Código de miseria “a lo grande”
Radio Pichincha Universal Fidel Narváez 2 de junio de 2020
Circula en redes sociales un video de agosto 2014 del interior de la Embajada del Ecuador en Londres, en el que se observa una celebración íntima durante la visita del ex Canciller Ricardo Patiño al asilado político Julián Assange.
En el video está publicado por el portal “Código Vidrio”, alimentado de los despojos que le suministran los servicios de inteligencia y la compañía corrupta UC Global, que estuviera a cargo de la seguridad de la Embajada en Londres y que enfrenta un demoledor juicio por espionaje en cortes españolas. Ambas fuentes, deleznables.
Como celebración “a lo grande”, describe la nota de Código Vidrio a 20 personas contentas al son de una guitarra, en una tarde de fin de semana. “En la conmemoración se gastaron 6.557 dólares…”miente el portal, sin rubor ni vergüenza, ahí sí “a lo grande”. El portal cita como su fuente a un informe de Contraloría que, claramente, establece que la cantidad de 6.557 dólares en el rubro de “Eventos Públicos”, es el acumulado de gastos para todo el año 2014 (un promedio de 550 dólares mensuales), es decir, lo que sería el costo de una serie de eventos propios de la Embajada, muchos de los cuales nada tendrán que ver con “celebraciones”, menos aún con el asilo a Julián Assange. Eventos como, por ejemplo, la reunión de la Embajada con cientos de personas de la comunidad para conmemorar la fecha cívica el 10 de agosto del 2014 y, a semana seguida, la reunión del Canciller Ricardo Patiño también con cientos de migrantes el 17 de agosto del 2014.
La mentira de Código Vidrio es aún más monumental porque – y aquí la parte más importante de esta reflexión – para el consumo en la reunión social observada en el video, NO se usaron fondos públicos, sino que la misma fue cubierta con aportes de varios de los asistentes, incluido el propio Julián Assange, quien pagó por las pizzas al final de la velada. Durante el año 2014, el Jefe de Misión en Londres, y responsable de todos los gastos, fue el ex Embajador Juan Falconi, quien sí estuvo en la celebración, pero se retiró tempranamente. Quienes trabajamos con él sabemos que, si hay una cualidad que reconocerle, es que no gastaría ni un solo centavo que estuviera fuera de lo legalmente permitido.
La publicación de Código Vidrio, implícitamente, le está acusando al ex Embajador, de haber cometido una ilegalidad. Acusar sin fundamento debería tener consecuencias, si hubiese una cultura de responsabilidad de los medios, o una Ley de Comunicación que regule la aspersión impune de basura con ventilador. Basura como la que la revista Vistazo, tan cercana a Código Vidrio, en dos ocasiones ha tenido que contrastar con sendas réplicas de los abogados de Julián Assange, después de haberlo acusado de instalar un micrófono en la Embajada, o de aseverar que está acusado de “traición” en EE.UU. (Assange no es estadounidense) o de que tendría alguna “conexión rusa”, por la ayuda presada para salvar a Edward Snowden, quien terminó en Rusia en contra de su voluntad. O, basural “a lo grande”, como la publicada por CNN usando como investigador al responsable de Código Vidrio, con el penoso récord de 40 barbaridades, en un solo reportaje, incluida la mentira favorita sobre “heces en las paredes”.
Toda vez que es FALSO que con fondos públicos la Embajada pagó 6.557 dólares por la reunión social del 16 de agosto del 2014, esto es, NO hubo ninguna infracción legal como lo afirma Código Vidrio, como la premisa central de su publicación, el valor factual de la misma es CERO y ya, solo por ese hecho, no merecería más atención.
Pero, esa no es la única falsedad en el reporte de Código Vidrio, que en su decanto por la prensa rosa ha llamado “desenfreno” al hecho de que Julián Assange procreara dos hijos y que ha dicho, sin la más mínima prueba, de que Pamela Anderson pernoctaba en la Embajada. Código Vidrio no entiende, y no le interesa entender, el caso Assange en absoluto, a saber:
Pero volvamos a la celebración de agosto 2014, que a Código Vidrio le causa alarma, ocurrida a más de 700 días de encierro, no en una cárcel, ni en una iglesia. El portal describe a varios de los asistentes: el célebre Baltazar Garzón, ejemplo para los defensores de derechos humanos alrededor del mundo; el Txema Guijarro, en ese entonces asesor del Canciller y hoy figura prominente de Podemos en el gobierno español; Eva Golinger, periodista de verdad, y otros “simpatizantes”. Entre esos otros “simpatizantes”, que Código Vidrio no nombra, o no quiere nombrar, está nada menos que John Pilger, un icono del periodismo, el único periodista en haber ganado dos veces el premio de mejor periodista del año en Reino Unido; Angela Richter, aclamada directora de teatro croato-alemana; Barbora Bukovská, directora del departamento legal de Article 19, una de las más prestigiosas organizaciones de libertad de expresión; la abogada de derechos humanos Renata Avila, hoy directora de la Fundación Ciudadano Inteligente; además, los embajadores de Bolivia y de Argentina, quien donó el vino para la reunión. Cualquier embajada, en cualquier país del mundo, debería sentirse honrada y afortunada de acoger y celebrar la solidaridad de tan selecto grupo humano.
Pero, donde hay dignidad, coraje y humanismo, los resentidos ven “derroche”, al punto de manipular la información y las cifras. Sería ingenuo pensar que se trata solo de falta de “rigor periodístico”, que hasta la prensa rosa debería tener. Se trata, claramente, de un ataque miserable para atacar al gobierno del ex Presidente Correa, aterrorizados porque se acercan las elecciones y su fuerza política volverá a ganar las elecciones. Desde su amargura, hay prensa que no asimila que el Ecuador de Correa haya protegido a Julián Assange, cuyo caso es, sin duda, el de mayor relevancia para la libertad de publicación en el mundo, como lo reconocen todas las organizaciones de derechos humanos y por la libertad de expresión.
Pero, no solo la amargura explica que ciertos periodistas se pongan del lado de los verdugos en esta disyuntiva. Código Vidrio, aparentemente, estaría financiado desde los EE UU, los verdugos mayores, que quieren 175 años de cárcel para quien develó sus crímenes. Además, Código Vidrio les hace los mandados a los verdugos chiquitos, al gobierno de esbirros y de serviles que han hecho el trabajo sucio y que abrieron las puertas de una embajada para entregar a un refugiado político, a sabiendas de que lo condenaban a una muerte en vida.
A la amargura, la mediocridad y el servilismo, habría que agregar la envidia. Después de todo, Julián Assange, bañado en premios internacionales por su trabajo periodístico y el de su organización, es un símbolo mundial del verdadero periodismo, el que no se vende a ningún poder y nunca ha publicado una información falsa.
El popular rapero británico Lowkey, en una de las multitudinarias protestas en favor de Julián Assange, decía que éste tiene en la uña de su dedo meñique, más periodismo valiente que muchos pseudo periodistas, obsesionados con atacarlo. Y eso que Lowkey, al igual que Julián Assange, no conoce, ni conocerá nunca, por supuesto, el nivel de Código Vidrio.
En el video está publicado por el portal “Código Vidrio”, alimentado de los despojos que le suministran los servicios de inteligencia y la compañía corrupta UC Global, que estuviera a cargo de la seguridad de la Embajada en Londres y que enfrenta un demoledor juicio por espionaje en cortes españolas. Ambas fuentes, deleznables.
Como celebración “a lo grande”, describe la nota de Código Vidrio a 20 personas contentas al son de una guitarra, en una tarde de fin de semana. “En la conmemoración se gastaron 6.557 dólares…”miente el portal, sin rubor ni vergüenza, ahí sí “a lo grande”. El portal cita como su fuente a un informe de Contraloría que, claramente, establece que la cantidad de 6.557 dólares en el rubro de “Eventos Públicos”, es el acumulado de gastos para todo el año 2014 (un promedio de 550 dólares mensuales), es decir, lo que sería el costo de una serie de eventos propios de la Embajada, muchos de los cuales nada tendrán que ver con “celebraciones”, menos aún con el asilo a Julián Assange. Eventos como, por ejemplo, la reunión de la Embajada con cientos de personas de la comunidad para conmemorar la fecha cívica el 10 de agosto del 2014 y, a semana seguida, la reunión del Canciller Ricardo Patiño también con cientos de migrantes el 17 de agosto del 2014.
La mentira de Código Vidrio es aún más monumental porque – y aquí la parte más importante de esta reflexión – para el consumo en la reunión social observada en el video, NO se usaron fondos públicos, sino que la misma fue cubierta con aportes de varios de los asistentes, incluido el propio Julián Assange, quien pagó por las pizzas al final de la velada. Durante el año 2014, el Jefe de Misión en Londres, y responsable de todos los gastos, fue el ex Embajador Juan Falconi, quien sí estuvo en la celebración, pero se retiró tempranamente. Quienes trabajamos con él sabemos que, si hay una cualidad que reconocerle, es que no gastaría ni un solo centavo que estuviera fuera de lo legalmente permitido.
La publicación de Código Vidrio, implícitamente, le está acusando al ex Embajador, de haber cometido una ilegalidad. Acusar sin fundamento debería tener consecuencias, si hubiese una cultura de responsabilidad de los medios, o una Ley de Comunicación que regule la aspersión impune de basura con ventilador. Basura como la que la revista Vistazo, tan cercana a Código Vidrio, en dos ocasiones ha tenido que contrastar con sendas réplicas de los abogados de Julián Assange, después de haberlo acusado de instalar un micrófono en la Embajada, o de aseverar que está acusado de “traición” en EE.UU. (Assange no es estadounidense) o de que tendría alguna “conexión rusa”, por la ayuda presada para salvar a Edward Snowden, quien terminó en Rusia en contra de su voluntad. O, basural “a lo grande”, como la publicada por CNN usando como investigador al responsable de Código Vidrio, con el penoso récord de 40 barbaridades, en un solo reportaje, incluida la mentira favorita sobre “heces en las paredes”.
Toda vez que es FALSO que con fondos públicos la Embajada pagó 6.557 dólares por la reunión social del 16 de agosto del 2014, esto es, NO hubo ninguna infracción legal como lo afirma Código Vidrio, como la premisa central de su publicación, el valor factual de la misma es CERO y ya, solo por ese hecho, no merecería más atención.
Pero, esa no es la única falsedad en el reporte de Código Vidrio, que en su decanto por la prensa rosa ha llamado “desenfreno” al hecho de que Julián Assange procreara dos hijos y que ha dicho, sin la más mínima prueba, de que Pamela Anderson pernoctaba en la Embajada. Código Vidrio no entiende, y no le interesa entender, el caso Assange en absoluto, a saber:
- Código Vidrio dice que Julián Assange: “…enfrentaba un juicio en Suecia…” lo cual es falso, nunca hubo un juicio en Suecia, apenas una investigación preliminar.
- Código Vidrio dice que Julián Assange: “…guardaba arresto domiciliario, acusado de violación” lo cual es falso, Julián Assange nunca fue acusado de nada. Los suecos abrieron y cerraron su investigación, sin llegar a acusarlo de nada. Las mismas supuestas víctimas, tampoco lo acusaron de “violación”.
- Código Vidrio dice: “Assange cumple una condena de 50 semanas en la prisión de Belmarsh…”,lo cual no es cierto. Julián Assange no está cumpliendo ninguna condena. Él es un preso político, porque la inédita y desproporcionada condena, injusta a todas luces según prestigiosos juristas, la cumplió ya en septiembre 2019, hace más de ocho meses a la fecha de la publicación de este artículo.
- Código Vidrio dice: “Buena parte de la sede -una habitación, un cuarto, una oficina y la sala de reuniones- eran controladas por el fundador de WikiLeaks y su equipo de 17 colaboradores, el doble de los funcionarios de la embajada”, lo cual es también falso, como cualquiera de los muchos colegas honestos, la mayoría de ellos, que estuvieron durante los 6 primeros años podría dar fe.
- Código Vidrio dice: “Así, en medio de un ambiente conflictivo y hostil, Patiño llegó a la embajada para respaldar abiertamente a Assange, a espaldas del personal diplomático, que trabajaba en condiciones adversas.” Lo cual es, por supuesto, falso. Todo lo contrario, el Canciller Patiño llegó a respaldar a todo el personal diplomático que trabaja en condiciones adversas, pero con el Embajador Falconi, él único diplomático que, ciertamente, tuvo problemas con Julián Assange. Hasta que llegaron los sicarios enviados por Lenin Moreno, claro está.
- Código Vidrio dice: “La situación del asilado se complicó, sobre todo luego de octubre de 2018, cuando se aprobó un protocolo de convivencia, que por primera vez ponía reglas a Assange» lo cual es falso. Siempre hubo reglas en la Embajada, y muy estrictas. El “protocolo de convivencia” implementado por Lenin Moreno fue una herramienta, de lo más burda, para hostigar a Julián Assange, luego de que los Estados Unidos empezó a coordinar su entrega con la Cancillería ecuatoriana. Un año antes de la humillante entrega de Assange, Ecuador aceptó una cooperación judicial con EE.UU., improcedente en el caso de un asilado político.
Pero volvamos a la celebración de agosto 2014, que a Código Vidrio le causa alarma, ocurrida a más de 700 días de encierro, no en una cárcel, ni en una iglesia. El portal describe a varios de los asistentes: el célebre Baltazar Garzón, ejemplo para los defensores de derechos humanos alrededor del mundo; el Txema Guijarro, en ese entonces asesor del Canciller y hoy figura prominente de Podemos en el gobierno español; Eva Golinger, periodista de verdad, y otros “simpatizantes”. Entre esos otros “simpatizantes”, que Código Vidrio no nombra, o no quiere nombrar, está nada menos que John Pilger, un icono del periodismo, el único periodista en haber ganado dos veces el premio de mejor periodista del año en Reino Unido; Angela Richter, aclamada directora de teatro croato-alemana; Barbora Bukovská, directora del departamento legal de Article 19, una de las más prestigiosas organizaciones de libertad de expresión; la abogada de derechos humanos Renata Avila, hoy directora de la Fundación Ciudadano Inteligente; además, los embajadores de Bolivia y de Argentina, quien donó el vino para la reunión. Cualquier embajada, en cualquier país del mundo, debería sentirse honrada y afortunada de acoger y celebrar la solidaridad de tan selecto grupo humano.
Pero, donde hay dignidad, coraje y humanismo, los resentidos ven “derroche”, al punto de manipular la información y las cifras. Sería ingenuo pensar que se trata solo de falta de “rigor periodístico”, que hasta la prensa rosa debería tener. Se trata, claramente, de un ataque miserable para atacar al gobierno del ex Presidente Correa, aterrorizados porque se acercan las elecciones y su fuerza política volverá a ganar las elecciones. Desde su amargura, hay prensa que no asimila que el Ecuador de Correa haya protegido a Julián Assange, cuyo caso es, sin duda, el de mayor relevancia para la libertad de publicación en el mundo, como lo reconocen todas las organizaciones de derechos humanos y por la libertad de expresión.
Pero, no solo la amargura explica que ciertos periodistas se pongan del lado de los verdugos en esta disyuntiva. Código Vidrio, aparentemente, estaría financiado desde los EE UU, los verdugos mayores, que quieren 175 años de cárcel para quien develó sus crímenes. Además, Código Vidrio les hace los mandados a los verdugos chiquitos, al gobierno de esbirros y de serviles que han hecho el trabajo sucio y que abrieron las puertas de una embajada para entregar a un refugiado político, a sabiendas de que lo condenaban a una muerte en vida.
A la amargura, la mediocridad y el servilismo, habría que agregar la envidia. Después de todo, Julián Assange, bañado en premios internacionales por su trabajo periodístico y el de su organización, es un símbolo mundial del verdadero periodismo, el que no se vende a ningún poder y nunca ha publicado una información falsa.
El popular rapero británico Lowkey, en una de las multitudinarias protestas en favor de Julián Assange, decía que éste tiene en la uña de su dedo meñique, más periodismo valiente que muchos pseudo periodistas, obsesionados con atacarlo. Y eso que Lowkey, al igual que Julián Assange, no conoce, ni conocerá nunca, por supuesto, el nivel de Código Vidrio.