Corea del Norte
Diego Pappalardo 31 de marzo de 2018
El mandatario de la República Democrática Popular de Corea del Norte (RPDC), Kim Jong-un, visitó recientemente Pekín para reunirse con el líder chino, Xi Jinping, y proseguir con el despliegue de su Hoja de Ruta.
Asumiendo el abordaje del encuentro Xi-Kim, la prensa occidental, de manera prácticamente cuasi robótica, lo llamó “sorpresivo”. En rigor, hay que decir que la presencia del Mariscal norcoreano en China, no tiene nada de inesperada y, por ende, no desvela nada oculto, ya que, ciertamente, el régimen de Corea del Norte no es un poodle de China pero tampoco es su adversario.
El liderazgo chino no sólo es un centro regional, sino que también, está en el proceso de transformarse en un reequilibrio global. Pekín requiere alejar la posibilidad de una guerra con epicentro en el noreste de Asia, mitigar o borrar la acusación de complicidad de la nuclearización norcoreana que, en ámbitos internacionales, se hace sobre el poder chino y, por supuesto, resaltar el hecho de una inviable exclusión china en el desarrollo de las negociaciones en la península coreana.
El mando de Corea del Norte, cualesquiera sean sus fallas objetivas, viene demostrando que en el Juego Mundial no es un ningún incauto. Está enviando señales contundentes de que no quiere una guerra nuclear y gestiona la fractura del Plan de demonización y aislamiento que se opera en su contra en el concierto global, ratificando su intención de mantener a China como socio en su entorno geoestratégico.
El estado norcoreano, además de tener una particularidad ideológica-administrativa única en el mundo, también alcanzó la condición de factor nuclear, lo que le transfiguró en actor indiscutible en la dinámica de los procesos globales. El régimen de Pyongyang está muy lejos de ser una potencia integral, pero la posesión de armas específicas que supo obtener, le garantiza un mecanismo protector y le da envergadura a su voz política. Habiendo suscripto el Tratado de No-Proliferación Nuclear (TNP), Pyongyang, caviló que no habría cambios en la proyección de la estructura geopolítica del Hegemón Atlantista- Sionista en torno a la península coreana y optó por retirarse del TNP.
El ingreso formal y material de Corea del Norte al Club Nuclear fastidia a muchos y, por ello, desde algunos círculos de toma de decisiones mundiales, vocean la idea de una guerra contra el país asiático. A sus 94 años en enero de 2018, en un testimonio el Comité de Servicios Armados del Senado, el ex Secretario de Estado, Henry Kissinger, argumentó a favor de un ataque militar preventivo contra Corea del Norte o la profundización de las sanciones al señalar que el país asiático es una amenaza grave para la seguridad global.1
Cabe resaltar que las alternativas ofrecidas por Kissinger no goza de consenso unánime en los estamentos de poder de los Estados Unidos, pero sí mantiene conexidad con el sionismo.
Los círculos políticos, militares y empresariales de Israel valoran al régimen de Pyongyang como una pieza hostil a sus planes. El Estado de Corea del Norte persevera en su negativa a reconocer al Estado de Israel como tal, conserva y amplía lazos con entidades que la geopolítica israelí prescribe como enemigos.
El nuevo Asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, es un reputado hombre de acción de la alianza Netanyahu/Soros y un opositor agresivo del régimen de Pyongyang. Persistentemente, durante años, Bolton, estuvo exigiendo que Kim Jong-un abandone el programa nuclear y advirtió a la comunidad de inteligencia y a los niveles decisores de los Estados Unidos de una estrategia engañosa que estaría aplicando el gobierno de Corea del Norte. El senador demócrata, Linsey Graham, partidario del neoconismo, respaldó la designación de Bolton porque “es una buena noticia para los aliados de Estados Unidos y una mala noticia para los enemigos de Estados Unidos”, añadiendo que los enemigos del país norteamericano son Corea del Norte, Irán y el islamismo radical.
Seguramente, en caso de que se efectúe la conferencia bilateral entre Donald Trump y Kim Jong-un, en principio pautada para el próximo mes de mayo, la óptica de Bolton no será soslayada pero no implicará que se desencadene una conflagración nuclear entre los Estados Unidos y Corea del Norte. Su función consistirá en velar por los intereses de la agenda de sus mandantes para que en el tiempo inmediato, con o sin Cumbre, no acontezca una solución que mejore fundamentalmente a Pyongyang.
Kim sabe perfectamente que la desnuclearización integral, verificable e irreversible que los poderes atlantistas y sionistas diseñan e impulsan para Corea del Norte, significará su vulnerabilidad y, tanto él como sus generales, no están predispuestos al suicidio. De modo que, pese a retóricas, ilusiones y esperanzas, la resolución del llamado problema nuclear de Corea del Norte proseguirá en su viaje largo con una RPDC convertida en un misil geopolítico.
Nota:
1-http://www.dailymail.co.uk/news/article-5344473/Kissinger-Nuclear-strike-North-Korea-tempting.html
Asumiendo el abordaje del encuentro Xi-Kim, la prensa occidental, de manera prácticamente cuasi robótica, lo llamó “sorpresivo”. En rigor, hay que decir que la presencia del Mariscal norcoreano en China, no tiene nada de inesperada y, por ende, no desvela nada oculto, ya que, ciertamente, el régimen de Corea del Norte no es un poodle de China pero tampoco es su adversario.
El liderazgo chino no sólo es un centro regional, sino que también, está en el proceso de transformarse en un reequilibrio global. Pekín requiere alejar la posibilidad de una guerra con epicentro en el noreste de Asia, mitigar o borrar la acusación de complicidad de la nuclearización norcoreana que, en ámbitos internacionales, se hace sobre el poder chino y, por supuesto, resaltar el hecho de una inviable exclusión china en el desarrollo de las negociaciones en la península coreana.
El mando de Corea del Norte, cualesquiera sean sus fallas objetivas, viene demostrando que en el Juego Mundial no es un ningún incauto. Está enviando señales contundentes de que no quiere una guerra nuclear y gestiona la fractura del Plan de demonización y aislamiento que se opera en su contra en el concierto global, ratificando su intención de mantener a China como socio en su entorno geoestratégico.
El estado norcoreano, además de tener una particularidad ideológica-administrativa única en el mundo, también alcanzó la condición de factor nuclear, lo que le transfiguró en actor indiscutible en la dinámica de los procesos globales. El régimen de Pyongyang está muy lejos de ser una potencia integral, pero la posesión de armas específicas que supo obtener, le garantiza un mecanismo protector y le da envergadura a su voz política. Habiendo suscripto el Tratado de No-Proliferación Nuclear (TNP), Pyongyang, caviló que no habría cambios en la proyección de la estructura geopolítica del Hegemón Atlantista- Sionista en torno a la península coreana y optó por retirarse del TNP.
El ingreso formal y material de Corea del Norte al Club Nuclear fastidia a muchos y, por ello, desde algunos círculos de toma de decisiones mundiales, vocean la idea de una guerra contra el país asiático. A sus 94 años en enero de 2018, en un testimonio el Comité de Servicios Armados del Senado, el ex Secretario de Estado, Henry Kissinger, argumentó a favor de un ataque militar preventivo contra Corea del Norte o la profundización de las sanciones al señalar que el país asiático es una amenaza grave para la seguridad global.1
Cabe resaltar que las alternativas ofrecidas por Kissinger no goza de consenso unánime en los estamentos de poder de los Estados Unidos, pero sí mantiene conexidad con el sionismo.
Los círculos políticos, militares y empresariales de Israel valoran al régimen de Pyongyang como una pieza hostil a sus planes. El Estado de Corea del Norte persevera en su negativa a reconocer al Estado de Israel como tal, conserva y amplía lazos con entidades que la geopolítica israelí prescribe como enemigos.
El nuevo Asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, es un reputado hombre de acción de la alianza Netanyahu/Soros y un opositor agresivo del régimen de Pyongyang. Persistentemente, durante años, Bolton, estuvo exigiendo que Kim Jong-un abandone el programa nuclear y advirtió a la comunidad de inteligencia y a los niveles decisores de los Estados Unidos de una estrategia engañosa que estaría aplicando el gobierno de Corea del Norte. El senador demócrata, Linsey Graham, partidario del neoconismo, respaldó la designación de Bolton porque “es una buena noticia para los aliados de Estados Unidos y una mala noticia para los enemigos de Estados Unidos”, añadiendo que los enemigos del país norteamericano son Corea del Norte, Irán y el islamismo radical.
Seguramente, en caso de que se efectúe la conferencia bilateral entre Donald Trump y Kim Jong-un, en principio pautada para el próximo mes de mayo, la óptica de Bolton no será soslayada pero no implicará que se desencadene una conflagración nuclear entre los Estados Unidos y Corea del Norte. Su función consistirá en velar por los intereses de la agenda de sus mandantes para que en el tiempo inmediato, con o sin Cumbre, no acontezca una solución que mejore fundamentalmente a Pyongyang.
Kim sabe perfectamente que la desnuclearización integral, verificable e irreversible que los poderes atlantistas y sionistas diseñan e impulsan para Corea del Norte, significará su vulnerabilidad y, tanto él como sus generales, no están predispuestos al suicidio. De modo que, pese a retóricas, ilusiones y esperanzas, la resolución del llamado problema nuclear de Corea del Norte proseguirá en su viaje largo con una RPDC convertida en un misil geopolítico.
Nota:
1-http://www.dailymail.co.uk/news/article-5344473/Kissinger-Nuclear-strike-North-Korea-tempting.html
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