"El problema en América Latina no son las derrotas electorales sino las culturales"
RT 24 de agosto de 2017
El experimentado periodista Aram Aharonian analiza, en entrevista exclusiva para RT, la situación actual de los gobiernos progresistas en la región latinoamericana
El periodista uruguayo Aram Aharonian, cuando fungía como director general de Telesur habla durante una entrevista en Caracas, el 12 de abril de 2005.
Jorge Silva / Reuters
Jorge Silva / Reuters
"Si alguna cosa es una frase, similar a la de 'la década ganada de la década perdida', diría que la anterior fue una década desesperada en muchos países latinoamericanos, porque en lugar de las nuevas sociedades, nos quedamos solo en una redistribución del bienestar".
La anterior es una de las argumentaciones que el periodista y académico uruguayo Aram Aharonian expone en su libro 'El progresismo en su laberinto', recientemente publicado en Argentina.
Se trata de un tema espinoso en la región, sobre todo por el retroceso que supuso para la izquierda la derrota electoral del 'kirchnerismo' en Argentina y los efectos del cuestionado 'impeachment' contra Dilma Rousseff en Brasil.
Pero el también fundador de Telesur sabe que está pisando terreno minado.
Entrevistado por RT, explica que su alusión al laberinto "es una provocación para seguir con el análisis de lo que sucedió en nuestros países en los últimos 15 años". Un período en el que "hubo muchos aciertos, muchas esperanzas, algunos errores".
No obstante, admite que el objetivo era "la construcción de nuevas sociedades, pero no se logró avanzar en eso".
Sistema republicano
Al referirse a los gobiernos que se asumen de izquierda en Latinoamérica, el autor apunta como un problema el que estos "no han sabido vender esperanza" y que cuando hacen promesas, en un marco electoral, "se quedan en exponer 'lo que les dimos en estos cinco, diez o quince años', y no hay mensajes de esperanza para construir un futuro mejor, sobre todo para las nuevas generaciones".
Pero "lo más grave", indica, "es un dilema sobre si nuestros países transitan hacia el fortalecimiento del sistema republicano, o si deben ayudar a que se derrumbe".
Y habla de un derrumbe porque, para él, en ese sistema se "oculta un poder fáctico que está mucho más allá del gobierno formal"; de allí que "la izquierda llega al gobierno y generalmente no consigue el poder".
Comunicación de izquierda
El exdirectivo de Telesur apunta como tarea pendiente la forma en que la izquierda asume los temas mediáticos.
"Comunicacionalmente somos muy reactivos y poco proactivos, nos cuesta mucho decir qué hacemos", y además "se entiende que debemos hacer una comunicación de 'plaza sitiada'. Es decir, nos atacan y nosotros debemos atacar y defendernos".
Ese tipo de actitud, agrega, consigue que "cualquier crítica que se nos haga, a los procesos progresistas, generalmente sea tomada como si viniera del enemigo".
Para Aram Aharonian, "en América Latina el problema no es una derrota electoral, sino las derrotas culturales". Y considera que eso lo entendió bien la derecha actual, a la que precisa como "muy diferente a la de los años 90".
Ahora, expresa, con el control que esa derecha tiene del "aparato comunicacional y mediático, con el bombardeo y el terrorismo mediático permanentes, pueden crearse imaginarios colectivos muy distantes de la realidad real, como ocurre en el caso de Venezuela ".
Batallas simbólicas
Consultado sobre la forma de enfrentar las operaciones mediáticas en la actualidad, Aram Aharonian señala que "antes las batallas eran con misiles, con ametralladoras, pero hoy son simbólicas, ideológicas y culturales. Para ello se necesita otro tipo de armas. Y muchas veces, la caja de herramientas con la que estamos trabajando está fuera de uso".
Es radical en sostener que "necesitamos estar al tanto de las nuevas formas de llegar a los imaginarios colectivos".
Venezuela en la mira
El autor de 'El progresismo en su laberinto' alerta que los ataques de los países gobernados por partidos de derecha se dirigen todos contra Venezuela por una sola razón: "No es un modelo fracasado. Se ha mantenido y ha sido la locomotora de la integración regional".
En verdad, dice, se trata de un objetivo simbólico, pues "atacar a Venezuela significa desmembrar la integración lograda en la última década, para imponer los intereses de las grandes corporaciones trasnacionales".
Si los adversarios del chavismo logran detener ese modelo político, obtendrían "un gran hándicap para imponer los modelos de expoliación que han impuesto en Brasil por vía del golpe de Estado, en Argentina por una ajustada elección y en otros países de la región", subraya.
Recientemente, recuerda, el periodista australiano John Pilger declaró que "si Venezuela cae, la humanidad cae".
"Es una frase preciosa. La pondría en mi escritorio", dice Aharoniam, y añade que para evitar un "antes y después de Venezuela, hay que crear una conciencia latinoamericana".
Explica que "si cae Venezuela, atrás caerán los demás, uno detrás del otro. Nos jugamos el futuro de la región y eso nos llevaría a ser, nuevamente, el patio trasero de EE.UU."
Para los poderes fácticos, continúa,"Venezuela sigue siendo el mal ejemplo que hay que extirpar, para demostrar que nunca más habrá una revolución que llene de emoción, que ponga a los ciudadanos en el centro de la política".
Celebra que luego de cuatro meses de violencia, "Venezuela siga resistiendo y demostrando que todo lo aprendido con Hugo Chávez sigue vigente en ese pueblo bravío".
Izquierda a lo interno
Por último, el autor uruguayo analiza la relación entre los gobiernos de izquierda en el continente. Consultado sobre las discrepancias que se manifiestan entre las autoridades de Ecuador y las de Caracas, advierte que "hay algo que se llama pragmatismo, algo que se llama chantaje y algo a lo que en el sur le decimos 'apriete'".
Con ello busca expresar que ciertos gobiernos, otrora aliados de Chávez y la revolución bolivariana, "están siendo presionados duramente por EE.UU. para lograr votos a favor de las sanciones contra Venezuela".
Por otra parte, asegura que "EE. UU. sigue persiguiendo la participación de gobiernos de la región en una fuerza militar, supuestamente de paz, para intervenir en Venezuela". Y aunque hasta el momento no ha podido lograrlo, "eso no quiere decir que renuncie a sus objetivos".
Como ejemplo de esas presiones menciona al gobierno uruguayo que, a pesar de asumirse de izquierda, "actuó contra Venezuela en Mercosur y a contramano de las decisiones de su partido político, el Frente Amplio".
En opinión del autor, "ha ido bajando la virulencia de los ataques contra Venezuela después de la elección Constituyente, y ahora se observa un clima más tranquilo dentro del país, lo que ha dejado sin argumentos a intelectuales de izquierda que hablan de cosas sin saber realmente qué es lo que pasa".
Ernesto J. Navarro
La anterior es una de las argumentaciones que el periodista y académico uruguayo Aram Aharonian expone en su libro 'El progresismo en su laberinto', recientemente publicado en Argentina.
Se trata de un tema espinoso en la región, sobre todo por el retroceso que supuso para la izquierda la derrota electoral del 'kirchnerismo' en Argentina y los efectos del cuestionado 'impeachment' contra Dilma Rousseff en Brasil.
Pero el también fundador de Telesur sabe que está pisando terreno minado.
Entrevistado por RT, explica que su alusión al laberinto "es una provocación para seguir con el análisis de lo que sucedió en nuestros países en los últimos 15 años". Un período en el que "hubo muchos aciertos, muchas esperanzas, algunos errores".
No obstante, admite que el objetivo era "la construcción de nuevas sociedades, pero no se logró avanzar en eso".
Sistema republicano
Al referirse a los gobiernos que se asumen de izquierda en Latinoamérica, el autor apunta como un problema el que estos "no han sabido vender esperanza" y que cuando hacen promesas, en un marco electoral, "se quedan en exponer 'lo que les dimos en estos cinco, diez o quince años', y no hay mensajes de esperanza para construir un futuro mejor, sobre todo para las nuevas generaciones".
Pero "lo más grave", indica, "es un dilema sobre si nuestros países transitan hacia el fortalecimiento del sistema republicano, o si deben ayudar a que se derrumbe".
Y habla de un derrumbe porque, para él, en ese sistema se "oculta un poder fáctico que está mucho más allá del gobierno formal"; de allí que "la izquierda llega al gobierno y generalmente no consigue el poder".
Comunicación de izquierda
El exdirectivo de Telesur apunta como tarea pendiente la forma en que la izquierda asume los temas mediáticos.
"Comunicacionalmente somos muy reactivos y poco proactivos, nos cuesta mucho decir qué hacemos", y además "se entiende que debemos hacer una comunicación de 'plaza sitiada'. Es decir, nos atacan y nosotros debemos atacar y defendernos".
Ese tipo de actitud, agrega, consigue que "cualquier crítica que se nos haga, a los procesos progresistas, generalmente sea tomada como si viniera del enemigo".
Para Aram Aharonian, "en América Latina el problema no es una derrota electoral, sino las derrotas culturales". Y considera que eso lo entendió bien la derecha actual, a la que precisa como "muy diferente a la de los años 90".
Ahora, expresa, con el control que esa derecha tiene del "aparato comunicacional y mediático, con el bombardeo y el terrorismo mediático permanentes, pueden crearse imaginarios colectivos muy distantes de la realidad real, como ocurre en el caso de Venezuela ".
Batallas simbólicas
Consultado sobre la forma de enfrentar las operaciones mediáticas en la actualidad, Aram Aharonian señala que "antes las batallas eran con misiles, con ametralladoras, pero hoy son simbólicas, ideológicas y culturales. Para ello se necesita otro tipo de armas. Y muchas veces, la caja de herramientas con la que estamos trabajando está fuera de uso".
Es radical en sostener que "necesitamos estar al tanto de las nuevas formas de llegar a los imaginarios colectivos".
Venezuela en la mira
El autor de 'El progresismo en su laberinto' alerta que los ataques de los países gobernados por partidos de derecha se dirigen todos contra Venezuela por una sola razón: "No es un modelo fracasado. Se ha mantenido y ha sido la locomotora de la integración regional".
En verdad, dice, se trata de un objetivo simbólico, pues "atacar a Venezuela significa desmembrar la integración lograda en la última década, para imponer los intereses de las grandes corporaciones trasnacionales".
Si los adversarios del chavismo logran detener ese modelo político, obtendrían "un gran hándicap para imponer los modelos de expoliación que han impuesto en Brasil por vía del golpe de Estado, en Argentina por una ajustada elección y en otros países de la región", subraya.
Recientemente, recuerda, el periodista australiano John Pilger declaró que "si Venezuela cae, la humanidad cae".
"Es una frase preciosa. La pondría en mi escritorio", dice Aharoniam, y añade que para evitar un "antes y después de Venezuela, hay que crear una conciencia latinoamericana".
Explica que "si cae Venezuela, atrás caerán los demás, uno detrás del otro. Nos jugamos el futuro de la región y eso nos llevaría a ser, nuevamente, el patio trasero de EE.UU."
Para los poderes fácticos, continúa,"Venezuela sigue siendo el mal ejemplo que hay que extirpar, para demostrar que nunca más habrá una revolución que llene de emoción, que ponga a los ciudadanos en el centro de la política".
Celebra que luego de cuatro meses de violencia, "Venezuela siga resistiendo y demostrando que todo lo aprendido con Hugo Chávez sigue vigente en ese pueblo bravío".
Izquierda a lo interno
Por último, el autor uruguayo analiza la relación entre los gobiernos de izquierda en el continente. Consultado sobre las discrepancias que se manifiestan entre las autoridades de Ecuador y las de Caracas, advierte que "hay algo que se llama pragmatismo, algo que se llama chantaje y algo a lo que en el sur le decimos 'apriete'".
Con ello busca expresar que ciertos gobiernos, otrora aliados de Chávez y la revolución bolivariana, "están siendo presionados duramente por EE.UU. para lograr votos a favor de las sanciones contra Venezuela".
Por otra parte, asegura que "EE. UU. sigue persiguiendo la participación de gobiernos de la región en una fuerza militar, supuestamente de paz, para intervenir en Venezuela". Y aunque hasta el momento no ha podido lograrlo, "eso no quiere decir que renuncie a sus objetivos".
Como ejemplo de esas presiones menciona al gobierno uruguayo que, a pesar de asumirse de izquierda, "actuó contra Venezuela en Mercosur y a contramano de las decisiones de su partido político, el Frente Amplio".
En opinión del autor, "ha ido bajando la virulencia de los ataques contra Venezuela después de la elección Constituyente, y ahora se observa un clima más tranquilo dentro del país, lo que ha dejado sin argumentos a intelectuales de izquierda que hablan de cosas sin saber realmente qué es lo que pasa".
Ernesto J. Navarro