5 razones que explican por qué ganó Alberto Fernández en las PASO 2019
Perfil Facundo Falduto 12 de agosto de 2019
La sorpresiva diferencia sobre el oficialismo se construyó en los meses previos a las primarias, y comenzó con la unidad del peronismo.
Alberto Fernández. Foto: NA
La tendencia estaba clara en la previa, pero el resultado sorprendió por la diferencia. El demorado y cuestionado escrutinio provisorio terminó mostrando una aplastante ventaja de unos 15 puntos a favor del Frente de Todos en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) de este domingo 11 de agosto. Con la tendencia irreversible de una derrota oficialista, y frente a un fracaso generalizado de la mayoría de las encuestas, se puede abrir la disección de la campaña del kirchnerismo y marcar los puntos en los que acertó, al menos hasta octubre. ¿Por qué fue tan amplio el triunfo de Alberto Fernández? A continuación, cinco breves razones.
1. Porque logró la unión del peronismo
A Cristina Fernández de Kirchner le deben haber molestado los resultados de las legislativas de 2017, no tanto por la derrota sino por la matemática: las tres fórmulas peronistas, que fueron separadas, hubiesen superado un 50% frente al 41% que obtuvo Cambiemos en la derrota. El cambio de timón lo anticipó en una de las entrevistas que brindó ese año, después de las PASO pero antes de las generales. "Si en el 2019 yo soy un obstáculo para lograr la unidad del peronismo y ganar las elecciones, no voy a ser ningún obstáculo, al contrario. Voy a hacer todo lo necesario para que el peronismo, no solamente el peronismo porque el peronismo nunca ganó solo las elecciones, sino el peronismo en un frente amplio, como en una fuerza amplíe sus fronteras a la ciudadanía algo mejor que lo que hoy está teniendo", le dijo a Luis Novaresio. Cumplió en mayo de 2019 con el "renunciamiento histórico" hacia la vicepresidencia y la elección de Alberto Fernández como precandidato presidencial. Para entonces, ya llevaba varios meses de acercamiento con muchos de los dirigentes que se distanciaron del kirchnerismo en la diáspora de la década que empezó con el conflicto con el campo: Felipe Solá, Hugo Moyano, el propio Fernández. Luego llegaría la reconciliación mayor: Sergio Massa como primer candidato a diputado nacional en la provincia de Buenos Aires. La senadora nacional no fue la única que tejió la reunificación del viejo Partido Justicialista. El exjefe de Gabinete visitó cada provincia desairada en los años previos y acordó incluso con los gobernadores y candidatos que años antes eran "alternativos" a ultranza: Juan Schiaretti, Alberto Rodríguez Sáa, Omar Perotti. Salvo esquirlas sueltas como Pichetto y Lavagna, el peronismo entró en su totalidad. Esta larga marcha adelante ayudó a no depender solo del conurbano bonaerense, el norte y la patagonia: logró perforar la zona centro y hasta logró el milagro de romper el predominio de Juntos por el Cambio en bastiones como Córdoba y Mendoza. Ese trabajo colaboró con la amplitud de la victoria.
1. Porque logró la unión del peronismo
A Cristina Fernández de Kirchner le deben haber molestado los resultados de las legislativas de 2017, no tanto por la derrota sino por la matemática: las tres fórmulas peronistas, que fueron separadas, hubiesen superado un 50% frente al 41% que obtuvo Cambiemos en la derrota. El cambio de timón lo anticipó en una de las entrevistas que brindó ese año, después de las PASO pero antes de las generales. "Si en el 2019 yo soy un obstáculo para lograr la unidad del peronismo y ganar las elecciones, no voy a ser ningún obstáculo, al contrario. Voy a hacer todo lo necesario para que el peronismo, no solamente el peronismo porque el peronismo nunca ganó solo las elecciones, sino el peronismo en un frente amplio, como en una fuerza amplíe sus fronteras a la ciudadanía algo mejor que lo que hoy está teniendo", le dijo a Luis Novaresio. Cumplió en mayo de 2019 con el "renunciamiento histórico" hacia la vicepresidencia y la elección de Alberto Fernández como precandidato presidencial. Para entonces, ya llevaba varios meses de acercamiento con muchos de los dirigentes que se distanciaron del kirchnerismo en la diáspora de la década que empezó con el conflicto con el campo: Felipe Solá, Hugo Moyano, el propio Fernández. Luego llegaría la reconciliación mayor: Sergio Massa como primer candidato a diputado nacional en la provincia de Buenos Aires. La senadora nacional no fue la única que tejió la reunificación del viejo Partido Justicialista. El exjefe de Gabinete visitó cada provincia desairada en los años previos y acordó incluso con los gobernadores y candidatos que años antes eran "alternativos" a ultranza: Juan Schiaretti, Alberto Rodríguez Sáa, Omar Perotti. Salvo esquirlas sueltas como Pichetto y Lavagna, el peronismo entró en su totalidad. Esta larga marcha adelante ayudó a no depender solo del conurbano bonaerense, el norte y la patagonia: logró perforar la zona centro y hasta logró el milagro de romper el predominio de Juntos por el Cambio en bastiones como Córdoba y Mendoza. Ese trabajo colaboró con la amplitud de la victoria.
2. Porque supo dividir la campaña
La multiplicidad de figuras fuertes en la boleta opositora permitió apuntar a distintos públicos a lo largo de los tres primeros meses de campaña. "Segmentar", dirían los duránbarbistas que no tuvieron tanta suerte y debieron esconder la cara (y el tramo de la boleta) de Mauricio Macri en los distritos más adversos. Alberto Fernández se puso al hombro el esfuerzo proselitista y, después de tambalear al principio, pudo instalarse como el protagonista que debía ser. No estuvo solo: Cristina apeló a la cercanía típica de las campañas macristas anteriores con su tour de happenings, presentando Sinceramente por todo el país. Kicillof recorrió toda la provincia de Buenos Aires en un Renault Clío viejo, esquivando multas y fotos con intendentes incómodos. Incluso sin saber distinguir una mandarina de una naranja, el exministro de Economía marcó una hazaña que parecía imposible en la previa: ganarle a María Eugenia Vidal, la dirigente de Cambiemos con mejor imagen del país. Massa apuntó al votante de clase media-baja del conurbano que se fue en 2013 y Solá apeló a los moderados que partieron antes, para después sumarse como vocero de Alberto. Sin nombrarla, se buscó recrear la transversalidad a la que apuntó CFK en sus primeros mandatos, con el objetivo claro: construir mayorías.
La multiplicidad de figuras fuertes en la boleta opositora permitió apuntar a distintos públicos a lo largo de los tres primeros meses de campaña. "Segmentar", dirían los duránbarbistas que no tuvieron tanta suerte y debieron esconder la cara (y el tramo de la boleta) de Mauricio Macri en los distritos más adversos. Alberto Fernández se puso al hombro el esfuerzo proselitista y, después de tambalear al principio, pudo instalarse como el protagonista que debía ser. No estuvo solo: Cristina apeló a la cercanía típica de las campañas macristas anteriores con su tour de happenings, presentando Sinceramente por todo el país. Kicillof recorrió toda la provincia de Buenos Aires en un Renault Clío viejo, esquivando multas y fotos con intendentes incómodos. Incluso sin saber distinguir una mandarina de una naranja, el exministro de Economía marcó una hazaña que parecía imposible en la previa: ganarle a María Eugenia Vidal, la dirigente de Cambiemos con mejor imagen del país. Massa apuntó al votante de clase media-baja del conurbano que se fue en 2013 y Solá apeló a los moderados que partieron antes, para después sumarse como vocero de Alberto. Sin nombrarla, se buscó recrear la transversalidad a la que apuntó CFK en sus primeros mandatos, con el objetivo claro: construir mayorías.
3. Porque no se subió a la campaña del miedo
Alberto Fernández buscó mostrarse como moderado a caballo de esa reconciliación. Quiso mostrar que volvió para recrear un peronismo sensato, lejos de la idea de "ministerio de la venganza" que buscaron instalar los periodistas militantes macristas. Le costó encontrar el tono: primero con las supuestas amenazas a jueces y cruces con periodistas, después con el affaire Sandra Pitta, y también con la desmentida de la agresión a un hombre que intentó escracharlo. Pero terminó imponiendo cierta calma en medio de las amenazas oficialistas sobre Venezuela, el populismo y los presos de las cárceles sueltos.
4. Porque pudo instalar temas
La economía iba a ser (y fue) el gran eje de los primeros meses de campaña. El macrismo intentó controlar ese ámbito congelando las tarifas, planchando el dólar y reactivando el consumo con préstamos y Ahora 12. Todo financiado por el préstamo de campaña multimillonario del FMI. La calma cambiaria y la búsqueda infructuosa del "piso" de la recesión no alcanzaron para tapar la falta de propuestas económicas del oficialismo. "Hacer lo mismo, pero más rápido", fue el eje de discurso macrista y la veta que encontró la oposición para hablar de economía. Alberto Fernández pudo instalar un tema con las tasas de interés de Leliq y oponerlo a propuestas tangibles (aumentar las jubilaciones y los sueldos). Las malas interpretaciones de un mensaje a veces intencionalmente ambiguo no evitaron que la mala praxis económica del Gobierno finalmente se impusiera en la realidad.
Alberto Fernández buscó mostrarse como moderado a caballo de esa reconciliación. Quiso mostrar que volvió para recrear un peronismo sensato, lejos de la idea de "ministerio de la venganza" que buscaron instalar los periodistas militantes macristas. Le costó encontrar el tono: primero con las supuestas amenazas a jueces y cruces con periodistas, después con el affaire Sandra Pitta, y también con la desmentida de la agresión a un hombre que intentó escracharlo. Pero terminó imponiendo cierta calma en medio de las amenazas oficialistas sobre Venezuela, el populismo y los presos de las cárceles sueltos.
4. Porque pudo instalar temas
La economía iba a ser (y fue) el gran eje de los primeros meses de campaña. El macrismo intentó controlar ese ámbito congelando las tarifas, planchando el dólar y reactivando el consumo con préstamos y Ahora 12. Todo financiado por el préstamo de campaña multimillonario del FMI. La calma cambiaria y la búsqueda infructuosa del "piso" de la recesión no alcanzaron para tapar la falta de propuestas económicas del oficialismo. "Hacer lo mismo, pero más rápido", fue el eje de discurso macrista y la veta que encontró la oposición para hablar de economía. Alberto Fernández pudo instalar un tema con las tasas de interés de Leliq y oponerlo a propuestas tangibles (aumentar las jubilaciones y los sueldos). Las malas interpretaciones de un mensaje a veces intencionalmente ambiguo no evitaron que la mala praxis económica del Gobierno finalmente se impusiera en la realidad.
5. Porque apuntó por encima de la grieta
Cambiemos, el periodismo y parte de la oposición apostaron a la polarización en la campaña. En ese marco, el mensaje de unidad (primero hacia el peronismo, luego hacia el resto de la población) terminó resultando un bálsamo. Lejos del discurso del kirchnerismo de 2007 a 2017, el Frente de Todos hizo honor a su nombre y apuntó por encima de la grieta. El mensaje de Alberto Fernández este domingo lo cristalizó: "Conmigo la grieta se termino para siempre y la venganza también", dijo antes de conocerse el resultado. Habrá que ver cuánto tiempo dura.
Cambiemos, el periodismo y parte de la oposición apostaron a la polarización en la campaña. En ese marco, el mensaje de unidad (primero hacia el peronismo, luego hacia el resto de la población) terminó resultando un bálsamo. Lejos del discurso del kirchnerismo de 2007 a 2017, el Frente de Todos hizo honor a su nombre y apuntó por encima de la grieta. El mensaje de Alberto Fernández este domingo lo cristalizó: "Conmigo la grieta se termino para siempre y la venganza también", dijo antes de conocerse el resultado. Habrá que ver cuánto tiempo dura.
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