Crimen Contra la Humanidad: Guerra Impuesta contra Irán (1980-1988)
Por Embajador Ahmad Pabarja 24 de septiembre de 2021
Embajador Ahmad Pabarja - Encargado de Negocios de la República Islámica de Irán en Ecuador
Hace 41 años el 22 de septiembre de 1980, Saddam Hussein invadió a Irán e impuso una guerra de ocho años a Irán. Saddam Hussein, suponiendo que el ejército iraní se habría debilitado tras la victoria de la Revolución Islámica en Irán y no podría enfrentarse al ejército iraquí, atacó a Irán con la luz verde de Washington y algunos otros países de la región. Su objetivo en primer lugar fue separar la provincia fronteriza de Juzestán de Irán y en la siguiente etapa buscaría la caída del nuevo gobierno iraní.
En las primeras semanas de la guerra, el ejército de Saddam, debido a la falta de preparación del ejército iraní para un ataque sorpresivo, pudo ocupar una gran parte de las regiones occidental y sur de Irán superando más de 30.000 kilómetros cuadrados incluyendo varias ciudades, como fue el caso del gran puerto de Khorramshahr en el suroeste de Irán, así como cientos de pueblos. Pero gradualmente, las fuerzas populares de resistencia iraníes acudieron a la batalla ayudando a las fuerzas militares de nuestro país, y lograron detener la avanzada de tropas iraquíes. En menos de dos años, las fuerzas militares y civiles pudieron liberar la mayoría de las áreas ocupadas, incluida Khorramshahr, y sacar al ejército iraquí de las fronteras.
Saddam Hussein tenía un análisis correcto de la debilidad del ejército iraní en ese momento y, por otro lado, había confiado correctamente en la ayuda de otros países que estaban en guerra con la Revolución Islámica de Irán, pero lo que no estaba en sus cálculos era la fuerza de resistencia del pueblo iraní.
Lo que derrotó al ejército de Saddam no fue la presencia de armas avanzadas y extensas instalaciones militares o fuerza experimentada, que obviamente Irán no los tenía en comparación con el ejército iraquí; sino fue el autosacrificio de la juventud iraní que dio su vida para defender su país, al acatar el llamado del Líder Supremo de la Revolución, Ayatola Jomeini, para acudir a los campos de batalla. Los jóvenes dieron su sangre defendieron la patria y de esta manera frustraron el objetivo del ejército iraquí en ocupar Irán.
A lo largo de esta guerra, muchos países entre ellos los países occidentales, la ex Unión Soviética, algunos países del bloque del Este, así como los países árabes de Oriente Medio, prestaron ayuda militar, financiera y de inteligencia a Saddam Hussein. Estados Unidos proporcionó a Saddam información sobre las unidades militares de Irán, la Unión Soviética y el Bloque del Este le proporcionaron armas, Francia y Gran Bretaña proporcionaron aviones y equipo militar, y Alemania proporcionó a Saddam armas químicas. Arabia Saudita, Kuwait y los estados del Golfo cubrieron generosamente sus necesidades financieras. Algunos otros países árabes también proporcionaron personal militar al ejército iraquí.
Entre tanto, Irán enfrentó muchas dificultades para proveer sus necesidades de defensa y, en la práctica, los productores de armas se negaron a vender armas a Irán. Incluso, al comienzo de la guerra, cuando Irán necesitaba desesperadamente alambre de púas, se negaron a vendérselo. Así que tuvimos que producir muchas de nuestras necesidades de armas dentro del país.
Hay quienes opinan que Irán debería haber aceptado el alto el fuego solicitado por las Naciones Unidas después de la liberación de Khorramshahr y la expulsión de las tropas de Irak de los territorios de Irán, para evitar que la guerra durara ocho años. Pero en ese momento Irán no podía aceptar esta solicitud por las siguientes razones:
Primero, a pesar de la retirada de Irak de muchas ciudades y zonas ocupadas, aun partes del oeste de Irán, que son áreas montañosas e intransitables, estaban todavía bajo la ocupación del ejército iraquí, y no querían salir de estas zonas ocupadas.
Segundo, no teníamos ninguna garantía ni de Saddam y ni de las Naciones Unidas de que Irak no volvería a invadir nuestro país. Irán sabía muy bien que Saddam al equipar de nuevo a su ejército, atacaría a Irán nuevamente. Pudimos constatar que Kuwait, uno de los principales aliados de Saddam en la guerra impuesta a Irán y que financió la mayor parte de la guerra, fue atacado y ocupado por el ejército de Saddam.
Tercero, Irán creía que el agresor e iniciador de la guerra debería ser declarado y condenado oficialmente por las Naciones Unidas. Pero las Naciones Unidas evadía esa condena a Saddam Hussein, que inició la guerra causando cientos de miles de víctimas y heridos en ambos países.
Esta guerra causó un gran daño económico y humano a Irán. Decenas de miles fueron martirizados y miles resultaron heridos y con discapacidad, y se infligieron cientos de miles de millones de dólares en daños financieros a la infraestructura de Irán. Por lo tanto, esa agresión tuvo un impacto negativo en el desarrollo económico de Irán.
Pero en algunos otros aspectos, la Guerra Impuesta dejó un saldo positivo. En esta guerra creímos en el poder de la resistencia y el papel decisivo del pueblo. Es un logro importante para un país poder resistir a las principales potencias del mundo con las manos vacías y depender únicamente de la fuerza de su gente, y lograr sus objetivos, lo que también puede ser una gran lección para otros países. La resistencia que estamos presenciando ahora en Líbano, Siria, Yemen y Gaza es el resultado de esta lección.
Por otro lado, en esta guerra logramos la confianza en nosotros mismos de que podemos satisfacer las necesidades de nuestro país en los campos de la defensa, la tecnología y la industria dentro del país sin necesidad de asistencia externa, apoyándonos en la capacidad técnica de los jóvenes junto con el conocimiento de nuestros científicos. El hecho de que Irán sea ahora autosuficiente en la producción de las armas de defensa más avanzadas, equipos médicos, medicamentos y componentes industriales complejos, es uno de los logros de la guerra impuesta y las sanciones económicas contra la República Islámica de Irán.
Es lamentable que luego de 41 años desde esta guerra impuesta, todavía siguen las agresiones al pueblo iraní. Actualmente la guerra contra nuestro país no es militar. Se ha impuesto una guerra económica contra el pueblo de mi país por parte del gobierno opresivo y ambicioso de Estados Unidos que comenzó hace 40 años, poco después de la victoria de la Revolución Islámica, y que todavía continúa con diferentes pretextos. A raíz de esta guerra económica, la cual es un crimen contra la humanidad, el pueblo iraní ha sido privado de una conexión libre con la economía global dificultándole el acceso a los recursos financieros y el suministro de bienes básicos.
Sin embargo, de la misma manera que el pueblo iraní no se rindió en la guerra impuesta, finalmente saldrá victorioso de esta guerra económica desigual, confiando en sus innumerables capacidades y espíritu de resistencia. Y tradición divina nos dice que la opresión no durará.
En las primeras semanas de la guerra, el ejército de Saddam, debido a la falta de preparación del ejército iraní para un ataque sorpresivo, pudo ocupar una gran parte de las regiones occidental y sur de Irán superando más de 30.000 kilómetros cuadrados incluyendo varias ciudades, como fue el caso del gran puerto de Khorramshahr en el suroeste de Irán, así como cientos de pueblos. Pero gradualmente, las fuerzas populares de resistencia iraníes acudieron a la batalla ayudando a las fuerzas militares de nuestro país, y lograron detener la avanzada de tropas iraquíes. En menos de dos años, las fuerzas militares y civiles pudieron liberar la mayoría de las áreas ocupadas, incluida Khorramshahr, y sacar al ejército iraquí de las fronteras.
Saddam Hussein tenía un análisis correcto de la debilidad del ejército iraní en ese momento y, por otro lado, había confiado correctamente en la ayuda de otros países que estaban en guerra con la Revolución Islámica de Irán, pero lo que no estaba en sus cálculos era la fuerza de resistencia del pueblo iraní.
Lo que derrotó al ejército de Saddam no fue la presencia de armas avanzadas y extensas instalaciones militares o fuerza experimentada, que obviamente Irán no los tenía en comparación con el ejército iraquí; sino fue el autosacrificio de la juventud iraní que dio su vida para defender su país, al acatar el llamado del Líder Supremo de la Revolución, Ayatola Jomeini, para acudir a los campos de batalla. Los jóvenes dieron su sangre defendieron la patria y de esta manera frustraron el objetivo del ejército iraquí en ocupar Irán.
A lo largo de esta guerra, muchos países entre ellos los países occidentales, la ex Unión Soviética, algunos países del bloque del Este, así como los países árabes de Oriente Medio, prestaron ayuda militar, financiera y de inteligencia a Saddam Hussein. Estados Unidos proporcionó a Saddam información sobre las unidades militares de Irán, la Unión Soviética y el Bloque del Este le proporcionaron armas, Francia y Gran Bretaña proporcionaron aviones y equipo militar, y Alemania proporcionó a Saddam armas químicas. Arabia Saudita, Kuwait y los estados del Golfo cubrieron generosamente sus necesidades financieras. Algunos otros países árabes también proporcionaron personal militar al ejército iraquí.
Entre tanto, Irán enfrentó muchas dificultades para proveer sus necesidades de defensa y, en la práctica, los productores de armas se negaron a vender armas a Irán. Incluso, al comienzo de la guerra, cuando Irán necesitaba desesperadamente alambre de púas, se negaron a vendérselo. Así que tuvimos que producir muchas de nuestras necesidades de armas dentro del país.
Hay quienes opinan que Irán debería haber aceptado el alto el fuego solicitado por las Naciones Unidas después de la liberación de Khorramshahr y la expulsión de las tropas de Irak de los territorios de Irán, para evitar que la guerra durara ocho años. Pero en ese momento Irán no podía aceptar esta solicitud por las siguientes razones:
Primero, a pesar de la retirada de Irak de muchas ciudades y zonas ocupadas, aun partes del oeste de Irán, que son áreas montañosas e intransitables, estaban todavía bajo la ocupación del ejército iraquí, y no querían salir de estas zonas ocupadas.
Segundo, no teníamos ninguna garantía ni de Saddam y ni de las Naciones Unidas de que Irak no volvería a invadir nuestro país. Irán sabía muy bien que Saddam al equipar de nuevo a su ejército, atacaría a Irán nuevamente. Pudimos constatar que Kuwait, uno de los principales aliados de Saddam en la guerra impuesta a Irán y que financió la mayor parte de la guerra, fue atacado y ocupado por el ejército de Saddam.
Tercero, Irán creía que el agresor e iniciador de la guerra debería ser declarado y condenado oficialmente por las Naciones Unidas. Pero las Naciones Unidas evadía esa condena a Saddam Hussein, que inició la guerra causando cientos de miles de víctimas y heridos en ambos países.
Esta guerra causó un gran daño económico y humano a Irán. Decenas de miles fueron martirizados y miles resultaron heridos y con discapacidad, y se infligieron cientos de miles de millones de dólares en daños financieros a la infraestructura de Irán. Por lo tanto, esa agresión tuvo un impacto negativo en el desarrollo económico de Irán.
Pero en algunos otros aspectos, la Guerra Impuesta dejó un saldo positivo. En esta guerra creímos en el poder de la resistencia y el papel decisivo del pueblo. Es un logro importante para un país poder resistir a las principales potencias del mundo con las manos vacías y depender únicamente de la fuerza de su gente, y lograr sus objetivos, lo que también puede ser una gran lección para otros países. La resistencia que estamos presenciando ahora en Líbano, Siria, Yemen y Gaza es el resultado de esta lección.
Por otro lado, en esta guerra logramos la confianza en nosotros mismos de que podemos satisfacer las necesidades de nuestro país en los campos de la defensa, la tecnología y la industria dentro del país sin necesidad de asistencia externa, apoyándonos en la capacidad técnica de los jóvenes junto con el conocimiento de nuestros científicos. El hecho de que Irán sea ahora autosuficiente en la producción de las armas de defensa más avanzadas, equipos médicos, medicamentos y componentes industriales complejos, es uno de los logros de la guerra impuesta y las sanciones económicas contra la República Islámica de Irán.
Es lamentable que luego de 41 años desde esta guerra impuesta, todavía siguen las agresiones al pueblo iraní. Actualmente la guerra contra nuestro país no es militar. Se ha impuesto una guerra económica contra el pueblo de mi país por parte del gobierno opresivo y ambicioso de Estados Unidos que comenzó hace 40 años, poco después de la victoria de la Revolución Islámica, y que todavía continúa con diferentes pretextos. A raíz de esta guerra económica, la cual es un crimen contra la humanidad, el pueblo iraní ha sido privado de una conexión libre con la economía global dificultándole el acceso a los recursos financieros y el suministro de bienes básicos.
Sin embargo, de la misma manera que el pueblo iraní no se rindió en la guerra impuesta, finalmente saldrá victorioso de esta guerra económica desigual, confiando en sus innumerables capacidades y espíritu de resistencia. Y tradición divina nos dice que la opresión no durará.