería derrocar a Maduro para tener el control de los grandes yacimientos petroleros de Venezuela.
Aunque Cuba ha soportado el bloqueo integral más largo de una nación en tiempos de paz (más de seis décadas, hasta ahora), bajo Trump la presión se incrementó sustancialmente. En 2019, Trump acusó al gobierno de Cuba de «controlar a Venezuela» y exigió que, bajo la amenaza de implementar un bloqueo «total y completo», se fueran los 20.000 especialistas cubanos en salud, deporte, cultura, educación, comunicaciones, agricultura, alimentación, industria, ciencia, energía y transporte, a quienes Trump describió falsamente como soldados.
Debido al recrudecimiento del bloqueo estadounidense, entre abril de 2019 y marzo de 2020, por primera vez su costo anual para la isla superó los 5.000 millones de dólares (un aumento del 20% respecto al año anterior).
Además, la política de «máxima presión» de Trump contra Cuba significó, entre otras cosas, que se permitieran las demandas bajo el Título III de la Ley Helms-Burton; el aumento de la persecución de las transacciones financieras y comerciales de Cuba; la prohibición de vuelos desde Estados Unidos a todas las provincias cubanas (excepto La Habana); la persecución e intimidación de las empresas que envían suministros de combustible; una intensa campaña para desacreditar los programas cubanos de cooperación médica; USAID otorgó una subvención de $97.321 a un organismo con sede en Florida con el objetivo de describir el turismo cubano como explotador; Trump también redujo drásticamente las remesas a la isla y limitó severamente la capacidad de los ciudadanos estadounidenses para viajar a Cuba, haciendo que las empresas y terceros países lo pensaran dos veces antes de hacer negocios con Cuba; y 54 grupos recibieron 40 millones de dólares en subvenciones estadounidenses para promover los disturbios en Cuba. Además, Cuba ha tenido que lidiar con graves disturbios en julio de 2021 y, más recientemente, en marzo de 2024, avivados por grupos financiados por Estados Unidos en tantas ciudades como pudieron. El modelo de disturbios se basa en lo que se ha perpetrado contra Nicaragua y Venezuela.
El último acto de sabotaje de Trump, pocos días antes de la toma de posesión de Biden, fue devolver a Cuba a la lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo (SSOT, por sus siglas en inglés) al acusarla falsamente de tener vínculos con el terrorismo internacional. Las consecuencias han sido devastadoras: entre marzo de 2022 y febrero de 2023, 130 empresas, entre ellas 75 de Europa, dejaron de relacionarse con Cuba, afectando las transferencias para la compra de alimentos, medicinas, combustible, materiales, piezas y otros bienes.
Trump, a pesar de ser tan destemplado y sustancialmente desacreditado a nivel mundial debido a sus excesos retóricos, amenazas y vulgaridades, lidera un movimiento extremista de masas, tiene la presidencia, el Senado y cuenta con la complicidad explícita de la Corte Suprema, y por lo tanto, está en una posición particularmente fuerte para volverse loco con la «troika de la tiranía», especialmente con Cuba. En resumen, la elección de Trump como presidente tiene un significado histórico en el peor sentido posible del término.
De sus discursos se puede deducir que le gustaría hacer historia, y puede que se le ocurra la idea de hacerlo «terminando el trabajo» en Cuba (pero también en Venezuela y Nicaragua). Si emprende esa ruta, ya tiene una serie de políticas agresivas que implementó durante 2016-20. Además, disfrutará del control de los republicanos de derecha sobre el comité de asuntos exteriores del Senado.
Peor aún, los senadores de línea dura a favor del bloqueo Ted Cruz y Marco Rubio son los principales miembros de este comité y tienen una fijación con Cuba. Trump obtuvo un mayor apoyo en Florida, donde los republicanos anticubanos en Florida reforzaron su apoyo y su victoria electoral. También tiene una red global de comunicaciones propiedad de su aliado, el multimillonario Elon Musk. Además, no importa quién sea el inquilino en la Casa Blanca, la maquinaria del «cambio de régimen» siempre está tramando algo desagradable para Cuba.
Así que, ¡abróchate el cinturón! Se avecinan tiempos turbulentos para América Latina. Nuestro trabajo de solidaridad debe intensificarse sustancialmente explicando la amenaza creciente que representa un segundo mandato de Trump para toda América Latina, pero especialmente para Cuba.
Por Francisco Domínguez
Secretario nacional de la Campaña de Solidaridad con Venezuela y coautor de Right-Wing Politics in the New Latin America.
Fotografía: Una bandera cubana destrozada por los vientos del huracán Rafael ondea sobre la estatua del general Calixto García en La Habana, Cuba, el 6 de noviembre de 2024.
Columna publicada originalmente el 9 de noviembre de 2024 en Morning Star.
17 de noviembre de 2024
Trump II y América Latina: ¿la venganza?
Marco Consolo
¿Cuáles son las implicaciones para América Latina y el Caribe de la elección de Trump II a la presidencia de Estados Unidos, en un mundo totalmente diferente al de 2016, año de su primera elección? ¿Esa victoria podría producir un nuevo mapa no solo en la política estadounidense, sino también en la geopolítica?
Como se sabe, además de la Presidencia, el Partido Republicano obtuvo la mayoría en el Senado y en la Cámara de Representantes. Casi seguramente tendrá también las presidencias de los influyentes Comités de Asuntos Exteriores del Parlamento. Hasta ahora, en el Senado la línea dura a favor del bloqueo contra Cuba y Venezuela la había llevado el reelegido halcón republicano Ted Cruz.
En cuanto al gobierno, los anuncios muestran un nido de halcones sin escrúpulos. Más que águilas competentes, son sobre todo leales y muy fieles, para evitar posibles deslices. Como muestras dos botones, que estarán estrechamente relacionados con el hemisferio.
El primero es Tom Homan, ex jefe del ICE (la policía antimigrantes y sus pesadilla) como «zar de las fronteras». Es el mismo que separó a los hijos de los inmigrantes de sus padres, con los niños encerrados en jaulas. El segundo es Marco Rubio, nuevo ministro de Relaciones Exteriores y ex miembro del Comité de Inteligence y Asuntos Exteriores del Senado. Se trata de otro halcón con estrechos vínculos con la mafia anticubana de Miami y los latinos republicanos. Un «premio» por el fuerte apoyo electoral que Trump recibió en Florida. El tono de su primera declaración en X no deja lugar a dudas: ‘Con el liderazgo del presidente Trump haremos la paz por la fuerza y pondremos siempre los intereses de EEUU por encima de todo‘.
A este panorama se suma la Corte Suprema, cuya mayoría coincide con la línea política de Trump gracias al nombramiento de tres jueces conservadores en su primer gobierno. Una Corte que seguramente estarà muy ocupada en los proximos años.
En este marco, a nivel institucional, para el millonario Presidente no será dificil llevar a cabo su plan de gobierno de halcones. Un gobierno fuertemente influenciado por las orientaciones de un conocido think-tank conservador, la Heritage Foundation, explicitadas tanto en su esclarecedor documento «Mandate for Leadership» [i] como en el «2025: Presidential Transition Project» [ii]: deportación de inmigrantes, aranceles a la importación, retirada de protecciones medioambientales, recortes fiscales ad hoc, mano dura y represión de la disidencia politica en todas sus formas. Pero eso no es todo, ya que la democracia de baja intensidad de Estados Unidos está dominada y dirigida por poderes facticos y grupos de presión muy poderosos, con actores no democráticos y no elegidos.
MUSK, BANNON Y LA GUERRA COGNITIVA
A las políticas tradicionales del garrote (sin zanahoria), las cañoneras, los bombardeos y las redes de espionaje se suman ahora las enormes campañas psicológicas (Psy-Ops) preparadas por Spin Doctors a escala planetaria.
Entre ellos, en la victoria de Trump desempeñó un papel decisivo Elon Musk, uno de los hombres más ricos del mundo. De origen sudafricano, Musk es propietario, entre otros, del sistema de satélites Starlink y de la plataforma X (antes Twitter). Desde octubre de 2022, ha normalizado la difusión de Fake News y de campañas de odio polarizador, en nombre de la libertad de expresión. Puso el sello de «misión cumplida» hacia Trump con una frase publicada en su plataforma X: «Ahora tú eres los medios de comunicación y nadie intentará silenciarte».
Además de Musk, hay otro gurú del uso de las plataformas mediáticas, Steve Bannon, antiguo estratega de la victoria de Trump en 2016, más tarde caído en desgracia. Sin embargo, como declaró recientemente al Corriere della Sera [iii], lleva años al servicio de la nueva Administración y ahora dirige el brazo mediático del movimiento Make America Great Again (Maga).
Según una estadística verificada por el New York Times, 30 canales conservadores han cosechado más de 47 millones de visitas en YouTube, con 286 vídeos que contienen desinformación sobre la campaña. Gracias a la polarización (amigo-enemigo) y al discurso de odio, ambos han sido decisivos en el proceso de construcción del enemigo y de transformación del adversario en enemigo, a través de los algoritmos claves para la victoria electoral.
FUERA LOS INMIGRANTES «ILEGALES
Uno de los temas centrales de la campaña electoral de Trump ha sido su declarada voluntad de deportar a millones de inmigrantes ‘ilegales’ (casi 7 millones de ingresos en la era Biden [iv]), principalmente latinos, que “nos han invadido” y que “envenan la sangre del país”. Una política que cuenta además con el creciente y decidido apoyo de aquellos inmigrantes latinos que han obtenido la residencia o la ciudadanía, y que ahora se sienten más gringos que los últimos en llegar, así como “amenazados” por los últimos en la escala social del America first. Hay que agregar también el anuncio de Trump de eliminar la ciudadanía estadounidense por nacimiento para los hijos de inmigrantes “ilegales”, aunque sea inconstitucional y provocará largas batallas legales.
En su anterior Gobierno, Trump había iniciado la construcción de un largo muro en la frontera con México, país por el que pasa el grueso de la inmigración “no regular”. El “ombligo de la luna” [v] estaba gobernado entonces por Andrés Manuel López Obrador, presidente progresista (2018-2024) al que acaba de suceder Claudia Sheinbaum, de su mismo partido, Morena. No faltaron entonces roces y tensiones entre ambos presidentes, en un tema que seguirá candente en las relaciones entre Estados Unidos de America y Estados Unidos Mexicanos [vi].
Sin embargo, la cuestión migratoria es igualmente vital para los países centroamericanos del llamado “Triángulo Norte” (Honduras, El Salvador y Guatemala), así como para muchas islas del Caribe. En el caso de Haití (uno de los “países de mierda” según el nuevo mandatario), hay mucha preocupación por las amenazas republicanas de cancelar el «estatus de protección temporal», con probables deportaciones masivas a la nación más empobrecida de todo el hemisferio. Para contener la presión migratoria del Sur, Trump podrá contar con la ayuda del Gobierno conservador de José Raúl Mulino en Panamá, que ha prometido endurecer los controles en la selva del Darién, un infierno atravesado cada año por miles de migrantes latinoamericanos y caribeños que, en condiciones dramáticas, intentan cruzar la frontera que les separa del American Dream.
En cuanto a la economía, México depende recíprocamente, pero asimétricamente, de la de Estados Unidos también en virtud de los «Tratados de Libre Comercio», primero el NAFTA-TLCAN (con la aparición de la insurgencia zapatista), luego renegociado en 2020 con las siglas T-MEC. Hace unos días, el Secretario de Economía de México, Marcelo Ebrard, advirtió que si Donald Trump, decidiera imponer un arancel de 25 % a los productos mexicanos, su país respondería con una medida idéntica, lo que resultaría altamente perjudicial para la economía estadounidense [vii]. Lo que es cierto, es que la renegociación del T-MEC, que dependerá del nuevo gobierno de Claudia Sheinbaum y de un proteccionista como Trump en 2026, no seràn un jardin de rosas.
En las relaciones con México, queda grabada en la historia la propuesta de Trump de bombardear el territorio mexicano para combatir a los cárteles del narcotráfico…
¿FUERA DE UCRANIA? CON TODO HACIA AMÉRICA LATINA…
Como el apóstol Tomás, “si no lo veo, no lo creo”. Pero, suponiendo que Trump inicie una desvinculación parcial o total de la guerra en Ucrania, esto significará una renovada atención y presión sobre América Latina, considerada el «patio trasero» por EEUU. De hecho, nunca ha cesado el ‘tira y afloja’ entre su concepción monroísta de la dominación (que ya tiene 201 años) y la voluntad de independencia y soberanía popular que representan los procesos de cambio. En ese mismo siglo, el corolario de la Doctrina Monroe fue la doctrina del «Destino Manifiesto», según la cual la Providencia divina asignaba a Estados Unidos el destino de extender sus valores de «Libertad y Democracia», justificando así su expansión territorial. Una concepción a la que, en 1829, el libertador Simón Bolívar respondía, con lúcida visión premonitoria: «Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar América de miseria en nombre de la libertad».
En un salto de dos siglos, en 2013, John Kerry, Secretario de Estado del «demócrata» Barack Obama, había anunciado el fin de la era de la Doctrina Monroe [viii]. Pero, en un continente históricamente en disputa, Estados Unidos nunca ha renunciado a su papel autoasignado de gendarme hemisférico. Un papel revitalizado por el ascenso global del gigante asiatico chino en el continente. Tanto para los demócratas como para los republicanos, el principal objetivo de la estrategia continental ha sido durante mucho tiempo mantener el dominio hemisférico y contrarrestar la creciente influencia de China y Rusia. Así lo demostraron incluso durante la administración Biden las frecuentes visitas del Secretario de Estado, Antony Blinken. Así como aquellas, quizá más agresivas, de la general Laura Richardson, pragmática mastín de la injerencia estadounidense, antigua jefa del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de barras y estrellas.
Para contrarrestar la presencia y el apoyo financiero de China a la región, desde 2016 primero el Gobierno de Trump y luego el de Biden han utilizado diversos instrumentos legislativos y financieros. Iniciativas como el «Crecimiento en las Américas» de Trump [ix] o la «Ley de Competencia Estratégica» de Biden [x] tienen múltiples objetivos: facilitar la inversión del sector privado estadounidense en proyectos energéticos y de infraestructuras, reforzar la competitividad empresarial, eliminar barreras al sector privado, ampliar y reforzar la seguridad, luchar contra la corrupción, etc. También han reconocido la «vulnerabilidad» de los Estados de la región ante los préstamos chinos, por lo que impidieron a los países latinoamericanos acceder a créditos bilaterales «adicionales» del gigante asiático. Concretamente, a través de la financiación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que ha incrementado los créditos desde 2018, alcanzando la cifra récord de 23.400 millones de dólares en financiación aprobada y movilización de recursos para 2021 [xi] y de la US International Development Finance Corporation (DFC) [xii], creada a finales de 2019.
DEL MONROÍSMO AL «AMERICA FIRST» DEL PRIMER GOBIERNO DE TRUMP (2016-2020)
En términos políticos, la Doctrina Monroe y el Destino Manifiesto siguen siendo los pilares históricos, el frame (marco) en el que se mueve la política exterior de Casablanca hacia la región.
En 2018, Rex Tillerson, Secretario de Estado de Trump (y ex Director General de la petrolera Exxon Mobil), reivindicó plenamente la Doctrina Monroe como «más relevante hoy que cuando fue escrita». Y que la “autoridad” de Estados Unidos no permitiría que la región mantuviera relaciones con China.
Desde el primer momento, el gobierno de Trump apunta a Cuba, Venezuela y Nicaragua, a la que el “halcón” John Bolton, su ex “Asesor de Seguridad Nacional”, llamó la “troika de la tiranía”, el “triángulo del terror”, la “causa de inmensos sufrimientos, impulso de una enorme inestabilidad regional y sórdida cuna del comunismo” [xiii].
En 2018, Estados Unidos, utilizando las múltiples contradicciones y aprovechando innegables problemas internos, organizó y financió la «protesta social» en Nicaragua. Más de seis meses de violencia sacudieron el país, sin otro resultado que la destrucción de bienes públicos y privados, grandes pérdidas económicas y decenas de víctimas.
Estrangular a Venezuela
Respecto a Venezuela, en 2017-18 Trump aprueba nuevas medidas coercitivas unilaterales (mal llamadas ‘sanciones’). Estas nuevas medidas tienen impactos dramáticos, sobretodo en el sector de la salud, provocando la muerte de centenares de personas por la imposibilidad de curarlas. Como en la epoca de Nixon contra el Chile de Allende, se trata de “hacer chillar la economía”, de estrangular la economía venezolana. Así, los ataques se concentran contra la industria petrolera (PDVSA), para golpear el principal ingreso del país y, al mismo tiempo, impedir el envío de combustible a Cuba. Además de la multiplicación de amenazas (e intentos) de una invasión militar, en 2017 el país es sometido a seis meses de sabotajes y de violencia callejera por parte de la oposición escuadrista, seguidos de un intento de asesinato del presidente Nicolás Maduro en agosto de 2018.
Enero de 2019 marca un nuevo salto cualitativo, con el intento de montar un “gobierno paralelo” y la grotesca farsa del autoproclamado “presidente interino” Juan Guaidó, recibido con todos los honores bipartisan en Estados Unidos. En febrero, Washington organiza el “show mediático” para forzar la entrada de “ayuda humanitaria” desde la frontera con Colombia. Unos meses después, Trump acusa al Gobierno cubano de “controlar Venezuela”: amenaza endurecer el bloqueo y exige echar a los miles de asesores cubanos en educación, salud, agricultura, etc., acusándolos de ser militares disfrazados.
Como en los días de la conquista del Far West, en 2020 los sheriffs del Departamento de Estado ofrecen una recompensa de 15 millones de dólares por “información que conduzca a la detención del presidente Maduro”. Sólo faltaba la foto y las palabras «Wanted dead or alive» (Se busca vivo o muerto).
Llegado el final de su mandato, Trump lamentaba públicamente no haber podido “terminar el trabajo”, para adueñarse del país con las mayores reservas petroleras acertadas del planeta (a cuatro días de navegación de las refinerías de la costa oeste de EE.UU.), con gas, oro, tierras raras, agua, bio-diversidad, etc..
Y hace unos días, pocas horas después de la elección de Trump II, por su parte, el presidente Maduro lanza un mensaje diplomático y aperturista: ‘Se abre una oportunidad de oro para establecer relaciones de respeto y diálogo con América Latina e incluso pacificar el mundo…’.
Máxima presión sobre Cuba
El caso del bloqueo contra Cuba es quizás el más conocido. Tras las tímidas aperturas de Obama, comienza la política de «máxima presión» de Trump. Como recuerda Francisco Dominguez [xiv], el bloqueo se endurece aún más, con mayores dificultades en las transacciones financieras y comerciales con la isla. Debido al endurecimiento del bloqueo, entre abril de 2019 y marzo de 2020, por primera vez su coste anual para la isla superó los 5.000 millones de dólares (un 20% más que el año anterior). Al mismo tiempo, aumenta de 40 millones de dólares la financiación a 54 grupos opositores para organizar y sabotajes disturbios, siguiendo el guión ya visto en Venezuela, Bolivia y Nicaragua. En el medio de la pandemia de Covid19, la Casablanca lanza una cínica campaña de desprestigio de la cooperación médica cubana. Una campaña que hasta en Italia ha tenido sus patéticos megáfonos, a pesar de las brigadas medicas que ayudaron a salvar muchas vidas en el país europeo duramente golpeado por la pandemia.
Y a pocos días de dejar la presidencia, Trump lanza la última albóndiga envenenada, con la inclusión de Cuba en la lista de estados patrocinadores del terrorismo. Una medida que paraliza muchas empresas internacionales (entre ellas 75 europeas) y que aumenta aún más las dificultades para conseguir alimentos, medicinas, combustible,etc.. Para evitar dudas, hay que señalar que el «demócrata» Biden no ha eliminado ninguna de las medidas impuestas por su predecesor.
Como recordaba el escritor uruguayo, Eduardo Galeano, “Lo que molesta de Cuba no son los errores de la Revolución, que los hubo y los hay. Lo que realmente no pueden soportar es que un país tan pobre y chiquito no se doblegue ante el imperio”.
Un golpe llamado litio
En 2019, last but not least, por último, pero no por ello menos importante, el golpe en Bolivia contra el legítimo presidente Evo Morales. Un golpe orquestado y financiado como siempre por Washington y cocinado sobre la marcha por su embajada y la derecha fascista boliviana. En la represión golpista hubo decenas de muertos y heridos, que aún esperan justicia. Como se sabe, Elon Musk es muy aficionado al litio (del que Bolivia es rica) para las baterías de sus coches eléctricos Tesla y, en esa ocasión, uno de sus tweet se hizo famoso: «Daremos golpes de Estado contra quien c…. queramos. Supérenlo» [xv].
De sus recientes declaraciones se desprende que a Trump le gustaría “terminar el trabajo”, al menos en Cuba, Venezuela y Bolivia. Y el inefable Elon Musk (que será el encargado de desmantelar el Estado), en uno de sus recientes tweet ha declarado: «Trump y yo desbancaremos de sus tronos a los dictadores comunistas, genocidas, asesinos, secuestradores y opresores. Los enderezaremos y, créanme, sucederá».
CON LA DERECHA CAMBIA LA MÚSICA… Y LOS CENTRISTAS NO SABEN BAILAR
La música cambia completamente en los países gobernados por la derecha o con fuerte presencia derechista. Milei en Argentina, Noboa en Ecuador, Bukele en El Salvador y Lacalle Pou en Uruguay recibieron con entusiasmo la victoria de Trump. Junto con el brasileño Bolsonaro y el pinochetista chileno José Antonio Kast que esperan llegar al gobierno. No hay duda de que su engorrosa presencia en el “Despacho Oval” fortalece a las fuerzas más reaccionarias y fascistas de la región, en semi-hibernación desde la política contrainsurgente del Plan Cóndor. No es casualidad que Trump, Milei, Bolsonaro, Bukele y el chileno Kast sean asiduos a las reuniones de la Conservative Political Action Conference (CPAC), la internacional reaccionaria fundada por Reagan en 1974, en la que también ha participado la entusiasta Giorgia Meloni.
Por el contrario, la mayoría de los países del continente con gobiernos que oscilan entre el centro-derecha y el centro-izquierda han evitado grandes muestras de entusiasmo o decepción, esperando con cautela los próximos movimientos del Gobierno de Trump II.
ESTADO PROFUNDO Y CAMBIOS EN LA CONTINUIDAD
En América Latina y el Caribe, los cambios son esperables sobre la base de la continuidad, como fue el caso entre las últimas administraciones Trump y Biden.
En sus líneas básicas, la política exterior estadounidense es una política de Estado y no una decisión gubernamental cambiante. En este ámbito, domina el “Deep State” el Estado profundo. Y mas allà de la retorica anti-sistema, parece dificil que Trump, aunque se sienta envalentonado, pueda lanzar una purga del Estado Profundo sin serios contratiempos. Para seguir sus directrices más claras, hay que fijarse tanto en el Departamento de Estado como en los sectores de seguridad, defensa e inteligence, como el Comando Sur o la misma CIA, que pasean de manera permanente y regular en la región desde la reactivación de la Cuarta Flota en 2008.
El objetivo a largo plazo de los poderes fácticos, del establishment, es resguardar América Latina y el Caribe como reserva de recursos estratégicos, en particular petróleo, gas, litio, tierras raras, agua y la abundante e incalculable biodiversidad. Desde los tiempos de la Doctrina Monroe y la del Destino Manifiesto, el hemisferio ha sido considerado casi como un área de seguridad interna. Una posible retaguardia para un eventual repliegue estratégico del imperio estadounidense, más aún en un escenario mundial de evidente transición hegemónica.
Con estos antecedentes, definitivamente la elección de Trump no es una buena noticia para los pueblos del continente.
[i] https://static.project2025.org/2025_MandateForLeadership_FULL.pdf[ii] https://www.heritage.org/conservatism/commentary/project-2025[iii] https://www.corriere.it/esteri/24_novembre_12/steve-bannon-intervista-2d23940b-fcc7-4a21-b4f8-baf68b67bxlk.shtml[iv] https://drive.google.com/file/d/1diht631ttHWHUe1WKc4zY2tYsFYJeg2V/view[v] Mēxihco nella lingua náhuatl[vi] https://www.telesurtv.net/mexico-redujo-flujos-migratorios-irregulares-hacia-estados-unidos/[vii] https://actualidad.rt.com/actualidad/530103-mexico-responder-aranceles-trump[viii] https://www.oas.org/en/centro-news/communicado-prensa.asp?sCodigo C-441/13[ix] https://2017-2021.state.gov/growth-in-the-americas/[x] https://www.congress.gov/bill/117th-congress/senate-bill/1169[xi] https://www.iadb.org/es/noticias/bid-alcanza-record-de-us23400-millones-en-financiamiento-y-movilizacion-para-el-2021[xii] https://www.dfc.gov/[xiii] https://www.washingtonpost.com/opinions/global-opinions/bolton-promises-to-confront-latin-americas-troika-of-tyranny/2018/11/01/df57d3d2-ddf5-11e8-85df-7a6b4d25cfbb_story.html[xiv] https://morningstaronline.co.uk/article/cuba-buckle-trump-elected-us-president[xv] https://peoplesdispatch.org/2020/07/28/we-will-coup-whoever-we-want-elon-musk-and-the-overthrow-of-democracy-in-bolivia/
Como se sabe, además de la Presidencia, el Partido Republicano obtuvo la mayoría en el Senado y en la Cámara de Representantes. Casi seguramente tendrá también las presidencias de los influyentes Comités de Asuntos Exteriores del Parlamento. Hasta ahora, en el Senado la línea dura a favor del bloqueo contra Cuba y Venezuela la había llevado el reelegido halcón republicano Ted Cruz.
En cuanto al gobierno, los anuncios muestran un nido de halcones sin escrúpulos. Más que águilas competentes, son sobre todo leales y muy fieles, para evitar posibles deslices. Como muestras dos botones, que estarán estrechamente relacionados con el hemisferio.
El primero es Tom Homan, ex jefe del ICE (la policía antimigrantes y sus pesadilla) como «zar de las fronteras». Es el mismo que separó a los hijos de los inmigrantes de sus padres, con los niños encerrados en jaulas. El segundo es Marco Rubio, nuevo ministro de Relaciones Exteriores y ex miembro del Comité de Inteligence y Asuntos Exteriores del Senado. Se trata de otro halcón con estrechos vínculos con la mafia anticubana de Miami y los latinos republicanos. Un «premio» por el fuerte apoyo electoral que Trump recibió en Florida. El tono de su primera declaración en X no deja lugar a dudas: ‘Con el liderazgo del presidente Trump haremos la paz por la fuerza y pondremos siempre los intereses de EEUU por encima de todo‘.
A este panorama se suma la Corte Suprema, cuya mayoría coincide con la línea política de Trump gracias al nombramiento de tres jueces conservadores en su primer gobierno. Una Corte que seguramente estarà muy ocupada en los proximos años.
En este marco, a nivel institucional, para el millonario Presidente no será dificil llevar a cabo su plan de gobierno de halcones. Un gobierno fuertemente influenciado por las orientaciones de un conocido think-tank conservador, la Heritage Foundation, explicitadas tanto en su esclarecedor documento «Mandate for Leadership» [i] como en el «2025: Presidential Transition Project» [ii]: deportación de inmigrantes, aranceles a la importación, retirada de protecciones medioambientales, recortes fiscales ad hoc, mano dura y represión de la disidencia politica en todas sus formas. Pero eso no es todo, ya que la democracia de baja intensidad de Estados Unidos está dominada y dirigida por poderes facticos y grupos de presión muy poderosos, con actores no democráticos y no elegidos.
MUSK, BANNON Y LA GUERRA COGNITIVA
A las políticas tradicionales del garrote (sin zanahoria), las cañoneras, los bombardeos y las redes de espionaje se suman ahora las enormes campañas psicológicas (Psy-Ops) preparadas por Spin Doctors a escala planetaria.
Entre ellos, en la victoria de Trump desempeñó un papel decisivo Elon Musk, uno de los hombres más ricos del mundo. De origen sudafricano, Musk es propietario, entre otros, del sistema de satélites Starlink y de la plataforma X (antes Twitter). Desde octubre de 2022, ha normalizado la difusión de Fake News y de campañas de odio polarizador, en nombre de la libertad de expresión. Puso el sello de «misión cumplida» hacia Trump con una frase publicada en su plataforma X: «Ahora tú eres los medios de comunicación y nadie intentará silenciarte».
Además de Musk, hay otro gurú del uso de las plataformas mediáticas, Steve Bannon, antiguo estratega de la victoria de Trump en 2016, más tarde caído en desgracia. Sin embargo, como declaró recientemente al Corriere della Sera [iii], lleva años al servicio de la nueva Administración y ahora dirige el brazo mediático del movimiento Make America Great Again (Maga).
Según una estadística verificada por el New York Times, 30 canales conservadores han cosechado más de 47 millones de visitas en YouTube, con 286 vídeos que contienen desinformación sobre la campaña. Gracias a la polarización (amigo-enemigo) y al discurso de odio, ambos han sido decisivos en el proceso de construcción del enemigo y de transformación del adversario en enemigo, a través de los algoritmos claves para la victoria electoral.
FUERA LOS INMIGRANTES «ILEGALES
Uno de los temas centrales de la campaña electoral de Trump ha sido su declarada voluntad de deportar a millones de inmigrantes ‘ilegales’ (casi 7 millones de ingresos en la era Biden [iv]), principalmente latinos, que “nos han invadido” y que “envenan la sangre del país”. Una política que cuenta además con el creciente y decidido apoyo de aquellos inmigrantes latinos que han obtenido la residencia o la ciudadanía, y que ahora se sienten más gringos que los últimos en llegar, así como “amenazados” por los últimos en la escala social del America first. Hay que agregar también el anuncio de Trump de eliminar la ciudadanía estadounidense por nacimiento para los hijos de inmigrantes “ilegales”, aunque sea inconstitucional y provocará largas batallas legales.
En su anterior Gobierno, Trump había iniciado la construcción de un largo muro en la frontera con México, país por el que pasa el grueso de la inmigración “no regular”. El “ombligo de la luna” [v] estaba gobernado entonces por Andrés Manuel López Obrador, presidente progresista (2018-2024) al que acaba de suceder Claudia Sheinbaum, de su mismo partido, Morena. No faltaron entonces roces y tensiones entre ambos presidentes, en un tema que seguirá candente en las relaciones entre Estados Unidos de America y Estados Unidos Mexicanos [vi].
Sin embargo, la cuestión migratoria es igualmente vital para los países centroamericanos del llamado “Triángulo Norte” (Honduras, El Salvador y Guatemala), así como para muchas islas del Caribe. En el caso de Haití (uno de los “países de mierda” según el nuevo mandatario), hay mucha preocupación por las amenazas republicanas de cancelar el «estatus de protección temporal», con probables deportaciones masivas a la nación más empobrecida de todo el hemisferio. Para contener la presión migratoria del Sur, Trump podrá contar con la ayuda del Gobierno conservador de José Raúl Mulino en Panamá, que ha prometido endurecer los controles en la selva del Darién, un infierno atravesado cada año por miles de migrantes latinoamericanos y caribeños que, en condiciones dramáticas, intentan cruzar la frontera que les separa del American Dream.
En cuanto a la economía, México depende recíprocamente, pero asimétricamente, de la de Estados Unidos también en virtud de los «Tratados de Libre Comercio», primero el NAFTA-TLCAN (con la aparición de la insurgencia zapatista), luego renegociado en 2020 con las siglas T-MEC. Hace unos días, el Secretario de Economía de México, Marcelo Ebrard, advirtió que si Donald Trump, decidiera imponer un arancel de 25 % a los productos mexicanos, su país respondería con una medida idéntica, lo que resultaría altamente perjudicial para la economía estadounidense [vii]. Lo que es cierto, es que la renegociación del T-MEC, que dependerá del nuevo gobierno de Claudia Sheinbaum y de un proteccionista como Trump en 2026, no seràn un jardin de rosas.
En las relaciones con México, queda grabada en la historia la propuesta de Trump de bombardear el territorio mexicano para combatir a los cárteles del narcotráfico…
¿FUERA DE UCRANIA? CON TODO HACIA AMÉRICA LATINA…
Como el apóstol Tomás, “si no lo veo, no lo creo”. Pero, suponiendo que Trump inicie una desvinculación parcial o total de la guerra en Ucrania, esto significará una renovada atención y presión sobre América Latina, considerada el «patio trasero» por EEUU. De hecho, nunca ha cesado el ‘tira y afloja’ entre su concepción monroísta de la dominación (que ya tiene 201 años) y la voluntad de independencia y soberanía popular que representan los procesos de cambio. En ese mismo siglo, el corolario de la Doctrina Monroe fue la doctrina del «Destino Manifiesto», según la cual la Providencia divina asignaba a Estados Unidos el destino de extender sus valores de «Libertad y Democracia», justificando así su expansión territorial. Una concepción a la que, en 1829, el libertador Simón Bolívar respondía, con lúcida visión premonitoria: «Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar América de miseria en nombre de la libertad».
En un salto de dos siglos, en 2013, John Kerry, Secretario de Estado del «demócrata» Barack Obama, había anunciado el fin de la era de la Doctrina Monroe [viii]. Pero, en un continente históricamente en disputa, Estados Unidos nunca ha renunciado a su papel autoasignado de gendarme hemisférico. Un papel revitalizado por el ascenso global del gigante asiatico chino en el continente. Tanto para los demócratas como para los republicanos, el principal objetivo de la estrategia continental ha sido durante mucho tiempo mantener el dominio hemisférico y contrarrestar la creciente influencia de China y Rusia. Así lo demostraron incluso durante la administración Biden las frecuentes visitas del Secretario de Estado, Antony Blinken. Así como aquellas, quizá más agresivas, de la general Laura Richardson, pragmática mastín de la injerencia estadounidense, antigua jefa del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de barras y estrellas.
Para contrarrestar la presencia y el apoyo financiero de China a la región, desde 2016 primero el Gobierno de Trump y luego el de Biden han utilizado diversos instrumentos legislativos y financieros. Iniciativas como el «Crecimiento en las Américas» de Trump [ix] o la «Ley de Competencia Estratégica» de Biden [x] tienen múltiples objetivos: facilitar la inversión del sector privado estadounidense en proyectos energéticos y de infraestructuras, reforzar la competitividad empresarial, eliminar barreras al sector privado, ampliar y reforzar la seguridad, luchar contra la corrupción, etc. También han reconocido la «vulnerabilidad» de los Estados de la región ante los préstamos chinos, por lo que impidieron a los países latinoamericanos acceder a créditos bilaterales «adicionales» del gigante asiático. Concretamente, a través de la financiación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que ha incrementado los créditos desde 2018, alcanzando la cifra récord de 23.400 millones de dólares en financiación aprobada y movilización de recursos para 2021 [xi] y de la US International Development Finance Corporation (DFC) [xii], creada a finales de 2019.
DEL MONROÍSMO AL «AMERICA FIRST» DEL PRIMER GOBIERNO DE TRUMP (2016-2020)
En términos políticos, la Doctrina Monroe y el Destino Manifiesto siguen siendo los pilares históricos, el frame (marco) en el que se mueve la política exterior de Casablanca hacia la región.
En 2018, Rex Tillerson, Secretario de Estado de Trump (y ex Director General de la petrolera Exxon Mobil), reivindicó plenamente la Doctrina Monroe como «más relevante hoy que cuando fue escrita». Y que la “autoridad” de Estados Unidos no permitiría que la región mantuviera relaciones con China.
Desde el primer momento, el gobierno de Trump apunta a Cuba, Venezuela y Nicaragua, a la que el “halcón” John Bolton, su ex “Asesor de Seguridad Nacional”, llamó la “troika de la tiranía”, el “triángulo del terror”, la “causa de inmensos sufrimientos, impulso de una enorme inestabilidad regional y sórdida cuna del comunismo” [xiii].
En 2018, Estados Unidos, utilizando las múltiples contradicciones y aprovechando innegables problemas internos, organizó y financió la «protesta social» en Nicaragua. Más de seis meses de violencia sacudieron el país, sin otro resultado que la destrucción de bienes públicos y privados, grandes pérdidas económicas y decenas de víctimas.
Estrangular a Venezuela
Respecto a Venezuela, en 2017-18 Trump aprueba nuevas medidas coercitivas unilaterales (mal llamadas ‘sanciones’). Estas nuevas medidas tienen impactos dramáticos, sobretodo en el sector de la salud, provocando la muerte de centenares de personas por la imposibilidad de curarlas. Como en la epoca de Nixon contra el Chile de Allende, se trata de “hacer chillar la economía”, de estrangular la economía venezolana. Así, los ataques se concentran contra la industria petrolera (PDVSA), para golpear el principal ingreso del país y, al mismo tiempo, impedir el envío de combustible a Cuba. Además de la multiplicación de amenazas (e intentos) de una invasión militar, en 2017 el país es sometido a seis meses de sabotajes y de violencia callejera por parte de la oposición escuadrista, seguidos de un intento de asesinato del presidente Nicolás Maduro en agosto de 2018.
Enero de 2019 marca un nuevo salto cualitativo, con el intento de montar un “gobierno paralelo” y la grotesca farsa del autoproclamado “presidente interino” Juan Guaidó, recibido con todos los honores bipartisan en Estados Unidos. En febrero, Washington organiza el “show mediático” para forzar la entrada de “ayuda humanitaria” desde la frontera con Colombia. Unos meses después, Trump acusa al Gobierno cubano de “controlar Venezuela”: amenaza endurecer el bloqueo y exige echar a los miles de asesores cubanos en educación, salud, agricultura, etc., acusándolos de ser militares disfrazados.
Como en los días de la conquista del Far West, en 2020 los sheriffs del Departamento de Estado ofrecen una recompensa de 15 millones de dólares por “información que conduzca a la detención del presidente Maduro”. Sólo faltaba la foto y las palabras «Wanted dead or alive» (Se busca vivo o muerto).
Llegado el final de su mandato, Trump lamentaba públicamente no haber podido “terminar el trabajo”, para adueñarse del país con las mayores reservas petroleras acertadas del planeta (a cuatro días de navegación de las refinerías de la costa oeste de EE.UU.), con gas, oro, tierras raras, agua, bio-diversidad, etc..
Y hace unos días, pocas horas después de la elección de Trump II, por su parte, el presidente Maduro lanza un mensaje diplomático y aperturista: ‘Se abre una oportunidad de oro para establecer relaciones de respeto y diálogo con América Latina e incluso pacificar el mundo…’.
Máxima presión sobre Cuba
El caso del bloqueo contra Cuba es quizás el más conocido. Tras las tímidas aperturas de Obama, comienza la política de «máxima presión» de Trump. Como recuerda Francisco Dominguez [xiv], el bloqueo se endurece aún más, con mayores dificultades en las transacciones financieras y comerciales con la isla. Debido al endurecimiento del bloqueo, entre abril de 2019 y marzo de 2020, por primera vez su coste anual para la isla superó los 5.000 millones de dólares (un 20% más que el año anterior). Al mismo tiempo, aumenta de 40 millones de dólares la financiación a 54 grupos opositores para organizar y sabotajes disturbios, siguiendo el guión ya visto en Venezuela, Bolivia y Nicaragua. En el medio de la pandemia de Covid19, la Casablanca lanza una cínica campaña de desprestigio de la cooperación médica cubana. Una campaña que hasta en Italia ha tenido sus patéticos megáfonos, a pesar de las brigadas medicas que ayudaron a salvar muchas vidas en el país europeo duramente golpeado por la pandemia.
Y a pocos días de dejar la presidencia, Trump lanza la última albóndiga envenenada, con la inclusión de Cuba en la lista de estados patrocinadores del terrorismo. Una medida que paraliza muchas empresas internacionales (entre ellas 75 europeas) y que aumenta aún más las dificultades para conseguir alimentos, medicinas, combustible,etc.. Para evitar dudas, hay que señalar que el «demócrata» Biden no ha eliminado ninguna de las medidas impuestas por su predecesor.
Como recordaba el escritor uruguayo, Eduardo Galeano, “Lo que molesta de Cuba no son los errores de la Revolución, que los hubo y los hay. Lo que realmente no pueden soportar es que un país tan pobre y chiquito no se doblegue ante el imperio”.
Un golpe llamado litio
En 2019, last but not least, por último, pero no por ello menos importante, el golpe en Bolivia contra el legítimo presidente Evo Morales. Un golpe orquestado y financiado como siempre por Washington y cocinado sobre la marcha por su embajada y la derecha fascista boliviana. En la represión golpista hubo decenas de muertos y heridos, que aún esperan justicia. Como se sabe, Elon Musk es muy aficionado al litio (del que Bolivia es rica) para las baterías de sus coches eléctricos Tesla y, en esa ocasión, uno de sus tweet se hizo famoso: «Daremos golpes de Estado contra quien c…. queramos. Supérenlo» [xv].
De sus recientes declaraciones se desprende que a Trump le gustaría “terminar el trabajo”, al menos en Cuba, Venezuela y Bolivia. Y el inefable Elon Musk (que será el encargado de desmantelar el Estado), en uno de sus recientes tweet ha declarado: «Trump y yo desbancaremos de sus tronos a los dictadores comunistas, genocidas, asesinos, secuestradores y opresores. Los enderezaremos y, créanme, sucederá».
CON LA DERECHA CAMBIA LA MÚSICA… Y LOS CENTRISTAS NO SABEN BAILAR
La música cambia completamente en los países gobernados por la derecha o con fuerte presencia derechista. Milei en Argentina, Noboa en Ecuador, Bukele en El Salvador y Lacalle Pou en Uruguay recibieron con entusiasmo la victoria de Trump. Junto con el brasileño Bolsonaro y el pinochetista chileno José Antonio Kast que esperan llegar al gobierno. No hay duda de que su engorrosa presencia en el “Despacho Oval” fortalece a las fuerzas más reaccionarias y fascistas de la región, en semi-hibernación desde la política contrainsurgente del Plan Cóndor. No es casualidad que Trump, Milei, Bolsonaro, Bukele y el chileno Kast sean asiduos a las reuniones de la Conservative Political Action Conference (CPAC), la internacional reaccionaria fundada por Reagan en 1974, en la que también ha participado la entusiasta Giorgia Meloni.
Por el contrario, la mayoría de los países del continente con gobiernos que oscilan entre el centro-derecha y el centro-izquierda han evitado grandes muestras de entusiasmo o decepción, esperando con cautela los próximos movimientos del Gobierno de Trump II.
ESTADO PROFUNDO Y CAMBIOS EN LA CONTINUIDAD
En América Latina y el Caribe, los cambios son esperables sobre la base de la continuidad, como fue el caso entre las últimas administraciones Trump y Biden.
En sus líneas básicas, la política exterior estadounidense es una política de Estado y no una decisión gubernamental cambiante. En este ámbito, domina el “Deep State” el Estado profundo. Y mas allà de la retorica anti-sistema, parece dificil que Trump, aunque se sienta envalentonado, pueda lanzar una purga del Estado Profundo sin serios contratiempos. Para seguir sus directrices más claras, hay que fijarse tanto en el Departamento de Estado como en los sectores de seguridad, defensa e inteligence, como el Comando Sur o la misma CIA, que pasean de manera permanente y regular en la región desde la reactivación de la Cuarta Flota en 2008.
El objetivo a largo plazo de los poderes fácticos, del establishment, es resguardar América Latina y el Caribe como reserva de recursos estratégicos, en particular petróleo, gas, litio, tierras raras, agua y la abundante e incalculable biodiversidad. Desde los tiempos de la Doctrina Monroe y la del Destino Manifiesto, el hemisferio ha sido considerado casi como un área de seguridad interna. Una posible retaguardia para un eventual repliegue estratégico del imperio estadounidense, más aún en un escenario mundial de evidente transición hegemónica.
Con estos antecedentes, definitivamente la elección de Trump no es una buena noticia para los pueblos del continente.
[i] https://static.project2025.org/2025_MandateForLeadership_FULL.pdf[ii] https://www.heritage.org/conservatism/commentary/project-2025[iii] https://www.corriere.it/esteri/24_novembre_12/steve-bannon-intervista-2d23940b-fcc7-4a21-b4f8-baf68b67bxlk.shtml[iv] https://drive.google.com/file/d/1diht631ttHWHUe1WKc4zY2tYsFYJeg2V/view[v] Mēxihco nella lingua náhuatl[vi] https://www.telesurtv.net/mexico-redujo-flujos-migratorios-irregulares-hacia-estados-unidos/[vii] https://actualidad.rt.com/actualidad/530103-mexico-responder-aranceles-trump[viii] https://www.oas.org/en/centro-news/communicado-prensa.asp?sCodigo C-441/13[ix] https://2017-2021.state.gov/growth-in-the-americas/[x] https://www.congress.gov/bill/117th-congress/senate-bill/1169[xi] https://www.iadb.org/es/noticias/bid-alcanza-record-de-us23400-millones-en-financiamiento-y-movilizacion-para-el-2021[xii] https://www.dfc.gov/[xiii] https://www.washingtonpost.com/opinions/global-opinions/bolton-promises-to-confront-latin-americas-troika-of-tyranny/2018/11/01/df57d3d2-ddf5-11e8-85df-7a6b4d25cfbb_story.html[xiv] https://morningstaronline.co.uk/article/cuba-buckle-trump-elected-us-president[xv] https://peoplesdispatch.org/2020/07/28/we-will-coup-whoever-we-want-elon-musk-and-the-overthrow-of-democracy-in-bolivia/
22 de noviembre de 2024
Aunque ha participado en 3 elecciones presidenciales como candidato del Partido Republicano, Donald Trump no es un republicano, en el sentido estadounidense del término. Trump, que siempre ha multiplicado las referencias a Andrew Jackson, el 7º presidente de Estados Unidos (1829-1837), se define más bien como un “jacksoniano”. Para entender a Donald Trump y juzgar su manera de actuar es necesario conocer la de ese predecesor. La figura de Andrew Jackson se destaca en la historia de Estados Unidos como la del hombre que trató de transformar ese país, surgido como una monarquía sin nobleza, en una verdadera democracia y que intentó sustituir las guerras por el comercio.
25 de noviembre de 2024
26 de noviembre de 2024
Notas de Diego Pappalardo:
Nuestra opinión del 4 de noviembre de 2024, Tercer Bloque:
"También, cuando Donald Trump ayer, o este fin de semana, perdón, decía a la comunidad libanesa, a la comunidad árabe musulmana de los Estados Unidos, que él iba a, siendo elegido presidente, imponer la paz en la región, en Asia Occidental, pues esto también nos está diciendo que esa dinámica está también incidiendo en el voto de los independientes.
Y algo, atención con esto también, una parte muy importante, rutilante de las élites de los Estados Unidos no desea ninguna guerra regional en Asia Occidental ni tampoco en el mundo.
Entonces, ahí cuando Trump les habla, les dice “yo voy a llamar a la paz en la región, si me eligen presidente”, pues está apuntando a estos dos segmentos: al del electorado independiente y a los niveles de las élites estadounidenses que se oponen a este intervencionismo militarista y expansivo de los Estados Unidos".
https://vocesdelperiodista.com/programa-del-04-noviembre-de-2024/
Lo que afirmamos el 8 de noviembre de 2024, Cuarto Bloque:
"Es un pensamiento estándar, una imagen ya común que está en los ámbitos de la política y del análisis internacional de esta parte del mundo, el creer que Donald Trump es un peón, un servil o muy amigo de Benjamín Netanyahu, y nosotros decimos que eso no es así. Donald Trump no olvida lo que el actual primer ministro israelí, Netanyahu, le hizo en diciembre o noviembre del año 2020, cuando salió a felicitar al actual presidente Joe Biden, cuando Trump aguardaba en ese momento el apoyo de Netanyahu. Asimismo, amigos, es cierto, Donald Trump está a favor de la existencia del Estado de Israel, como también lo está a favor Vladimir Putin, como también lo está a favor el presidente de China, Xi Jinping.
Sin embargo, Donald Trump no va a —decimos— aplicar ese plan expansionista del sionismo allí en Asia Occidental. A diferencia de su primer mandato, aquí Donald Trump va a tener el asesoramiento especial, más allá de otros miembros conectados a Israel, del suegro de su hija.
Estamos hablando del libanés Massad Boulos.
Él es el que se va a encargar específicamente de encuadrar la política de Donald Trump respecto al Líbano, de evitar que el Líbano continúe en una guerra o que sea objetivo de una guerra contra sus intereses y su población.
Ya está demostrado que Donald Trump plantearía un nuevo acuerdo nuclear con Irán y lo trataría al comienzo, estamos hablando todos de escenarios complejos, muy complicados, con muchos antecedentes problemático.. Por lo tanto, esto no significa que vaya a ser lineal y puntual. Sin embargo, en los primeros tres o cuatro meses de su gobierno, Donald Trump va a intentar plantear unas conversaciones con algunos representantes o vasos comunicantes con la República Islámica de Irán para exponer un nuevo acuerdo.
Sin ir más lejos y sin abundar en este expediente, les digo que en esta semana, luego del triunfo de Donald Trump, ha habido ya comunicaciones por parte del equipo o miembros del equipo de Donald Trump, a través de un país muy importante del Golfo Pérsico, para relacionarse o transmitir estas ideas a la República Islámica de Irán. Luego vamos a ver hasta qué punto se van a complementar en el terreno operativo todas estas promesas o estas intenciones".
https://vocesdelperiodista.com/programa-del-08-noviembre-de-2024/
Nuestra opinión del 4 de noviembre de 2024, Tercer Bloque:
"También, cuando Donald Trump ayer, o este fin de semana, perdón, decía a la comunidad libanesa, a la comunidad árabe musulmana de los Estados Unidos, que él iba a, siendo elegido presidente, imponer la paz en la región, en Asia Occidental, pues esto también nos está diciendo que esa dinámica está también incidiendo en el voto de los independientes.
Y algo, atención con esto también, una parte muy importante, rutilante de las élites de los Estados Unidos no desea ninguna guerra regional en Asia Occidental ni tampoco en el mundo.
Entonces, ahí cuando Trump les habla, les dice “yo voy a llamar a la paz en la región, si me eligen presidente”, pues está apuntando a estos dos segmentos: al del electorado independiente y a los niveles de las élites estadounidenses que se oponen a este intervencionismo militarista y expansivo de los Estados Unidos".
https://vocesdelperiodista.com/programa-del-04-noviembre-de-2024/
Lo que afirmamos el 8 de noviembre de 2024, Cuarto Bloque:
"Es un pensamiento estándar, una imagen ya común que está en los ámbitos de la política y del análisis internacional de esta parte del mundo, el creer que Donald Trump es un peón, un servil o muy amigo de Benjamín Netanyahu, y nosotros decimos que eso no es así. Donald Trump no olvida lo que el actual primer ministro israelí, Netanyahu, le hizo en diciembre o noviembre del año 2020, cuando salió a felicitar al actual presidente Joe Biden, cuando Trump aguardaba en ese momento el apoyo de Netanyahu. Asimismo, amigos, es cierto, Donald Trump está a favor de la existencia del Estado de Israel, como también lo está a favor Vladimir Putin, como también lo está a favor el presidente de China, Xi Jinping.
Sin embargo, Donald Trump no va a —decimos— aplicar ese plan expansionista del sionismo allí en Asia Occidental. A diferencia de su primer mandato, aquí Donald Trump va a tener el asesoramiento especial, más allá de otros miembros conectados a Israel, del suegro de su hija.
Estamos hablando del libanés Massad Boulos.
Él es el que se va a encargar específicamente de encuadrar la política de Donald Trump respecto al Líbano, de evitar que el Líbano continúe en una guerra o que sea objetivo de una guerra contra sus intereses y su población.
Ya está demostrado que Donald Trump plantearía un nuevo acuerdo nuclear con Irán y lo trataría al comienzo, estamos hablando todos de escenarios complejos, muy complicados, con muchos antecedentes problemático.. Por lo tanto, esto no significa que vaya a ser lineal y puntual. Sin embargo, en los primeros tres o cuatro meses de su gobierno, Donald Trump va a intentar plantear unas conversaciones con algunos representantes o vasos comunicantes con la República Islámica de Irán para exponer un nuevo acuerdo.
Sin ir más lejos y sin abundar en este expediente, les digo que en esta semana, luego del triunfo de Donald Trump, ha habido ya comunicaciones por parte del equipo o miembros del equipo de Donald Trump, a través de un país muy importante del Golfo Pérsico, para relacionarse o transmitir estas ideas a la República Islámica de Irán. Luego vamos a ver hasta qué punto se van a complementar en el terreno operativo todas estas promesas o estas intenciones".
https://vocesdelperiodista.com/programa-del-08-noviembre-de-2024/
2 de diciembre de 2024
Comando Sur de los Estados Unidos entrega una nueva instalación militar para la Fuerza de Defensa de Guyana
defensa.com Bernardo de la Fuente
La asociación de defensa y seguridad suscrita entre la Fuerza de Defensa de Guyana (GDF) con el Comando Sur de los Estados Unidos (SOUTHCOM), ha permitido que éste último haya concluido los trabajos de ampliación de una estación fluvial de la Guardia Costera de la GDF, lo que eleva a cuatro las instalaciones militares que han sido remozadas durante el 2024 para ser usados por los diferentes servicios castrenses y de seguridad guyaneses.
La ampliación de la estructura portuaria de la estación naval de Ramp Road Ruimveldt, en Georgetown, había sido perfilado como uno de los proyectos prioritarios clave de acuerdo a la evaluación realizada por los zapadores del SOUTHCOMM durante la última edición de los ejercicios multinacionales Tradewinds 23 a la infraestructura de las GDF, por tal motivo este año los ingenieros militares del 6.° Batallón de la 1ª Brigada de Asistencia de las Fuerzas de Seguridad (1st Security Force Assistance Brigade), llevaron adelante la construcción de una rampa para el lanzamiento de embarcaciones de motores fuera de borda y el patio de almacenaje de botes interceptores en la mencionada instalación naval, así mismo, este proyecto fue financiado por el SOUTHCOM.
Con la puesta en operación de las nuevas instalaciones del servicio de Guardia Costera se tiene previsto realizar operaciones rápidas y efectivas con las lanchas patrulleras Metal Shark 29 Defiant de 29 pies y las Metal Shark 38 Defiant de 38 pies, embarcaciones que también fueron recibidas a través del programa de Ventas Militares Extranjeras (FMS) del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, o por medio de donaciones de la Iniciativa de Seguridad de la Cuenca del Caribe (CBSI) de Estados Unidos, que autorizo su construcción al astillero estadounidense Metal Shark Boats.
A esta recién remozada estación de la rama naval de la Fuerza de Defensa de Guyana, se suman la construcción de un nuevo hangar y ampliando las instalaciones ya existentes del Ala Aérea de la Fuerza de Defensa ubicadas en el Aeropuerto Internacional Eugene F. Correia – Ogle, una red de estaciones de repetidoras de radio y la Escuela de Entrenamiento Anfibio de Selva.
El SOUTHCOM, también está ayudando a la GDF a que esta fortalezca sus capacidades tecnológicas, además, de apoyar directamente en la planificación estratégica, el desarrollo de políticas y la coordinación de la cooperación militar y de seguridad para fortalecer la interoperabilidad de sus servicios ante las nuevas amenazas como son la lucha contra las organizaciones criminales transnacionales, además de otras áreas como seguridad marítima, preparación para desastres y la asistencia humanitaria.
Aeródromo Brigadier Gary Beaton
Además de la nueva instalación de la de la Guardia Costera, el jueves 28 de noviembre fue reinaugurado el Aeródromo Brigadier Gary Beaton en Eteringbang, instalación que será empleada como medio de transporte en una región que no cuenta con vías terrestres o fluviales. La recién ampliada pista tendrá una longitud de 2100 pies, lo cual permite la operación de aviones ligeros monomotor o bimotor a pistón o turbohélice, sin embargo, esta pista se encuentra ubicada a pocos metros del río Cuyuni y de la base de protección fronteriza “isla de Anacoco” de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y dentro de la Zona en Reclamación, un territorio en el que existe un diferendo desde hace más de un siglo con Guyana desde que fuera colonia Británica y al que Venezuela reclama como propio. (Bernardo de la Fuente)
La ampliación de la estructura portuaria de la estación naval de Ramp Road Ruimveldt, en Georgetown, había sido perfilado como uno de los proyectos prioritarios clave de acuerdo a la evaluación realizada por los zapadores del SOUTHCOMM durante la última edición de los ejercicios multinacionales Tradewinds 23 a la infraestructura de las GDF, por tal motivo este año los ingenieros militares del 6.° Batallón de la 1ª Brigada de Asistencia de las Fuerzas de Seguridad (1st Security Force Assistance Brigade), llevaron adelante la construcción de una rampa para el lanzamiento de embarcaciones de motores fuera de borda y el patio de almacenaje de botes interceptores en la mencionada instalación naval, así mismo, este proyecto fue financiado por el SOUTHCOM.
Con la puesta en operación de las nuevas instalaciones del servicio de Guardia Costera se tiene previsto realizar operaciones rápidas y efectivas con las lanchas patrulleras Metal Shark 29 Defiant de 29 pies y las Metal Shark 38 Defiant de 38 pies, embarcaciones que también fueron recibidas a través del programa de Ventas Militares Extranjeras (FMS) del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, o por medio de donaciones de la Iniciativa de Seguridad de la Cuenca del Caribe (CBSI) de Estados Unidos, que autorizo su construcción al astillero estadounidense Metal Shark Boats.
A esta recién remozada estación de la rama naval de la Fuerza de Defensa de Guyana, se suman la construcción de un nuevo hangar y ampliando las instalaciones ya existentes del Ala Aérea de la Fuerza de Defensa ubicadas en el Aeropuerto Internacional Eugene F. Correia – Ogle, una red de estaciones de repetidoras de radio y la Escuela de Entrenamiento Anfibio de Selva.
El SOUTHCOM, también está ayudando a la GDF a que esta fortalezca sus capacidades tecnológicas, además, de apoyar directamente en la planificación estratégica, el desarrollo de políticas y la coordinación de la cooperación militar y de seguridad para fortalecer la interoperabilidad de sus servicios ante las nuevas amenazas como son la lucha contra las organizaciones criminales transnacionales, además de otras áreas como seguridad marítima, preparación para desastres y la asistencia humanitaria.
Aeródromo Brigadier Gary Beaton
Además de la nueva instalación de la de la Guardia Costera, el jueves 28 de noviembre fue reinaugurado el Aeródromo Brigadier Gary Beaton en Eteringbang, instalación que será empleada como medio de transporte en una región que no cuenta con vías terrestres o fluviales. La recién ampliada pista tendrá una longitud de 2100 pies, lo cual permite la operación de aviones ligeros monomotor o bimotor a pistón o turbohélice, sin embargo, esta pista se encuentra ubicada a pocos metros del río Cuyuni y de la base de protección fronteriza “isla de Anacoco” de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y dentro de la Zona en Reclamación, un territorio en el que existe un diferendo desde hace más de un siglo con Guyana desde que fuera colonia Británica y al que Venezuela reclama como propio. (Bernardo de la Fuente)