Cómo evolucionaría una potencial invasión militar a Venezuela
CENAE Mario Ramos 26 de enero de 2019
Los países inician guerras, especialmente los que buscan sostener su hegemonía mundial, porque creen poder ganarlas. En especial, para EE.UU, ganar una guerra, aun utilizando metodologías no convencionales, como la guerra híbrida, se ha vuelto una tarea dificultosa, mucho más en el presente escenario geopolítico multipolar, el ejemplo notable actual es la guerra siria, a estas alturas es inocultable que fue el gran patrocinador, junto con el sionismo y determinados países árabes, de los “grupos rebeldes”, terroristas/mercenarios en realidad, que intentaron un cambio de régimen en Siria. Hoy esa guerra la han perdido como lo han reconocido varios voceros occidentales de manera pública.
En Venezuela, los EE.UU, ha intentado un cambio de régimen prácticamente desde el principio del proceso bolivariano. Han implementado las más –sofisticadas- doctrinas, metodologías o estrategias, que sus tanques de pensamiento han concebido para lograr revertir esa experiencia política. El modelo no convencional aplicado en Venezuela para destruir la Revolución Bolivariana, tiene varias aristas, que en general no son nuevas, pero sí recreadas bajo el concepto de guerra híbrida, que es la noción que creemos amalgama con mayor precisión varios patrones de acción geoestratégica como son, la guerra de cuarta generación, encubierta, asimétrica, psicológica, económica (sanciones), diplomática (grupo de Lima), mediática (fake news), sabotaje de todo tipo, compra de conciencias, intentos de balcanización del territorio (frontera con Colombia y ahora con Brasil) y el empleo de herramientas como el paramilitarismo y ONGs especialmente creadas para infiltrase en la sociedad y crear condiciones sociales y políticas para llevar a cabo campañas de desestabilización y caos. Los EE.UU han comprendido que en el caso venezolano, al no controlar la variable militar, nos referimos a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana – FANB y a las milicias bolivarianas, uno de los centros de gravedad a apuntar para |
generar condiciones de implementación de otras fases de injerencia, es encañonar los esfuerzos hacia la opinión pública y liderazgo del proceso. Una intervención militar convencional es riesgosa sin antes conseguir el desgaste y deslegitimación del gobierno bolivariano y afectar el nivel de bienestar social y económico, logrado especialmente en el período del presidente Hugo Chávez; los EE.UU han comprendido que revertir un proceso como el bolivariano, es cuestión de un diseño sistemático, constante y paciente.
Con el análisis aquí planteado, queremos exponer hipótesis y/o variables que intentarán responder a la pregunta de cómo puede evolucionar una potencial intervención militar en Venezuela, sea con fuerzas delegadas (vemos que Colombia se está prestando para ello, obviamente con apoyo y asesoramiento yanqui), que es lo más probable, si se cumplen ciertas condiciones; o lo menos probable, una invasión convencional por parte del ejército yanqui. Es decir, la idea es hacer un esfuerzo prospectivo, ya que no es importante saber si Venezuela padece o no una guerra, hace mucho que la sufre, sino cómo puede transformarse ese conflicto si se pasa a una fase de tipo militar. |
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Nota de Andrés Pierantoni:
Zamora habla de 2025 cuando hasta poco antes de la muerte del Bzezinski (Mayo 2017) se hablaba del 2020 como el año del “turning point” donde, por lo menos, debía haberse domado al oso ruso para iniciar el cerco al panda chino.
El mismo Bzezinski pasó los últimos años de su vida amargado porque los EEUU estaban desgantando su ventaja estratégica en “sobre-atender” intereses regionales como los de Israel, vale decir el mismo fenómeno ocurrido con Cuba: un tema regional que debilita la estrategia global, por causa de la preponderancia en la política interna de los "lobby" - como el sionista AIPAC - y del sistema de colegios electorales que otorga al estado de Florida la misma cantidad de votos que al de Nueva York.
La contraofensiva de Putin en Siria, luego de haberse cubierto con China las espaldas para neutralizar las sanciones económicas gringas (mediante los acuerdos de ventas “pre-pago” de gas) trastocó todo el tablero medio-oriental con consecuencias sobre Europa “en pleno desarrollo”: distanciamiento “sotto voce” de Italia de la UE y la OTAN, resiliencia teutónica – a pesar de la amenaza trumpista de sanciones - sobre el gasoducto North Stream con Rusia, rebote del Brexit sobre la dinámica política interna británica e irlandesa.
Porque, reitero, el fiel de la balanza un siglo después vuelve a ser – mutatis mutandis – la vieja Europa, la ruptura del INF (cohetes de alcance intermedio) siendo la gota que rebosa el vaso, ya lleno con la política anti-UE trumpista, y tiende a partir Europa en dos: una otanista (Francia-España-Portugal y el bloque de los “paria” del Este) y otra “neutral”.
Mientras tanto, la estrategia “blanda” china (de penetración bilateral apalancada sobre su poderío financiero, como bien menciona Zamora) se une a la “dura” rusa (modernización de sus fuerzas armadas con soluciones tecnológicas mucho más baratas que las occidentales, x ej., en materia de guerra electrónica: https://mundo.sputniknews.com/rusia/201803171077093996-helicoptero-escudo-siria-misiles-crucero/ y https://mundo.sputniknews.com/fuerzasarmadas/201604141058680604-rusia-eeuu-su24/). Son soluciones tecnológicas cuya efectividad se comprobó en el “polígono Siria”, neutralizando, de paso, la “imbatibilidad” sionista en la región (ya cuestionada por el “fiasco” contra Hezbolá en 2006).
Frente a ese desafío la respuesta de los EEUU es volver a la carrera armamentista, vale decir al poder que les queda: el financiero. De allí la modernización, reiterada anoche por Trump en su discurso sobre el Estado de la Unión, de su parque nuclear (y la reactivación de la reaganista “Guerra de las Galaxias”).
Acá la disyuntiva parece ser la siguiente:
Esta fuga hacia adelante de Trump es producto del fracaso de las estrategias de sus dos predecesores, conscientes del riesgo para los EEUU de una carrera armamentista:
Zamora habla de 2025 cuando hasta poco antes de la muerte del Bzezinski (Mayo 2017) se hablaba del 2020 como el año del “turning point” donde, por lo menos, debía haberse domado al oso ruso para iniciar el cerco al panda chino.
El mismo Bzezinski pasó los últimos años de su vida amargado porque los EEUU estaban desgantando su ventaja estratégica en “sobre-atender” intereses regionales como los de Israel, vale decir el mismo fenómeno ocurrido con Cuba: un tema regional que debilita la estrategia global, por causa de la preponderancia en la política interna de los "lobby" - como el sionista AIPAC - y del sistema de colegios electorales que otorga al estado de Florida la misma cantidad de votos que al de Nueva York.
La contraofensiva de Putin en Siria, luego de haberse cubierto con China las espaldas para neutralizar las sanciones económicas gringas (mediante los acuerdos de ventas “pre-pago” de gas) trastocó todo el tablero medio-oriental con consecuencias sobre Europa “en pleno desarrollo”: distanciamiento “sotto voce” de Italia de la UE y la OTAN, resiliencia teutónica – a pesar de la amenaza trumpista de sanciones - sobre el gasoducto North Stream con Rusia, rebote del Brexit sobre la dinámica política interna británica e irlandesa.
Porque, reitero, el fiel de la balanza un siglo después vuelve a ser – mutatis mutandis – la vieja Europa, la ruptura del INF (cohetes de alcance intermedio) siendo la gota que rebosa el vaso, ya lleno con la política anti-UE trumpista, y tiende a partir Europa en dos: una otanista (Francia-España-Portugal y el bloque de los “paria” del Este) y otra “neutral”.
Mientras tanto, la estrategia “blanda” china (de penetración bilateral apalancada sobre su poderío financiero, como bien menciona Zamora) se une a la “dura” rusa (modernización de sus fuerzas armadas con soluciones tecnológicas mucho más baratas que las occidentales, x ej., en materia de guerra electrónica: https://mundo.sputniknews.com/rusia/201803171077093996-helicoptero-escudo-siria-misiles-crucero/ y https://mundo.sputniknews.com/fuerzasarmadas/201604141058680604-rusia-eeuu-su24/). Son soluciones tecnológicas cuya efectividad se comprobó en el “polígono Siria”, neutralizando, de paso, la “imbatibilidad” sionista en la región (ya cuestionada por el “fiasco” contra Hezbolá en 2006).
Frente a ese desafío la respuesta de los EEUU es volver a la carrera armamentista, vale decir al poder que les queda: el financiero. De allí la modernización, reiterada anoche por Trump en su discurso sobre el Estado de la Unión, de su parque nuclear (y la reactivación de la reaganista “Guerra de las Galaxias”).
Acá la disyuntiva parece ser la siguiente:
- Si el despliegue de estas armas no logra modificar sustancialmente la correlación de fuerzas antes del 2025 (los rusos y los chinos “también juegan”…) tendrá el mismo impacto marginal que el Messerschmitt M2 262 en el desenlace de la II Guerra Mundial en el teatro europeo
- Si, acelerando los tiempos, se exponencia la inversión en esa carrera armamentista, su impacto negativo en el desbalance fiscal de los EEUU superará con creces su impacto positivo en la economía de ese país (vía “efecto goteo” de esas tecnologías de punta hacia el sector civil), dando así el puntillazo final a la implosión financiera anunciada. La misma trampa que hundió a la URSS, o sea…
Esta fuga hacia adelante de Trump es producto del fracaso de las estrategias de sus dos predecesores, conscientes del riesgo para los EEUU de una carrera armamentista:
- La de Bush II-Rumsfeld: despliegue de unas 800 bases en el mundo, donde el “aporte” de Rumsfeld (la estrategia del “light footprint” o pisada ligera) fue el de multiplicarlas reduciendo, al mismo tiempo, su costo, migrando las viejas bases, llenas de efectivos y pertrechos, a “Sitios de Operaciones de Avanzada” (FOL’s por sus siglas en inglés), básicamente redes de inteligencia y reconocimiento del terreno; pero con la contraofensiva comercial y financiera china de la Franja y la Ruta, ese mastodonte logístico queda en buena medida by-paseado o, por lo menos, redimensionado (en África, por ej.).
- La de Obama-Hillary: un sistema "barato" (el ISIS) para cortar la “Media Luna Shiíta” (Irán-Irak-Siria-Líbano) y así lograr el control EEUU-Petromonarquías-Israel de los gasoductos y oleoductos del Golfo Pérsico al Mediterráneo y, por ende, la dependencia energética europea (gracias también a exportaciones de gas "fracking" desde los EEUU). La intervención tipo “blitzkrieg” y quirúrjica del Putin, junto con el torpe manejo gringo del “hinterland” turco de esa operación-ISIS, la colapsó, generando un cuadro geopolítico opuesto al esperado: Europa ya no depende energéticamente de Rusia sólo por el Norte, sino también por el Sur…
7 de febrero de 2019
21 de marzo de 2019