Declaración del Gobierno Revolucionario de Cuba
La Habana - Cuba 16 de junio de 2017
El 16 de junio de 2017, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en un discurso cargado de una retórica hostil, que rememoró los tiempos de la confrontación abierta con nuestro país, pronunciado en un teatro de Miami, anunció la política de su gobierno hacia Cuba que revierte avances alcanzados en los dos últimos años, después que el 17 de diciembre de 2014 los presidentes Raúl Castro Ruz y Barack Obama dieran a conocer la decisión de restablecer las relaciones diplomáticas e iniciar un proceso hacia la normalización de los vínculos bilaterales.
En lo que constituye un retroceso en las relaciones entre los dos países, Trump pronunció un discurso y firmó en el propio acto una directiva de política denominada “Memorando Presidencial de Seguridad Nacional sobre el Fortalecimiento de la Política de los Estados Unidos hacia Cuba” disponiendo la eliminación de los intercambios educacionales “pueblo a pueblo” a título individual y una mayor fiscalización de los viajeros estadounidenses a Cuba, así como la prohibición de las transacciones económicas, comerciales y financieras de compañías norteamericanas con empresas cubanas vinculadas con las Fuerzas Armadas Revolucionarias y los servicios de inteligencia y seguridad, todo ello con el pretendido objetivo de privarnos de ingresos. El mandatario estadounidense justificó esta política con supuestas preocupaciones sobre la situación de los derechos humanos en Cuba y la necesidad de aplicar rigurosamente las leyes del bloqueo, condicionando su levantamiento, así como cualquier mejoría en las relaciones bilaterales, a que nuestro país realice cambios inherentes a su ordenamiento constitucional.
Trump derogó asimismo la Directiva Presidencial de Política “Normalización de las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba”, emitida por el presidente Obama el 14 de octubre de 2016, la cual aunque no ocultaba el carácter injerencista de la política estadounidense, ni el objetivo de hacer avanzar sus intereses en la consecución de cambios en el orden económico, político y social de nuestro país, había reconocido la independencia, la soberanía y la autodeterminación de Cuba y al gobierno cubano como un interlocutor legítimo e igual, así como los beneficios que reportaría a ambos países y pueblos una relación de convivencia civilizada dentro de las grandes diferencias que existen entre los dos gobiernos. También admitía que el bloqueo era una política obsoleta y que debía ser eliminado.
Nuevamente el Gobierno de los Estados Unidos recurre a métodos coercitivos del pasado, al adoptar medidas de recrudecimiento del bloqueo, en vigor desde febrero de 1962, que no solo provoca daños y privaciones al pueblo cubano y constituye un innegable obstáculo al desarrollo de nuestra economía, sino que afecta también la soberanía y los intereses de otros países, concitando el rechazo internacional.
Las medidas anunciadas imponen trabas adicionales a las muy restringidas oportunidades que el sector empresarial estadounidense tenía para comerciar e invertir en Cuba.
A su vez, restringen aún más el derecho de los ciudadanos estadounidenses de visitar nuestro país, ya limitado por la obligación de usar licencias discrimina-torias, en momentos en que el Congreso de los Estados Unidos, como reflejo del sentir de amplios sectores de esa sociedad, reclama no solo que se ponga fin a la prohibición de viajar, sino también que se eliminen las restricciones al comercio con Cuba.
Los anuncios del presidente Trump contradicen el apoyo mayoritario de la opinión pública estadounidense, incluyendo el de la emigración cubana en ese país, al levantamiento total del bloqueo y a las relaciones normales entre Cuba y los Estados Unidos.
En su lugar, el Presidente estadounidense, otra vez mal asesorado, toma decisiones que favorecen los intereses políticos de una minoría extremista de origen cubano del estado de Florida, que por motivaciones mezquinas no desiste de su pretensión de castigar a Cuba y a su pueblo, por ejercer el derecho legítimo y soberano de ser libre y haber tomado las riendas de su propio destino.
Posteriormente haremos un análisis más profundo del alcance y las implicaciones de este anuncio.
El Gobierno de Cuba denuncia las nuevas medidas de endurecimiento del bloqueo, que están destinadas a fracasar como se ha demostrado repetidamente en el pasado, y que no lograrán su propósito de debilitar a la Revolución ni doblegar al pueblo cubano, cuya resistencia a las agresiones de cualquier tipo y origen ha sido probada a lo largo de casi seis décadas.
El Gobierno de Cuba rechaza la manipulación con fines políticos y el doble rasero en el tratamiento del tema de los derechos humanos. El pueblo cubano disfruta de derechos y libertades fundamentales, y exhibe logros de los que se siente orgulloso y que son una quimera para muchos países del mundo, incluyendo a los propios Estados Unidos, como el derecho a la salud, la educación, la seguridad social, el salario igual por trabajo igual, los derechos de los niños, y el derecho a la alimentación, la paz y al desarrollo. Con sus modestos recursos, Cuba ha contribuido también a la mejoría de los derechos humanos en muchos lugares del mundo, a pesar de las limitaciones que le impone su condición de país bloqueado.
Los Estados Unidos no están en condiciones de darnos lecciones. Tenemos serias preocupaciones por el respeto y las garantías de los derechos humanos en ese país, donde hay numerosos casos de asesinatos, brutalidad y abusos policiales, en particular contra la población afroamericana; se viola el derecho a la vida como resultado de las muertes por armas de fuego; se explota el trabajo infantil y existen graves manifestaciones de discriminación racial; se amenaza con imponer más restricciones a los servicios de salud, que dejarían a 23 millones de personas sin seguro médico; existe la desigualdad salarial entre hombres y mujeres; se margina a emigrantes y refugiados, en particular los procedentes de países islámicos; se pretende levantar muros que denigran a vecinos; y se abandonan los compromisos internacionales para preservar el medio ambiente y enfrentar el cambio climático.
Asimismo, son motivo de preocupación las violaciones de los derechos humanos cometidas por los Estados Unidos en otros países, como las detenciones arbitrarias de decenas de presos en el territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval de Guantánamo en Cuba, donde incluso se ha torturado; las ejecuciones extrajudiciales y las muertes de civiles causadas por bombas y el empleo de drones; y las guerras desatadas contra diversos países como Irak, sustentadas en mentiras sobre la posesión de armas de exterminio masivo, con consecuencias nefastas para la paz, la seguridad y la estabilidad de la región del Medio Oriente.
Recordamos que Cuba es Estado Parte de 44 instru-mentos internacionales sobre los derechos humanos, mientras que los Estados Unidos lo es solo de 18, por lo que tenemos mucho que mostrar, opinar, y defender.
Al confirmar la decisión de restablecer las relaciones diplomáticas, Cuba y los Estados Unidos ratificaron la intención de desarrollar vínculos respetuosos y de cooperación entre ambos pueblos y gobiernos, basados en los principios y propósitos consagrados en la Carta de las Naciones Unidas. En su Declaración, emitida el 1 de julio de 2015, el Gobierno Revolucionario de Cuba reafirmó que “estas relaciones deberán cimentarse en el respeto absoluto a nuestra independencia y soberanía; el derecho inalienable de todo Estado a elegir el sistema político, económico, social y cultural, sin injerencia de ninguna forma; y la igualdad soberana y la reciprocidad, que constituyen principios irrenunciables del Derecho Internacional”, tal como refrendó la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, firmada por los Jefes de Estado y Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), en su II Cumbre, en La Habana. Cuba no ha renunciado a estos principios ni renunciará jamás.
El Gobierno de Cuba reitera su voluntad de continuar el diálogo respetuoso y la cooperación en temas de interés mutuo, así como la negociación de los asuntos bilaterales pendientes con el Gobierno de los Estados Unidos. En los dos últimos años se ha demostrado que los dos países, como ha expresado reiteradamente el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro Ruz, pueden cooperar y convivir civilizada-mente, respetando las diferencias y promoviendo todo aquello que beneficie a ambas naciones y pueblos, pero no debe esperarse que para ello Cuba realice concesiones inherentes a su soberanía e independencia, ni acepte condicionamientos de ninguna índole.
Cualquier estrategia dirigida a cambiar el sistema político, económico y social en Cuba, ya sea la que pretenda lograrlo a través de presiones e imposiciones, o empleando métodos más sutiles, estará condenada al fracaso.
Los cambios que sean necesarios en Cuba, como los realizados desde 1959 y los que estamos acometiendo ahora como parte del proceso de actualización de nuestro modelo económico y social, los seguirá decidiendo soberanamente el pueblo cubano.
Como hemos hecho desde el triunfo del 1ro. de enero de 1959, asumiremos cualquier riesgo y continuaremos firmes y seguros en la construcción de una nación sobe-rana, independiente, socialista, democrática, próspera y sostenible.
La Habana, 16 de junio de 2017
En lo que constituye un retroceso en las relaciones entre los dos países, Trump pronunció un discurso y firmó en el propio acto una directiva de política denominada “Memorando Presidencial de Seguridad Nacional sobre el Fortalecimiento de la Política de los Estados Unidos hacia Cuba” disponiendo la eliminación de los intercambios educacionales “pueblo a pueblo” a título individual y una mayor fiscalización de los viajeros estadounidenses a Cuba, así como la prohibición de las transacciones económicas, comerciales y financieras de compañías norteamericanas con empresas cubanas vinculadas con las Fuerzas Armadas Revolucionarias y los servicios de inteligencia y seguridad, todo ello con el pretendido objetivo de privarnos de ingresos. El mandatario estadounidense justificó esta política con supuestas preocupaciones sobre la situación de los derechos humanos en Cuba y la necesidad de aplicar rigurosamente las leyes del bloqueo, condicionando su levantamiento, así como cualquier mejoría en las relaciones bilaterales, a que nuestro país realice cambios inherentes a su ordenamiento constitucional.
Trump derogó asimismo la Directiva Presidencial de Política “Normalización de las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba”, emitida por el presidente Obama el 14 de octubre de 2016, la cual aunque no ocultaba el carácter injerencista de la política estadounidense, ni el objetivo de hacer avanzar sus intereses en la consecución de cambios en el orden económico, político y social de nuestro país, había reconocido la independencia, la soberanía y la autodeterminación de Cuba y al gobierno cubano como un interlocutor legítimo e igual, así como los beneficios que reportaría a ambos países y pueblos una relación de convivencia civilizada dentro de las grandes diferencias que existen entre los dos gobiernos. También admitía que el bloqueo era una política obsoleta y que debía ser eliminado.
Nuevamente el Gobierno de los Estados Unidos recurre a métodos coercitivos del pasado, al adoptar medidas de recrudecimiento del bloqueo, en vigor desde febrero de 1962, que no solo provoca daños y privaciones al pueblo cubano y constituye un innegable obstáculo al desarrollo de nuestra economía, sino que afecta también la soberanía y los intereses de otros países, concitando el rechazo internacional.
Las medidas anunciadas imponen trabas adicionales a las muy restringidas oportunidades que el sector empresarial estadounidense tenía para comerciar e invertir en Cuba.
A su vez, restringen aún más el derecho de los ciudadanos estadounidenses de visitar nuestro país, ya limitado por la obligación de usar licencias discrimina-torias, en momentos en que el Congreso de los Estados Unidos, como reflejo del sentir de amplios sectores de esa sociedad, reclama no solo que se ponga fin a la prohibición de viajar, sino también que se eliminen las restricciones al comercio con Cuba.
Los anuncios del presidente Trump contradicen el apoyo mayoritario de la opinión pública estadounidense, incluyendo el de la emigración cubana en ese país, al levantamiento total del bloqueo y a las relaciones normales entre Cuba y los Estados Unidos.
En su lugar, el Presidente estadounidense, otra vez mal asesorado, toma decisiones que favorecen los intereses políticos de una minoría extremista de origen cubano del estado de Florida, que por motivaciones mezquinas no desiste de su pretensión de castigar a Cuba y a su pueblo, por ejercer el derecho legítimo y soberano de ser libre y haber tomado las riendas de su propio destino.
Posteriormente haremos un análisis más profundo del alcance y las implicaciones de este anuncio.
El Gobierno de Cuba denuncia las nuevas medidas de endurecimiento del bloqueo, que están destinadas a fracasar como se ha demostrado repetidamente en el pasado, y que no lograrán su propósito de debilitar a la Revolución ni doblegar al pueblo cubano, cuya resistencia a las agresiones de cualquier tipo y origen ha sido probada a lo largo de casi seis décadas.
El Gobierno de Cuba rechaza la manipulación con fines políticos y el doble rasero en el tratamiento del tema de los derechos humanos. El pueblo cubano disfruta de derechos y libertades fundamentales, y exhibe logros de los que se siente orgulloso y que son una quimera para muchos países del mundo, incluyendo a los propios Estados Unidos, como el derecho a la salud, la educación, la seguridad social, el salario igual por trabajo igual, los derechos de los niños, y el derecho a la alimentación, la paz y al desarrollo. Con sus modestos recursos, Cuba ha contribuido también a la mejoría de los derechos humanos en muchos lugares del mundo, a pesar de las limitaciones que le impone su condición de país bloqueado.
Los Estados Unidos no están en condiciones de darnos lecciones. Tenemos serias preocupaciones por el respeto y las garantías de los derechos humanos en ese país, donde hay numerosos casos de asesinatos, brutalidad y abusos policiales, en particular contra la población afroamericana; se viola el derecho a la vida como resultado de las muertes por armas de fuego; se explota el trabajo infantil y existen graves manifestaciones de discriminación racial; se amenaza con imponer más restricciones a los servicios de salud, que dejarían a 23 millones de personas sin seguro médico; existe la desigualdad salarial entre hombres y mujeres; se margina a emigrantes y refugiados, en particular los procedentes de países islámicos; se pretende levantar muros que denigran a vecinos; y se abandonan los compromisos internacionales para preservar el medio ambiente y enfrentar el cambio climático.
Asimismo, son motivo de preocupación las violaciones de los derechos humanos cometidas por los Estados Unidos en otros países, como las detenciones arbitrarias de decenas de presos en el territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval de Guantánamo en Cuba, donde incluso se ha torturado; las ejecuciones extrajudiciales y las muertes de civiles causadas por bombas y el empleo de drones; y las guerras desatadas contra diversos países como Irak, sustentadas en mentiras sobre la posesión de armas de exterminio masivo, con consecuencias nefastas para la paz, la seguridad y la estabilidad de la región del Medio Oriente.
Recordamos que Cuba es Estado Parte de 44 instru-mentos internacionales sobre los derechos humanos, mientras que los Estados Unidos lo es solo de 18, por lo que tenemos mucho que mostrar, opinar, y defender.
Al confirmar la decisión de restablecer las relaciones diplomáticas, Cuba y los Estados Unidos ratificaron la intención de desarrollar vínculos respetuosos y de cooperación entre ambos pueblos y gobiernos, basados en los principios y propósitos consagrados en la Carta de las Naciones Unidas. En su Declaración, emitida el 1 de julio de 2015, el Gobierno Revolucionario de Cuba reafirmó que “estas relaciones deberán cimentarse en el respeto absoluto a nuestra independencia y soberanía; el derecho inalienable de todo Estado a elegir el sistema político, económico, social y cultural, sin injerencia de ninguna forma; y la igualdad soberana y la reciprocidad, que constituyen principios irrenunciables del Derecho Internacional”, tal como refrendó la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, firmada por los Jefes de Estado y Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), en su II Cumbre, en La Habana. Cuba no ha renunciado a estos principios ni renunciará jamás.
El Gobierno de Cuba reitera su voluntad de continuar el diálogo respetuoso y la cooperación en temas de interés mutuo, así como la negociación de los asuntos bilaterales pendientes con el Gobierno de los Estados Unidos. En los dos últimos años se ha demostrado que los dos países, como ha expresado reiteradamente el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro Ruz, pueden cooperar y convivir civilizada-mente, respetando las diferencias y promoviendo todo aquello que beneficie a ambas naciones y pueblos, pero no debe esperarse que para ello Cuba realice concesiones inherentes a su soberanía e independencia, ni acepte condicionamientos de ninguna índole.
Cualquier estrategia dirigida a cambiar el sistema político, económico y social en Cuba, ya sea la que pretenda lograrlo a través de presiones e imposiciones, o empleando métodos más sutiles, estará condenada al fracaso.
Los cambios que sean necesarios en Cuba, como los realizados desde 1959 y los que estamos acometiendo ahora como parte del proceso de actualización de nuestro modelo económico y social, los seguirá decidiendo soberanamente el pueblo cubano.
Como hemos hecho desde el triunfo del 1ro. de enero de 1959, asumiremos cualquier riesgo y continuaremos firmes y seguros en la construcción de una nación sobe-rana, independiente, socialista, democrática, próspera y sostenible.
La Habana, 16 de junio de 2017
CUBADEBATE - Resumen de los principales cambios de la política:
- Aumenta las restricciones de viaje para recrudecer la prohibición del turismo de los Estados Unidos a Cuba.
- La política reafirma el bloqueo de los Estados Unidos contra Cuba.
- Se opone a las convocatorias en las Naciones Unidas y en otros foros internacionales que apoyan a Cuba y piden el fin del bloqueo.
- Los viajes con fines educativos no académicos se limitarán y tendrán que ser en grupo.
- Se prohíbe el viaje individual autodirigido permitido por la administración Obama.
- Los cubano-americanos podrán seguir visitando Cuba y enviar remesas.
- La nueva política limita las actividades económicas con empresas vinculadas a las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
- Mantiene que las entidades estadounidenses puedan desarrollar vínculos con el sector cuentapropista.
- El memorándum dirige a los Departamentos de Tesorería y Comercio para iniciar el proceso de emisión de nuevas regulaciones dentro de los 30 días.
- Los cambios de política no tendrán efecto hasta que los Departamentos hayan finalizado sus nuevas regulaciones, un proceso que puede tardar varios meses.
- Se matienen los acuerdos migratorios.
- NO restablece la política de “pies secos – pies mojados”.
- Cuba NO regresa a la controvertida lista estadounidenses de países que financian el terrorismo.
La Cámara de Comercio de EEUU no acata la "línea Trump"
Nota analítica de Andrés Pierantoni: En cuanto al impacto sobre el turismo, va a ser limitado y en cierta manera, -positivo- para la isla, ya que aun no estaba en condiciones de sostener los índices de crecimiento de los últimos dos años. Simplemente los nuevos desarrollos (que constituyen el paquete más importante de la Cartera de Oportunidades de Inversión) incorporarán operadores especializados de otros países. Probablemente la cadena Sheraton con el Hotel Quinta Avenida y Starwood con el Hotel Inglaterra en La Habana Vieja, y otras cadenas gringas seguirán entrando detrás de empresas de esos países...
Nota analítica de Andrés Pierantoni: La mejor respuesta a los impactos o limitaciones que siga generando la política de Trump será el descubrimiento y arranque de la explotación de yacimientos de hidrocarburos en Cuba. En el artículo se dice que "Según Rosneft, las reservas petroleras probadas de Cuba se estiman a 125 millones de barriles, repartidos en 35 campos de hidrocarburos. Las reservas potenciales offshore se situarían cerca de los 20.000 millones de barriles"
El problema es que esas probables reservas offshore dificilmente podrán explotarse, salvo las que se encuentren en aguas someras, sin que previamente mejoren las relaciones con los EEUU porque es probable que se trate de yacimientos ubicados en áreas de ambos países y que, por ende, deban ser explotados conjuntamente.
Por lo tanto, los posibles hallazgos a corto plazo en tierra o aguas someras, o el uso de nuevas técnicas de recuperación en yacimientos "maduros", como lo plantea Rosneft, definirán la cuestión..
Si Cuba logra la autonomía energética, a partir de yacimientos y capacidades de refinación propias, la situación de su balanza de pagos mejora sustancialmente, lo cual le permitirá llevar a buen puerto, entre otras cosas, su "larga marcha" hacia la unificación monetaria.
El problema es que esas probables reservas offshore dificilmente podrán explotarse, salvo las que se encuentren en aguas someras, sin que previamente mejoren las relaciones con los EEUU porque es probable que se trate de yacimientos ubicados en áreas de ambos países y que, por ende, deban ser explotados conjuntamente.
Por lo tanto, los posibles hallazgos a corto plazo en tierra o aguas someras, o el uso de nuevas técnicas de recuperación en yacimientos "maduros", como lo plantea Rosneft, definirán la cuestión..
Si Cuba logra la autonomía energética, a partir de yacimientos y capacidades de refinación propias, la situación de su balanza de pagos mejora sustancialmente, lo cual le permitirá llevar a buen puerto, entre otras cosas, su "larga marcha" hacia la unificación monetaria.
Nota analítica de Andrés Pierantoni: Habría que añadir que:
- No afectación a las operaciones de aerolíneas, cruceros y carga de empresas estadounidenses.
- No afectación a las exportaciones agrícolas, de medicinas y aparatos médicos estadounidenses a Cuba.
- No afectación a los viajes y remesas de los cubano-americanos a Cuba.
Con relación al turismo de los demás estadounidenses, las restricciones a las 12 categorías establecidas por Obama consisten básicamente en eliminar el viaje individual autodirigido y limitar a grupos (no individuos) los viajes con fines educativos.
Al mismo tiempo, Obama nunca suspendió a Radio ni Tv Martí y planteó, al igual que Trump, tratar de impulsar el uso del internet en la isla con obvios propósitos... La "novedad" de Trump, en un terreno más bien político, es la pretensión de presionar a Cuba para la devolución a EE.UU de militantes afroamericanos o puertorriqueños asilados en la isla desde los '70 y '80 del siglo pasado.
- No afectación a las operaciones de aerolíneas, cruceros y carga de empresas estadounidenses.
- No afectación a las exportaciones agrícolas, de medicinas y aparatos médicos estadounidenses a Cuba.
- No afectación a los viajes y remesas de los cubano-americanos a Cuba.
Con relación al turismo de los demás estadounidenses, las restricciones a las 12 categorías establecidas por Obama consisten básicamente en eliminar el viaje individual autodirigido y limitar a grupos (no individuos) los viajes con fines educativos.
Al mismo tiempo, Obama nunca suspendió a Radio ni Tv Martí y planteó, al igual que Trump, tratar de impulsar el uso del internet en la isla con obvios propósitos... La "novedad" de Trump, en un terreno más bien político, es la pretensión de presionar a Cuba para la devolución a EE.UU de militantes afroamericanos o puertorriqueños asilados en la isla desde los '70 y '80 del siglo pasado.
18 de junio de 2017
Nota analítica de Andrés Pierantoni: Trump buscó un nuevo "punto de equilibrio" no sólo en función de complacer a los mayameros, sino de la desmovilización en curso de las FARC-EP, que modifica la correlación de fuerzas en términos militares y geopolíticos.
Creo que la apertura a Cuba de Obama fue un distractor para que las FARC-EP avanzaran en ese proceso de desmovilización, a pesar que quedaran intactas en Colombia las bases gringas y las fuerzas paramilitares.
El eje central de toda la estrategia no parece haber sido Cuba, sino Venezuela y Colombia: no en balde el Congreso estadounidense aprueba las sanciones en contra de Venezuela el 10 de diciembre de 2014 y 4 días después se da el histórico anuncio de Obama y Raúl Castro.
Colombia, el "Israel de América", viene siendo la punta de lanza hacia Venezuela y su área de influencia (el Gran Caribe), así como hacia la Amazonía (en articulación con Perú). Desde hace un lustro la Cancillería neogranadina viene respaldando, por ej., la expansión de Avianca en el Caribe, con Bogotá como "hub" hacia América del Sur. Esa estrategia caribeña Obama la complementaba con la de suplantar Petrocaribe con suministro de gas y productos del "fracking" estadounidense. No olvidemos que entre los países del Gran Caribe es donde hemos tenido mayor respaldo en la OEA (aparte Bolivia y Ecuador).
Y ahora, con las FARC-EP neutralizadas, el "Estado" colombiano empieza a echar para atrás los acuerdos (ver la reciente actuación de la Corte Suprema de Justicia), despejando la ruta a un A. Uribe que vuelve por sus fueros, en particular en contra de un campesinado "alzado" por sus tierras y derechos.
En menor medida, el mismo "ajuste" lo aplica Trump ahora a Cuba, mostrando el tramojo de otros pasos que podría dar para presionar a que la isla acepte "un mejor acuerdo" (léase pretensiones injerencistas) en función de como evolucione la correlación de fuerzas a nivel regional.
Creo que la apertura a Cuba de Obama fue un distractor para que las FARC-EP avanzaran en ese proceso de desmovilización, a pesar que quedaran intactas en Colombia las bases gringas y las fuerzas paramilitares.
El eje central de toda la estrategia no parece haber sido Cuba, sino Venezuela y Colombia: no en balde el Congreso estadounidense aprueba las sanciones en contra de Venezuela el 10 de diciembre de 2014 y 4 días después se da el histórico anuncio de Obama y Raúl Castro.
Colombia, el "Israel de América", viene siendo la punta de lanza hacia Venezuela y su área de influencia (el Gran Caribe), así como hacia la Amazonía (en articulación con Perú). Desde hace un lustro la Cancillería neogranadina viene respaldando, por ej., la expansión de Avianca en el Caribe, con Bogotá como "hub" hacia América del Sur. Esa estrategia caribeña Obama la complementaba con la de suplantar Petrocaribe con suministro de gas y productos del "fracking" estadounidense. No olvidemos que entre los países del Gran Caribe es donde hemos tenido mayor respaldo en la OEA (aparte Bolivia y Ecuador).
Y ahora, con las FARC-EP neutralizadas, el "Estado" colombiano empieza a echar para atrás los acuerdos (ver la reciente actuación de la Corte Suprema de Justicia), despejando la ruta a un A. Uribe que vuelve por sus fueros, en particular en contra de un campesinado "alzado" por sus tierras y derechos.
En menor medida, el mismo "ajuste" lo aplica Trump ahora a Cuba, mostrando el tramojo de otros pasos que podría dar para presionar a que la isla acepte "un mejor acuerdo" (léase pretensiones injerencistas) en función de como evolucione la correlación de fuerzas a nivel regional.
Trump: manotazo de ahogado en el Caribe
Atilio Boron 18 de junio de 2017
A Donald Trump lo acechan tiempos difíciles. Sus bravatas de campaña siguen en el plano de la retórica y no se traducen en hechos. Lo esencial de su promesa: el retorno de los empleos que emigraran a China y otros países de bajos salarios ha caído en oídos sordos de los CEOs de las grandes transnacionales estadounidenses que pagan en aquellos países la décima parte del salario que deberían pagar en Estados Unidos para obreros que, además, trabajan más de ocho horas diarias y están expuestos a muchos más accidentes de trabajo.[1] El muro que dividiría la frontera entre México y Estados Unidos tiene remotas posibilidades de concreción, y no sólo por su fenomenal costo cinco o seis veces superior al que anunciara Trump en su campaña. Aparte, fue condenado públicamente por el Papa Francisco y Angela Merkel en su reciente visita a México. El escándalo del “rusiagate”, aunque sea una farsa montada por sus enemigos dentro de Estados Unidos se yergue como una letal amenaza a su permanencia en la Casa Blanca. En el Congreso suenan tambores de guerra reclamando un juicio político al nuevo presidente. Tampoco lo ayudan los oscuros negocios de su yerno y la clara incompatibilidad de intereses entre su emporio empresarial y su función como presidente.
La ruta de escape ante tantas tribulaciones internas ha sido la usual en estos casos: un gesto de reafirmación de su autoridad en la escena mundial, para demostrar que el gigante todavía está allí y que en cualquier momento puede pegar un zarpazo brutal. Un bombardeo sin sentido –y con sorprendente mala puntería- a un aeropuerto en Siria como para decir “aquí estamos” en un escenario cada vez más dominado por la presencia de Rusia e Irán o arrojar sin ton ni son la “madre de todas las bombas” en una zona remota y despoblada de Afganistán. Por último, un amenazante desplazamiento de la Flota del Pacífico hacia las proximidades de Corea del Norte en represalia por sus experimentos misilísticos, movida que quedó sólo en eso Japón ni bien Tokio y Seúl advirtieron al bocón de Washington que la capacidad retaliatoria de Pyongyang podría provocar enormes daños en varias ciudades de Japón y Corea del Sur. |
Y ahora Cuba, esa vieja y enfermiza obsesión que frustró a once presidentes norteamericanos y que ahora está a punto de cobrarse una nueva víctima en la persona del magnate neoyorquino. Con su nueva política, atizada por la mafia no sólo anticastrista sino sobre todo antipatriótica de Miami, esa que no tiene reparo alguno en provocar sufrimientos a su pueblo con tal de promover su ilusoria agenda contrarrevolucionaria, Trump comienza a desandar el camino iniciado por Barack Obama. Lo hace, hasta ahora, de manera parcial: las embajadas quedan abiertas, muchas operaciones comerciales seguirán su curso y los cubano-americanos continuarán visitando la isla. Pero esta estúpida regresión a los tiempos de la Guerra Fría, a un pasado que ya no volverá, ocasionará nuevas complicaciones para el ocupante de la Casa Blanca. Por una parte, porque reavivará las llamas de la tradición antiimperialista de Martí y Fidel, profundamente arraigada en el pueblo cubano que cualesquiera sean sus opiniones sobre la Revolución rechaza visceralmente las ambiciones coloniales de su vecino. Por otra parte, al reinstalar trabas a las relaciones económicas entre las empresas norteamericanas y Cuba Trump abrirá un nuevo frente de conflicto al interior de Estados Unidos. Y esto es así porque son muchos los empresarios –en la agricultura, comercio, hotelería, aviación, informática, etcétera- que consideran a los trogloditas de Miami una rémora impresentable e irrepresentativa de la gran mayoría del exilio económico cubano cuyas absurdas pretensiones les cierran una atractiva fuente de negocios y favorecen a sus competidores de otros países. Habrá que ver lo que pueda ocurrir con la nueva política de Trump cuando estos poderosos actores locales de la política norteamericana presionen sobre la Casa Blanca para defender sus intereses. O cuando el estadounidense común y corriente se dé cuenta de que de ahora en más podrá seguir viajando sin restricciones a Corea del Norte, Sudán, Siria e Irán, países incluidos como “estados fallidos” por el Departamento de Estado, pero no a Cuba. Lo más probable será que se fastidie y que piense que tenían razón los 35 profesionales de la Asociación Psiquiátrica Americana cuando dieron a conocer una carta abierta en el New York Times asegurando que el nuevo presidente “muestra indicios de una severa enfermedad mental.”[2]
[1] Cf. http://www.huffingtonpost.com/2012/03/08/average-cost-factory-worker_n_1327413.html [2] http://www.excelsior.com.mx/global/2017/02/16/1146714 |
20 de junio de 2017
21 de junio de 2017
Diario Por Esto Jorge Gómez Barata 25 de junio de 2017
“En Hegel ―dijo Federico Engels― no son falsas las respuestas, sino las preguntas”. A partir de premisas erróneas, inevitablemente se arriba a conclusiones equivocadas. No importa si se hace en Washington, La Habana o cualquier otro lugar donde se trate de: “Hacer las cosas del mismo modo y esperar resultados diferentes…” Donald Trump acaba de descontinuar la más inteligente de las estrategias aplicadas por Estados Unidos contra Cuba, para retomar la más absurda.
Años atrás, la dirección cubana llegó a la conclusión de que el modelo socialista vigente en la Isla, en su diseño original, no funcionaba, y era preciso transformarlo, lo cual parece posible en lo que se refiere a su base, que es la propiedad estatal y social, y a las esencias del sistema político, pero no al modo de gestionar la economía, el ordenamiento institucional y la cosa pública en general. El esquema de la gran empresa estatal socialista, regida por la planificación centralizada y dirigida verticalmente por el gobierno desde los ministerios u otras organizaciones parecidas no tiene futuro, porque el pasado dio su veredicto. Se trata de un esquema que fracasó en la Unión Soviética y en otra decena de países europeos, que persistieron en el empeño durante más de medio siglo. Una conclusión así no significa proponer un retroceso hacia el restablecimiento de la propiedad privada, cosa que no han hecho China ni Vietnam, sino explorar otros modos de gestionar la economía, comenzando por encontrar o aplicar fórmulas capaces de armonizar la propiedad estatal con la eficiencia. La base de la economía puede ser estatal, pero la gestión y la administración, así como el reparto de los lucros puede ser diferente. |
¿Por qué la lógica de colocar una empresa de propiedad estatal bajo gestión extranjera mediante un contrato de administración, como ocurre en la industria hotelera, no puede aplicarse en los centrales azucareros, las plantaciones de cítricos, las granjas avícolas o la crianza de ganado mayor; y por qué el esquema de gestión privada, que se acepta a un asociado foráneo, no puede extenderse en idénticos términos a un consejo de dirección estatal o privado, integrado por nativos y que funcione con total autonomía?
Es curioso como el error no tiene fronteras ideológicas, a Donald Trump y a sus asesores les preocupa no el carácter estatal de las empresas cubanas, sino quién las administra, y el modo como son gestionadas. Uno no se explica qué diferencia percibirán ellos en el hecho de que una empresa estatal cubana sea administrada por entidades de los ministerios de economía, construcción, industria, turismo, o de las fuerzas armadas. En una conferencia en la que ayer participé, renombrados especialistas sostuvieron el criterio de que Obama y su administración “renunciaron a cambiar a Cuba”, para permitir a Cuba “cambiar por sí misma”. Obviamente se trata de un pensamiento excesivamente sofisticado e inalcanzable para Trump y su corte de aduladores. La estrategia de Obama para influir en la evolución cubana con las relaciones, el comercio, y los intercambios, era una apuesta que, según su juicio, podía tener éxito; mientras la línea de Trump es la del fracaso asegurado. No porque alguien lo diga, sino porque la historia lo demuestra. No aprender del pasado conduce a repetir, una y otra vez, los mismos errores. Hostilizar a Cuba porque sus militares participen en la construcción de hoteles e infraestructuras, o en la administración de algunos, es un pretexto para más bloqueo. La verdad es que siempre estuvieron allí. Allá nos vemos. |
30 de junio de 2017