175.397 extranjeros se quedaron en Ecuador en el 2018
El Universo Xavier Ramos, Katherine Mendoza Antón 18 de agosto de 2019
De los dos millones de extranjeros que vinieron a Ecuador en el 2018 se quedaron 175.397. Un 94% más que en el 2017, convirtiéndose en el mayor saldo migratorio de los últimos trece años.
Venezolanos, colombianos y peruanos lideran las cifras, sin embargo, un simple recorrido por las calles de Guayaquil evidencia la presencia de otros extranjeros. Ciudadanos de 111 nacionalidades entraron y no salieron el año pasado. Solo en la av. Víctor Emilio Estrada 65 restaurantes ofrecen sabores de 18 naciones, entre ellas México, Italia, Japón China, Estados Unidos, India, Egipto, Líbano, España, Argentina e IsraeDatos oficiales señalan que 3.216 asiáticos y 1.188 africanos que llegaron en el 2018 permanecen en Ecuador o no han registrado su salida.
Excluyendo a la migración del continente americano, quienes más se quedaron son de India, Filipinas, Camerún, Angola, Sri Lanka, Holanda, Yemen, Francia, Bangladés, Irán y Nepal.
El miércoles pasado entró en vigencia la exigencia de visa a once países, establecida en el acuerdo ministerial Nº 03, con lo que suman 23 naciones en esa condición. Entre estas figuran las de mayor saldo migratorio del 2018, excepto Filipinas, Francia, Holanda, Irán y Yemen.
El art. 40 de la Constitución reconoce el derecho a migrar y que “no se identificará ni se considerará a ningún ser humano como ilegal por su condición migratoria”.
La Cancillería argumenta que la reciente medida es preventiva, ante posibles delitos transnacionales como tráfico de migrantes, lavado de activos y tráfico de estupefacientes. Además remitió al Lagislativo una reforma migratoria.
La investigadora Daniela Célleri asegura –en el estudio ‘Situación laboral y aporte económico de los inmigrantes en el norte de Quito’– que la migración extranjera de las dos últimas décadas se caracteriza por un marcado enfoque laboral alentado por la dolarización.
La demanda de personas con títulos de cuarto nivel (Ph. D.) provocada por las reformas educativas atrajo a académicos europeos, norteamericanos y sudamericanos, menciona Célleri, quien además refiere a jubilados estadounidenses radicados en Cuenca y Cotacachi, por su buen clima y “rentabilidad de sus pensiones”.
El estudio señala entre las causas de la inmigración la crisis que enfrentan algunos países de la región, el no requerimiento de visa que aplicó el Gobierno entre el 2008 y 2013, la exigencia de visa en la Unión Europea desde el 2003 para los latinoamericanos y el aumento de las restricciones para ir a Estados Unidos tras el atentado del 11 de septiembre de 2001.
Evidencia además que el incremento de migrantes colombianos, cubanos, haitianos y venezolanos cambió la percepción de los ecuatorianos y se observa cierto nivel de rechazo. En la ponencia “Movilidad humana e integración social en Ecuador”, expuesta durante los diálogos propiciados por el Estado en febrero pasado, Mauricio Burbano también indica que los ecuatorianos tienden a valorar negativamente a las personas de países vecinos (Colombia y Perú), no así a quienes vienen de España, Estados Unidos, Alemania, Brasil y China.
Desde que Ecuador asumió el dólar como moneda oficial, en el 2000, se registra el ingreso de 21’506.380 extranjeros y la salida por puestos de control migratorio de 19’532.526.
Las historias de los extranjeros no solo las cuentan las calles y los negocios; ellos, de viva voz, comparten lo que los atrapó del país de la mitad de mundo.
El porcentaje de extranjeros que vive en Ecuador con respecto a la población total se mantiene (1,3%, según el último censo). Esto debido al crecimiento poblacional local, que a la fecha registra más de 17 millones de ecuatorianos.
Excluyendo a la migración del continente americano, quienes más se quedaron son de India, Filipinas, Camerún, Angola, Sri Lanka, Holanda, Yemen, Francia, Bangladés, Irán y Nepal.
El miércoles pasado entró en vigencia la exigencia de visa a once países, establecida en el acuerdo ministerial Nº 03, con lo que suman 23 naciones en esa condición. Entre estas figuran las de mayor saldo migratorio del 2018, excepto Filipinas, Francia, Holanda, Irán y Yemen.
El art. 40 de la Constitución reconoce el derecho a migrar y que “no se identificará ni se considerará a ningún ser humano como ilegal por su condición migratoria”.
La Cancillería argumenta que la reciente medida es preventiva, ante posibles delitos transnacionales como tráfico de migrantes, lavado de activos y tráfico de estupefacientes. Además remitió al Lagislativo una reforma migratoria.
La investigadora Daniela Célleri asegura –en el estudio ‘Situación laboral y aporte económico de los inmigrantes en el norte de Quito’– que la migración extranjera de las dos últimas décadas se caracteriza por un marcado enfoque laboral alentado por la dolarización.
La demanda de personas con títulos de cuarto nivel (Ph. D.) provocada por las reformas educativas atrajo a académicos europeos, norteamericanos y sudamericanos, menciona Célleri, quien además refiere a jubilados estadounidenses radicados en Cuenca y Cotacachi, por su buen clima y “rentabilidad de sus pensiones”.
El estudio señala entre las causas de la inmigración la crisis que enfrentan algunos países de la región, el no requerimiento de visa que aplicó el Gobierno entre el 2008 y 2013, la exigencia de visa en la Unión Europea desde el 2003 para los latinoamericanos y el aumento de las restricciones para ir a Estados Unidos tras el atentado del 11 de septiembre de 2001.
Evidencia además que el incremento de migrantes colombianos, cubanos, haitianos y venezolanos cambió la percepción de los ecuatorianos y se observa cierto nivel de rechazo. En la ponencia “Movilidad humana e integración social en Ecuador”, expuesta durante los diálogos propiciados por el Estado en febrero pasado, Mauricio Burbano también indica que los ecuatorianos tienden a valorar negativamente a las personas de países vecinos (Colombia y Perú), no así a quienes vienen de España, Estados Unidos, Alemania, Brasil y China.
Desde que Ecuador asumió el dólar como moneda oficial, en el 2000, se registra el ingreso de 21’506.380 extranjeros y la salida por puestos de control migratorio de 19’532.526.
Las historias de los extranjeros no solo las cuentan las calles y los negocios; ellos, de viva voz, comparten lo que los atrapó del país de la mitad de mundo.
El porcentaje de extranjeros que vive en Ecuador con respecto a la población total se mantiene (1,3%, según el último censo). Esto debido al crecimiento poblacional local, que a la fecha registra más de 17 millones de ecuatorianos.
Hindú experto en software tiene un restaurante
El ingreso anual a Ecuador de hindúes aumentó 15 veces en los últimos 11 años. Surendra Kumar es uno de los que se quedó. Foto: Francisco Verni
Surendra Kumar Alugula, de 29 años de edad, es una de las 10.729 personas de nacionalidad hindú que entraron a Ecuador desde 2007 y no han salido. El número de los que se quedan subió 8.103% entre 2007, cuando ingresaron y no salieron 30, y el 2018, cuando no se registró la salida de 2.461.
Kumar vino de Vijayawada en Andhra Pradesh, el sur de India. Tras arribar en 2016 con un contrato de trabajo laboró como profesor de inglés. “Un conocido me dijo que aquí había vacantes”.
Su llegada coincidió con el apogeo de migración hindú, pero desde esta semana, esa nación es parte del listado de 23 países a los que se pide visa para entrar a Ecuador.
Kumar considera positiva la migración extranjera de profesionales que no tengan antecedentes penales. En su caso, tras enseñar inglés por ocho meses en Loja, se dedicó al comercio de ropa. Y hace casi un año adquirió un restaurante de comida hindú ubicado en la avenida Víctor Emilio Estrada, en el norte de Guayaquil.
Amigos o conocidos que llegan de India a Ecuador le traen las especias necesarias en la sazón. “Canela, clavo de olor, cardamomo, flor de anís, ají seco, cilantro seco y en grano, cúrcuma, hay aquí pero la calidad es diferente, el sabor no es original”, explica.
Si bien no es hinduista –como se conoce a los que profesan el hinduismo– en el local de Urdesa tiene imágenes de algunas de las más de mil deidades de esa religión. “Soy cristiano, India es un país con mucha diversidad étnica y religiosa”, agrega.
Su título de ingeniero en software está registrado en el Senescyt, indica. Hoy es residente, proceso que le demoró 40 días.
En el restaurante Sri Thani emplea a tres personas, entre ellas, a una venezolana. El menú del local incluye varios tipos de arroz, platos típicos del sur de India: Arroz de comino, de tamarindo, de limón, de especias, tortilla de arroz con lenteja que se fermenta por 24 horas. “Me gusta Ecuador porque es un país muy tranquilo”, asegura.
Kumar vino de Vijayawada en Andhra Pradesh, el sur de India. Tras arribar en 2016 con un contrato de trabajo laboró como profesor de inglés. “Un conocido me dijo que aquí había vacantes”.
Su llegada coincidió con el apogeo de migración hindú, pero desde esta semana, esa nación es parte del listado de 23 países a los que se pide visa para entrar a Ecuador.
Kumar considera positiva la migración extranjera de profesionales que no tengan antecedentes penales. En su caso, tras enseñar inglés por ocho meses en Loja, se dedicó al comercio de ropa. Y hace casi un año adquirió un restaurante de comida hindú ubicado en la avenida Víctor Emilio Estrada, en el norte de Guayaquil.
Amigos o conocidos que llegan de India a Ecuador le traen las especias necesarias en la sazón. “Canela, clavo de olor, cardamomo, flor de anís, ají seco, cilantro seco y en grano, cúrcuma, hay aquí pero la calidad es diferente, el sabor no es original”, explica.
Si bien no es hinduista –como se conoce a los que profesan el hinduismo– en el local de Urdesa tiene imágenes de algunas de las más de mil deidades de esa religión. “Soy cristiano, India es un país con mucha diversidad étnica y religiosa”, agrega.
Su título de ingeniero en software está registrado en el Senescyt, indica. Hoy es residente, proceso que le demoró 40 días.
En el restaurante Sri Thani emplea a tres personas, entre ellas, a una venezolana. El menú del local incluye varios tipos de arroz, platos típicos del sur de India: Arroz de comino, de tamarindo, de limón, de especias, tortilla de arroz con lenteja que se fermenta por 24 horas. “Me gusta Ecuador porque es un país muy tranquilo”, asegura.
Dos argentinos llegaron como mochileros y se quedaron
Gonzalo Goya y Matías Cardoso en su paso por Machu Picchu, Perú. Foto: Cortesía
El 5 de febrero de 2017 llegaron como mochileros Gonzalo Goya y Matías Cardoso, dos argentinos que el 10 de enero de ese año salieron de su patria, por el norte, para recorrer Bolivia, Perú y Ecuador, donde tenían amigos que les dejó el jiu-jitsu. El primero pensaba trabajar tres meses acá para comprar su vuelo de retorno.
Sin embargo, una oportunidad de trabajo estable se les abrió en el arte marcial.
En el 2016 Gastón López llegó para laborar en Salinas. Ese mismo año Mateo Castaño, su padre y Matías Orué lo visitaron para traerle a su mascota Lupita y el último se quedó. Precisamente Orué empezó a dar clases de jiu-jitsu en Manta, donde se inscribió Ricardo Ferri, el gerente general del Hotel Oro Verde, quien le planteó abrir una academia dentro del hotel, cuenta Gonzalo.
Cuando llegó él con Cardoso, había puestos disponibles en la seguridad y además la academia Alliance Oro Verde Manta se estaba montando, con vacantes.
No dudaron, arreglaron la visa y hoy laboran con Orué, quien es el profesor oficial de la academia y el jefe del Oro Fitness. La novia de Gonzalo, Alejandra Gezn, se les unió seis meses después.
Sin embargo, una oportunidad de trabajo estable se les abrió en el arte marcial.
En el 2016 Gastón López llegó para laborar en Salinas. Ese mismo año Mateo Castaño, su padre y Matías Orué lo visitaron para traerle a su mascota Lupita y el último se quedó. Precisamente Orué empezó a dar clases de jiu-jitsu en Manta, donde se inscribió Ricardo Ferri, el gerente general del Hotel Oro Verde, quien le planteó abrir una academia dentro del hotel, cuenta Gonzalo.
Cuando llegó él con Cardoso, había puestos disponibles en la seguridad y además la academia Alliance Oro Verde Manta se estaba montando, con vacantes.
No dudaron, arreglaron la visa y hoy laboran con Orué, quien es el profesor oficial de la academia y el jefe del Oro Fitness. La novia de Gonzalo, Alejandra Gezn, se les unió seis meses después.
Croata levantó negocio en Quito
El croata Goran Gadzovski (d) vive desde el 2007 en Quito. Foto: Estuardo Vera
En la empresa del croata Goran Gadzovski en Quito laboran hoy 22 personas. La compañía Hidromag, que se encarga de reparar maquinaria industrial, se creó en el 2009.
Goran llegó a Ecuador en agosto del 2007 y se casó con la ecuatoriana Yesenia Revelo en abril del 2008, a quien conoció un año antes en Israel. Primero enseñó inglés y luego entró a una empresa donde conoció a dos hermanos ecuatorianos, que hoy son sus socios en la fundación de Hidromag.
Él tiene un título en Ciencias Políticas obtenido en la capital croata Zagreb, pero se desarrolló en Ecuador en el área de la Ingeniería Mecánica. “Mi esposa ya está embarazada, esperamos a nuestra primera hija”, cuenta.
De Ecuador resalta el potencial para hacer negocios, pero cuestiona el nivel de inseguridad del país. “Cuando uno tiene trabajo es más fácil soportar cualquier problema”, asegura.
Goran, de 37 años, es hijo único y sus padres viven en Croacia. Su madre ha venido tres veces al país. “Ellos son jubilados, no los he ayudado mucho porque no tienen necesidad, solo por cumpleaños o por Navidad. En Europa los ingresos son mejores”. (I)
Goran llegó a Ecuador en agosto del 2007 y se casó con la ecuatoriana Yesenia Revelo en abril del 2008, a quien conoció un año antes en Israel. Primero enseñó inglés y luego entró a una empresa donde conoció a dos hermanos ecuatorianos, que hoy son sus socios en la fundación de Hidromag.
Él tiene un título en Ciencias Políticas obtenido en la capital croata Zagreb, pero se desarrolló en Ecuador en el área de la Ingeniería Mecánica. “Mi esposa ya está embarazada, esperamos a nuestra primera hija”, cuenta.
De Ecuador resalta el potencial para hacer negocios, pero cuestiona el nivel de inseguridad del país. “Cuando uno tiene trabajo es más fácil soportar cualquier problema”, asegura.
Goran, de 37 años, es hijo único y sus padres viven en Croacia. Su madre ha venido tres veces al país. “Ellos son jubilados, no los he ayudado mucho porque no tienen necesidad, solo por cumpleaños o por Navidad. En Europa los ingresos son mejores”. (I)
20 de agosto de 2019