Albert Rivera, un ciudadano de la globalización
Diego Pappalardo 11 de febrero de 2018
“Es joven, liberal, catalán y fan del francés Emmanuel Macron y del canadiense Justin Trudeau”. Con esa descripción, la agencia de información mundial, AFP, inició su reporte propagandístico de Albert Rivera, publicado el día 8 del corriente mes y al cual intituló en su nodo de habla inglesa “Rivera: Spain's anti-independence Catalan who wants to be PM”.1
Al igual que los mandatarios extranjeros mencionados, Rivera se adscribe a los modos ideológicos de la Plutocracia Internacional realmente existente y, palmariamente, ansía ser protagonista principal en la edificación de la España 2030, bajo el paradigma del mundialismo totalitario.
La gran narrativa medial-política que se está fraguando en torno a la imagen de liderazgo de Rivera, reescribiendo su vida con una carga patriótica que entitativamente no posee y elevándole artificialmente a una dimensión de estadista, en la que objetivamente no está, ni tampoco lo estará, en tanto y en cuanto sólo se atenga a la aplicación automática de los dictados del Poder Global del Dinero.
Partiendo de la instrumentalización de una creación imaginativa de sus propagandistas externos e internos para ser comprada por la población desde la tribuna, Rivera dice corresponder a las nociones culturales del patrimonio histórico del pueblo español, pero ante el equipo periodístico de AFP, admite:"La globalización no es una opción, es una realidad, es como que sale el sol, no hay que discutirla, el tema es cómo la aprovechas", soslayando que la globalización es un fenómeno geopolítico-histórico caracterizado, esencial y fácticamente, por la transferencia de poder individual y comunitario de las naciones hacia la Súper Elite Mundial. Los propietarios del Poder Global del Dinero, a través de ideologías (calentamiento global, de género, desindustrialización de la economía real, desarme poblacional, multiculturalismo, entre otras) y de esquemas empíricos, plasman un nuevo giro antropológico, buscando la uniformidad en el pensamiento y el modus vivendi de la humanidad. Asimismo, preconizan una economía global, centrada en la usura, para que el hombre sea deudor permanente, un mero consumidor de la manufactura y/o servicios (de electrónica, robótica y comunicativa) provenientes de las empresas multinacionales adheridas a las redes del formato globalizador y, finalmente, reconstituirlo en mano de obra barata.
Proceso que, ineluctable y gradualmente, pauperiza y esclaviza a las naciones, erosionando la soberanía política y la independencia económica de los estados. A éstos los reconvierte en gerencias funcionales para dinamizar mejor el proyecto globalista y aumentar la eficiencia del método recaudador.
Rivera también desconsidera, tanto las turbulencias de la globalización, como los emergentes desglobalizadores y, sobre todo, demuestra –una vez más- su voluntad de servir a los intereses transnacionales.
Ante los suyos, reconoce que se está transformando en un pilar político en España para cumplir en la condición de gerente con la misión que facciones internacionalistas le están encomendando: exiliar a los obstructores metafísicos e históricos que pausan el ingreso del país al escenario geopolítico programada por aquellas.
Por la lógica internacionalista, Rivera acaba de ser portada del Financial Times, periódico del Poder Británico que también comparó al político profesional catalán con Macron y Trudeau y retrató a Ciudadanos como "el partido más popular del momento en España y uno de los vencedores políticos del caos catalán".2 También en su última edición, el semanario The Economist, instrumento de la geopolítica bancaria-británica, prosigue elogiando a Rivera y a Ciudadanos y resalta la opinión de Rivera de que su organización es parte de un movimiento mundial que, entre otros menesteres, está inmerso en la gran batalla entre el liberalismo y la sociedad abierta, por un lado, y el populismo-nacionalismo y una sociedad cerrada, por el otro.
Pero The Economist, pese a resaltar la figura de Rivera, pide no subestimar a Rajoy porque el inquilino de la Moncloa posee capacidad política, brinda estabilidad y experiencia a sus votantes y, si colabora en ubicar a Luis de Guindos en la Vicepresidencia del Banco Central Europeo, obtendría un beneficio importante para su sector.3
Al igual que los mandatarios extranjeros mencionados, Rivera se adscribe a los modos ideológicos de la Plutocracia Internacional realmente existente y, palmariamente, ansía ser protagonista principal en la edificación de la España 2030, bajo el paradigma del mundialismo totalitario.
La gran narrativa medial-política que se está fraguando en torno a la imagen de liderazgo de Rivera, reescribiendo su vida con una carga patriótica que entitativamente no posee y elevándole artificialmente a una dimensión de estadista, en la que objetivamente no está, ni tampoco lo estará, en tanto y en cuanto sólo se atenga a la aplicación automática de los dictados del Poder Global del Dinero.
Partiendo de la instrumentalización de una creación imaginativa de sus propagandistas externos e internos para ser comprada por la población desde la tribuna, Rivera dice corresponder a las nociones culturales del patrimonio histórico del pueblo español, pero ante el equipo periodístico de AFP, admite:"La globalización no es una opción, es una realidad, es como que sale el sol, no hay que discutirla, el tema es cómo la aprovechas", soslayando que la globalización es un fenómeno geopolítico-histórico caracterizado, esencial y fácticamente, por la transferencia de poder individual y comunitario de las naciones hacia la Súper Elite Mundial. Los propietarios del Poder Global del Dinero, a través de ideologías (calentamiento global, de género, desindustrialización de la economía real, desarme poblacional, multiculturalismo, entre otras) y de esquemas empíricos, plasman un nuevo giro antropológico, buscando la uniformidad en el pensamiento y el modus vivendi de la humanidad. Asimismo, preconizan una economía global, centrada en la usura, para que el hombre sea deudor permanente, un mero consumidor de la manufactura y/o servicios (de electrónica, robótica y comunicativa) provenientes de las empresas multinacionales adheridas a las redes del formato globalizador y, finalmente, reconstituirlo en mano de obra barata.
Proceso que, ineluctable y gradualmente, pauperiza y esclaviza a las naciones, erosionando la soberanía política y la independencia económica de los estados. A éstos los reconvierte en gerencias funcionales para dinamizar mejor el proyecto globalista y aumentar la eficiencia del método recaudador.
Rivera también desconsidera, tanto las turbulencias de la globalización, como los emergentes desglobalizadores y, sobre todo, demuestra –una vez más- su voluntad de servir a los intereses transnacionales.
Ante los suyos, reconoce que se está transformando en un pilar político en España para cumplir en la condición de gerente con la misión que facciones internacionalistas le están encomendando: exiliar a los obstructores metafísicos e históricos que pausan el ingreso del país al escenario geopolítico programada por aquellas.
Por la lógica internacionalista, Rivera acaba de ser portada del Financial Times, periódico del Poder Británico que también comparó al político profesional catalán con Macron y Trudeau y retrató a Ciudadanos como "el partido más popular del momento en España y uno de los vencedores políticos del caos catalán".2 También en su última edición, el semanario The Economist, instrumento de la geopolítica bancaria-británica, prosigue elogiando a Rivera y a Ciudadanos y resalta la opinión de Rivera de que su organización es parte de un movimiento mundial que, entre otros menesteres, está inmerso en la gran batalla entre el liberalismo y la sociedad abierta, por un lado, y el populismo-nacionalismo y una sociedad cerrada, por el otro.
Pero The Economist, pese a resaltar la figura de Rivera, pide no subestimar a Rajoy porque el inquilino de la Moncloa posee capacidad política, brinda estabilidad y experiencia a sus votantes y, si colabora en ubicar a Luis de Guindos en la Vicepresidencia del Banco Central Europeo, obtendría un beneficio importante para su sector.3