De Afganistán a las Malvinas: quién es la nueva gobernadora británica de las islas
Sputnik 16 de marzo de 2022
© AP Photo / Rahmat Gul
El Gobierno británico designó a Alison Blake, una diplomática de carrera, como nueva gobernadora de las Islas Malvinas. Blake, que será la primera mujer destinada como autoridad en las islas, viene de ser la embajadora británica en Kabul durante el retiro de tropas de EEUU.
Alison Blake, diplomática de carrera del Servicio Civil británico y poseedora de la Orden de San Miguel y San Jorge del Imperio, reemplazará a Nigel Phillips en el cargo de gobernadora de Malvinas a partir de julio de 2022, según informó la Agencia de Noticias del Atlántico Sur, MercoPress.
El Foreign Office, como se conoce de forma coloquial al Ministerio de Exteriores británico, designó por primera vez una gobernadora mujer para las Islas Malvinas, a la vez de recibir el nombramiento oficial de Comisionada de 'Su Majestad' para las islas Georgia y Sandwich del Sur, islas que también forman parte del reclamo soberano argentino sobre estas posesiones británicas.
Blake afirmó sentirse "honrada" con el nombramiento, asegurando que, "la relación del Reino Unido con las Islas Malvinas está basada en una sociedad de valores comunes y sobre el derecho de los isleños a determinar su futuro", sostuvo la diplomática sobre la aceptación del cargo.
La nueva jerarca tuvo un guiño para los 'kelpers' o colonos británicos de Malvinas al afirmar que, "en 2013, el pueblo de Malvinas votó abrumadoramente —en un referéndum con monitores internacionales—, para mantener un autogobierno en una territorio británico de ultramar".
Blake fue, hasta 2021, embajadora británica en Kabul durante el histórico retiro de tropas británicas de Afganistán después de casi 20 años de ocupación que se inició con la llamada Guerra contra el Terrorismo, impulsada por Estados Unidos y el Reino Unido a partir de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York.
La diplomática también se desempeñó como comisionada del Foreign Office en Daca, Bangladés; Islamabad, Pakistán; como también en el rol de Primera Secretaria del Reino Unido para la OTAN en Bruselas, Encargada de Comunicaciones para el Adriático este durante la invasión de la OTAN a Kosovo y Primera Secretaria Política en Washington de 2001 a 2005.
Alison Blake, diplomática de carrera del Servicio Civil británico y poseedora de la Orden de San Miguel y San Jorge del Imperio, reemplazará a Nigel Phillips en el cargo de gobernadora de Malvinas a partir de julio de 2022, según informó la Agencia de Noticias del Atlántico Sur, MercoPress.
El Foreign Office, como se conoce de forma coloquial al Ministerio de Exteriores británico, designó por primera vez una gobernadora mujer para las Islas Malvinas, a la vez de recibir el nombramiento oficial de Comisionada de 'Su Majestad' para las islas Georgia y Sandwich del Sur, islas que también forman parte del reclamo soberano argentino sobre estas posesiones británicas.
Blake afirmó sentirse "honrada" con el nombramiento, asegurando que, "la relación del Reino Unido con las Islas Malvinas está basada en una sociedad de valores comunes y sobre el derecho de los isleños a determinar su futuro", sostuvo la diplomática sobre la aceptación del cargo.
La nueva jerarca tuvo un guiño para los 'kelpers' o colonos británicos de Malvinas al afirmar que, "en 2013, el pueblo de Malvinas votó abrumadoramente —en un referéndum con monitores internacionales—, para mantener un autogobierno en una territorio británico de ultramar".
Blake fue, hasta 2021, embajadora británica en Kabul durante el histórico retiro de tropas británicas de Afganistán después de casi 20 años de ocupación que se inició con la llamada Guerra contra el Terrorismo, impulsada por Estados Unidos y el Reino Unido a partir de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York.
La diplomática también se desempeñó como comisionada del Foreign Office en Daca, Bangladés; Islamabad, Pakistán; como también en el rol de Primera Secretaria del Reino Unido para la OTAN en Bruselas, Encargada de Comunicaciones para el Adriático este durante la invasión de la OTAN a Kosovo y Primera Secretaria Política en Washington de 2001 a 2005.
21 de marzo de 2022
"Los informes confidenciales que la Unión Soviética le entregó a la Junta Militar de la dictadura durante el conflicto armado de 1982 se convirtieron en el secreto mejor guardado de la guerra. Nadie debía saber que los soviéticos pasaban información clasificada. La intervención de la CIA, los espías rusos y cómo los satélites rusos detectaban a los barcos de la Royal Navy para que fueran atacados por los pilotos argentinos"
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24 de marzo de 2022
27 de marzo de 2022
Julian Thompson: “Con el hundimiento del crucero Belgrano hicimos lo correcto”
El brigadier inglés que dirigió la operación terrestre de las fuerzas británicas admite que la nave estaba fuera de la zona de exclusión.
Clarín María Laura Avignolo
El brigadier Juulian Thompson y su mujer junto a Margaet Thatcher en un homenaje a los veteranos británicos de la Guerra de Malvinas..
Si se hubiesen entrenado, los argentinos podrían haber ganado la guerra de las Malvinas. Con serios problemas de logística por el bombardeo al buque “Atlantic Conveyor”, la falta de helicópteros, la pérdida de raciones, municiones y comunicaciones, los ingleses también estuvieron a punto de perderla. Ambos tenían las mismas armas. A pesar del dolor, el hundimiento del crucero “General Belgrano” estuvo ”justificado” para los británicos. Iba a atacarlos y los muertos fueron muchos porque todos se habían concentrado en el comedor a la hora del almuerzo. Una operación que autorizó inmediatamente el gobierno de Margaret Thatcher pero que el submarino británico Conqueror tardó 5 horas en decodificar, antes del ataque.
Cuarenta años después del conflicto entre Argentina y Gran Bretaña, el brigadier Julian Thompson (87), comandante de la Brigada de Comando 3 que desembarcó en las islas y dirigió la operación terrestre que los llevó a la victoria, recordó y relató a Clarín la otra historia de la guerra, sin secretos militares ni misterios ni teorías conspirativas.
Como muchas veces sucede en estos conflictos, los militares británicos y argentinos se han vuelto amigos. Se visitan, intercambian los detalles de sus respectivas batallas, se entienden, dialogan, buscan conocerse. Consiguen, tras pelear brutalmente en el terreno, lo que la diplomacia no obtuvo tras la guerra.
Este militar tropero, Royal Marine con su boina verde de por vida, que prefirió dormir en una carpa junto a sus hombres en las islas y no quedarse en la fragata “Fearless” junto a los otros oficiales, es uno de los más respetados historiadores militares en Gran Bretaña. “No Picnic”, su libro bestseller, fue su detallado relato de esta guerra inesperada en el Atlántico Sur para defender a unos isleños, de los que no todos los soldados habían escuchado hablar.
Desde Londres y en plena mudanza de su casa en Kensington, el brigadier Thompson recordó la guerra, la comparó con el conflicto entre Rusia y Ucrania y al general Leopoldo Galtieri con Vladimir Putin, a quien calificó como “mucho más peligroso”.
-Tras 40 años de la guerra de Malvinas, ¿Cómo ve el conflicto ahora, que todo está cambiando tanto en el mundo?
-Lo veo como algo muy importante, por un número de razones. La primera que aplica ahora es que las Falkland/ Malvinas se encuentran en un lugar muy estratégico, entre el Pacífico y el Atlántico. Si usted quiere es como un tapón en una botella. Es una de las dos rutas entre el Atlántico y el Pacífico, la otra es el Canal de Panamá. Ahora bien, el Canal de Panamá podría ser cerrado muy fácilmente “por error”, entre comillas, por un buquetanque. Por lo tanto es estratégicamente importante para Occidente tener un país que esté en las Falkland/ Malvinas.
En la Primera Guerra Mundial, Maximilian von Spee, que era un almirante alemán, intentó capturar las Malvinas como base para la marina alemana. Y en la Segunda Guerra Mundial, los británicos usaron las Malvinas como base para atacar al sucesor de Graf Spee en la batalla del Río de la Plata. Las personas que dicen que no es ”un asset estratégico” , me temo que dicen disparates. Tiene que ser visto desde un punto de vista estratégico. Aplicable hoy en día, de hecho más aún hoy, con los chinos creciendo en su poder en el Pacífico. Y hay que recordar que los chinos están respaldando los reclamos argentinos para las Malvinas. ¿Por qué? Porque los argentinos les deberán a los chinos un favor, que los chinos no tardarán en cobrar. Los chinos van a decir: “¿ya que estamos, podríamos tener algunos aviones en las Malvinas? ¿Podríamos tener algunos barcos ahí, así podemos controlar uno de los dos pasajes vitales entre los dos océanos?”.¿ Entiende lo que quiero decir?
-Sí, perfectamente. Cuando ustedes toman la decisión de venir a las Malvinas, después de la ocupación argentina, consideraron todo este argumento estratégico o simplemente contestaban la operación militar de la Argentina?
-Estábamos contestando la operación militar y también reaccionando en favor de los deseos de los isleños. No solo fuimos a recuperar las islas en función de una agresión territorial. Era una reacción humanitaria por los isleños, que no querían existir bajo lo que era entonces-supongo que usted estará de acuerdo- un gobierno muy desagradable. Era fascista y había matado muchos cientos -por no decir miles- de civiles de la manera más brutal y revulsiva.
-¿Gran Bretaña pudo perder la guerra? Porque estaban tan lejos de su propia base y su propia logística. ¿Por qué ganaron la guerra?
-En efecto, usted tiene razón. Podríamos haber perdido la guerra . Y si Galtieri hubiera hecho un planteo correcto, creo que él podría haber ganado. Una de las claves para ganar era el uso de los submarinos nucleares, no armados nuclearmente sino con motores nucleares, que frenaron todo movimiento por mar de Argentina a las Islas Malvinas. Los argentinos en las Malvinas solo tenían una manera de reabastecerse y era por aire. Y por supuesto, el aeropuerto estuvo abierto toda la guerra. Entonces estaban muy limitados en lo que podían poner en los aviones. Y también, después de haber hablado con altos oficiales con los que me reuní desde entonces, no creo que Galtieri y la Junta pensaran que los británicos iban a contestar. Pensaban que iban a hacer ruido y quejarse en las Naciones Unidas y después callarse.
En consecuencia, los argentinos no usaron las seis semanas que tuvieron, entre que tomaron las islas y que nosotros llegamos, para hacer lo que yo habría hecho, si hubiera estado a cargo en las Malvinas. Que era hacer cosas como mejorar los caminos, alargar las pistas para tener aviones rápidos, que de otro modo no se podía aterrizar, y, sin duda, mejorar las defensas de Stanley (Puerto Argentino), para convertirlo en una fortaleza inexpugnable. Lo que no se hizo. Y la razón por la cual no se hizo, creo, es porque no creyeron que íbamos a volver. Entonces, ¿para qué molestarse?.
-Sí, porque también creían que estaban en una posición política y no militar. Usted escribió “No Picnic”, un libro fascinante sobre su experiencia como jefe militar en las islas. No fue sencilla la guerra contra los argentinos.¿ Por qué?
-No fue sencilla por muchas razones. La primera, no había caminos en aquellos días: ninguno. Entonces la única manera de trasladar las provisiones era cargándolas en la espalda o en helicópteros. Porque vehículos con ruedas en aquellos días, cargado, sólo se podían mover a 2 millas (3,21 km) por hora, atascándose todo el tiempo. No se podía ir a ningún lado. Porque toda la isla es mayormente humedales, cubiertos de piedra, sin caminos. Nosotros perdimos muchos de nuestros helicópteros cuando hundieron al Atlantic Conveyor. Perdimos todos -menos uno- de los helicópteros Chinook y perdimos muchos otros. Por lo que estábamos muy cortos de helicópteros. Teníamos que trasladar cargas, de municiones particularmente, tramos de 50 a 60 millas (80 a 96 km), hacia las posiciones del frente donde estaba la batalla.
-Un grave problema para logística…
-Lo que quiero decir es que eso era difícil. Y eso era una de las dificultades. La otra dificultad era el clima. No había como cubrirse. Los soldados y los marines desembarcaban empapados y seguían mojados, hasta que pudieron secar su ropa cuando capturamos Stanley (Puerto Argentino). Entonces estuvieron mojados durante más o menos 3 o 4 semanas, con un frío atroz. Y sólo las mejores tropas podrían haber soportado ese tipo de condiciones. Tuve la suerte de tener marines y soldados paracaidistas, que lo pudieron soportar.
Lo otro era el liderazgo. Los líderes “junior” de los Royal Marines y la división de Paracaidistas eran personas de altísima calidad y entendían que había que tener determinación y cumplir con la tarea. Combatimos de noche por muy buenas razones. Se trata de un terreno tan abierto, por lo que combatir a la luz del día nos exponía al fuego, en particular de los francotiradores. Y los argentinos tenían muchas ametralladoras pesadas, que nosotros no teníamos. Y a veces usaban armas antiaéreas. Entonces, para contrarrestar esas dificultades, combatimos de noche. Usted tiene que recordar que los visores nocturnos estaban en sus primeros días, no eran muy sofisticados. Y nosotros estábamos acostumbrados, porque habíamos entrenado, a combatir de noche, en donde todo se vuelve caótico muy rápido. Por lo tanto, los líderes en un nivel más bajo importan muchísimo, porque son los que toman la iniciativa. No necesitan demasiadas órdenes, que les digan qué tienen que hacer. Todos avanzan en la tarea: habían sido enseñados y entrenados para combatir de noche. Yo siempre entrené a mis hombres para el combate nocturno, desde que era un joven oficial.
-Y con todos estos problemas de municiones, de comunicaciones, el clima... ¿Cuál era la ventaja respecto de la fuerza argentina? ¿El entrenamiento? ¿La disciplina?¿ El poder de fuego?
-Tres razones: entrenamiento, entrenamiento y entrenamiento.
-Increíble...
-Los argentinos tenían un material igual de bueno. Podrían haber sido soldados tan buenos como los nuestros. No estaban propiamente entrenados. No era su culpa, era de sus oficiales, y del sistema. Había conscriptos, dirigidos por oficiales regulares, que tendían a despreciarlos, como hombres que estaban allí por obligación. Por lo tanto, la relación entre los líderes y los liderados, era difícil.
Algunos de los suboficiales argentinos eran muy buenos, y pelearon duro. Fueron excelentes los capitanes, el nivel medio. Mayores y coroneles no eran la clase de personas que se interesan demasiado en el bienestar de sus hombres. Y después de todo, ¿usted sabe que en el ejército argentino los oficiales tienen una ración diferente que la tropa?
-No. ¿Y con las armas que los argentinos tenían, usted cree que si estaban bien organizados, ellos podían ganar la guerra?. ¿Tenían una ventaja sobre ustedes?
-Si hubieran hecho el planteo correcto, podrían haber ganado. Creo que una vez que nosotros llegáramos a la costa y desembarcáramos, ellos iban a perder.
Pero ellos podrían haber ofrecido una mejor batalla. Podrían haber generado un desenlace verdaderamente sangriento, que podría haber persuadido al gobierno británico a llegar a algún tipo de acuerdo. Pero no fue así. Sin embargo, al final, lo que determinó nuestra victoria fue el entrenamiento, la capacidad para combatir de noche, nuestra capacidad para venir desde una dirección inesperada. Hacer cosas que eran consideradas imposibles, porque eran difíciles. Y entonces, la clave del éxito es en parte hacer la cosa difícil, porque es inesperada.
-¿Para usted fue un problema que Argentina tuviera superioridad aérea?
-Sí, era un problema. Ahora el problema era que los pilotos argentinos, el día uno de nuestro desembarco, atacaron los barcos de compañía, los acorazados, en vez de atacar los barcos de logística, que tenían todas las municiones y la comida. Por lo tanto, atacaron los barcos equivocados y perdieron muchos aviones en esa operación.
Y una de las razones atrás de eso es muy sencilla, y fácil de explicar. La Fuerza Aérea argentina fue incorporada a los planes de invadir las islas muy pocos días antes de que ocurriera, porque entiendo que el Ejército y la Marina no confiaban en la Fuerza Aérea. Entonces ahí usted tiene una fuerza aérea que no está entrenada para combatir una batalla naval. Por lo que no entiende cuál es el objetivo importante para atacar. Entonces fueron muy valientes. ¡Me saco el sombrero!.
Ahí tiene a pilotos en aviones de un solo asiento, sin ningún capitán atrás que les diga dónde ir. Algunos tenían pero otros no. Tiene a un muchacho que nunca ha sobrevolado el océano en su vida. Se le dice que vuele desde Argentina hasta las Islas Malvinas y de vuelta. Encontrar el camino y no perderse, poder volver, y como probablemente como no ha cargado combustible en el camino- aunque algunos lo hicieron- sin mucho combustible. Entonces no puede sobrevolar las Islas Malvinas eligiendo sus objetivos. Tiene que ir, dar con el objetivo y volver, aunque sea el equivocado.
Sin embargo, fueron muy valientes. Fueron decepcionados por sus líderes, que no los informaron sobre lo que iban a hacer con mucha antelación. ¡Tuvieron 6 semanas para practicar, por el amor de Dios!. Tendrían que haber estado practicando esto durante años, ataque a barcos. Nunca lo hicieron. No lo entendían.
-¿Qué problemas tuvieron con el desembarco anfibio en San Carlos? ¿La logística fue la adecuada?
-El problema principal con el desembarco fue que no teníamos helicópteros suficientes y no teníamos un barco dedicado a los helicópteros. Entonces no podíamos desembarcar grandes cantidades de tropa de una vez. En otras palabras, teníamos que hacer un asalto en forma de corriente. Helicópteros yendo uno detrás de otro, llevando de a gotas y lo que se debería hacer, es tener un montón de helicópteros, 14 o 15 helicópteros, en la cubierta plana de un barco llamado “landing platform helicopter”. Con eso se consigue desembarcar muchas tropas de una vez. No podíamos hacer eso porque tuvimos que ceder el “landing platform helicopter” del Hermes, a los Sea Harriers, muy correctamente. Ellos tenían prioridad. Entonces no podíamos hacer un asalto por medio de helicópteros. No podíamos hacerlo de noche, como lo habría querido hacer yo, por esas razones.
-¿Qué decidieron entonces?
-Decidimos hacer un desembarco nocturno, desembarcando la mayor cantidad de tropas posible en una ola, usando lanchas de desembarco, porque el asunto, en una operación anfibia, es la acumulación. Hay que acumular la fuerza más rápido de lo que el enemigo pueda reaccionar, para que no pueda rechazarte. Entonces el juego era desembarcar la mayor cantidad de gente de una vez. Y es lo que hicimos. En la primera ola desembarcamos 2 batallones enteros. Y la segunda ola, el mismo número, en otro lugar. En la tercera ola ya tenía a todos mis capitanes asegurados, la gente con sus armas. Después viene la parte complicada, que es desembarcar las armas, las municiones, las defensas antiaéreas. Eso lleva tiempo. Había pocos helicópteros. Es un asunto muy laborioso. Y tomó 6 días llevarlo a cabo.
-¿Y cómo eligieron San Carlos? ¿Era el lugar adecuado?
-Mientras más lo pienso, más me reafirmo en la idea de que no había otro mejor. Y lo elegimos por una serie de razones. Por los fuertes vientos de las islas. La velocidad promedio del viento es 17 millas náuticas por hora, mientras que en Inglaterra es de 4. Entonces sabíamos que habría días de olas muy grandes, que nos impediría desembarcar, tal vez durante semanas. No podíamos permitir eso. Teníamos que desembarcar en un lugar en que pudiéramos hacerlo de día o de noche, con total independencia del clima. Había que desembarcar en un lugar protegido. Hay muchos lugares protegidos en las Islas Malvinas. Algunos habrían sido muy apropiados, otros no, porque habrían sido obvios. Estaban bien custodiados, estaban muy cerca de Stanley (Puerto Argentino) y por lo tanto, demasiado obvios.
Entonces, elegimos San Carlos porque podíamos desembarcar tropas de día o de noche, independientemente del clima. Tenía colinas, no muy altas por desgracia, pero lo suficiente como para hacer más difícil un ataque por aire. Porque si usted lo piensa, si es un piloto volando a altas velocidades, volando bajo para evitar que lo derriben, pasa por arriba de la colina y ahí el barco está adelante suyo. Usted tiene que tomar una decisión: “¿cuál de los dos elijo?”. Hay que hacerlo rápido antes de estrellarse contra la colina del otro lado. Entonces todas estas cosas decían: “este es el lugar”, casi imposible traer un submarino ahí. Posiblemente era suficientemente profundo para traer cruceros, como el “Canberra”. Entonces era el lugar ideal, con muchas playas. No era una sola playa, había 6 playas en las que podíamos atracar en San Carlos. Y tuvimos una patrulla del SBS (fuerzas especiales) en las montañas, alrededor de San Carlos, durante tres semanas más o menos antes de desembarcar, para mirar lo que pasaba y decirnos si los argentinos estaban reforzándose.
De hecho, al final, las únicas tropas que apenas se acercaron a San Carlos fue una compañía enviada desde Goose Green, o un par de compañías, que después pusieron a sus hombres básicamente en Fanning Head, que domina la entrada a San Carlos, con los que lidiamos antes de desembarcar, con un ataque nocturno llevado a cabo por la SBS.
-Usted ha sido el jefe de las tropas mejor entrenadas del mundo: los Royal Marines, los Paras (Regimiento de paracaidistas), el Comando 42. ¿ Cómo condujo a estas fuerzas super entrenadas, que al mismo tiempo, tienen mucha competencia entre sí?.
-La competencia siempre es saludable, ¿no es así? Y yo trabajé con los Paras toda mi vida. Desde que era un joven oficial. Aunque nos reímos de nosotros y nos burlamos, cruelmente a veces, no querría pelear al lado de otra persona que no tuviera puesta la boina roja. Yo tuve puesta la verde toda mi vida (es de los Royal Marines). Y creo que ellos sienten lo mismo. Saben que nunca te van a decepcionar, van a hacer lo que dicen que van a hacer, y están a la altura de las circunstancias. Están en la primera división, hablando de fútbol, no están en la liga del pueblo (risas).
-Y después usted decide otra acción, no quedarse en el barco, con el resto de los oficiales, sino ir a tierra, a una carpa. ¿Por qué?
-Sí, es así. Yo había sido el jefe de personal de la brigada, había estado haciendo ejercicios anfibios desde los 19 años. Entonces sabía exactamente qué hacer. Y uno no se queda en el barco porque éste puede tener que irse, en cuyo caso te encontrás en el mar, y la brigada queda sin nadie que la dirija. Entonces uno va a tierra lo más rápido que puede. Y también las comunicaciones son mejores.
Se puede ir a los lugares más rápido. Uno no quiere ser trasladado a otra parte, en el medio de una batalla, para que otro pueda hacer atracar lanchas de desembarco. En la costa, se es amo del propio destino y hay helicópteros para trasladarse. Se puede visitar a las personas, porque nada reemplaza el hecho de ir a verlas. Es mucho mejor ir y hablar con las personas que hablar por radio, en particular cuando las radios no son buenas.
-¿Cómo se organiza una guerra sin imágenes, sin mapas, sin mucha inteligencia?
-Teníamos muy buenos mapas. Habían sido hechos no hace tanto tiempo. Eran excelentes, de primera clase. Y usted tiene que recordar: estábamos haciendo algo que habíamos hecho muchas, muchas veces en ejercicios. Entonces todos mis hombres sabían exactamente qué hacer. Y trabajando con mapas… No teníamos fotografías, habría sido de ayuda. Pero leyendo el mapa uno podía ver el terreno y decir, “esto se va a ver así”. Y después uno iba a un lugar de altura, con binoculares, y miraba el terreno. No se podía ir a todos lados, porque le podían disparar en el camino. Pero el truco es avanzar y ver qué está pasando. Hoy en día hay cámaras y van a todos lados. No sé cómo lo hacen, francamente, pero lo hacen. Yo prefiero ir a verlo con mis propios ojos.
-¿Usted no tenía una relación sencilla con los militares en Inglaterra, no?
-El tipo de mando no permitía una relación sencilla. Habíamos trabajado muchas muchas veces en los ejercicios de la OTAN, para los británicos y los americanos, después de la segunda guerra, con los que estábamos familiarizados. Y eso exigía un comandante que estuviera en área de operaciones, no sentado en un agujero en la tierra, a 8 mil millas, en Middlesex. Entonces él no tenía ni idea lo que estaba ocurriendo. Después estableció un comando en el que había tres comandantes en paridad: estaba Sandy Woodward, al mando de los portaaviones; Mike Clapp, al mando de los barcos anfibios; y yo, al mando de las fuerzas de desembarco. Clapp y yo teníamos una estrella y Woodward, dos. Entonces, en Inglaterra, inmediatamente consideró que Woodward se haría cargo en base a su jerarquía.
Pero eso fue un disparate porque Woodward tenía que lidiar con la batalla de los portaaviones, tenía que pensar en los enemigos. No se podía hacer cargo de nosotros, y además estaba a 300 o 400 millas de distancia. Entonces lo que pasó es que, cada tarde, los tres comandantes Clapp, Woodward y Thompson mandaban su informe de situación a Northwood. No teníamos la oportunidad de ver si estábamos diciendo lo mismo, si estábamos de acuerdo. Entonces el pobre de Sir John Fieldhouse (jefe del Almirantazgo) se enfrentaba a tres informes que, a lo mejor, le decían algo diferente.
Era un disparate creado por él mismo. No sé por qué lo diseñó así. Tendría que haberlo constituido un oficial de tres estrellas, que fuera el comandante general en el teatro de operaciones. Y no lo hizo. Esa era la manera correcta de hacerlo, como siempre lo habíamos hecho, y por alguna razón no lo hizo. Y de hecho creó así lo que yo llamo el “dog’s breakfast”, caos en el liderazgo. Es el tipo de cosas que hacen perder la guerra, si uno no tiene cuidado. Por suerte no fue así.
-¿Cuarenta años después, usted cree que fue importante, necesario, el hundimiento del Belgrano?
-Absolutamente. Le contaré una historia. Cuando estaba yendo a un memorial en la Catedral de Saint Paul, unos años después de la guerra, el presidente Carlos Menem vino al servicio. Yo salía de Saint Paul y me encontré con un capitán argentino, de aspecto muy elegante, y me dijo: “Estuvieron en lo correcto al hundir el Belgrano”. Yo le dije: “Yo no lo hice, de hecho”. “Usted sabe a lo que me refiero. Usted no lo hizo, pero estaban en lo correcto, nosotros habríamos hecho lo mismo”, dijo el capitán. Después dijo: “Yo era el oficial de artillería en el Belgrano y naufragué en ese barco. Y nuestro capitán se pone furioso cuando la gente dice que los británicos cometieron un crimen de guerra contra un barco inocente. Dice : ‘Eramos oficiales argentinos de la marina haciendo nuestro deber. Y aceptamos el hecho de que nos hundieran y eso es todo.” Hubo un problema, que me temo que fue creado por la propia Marina argentina. Nosotros teníamos la costumbre, cuando estábamos en zona de guerra, de nunca comer todos juntos en el comedor. Llevábamos un tarro y una cuchara con nosotros todo el tiempo. Entonces, si uno tenía hambre, se procuraba un tarro lleno de guiso o lo que fuera, una rodaja de pan y lo iba a comer donde estaba instalado, o en su lugar de trabajo. Nunca había mucha gente amontonada en un lugar. Desafortunadamente, el Belgrano no seguía esa rutina. Todos los marineros estaban en el comedor principal. Es la razón por la que tuvieron tantas bajas, quedaron atrapados ahí cuando los impactó el torpedo. De hecho, fue por esos malos procedimientos que perdieron tanta gente.
A nosotros no nos importó, debo decir. Cuando hundimos el Belgrano, estábamos en el mar. Nos podrían haber hundido a nosotros. Nosotros sabíamos de qué se trataba. Consideramos que era algo necesario, porque de otro modo nos habría generado un problema muy grande. Hay que recordar que formaba parte de un ataque de tenaza. El Belgrano venía del sur y el portaaviones 25 de mayo venía del norte. No podía hacer despegar sus aviones por el viento. Venía de la dirección opuesta. Entonces regresaron y no estaban volviendo a la base, habían recibido la orden de volver a involucrarse. De hecho, aunque estaba fuera de la zona de exclusión, advertimos a la Argentina que cualquier acorazado que fuera considerado una amenaza para las fuerzas británicas, con independencia de dónde estuviera, correría el riesgo de ser hundido. Entonces creo que hicimos lo correcto. Y la Marina argentina estaría de acuerdo conmigo.
-¿De quién fue la decisión? ¿Fue el gobierno, fue del almirante Woodward? ¿De quién fue?
-Fue el gobierno. Ellos tuvieron que tomar esa decisión. Y Woodward pidió el permiso para hacerlo y la respuesta llegó de inmediato: “Sí, adelante”. La razón por la que hubo una demora entre la respuesta “sí” y que ocurriera fue que el Conqueror tenía problemas con la antena que recibía la señal del satélite. Y demoró algo así como 5 horas en decodificar la señal, que decía “sí, adelante”. Entonces los que plantean teorías conspirativas siempre dicen: “Ah, esa demora es que Margaret Thatcher quería maliciosamente destruir cualquier posibilidad de negociaciones de paz…” Ella había tomado su decisión horas antes. La demora se debía a sacar la información del satélite y decodificar la señal. Les llevó 5 horas y eventualmente se avanzó con el hundimiento.
-¿Usted estuvo en la ceremonia de la rendición? ¿Tiene un recuerdo del general Menéndez y de otros generales argentinos o sólo se encontró con Carlos Daglioli, el capitán que era ayudante de Menéndez?.
-Nunca estuve en la rendición. Encontré a Carlos Daglioli fuera del cuartel. Cuando el ejército argentino se estaba retirando hacia Stanley (Puerto Argentino), los seguimos y se nos dijo por radio, el general Moore, no ir más allá en Stanley, porque no queríamos empezar a enredarnos con el ejército argentino en retirada, volviendo a encender la batalla.
Entonces miré para arriba y vi un helicóptero volando con la bandera blanca. Pensé: “Ese es el general Moore. Voy a caminar hacia adelante y encontrarlo y decirle que los brigadieres estaban detrás”. Después me detuvo Carlos, afuera de la puerta: “¿Qué quiere usted?”. “¿Está mi general ahí?”, pregunté. Me dijo: “No, está el mío”. Lo único que iba a hacer sería interrumpir lo que iba a ser una reunión muy fructífera y distraer a todos de lo que estaba tratando de hacer. Así que me fui. Eso fue lo más cerca que estuve de Menéndez. Carlos y yo nos hicimos buenos amigos. Me vino a ver a Inglaterra. Su hija vive en Inglaterra, ¿Lo sabía?
-No lo sabía. El murió. Otra idea en Argentina es que los militares argentinos combatieron esta guerra mal, que a los soldados los pusieron lejos de la gente. Incluso ahora subestiman a los soldados, olvidan a los veteranos. ¿Cómo califica la acción de los argentinos, especialmente de los soldados?
-No, sí combatieron. En primer lugar, no estaban bien liderados. Es lo primero. No era su culpa. No estaban bien entrenados tampoco, cosa que tampoco es su culpa. Y podrían haber usado el tiempo que tuvieron entre el desembarco y que llegáramos para reforzar el entrenamiento. Pero muchos combatieron muy bien. Si uno lo piensa, incluso si se trata de un conscripto, sentado en el mismo lugar, lo llega a conocer muy bien después de 6 semanas. Y está en un bunker, y está siendo atacado por hombres que vienen de noche, que nunca estuvieron ahí, en un país extranjero. Lo único que tiene que hacer es tener el dedo en la ametralladora y seguir apretando. Y lo hicieron. Algunos combatieron hasta la muerte. Otros no. Porque dijeron que no estaban lo suficientemente motivados. Y fueron sobrepasados en inteligencia y fuerza por mejores soldados. Esa fue la razón. Pero no hay una regla que diga que una nación tiene mejores soldados que otra. Lo único que importa es si están bien entrenados.
-¿Y cuál es su vínculo con los isleños?
-Somos muy cercanos. He estado cinco veces. Nos comunicamos mucho, y conozco gente allí con la que mantengo contacto.
-¿Y con los argentinos? ¿Tiene la curiosidad de ir?
-He estado ahí, no con mucha frecuencia, pero conozco a algunos oficiales argentinos. Sin duda, cuando Southby Tailyour sacó su libro, tuvimos una comida muy agradable en Londres con el comandante de la marina argentina de la brigada que desembarcó el 1 de abril y él tuvo que volver a la Argentina, llevando uno de sus batallones de marina y dejando atrás al otro, para protegerse de los supuestos ataques de Chile. Entonces esa fue su tarea principal. Y era un gran hombre, me agradó mucho. Y nos reunimos con muchos oficiales. Siempre me llevé muy bien con ellos. Y somos muy franco
-Siempre tuvieron una muy fuerte curiosidad entre ustedes, no? ¿Cómo se vivía la batalla de un lado, del otro?
-Sí, nos hacíamos preguntas, claro. Pero en general, cuando hablamos, no vamos a los detalles de una batalla en particular. Otros lo hacen. Hay mucha gente, entre los marines y los soldados, que tienen buenas relaciones con sus contrapartes en Argentina.
-Sí, lo sé. ¿Y se imagina que la guerra de Malvinas tenga cierta similitud con esta guerra brutal en Ucrania?
-Creo que la guerra en Ucrania es enorme. Hace parecer a la guerra en la islas como algo pequeño. Pero el punto es el principio. La guerra en Ucrania se combate por principio, autodeterminación y democracia, y eso es lo mismo en las Falkland /Malvinas. Los isleños no querían ser gobernados por la Junta de Argentina. Era la voluntad del pueblo, si iban a ser gobernados o no como una dependencia británica o bajo el paraguas de los británicos. Y los ucranianos tienen las mismas aspiraciones. Quieren su estado democrático y gobernarse a sí mismos. Ahora, no hay ninguna comparación entre la escala de las dos guerras. La de Ucrania no es todavía la Tercera Guerra Mundial, y espero que no llegue a eso. Pero es una guerra muy dura, con mucho armamento pesado.
-¿Y cuáles son los errores que está cometiendo Putin?
-Creo que ha subestimado a la oposición que enfrenta. Y la calidad de las armas que se le ofrecen. Tampoco está siendo muy inteligente con la logística.
Según me dicen, la logística ha fracasado en una serie de casos, incluyendo una columna entera de tanques y misiles, que se quedó sin combustible en el camino y cayó en manos de los ucranianos como resultado. Y una de las razones es que los rusos la última vez que combatieron en una guerra en la que tuvieran que preocuparse por la logística fue en la invasión a Hungría en 1956. Porque no tuvieron problemas así en Afganistán, porque era otro tipo de guerra.
Tampoco en Siria, otro tipo de guerra. Tampoco en Georgia, porque era un país muy chico muy cerca. Entonces la logística está muy endeble, entendemos. Eso se me dice. Puedo estar equivocado. La razón es que no lo planearon adecuadamente. Probablemente no lo planearon correctamente porque pensaron que iba a ser un empujoncito. Y no es así.
-¿ Y usted ve alguna similitud entre Putin y Galtieri y la Junta Militar?
-Creo que Putin es mucho más peligroso que Galtieri. Las similitudes son querer hacer algo para incrementar la propia imagen. De hecho, y en lo que respecta a Galtieri, distrayendo al público argentino de todas las cosas horribles que estaba haciendo, con las Madres protestando todas las semanas en la Plaza de Mayo.
Basta mirar el material de archivo de las multitudes, después de que las islas fueran tomadas por las fuerzas argentinas. Las multitudes en éxtasis. Pero el humor cambió cuando todo fracasó. Y creo que el humor en Rusia está lejos de ser el 100% de apoyo. Escuchamos, no sé cuán cierto es, que hay muchos miles de detenciones en Rusia, gente protestando contra esta guerra.
-Sí, y los soldados no quieren combatir.
-Algunos no. Y también los civiles en Moscú, me dicen, que están protestando y que han sido detenidos.
Cuarenta años después del conflicto entre Argentina y Gran Bretaña, el brigadier Julian Thompson (87), comandante de la Brigada de Comando 3 que desembarcó en las islas y dirigió la operación terrestre que los llevó a la victoria, recordó y relató a Clarín la otra historia de la guerra, sin secretos militares ni misterios ni teorías conspirativas.
Como muchas veces sucede en estos conflictos, los militares británicos y argentinos se han vuelto amigos. Se visitan, intercambian los detalles de sus respectivas batallas, se entienden, dialogan, buscan conocerse. Consiguen, tras pelear brutalmente en el terreno, lo que la diplomacia no obtuvo tras la guerra.
Este militar tropero, Royal Marine con su boina verde de por vida, que prefirió dormir en una carpa junto a sus hombres en las islas y no quedarse en la fragata “Fearless” junto a los otros oficiales, es uno de los más respetados historiadores militares en Gran Bretaña. “No Picnic”, su libro bestseller, fue su detallado relato de esta guerra inesperada en el Atlántico Sur para defender a unos isleños, de los que no todos los soldados habían escuchado hablar.
Desde Londres y en plena mudanza de su casa en Kensington, el brigadier Thompson recordó la guerra, la comparó con el conflicto entre Rusia y Ucrania y al general Leopoldo Galtieri con Vladimir Putin, a quien calificó como “mucho más peligroso”.
-Tras 40 años de la guerra de Malvinas, ¿Cómo ve el conflicto ahora, que todo está cambiando tanto en el mundo?
-Lo veo como algo muy importante, por un número de razones. La primera que aplica ahora es que las Falkland/ Malvinas se encuentran en un lugar muy estratégico, entre el Pacífico y el Atlántico. Si usted quiere es como un tapón en una botella. Es una de las dos rutas entre el Atlántico y el Pacífico, la otra es el Canal de Panamá. Ahora bien, el Canal de Panamá podría ser cerrado muy fácilmente “por error”, entre comillas, por un buquetanque. Por lo tanto es estratégicamente importante para Occidente tener un país que esté en las Falkland/ Malvinas.
En la Primera Guerra Mundial, Maximilian von Spee, que era un almirante alemán, intentó capturar las Malvinas como base para la marina alemana. Y en la Segunda Guerra Mundial, los británicos usaron las Malvinas como base para atacar al sucesor de Graf Spee en la batalla del Río de la Plata. Las personas que dicen que no es ”un asset estratégico” , me temo que dicen disparates. Tiene que ser visto desde un punto de vista estratégico. Aplicable hoy en día, de hecho más aún hoy, con los chinos creciendo en su poder en el Pacífico. Y hay que recordar que los chinos están respaldando los reclamos argentinos para las Malvinas. ¿Por qué? Porque los argentinos les deberán a los chinos un favor, que los chinos no tardarán en cobrar. Los chinos van a decir: “¿ya que estamos, podríamos tener algunos aviones en las Malvinas? ¿Podríamos tener algunos barcos ahí, así podemos controlar uno de los dos pasajes vitales entre los dos océanos?”.¿ Entiende lo que quiero decir?
-Sí, perfectamente. Cuando ustedes toman la decisión de venir a las Malvinas, después de la ocupación argentina, consideraron todo este argumento estratégico o simplemente contestaban la operación militar de la Argentina?
-Estábamos contestando la operación militar y también reaccionando en favor de los deseos de los isleños. No solo fuimos a recuperar las islas en función de una agresión territorial. Era una reacción humanitaria por los isleños, que no querían existir bajo lo que era entonces-supongo que usted estará de acuerdo- un gobierno muy desagradable. Era fascista y había matado muchos cientos -por no decir miles- de civiles de la manera más brutal y revulsiva.
-¿Gran Bretaña pudo perder la guerra? Porque estaban tan lejos de su propia base y su propia logística. ¿Por qué ganaron la guerra?
-En efecto, usted tiene razón. Podríamos haber perdido la guerra . Y si Galtieri hubiera hecho un planteo correcto, creo que él podría haber ganado. Una de las claves para ganar era el uso de los submarinos nucleares, no armados nuclearmente sino con motores nucleares, que frenaron todo movimiento por mar de Argentina a las Islas Malvinas. Los argentinos en las Malvinas solo tenían una manera de reabastecerse y era por aire. Y por supuesto, el aeropuerto estuvo abierto toda la guerra. Entonces estaban muy limitados en lo que podían poner en los aviones. Y también, después de haber hablado con altos oficiales con los que me reuní desde entonces, no creo que Galtieri y la Junta pensaran que los británicos iban a contestar. Pensaban que iban a hacer ruido y quejarse en las Naciones Unidas y después callarse.
En consecuencia, los argentinos no usaron las seis semanas que tuvieron, entre que tomaron las islas y que nosotros llegamos, para hacer lo que yo habría hecho, si hubiera estado a cargo en las Malvinas. Que era hacer cosas como mejorar los caminos, alargar las pistas para tener aviones rápidos, que de otro modo no se podía aterrizar, y, sin duda, mejorar las defensas de Stanley (Puerto Argentino), para convertirlo en una fortaleza inexpugnable. Lo que no se hizo. Y la razón por la cual no se hizo, creo, es porque no creyeron que íbamos a volver. Entonces, ¿para qué molestarse?.
-Sí, porque también creían que estaban en una posición política y no militar. Usted escribió “No Picnic”, un libro fascinante sobre su experiencia como jefe militar en las islas. No fue sencilla la guerra contra los argentinos.¿ Por qué?
-No fue sencilla por muchas razones. La primera, no había caminos en aquellos días: ninguno. Entonces la única manera de trasladar las provisiones era cargándolas en la espalda o en helicópteros. Porque vehículos con ruedas en aquellos días, cargado, sólo se podían mover a 2 millas (3,21 km) por hora, atascándose todo el tiempo. No se podía ir a ningún lado. Porque toda la isla es mayormente humedales, cubiertos de piedra, sin caminos. Nosotros perdimos muchos de nuestros helicópteros cuando hundieron al Atlantic Conveyor. Perdimos todos -menos uno- de los helicópteros Chinook y perdimos muchos otros. Por lo que estábamos muy cortos de helicópteros. Teníamos que trasladar cargas, de municiones particularmente, tramos de 50 a 60 millas (80 a 96 km), hacia las posiciones del frente donde estaba la batalla.
-Un grave problema para logística…
-Lo que quiero decir es que eso era difícil. Y eso era una de las dificultades. La otra dificultad era el clima. No había como cubrirse. Los soldados y los marines desembarcaban empapados y seguían mojados, hasta que pudieron secar su ropa cuando capturamos Stanley (Puerto Argentino). Entonces estuvieron mojados durante más o menos 3 o 4 semanas, con un frío atroz. Y sólo las mejores tropas podrían haber soportado ese tipo de condiciones. Tuve la suerte de tener marines y soldados paracaidistas, que lo pudieron soportar.
Lo otro era el liderazgo. Los líderes “junior” de los Royal Marines y la división de Paracaidistas eran personas de altísima calidad y entendían que había que tener determinación y cumplir con la tarea. Combatimos de noche por muy buenas razones. Se trata de un terreno tan abierto, por lo que combatir a la luz del día nos exponía al fuego, en particular de los francotiradores. Y los argentinos tenían muchas ametralladoras pesadas, que nosotros no teníamos. Y a veces usaban armas antiaéreas. Entonces, para contrarrestar esas dificultades, combatimos de noche. Usted tiene que recordar que los visores nocturnos estaban en sus primeros días, no eran muy sofisticados. Y nosotros estábamos acostumbrados, porque habíamos entrenado, a combatir de noche, en donde todo se vuelve caótico muy rápido. Por lo tanto, los líderes en un nivel más bajo importan muchísimo, porque son los que toman la iniciativa. No necesitan demasiadas órdenes, que les digan qué tienen que hacer. Todos avanzan en la tarea: habían sido enseñados y entrenados para combatir de noche. Yo siempre entrené a mis hombres para el combate nocturno, desde que era un joven oficial.
-Y con todos estos problemas de municiones, de comunicaciones, el clima... ¿Cuál era la ventaja respecto de la fuerza argentina? ¿El entrenamiento? ¿La disciplina?¿ El poder de fuego?
-Tres razones: entrenamiento, entrenamiento y entrenamiento.
-Increíble...
-Los argentinos tenían un material igual de bueno. Podrían haber sido soldados tan buenos como los nuestros. No estaban propiamente entrenados. No era su culpa, era de sus oficiales, y del sistema. Había conscriptos, dirigidos por oficiales regulares, que tendían a despreciarlos, como hombres que estaban allí por obligación. Por lo tanto, la relación entre los líderes y los liderados, era difícil.
Algunos de los suboficiales argentinos eran muy buenos, y pelearon duro. Fueron excelentes los capitanes, el nivel medio. Mayores y coroneles no eran la clase de personas que se interesan demasiado en el bienestar de sus hombres. Y después de todo, ¿usted sabe que en el ejército argentino los oficiales tienen una ración diferente que la tropa?
-No. ¿Y con las armas que los argentinos tenían, usted cree que si estaban bien organizados, ellos podían ganar la guerra?. ¿Tenían una ventaja sobre ustedes?
-Si hubieran hecho el planteo correcto, podrían haber ganado. Creo que una vez que nosotros llegáramos a la costa y desembarcáramos, ellos iban a perder.
Pero ellos podrían haber ofrecido una mejor batalla. Podrían haber generado un desenlace verdaderamente sangriento, que podría haber persuadido al gobierno británico a llegar a algún tipo de acuerdo. Pero no fue así. Sin embargo, al final, lo que determinó nuestra victoria fue el entrenamiento, la capacidad para combatir de noche, nuestra capacidad para venir desde una dirección inesperada. Hacer cosas que eran consideradas imposibles, porque eran difíciles. Y entonces, la clave del éxito es en parte hacer la cosa difícil, porque es inesperada.
-¿Para usted fue un problema que Argentina tuviera superioridad aérea?
-Sí, era un problema. Ahora el problema era que los pilotos argentinos, el día uno de nuestro desembarco, atacaron los barcos de compañía, los acorazados, en vez de atacar los barcos de logística, que tenían todas las municiones y la comida. Por lo tanto, atacaron los barcos equivocados y perdieron muchos aviones en esa operación.
Y una de las razones atrás de eso es muy sencilla, y fácil de explicar. La Fuerza Aérea argentina fue incorporada a los planes de invadir las islas muy pocos días antes de que ocurriera, porque entiendo que el Ejército y la Marina no confiaban en la Fuerza Aérea. Entonces ahí usted tiene una fuerza aérea que no está entrenada para combatir una batalla naval. Por lo que no entiende cuál es el objetivo importante para atacar. Entonces fueron muy valientes. ¡Me saco el sombrero!.
Ahí tiene a pilotos en aviones de un solo asiento, sin ningún capitán atrás que les diga dónde ir. Algunos tenían pero otros no. Tiene a un muchacho que nunca ha sobrevolado el océano en su vida. Se le dice que vuele desde Argentina hasta las Islas Malvinas y de vuelta. Encontrar el camino y no perderse, poder volver, y como probablemente como no ha cargado combustible en el camino- aunque algunos lo hicieron- sin mucho combustible. Entonces no puede sobrevolar las Islas Malvinas eligiendo sus objetivos. Tiene que ir, dar con el objetivo y volver, aunque sea el equivocado.
Sin embargo, fueron muy valientes. Fueron decepcionados por sus líderes, que no los informaron sobre lo que iban a hacer con mucha antelación. ¡Tuvieron 6 semanas para practicar, por el amor de Dios!. Tendrían que haber estado practicando esto durante años, ataque a barcos. Nunca lo hicieron. No lo entendían.
-¿Qué problemas tuvieron con el desembarco anfibio en San Carlos? ¿La logística fue la adecuada?
-El problema principal con el desembarco fue que no teníamos helicópteros suficientes y no teníamos un barco dedicado a los helicópteros. Entonces no podíamos desembarcar grandes cantidades de tropa de una vez. En otras palabras, teníamos que hacer un asalto en forma de corriente. Helicópteros yendo uno detrás de otro, llevando de a gotas y lo que se debería hacer, es tener un montón de helicópteros, 14 o 15 helicópteros, en la cubierta plana de un barco llamado “landing platform helicopter”. Con eso se consigue desembarcar muchas tropas de una vez. No podíamos hacer eso porque tuvimos que ceder el “landing platform helicopter” del Hermes, a los Sea Harriers, muy correctamente. Ellos tenían prioridad. Entonces no podíamos hacer un asalto por medio de helicópteros. No podíamos hacerlo de noche, como lo habría querido hacer yo, por esas razones.
-¿Qué decidieron entonces?
-Decidimos hacer un desembarco nocturno, desembarcando la mayor cantidad de tropas posible en una ola, usando lanchas de desembarco, porque el asunto, en una operación anfibia, es la acumulación. Hay que acumular la fuerza más rápido de lo que el enemigo pueda reaccionar, para que no pueda rechazarte. Entonces el juego era desembarcar la mayor cantidad de gente de una vez. Y es lo que hicimos. En la primera ola desembarcamos 2 batallones enteros. Y la segunda ola, el mismo número, en otro lugar. En la tercera ola ya tenía a todos mis capitanes asegurados, la gente con sus armas. Después viene la parte complicada, que es desembarcar las armas, las municiones, las defensas antiaéreas. Eso lleva tiempo. Había pocos helicópteros. Es un asunto muy laborioso. Y tomó 6 días llevarlo a cabo.
-¿Y cómo eligieron San Carlos? ¿Era el lugar adecuado?
-Mientras más lo pienso, más me reafirmo en la idea de que no había otro mejor. Y lo elegimos por una serie de razones. Por los fuertes vientos de las islas. La velocidad promedio del viento es 17 millas náuticas por hora, mientras que en Inglaterra es de 4. Entonces sabíamos que habría días de olas muy grandes, que nos impediría desembarcar, tal vez durante semanas. No podíamos permitir eso. Teníamos que desembarcar en un lugar en que pudiéramos hacerlo de día o de noche, con total independencia del clima. Había que desembarcar en un lugar protegido. Hay muchos lugares protegidos en las Islas Malvinas. Algunos habrían sido muy apropiados, otros no, porque habrían sido obvios. Estaban bien custodiados, estaban muy cerca de Stanley (Puerto Argentino) y por lo tanto, demasiado obvios.
Entonces, elegimos San Carlos porque podíamos desembarcar tropas de día o de noche, independientemente del clima. Tenía colinas, no muy altas por desgracia, pero lo suficiente como para hacer más difícil un ataque por aire. Porque si usted lo piensa, si es un piloto volando a altas velocidades, volando bajo para evitar que lo derriben, pasa por arriba de la colina y ahí el barco está adelante suyo. Usted tiene que tomar una decisión: “¿cuál de los dos elijo?”. Hay que hacerlo rápido antes de estrellarse contra la colina del otro lado. Entonces todas estas cosas decían: “este es el lugar”, casi imposible traer un submarino ahí. Posiblemente era suficientemente profundo para traer cruceros, como el “Canberra”. Entonces era el lugar ideal, con muchas playas. No era una sola playa, había 6 playas en las que podíamos atracar en San Carlos. Y tuvimos una patrulla del SBS (fuerzas especiales) en las montañas, alrededor de San Carlos, durante tres semanas más o menos antes de desembarcar, para mirar lo que pasaba y decirnos si los argentinos estaban reforzándose.
De hecho, al final, las únicas tropas que apenas se acercaron a San Carlos fue una compañía enviada desde Goose Green, o un par de compañías, que después pusieron a sus hombres básicamente en Fanning Head, que domina la entrada a San Carlos, con los que lidiamos antes de desembarcar, con un ataque nocturno llevado a cabo por la SBS.
-Usted ha sido el jefe de las tropas mejor entrenadas del mundo: los Royal Marines, los Paras (Regimiento de paracaidistas), el Comando 42. ¿ Cómo condujo a estas fuerzas super entrenadas, que al mismo tiempo, tienen mucha competencia entre sí?.
-La competencia siempre es saludable, ¿no es así? Y yo trabajé con los Paras toda mi vida. Desde que era un joven oficial. Aunque nos reímos de nosotros y nos burlamos, cruelmente a veces, no querría pelear al lado de otra persona que no tuviera puesta la boina roja. Yo tuve puesta la verde toda mi vida (es de los Royal Marines). Y creo que ellos sienten lo mismo. Saben que nunca te van a decepcionar, van a hacer lo que dicen que van a hacer, y están a la altura de las circunstancias. Están en la primera división, hablando de fútbol, no están en la liga del pueblo (risas).
-Y después usted decide otra acción, no quedarse en el barco, con el resto de los oficiales, sino ir a tierra, a una carpa. ¿Por qué?
-Sí, es así. Yo había sido el jefe de personal de la brigada, había estado haciendo ejercicios anfibios desde los 19 años. Entonces sabía exactamente qué hacer. Y uno no se queda en el barco porque éste puede tener que irse, en cuyo caso te encontrás en el mar, y la brigada queda sin nadie que la dirija. Entonces uno va a tierra lo más rápido que puede. Y también las comunicaciones son mejores.
Se puede ir a los lugares más rápido. Uno no quiere ser trasladado a otra parte, en el medio de una batalla, para que otro pueda hacer atracar lanchas de desembarco. En la costa, se es amo del propio destino y hay helicópteros para trasladarse. Se puede visitar a las personas, porque nada reemplaza el hecho de ir a verlas. Es mucho mejor ir y hablar con las personas que hablar por radio, en particular cuando las radios no son buenas.
-¿Cómo se organiza una guerra sin imágenes, sin mapas, sin mucha inteligencia?
-Teníamos muy buenos mapas. Habían sido hechos no hace tanto tiempo. Eran excelentes, de primera clase. Y usted tiene que recordar: estábamos haciendo algo que habíamos hecho muchas, muchas veces en ejercicios. Entonces todos mis hombres sabían exactamente qué hacer. Y trabajando con mapas… No teníamos fotografías, habría sido de ayuda. Pero leyendo el mapa uno podía ver el terreno y decir, “esto se va a ver así”. Y después uno iba a un lugar de altura, con binoculares, y miraba el terreno. No se podía ir a todos lados, porque le podían disparar en el camino. Pero el truco es avanzar y ver qué está pasando. Hoy en día hay cámaras y van a todos lados. No sé cómo lo hacen, francamente, pero lo hacen. Yo prefiero ir a verlo con mis propios ojos.
-¿Usted no tenía una relación sencilla con los militares en Inglaterra, no?
-El tipo de mando no permitía una relación sencilla. Habíamos trabajado muchas muchas veces en los ejercicios de la OTAN, para los británicos y los americanos, después de la segunda guerra, con los que estábamos familiarizados. Y eso exigía un comandante que estuviera en área de operaciones, no sentado en un agujero en la tierra, a 8 mil millas, en Middlesex. Entonces él no tenía ni idea lo que estaba ocurriendo. Después estableció un comando en el que había tres comandantes en paridad: estaba Sandy Woodward, al mando de los portaaviones; Mike Clapp, al mando de los barcos anfibios; y yo, al mando de las fuerzas de desembarco. Clapp y yo teníamos una estrella y Woodward, dos. Entonces, en Inglaterra, inmediatamente consideró que Woodward se haría cargo en base a su jerarquía.
Pero eso fue un disparate porque Woodward tenía que lidiar con la batalla de los portaaviones, tenía que pensar en los enemigos. No se podía hacer cargo de nosotros, y además estaba a 300 o 400 millas de distancia. Entonces lo que pasó es que, cada tarde, los tres comandantes Clapp, Woodward y Thompson mandaban su informe de situación a Northwood. No teníamos la oportunidad de ver si estábamos diciendo lo mismo, si estábamos de acuerdo. Entonces el pobre de Sir John Fieldhouse (jefe del Almirantazgo) se enfrentaba a tres informes que, a lo mejor, le decían algo diferente.
Era un disparate creado por él mismo. No sé por qué lo diseñó así. Tendría que haberlo constituido un oficial de tres estrellas, que fuera el comandante general en el teatro de operaciones. Y no lo hizo. Esa era la manera correcta de hacerlo, como siempre lo habíamos hecho, y por alguna razón no lo hizo. Y de hecho creó así lo que yo llamo el “dog’s breakfast”, caos en el liderazgo. Es el tipo de cosas que hacen perder la guerra, si uno no tiene cuidado. Por suerte no fue así.
-¿Cuarenta años después, usted cree que fue importante, necesario, el hundimiento del Belgrano?
-Absolutamente. Le contaré una historia. Cuando estaba yendo a un memorial en la Catedral de Saint Paul, unos años después de la guerra, el presidente Carlos Menem vino al servicio. Yo salía de Saint Paul y me encontré con un capitán argentino, de aspecto muy elegante, y me dijo: “Estuvieron en lo correcto al hundir el Belgrano”. Yo le dije: “Yo no lo hice, de hecho”. “Usted sabe a lo que me refiero. Usted no lo hizo, pero estaban en lo correcto, nosotros habríamos hecho lo mismo”, dijo el capitán. Después dijo: “Yo era el oficial de artillería en el Belgrano y naufragué en ese barco. Y nuestro capitán se pone furioso cuando la gente dice que los británicos cometieron un crimen de guerra contra un barco inocente. Dice : ‘Eramos oficiales argentinos de la marina haciendo nuestro deber. Y aceptamos el hecho de que nos hundieran y eso es todo.” Hubo un problema, que me temo que fue creado por la propia Marina argentina. Nosotros teníamos la costumbre, cuando estábamos en zona de guerra, de nunca comer todos juntos en el comedor. Llevábamos un tarro y una cuchara con nosotros todo el tiempo. Entonces, si uno tenía hambre, se procuraba un tarro lleno de guiso o lo que fuera, una rodaja de pan y lo iba a comer donde estaba instalado, o en su lugar de trabajo. Nunca había mucha gente amontonada en un lugar. Desafortunadamente, el Belgrano no seguía esa rutina. Todos los marineros estaban en el comedor principal. Es la razón por la que tuvieron tantas bajas, quedaron atrapados ahí cuando los impactó el torpedo. De hecho, fue por esos malos procedimientos que perdieron tanta gente.
A nosotros no nos importó, debo decir. Cuando hundimos el Belgrano, estábamos en el mar. Nos podrían haber hundido a nosotros. Nosotros sabíamos de qué se trataba. Consideramos que era algo necesario, porque de otro modo nos habría generado un problema muy grande. Hay que recordar que formaba parte de un ataque de tenaza. El Belgrano venía del sur y el portaaviones 25 de mayo venía del norte. No podía hacer despegar sus aviones por el viento. Venía de la dirección opuesta. Entonces regresaron y no estaban volviendo a la base, habían recibido la orden de volver a involucrarse. De hecho, aunque estaba fuera de la zona de exclusión, advertimos a la Argentina que cualquier acorazado que fuera considerado una amenaza para las fuerzas británicas, con independencia de dónde estuviera, correría el riesgo de ser hundido. Entonces creo que hicimos lo correcto. Y la Marina argentina estaría de acuerdo conmigo.
-¿De quién fue la decisión? ¿Fue el gobierno, fue del almirante Woodward? ¿De quién fue?
-Fue el gobierno. Ellos tuvieron que tomar esa decisión. Y Woodward pidió el permiso para hacerlo y la respuesta llegó de inmediato: “Sí, adelante”. La razón por la que hubo una demora entre la respuesta “sí” y que ocurriera fue que el Conqueror tenía problemas con la antena que recibía la señal del satélite. Y demoró algo así como 5 horas en decodificar la señal, que decía “sí, adelante”. Entonces los que plantean teorías conspirativas siempre dicen: “Ah, esa demora es que Margaret Thatcher quería maliciosamente destruir cualquier posibilidad de negociaciones de paz…” Ella había tomado su decisión horas antes. La demora se debía a sacar la información del satélite y decodificar la señal. Les llevó 5 horas y eventualmente se avanzó con el hundimiento.
-¿Usted estuvo en la ceremonia de la rendición? ¿Tiene un recuerdo del general Menéndez y de otros generales argentinos o sólo se encontró con Carlos Daglioli, el capitán que era ayudante de Menéndez?.
-Nunca estuve en la rendición. Encontré a Carlos Daglioli fuera del cuartel. Cuando el ejército argentino se estaba retirando hacia Stanley (Puerto Argentino), los seguimos y se nos dijo por radio, el general Moore, no ir más allá en Stanley, porque no queríamos empezar a enredarnos con el ejército argentino en retirada, volviendo a encender la batalla.
Entonces miré para arriba y vi un helicóptero volando con la bandera blanca. Pensé: “Ese es el general Moore. Voy a caminar hacia adelante y encontrarlo y decirle que los brigadieres estaban detrás”. Después me detuvo Carlos, afuera de la puerta: “¿Qué quiere usted?”. “¿Está mi general ahí?”, pregunté. Me dijo: “No, está el mío”. Lo único que iba a hacer sería interrumpir lo que iba a ser una reunión muy fructífera y distraer a todos de lo que estaba tratando de hacer. Así que me fui. Eso fue lo más cerca que estuve de Menéndez. Carlos y yo nos hicimos buenos amigos. Me vino a ver a Inglaterra. Su hija vive en Inglaterra, ¿Lo sabía?
-No lo sabía. El murió. Otra idea en Argentina es que los militares argentinos combatieron esta guerra mal, que a los soldados los pusieron lejos de la gente. Incluso ahora subestiman a los soldados, olvidan a los veteranos. ¿Cómo califica la acción de los argentinos, especialmente de los soldados?
-No, sí combatieron. En primer lugar, no estaban bien liderados. Es lo primero. No era su culpa. No estaban bien entrenados tampoco, cosa que tampoco es su culpa. Y podrían haber usado el tiempo que tuvieron entre el desembarco y que llegáramos para reforzar el entrenamiento. Pero muchos combatieron muy bien. Si uno lo piensa, incluso si se trata de un conscripto, sentado en el mismo lugar, lo llega a conocer muy bien después de 6 semanas. Y está en un bunker, y está siendo atacado por hombres que vienen de noche, que nunca estuvieron ahí, en un país extranjero. Lo único que tiene que hacer es tener el dedo en la ametralladora y seguir apretando. Y lo hicieron. Algunos combatieron hasta la muerte. Otros no. Porque dijeron que no estaban lo suficientemente motivados. Y fueron sobrepasados en inteligencia y fuerza por mejores soldados. Esa fue la razón. Pero no hay una regla que diga que una nación tiene mejores soldados que otra. Lo único que importa es si están bien entrenados.
-¿Y cuál es su vínculo con los isleños?
-Somos muy cercanos. He estado cinco veces. Nos comunicamos mucho, y conozco gente allí con la que mantengo contacto.
-¿Y con los argentinos? ¿Tiene la curiosidad de ir?
-He estado ahí, no con mucha frecuencia, pero conozco a algunos oficiales argentinos. Sin duda, cuando Southby Tailyour sacó su libro, tuvimos una comida muy agradable en Londres con el comandante de la marina argentina de la brigada que desembarcó el 1 de abril y él tuvo que volver a la Argentina, llevando uno de sus batallones de marina y dejando atrás al otro, para protegerse de los supuestos ataques de Chile. Entonces esa fue su tarea principal. Y era un gran hombre, me agradó mucho. Y nos reunimos con muchos oficiales. Siempre me llevé muy bien con ellos. Y somos muy franco
-Siempre tuvieron una muy fuerte curiosidad entre ustedes, no? ¿Cómo se vivía la batalla de un lado, del otro?
-Sí, nos hacíamos preguntas, claro. Pero en general, cuando hablamos, no vamos a los detalles de una batalla en particular. Otros lo hacen. Hay mucha gente, entre los marines y los soldados, que tienen buenas relaciones con sus contrapartes en Argentina.
-Sí, lo sé. ¿Y se imagina que la guerra de Malvinas tenga cierta similitud con esta guerra brutal en Ucrania?
-Creo que la guerra en Ucrania es enorme. Hace parecer a la guerra en la islas como algo pequeño. Pero el punto es el principio. La guerra en Ucrania se combate por principio, autodeterminación y democracia, y eso es lo mismo en las Falkland /Malvinas. Los isleños no querían ser gobernados por la Junta de Argentina. Era la voluntad del pueblo, si iban a ser gobernados o no como una dependencia británica o bajo el paraguas de los británicos. Y los ucranianos tienen las mismas aspiraciones. Quieren su estado democrático y gobernarse a sí mismos. Ahora, no hay ninguna comparación entre la escala de las dos guerras. La de Ucrania no es todavía la Tercera Guerra Mundial, y espero que no llegue a eso. Pero es una guerra muy dura, con mucho armamento pesado.
-¿Y cuáles son los errores que está cometiendo Putin?
-Creo que ha subestimado a la oposición que enfrenta. Y la calidad de las armas que se le ofrecen. Tampoco está siendo muy inteligente con la logística.
Según me dicen, la logística ha fracasado en una serie de casos, incluyendo una columna entera de tanques y misiles, que se quedó sin combustible en el camino y cayó en manos de los ucranianos como resultado. Y una de las razones es que los rusos la última vez que combatieron en una guerra en la que tuvieran que preocuparse por la logística fue en la invasión a Hungría en 1956. Porque no tuvieron problemas así en Afganistán, porque era otro tipo de guerra.
Tampoco en Siria, otro tipo de guerra. Tampoco en Georgia, porque era un país muy chico muy cerca. Entonces la logística está muy endeble, entendemos. Eso se me dice. Puedo estar equivocado. La razón es que no lo planearon adecuadamente. Probablemente no lo planearon correctamente porque pensaron que iba a ser un empujoncito. Y no es así.
-¿ Y usted ve alguna similitud entre Putin y Galtieri y la Junta Militar?
-Creo que Putin es mucho más peligroso que Galtieri. Las similitudes son querer hacer algo para incrementar la propia imagen. De hecho, y en lo que respecta a Galtieri, distrayendo al público argentino de todas las cosas horribles que estaba haciendo, con las Madres protestando todas las semanas en la Plaza de Mayo.
Basta mirar el material de archivo de las multitudes, después de que las islas fueran tomadas por las fuerzas argentinas. Las multitudes en éxtasis. Pero el humor cambió cuando todo fracasó. Y creo que el humor en Rusia está lejos de ser el 100% de apoyo. Escuchamos, no sé cuán cierto es, que hay muchos miles de detenciones en Rusia, gente protestando contra esta guerra.
-Sí, y los soldados no quieren combatir.
-Algunos no. Y también los civiles en Moscú, me dicen, que están protestando y que han sido detenidos.
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Malvinas hoy: “La guerra con la Argentina no se ha ido”, dice una de las integrantes de la Asamblea Legislativa de las islas
La Nación Por: Hugo Alconada Mon
PUERTO ARGENTINO.-A los 34 años, Teslyn Barkman es la legisladora más joven de la Asamblea local. No vivió el conflicto de 1982, pero es la más locuaz y, según afirma, muchos isleños de todas las edades comparten su mirada. Una mirada que sostiene que “la guerra no se ha ido”, aun cuando cesaron los cañones.
“La actitud de la Argentina hacia las islas no está mal, sino que es cruel”, afirma Barkman durante la entrevista con LA NACION en la sede de la Asamblea Legislativa, una casita blanca, de techo a dos aguas, que da a la bahía que domina esta ciudad, a mitad de camino entre el puerto y la casa del gobernador inglés, Nigel Phillips.
Barkman sostiene y reafirma la impronta isleña, que impulsa la autodeterminación, lejos de Londres y de Buenos Aires. “El el problema que tienen es con nosotros, no con el Reino Unido, ni con la hierba o la turba”, dice. “Su problema es que somos personas y vivimos aquí porque si no hubiera gente sería mucho más sencillo”.
Ocho son los legisladores, electos entre una población de 3200 isleños muy sensibles a lo que ocurre a su alrededor. Sea en el continente, a sólo 700 kilómetros, o en Europa. De allí que Barkman y otro legislador, Peter Biggs, tomaran en sus manos la bandera de Ucrania.
-Izó la bandera Ucraniana en las islas hace unas semanas. ¿Por qué lo hizo? ¿Compara la situación de las islas al de Ucrania?
-No creo que al principio hubiésemos pensado en eso, sino que todo el mundo estaba viendo lo que estaba pasando en Ucrania, que es absolutamente horrible. Pero al mismo tiempo, creo que parte de la razón por la que nuestra comunidad estaba tan sorprendida es porque aquí saben lo que es despertar y ser invadidos, saben lo que es ver tu casa siendo bombardeada y ser forzado a salir de tu casa. Creo que para mucha gente aquí, lo que ocurre en Ucrania trajo recuerdos realmente traumáticos. Y de hecho, mientras izábamos la bandera, la gente aplaudía y les gustaba tomar fotos. Sí, hay mucha empatía por la gente de Ucrania, en parte por el trauma por el que ha pasado la comunidad. Resuena mucho con esos sentimientos.
-Nació después de 1982. ¿Siente que ese sentimiento abarca a las generaciones más jóvenes?
-Es un tema muy delicado. Volvamos al ejemplo de Rusia. Un aspecto es la invasión; otro es cómo Rusia trata de defender sus acciones ante el mundo. Le cuenta mentiras a la gente sobre el pueblo ucraniano y sobre la historia. Así crecí, con el gobierno de Argentina contando mentiras sobre mi historia y sobre mi gente, y tratando de socavar nuestros derechos humanos. Entonces, desde muy joven he tenido que encontrar cientos de respuestas a preguntas que la gente no debería tener que hacer. Incluso de niño tuve que pensar en lo que decía para defender mi existencia ante el mundo. Eso no es normal. Crecí aprendiendo, por ejemplo, cómo se ve una mina terrestre para reconocerla en caso de que accidentalmente me topara con una. Y eso es con todo. La guerra no se ha ido.
-¿Hubo algún período durante los últimos 40 años en que la situación fue distinta?
-Lo que nunca desapareció es la falta de confianza. Nunca existió la confianza que deberíamos tener con un país vecino. Hubo momentos, sí, en los que vimos decisiones pragmáticas tomadas por un gobierno más razonable en Argentina. Y hubo una oportunidad de hablar sobre cosas que son buenas para todos, como la ciencia pesquera o cómo manejar la explotación en alta mar, que está completamente desregulada y es terrible. Por supuesto, queremos que los gobiernos de nuestros vecinos sean razonables, pragmáticos y que piensen un poco más en la humanidad. Pero nunca va a haber ninguna confianza en esto, en especial mientras que la Constitución de Argentina esté escrita de la manera que está. Y las agendas de política interior y exterior de la Argentina están diseñadas para eliminarnos como seres humanos. Eso se siente muy personal.
-¿Ve alguna forma de avanzar?
-Bueno, pasa en otras partes del mundo. Las personas miran más allá de su nariz y hacen cosas buenas para su país y para el mundo. Acaso la Argentina pueda hacerlo, pueda madurar y darse cuenta de que su actitud hacia las islas no sólo está mal, sino que es cruel. Es inconsistente con lo que debería estar haciendo una democracia. No deberían decir que un pueblo no debería existir, no deberían decir que nuestra historia no es real. Eso no es lo que hace una democracia que respeta los derechos humanos. Siempre hablan de una postura hacia las Malvinas. Pero el problema que tienen es con nosotros, no con el Reino Unido, ni con la hierba o la turba. Su problema es que somos personas y vivimos aquí porque si no hubiera gente sería mucho más sencillo. Yo he estado en Argentina. Es un país hermoso. No es mi país, en absoluto. Es muy diferente a cómo es la vida aquí. Quiero decir, es una parte similar del mundo, pero vi pobreza, grafitis, cosas que no tenemos aquí, además de una comunidad bastante desilusionada. Viajé al norte, a las zonas turísticas más prósperas, con hermosos lagos, árboles, buen vino, bistecs sabrosos y gente generalmente amable cuando no les decía de dónde era. Pero lo inquietante fue ver fotos de mi país en todas partes. Es realmente extraño. Obviamente, si vienes de Argentina, es una cosa normal. Pero, ¿te imaginas ser mexicano, pasear por Estados Unidos ver fotos de México por todas partes donde afirmen que quieren México y lo reclaman como propio? Si eres mexicano, simplemente no te agradaría. Quiero decir, amo a mi país porque es mi país, que no es un juguete político.
-Es legisladora desde 2017. ¿Ha sido alguna vez contactada por el gobierno argentino durante estos años?
-Nunca. Ningún diplomático argentino me contactó. Ciertamente tuvimos conversaciones con la Comisión de Familiares de los Caídos y tratamos de solucionar problemas humanitarios. Pero no hay contacto directo con el Gobierno.
-¿Le gustaría? ¿Se sentaría con funcionarios argentinos?
-No creo que suceda. No sé de qué hablaríamos. Les diría que nuestro gobierno y el de Argentina deberían hablar de ciencia pesquera. Eso es importante para Argentina y para nosotros. Pero nunca funcionó bien el diálogo. Nunca fue consistente porque siempre hubo retrocesos políticos. Nosotros entablaríamos una conversación sobre la salud del océano, con el consiguiente beneficio económico, incluso con aquellos que nos han invadido y todavía nos están acosando. Miraremos más allá de eso para tener una conversación práctica. Y no es porque estemos en una situación de necesidad extrema. Eso es lo que hace un gobierno bueno y responsable.
-¿Cuál es su mensaje a los ciudadanos argentinos?
-Creo que los argentinos son más razonables en todo esto. Les diría que analicen qué les dice el gobierno sobre las islas, que miren más allá de la cortina de humo. No les enseñan sobre historia, sobre nuestra economía o como realmente son estas islas. Prefieren socavarán por completo los derechos humanos de las personas que viven aquí.
-¿Ve posible promover la interacción con el continente?
-Si. En los cruceros, por ejemplo, un tercio de las personas son de la Argentina. Es normal tener relaciones de vecindad con el continente. Pero no somos nosotros los que detenemos eso. La Argentina bloquea nuestro espacio aéreo, más allá de que en este momento los vuelos comerciales aéreos están caídos por la pandemia. Creo que si la gente supiera o pudiera empatizar a nivel humano con quienes viven aquí, si pudiéramos explicar nuestra historia, no estarían disgustados con nosotros.
-¿Cómo podría hacerse algo así?
-No lo sé. Pero veamos a Ucrania. Parte de la razón por la que las personas pueden empatizar con los ucranianos es porque pueden verlos. Pueden verlos por televisión, TikTok, Twitter. Ven lo que hacen ellos, no lo que están haciendo los soldados, ni los gobiernos. Pero si solo estás aprendiendo fragmentos de una historia y nunca desde la perspectiva de la gente... Es mucho más fácil decir que las islas son argentinas, pero no es verdad. No tienes todos los hechos.
-Dijo que el gobierno argentino atenta contra los derechos humanos de los isleños. ¿A qué se refiere?
-Anda por el mundo diciendo que somos una población implantada, que no tenemos derecho a la autodeterminación, cuando es un derecho humano de la ONU, y reclama que el Reino Unido se involucre en un diálogo sobre las islas porque a nosotros no nos reconocen como interlocutores, como personas, violando nuestros derechos humanos. Lo que en realidad le está pidiendo a la comunidad internacional es que el pueblo de las Falklands no tenga voz en su futuro, ni esté sentado en la mesa de negociaciones a menos que acepte el hecho de que la Argentina ya decidió cuál debe ser el resultado de esta discusión, porque está escrito en su constitución. Todo está diseñado en torno al hecho de que no existimos. ¡Tienen un consejo diseñado para presentar nuevas ideas solo para sancionar nuestra economía! Eso es ridículo. No es como debe comportarse una democracia.
-Alude a la historia. Hay datos históricos que reafirman el reclamo argentino…
-¿Usted cree? ¿Acaso no cree que isleños con 10 generaciones aquí deberían tener derecho a elegir? Es ignorar la realidad de la situación: hay descendientes de quienes llegaron en 1833 que aún viven aquí. Esa es la única parte relevante. Podemos contrarrestar diferentes versiones o diferentes historiadores sobre lo que pasó en 1833. Pero hubo un acuerdo de conciliación entre Argentina y el Reino Unido que decidió por completo ese asunto. Así que puedes tomar la versión de la historia que quieras, pero el argumento se cae. Y en última instancia hablamos de personas. El hecho de que mi hijo, que tiene seis años, tenga que crecer lidiando con ese tipo de argumentos sobre por qué no debería existir su casa, siendo acosado por un país con su versión de la historia… Eso es inaceptable.
“La actitud de la Argentina hacia las islas no está mal, sino que es cruel”, afirma Barkman durante la entrevista con LA NACION en la sede de la Asamblea Legislativa, una casita blanca, de techo a dos aguas, que da a la bahía que domina esta ciudad, a mitad de camino entre el puerto y la casa del gobernador inglés, Nigel Phillips.
Barkman sostiene y reafirma la impronta isleña, que impulsa la autodeterminación, lejos de Londres y de Buenos Aires. “El el problema que tienen es con nosotros, no con el Reino Unido, ni con la hierba o la turba”, dice. “Su problema es que somos personas y vivimos aquí porque si no hubiera gente sería mucho más sencillo”.
Ocho son los legisladores, electos entre una población de 3200 isleños muy sensibles a lo que ocurre a su alrededor. Sea en el continente, a sólo 700 kilómetros, o en Europa. De allí que Barkman y otro legislador, Peter Biggs, tomaran en sus manos la bandera de Ucrania.
-Izó la bandera Ucraniana en las islas hace unas semanas. ¿Por qué lo hizo? ¿Compara la situación de las islas al de Ucrania?
-No creo que al principio hubiésemos pensado en eso, sino que todo el mundo estaba viendo lo que estaba pasando en Ucrania, que es absolutamente horrible. Pero al mismo tiempo, creo que parte de la razón por la que nuestra comunidad estaba tan sorprendida es porque aquí saben lo que es despertar y ser invadidos, saben lo que es ver tu casa siendo bombardeada y ser forzado a salir de tu casa. Creo que para mucha gente aquí, lo que ocurre en Ucrania trajo recuerdos realmente traumáticos. Y de hecho, mientras izábamos la bandera, la gente aplaudía y les gustaba tomar fotos. Sí, hay mucha empatía por la gente de Ucrania, en parte por el trauma por el que ha pasado la comunidad. Resuena mucho con esos sentimientos.
-Nació después de 1982. ¿Siente que ese sentimiento abarca a las generaciones más jóvenes?
-Es un tema muy delicado. Volvamos al ejemplo de Rusia. Un aspecto es la invasión; otro es cómo Rusia trata de defender sus acciones ante el mundo. Le cuenta mentiras a la gente sobre el pueblo ucraniano y sobre la historia. Así crecí, con el gobierno de Argentina contando mentiras sobre mi historia y sobre mi gente, y tratando de socavar nuestros derechos humanos. Entonces, desde muy joven he tenido que encontrar cientos de respuestas a preguntas que la gente no debería tener que hacer. Incluso de niño tuve que pensar en lo que decía para defender mi existencia ante el mundo. Eso no es normal. Crecí aprendiendo, por ejemplo, cómo se ve una mina terrestre para reconocerla en caso de que accidentalmente me topara con una. Y eso es con todo. La guerra no se ha ido.
-¿Hubo algún período durante los últimos 40 años en que la situación fue distinta?
-Lo que nunca desapareció es la falta de confianza. Nunca existió la confianza que deberíamos tener con un país vecino. Hubo momentos, sí, en los que vimos decisiones pragmáticas tomadas por un gobierno más razonable en Argentina. Y hubo una oportunidad de hablar sobre cosas que son buenas para todos, como la ciencia pesquera o cómo manejar la explotación en alta mar, que está completamente desregulada y es terrible. Por supuesto, queremos que los gobiernos de nuestros vecinos sean razonables, pragmáticos y que piensen un poco más en la humanidad. Pero nunca va a haber ninguna confianza en esto, en especial mientras que la Constitución de Argentina esté escrita de la manera que está. Y las agendas de política interior y exterior de la Argentina están diseñadas para eliminarnos como seres humanos. Eso se siente muy personal.
-¿Ve alguna forma de avanzar?
-Bueno, pasa en otras partes del mundo. Las personas miran más allá de su nariz y hacen cosas buenas para su país y para el mundo. Acaso la Argentina pueda hacerlo, pueda madurar y darse cuenta de que su actitud hacia las islas no sólo está mal, sino que es cruel. Es inconsistente con lo que debería estar haciendo una democracia. No deberían decir que un pueblo no debería existir, no deberían decir que nuestra historia no es real. Eso no es lo que hace una democracia que respeta los derechos humanos. Siempre hablan de una postura hacia las Malvinas. Pero el problema que tienen es con nosotros, no con el Reino Unido, ni con la hierba o la turba. Su problema es que somos personas y vivimos aquí porque si no hubiera gente sería mucho más sencillo. Yo he estado en Argentina. Es un país hermoso. No es mi país, en absoluto. Es muy diferente a cómo es la vida aquí. Quiero decir, es una parte similar del mundo, pero vi pobreza, grafitis, cosas que no tenemos aquí, además de una comunidad bastante desilusionada. Viajé al norte, a las zonas turísticas más prósperas, con hermosos lagos, árboles, buen vino, bistecs sabrosos y gente generalmente amable cuando no les decía de dónde era. Pero lo inquietante fue ver fotos de mi país en todas partes. Es realmente extraño. Obviamente, si vienes de Argentina, es una cosa normal. Pero, ¿te imaginas ser mexicano, pasear por Estados Unidos ver fotos de México por todas partes donde afirmen que quieren México y lo reclaman como propio? Si eres mexicano, simplemente no te agradaría. Quiero decir, amo a mi país porque es mi país, que no es un juguete político.
-Es legisladora desde 2017. ¿Ha sido alguna vez contactada por el gobierno argentino durante estos años?
-Nunca. Ningún diplomático argentino me contactó. Ciertamente tuvimos conversaciones con la Comisión de Familiares de los Caídos y tratamos de solucionar problemas humanitarios. Pero no hay contacto directo con el Gobierno.
-¿Le gustaría? ¿Se sentaría con funcionarios argentinos?
-No creo que suceda. No sé de qué hablaríamos. Les diría que nuestro gobierno y el de Argentina deberían hablar de ciencia pesquera. Eso es importante para Argentina y para nosotros. Pero nunca funcionó bien el diálogo. Nunca fue consistente porque siempre hubo retrocesos políticos. Nosotros entablaríamos una conversación sobre la salud del océano, con el consiguiente beneficio económico, incluso con aquellos que nos han invadido y todavía nos están acosando. Miraremos más allá de eso para tener una conversación práctica. Y no es porque estemos en una situación de necesidad extrema. Eso es lo que hace un gobierno bueno y responsable.
-¿Cuál es su mensaje a los ciudadanos argentinos?
-Creo que los argentinos son más razonables en todo esto. Les diría que analicen qué les dice el gobierno sobre las islas, que miren más allá de la cortina de humo. No les enseñan sobre historia, sobre nuestra economía o como realmente son estas islas. Prefieren socavarán por completo los derechos humanos de las personas que viven aquí.
-¿Ve posible promover la interacción con el continente?
-Si. En los cruceros, por ejemplo, un tercio de las personas son de la Argentina. Es normal tener relaciones de vecindad con el continente. Pero no somos nosotros los que detenemos eso. La Argentina bloquea nuestro espacio aéreo, más allá de que en este momento los vuelos comerciales aéreos están caídos por la pandemia. Creo que si la gente supiera o pudiera empatizar a nivel humano con quienes viven aquí, si pudiéramos explicar nuestra historia, no estarían disgustados con nosotros.
-¿Cómo podría hacerse algo así?
-No lo sé. Pero veamos a Ucrania. Parte de la razón por la que las personas pueden empatizar con los ucranianos es porque pueden verlos. Pueden verlos por televisión, TikTok, Twitter. Ven lo que hacen ellos, no lo que están haciendo los soldados, ni los gobiernos. Pero si solo estás aprendiendo fragmentos de una historia y nunca desde la perspectiva de la gente... Es mucho más fácil decir que las islas son argentinas, pero no es verdad. No tienes todos los hechos.
-Dijo que el gobierno argentino atenta contra los derechos humanos de los isleños. ¿A qué se refiere?
-Anda por el mundo diciendo que somos una población implantada, que no tenemos derecho a la autodeterminación, cuando es un derecho humano de la ONU, y reclama que el Reino Unido se involucre en un diálogo sobre las islas porque a nosotros no nos reconocen como interlocutores, como personas, violando nuestros derechos humanos. Lo que en realidad le está pidiendo a la comunidad internacional es que el pueblo de las Falklands no tenga voz en su futuro, ni esté sentado en la mesa de negociaciones a menos que acepte el hecho de que la Argentina ya decidió cuál debe ser el resultado de esta discusión, porque está escrito en su constitución. Todo está diseñado en torno al hecho de que no existimos. ¡Tienen un consejo diseñado para presentar nuevas ideas solo para sancionar nuestra economía! Eso es ridículo. No es como debe comportarse una democracia.
-Alude a la historia. Hay datos históricos que reafirman el reclamo argentino…
-¿Usted cree? ¿Acaso no cree que isleños con 10 generaciones aquí deberían tener derecho a elegir? Es ignorar la realidad de la situación: hay descendientes de quienes llegaron en 1833 que aún viven aquí. Esa es la única parte relevante. Podemos contrarrestar diferentes versiones o diferentes historiadores sobre lo que pasó en 1833. Pero hubo un acuerdo de conciliación entre Argentina y el Reino Unido que decidió por completo ese asunto. Así que puedes tomar la versión de la historia que quieras, pero el argumento se cae. Y en última instancia hablamos de personas. El hecho de que mi hijo, que tiene seis años, tenga que crecer lidiando con ese tipo de argumentos sobre por qué no debería existir su casa, siendo acosado por un país con su versión de la historia… Eso es inaceptable.
"Leona Roberts, miembro de la Asamblea Legislativa de las Islas Malvinas, dijo:
'Hemos sentido mucha empatía por el pueblo de Ucrania al comprender lo que se siente al ser invadido y pasar por una experiencia tan terrible, aunque la escala es monumentalmente diferente.
'En casa ha habido un impulso inmediato para comenzar a recaudar fondos y brindar apoyo a Ucrania que ha recibido un apoyo increíble'"
'Hemos sentido mucha empatía por el pueblo de Ucrania al comprender lo que se siente al ser invadido y pasar por una experiencia tan terrible, aunque la escala es monumentalmente diferente.
'En casa ha habido un impulso inmediato para comenzar a recaudar fondos y brindar apoyo a Ucrania que ha recibido un apoyo increíble'"
1 de abril de 2022
1) La Comisión Provincial por la Memoria difundió datos sobre el reclamo de excombatientes de Malvinas para que las torturas que sufrieron durante el conflicto sean consideradas delitos de lesa humanidad: 180 víctimas o testigos, 130 imputados, tres procesados, 20 llamados a indagatoria. La causa está en la Corte, a la espera de un dictamen del procurador Eduardo Casal. (Informó Néstor Espósito).
2) En el marco de los 40 años de la guerra por Malvinas, la Fiscalía de Río Grande y la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad presentaron una ampliación de requerimiento en la causa por delitos de lesa humanidad cometidos a conscriptos. Analizarán "la inmersión en aguas heladas como método de tortura y casos de abuso sexual en un contexto de antisemitismo cometidos contra 24 víctimas". Pidieron el llamado a indagatoria de 19 imputados. La Corte Suprema se tiene que expedir sobre si los hechos denunciados constituyen o no delitos de lesa humanidad. (Informó Giselle Tepper).
3) Enfermeras, instrumentadoras, diplomáticas y técnicas, civiles como militares, participaron en la guerra de Malvinas. El 2 de abril de 1982, el Ejército Argentino montó un hospital de campaña en Puerto Argentino y reparó en que no había *nstrumentadoras quirúrgicas. Fueron seis voluntarias las que trabajaron en el armado de los quirófanos del rompehielos Almirante Irízar. Se trata de Silvia Barrera, Susana Maza, María Marta Leme, Norma Etel Navarro, María Cecilia Ricchieri y María Angélica Sendes, las primeras mujeres reconocidas como veteranas por el Estado argentino en 1983. Y muchas son las que aún no han sido reconocidas. (Informó Lucía García Itzigosohn).
4) El ministro de Defensa, Jorge Taiana, encabezó en el salón San Martín del Edificio Libertador la ceremonia de apertura de la muestra fotográfica "Sentir la Patria. Malvinas 40 años". Felicitó al artista Gonzalo Lauda, por expresar artísticamente "los sentimientos que despierta la Guerra de Malvinas en los argentinos y en aquellos que combatieron".
5) Entre Ríos. Un total de 432 veteranos de la Guerra de Malvinas de la provincia recibirán una actualización de las pensiones, en el marco de diferentes acciones llevadas adelante por el Gobierno provincial a 40 años* de aquella gesta. Las pensiones pasarán de tres a cinco salarios mínimos, luego de 16 años sin modificaciones.
2) En el marco de los 40 años de la guerra por Malvinas, la Fiscalía de Río Grande y la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad presentaron una ampliación de requerimiento en la causa por delitos de lesa humanidad cometidos a conscriptos. Analizarán "la inmersión en aguas heladas como método de tortura y casos de abuso sexual en un contexto de antisemitismo cometidos contra 24 víctimas". Pidieron el llamado a indagatoria de 19 imputados. La Corte Suprema se tiene que expedir sobre si los hechos denunciados constituyen o no delitos de lesa humanidad. (Informó Giselle Tepper).
3) Enfermeras, instrumentadoras, diplomáticas y técnicas, civiles como militares, participaron en la guerra de Malvinas. El 2 de abril de 1982, el Ejército Argentino montó un hospital de campaña en Puerto Argentino y reparó en que no había *nstrumentadoras quirúrgicas. Fueron seis voluntarias las que trabajaron en el armado de los quirófanos del rompehielos Almirante Irízar. Se trata de Silvia Barrera, Susana Maza, María Marta Leme, Norma Etel Navarro, María Cecilia Ricchieri y María Angélica Sendes, las primeras mujeres reconocidas como veteranas por el Estado argentino en 1983. Y muchas son las que aún no han sido reconocidas. (Informó Lucía García Itzigosohn).
4) El ministro de Defensa, Jorge Taiana, encabezó en el salón San Martín del Edificio Libertador la ceremonia de apertura de la muestra fotográfica "Sentir la Patria. Malvinas 40 años". Felicitó al artista Gonzalo Lauda, por expresar artísticamente "los sentimientos que despierta la Guerra de Malvinas en los argentinos y en aquellos que combatieron".
5) Entre Ríos. Un total de 432 veteranos de la Guerra de Malvinas de la provincia recibirán una actualización de las pensiones, en el marco de diferentes acciones llevadas adelante por el Gobierno provincial a 40 años* de aquella gesta. Las pensiones pasarán de tres a cinco salarios mínimos, luego de 16 años sin modificaciones.
4 de abril de 2022
Tapa y contratapa
El 27 de mayo de 1982, la revista 'Gente y la actualidad' publicó en su tapa una fotografía con el título en letras amarillas “¡Seguimos ganando!”. Sobre la foto se podían leer: “6 buques hundidos y 21 aviones derribados. Estamos destruyendo a la flota británica”. Para esa fecha la primer Ministro británica de entonces, M. Thatcher, ya había dado la orden de hundir el ARA General Belgrano que fue bombardeado por el submarino nuclear británico HMS Conqueror, transformándose en el único caso en la historia de un barco hundido en una guerra por un submarino nuclear. El Belgrano fue atacado fuera del área de exclusión establecida por el propio gobierno británico alrededor de las islas. Murieron allí 323 soldados argentinos, casi la mitad del total de muertos en toda la guerra de Malvinas. El laboratorio fotográfico de la editorial Atlántida fue otro de los escenarios en donde se construía lo que la población argentina debía ‘ver’ de la guerra. Allí trabajaba Jorge Gayoso, quien daba clases de ‘Procesos Especiales de Laboratorio’ en el Foto Club Buenos Aires. A Gayoso lo llamaban el “Mago del Cuarto Oscuro” o “Sombra”. Era un genio del Photoshop antes de que el Photoshop fuera inventado. La revista ‘Gente y la actualidad’ había aumentado sus ventas en un 123 % desde el inicio de la guerra, el pico fue con su número del 6 de mayo de 1982 en la que se podía ver una foto de unos soldados posando con el título “Estamos ganando”. Había que equiparar o mejorar esa tapa. Gayoso recibió la orden de armar una tapa en el laboratorio en la que un crucero inglés fuese impactado por bombas argentinas. El laboratorista fue e hizo su magia. Tenía una foto real del destructor inglés Coventry, a esa foto le agregó un avión y humo negro sobre la cubierta del barco. A alguien no le pareció que el humo fuera suficiente y pidió que agregara un poco más. Fabián Mauri, testigo del momento, cuenta: “Había incluso cuadros jerárquicos de la redacción de la revista Gente, que nunca bajaban al laboratorio. Estaban reunidos alrededor de la ampliadora...” Unos años más tarde Gayoso diría en una entrevista: “He fabricado fotos que salieron en tapa. (…) Por ejemplo durante el conflicto de las Malvinas me llamaron de la editorial Atlántida. (…) De entrada no me gustó el título “Seguimos ganando” como si fuera un partido de fútbol. Aún hoy me sigue perturbando aquel episodio. Como tengo mucho material de Aeronáutica y Marina, donde estuve dos años, a esas fotos les agregaba humo, ambiente bélico, les agregaba grano para hacerlas más auténticas, y parecían sacadas allá. Luego las publicaban en tapa sin decir quien era el autor”. (Homenaje a los grandes, Jorge Gayoso, entrevista realizada por Visintin, Nélida, Suplemento Especial de Cuarto Oscuro, Nro 444, Año 1, Nro 9, Foto Club Buenos Aires, Septiembre de 1994). |
La flota británica fue bombardeada desde el laboratorio de la editorial Atlántida.
Esto es solo uno de los tantos ejemplos de la campaña de engaño sistemático dirigida hacia la población que los medios de comunicación en forma homogénea publicaron aquellos días a fin de alimentar la convicción de que era posible ganar la guerra y apoyar los planes bélicos de la dictadura militar. Después de encargarían de ocultar lo que habían vivido efectivamente los soldados en las islas. Las fuerzas armadas argentinas eran conscientes de la derrota no solo militar sino también política y simbólica en Malvinas mucho antes de que terminara la guerra. En los altos mandos argentinos se sabía que la rendición era inevitable. Pero decidieron mantener los combates a un altísimo costo de vidas que se perdieron en los últimos días de la guerra. La revista 'Gente y la actualidad' fue uno de los principales medios que colaboró con el engaño sostenido a la población para que el poder militar no se derrumbara. Al sobrevenir la derrota, la cruda realidad de la guerra dejó al descubierto las mentiras y engaños que los medios habían sostenido. A la amargura por la rendición se le sumó la sensación de estafa, frustración y engaño que sintió la inmensa mayoría de la población argentina. La revista se cerraba con una contratapa. Allí, un plano detalle de la cola de una mujer delgada, joven y sin cabeza con un 'Jean Cola' ajustado servía como mesa para que se apoye un trago. A 40 años del desembarco de tropas argentinas en las islas Malvinas seguimos reclamando Memoria, Verdad, Justicia por los delitos cometidos en las islas y Soberanía. Tapa y contratapa de la revista Gente y la actualidad, 27 de mayo de 1982 Cora Gamarnik |
11 de abril de 2022