Arabia Saudita y la OTAN musulmana
Diego Pappalardo 27 de noviembre de 2017
Fuente: RT
Se desarrolló en Riad, Arabia Saudita, la cumbre de la Alianza Militar Islámica contra el Terrorismo (IMAFT). Con la participación de representantes oficiales de 40 países islámicos, la apertura del evento estuvo a cargo del príncipe heredero saudita Mohamed bin Salman (MBS), quien afirmó que esta nueva alianza islámica eliminará a los terroristas de la faz de la tierra. En la primera reunión de Ministros y altos funcionarios de los estados que suscriben la flamante entidad militar, se trataron lineamientos generales geopolíticos, consideraciones intra-religiosas y aspectos concernientes a la estructura militar, su financiamiento y cooperación informativa.
No participó del encuentro el Ministro de Defensa de Egipto, pero sí estuvo en su reemplazo un representante enviado por esa área del gobierno egipcio. Significativamente, el país norafricano milenario sufrió un atentado en las horas previas al inicio del encuentro de Riad. En este punto, creemos que es altamente probable que detrás del asesinato de centenares de sufíes se encuentre el aparato de inteligencia de un país regional muy interesado en la fractura del mundo musulmán.
Como era de esperar, tampoco intervino en Riad el gobierno de Qatar, ex aliado de la política internacional saudí y uno de los primeros partidarios de la constitución de la OTAN musulmana. Hoy en día, por diferencias en procedimientos y objetivos que mantiene con las realezas gobernantes de Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, la monarquía qatarí refuerza los puentes constructivos establecidos con la política regional de Irán y expresa una clara coincidencia de intereses con determinadas élites del poder británico.
En la nueva narrativa saudí, los terroristas son los antagonistas internos que no se adscriben al nuevo enfoque del clan prevalente en la Casa de Saúd, todos los dirigentes y militantes disidentes de otras razas y religiones pero, muy especialmente, los integrantes de organizaciones que están –o estarían- respaldados y protegidos por Irán y Qatar. El ayatolá Alí Jamenei también sería un practicante del terrorismo y un Adolf Hitler persa, de acuerdo a otras declaraciones recientes de MBS.
Los principales impulsores de la OTAN musulmana subrayan en todo momento que su propuesta no tiene como fin la eliminación de alguna raza, religión o secta, sino que su razón de ser es el combate contra el terrorismo y el extremismo mental. Aseveran que mediante la aplicación de los canales de la Liga Mundial Islámica rectificarán los errores de interpretación religiosa formulados por los dirigentes del yihadismo, ejercerán el rol de expulsores de los extremistas ideológicos y extenderán una campaña de impacto socio-político-cultural destinada al público internacional para resaltar la bondad y la moral del islam con el afán de hacerlo más integrable al mundo. Para que la coalición comience a dar sus primeros pasos en función del liderazgo de Arabia Saudita, la Casa de Saúd aporta millones de dólares y está de acuerdo con la aportación monetaria asimétrica que harán los otros miembros. En un anterior artículo, expusimos: “La estrategia integral del rey saliente y del rey entrante está diseñada para concentrar toda la autoridad del estado del Golfo Pérsico en MBS, salvar a Arabia Saudita del fenecimiento histórico y hacerla integrable al mundo 2030”1 y, por ello, padre e hijo, se asocian con la línea Trump y explicitan la alianza con el clan israelí encabezado políticamente por Benjamín Netanyahu. En la mundialmente publicitada purga, obrada para la consolidación de su poder interno y para otorgar beneficios a los programas de Trump y de Netanyahu, MBS debió afectar algunos intereses y nexos del Estado Profundo, de Qatar y del Reino Unido –los tres actores son algunos de los principales promotores del terrorismo yihadista-, con las detenciones, entre otras, de Mohamed bin Nayef (MBN), Walid bin Talal, Mutaib bin Abdullah, Mahmoud Al-Amoudi, Saleh Kamel y Bakr bin Laden.
Con la OTAN musulmana, MBS procura limpiar la imagen que tiene Arabia Saudita de ser matriz del terrorismo radical islámico, satisfaciendo también con ello a Trump y a otros líderes occidentales; preservar las fronteras del reino para seguir ejerciendo un pleno dominio territorial y transformar la autoridad monárquica saudita en un indiscutible liderazgo referencial en Medio Oriente frente a los equilibrios regionales de Irán y Turquía, colaborando de ese modo con la geopolítica israelí.
Nota:
1-http://www.cenae.org/el-juego-del-poder-saudita-de-mbs.html
No participó del encuentro el Ministro de Defensa de Egipto, pero sí estuvo en su reemplazo un representante enviado por esa área del gobierno egipcio. Significativamente, el país norafricano milenario sufrió un atentado en las horas previas al inicio del encuentro de Riad. En este punto, creemos que es altamente probable que detrás del asesinato de centenares de sufíes se encuentre el aparato de inteligencia de un país regional muy interesado en la fractura del mundo musulmán.
Como era de esperar, tampoco intervino en Riad el gobierno de Qatar, ex aliado de la política internacional saudí y uno de los primeros partidarios de la constitución de la OTAN musulmana. Hoy en día, por diferencias en procedimientos y objetivos que mantiene con las realezas gobernantes de Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, la monarquía qatarí refuerza los puentes constructivos establecidos con la política regional de Irán y expresa una clara coincidencia de intereses con determinadas élites del poder británico.
En la nueva narrativa saudí, los terroristas son los antagonistas internos que no se adscriben al nuevo enfoque del clan prevalente en la Casa de Saúd, todos los dirigentes y militantes disidentes de otras razas y religiones pero, muy especialmente, los integrantes de organizaciones que están –o estarían- respaldados y protegidos por Irán y Qatar. El ayatolá Alí Jamenei también sería un practicante del terrorismo y un Adolf Hitler persa, de acuerdo a otras declaraciones recientes de MBS.
Los principales impulsores de la OTAN musulmana subrayan en todo momento que su propuesta no tiene como fin la eliminación de alguna raza, religión o secta, sino que su razón de ser es el combate contra el terrorismo y el extremismo mental. Aseveran que mediante la aplicación de los canales de la Liga Mundial Islámica rectificarán los errores de interpretación religiosa formulados por los dirigentes del yihadismo, ejercerán el rol de expulsores de los extremistas ideológicos y extenderán una campaña de impacto socio-político-cultural destinada al público internacional para resaltar la bondad y la moral del islam con el afán de hacerlo más integrable al mundo. Para que la coalición comience a dar sus primeros pasos en función del liderazgo de Arabia Saudita, la Casa de Saúd aporta millones de dólares y está de acuerdo con la aportación monetaria asimétrica que harán los otros miembros. En un anterior artículo, expusimos: “La estrategia integral del rey saliente y del rey entrante está diseñada para concentrar toda la autoridad del estado del Golfo Pérsico en MBS, salvar a Arabia Saudita del fenecimiento histórico y hacerla integrable al mundo 2030”1 y, por ello, padre e hijo, se asocian con la línea Trump y explicitan la alianza con el clan israelí encabezado políticamente por Benjamín Netanyahu. En la mundialmente publicitada purga, obrada para la consolidación de su poder interno y para otorgar beneficios a los programas de Trump y de Netanyahu, MBS debió afectar algunos intereses y nexos del Estado Profundo, de Qatar y del Reino Unido –los tres actores son algunos de los principales promotores del terrorismo yihadista-, con las detenciones, entre otras, de Mohamed bin Nayef (MBN), Walid bin Talal, Mutaib bin Abdullah, Mahmoud Al-Amoudi, Saleh Kamel y Bakr bin Laden.
Con la OTAN musulmana, MBS procura limpiar la imagen que tiene Arabia Saudita de ser matriz del terrorismo radical islámico, satisfaciendo también con ello a Trump y a otros líderes occidentales; preservar las fronteras del reino para seguir ejerciendo un pleno dominio territorial y transformar la autoridad monárquica saudita en un indiscutible liderazgo referencial en Medio Oriente frente a los equilibrios regionales de Irán y Turquía, colaborando de ese modo con la geopolítica israelí.
Nota:
1-http://www.cenae.org/el-juego-del-poder-saudita-de-mbs.html
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28 de noviembre de 2017