Andrés Pierantoni: Bolsonaro siguió las orientaciones de Trump al hacer declaraciones sobre Ucrania
Dmitry Straus 1 de marzo de 2022 Ucracia.ru
Experto venezolano en entrevista con Ukraina.ru reveló los antecedentes de la inesperada visita de Jair Bolsonaro a Moscú y sus aún más inesperadas declaraciones sobre el conflicto en Ucrania
- Señor Andrés, recientemente se supo que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, inesperadamente refutó duramente a su vicepresidente, António Martins Mourán, sobre la situación en Ucrania. Previo a esto, Mourán sometió a duras críticas a la operación militar de la Federación Rusa.
Y Bolsonaro dijo que Brasil es neutral en el conflicto entre Rusia y Ucrania e incluso criticó al pueblo ucraniano por “elegir al comediante [Vladimir Zelensky] como presidente”. El actual presidente de Brasil sigue sorprendiendo. Nunca se refirió a amigos o aliados de Rusia. Hace tres años, participó muy activamente en los intentos de derrocar al presidente venezolano, Nicolás Maduro, aliado de Rusia en América del Sur. En una entrevista con nuestra publicación en julio pasado, dijo que Bolsonaro hizo todo lo posible para paralizar el trabajo de los BRICS.
Y de repente, una reciente visita a Moscú, de la que las autoridades de los Estados Unidos trataron, sin éxito, de disuadirlo y durante la que, por cierto, obedeció las restricciones establecidas en Rusia en relación con la pandemia y usó mascarilla, aunque en casa se niega obstinadamente a hacerlo.
¿Qué explica este repentino impulso “prorruso” suyo?
Bolsonaro es un importante aliado del ex-presidente estadounidense Donald Trump . Me queda claro que el presidente brasileño recibió orientaciones de su “protector” estadounidense para acercarse a Rusia.
Y el punto aquí no es que Trump sea supuestamente una figura “prorrusa”, ni sus buenas relaciones personales con el presidente ruso Vladimir Putin. Y ni siquiera que quiera construir "Torres Trump" en toda Rusia. Para entender el accionar del ex-presidente de los Estados Unidos, es necesario recordar quién es su principal adversario.
- ¿Te refieres a contradicciones americanas internas?
- Sí. Trump es un populista y demagogo, pero yo diría que es un patriota* de los Estados Unidos, y en esta capacidad se opone a los globalistas estadounidenses. Como presidente estadounidense, trató de seguir políticas que fueran beneficiosas para los empresarios estadounidenses (productores, no especuladores) y, en parte, para sus empleados. Su principal oponente es la base del globalismo estadounidense, principalmente el complejo militar-industrial, cuyo super-poder fue advertido en su mensaje a la nación en enero de 1961 por el presidente estadounidense Dwight Eisenhower al final de su mandato.
Pero desde entonces, este complejo militar-industrial se ha ampliado y fortalecido: también incluye a la "comunidad de inteligencia estadounidense" y los negocios de Silicon Valley liderados por GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple) que dominan las "redes sociales", así como el mundo del entretenimiento - desde la Walt Disney Company hasta Hollywood (basta pensar en películas sobre la guerra contra el "Tercer Reich", según las cuales la ganaron los angloamericanos, no la URSS) - y los medios de comunicación "mainstream", que se han convertido, en buena medida, en el aparato propagandístico de ese mismo complejo militar-industrial.
Entonces, Trump, sin ser pacifista en absoluto y sin objetar la existencia de un poderoso aparato militar en defensa de los intereses del estado estadounidense, sin embargo, cree que ese actual complejo militar-industrial y las estructuras relacionadas deben reestructurarse para cumplir con las tareas reales de la defensa de EEUU, y no poner sus intereses por encima de los del estado como una especie de pulpo insaciable, que succiona una parte cada vez mayor del presupuesto federal, dificultando así el desarrollo de la economía del país.
Y ese desarrollo es necesario para que ese país pueda competir con China, el verdadero adversario estratégico de los EE.UU.
Y tiene razones para tal opinión. Por ejemplo, uno de los objetivos de la crisis provocada en torno a Ucrania es crear una atmósfera de paranoia en las naciones miembros de la OTAN, que justifique una carrera armamentista insana (láser, espacial, etc.) sobre la base de una especie de “keynesianismo militar”, es decir, mediante un “déficit spending” (“gasto deficitario”) desenfrenado, cuyo efecto inflacionario se pretende distribuir – a través de la “impresión” del dólar – a todo el planeta.
Trump lo entiende bien, cree que el complejo militar-industrial, como advirtió Eisenhower hace 61 años, puede destruir la economía de Estados Unidos y la estabilidad en todo el mundo.
También entiende que la Federación Rusa y Putin se interponen en el camino de este “establishment”, que tiene una enorme influencia.
Por eso, instruyó a Bolsonaro de acercarse a Putin.
Y el presidente de Brasil no tiene más remedio que obedecer estas orientaciones porque, de acuerdo a las encuestas, está perdiendo las próximas elecciones presidenciales.
Carece de apoyo interno y sus políticas en varias áreas (como el fomento de la deforestación en la Amazonía) lo han aislado en el escenario internacional.
Si pierde y no admite la derrota, apostando al caos, al estilo de Trump en enero del año pasado, entonces el obtener un fuerte apoyo desde un factor que estaría de regreso al poder en los Estados Unidos será vital para él. Tendrá que aguantar algunas semanas para conseguir este apoyo, porque la elección presidencial de Brasil se realizará el 2 de octubre y las “elecciones de medio término” de EEUU, cuando se renovará la mitad del Senado y el Congreso, es el próximo 8 de noviembre.
Si el presidente Joe Biden no logra revertir el declive de su popularidad (para lo cual necesita una “victoria” en el frente europeo de la OTAN que compense la caída de popularidad provocada por la caótica retirada de Afganistán), es probable que los republicanos obtengan la mayoría en el Senado y probablemente también en el Congreso.
Así, allanarán el camino para una victoria republicana en las elecciones de 2024, donde el propio Trump desempeñaría el papel de candidato o un papel decisivo en la elección de otro candidato.
Así es como veo el trasfondo de los sentimientos “prorrusos” que de repente se manifestaron en Bolsonaro.
Por cierto, hace unos días, las autoridades brasileñas desbloquearon los pasos fronterizos en la frontera venezolana. Sospecho que esto también fue el resultado de la visita inusual del presidente brasileño a Moscú.
Y Bolsonaro dijo que Brasil es neutral en el conflicto entre Rusia y Ucrania e incluso criticó al pueblo ucraniano por “elegir al comediante [Vladimir Zelensky] como presidente”. El actual presidente de Brasil sigue sorprendiendo. Nunca se refirió a amigos o aliados de Rusia. Hace tres años, participó muy activamente en los intentos de derrocar al presidente venezolano, Nicolás Maduro, aliado de Rusia en América del Sur. En una entrevista con nuestra publicación en julio pasado, dijo que Bolsonaro hizo todo lo posible para paralizar el trabajo de los BRICS.
Y de repente, una reciente visita a Moscú, de la que las autoridades de los Estados Unidos trataron, sin éxito, de disuadirlo y durante la que, por cierto, obedeció las restricciones establecidas en Rusia en relación con la pandemia y usó mascarilla, aunque en casa se niega obstinadamente a hacerlo.
¿Qué explica este repentino impulso “prorruso” suyo?
Bolsonaro es un importante aliado del ex-presidente estadounidense Donald Trump . Me queda claro que el presidente brasileño recibió orientaciones de su “protector” estadounidense para acercarse a Rusia.
Y el punto aquí no es que Trump sea supuestamente una figura “prorrusa”, ni sus buenas relaciones personales con el presidente ruso Vladimir Putin. Y ni siquiera que quiera construir "Torres Trump" en toda Rusia. Para entender el accionar del ex-presidente de los Estados Unidos, es necesario recordar quién es su principal adversario.
- ¿Te refieres a contradicciones americanas internas?
- Sí. Trump es un populista y demagogo, pero yo diría que es un patriota* de los Estados Unidos, y en esta capacidad se opone a los globalistas estadounidenses. Como presidente estadounidense, trató de seguir políticas que fueran beneficiosas para los empresarios estadounidenses (productores, no especuladores) y, en parte, para sus empleados. Su principal oponente es la base del globalismo estadounidense, principalmente el complejo militar-industrial, cuyo super-poder fue advertido en su mensaje a la nación en enero de 1961 por el presidente estadounidense Dwight Eisenhower al final de su mandato.
Pero desde entonces, este complejo militar-industrial se ha ampliado y fortalecido: también incluye a la "comunidad de inteligencia estadounidense" y los negocios de Silicon Valley liderados por GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple) que dominan las "redes sociales", así como el mundo del entretenimiento - desde la Walt Disney Company hasta Hollywood (basta pensar en películas sobre la guerra contra el "Tercer Reich", según las cuales la ganaron los angloamericanos, no la URSS) - y los medios de comunicación "mainstream", que se han convertido, en buena medida, en el aparato propagandístico de ese mismo complejo militar-industrial.
Entonces, Trump, sin ser pacifista en absoluto y sin objetar la existencia de un poderoso aparato militar en defensa de los intereses del estado estadounidense, sin embargo, cree que ese actual complejo militar-industrial y las estructuras relacionadas deben reestructurarse para cumplir con las tareas reales de la defensa de EEUU, y no poner sus intereses por encima de los del estado como una especie de pulpo insaciable, que succiona una parte cada vez mayor del presupuesto federal, dificultando así el desarrollo de la economía del país.
Y ese desarrollo es necesario para que ese país pueda competir con China, el verdadero adversario estratégico de los EE.UU.
Y tiene razones para tal opinión. Por ejemplo, uno de los objetivos de la crisis provocada en torno a Ucrania es crear una atmósfera de paranoia en las naciones miembros de la OTAN, que justifique una carrera armamentista insana (láser, espacial, etc.) sobre la base de una especie de “keynesianismo militar”, es decir, mediante un “déficit spending” (“gasto deficitario”) desenfrenado, cuyo efecto inflacionario se pretende distribuir – a través de la “impresión” del dólar – a todo el planeta.
Trump lo entiende bien, cree que el complejo militar-industrial, como advirtió Eisenhower hace 61 años, puede destruir la economía de Estados Unidos y la estabilidad en todo el mundo.
También entiende que la Federación Rusa y Putin se interponen en el camino de este “establishment”, que tiene una enorme influencia.
Por eso, instruyó a Bolsonaro de acercarse a Putin.
Y el presidente de Brasil no tiene más remedio que obedecer estas orientaciones porque, de acuerdo a las encuestas, está perdiendo las próximas elecciones presidenciales.
Carece de apoyo interno y sus políticas en varias áreas (como el fomento de la deforestación en la Amazonía) lo han aislado en el escenario internacional.
Si pierde y no admite la derrota, apostando al caos, al estilo de Trump en enero del año pasado, entonces el obtener un fuerte apoyo desde un factor que estaría de regreso al poder en los Estados Unidos será vital para él. Tendrá que aguantar algunas semanas para conseguir este apoyo, porque la elección presidencial de Brasil se realizará el 2 de octubre y las “elecciones de medio término” de EEUU, cuando se renovará la mitad del Senado y el Congreso, es el próximo 8 de noviembre.
Si el presidente Joe Biden no logra revertir el declive de su popularidad (para lo cual necesita una “victoria” en el frente europeo de la OTAN que compense la caída de popularidad provocada por la caótica retirada de Afganistán), es probable que los republicanos obtengan la mayoría en el Senado y probablemente también en el Congreso.
Así, allanarán el camino para una victoria republicana en las elecciones de 2024, donde el propio Trump desempeñaría el papel de candidato o un papel decisivo en la elección de otro candidato.
Así es como veo el trasfondo de los sentimientos “prorrusos” que de repente se manifestaron en Bolsonaro.
Por cierto, hace unos días, las autoridades brasileñas desbloquearon los pasos fronterizos en la frontera venezolana. Sospecho que esto también fue el resultado de la visita inusual del presidente brasileño a Moscú.
* En la traducción, con respecto a Trump, se usa el término "patriota" en vez de "nacionalista" porque en Rusia este último término tiene una connotación neonazi (por eso, cuando hablan de los "banderistas" ucranianos aliados de Hitler a veces usan el término neonazis y otras el término “nacionalistas”).
Artículo original: https://ukraina.ru/interview/20220301/1033409662.html
Artículo original: https://ukraina.ru/interview/20220301/1033409662.html
6 de marzo de 2022
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