17 de julio de 2023
En Vilnius la OTAN amenazó con la guerra fría y con una guerra hibrida global
No hay lugar para la diplomacia en la OTAN. El conflicto en Ucrania se ha reducido a una parodia, tipo hollywood, en la que los Estados Unidos cabalga al rescate de sus aliados europeos que se ven amenazados por la “crueldad rusa”. El comunicado final de la Cumbre de Vilnius suena como un plan de guerra global (sus redactores le dieron un toque dramático).
REVISTA DIGITAL “STRATEGIC CULTURE”
Las declaraciones de hostilidad de la OTAN hacia Rusia esta semana demuestran más allá de toda duda que la mentalidad de Guerra Fría entre los líderes occidentales está más arraigada que nunca.
Hay una extraña sensación de retroceder en el tiempo a un mundo cuando los estadounidenses se presentaban como los buenos de la película cuyo noble propósito era salvar al mundo de todo tipo de malos. Era un burdo y cursi cliché. Y, sin embargo, hoy el mundo está siendo engañado de nuevo, con la repetición de esa vieja película, que ahora podríamos llamarla: “Guerra fría, la secuela”.
La cumbre anual de la OTAN se reunió en Vilnius, la capital lituana, el 11 y 12 de julio, con la presencia del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y de los líderes de otras 30 naciones miembros de la OTAN, incluida la recién admitida Finlandia. También asistió Suecia, cuya membresía fue ratificada, por lo que probablemente se convertirá en el miembro número 32.
El comunicado final de la reunión suena como un plan de guerra global (sus redactores le dieron un toque dramático).
Por supuesto, entre otras diatribas, hubo una estridente denuncia de Rusia, acusándola de montar “una guerra de agresión no provocada contra Ucrania”. La retórica de la cumbre estuvo saturada de militarismo y amenazas. Según la OTAN el continente europeo se encontraría en un estado de guerra no visto desde la Segunda Guerra Mundial, y toda por culpa de la malvada Rusia
No hay lugar para la diplomacia en la OTAN. El conflicto en Ucrania se ha reducido a una parodia, tipo hollywood, del “bien contra el mal” en la que los Estados Unidos cabalga al rescate de sus aliados europeos que se ven amenazados por la “crueldad rusa” y unos supuestos planes de invasión. Esta intensa campaña de propaganda no es más que la repetición del infame mito creado para satanizar a la Unión Soviética.
Antes de la cumbre los medios de comunicación occidentales crearon convenientemente la atmósfera necesaria para alimentar la histeria europea; describieron cómo Biden y los líderes de la OTAN se reunían con medidas de alta seguridad para prevenir un “posible ataque militar ruso con armas químicas y radiológicas”.
A la conferencia asistió el presidente ucraniano, Vladimir Zelensky, vestido con su característico uniforme militar y repitiendo su insistente libreto: “necesitamos más armas”. Sus llamamientos tuvieron como respuesta la promesa de mantener el flujo de armas letales a pesar de la horrenda matanza que ha soportado ese país durante los últimos 17 meses.
El lloriqueo de Zelensky exigiendo más ayuda militar y acceso a la membresía de la OTAN sirvió para poner en evidencia las divisiones y la fragilidad que afecta a la Alianza Atlántica, que habitualmente esconden tras una miríada de palabras altisonantes y mucha fanfarronería.
El presidente Biden y otros líderes descartaron la membresía de Ucrania y solo expresaron vagos e indeterminados compromisos. EEUU y la OTAN saben perfectamente que incorporar al régimen de Kiev a la alianza en este momento podría desencadenar la Tercera Guerra Mundial con una Rusia que posee armas nucleares de última generación.
Las exageradas súplicas de Zelensky fueron desechadas abiertamente por los estadounidenses y los británicos. Además ambas potencias se mostraron molestas por las destempladas declaraciones del ex comediante convertido en presidente de Ucrania.
Independientemente de las payasadas, está muy claro que Estados Unidos ha logrado atrincherarse en la narrativa de una Segunda Guerra Fría, en la que Europa está totalmente subordinada a las ambiciones geopolíticas de Washington. Aunque es posible que Washington quiera evitar una conflagración total con Rusia, pero sus halcones quieren mantener un enfrentamiento bélico convencional con Rusia en un lugar que no sea territorio estadounidense. Esto no sólo es un acto imprudente, es jugar en la cuerda floja.
La declaración de la OTAN de esta semana también ilustró que la Organización belicista se ha arrogado un papel de ejecutor global de la estrategia militar de EEUU. La cínica retórica sobre la defensa de la democracia y el orden basado en reglas estuvo dirigida a China e Irán, además de a Rusia.
A partir de la reunión de Vilnius casi todos los rincones del globo están designados como regiones que pueden requerir “misiones de seguridad” por parte de la OTAN, lo que significa, dar un certificado de seguridad para la hegemonía estadounidense.
No es extraño que la OTAN se haya designada a sí misma como el ejecutor militar global de los intereses estadounidenses, cuya demanda de dominación es resistida en la mayoría del mundo. El comunicado emitido en Vilnius se puede leer como una declaración de guerra, aunque empapado de una retórica orwelliana sobre la defensa de la democracia, la paz, y el estado de derecho. De esta manera las potencias occidentales, que han invadido, colonizado e iniciado guerras y golpes de estado, se vuelven a burlar del mundo con el subterfugio “de la democracia y el derecho internacional”.
Tanto Rusia como China deploraron el regreso de la mentalidad de la Guerra Fría. Moscú y Beijing creen que esta división de las relaciones internacionales es anacrónica y negativa. La guerra fría siempre ha sido un anatema para el desarrollo de un mundo multipolar, un mundo que no esté dominado por una supuesta híper potencia.
El difunto diplomático y estratega estadounidense George Kennan advirtió en 1997 que la expansión de la OTAN conduciría al “regreso de la Guerra Fría”. Kennan, quien formuló la política exterior de EEUU hacia la Unión Soviética y la República Popular China, a principios de la Guerra Fría, tuvo suficiente integridad intelectual para darse cuenta que la expansión de la OTAN (“después de la disolución de la Unión Soviética en 1991) era una abierta provocación contra la nación euroasiática. Si estuviera vivo hoy, Kennan corroboraría los argumentos de Rusia y vería con preocupación como Ucrania se ha convertido en una punta de lanza contra Moscú.
Sin embargo, la verdad es que la Guerra Fría no ha “regresado” a través de las agresivas políticas estadounidenses sino que la Guerra Fría nunca terminó realmente.
Es cierto que, por un tiempo, la hostilidad militar e ideológica parece haber disminuido. Esto se debió, en parte, a que Rusia fue vista durante la década de 1990 – con Gorbachov y Boris Yeltsin – como una superpotencia derrotada y débil, donde el capital estadounidense podía saquear y explotar a voluntad.
Desde que Rusia recuperó su independencia y poder militar, especialmente al frustrar la guerra de agresión de Estados Unidos en Siria en 2015, Moscú fue puesto directamente en la mira de Washington.
También China, Irán y otros países son ahora considerados “enemigos” por Estados Unidos, lo que significa que son un estorbo para el afán de dominación universal de esta potencia en declive. La subordinación ha sido la política permanente del capitalismo occidental. No puede haber mutualismo, cooperación o paridad bajo este sistema basado en el monopolio.
La guerra en Ucrania es, por lo tanto, la culminación, no un regreso, de la hostilidad de la Guerra Fría contra la Unión Soviética, una hostilidad que estuvo temporalmente latente, disfrazada por un falso discurso de “asociaciones”.
Pero se necesita profundizar en el problema sistémico si queremos encontrar la “razón” de este grave enfrentamiento. Los orígenes de la Guerra Fría, o lo que hoy podría llamarse “la guerra híbrida” se remontan a acciones ocultas de los servicios de inteligencia estadounidenses durante y después de la Segunda Guerra Mundial.
Cuando se formó la alianza de la OTAN en 1949, EEUU se nombró asimismo como defensor de Europa ante la “agresión soviética”. Por supuesto, se trataba de tener un pretexto para controlar a la “vieja Europa”. Todo el proceso fue realizado con una cuidada escenificación .
La misma engreídla pretensión se nos vende hoy con respecto a Ucrania y al resto de Europa. “Estás atrapado con nosotros”, bromeó Biden con Zelensky durante la cumbre de la OTAN, en un falso intento de sonar magnánimo.
El fin de la Segunda Guerra Mundial no solo significó la derrota de la Alemania nazi y del fascismo europeo, también fue una derrota trascendental debido al valor y al sacrificio del pueblo soviético. Sin embargo, el final de esa guerra Estados Unidos empezó inmediatamente a sembrar las semillas de una nueva guerra contra la Unión Soviética. Esa fase del conflicto se denominó Guerra Fría y se vendió como una causa para defender la democracia y el «mundo libre».
La realidad fue que los estadounidenses y sus aliados británicos reclutaron los remanentes militares y de inteligencia de la Alemania nazi y del fascismo europeo para emprender una nueva etapa de hostilidades contra los soviéticos bajo el disfraz hipócrita de la «agresión comunista». Esos remanentes fascistas europeos fueron la base original de la actual OTAN.
La historia ha documentado que la Alemania nazi y el fascismo europeo fueron financiados por el capital estadounidense y británico, el objetivo de esos capitalistas, durante la década de 1930, era transformar a Alemania en un estado poderosamente armado contra la Unión Soviética.
Este eran sus planes antes que comenzara la Segunda Guerra Mundial en 1939. Entonces, cuando la dictadura de Hitler fue derrotada en 1945, ese evento no fue el final de una larga guerra no declarada cuyo propósito era “asegurar» los intereses imperialistas estadounidenses. Esto explica por qué la llamada Guerra Fría, hoy llamada “guerra híbrida” se inició de inmediato en 1945.
A cualquiera le parecerá extraño que poco tiempo después del horror de la Segunda Guerra Mundial (con 70 a 90 millones de muertos) el mundo se vuelva a enfrentar en un escenario que conlleva el peligro de una destrucción nuclear mutua asegurada.
Por lo tanto, cuando la Unión Soviética se disolvió en 1991 (por lideres imprudentes como Mikhail Gorbachev y Boris Yeltsin), la larga guerra de Occidente por su dominación total no se detuvo. La inexorable y engañosa expansión de la OTAN es prueba de ello.
Por esto, hoy, el mundo no está viendo el “regreso” de la Guerra Fría, sino la continuación intensificada de una guerra fría o hibrida orquestada por las potencias capitalistas lideradas por Estados Unidos..
Pero, Rusia, China, Irán y otros países no están dispuestos a rendirse y es por eso que Estados Unidos y el Occidente Colectivo están cada vez más cerca del camino de una guerra que impida su declive.
La paz mundial nunca será posible mientras EEUU y sus perritos falderos disfruten con impunidad de librar guerras y matanzas masivas en todas partes del planeta. La paz siempre será un producto ilusorio mientras las potencias criminales de occidente no rindan cuentas y se les permita persistir en sus depredaciones bajo la grotesca máscara de “defensores de la democracia y la paz”.
Las potencias occidentales, sus máquinas de guerra capitalistas e imperialistas son la fuente de todas las guerras de los últimos siglos. La Alemania nazi no fue más que una marca de un conjunto más grande de herramientas políticas cuya expresión moderna y mejorada es la OTAN.
La Guerra Fría es solo una iteración de una larga guerra por la dominación global. No se ha detenido ni por un momento y continuara mientras prosiga el sistema imperialista occidental.
Con suerte, la paz mundial prevalecerá cuando el sistema de guerra occidental sea aplastado. Ese resultado implicará inevitablemente una transformación radical en el actual orden político y económico, particularmente entre los estados occidentales cuya bancarrota se ha retrasado demasiado.
Hay una extraña sensación de retroceder en el tiempo a un mundo cuando los estadounidenses se presentaban como los buenos de la película cuyo noble propósito era salvar al mundo de todo tipo de malos. Era un burdo y cursi cliché. Y, sin embargo, hoy el mundo está siendo engañado de nuevo, con la repetición de esa vieja película, que ahora podríamos llamarla: “Guerra fría, la secuela”.
La cumbre anual de la OTAN se reunió en Vilnius, la capital lituana, el 11 y 12 de julio, con la presencia del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y de los líderes de otras 30 naciones miembros de la OTAN, incluida la recién admitida Finlandia. También asistió Suecia, cuya membresía fue ratificada, por lo que probablemente se convertirá en el miembro número 32.
El comunicado final de la reunión suena como un plan de guerra global (sus redactores le dieron un toque dramático).
Por supuesto, entre otras diatribas, hubo una estridente denuncia de Rusia, acusándola de montar “una guerra de agresión no provocada contra Ucrania”. La retórica de la cumbre estuvo saturada de militarismo y amenazas. Según la OTAN el continente europeo se encontraría en un estado de guerra no visto desde la Segunda Guerra Mundial, y toda por culpa de la malvada Rusia
No hay lugar para la diplomacia en la OTAN. El conflicto en Ucrania se ha reducido a una parodia, tipo hollywood, del “bien contra el mal” en la que los Estados Unidos cabalga al rescate de sus aliados europeos que se ven amenazados por la “crueldad rusa” y unos supuestos planes de invasión. Esta intensa campaña de propaganda no es más que la repetición del infame mito creado para satanizar a la Unión Soviética.
Antes de la cumbre los medios de comunicación occidentales crearon convenientemente la atmósfera necesaria para alimentar la histeria europea; describieron cómo Biden y los líderes de la OTAN se reunían con medidas de alta seguridad para prevenir un “posible ataque militar ruso con armas químicas y radiológicas”.
A la conferencia asistió el presidente ucraniano, Vladimir Zelensky, vestido con su característico uniforme militar y repitiendo su insistente libreto: “necesitamos más armas”. Sus llamamientos tuvieron como respuesta la promesa de mantener el flujo de armas letales a pesar de la horrenda matanza que ha soportado ese país durante los últimos 17 meses.
El lloriqueo de Zelensky exigiendo más ayuda militar y acceso a la membresía de la OTAN sirvió para poner en evidencia las divisiones y la fragilidad que afecta a la Alianza Atlántica, que habitualmente esconden tras una miríada de palabras altisonantes y mucha fanfarronería.
El presidente Biden y otros líderes descartaron la membresía de Ucrania y solo expresaron vagos e indeterminados compromisos. EEUU y la OTAN saben perfectamente que incorporar al régimen de Kiev a la alianza en este momento podría desencadenar la Tercera Guerra Mundial con una Rusia que posee armas nucleares de última generación.
Las exageradas súplicas de Zelensky fueron desechadas abiertamente por los estadounidenses y los británicos. Además ambas potencias se mostraron molestas por las destempladas declaraciones del ex comediante convertido en presidente de Ucrania.
Independientemente de las payasadas, está muy claro que Estados Unidos ha logrado atrincherarse en la narrativa de una Segunda Guerra Fría, en la que Europa está totalmente subordinada a las ambiciones geopolíticas de Washington. Aunque es posible que Washington quiera evitar una conflagración total con Rusia, pero sus halcones quieren mantener un enfrentamiento bélico convencional con Rusia en un lugar que no sea territorio estadounidense. Esto no sólo es un acto imprudente, es jugar en la cuerda floja.
La declaración de la OTAN de esta semana también ilustró que la Organización belicista se ha arrogado un papel de ejecutor global de la estrategia militar de EEUU. La cínica retórica sobre la defensa de la democracia y el orden basado en reglas estuvo dirigida a China e Irán, además de a Rusia.
A partir de la reunión de Vilnius casi todos los rincones del globo están designados como regiones que pueden requerir “misiones de seguridad” por parte de la OTAN, lo que significa, dar un certificado de seguridad para la hegemonía estadounidense.
No es extraño que la OTAN se haya designada a sí misma como el ejecutor militar global de los intereses estadounidenses, cuya demanda de dominación es resistida en la mayoría del mundo. El comunicado emitido en Vilnius se puede leer como una declaración de guerra, aunque empapado de una retórica orwelliana sobre la defensa de la democracia, la paz, y el estado de derecho. De esta manera las potencias occidentales, que han invadido, colonizado e iniciado guerras y golpes de estado, se vuelven a burlar del mundo con el subterfugio “de la democracia y el derecho internacional”.
Tanto Rusia como China deploraron el regreso de la mentalidad de la Guerra Fría. Moscú y Beijing creen que esta división de las relaciones internacionales es anacrónica y negativa. La guerra fría siempre ha sido un anatema para el desarrollo de un mundo multipolar, un mundo que no esté dominado por una supuesta híper potencia.
El difunto diplomático y estratega estadounidense George Kennan advirtió en 1997 que la expansión de la OTAN conduciría al “regreso de la Guerra Fría”. Kennan, quien formuló la política exterior de EEUU hacia la Unión Soviética y la República Popular China, a principios de la Guerra Fría, tuvo suficiente integridad intelectual para darse cuenta que la expansión de la OTAN (“después de la disolución de la Unión Soviética en 1991) era una abierta provocación contra la nación euroasiática. Si estuviera vivo hoy, Kennan corroboraría los argumentos de Rusia y vería con preocupación como Ucrania se ha convertido en una punta de lanza contra Moscú.
Sin embargo, la verdad es que la Guerra Fría no ha “regresado” a través de las agresivas políticas estadounidenses sino que la Guerra Fría nunca terminó realmente.
Es cierto que, por un tiempo, la hostilidad militar e ideológica parece haber disminuido. Esto se debió, en parte, a que Rusia fue vista durante la década de 1990 – con Gorbachov y Boris Yeltsin – como una superpotencia derrotada y débil, donde el capital estadounidense podía saquear y explotar a voluntad.
Desde que Rusia recuperó su independencia y poder militar, especialmente al frustrar la guerra de agresión de Estados Unidos en Siria en 2015, Moscú fue puesto directamente en la mira de Washington.
También China, Irán y otros países son ahora considerados “enemigos” por Estados Unidos, lo que significa que son un estorbo para el afán de dominación universal de esta potencia en declive. La subordinación ha sido la política permanente del capitalismo occidental. No puede haber mutualismo, cooperación o paridad bajo este sistema basado en el monopolio.
La guerra en Ucrania es, por lo tanto, la culminación, no un regreso, de la hostilidad de la Guerra Fría contra la Unión Soviética, una hostilidad que estuvo temporalmente latente, disfrazada por un falso discurso de “asociaciones”.
Pero se necesita profundizar en el problema sistémico si queremos encontrar la “razón” de este grave enfrentamiento. Los orígenes de la Guerra Fría, o lo que hoy podría llamarse “la guerra híbrida” se remontan a acciones ocultas de los servicios de inteligencia estadounidenses durante y después de la Segunda Guerra Mundial.
Cuando se formó la alianza de la OTAN en 1949, EEUU se nombró asimismo como defensor de Europa ante la “agresión soviética”. Por supuesto, se trataba de tener un pretexto para controlar a la “vieja Europa”. Todo el proceso fue realizado con una cuidada escenificación .
La misma engreídla pretensión se nos vende hoy con respecto a Ucrania y al resto de Europa. “Estás atrapado con nosotros”, bromeó Biden con Zelensky durante la cumbre de la OTAN, en un falso intento de sonar magnánimo.
El fin de la Segunda Guerra Mundial no solo significó la derrota de la Alemania nazi y del fascismo europeo, también fue una derrota trascendental debido al valor y al sacrificio del pueblo soviético. Sin embargo, el final de esa guerra Estados Unidos empezó inmediatamente a sembrar las semillas de una nueva guerra contra la Unión Soviética. Esa fase del conflicto se denominó Guerra Fría y se vendió como una causa para defender la democracia y el «mundo libre».
La realidad fue que los estadounidenses y sus aliados británicos reclutaron los remanentes militares y de inteligencia de la Alemania nazi y del fascismo europeo para emprender una nueva etapa de hostilidades contra los soviéticos bajo el disfraz hipócrita de la «agresión comunista». Esos remanentes fascistas europeos fueron la base original de la actual OTAN.
La historia ha documentado que la Alemania nazi y el fascismo europeo fueron financiados por el capital estadounidense y británico, el objetivo de esos capitalistas, durante la década de 1930, era transformar a Alemania en un estado poderosamente armado contra la Unión Soviética.
Este eran sus planes antes que comenzara la Segunda Guerra Mundial en 1939. Entonces, cuando la dictadura de Hitler fue derrotada en 1945, ese evento no fue el final de una larga guerra no declarada cuyo propósito era “asegurar» los intereses imperialistas estadounidenses. Esto explica por qué la llamada Guerra Fría, hoy llamada “guerra híbrida” se inició de inmediato en 1945.
A cualquiera le parecerá extraño que poco tiempo después del horror de la Segunda Guerra Mundial (con 70 a 90 millones de muertos) el mundo se vuelva a enfrentar en un escenario que conlleva el peligro de una destrucción nuclear mutua asegurada.
Por lo tanto, cuando la Unión Soviética se disolvió en 1991 (por lideres imprudentes como Mikhail Gorbachev y Boris Yeltsin), la larga guerra de Occidente por su dominación total no se detuvo. La inexorable y engañosa expansión de la OTAN es prueba de ello.
Por esto, hoy, el mundo no está viendo el “regreso” de la Guerra Fría, sino la continuación intensificada de una guerra fría o hibrida orquestada por las potencias capitalistas lideradas por Estados Unidos..
Pero, Rusia, China, Irán y otros países no están dispuestos a rendirse y es por eso que Estados Unidos y el Occidente Colectivo están cada vez más cerca del camino de una guerra que impida su declive.
La paz mundial nunca será posible mientras EEUU y sus perritos falderos disfruten con impunidad de librar guerras y matanzas masivas en todas partes del planeta. La paz siempre será un producto ilusorio mientras las potencias criminales de occidente no rindan cuentas y se les permita persistir en sus depredaciones bajo la grotesca máscara de “defensores de la democracia y la paz”.
Las potencias occidentales, sus máquinas de guerra capitalistas e imperialistas son la fuente de todas las guerras de los últimos siglos. La Alemania nazi no fue más que una marca de un conjunto más grande de herramientas políticas cuya expresión moderna y mejorada es la OTAN.
La Guerra Fría es solo una iteración de una larga guerra por la dominación global. No se ha detenido ni por un momento y continuara mientras prosiga el sistema imperialista occidental.
Con suerte, la paz mundial prevalecerá cuando el sistema de guerra occidental sea aplastado. Ese resultado implicará inevitablemente una transformación radical en el actual orden político y económico, particularmente entre los estados occidentales cuya bancarrota se ha retrasado demasiado.
Cumbre de la OTAN: ¿por qué va a perder Zelenski?
Estamos acostumbrados a considerar el ingreso de Ucrania en la OTAN únicamente desde dos perspectivas: desde la de los países occidentales, como una forma de “impedir la expansión de Rusia hacia Occidente”, y desde la perspectiva de Rusia, como el acercamiento de la amenaza militar de Occidente, con la pérdida de un cordón sanitario. Pero hay otro aspecto muy serio, antes que nada, relacionado con las consecuencias que conlleva para Occidente.
El hecho es que el ingreso de Ucrania en la OTAN llevará a un cambio estratégico en el balance de las fuerzas dentro de la Alianza.
Según el artículo 5 del estatuto de la OTAN, si Ucrania ingresa ya no será ella, sino toda la Alianza, la que se verá obligada a luchar contra Rusia. Entonces dependerá de Ucrania si empuja la OTAN a librar una guerra contra Rusia o no.
Todas las esperanzas de que Occidente pueda controlar a Ucrania y mantenerla atada son ilusorias. La entrada en la OTAN le daría a Ucrania un espacio de maniobra tan grande que Occidente se convertirá en rehén de Kiev antes de que llegue a darse cuenta. La cola meneará al perro tan descaradamente como solo Ucrania puede hacerlo hoy en día. El comportamiento de los ucranianos en Europa ya lo ha demostrado: pasan rápidamente de suplicantes a señores. En cuanto le den un dedo a Ucrania, se tomará todo el brazo y rápidamente agarrará a Occidente por el cuello.
La ironía es que hay muchas divergencias dentro de la propia OTAN. El Reino Unido, que apoya a Kiev casi con más firmeza que Estados Unidos, ya organiza las provocaciones ucranianas contra Rusia. Y a la OTAN le tocará decidir sobre la participación directa en la guerra de Ucrania. Con la admisión de ese país en la OTAN, Estados Unidos caerá en una trampa de la que no podrá escapar. El Reino Unido, Polonia, Turquía y Ucrania le ganarán la partida a Estados Unidos y Alemania tan rápida y descaradamente que la Casa Blanca perderá el control de la situación antes de poder evitarlo.
No es casualidad que en la cumbre sobre el ingreso de Ucrania en la OTAN, Estados Unidos y Alemania estuvieran entre los que se oponían a esta idea. Sienten de dónde viene la amenaza, mientras que todos los satélites británicos están a favor. Ucrania en la OTAN es el caballo de Troya del Reino Unido, quien chantajeará a Estados Unidos y a la UE con la amenaza de guerra con Rusia y exigirá constantes concesiones. El pago será tan grande que costará más que la propia Ucrania. Pero ya no se tratará de la existencia de Ucrania, sino de la de Occidente. Por lo tanto, esto va a salir muy caro.
Sería una venganza británica, una operación brillante que crearía enormes oportunidades para Londres durante décadas. Polonia y Turquía volverían a ser imperios, pero ahora bajo el amparo del Reino Unido.
Podría parecer extraño, pero Estados Unidos no consigue establecer un control absoluto sobre las élites ucranianas, ya que trabajan para el MI6, el BND y el Mossad. Las provocaciones contra Rusia no solo son posibles, sino que están garantizadas. Es muy importante para Ucrania y el Reino Unido que Estados Unidos, Alemania y Francia empiecen a luchar contra Rusia. Los británicos no tendrán otra oportunidad semejante de desquitarse por la vergüenza de la Segunda Guerra Mundial.
Por eso Estados Unidos no permitirá que Ucrania entre en la OTAN.
El sueño de Kiev de obligar a la OTAN a luchar contra Rusia por los objetivos ucranianos no se hará realidad. Al siervo no se le permitirá igualarse a los dueños y sentarse a la mesa con ellos. Su lugar está en el recibidor. Zelenski perderá esta batalla, y sin victoria, no habrá contraofensiva que lo salve. Solo pospondrán el desastre, apretando aún más la soga en su cuello.
Fuente
El Zoom
Estamos acostumbrados a considerar el ingreso de Ucrania en la OTAN únicamente desde dos perspectivas: desde la de los países occidentales, como una forma de “impedir la expansión de Rusia hacia Occidente”, y desde la perspectiva de Rusia, como el acercamiento de la amenaza militar de Occidente, con la pérdida de un cordón sanitario. Pero hay otro aspecto muy serio, antes que nada, relacionado con las consecuencias que conlleva para Occidente.
El hecho es que el ingreso de Ucrania en la OTAN llevará a un cambio estratégico en el balance de las fuerzas dentro de la Alianza.
Según el artículo 5 del estatuto de la OTAN, si Ucrania ingresa ya no será ella, sino toda la Alianza, la que se verá obligada a luchar contra Rusia. Entonces dependerá de Ucrania si empuja la OTAN a librar una guerra contra Rusia o no.
Todas las esperanzas de que Occidente pueda controlar a Ucrania y mantenerla atada son ilusorias. La entrada en la OTAN le daría a Ucrania un espacio de maniobra tan grande que Occidente se convertirá en rehén de Kiev antes de que llegue a darse cuenta. La cola meneará al perro tan descaradamente como solo Ucrania puede hacerlo hoy en día. El comportamiento de los ucranianos en Europa ya lo ha demostrado: pasan rápidamente de suplicantes a señores. En cuanto le den un dedo a Ucrania, se tomará todo el brazo y rápidamente agarrará a Occidente por el cuello.
La ironía es que hay muchas divergencias dentro de la propia OTAN. El Reino Unido, que apoya a Kiev casi con más firmeza que Estados Unidos, ya organiza las provocaciones ucranianas contra Rusia. Y a la OTAN le tocará decidir sobre la participación directa en la guerra de Ucrania. Con la admisión de ese país en la OTAN, Estados Unidos caerá en una trampa de la que no podrá escapar. El Reino Unido, Polonia, Turquía y Ucrania le ganarán la partida a Estados Unidos y Alemania tan rápida y descaradamente que la Casa Blanca perderá el control de la situación antes de poder evitarlo.
No es casualidad que en la cumbre sobre el ingreso de Ucrania en la OTAN, Estados Unidos y Alemania estuvieran entre los que se oponían a esta idea. Sienten de dónde viene la amenaza, mientras que todos los satélites británicos están a favor. Ucrania en la OTAN es el caballo de Troya del Reino Unido, quien chantajeará a Estados Unidos y a la UE con la amenaza de guerra con Rusia y exigirá constantes concesiones. El pago será tan grande que costará más que la propia Ucrania. Pero ya no se tratará de la existencia de Ucrania, sino de la de Occidente. Por lo tanto, esto va a salir muy caro.
Sería una venganza británica, una operación brillante que crearía enormes oportunidades para Londres durante décadas. Polonia y Turquía volverían a ser imperios, pero ahora bajo el amparo del Reino Unido.
Podría parecer extraño, pero Estados Unidos no consigue establecer un control absoluto sobre las élites ucranianas, ya que trabajan para el MI6, el BND y el Mossad. Las provocaciones contra Rusia no solo son posibles, sino que están garantizadas. Es muy importante para Ucrania y el Reino Unido que Estados Unidos, Alemania y Francia empiecen a luchar contra Rusia. Los británicos no tendrán otra oportunidad semejante de desquitarse por la vergüenza de la Segunda Guerra Mundial.
Por eso Estados Unidos no permitirá que Ucrania entre en la OTAN.
El sueño de Kiev de obligar a la OTAN a luchar contra Rusia por los objetivos ucranianos no se hará realidad. Al siervo no se le permitirá igualarse a los dueños y sentarse a la mesa con ellos. Su lugar está en el recibidor. Zelenski perderá esta batalla, y sin victoria, no habrá contraofensiva que lo salve. Solo pospondrán el desastre, apretando aún más la soga en su cuello.
Fuente
El Zoom
18 de julio de 2023
La franqueza despiadada que de vez en cuando aparece en los medios de comunicación de masas estadounidenses ya no choca ni sorprende. ¿Quizá porque tanto los políticos y expertos como los pueblos occidentales están cansados de fingir y ya no les importa mucho aceptar la verdad? Sea cual sea.
Por ejemplo, en este reciente artículo en ‘The New York Times’ los autores dicen literalmente: 1. La OTAN desde el principio se había concebido por EE. UU. como un instrumento barato de influencia y control sobre Europa y sigue siéndolo hoy. 2. Los europeos son incapaces de organizarse para garantizar su propia seguridad, mientras la condición de ser miembro de la Alianza solo refuerza esta incapacidad. 3. Evidentemente la guerra en Ucrania ha enriquecido enormemente a Estados Unidos y no ha hecho más que fortalecer su posición en el Viejo Continente.
Aquí abajo les ofrecemos un extracto de la publicación. Juzguen ustedes mismos.
"Cualquiera que sea el nivel de gastos, resulta sorprendente la poca capacidad militar que obtienen los europeos a cambio de los recursos implicados. La falta de coordinación, así como la racanería limitan la capacidad europea de garantizar su propia seguridad. Al prohibir la duplicación de las capacidades existentes y obligar a los aliados a aceptar funciones específicas, la OTAN ha obstaculizado la aparición de una fuerza europea semiautónoma capaz de actuar de forma independiente. En cuanto a las adquisiciones relacionadas con la defensa, las normas comunes de interoperabilidad junto al enorme tamaño del complejo militar-industrial estadounidense y las barreras burocráticas de Bruselas favorecen a las empresas de EE. UU. en detrimento de sus competidores europeos. Paradójicamente, la Alianza parece haber socavado la capacidad de defensa de los aliados.
Pero la paradoja es solo superficial. En realidad, la OTAN opera exactamente según como fue diseñada por los planificadores estadounidenses de la posguerra, llevando a Europa a una dependencia del poder de EE. UU. que reduce su margen de maniobras. Lejos de ser un costoso programa de caridad, la OTAN garantiza la influencia estadounidense en Europa a bajo coste. Las contribuciones de Estados Unidos a la OTAN y a otros programas de ayuda a la seguridad en el Viejo Continente representan una pequeña parte del presupuesto anual del Pentágono: menos del 6 % según una estimación reciente. Y la guerra no ha hecho más que fortalecer la posición de Estados Unidos. Antes de la invasión rusa a Ucrania, aproximadamente la mitad del gasto militar europeo tenía como destino a fabricantes estadounidenses. La creciente demanda ha profundizado esta tendencia, ya que los compradores se apresuran a adquirir tanques, aviones de combate y otros sistemas metiéndose de esa forma en costosos contratos a largo plazo. Puede que Europa esté militarizándose nuevamente, sin embargo, es Estados Unidos quien está recogiendo los frutos".
El Zoom
Por ejemplo, en este reciente artículo en ‘The New York Times’ los autores dicen literalmente: 1. La OTAN desde el principio se había concebido por EE. UU. como un instrumento barato de influencia y control sobre Europa y sigue siéndolo hoy. 2. Los europeos son incapaces de organizarse para garantizar su propia seguridad, mientras la condición de ser miembro de la Alianza solo refuerza esta incapacidad. 3. Evidentemente la guerra en Ucrania ha enriquecido enormemente a Estados Unidos y no ha hecho más que fortalecer su posición en el Viejo Continente.
Aquí abajo les ofrecemos un extracto de la publicación. Juzguen ustedes mismos.
"Cualquiera que sea el nivel de gastos, resulta sorprendente la poca capacidad militar que obtienen los europeos a cambio de los recursos implicados. La falta de coordinación, así como la racanería limitan la capacidad europea de garantizar su propia seguridad. Al prohibir la duplicación de las capacidades existentes y obligar a los aliados a aceptar funciones específicas, la OTAN ha obstaculizado la aparición de una fuerza europea semiautónoma capaz de actuar de forma independiente. En cuanto a las adquisiciones relacionadas con la defensa, las normas comunes de interoperabilidad junto al enorme tamaño del complejo militar-industrial estadounidense y las barreras burocráticas de Bruselas favorecen a las empresas de EE. UU. en detrimento de sus competidores europeos. Paradójicamente, la Alianza parece haber socavado la capacidad de defensa de los aliados.
Pero la paradoja es solo superficial. En realidad, la OTAN opera exactamente según como fue diseñada por los planificadores estadounidenses de la posguerra, llevando a Europa a una dependencia del poder de EE. UU. que reduce su margen de maniobras. Lejos de ser un costoso programa de caridad, la OTAN garantiza la influencia estadounidense en Europa a bajo coste. Las contribuciones de Estados Unidos a la OTAN y a otros programas de ayuda a la seguridad en el Viejo Continente representan una pequeña parte del presupuesto anual del Pentágono: menos del 6 % según una estimación reciente. Y la guerra no ha hecho más que fortalecer la posición de Estados Unidos. Antes de la invasión rusa a Ucrania, aproximadamente la mitad del gasto militar europeo tenía como destino a fabricantes estadounidenses. La creciente demanda ha profundizado esta tendencia, ya que los compradores se apresuran a adquirir tanques, aviones de combate y otros sistemas metiéndose de esa forma en costosos contratos a largo plazo. Puede que Europa esté militarizándose nuevamente, sin embargo, es Estados Unidos quien está recogiendo los frutos".
El Zoom
21 de julio de 2023
31 de julio de 2023
El NYT admite que la OTAN no se creó para defender Europa sino para someterla
The New York Times reconoció lo que los medios rusos han publicado miles de veces y por lo que los han tachado de "propagandistas" todas y cada una de estas ocasiones. En un artículo suyo, admitió que la Casa Blanca concibió la Alianza del Atlántico Norte como instrumento de control sobre Europa: "La OTAN, desde sus orígenes, jamás se preocupó primariamente de agregar poder militar […]. No podía contarse con esta organización para repeler una invasión soviética […]. Más bien se estableció para atar Europa Occidental a un proyecto mucho más vasto de un orden mundial liderado por EE.UU., en el que la protección estadounidense servía para obtener concesiones en otros asuntos, como el comercio y la política monetaria, lo cual fue sumamente exitoso".
El medio estadounidense añade que la Alianza del Atlántico Norte sigue cumpliendo este mismo propósito a día de hoy: "La OTAN está trabajando exactamente como fue diseñada por los planificadores estadounidenses en la posguerra: arrastrar a Europa a una dependencia del poder estadounidense que reduzca su margen de maniobra. La OTAN asegura la influencia estadounidense en Europa a bajo precio".
El periódico neoyorquino habló en estos términos despectivos de los europeos: "Cuando las poblaciones europeas probaron ser demasiado obstinadas, o indeseablemente eran influenciadas por sentimientos nacionalistas y socialistas, la integración atlántica procedió igualmente. República Checa fue un caso revelador que votó 'no' a un referéndum para unirse a la Alianza en 1997. El secretario general y altos funcionarios de la OTAN se encargaron de que el gobierno de Praga prescindiera. El país se unió dos años después".
El rotativo estadounidense también confesó que la OTAN impide que Europa pueda organizar su propia seguridad y ser militarmente independiente: "Al prohibir la duplicación de las capacidades existentes y presionar a los aliados para que acepten funciones especializadas, la OTAN ha impedido el surgimiento de cualquier fuerza europea semiautónoma capaz de actuar de forma independiente […]. La Alianza, paradójicamente, parece haber debilitado la habilidad de sus aliados para defenderse".
El NYT agregó que la OTAN ha enriquecido a las empresas estadounidenses y empobrecido a las europeas: "En cuanto a las adquisiciones de Defensa, los estándares comunes de interoperabilidad, junto con el gran tamaño del sector militar-industrial de EE.UU. y los impedimentos burocráticos de Bruselas, favorecen a las empresas estadounidenses a expensas de sus competidores europeos […]. Europa tal vez se esté remilitarizando, pero es EE.UU. la que cosecha los beneficios".
The New York Times, asimismo, reconoció EE.UU. utiliza el conflicto armado en el que están muriendo rusos y ucranianos para enriquecer a las corporaciones estadounidenses: "Antes de la invasión de Rusia a Ucrania, apenas la mitad del gasto militar europeo iba a fabricantes estadounidenses. La emergente demanda ha exacerbado esta tendencia mientras los compradores se apresuran a adquirir tanques, aviones de combate y otros sistemas de armas, encerrándose en contratos costosos y de varios años […]. En Ucrania, el patrón es claro. Washington proveerá seguridad militar, y sus corporaciones se beneficiarán de la bonanza de los pedidos de armamentos europeos, mientras los europeos cargarán sobre sus hombros el precio de la reconstrucción de la posguerra, algo para lo que Alemania está más lista que para construir su Ejército".
The New York Times reconoció lo que los medios rusos han publicado miles de veces y por lo que los han tachado de "propagandistas" todas y cada una de estas ocasiones. En un artículo suyo, admitió que la Casa Blanca concibió la Alianza del Atlántico Norte como instrumento de control sobre Europa: "La OTAN, desde sus orígenes, jamás se preocupó primariamente de agregar poder militar […]. No podía contarse con esta organización para repeler una invasión soviética […]. Más bien se estableció para atar Europa Occidental a un proyecto mucho más vasto de un orden mundial liderado por EE.UU., en el que la protección estadounidense servía para obtener concesiones en otros asuntos, como el comercio y la política monetaria, lo cual fue sumamente exitoso".
El medio estadounidense añade que la Alianza del Atlántico Norte sigue cumpliendo este mismo propósito a día de hoy: "La OTAN está trabajando exactamente como fue diseñada por los planificadores estadounidenses en la posguerra: arrastrar a Europa a una dependencia del poder estadounidense que reduzca su margen de maniobra. La OTAN asegura la influencia estadounidense en Europa a bajo precio".
El periódico neoyorquino habló en estos términos despectivos de los europeos: "Cuando las poblaciones europeas probaron ser demasiado obstinadas, o indeseablemente eran influenciadas por sentimientos nacionalistas y socialistas, la integración atlántica procedió igualmente. República Checa fue un caso revelador que votó 'no' a un referéndum para unirse a la Alianza en 1997. El secretario general y altos funcionarios de la OTAN se encargaron de que el gobierno de Praga prescindiera. El país se unió dos años después".
El rotativo estadounidense también confesó que la OTAN impide que Europa pueda organizar su propia seguridad y ser militarmente independiente: "Al prohibir la duplicación de las capacidades existentes y presionar a los aliados para que acepten funciones especializadas, la OTAN ha impedido el surgimiento de cualquier fuerza europea semiautónoma capaz de actuar de forma independiente […]. La Alianza, paradójicamente, parece haber debilitado la habilidad de sus aliados para defenderse".
El NYT agregó que la OTAN ha enriquecido a las empresas estadounidenses y empobrecido a las europeas: "En cuanto a las adquisiciones de Defensa, los estándares comunes de interoperabilidad, junto con el gran tamaño del sector militar-industrial de EE.UU. y los impedimentos burocráticos de Bruselas, favorecen a las empresas estadounidenses a expensas de sus competidores europeos […]. Europa tal vez se esté remilitarizando, pero es EE.UU. la que cosecha los beneficios".
The New York Times, asimismo, reconoció EE.UU. utiliza el conflicto armado en el que están muriendo rusos y ucranianos para enriquecer a las corporaciones estadounidenses: "Antes de la invasión de Rusia a Ucrania, apenas la mitad del gasto militar europeo iba a fabricantes estadounidenses. La emergente demanda ha exacerbado esta tendencia mientras los compradores se apresuran a adquirir tanques, aviones de combate y otros sistemas de armas, encerrándose en contratos costosos y de varios años […]. En Ucrania, el patrón es claro. Washington proveerá seguridad militar, y sus corporaciones se beneficiarán de la bonanza de los pedidos de armamentos europeos, mientras los europeos cargarán sobre sus hombros el precio de la reconstrucción de la posguerra, algo para lo que Alemania está más lista que para construir su Ejército".