Coronavirus. Fernando Savater: "Vamos a seguir siendo lo mismo, pero un poco peor"
La Nación Huigo Alconada Mon 3 de julio de 2020
El filósofo español no cree que la pandemia marque un punto de inflexión en la humanidad Fuente: LA NACION
Fernando Savater nada contra la corriente. Considera que esta pandemia del coronavirus es un desastre, sí, pero que no marcará un punto de inflexión en la historia de la humanidad. Ni nos cambiará en lo profundo ni nos hará mejores, como sostienen quienes, entre la ironía y el desprecio, define como "predicadores laicos".
"No creo que vayamos a salir más fuertes ni más buenos. No. Vamos a salir más pobres, porque esto será un golpe muy grande para todos los países" , plantea el reconocido filósofo español, de paso por Madrid por un par de días antes de retornar a San Sebastián. "Y además tenemos los muertos", completa Savater, que aún carga con el duelo por la muerte de su esposa, en 2015.
Ahora, dice, sobrelleva cada día, algunos de mejor forma que otros. "Las cosas que cuentan en la vida son los pequeños placeres", explica, lo que en su caso incluye las carreras de caballos.
"Hay que tener paciencia porque esto de la pandemia hay que superarlo", sintetiza. "Cuando llegó esta gripe, yo me encontraba en Lombardía, en un congreso sobre democracia y teatro, di la primera conferencia y ya no hubo más, porque se suspendió y todo el mundo salió huyendo -rememora-. Al principio no creíamos que iba a ser una cosa de tanta envergadura, pero se ha visto lo que era. Ahora, como todos, lo que quiero es no contagiarme y que encuentren cuanto antes la vacuna para quitarnos esto de encima".
-¿Qué es lo que más le preocupa del día después de esta pandemia? ¿La proliferación de esos "predicadores laicos" a los que tanto critica? ¿Acaso que salgamos de todo esto distintos, más individualistas, más ensimismados?
-¡No! ¡Esas son tonterías! Cuando acabe la pandemia y encontremos la vacuna, la gente volverá a lo mismo que éramos. Pestes y plagas ha habido muchísimas y la humanidad no ha dejado de ser lo que era. La condición social de los humanos es mucho más importante que una plaga accidental, por muy grave que sea. Lo que a mí me preocupa, como a todos, es mi salud y la de quienes me rodean y quiero, que ya hemos tenido el disgusto de perder a algunos y, luego, que se encuentre cuanto antes un remedio que evite esta sangría económica y médica que tenemos.
-¿Tantos meses confinados pueden impactar en nuestros cuerpos, mentes o incluso en las habilidades como seres sociales?
-Habrá gente que sí, gente que tenga nervios muy frágiles y que esto la afecte de un modo muy grave, pero a la mayoría, no. Primero, porque hemos estado confinados en casa, pero saliendo a comprar. No hemos tenido un confinamiento como si estuviéramos en una celda de aislamiento en una prisión. Hemos estado relativamente aislados, pero en contacto con otros seres humanos. Y muchos han estado confinados con sus familias o su entorno próximo. Así que habrá personas que tendrán problemas, pero no será la mayoría.
-Pese a todo, ¿observa algo esperanzador?
-Pues no, en absoluto. No creo que vayamos a salir más fuertes ni más buenos. No. Vamos a salir más pobres, porque esto será un golpe muy grande para todos los países, y causará problemas económicos y laborales enormes, y además tenemos los muertos. Muchos cargan con eso. De modo que no creo que tengamos una solución positiva. Lo único es que comprenderemos la importancia de la investigación científica.
-Usted alude a la ciencia y, si me permite, le recuerdo a todo el sector sanitario.
-[Asiente] Casi todo el mundo se está dando cuenta de qué importantes son esos trabajos. Esa es una reflexión que podríamos sacar de esta experiencia: a veces, las personas que hacen las tareas más importantes -como el personal sanitario- son las que cobran menos, las que tienen un peor estatus económico. Eso es injusto. Ahora deberíamos preocuparnos de agradecerles lo mucho y lo bueno que han hecho por nosotros, no solo retóricamente, sino también ayudando todo lo posible a que su situación social, económica y laboral sea mejor para compensar su sacrificio.
-En esa línea, también llama a revalorar las cosas más sencillas de nuestra vida anterior, como planteó en el Hay Festival ?
-Efectivamente, las cosas que cuentan en la vida no son los grandes objetivos, sino el día a día, los pequeños placeres: el paseo, la ternura de una caricia, ir a buscar a unos amigos para ir a tomarse una copa en un sitio agradable, una palabra amable, comprar pequeños caprichos gastronómicos o indumentarios. En fin, todas esas cosas que vemos como rutinarias y que a veces no les damos la mayor importancia. Ahora estamos viendo hasta qué punto perderlas es un cierto fracaso de la vida.
-Hablando de pérdidas, en su último libro, La peor parte. Memorias de amor, rescata unos versos de Karmelo Iribarren para resumir su duelo tras la muerte de su esposa: "La vida sigue -dicen- pero no siempre es verdad./ A veces la vida no sigue./ A veces solo pasan los días".
-[Interrumpe] Me pareció una descripción muy sencilla, pero muy exacta de un duelo. La vida era aquello que ya he perdido, era aquello que acabó cuando acabó ella, mientras que ahora pasan los días. Me despierto, me afeito, desayuno unas tostadas con café con leche, pero eso ya no es la vida. Es la rutina.
-Salvando las distancias, muchos que se encuentran en sus casas en estos tiempos de cuarentena sienten eso: que pasan los días, pero no que están viviendo.
-[Niega con la cabeza]. Creo que la mayoría de las personas que están confinadas en sus casas suelen tener familiares cerca; están con sus parejas, con sus hijos, y eso les permite sentir la vida lo mismo que en cualquier otro momento. Quizás haya algunas personas para las que su trabajo o la práctica de ciertos deportes sean muy importantes y por eso sientan que están en un paréntesis hasta que no vuelvan a ese ritmo. ¡Pero ya me gustaría a mí que simplemente dejando el confinamiento volviera a recuperar mi vida! ¡No es tan fácil!
-¿El suicidio es una opción?
-El suicidio siempre es una opción. Es la clave de la libertad. Por eso no debemos quejarnos excesivamente de la vida, porque estamos en ella porque queremos. Hay muchas formas de dejar de estar en la vida. Nadie está en la obligación de seguir vivo si no quiere. La mayoría de nosotros se hace la misma reflexión que el personaje de Las palmeras salvajes , aquella novela de William Faulkner. Al final, ha perdido a su mujer, va sintiéndose culpable por su pérdida y se plantea: "Entre la pena y la nada, elijo la pena". Eso nos pasa un poco a todos. Tenemos la opción de continuar en la pena o elegir la nada, pero seguimos en la pena. En mi caso, estoy vivo para recordarla. Ella hizo más bello al mundo y el último guardián de esa belleza soy yo.
-¿Hay alguna pregunta que no le he planteado y le gustaría abordar?
-No. El coronavirus nos obliga a repetir siempre las mismas conversaciones. Siempre me preguntan lo mismo.
-Lo lamento, porque entonces no he sido lo suficientemente bueno como entrevistador.
-¡No, no, no! ¡Es que tampoco hay otras cosas que preguntar! ¡El coronavirus tampoco es una emergencia metafísica! Es como si hubiera pasado un terremoto o una inundación. Son cosas que nos fuerzan a plantearnos las mismas cosas. No es cuestión de poca originalidad: si hay un terremoto, las casas se caen y la gente está asustada, y tampoco le vas a preguntar qué piensa de la salvación del alma [risas]. Esto es lo que es. ¡No es metafísica!
-No, pero muchas figuras que entrevisté para esta serie coincidieron en que la pandemia sí conllevará un impacto y acaso hasta signifique un punto de inflexión en campos como la economía, el trabajo o las relaciones internacionales, que podría sentirse acaso por décadas.
-[Sonríe] Bueno, a la gente le gusta darse importancia, le gusta afirmar que ocurrirán grandes cosas y grandes procesos. Pero me parece que ha sido Michel Houellebecq quien, cuando le han preguntado cómo creía él que seguirían viviendo los hombres después de la epidemia, ha respondido que igual, pero un poco peor [risas]. Eso es lo que creo, también. Que vamos a seguir siendo lo mismo, pero un poco peor. Peor económicamente y con miedo a que haya otra epidemia, pero por lo demás. Creer que los humanos vayamos a dejar de ser lo que somos y nos vayamos a transformar en otra cosa, más angélica, no. Eso es ganas de. A la gente, a veces, en vez de hablar, lo que le gusta es declamar. Y para declamar hay que decir esas cosas muy emocionantes.
"No creo que vayamos a salir más fuertes ni más buenos. No. Vamos a salir más pobres, porque esto será un golpe muy grande para todos los países" , plantea el reconocido filósofo español, de paso por Madrid por un par de días antes de retornar a San Sebastián. "Y además tenemos los muertos", completa Savater, que aún carga con el duelo por la muerte de su esposa, en 2015.
Ahora, dice, sobrelleva cada día, algunos de mejor forma que otros. "Las cosas que cuentan en la vida son los pequeños placeres", explica, lo que en su caso incluye las carreras de caballos.
"Hay que tener paciencia porque esto de la pandemia hay que superarlo", sintetiza. "Cuando llegó esta gripe, yo me encontraba en Lombardía, en un congreso sobre democracia y teatro, di la primera conferencia y ya no hubo más, porque se suspendió y todo el mundo salió huyendo -rememora-. Al principio no creíamos que iba a ser una cosa de tanta envergadura, pero se ha visto lo que era. Ahora, como todos, lo que quiero es no contagiarme y que encuentren cuanto antes la vacuna para quitarnos esto de encima".
-¿Qué es lo que más le preocupa del día después de esta pandemia? ¿La proliferación de esos "predicadores laicos" a los que tanto critica? ¿Acaso que salgamos de todo esto distintos, más individualistas, más ensimismados?
-¡No! ¡Esas son tonterías! Cuando acabe la pandemia y encontremos la vacuna, la gente volverá a lo mismo que éramos. Pestes y plagas ha habido muchísimas y la humanidad no ha dejado de ser lo que era. La condición social de los humanos es mucho más importante que una plaga accidental, por muy grave que sea. Lo que a mí me preocupa, como a todos, es mi salud y la de quienes me rodean y quiero, que ya hemos tenido el disgusto de perder a algunos y, luego, que se encuentre cuanto antes un remedio que evite esta sangría económica y médica que tenemos.
-¿Tantos meses confinados pueden impactar en nuestros cuerpos, mentes o incluso en las habilidades como seres sociales?
-Habrá gente que sí, gente que tenga nervios muy frágiles y que esto la afecte de un modo muy grave, pero a la mayoría, no. Primero, porque hemos estado confinados en casa, pero saliendo a comprar. No hemos tenido un confinamiento como si estuviéramos en una celda de aislamiento en una prisión. Hemos estado relativamente aislados, pero en contacto con otros seres humanos. Y muchos han estado confinados con sus familias o su entorno próximo. Así que habrá personas que tendrán problemas, pero no será la mayoría.
-Pese a todo, ¿observa algo esperanzador?
-Pues no, en absoluto. No creo que vayamos a salir más fuertes ni más buenos. No. Vamos a salir más pobres, porque esto será un golpe muy grande para todos los países, y causará problemas económicos y laborales enormes, y además tenemos los muertos. Muchos cargan con eso. De modo que no creo que tengamos una solución positiva. Lo único es que comprenderemos la importancia de la investigación científica.
-Usted alude a la ciencia y, si me permite, le recuerdo a todo el sector sanitario.
-[Asiente] Casi todo el mundo se está dando cuenta de qué importantes son esos trabajos. Esa es una reflexión que podríamos sacar de esta experiencia: a veces, las personas que hacen las tareas más importantes -como el personal sanitario- son las que cobran menos, las que tienen un peor estatus económico. Eso es injusto. Ahora deberíamos preocuparnos de agradecerles lo mucho y lo bueno que han hecho por nosotros, no solo retóricamente, sino también ayudando todo lo posible a que su situación social, económica y laboral sea mejor para compensar su sacrificio.
-En esa línea, también llama a revalorar las cosas más sencillas de nuestra vida anterior, como planteó en el Hay Festival ?
-Efectivamente, las cosas que cuentan en la vida no son los grandes objetivos, sino el día a día, los pequeños placeres: el paseo, la ternura de una caricia, ir a buscar a unos amigos para ir a tomarse una copa en un sitio agradable, una palabra amable, comprar pequeños caprichos gastronómicos o indumentarios. En fin, todas esas cosas que vemos como rutinarias y que a veces no les damos la mayor importancia. Ahora estamos viendo hasta qué punto perderlas es un cierto fracaso de la vida.
-Hablando de pérdidas, en su último libro, La peor parte. Memorias de amor, rescata unos versos de Karmelo Iribarren para resumir su duelo tras la muerte de su esposa: "La vida sigue -dicen- pero no siempre es verdad./ A veces la vida no sigue./ A veces solo pasan los días".
-[Interrumpe] Me pareció una descripción muy sencilla, pero muy exacta de un duelo. La vida era aquello que ya he perdido, era aquello que acabó cuando acabó ella, mientras que ahora pasan los días. Me despierto, me afeito, desayuno unas tostadas con café con leche, pero eso ya no es la vida. Es la rutina.
-Salvando las distancias, muchos que se encuentran en sus casas en estos tiempos de cuarentena sienten eso: que pasan los días, pero no que están viviendo.
-[Niega con la cabeza]. Creo que la mayoría de las personas que están confinadas en sus casas suelen tener familiares cerca; están con sus parejas, con sus hijos, y eso les permite sentir la vida lo mismo que en cualquier otro momento. Quizás haya algunas personas para las que su trabajo o la práctica de ciertos deportes sean muy importantes y por eso sientan que están en un paréntesis hasta que no vuelvan a ese ritmo. ¡Pero ya me gustaría a mí que simplemente dejando el confinamiento volviera a recuperar mi vida! ¡No es tan fácil!
-¿El suicidio es una opción?
-El suicidio siempre es una opción. Es la clave de la libertad. Por eso no debemos quejarnos excesivamente de la vida, porque estamos en ella porque queremos. Hay muchas formas de dejar de estar en la vida. Nadie está en la obligación de seguir vivo si no quiere. La mayoría de nosotros se hace la misma reflexión que el personaje de Las palmeras salvajes , aquella novela de William Faulkner. Al final, ha perdido a su mujer, va sintiéndose culpable por su pérdida y se plantea: "Entre la pena y la nada, elijo la pena". Eso nos pasa un poco a todos. Tenemos la opción de continuar en la pena o elegir la nada, pero seguimos en la pena. En mi caso, estoy vivo para recordarla. Ella hizo más bello al mundo y el último guardián de esa belleza soy yo.
-¿Hay alguna pregunta que no le he planteado y le gustaría abordar?
-No. El coronavirus nos obliga a repetir siempre las mismas conversaciones. Siempre me preguntan lo mismo.
-Lo lamento, porque entonces no he sido lo suficientemente bueno como entrevistador.
-¡No, no, no! ¡Es que tampoco hay otras cosas que preguntar! ¡El coronavirus tampoco es una emergencia metafísica! Es como si hubiera pasado un terremoto o una inundación. Son cosas que nos fuerzan a plantearnos las mismas cosas. No es cuestión de poca originalidad: si hay un terremoto, las casas se caen y la gente está asustada, y tampoco le vas a preguntar qué piensa de la salvación del alma [risas]. Esto es lo que es. ¡No es metafísica!
-No, pero muchas figuras que entrevisté para esta serie coincidieron en que la pandemia sí conllevará un impacto y acaso hasta signifique un punto de inflexión en campos como la economía, el trabajo o las relaciones internacionales, que podría sentirse acaso por décadas.
-[Sonríe] Bueno, a la gente le gusta darse importancia, le gusta afirmar que ocurrirán grandes cosas y grandes procesos. Pero me parece que ha sido Michel Houellebecq quien, cuando le han preguntado cómo creía él que seguirían viviendo los hombres después de la epidemia, ha respondido que igual, pero un poco peor [risas]. Eso es lo que creo, también. Que vamos a seguir siendo lo mismo, pero un poco peor. Peor económicamente y con miedo a que haya otra epidemia, pero por lo demás. Creer que los humanos vayamos a dejar de ser lo que somos y nos vayamos a transformar en otra cosa, más angélica, no. Eso es ganas de. A la gente, a veces, en vez de hablar, lo que le gusta es declamar. Y para declamar hay que decir esas cosas muy emocionantes.
Nota de Diego Pappalardo: Savater, tiene razón.
El COVID-19 no marcará un antes ni un después en la Historia, sirve como medio resolutorio de algunos problemas globales (NO REDUCCIÓN POBLACIONAL HUMANA), reforzamiento (NO IMPLEMENTACIÓN TOTAL) de procesos en curso y enmascaramiento de causas profundas, desequilibrantes y explosivas en el marco financiero-económico mundial.
SEGUIMOS EN TRANSICIÓN HISTÓRICA!
El COVID-19 no marcará un antes ni un después en la Historia, sirve como medio resolutorio de algunos problemas globales (NO REDUCCIÓN POBLACIONAL HUMANA), reforzamiento (NO IMPLEMENTACIÓN TOTAL) de procesos en curso y enmascaramiento de causas profundas, desequilibrantes y explosivas en el marco financiero-económico mundial.
SEGUIMOS EN TRANSICIÓN HISTÓRICA!
Nota de Diego Pappalardo:
"La investigación fue realizada por la Universidad Federal de Santa Catarina y la Universidad de Burgos, España.
Expertos académicos de Brasil sugirieron este jueves que la Covid-19 pudiera haber estado presente en el país desde finales de 2019, meses antes de que se diagnosticara el primer caso en América Latina".
"Virus chino"...
La credibilidad de mucha gente (de cualquier arco ideológico-político, Estado y/o nacionalidad) y de instituciones "serias" va a ser cuasi demolida a partir del 2021...
"La investigación fue realizada por la Universidad Federal de Santa Catarina y la Universidad de Burgos, España.
Expertos académicos de Brasil sugirieron este jueves que la Covid-19 pudiera haber estado presente en el país desde finales de 2019, meses antes de que se diagnosticara el primer caso en América Latina".
"Virus chino"...
La credibilidad de mucha gente (de cualquier arco ideológico-político, Estado y/o nacionalidad) y de instituciones "serias" va a ser cuasi demolida a partir del 2021...
5 de julio de 2020
"El Ministerio de Agricultura y Asuntos Rurales de China aclaró que la llamada cepa G4 del virus de la gripe porcina no es nueva, rechazando las conclusiones de un estudio publicado a principios de esta semana en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
El estudio advertía que un nuevo virus de la gripe porcina, llamado G4, se ha vuelto más infeccioso para los humanos y podría convertirse en un potencial 'virus pandémico'.
No obstante, las autoridades chinas aseguraron este sábado que el virus ni infecta ni hace enfermar fácilmente a humanos y animales, informa Reuters.
En palabras del ministerio, el estudio ha sido interpretado por los medios 'de una manera exagerada y sin basarse en los hechos'".
Nota de Diego Pappalardo: Mientras tanto, los conspiracionistas y conspiranoicos de Kontrainfo y ciertos nacionalistas y/o antimundialistas dijeron esto sobre el tema:
http://kontrainfo.com/como-pronostico-the-economist-nueva-cepa-de-gripe-en-cerdos-con-potencial-pandemico/amp/
"A dos días de que la revista británica The Economist, propiedad de las históricas familias Rothschild y Agnelli, titulara en su tapa 'La Próxima Catástrofe' y dispusiera una imagen de un cerdo en la misma, un grupo de científicos han identificado en China una nueva 'cepa de gripe presente en cerdos' que tiene 'el potencial de convertirse en una pandemia'.
*"Por su parte, la revista The Economist, famosa por ser la voz del establishment financiero y enviar mensajes crípticos a través de sus portadas, presentó el día 27 de junio una curiosa tapa en la que habla de 'la próxima catástrofe' en la que sugerentemente muestra a una familia con máscaras de gas, el niño con casco de guerra, en la pared el llamado 'reloj del Apocalipsis' que mide la cercanía a un cataclismo (y se encuentra a solo 100 segundos de la medianoche en la que ocurriría la tragedia), y 7 cuadros con distintos eventos apocalípticos junto al rostro de un cerdo.*".
Los que se "comieron" la portada de The Economist y cayeron por asociacionismo por vaguedades:
Cristina Martin Jimenez, española, escritora y llamada especialista en Club Bilderberg y Daniel Estulin, ruso, mucho más inteligente que la autora española, y mejor versado en Club Bilderberg.
El estudio advertía que un nuevo virus de la gripe porcina, llamado G4, se ha vuelto más infeccioso para los humanos y podría convertirse en un potencial 'virus pandémico'.
No obstante, las autoridades chinas aseguraron este sábado que el virus ni infecta ni hace enfermar fácilmente a humanos y animales, informa Reuters.
En palabras del ministerio, el estudio ha sido interpretado por los medios 'de una manera exagerada y sin basarse en los hechos'".
Nota de Diego Pappalardo: Mientras tanto, los conspiracionistas y conspiranoicos de Kontrainfo y ciertos nacionalistas y/o antimundialistas dijeron esto sobre el tema:
http://kontrainfo.com/como-pronostico-the-economist-nueva-cepa-de-gripe-en-cerdos-con-potencial-pandemico/amp/
"A dos días de que la revista británica The Economist, propiedad de las históricas familias Rothschild y Agnelli, titulara en su tapa 'La Próxima Catástrofe' y dispusiera una imagen de un cerdo en la misma, un grupo de científicos han identificado en China una nueva 'cepa de gripe presente en cerdos' que tiene 'el potencial de convertirse en una pandemia'.
*"Por su parte, la revista The Economist, famosa por ser la voz del establishment financiero y enviar mensajes crípticos a través de sus portadas, presentó el día 27 de junio una curiosa tapa en la que habla de 'la próxima catástrofe' en la que sugerentemente muestra a una familia con máscaras de gas, el niño con casco de guerra, en la pared el llamado 'reloj del Apocalipsis' que mide la cercanía a un cataclismo (y se encuentra a solo 100 segundos de la medianoche en la que ocurriría la tragedia), y 7 cuadros con distintos eventos apocalípticos junto al rostro de un cerdo.*".
Los que se "comieron" la portada de The Economist y cayeron por asociacionismo por vaguedades:
Cristina Martin Jimenez, española, escritora y llamada especialista en Club Bilderberg y Daniel Estulin, ruso, mucho más inteligente que la autora española, y mejor versado en Club Bilderberg.
7 de julio de 2020
"En un reciente informe el organismo dependiente de Naciones Unidas estima que en el próximo semestre, por el impacto de la pandemia, cerrarán en la región 2,7 millones de empresas formales y se perderán 8,5 millones de empleos. A su vez llama a que los Estados intervengan en sectores estratégicos.
De acuerdo al estudio, las más afectadas serán las microempresas, ya que podrían cerrar unas 2,6 millones (con 6,3 millones de trabajadores), destino que también correrían 98.700 pymes (1,5 millón de empleados) y 5.943 firmas de mediano tamaño (390 mil empleos).
No obstante, el impacto también alcanzaría a las grandes empresas, de las que se prevé que desaparezcan 406 que hoy emplean a 231.724 trabajadores.
Las más perjudicadas serán las firmas de comercio (1,4 millón y 4 millones de trabajadores) y las de turismo (290.000 y un millón de empleos), y remarcó que 'muchos irán a una informalidad muy precaria'".
De acuerdo al estudio, las más afectadas serán las microempresas, ya que podrían cerrar unas 2,6 millones (con 6,3 millones de trabajadores), destino que también correrían 98.700 pymes (1,5 millón de empleados) y 5.943 firmas de mediano tamaño (390 mil empleos).
No obstante, el impacto también alcanzaría a las grandes empresas, de las que se prevé que desaparezcan 406 que hoy emplean a 231.724 trabajadores.
Las más perjudicadas serán las firmas de comercio (1,4 millón y 4 millones de trabajadores) y las de turismo (290.000 y un millón de empleos), y remarcó que 'muchos irán a una informalidad muy precaria'".
10 de julio de 2020
11 de julio de 2020
13 de julio de 2020
Notas de Diego Pappalardo: El 20 de abril pasado, escribí:
*Si Trump está dispuesto a ordenar la vacunación masiva del tipo que propone Bill Gates, tal y como erróneamente señalan algunos autores, contrasistémicos incluidos, ¿POR QUÉ ESTÁ REÑIDO CON BILL GATES Y CON FAUCI?.*
"A pesar de su importante papel en la lucha de Estados Unidos contra el coronavirus, el principal experto en enfermedades infecciosas Anthony Fauci ha sido marginado por la Casa Blanca, informó The Washington Post.
Fauci 'ya no informa al (presidente estadounidense) Trump y ya no está en la (oficina) Oval', informó el diario, que citó a un alto funcionario de la Casa Blanca, quien pidió el anonimato.
De acuerdo con el reporte, Fauci no había hablado con Trump desde 'la primera semana de junio'.
Desde que brotó la COVID-19 en Estados Unidos, la administración Trump y especialmente el propio presidente han tenido relaciones tirantes con el científico sobre la política del país respecto al coronavirus.
Desde la administración Trump se emitió un comunicado diciendo que 'varios funcionarios de la Casa Blanca están preocupados por la cantidad de veces que el Dr. Fauci se ha equivocado en las cosas', y adjunta una larga lista de comentarios del científico desde el inicio del brote".
Diego Pappalardo:
Dr. John Ioannidis, epidemiólogo reconocido internacionalmente y miembro de la Universidad de Stanford:
"En términos de número de vidas perdidas, hasta ahora el impacto del COVID-19 es aproximadamente el 1% de la gripe de 1918.
En términos de años-persona perdidos ajustados por calidad, el impacto de COVID-19 es aproximadamente el 0.1% de la influenza de 1918, ya que la influenza de 1918 mató principalmente a personas jóvenes y sanas (edad promedio 28), mientras que la edad promedio de muerte con COVID-19 es de 80 años, con varias comorbilidades.
Las predicciones de la mayoría de los modelos matemáticos en términos de cuántas camas y cuántas camas de UCI se necesitarían eran astronómicamente incorrectas.
De hecho, el sistema de salud no fue colapsado en ningún lugar de los Estados Unidos, aunque varios hospitales estaban estresados.
Por el contrario, el sistema de atención de salud sufrió graves daños en muchos lugares debido a las medidas adoptadas.
Me siento extremadamente triste porque mis predicciones fueron verificadas.
Ya se han producido 'consecuencias importantes para la economía, la sociedad y la salud mental'.
Espero que sean reversibles, y esto depende en gran medida de si podemos evitar prolongar los confinamientos draconianos y lograr lidiar con COVID-19 en un enfoque inteligente y preciso de riesgo de precisión, en lugar de cerrar todo ciegamente.
Del mismo modo, ya hemos comenzado a ver las consecuencias de 'crisis financiera, disturbios y conflictos civiles'.
Espero que no sea seguido por 'guerra y colapso del tejido social'.
A nivel mundial, las medidas de cierre han aumentado el número de personas en riesgo de inanición a 1.100 millones, y están poniendo en riesgo millones de vidas, con el posible resurgimiento de la tuberculosis, enfermedades infantiles como el sarampión donde los programas de vacunación se ven afectados y la malaria.
Espero que los formuladores de políticas analicen el panorama general de todos los problemas potenciales y no solo la muy importante, sino una porción relativamente pequeña de evidencia que es COVID-19".
*Si Trump está dispuesto a ordenar la vacunación masiva del tipo que propone Bill Gates, tal y como erróneamente señalan algunos autores, contrasistémicos incluidos, ¿POR QUÉ ESTÁ REÑIDO CON BILL GATES Y CON FAUCI?.*
"A pesar de su importante papel en la lucha de Estados Unidos contra el coronavirus, el principal experto en enfermedades infecciosas Anthony Fauci ha sido marginado por la Casa Blanca, informó The Washington Post.
Fauci 'ya no informa al (presidente estadounidense) Trump y ya no está en la (oficina) Oval', informó el diario, que citó a un alto funcionario de la Casa Blanca, quien pidió el anonimato.
De acuerdo con el reporte, Fauci no había hablado con Trump desde 'la primera semana de junio'.
Desde que brotó la COVID-19 en Estados Unidos, la administración Trump y especialmente el propio presidente han tenido relaciones tirantes con el científico sobre la política del país respecto al coronavirus.
Desde la administración Trump se emitió un comunicado diciendo que 'varios funcionarios de la Casa Blanca están preocupados por la cantidad de veces que el Dr. Fauci se ha equivocado en las cosas', y adjunta una larga lista de comentarios del científico desde el inicio del brote".
Diego Pappalardo:
Dr. John Ioannidis, epidemiólogo reconocido internacionalmente y miembro de la Universidad de Stanford:
"En términos de número de vidas perdidas, hasta ahora el impacto del COVID-19 es aproximadamente el 1% de la gripe de 1918.
En términos de años-persona perdidos ajustados por calidad, el impacto de COVID-19 es aproximadamente el 0.1% de la influenza de 1918, ya que la influenza de 1918 mató principalmente a personas jóvenes y sanas (edad promedio 28), mientras que la edad promedio de muerte con COVID-19 es de 80 años, con varias comorbilidades.
Las predicciones de la mayoría de los modelos matemáticos en términos de cuántas camas y cuántas camas de UCI se necesitarían eran astronómicamente incorrectas.
De hecho, el sistema de salud no fue colapsado en ningún lugar de los Estados Unidos, aunque varios hospitales estaban estresados.
Por el contrario, el sistema de atención de salud sufrió graves daños en muchos lugares debido a las medidas adoptadas.
Me siento extremadamente triste porque mis predicciones fueron verificadas.
Ya se han producido 'consecuencias importantes para la economía, la sociedad y la salud mental'.
Espero que sean reversibles, y esto depende en gran medida de si podemos evitar prolongar los confinamientos draconianos y lograr lidiar con COVID-19 en un enfoque inteligente y preciso de riesgo de precisión, en lugar de cerrar todo ciegamente.
Del mismo modo, ya hemos comenzado a ver las consecuencias de 'crisis financiera, disturbios y conflictos civiles'.
Espero que no sea seguido por 'guerra y colapso del tejido social'.
A nivel mundial, las medidas de cierre han aumentado el número de personas en riesgo de inanición a 1.100 millones, y están poniendo en riesgo millones de vidas, con el posible resurgimiento de la tuberculosis, enfermedades infantiles como el sarampión donde los programas de vacunación se ven afectados y la malaria.
Espero que los formuladores de políticas analicen el panorama general de todos los problemas potenciales y no solo la muy importante, sino una porción relativamente pequeña de evidencia que es COVID-19".
14 de julio de 2020
17 de julio de 2020
19 de julio de 2020
Notas de Diego Pappalardo: Pero no era que, según algunos expertos de la Ciencia y de los Medios de Comunicación, el COVID-19 es un "enemigo invisible" y que solo la Humanidad estaría a salvo del peligro mayúsculo que representaría ese tipo de Coronavirus cuando se vacunase contra él?
"Robert R. Redfield, director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC, por sus siglas en inglés) afirmó este martes, en una entrevista a Journal of the American Medical Association, que la pandemia de coronavirus podría ser controlada 'en las próximas cuatro, seis u ocho semanas' si 'todo el mundo se pone una mascarilla ahora mismo'.
'No estamos indefensoscontra el covid-19', subrayó el experto.
'Los tapabocas de tela son una de las armas más poderosas que tenemos para frenar y detener la propagación del virus, especialmente cuando se utilizan universalmente en un entorno comunitario' añadió.
Según apuntó Redfield, llevar mascarilla 'no es un asunto político', sino 'un asunto de salud pública'.
'Es realmente una responsabilidad personal para todos nosotros' declaró.
Además, señaló que un reciente estudio mostró que las mascarillas ayudan a reducir la propagación".
"Robert R. Redfield, director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC, por sus siglas en inglés) afirmó este martes, en una entrevista a Journal of the American Medical Association, que la pandemia de coronavirus podría ser controlada 'en las próximas cuatro, seis u ocho semanas' si 'todo el mundo se pone una mascarilla ahora mismo'.
'No estamos indefensoscontra el covid-19', subrayó el experto.
'Los tapabocas de tela son una de las armas más poderosas que tenemos para frenar y detener la propagación del virus, especialmente cuando se utilizan universalmente en un entorno comunitario' añadió.
Según apuntó Redfield, llevar mascarilla 'no es un asunto político', sino 'un asunto de salud pública'.
'Es realmente una responsabilidad personal para todos nosotros' declaró.
Además, señaló que un reciente estudio mostró que las mascarillas ayudan a reducir la propagación".
Sin que haya una vacunación a toda la Humanidad, como sí quiere Bill Gates, el COVID-19 bajará de la importancia global que hoy tiene y será más notorio ello partir de *Agosto* próximo!
¡El COVID-19 no es ninguna arma de acortamiento vital de la población humana mundial!
Considerando las estadísticas oficiales mundiales, observo que:
●El COVID-19 sería responsable de solamente el 1% o el 1,50% de la tasa total de mortalidad humana en los primeros siete meses del 2020.
●La letalidad en el universo humano capturado por el virus sería inferior al 4,50%.
●Por lo que, como causal de mortalidad, en 2020, se posiciona muy lejos de los fallecimientos por cáncer, lejos de las muertes por alcoholismo,
relativamente cercano a las cifras fatales por SIDA/HIV y ligeramente por encima de la MALARIA y el SUICIDIO.
●Por lo tanto, su incidencia directa en la demografía mundial, en términos de mortalidad, es prácticamente insignificante.
Pero, por supuesto, hay que cuidarse en este contexto epidémico y, sin caer en las trampas del sico-terrorismo, actuar con inteligencia, serenidad y esperanza.
¡El COVID-19 no es ninguna arma de acortamiento vital de la población humana mundial!
Considerando las estadísticas oficiales mundiales, observo que:
●El COVID-19 sería responsable de solamente el 1% o el 1,50% de la tasa total de mortalidad humana en los primeros siete meses del 2020.
●La letalidad en el universo humano capturado por el virus sería inferior al 4,50%.
●Por lo que, como causal de mortalidad, en 2020, se posiciona muy lejos de los fallecimientos por cáncer, lejos de las muertes por alcoholismo,
relativamente cercano a las cifras fatales por SIDA/HIV y ligeramente por encima de la MALARIA y el SUICIDIO.
●Por lo tanto, su incidencia directa en la demografía mundial, en términos de mortalidad, es prácticamente insignificante.
Pero, por supuesto, hay que cuidarse en este contexto epidémico y, sin caer en las trampas del sico-terrorismo, actuar con inteligencia, serenidad y esperanza.
"Desde el inicio de la pandemia indetenible de Covid 19 más de 14 millones de personas en 196 países o territorios fueron confirmadas como casos positivos. De ellas, ya se recuperaron más de 8.5 millones.
En tanto, más de 600.000 muertes se registraron a nivel global, mientras que la Argentina, que acumula casi 120.000 infectados, subió al puesto vigésimo entre las naciones con más contagios"
En tanto, más de 600.000 muertes se registraron a nivel global, mientras que la Argentina, que acumula casi 120.000 infectados, subió al puesto vigésimo entre las naciones con más contagios"
22 de julio de 2020
23 de julio de 2020
25 de julio de 2020
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5 de agosto de 2020
9 de agosto de 2020
"Ya no habrá brote de infección por coronavirus como el registrado en invierno y primavera, declaró el epidemiólogo jefe de la Agencia Federal Médico-Biológica de Rusia, Vladímir Nikíforov.
'No habrá, por supuesto, un brote como el que teníamos en invierno y en primavera y que tenemos también ahora, en verano (...). Después de hacernos sufrir el COVID-19, el virus se transformará, nos adaptaremos mutuamente, y el SARS-CoV-2 se convertirá en agente de una dolencia como otras, que estallan en determinadas temporadas', dijo durante una rueda de prensa celebrada en el Servicio Nacional de Noticias (NSN).
*Según el científico, el coronavirus llegó para estar con nosotros por muchos años y tiene dos probabilidades: o degradar hasta una infección respiratoria aguda o adquirir las características de una gripe, que llega en otoño, se impone como una enfermedad bastante seria y desaparece en verano*".
'No habrá, por supuesto, un brote como el que teníamos en invierno y en primavera y que tenemos también ahora, en verano (...). Después de hacernos sufrir el COVID-19, el virus se transformará, nos adaptaremos mutuamente, y el SARS-CoV-2 se convertirá en agente de una dolencia como otras, que estallan en determinadas temporadas', dijo durante una rueda de prensa celebrada en el Servicio Nacional de Noticias (NSN).
*Según el científico, el coronavirus llegó para estar con nosotros por muchos años y tiene dos probabilidades: o degradar hasta una infección respiratoria aguda o adquirir las características de una gripe, que llega en otoño, se impone como una enfermedad bastante seria y desaparece en verano*".
11 de agosto de 2020
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12 de agosto de 2020
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13 de agosto de 2020
14 de agosto de 2020
16 de agosto de 2020
17 de agosto de 2020
19 de agosto de 2020
Excepto los muertos, todo es mentira
«Analizando datos oficiales se constata que la tasa de letalidad del Covid-19 es como máximo del 0,6 por ciento. A nivel desagregado se observa que, en personas mayores de 70 años mata más el aislamiento en hospital que el virus. Teniendo en cuenta los falsos positivos estimo que, a día de hoy, los fallecidos directos por la epidemia son menos de 24.000»
Soy consciente que la tendencia general es endosar a Gobierno y comunidades autónomas ocultamiento, por subestimación, del verdadero número de fallecidos por Covid-19. No comparto totalmente este enfoque y, por el contrario, considero que las defunciones por Covid-19, incluso en infectados «confirmados» (30% de falsos positivos posibles, Sin Hang Lee, «Journal of Geriatrics and Rehabilitation», 17/07/2020), son menos que las oficiales. Si cabe, esto es aún más grave al apuntar a muertes en exceso de personas no infectadas, fragilizadas y desatendidas. La mayoría de exceso de muertes (respecto a la media de defunciones del mismo periodo de los últimos años) se debe a otras causas. En primer lugar, el «syndrome de glissement-abandon» (dejarse ir) o muerte «psychogène» (Jean Carrié, 1952) en personas mayores que durante la epidemia se sintieron, con razón o sin ella, traumáticamente abandonas a domicilio, hospital o residencias (fallecen en tres semanas); en segundo lugar, el terror a infectarse en el hospital de personas con patologías graves, para todos los efectos huidas, que al no recibir seguimiento, intervención ni atención urgente fallecieron (y las que fallecerán).
Así las cosas, del Informe n°36 del Centro Nacional de Epidemiología (CNE). «Situación De Covid-19. Casos diagnosticados a partir 10 de mayo» obtenemos conclusiones demoledoras relativas a la estrategia y directrices de política sanitaria impuestas por el Gobierno y CC.AA. en aras de minimizar el número de muertos causados por la epidemia en curso. Se trata de una encuesta epidemiológica de casos confirmados. Abstracción hecha de falsos positivos, los casos reales, de haberse hecho más test, serían a buen seguro el doble lo cual haría caer mecánica e imparablemente la tasa de letalidad al 0,3%-0,4%.
En la Tabla 4 del susodicho informe (distribución por grupos de edad) confeccionada por el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) con los casos de Covid-19 por nivel de gravedad notificados a Renave con inicio de síntomas y diagnóstico posterior al 10/05/2020 (23/07/2020, fecha de la extracción de datos) se observa que hubo en total 228 defunciones por 35.482 infectados. Obtenemos una tasa de letalidad de 0,6% (228/35.482=0.006=0,6%). Esta tasa discrepa incontestablemente de la que se obtendría para la población general con el número de fallecidos (casi 45.000 confirmados y sospechosos) por Covid-19 estimados por nuestros colegas de «El País» (26/07). EP, Johns Hopkins University, INE, SCIII, deben revisar sus cifras, al copiarse entre sí repercuten los errores. Hay que orientarse siempre por la tasa de letalidad. La pertinente es la aquí calculada (por exceso).
Un primer estudio (26/04) de cuatro investigadores universitarios estimó la tasa de letalidad española en 3,1% contabilizando aproximadamente 38.000 fallecidos en cálculo deslizante. El Ministerio de Sanidad, en el momento de la publicación de la insostenible investigación, proponía 23.822 muertos (28/04). La discrepancia provenía de considerar fallecidos por Covid-19 prácticamente todas las muertes en exceso a partir de los informes del Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo) elaborados por el ISCIII. Los cálculos eran tan chocantes que con 32 infectados obtenían un fallecido. El estudio nacional de seroprevalencia llevado posteriormente a buen término por el ISCIII es más solvente pero también adolece de graves limitaciones a pesar de haber sido publicado por «The Lancet» (6/07/2020). Los autores del estudio lo reconocen elegantemente. La tasa de letalidad que obtienen sigue siendo excesivamente elevada (1,14%). Sin embargo, al haber confirmado el estudio del ISCIII la elevada seroprevalencia del personal sanitario disponían de todos los elementos para una estimación robusta. Es cierto que un muestreo aleatorizado, representativo de la población española, debe tener en cuenta criterios de sexo, edad, categoría socioprofesional, región, renta, talla de la aglomeración, etc. Estos criterios no los cumple en su totalidad el colectivo de sanitarios pero se pueden aproximar bastante bien. Con cifras oficiales, la tasa de letalidad entre profesionales sanitarios (52.500 infectados hasta el 25 de junio) puede estimarse en el 0,13% para un rango de edad entre más de 20 y menos de 70 años. Si ponderamos con la tasa de letalidad para la población entre 0 y 20 años obtenemos aproximadamente una tasa de letalidad de 0,11% en el rango 0-70 años. Finalmente, teniendo en cuenta la tasa de letalidad de mayores de 70 años obtenemos una estimación global de 0,5%-0,6%, en consonancia con la que se desprende del informe del CNE arriba referenciado.
Viene ahora lo más inquietante. En la susodicha Tabla 4 se observa que solamente en los rangos 70-79 años y más de 80 se constatan más defunciones que estancias en la UCI. En los de más de 80 años el dato es aterrador: de 781 pacientes hospitalizados solo 20 pasaron por la UCI pero se registran 150 fallecidos. Con una prognosis correcta, dada la sintomatología tan brutal en fase severa (neumonías especificas y «tormentas de citocinas») es dudoso que los 130 pacientes hospitalizados, de más de 80 años, que fallecieron sin pasar por la UCI muriesen por el Covid-19. Habida cuenta que se los reportó infectados se les asignó esa causa de muerte. Además, una cosa es haber sido infectado por el Sars-CoV-2 y otra, bien distinta, morir de ello. Uno puede padecer cáncer y fallecer de un ataque al corazón o una peritonitis sobre todo si ha sobrepasado la esperanza de vida teórica. Entonces ¿de qué fallecieron? Fallecieron del «syndrome de glissement-abandon»: no es el virus el que mata sino la situación resentida. La tristeza, la pena, el desamparo que invade a los mayores en el hospital (o residencias o a domicilio) les resulta fatal, no el virus (o no siempre).
En síntesis, tomando en cuenta falsos positivos, tasa de letalidad discrepante con exceso de muertes por el Covid-19 (confirmadas y sospechosas), muertos por distintas dolencias que en vida, aterrorizados, no acudieron al hospital para no infectarse y fallecidos por syndrome de glissement-abandon estimo entre 20.000-24.000 los fallecidos directamente por Covid-19. Siguen siendo muchos, ciertamente, pero no son menos los no infectados que no supimos salvar.
Así las cosas, del Informe n°36 del Centro Nacional de Epidemiología (CNE). «Situación De Covid-19. Casos diagnosticados a partir 10 de mayo» obtenemos conclusiones demoledoras relativas a la estrategia y directrices de política sanitaria impuestas por el Gobierno y CC.AA. en aras de minimizar el número de muertos causados por la epidemia en curso. Se trata de una encuesta epidemiológica de casos confirmados. Abstracción hecha de falsos positivos, los casos reales, de haberse hecho más test, serían a buen seguro el doble lo cual haría caer mecánica e imparablemente la tasa de letalidad al 0,3%-0,4%.
En la Tabla 4 del susodicho informe (distribución por grupos de edad) confeccionada por el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) con los casos de Covid-19 por nivel de gravedad notificados a Renave con inicio de síntomas y diagnóstico posterior al 10/05/2020 (23/07/2020, fecha de la extracción de datos) se observa que hubo en total 228 defunciones por 35.482 infectados. Obtenemos una tasa de letalidad de 0,6% (228/35.482=0.006=0,6%). Esta tasa discrepa incontestablemente de la que se obtendría para la población general con el número de fallecidos (casi 45.000 confirmados y sospechosos) por Covid-19 estimados por nuestros colegas de «El País» (26/07). EP, Johns Hopkins University, INE, SCIII, deben revisar sus cifras, al copiarse entre sí repercuten los errores. Hay que orientarse siempre por la tasa de letalidad. La pertinente es la aquí calculada (por exceso).
Un primer estudio (26/04) de cuatro investigadores universitarios estimó la tasa de letalidad española en 3,1% contabilizando aproximadamente 38.000 fallecidos en cálculo deslizante. El Ministerio de Sanidad, en el momento de la publicación de la insostenible investigación, proponía 23.822 muertos (28/04). La discrepancia provenía de considerar fallecidos por Covid-19 prácticamente todas las muertes en exceso a partir de los informes del Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo) elaborados por el ISCIII. Los cálculos eran tan chocantes que con 32 infectados obtenían un fallecido. El estudio nacional de seroprevalencia llevado posteriormente a buen término por el ISCIII es más solvente pero también adolece de graves limitaciones a pesar de haber sido publicado por «The Lancet» (6/07/2020). Los autores del estudio lo reconocen elegantemente. La tasa de letalidad que obtienen sigue siendo excesivamente elevada (1,14%). Sin embargo, al haber confirmado el estudio del ISCIII la elevada seroprevalencia del personal sanitario disponían de todos los elementos para una estimación robusta. Es cierto que un muestreo aleatorizado, representativo de la población española, debe tener en cuenta criterios de sexo, edad, categoría socioprofesional, región, renta, talla de la aglomeración, etc. Estos criterios no los cumple en su totalidad el colectivo de sanitarios pero se pueden aproximar bastante bien. Con cifras oficiales, la tasa de letalidad entre profesionales sanitarios (52.500 infectados hasta el 25 de junio) puede estimarse en el 0,13% para un rango de edad entre más de 20 y menos de 70 años. Si ponderamos con la tasa de letalidad para la población entre 0 y 20 años obtenemos aproximadamente una tasa de letalidad de 0,11% en el rango 0-70 años. Finalmente, teniendo en cuenta la tasa de letalidad de mayores de 70 años obtenemos una estimación global de 0,5%-0,6%, en consonancia con la que se desprende del informe del CNE arriba referenciado.
Viene ahora lo más inquietante. En la susodicha Tabla 4 se observa que solamente en los rangos 70-79 años y más de 80 se constatan más defunciones que estancias en la UCI. En los de más de 80 años el dato es aterrador: de 781 pacientes hospitalizados solo 20 pasaron por la UCI pero se registran 150 fallecidos. Con una prognosis correcta, dada la sintomatología tan brutal en fase severa (neumonías especificas y «tormentas de citocinas») es dudoso que los 130 pacientes hospitalizados, de más de 80 años, que fallecieron sin pasar por la UCI muriesen por el Covid-19. Habida cuenta que se los reportó infectados se les asignó esa causa de muerte. Además, una cosa es haber sido infectado por el Sars-CoV-2 y otra, bien distinta, morir de ello. Uno puede padecer cáncer y fallecer de un ataque al corazón o una peritonitis sobre todo si ha sobrepasado la esperanza de vida teórica. Entonces ¿de qué fallecieron? Fallecieron del «syndrome de glissement-abandon»: no es el virus el que mata sino la situación resentida. La tristeza, la pena, el desamparo que invade a los mayores en el hospital (o residencias o a domicilio) les resulta fatal, no el virus (o no siempre).
En síntesis, tomando en cuenta falsos positivos, tasa de letalidad discrepante con exceso de muertes por el Covid-19 (confirmadas y sospechosas), muertos por distintas dolencias que en vida, aterrorizados, no acudieron al hospital para no infectarse y fallecidos por syndrome de glissement-abandon estimo entre 20.000-24.000 los fallecidos directamente por Covid-19. Siguen siendo muchos, ciertamente, pero no son menos los no infectados que no supimos salvar.
23 de agosto de 2020