Gobierno de Boric: “Solo cabe esperar reformas tenues”
Rebelión Por Juan Dal Maso 16 de marzo de 2022
Sergio Grez Toso (Santiago de Chile, 1953) es docente de la Universidad de Chile y doctor en Historia. En 1976, en plena dictadura de Pinochet, decidió salir de su país después de sufrir prisión política (1975). Se radicó en Francia, donde estudió en la Universidad de París VIII y en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París.
Sus investigaciones se centran en la historia del movimiento obrero y popular de Chile. Es autor de libros como La “cuestión social» en Chile. Ideas y debates precursores (1804-1902), De la “regeneración del pueblo” a la huelga general. Génesis y evolución histórica del movimiento popular en Chile (1810-1890), Los anarquistas y el movimiento obrero. La alborada de «la Idea» en Chile, 1893-1915 e Historia del Comunismo en Chile. La era de Recabarren (1912-1924), y promotor del Foro por la Asamblea Constituyente. Recientemente ha compilado y publicado junto con Jorge Elías el libro Masacres obreras y populares durante el siglo XX en América Latina, publicado por la editorial Imago Mundi.
En esta entrevista, conversamos sobre las perspectivas que se abren ante la asunción del gobierno de Boric y la situación política en Chile. Abordamos también su visión sobre el rol de la clase trabajadora en la rebelión popular de 2019 y la situación de la Asamblea Constituyente.
¿Qué se puede esperar del gobierno de Boric?
Aunque la coalición que apoya a Boric declara que su objetivo es la superación del neoliberalismo para sentar las bases de un Estado de derechos sociales garantizados en un marco de ampliación de la democracia o, más bien, la construcción de una democracia paritaria y participativa, es preciso desentrañar los contenidos y posibilidades reales de cambios más allá de los grandes titulares, anuncios y promesas. Para ello es necesario contar con un análisis de las fuerzas en pugna, las dirigencias sociales y políticas, su carácter de clase y sus verdaderos fines. Ante la imposibilidad de extendernos sobre estos asuntos y basándome en análisis formulados en otras ocasiones, sostengo que estamos viviendo un momento de recambio de las elites políticas de signo reformista; cambio imprescindible e inevitable, tanto por razones biológicas (generacionales) como estrictamente políticas (reproducción del capitalismo dependiente y gobernabilidad). Este relevo se concreta en el desplazamiento de la hegemonía en las elites reformistas, desde la generación “vieja”, básicamente la antigua Concertación de Partidos por la Democracia, hacia la joven generación, representada principalmente por el Frente Amplio (FA). Desplazamiento que, si bien está ocurriendo en medio de contradicciones y fricciones, culminará durante el gobierno de Boric en una nueva alianza en torno al núcleo emergente (el FA), pero incorporando a fuerzas muy significativas de la vieja Concertación (sobre todo del Partido Socialista). Esto permite afirmar que el programa de reformas presentado por la candidatura de Boric, ya edulcorado entre la primera y la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, se recortará aún más en aras de la convivencia con estos nuevos socios de la coalición gobernante y en función del “realismo” político, pues el nuevo gobierno no contará con mayorías parlamentarias, debiendo negociar sus proyectos de reforma con sectores como los representados por la Democracia Cristiana, el Partido de la Gente, incluso, de la derecha tradicional.
En síntesis, solo cabe esperar reformas tenues acompañadas de anuncios formulados con un lenguaje innovador e “inclusivo”, de acuerdo con las tendencias en boga, pero que no significarán grandes cambios estructurales, lo que se reflejará también en la actitud del Estado respecto de las movilizaciones sociales, tal como se insinúa en recientes declaraciones de Izkia Siches (nueva ministra del Interior), quien ha afirmado que -contrariamente a lo anunciado previamente- no descarta la mantención del Estado de excepción en el Wallmapu pues, según sus palabras, “evidentemente nada está escrito en piedra”. Lo que nos permite pensar que en otras materias y respecto de otras promesas ocurrirá algo parecido, especialmente en las políticas sociales, que deberán pasar por el “filtro” del ministro de Hacienda, Mario Marcel, de reconocido cuño concertacionista y neoliberal, quien era hasta hace pocas semanas presidente del Banco Central.
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Sus investigaciones se centran en la historia del movimiento obrero y popular de Chile. Es autor de libros como La “cuestión social» en Chile. Ideas y debates precursores (1804-1902), De la “regeneración del pueblo” a la huelga general. Génesis y evolución histórica del movimiento popular en Chile (1810-1890), Los anarquistas y el movimiento obrero. La alborada de «la Idea» en Chile, 1893-1915 e Historia del Comunismo en Chile. La era de Recabarren (1912-1924), y promotor del Foro por la Asamblea Constituyente. Recientemente ha compilado y publicado junto con Jorge Elías el libro Masacres obreras y populares durante el siglo XX en América Latina, publicado por la editorial Imago Mundi.
En esta entrevista, conversamos sobre las perspectivas que se abren ante la asunción del gobierno de Boric y la situación política en Chile. Abordamos también su visión sobre el rol de la clase trabajadora en la rebelión popular de 2019 y la situación de la Asamblea Constituyente.
¿Qué se puede esperar del gobierno de Boric?
Aunque la coalición que apoya a Boric declara que su objetivo es la superación del neoliberalismo para sentar las bases de un Estado de derechos sociales garantizados en un marco de ampliación de la democracia o, más bien, la construcción de una democracia paritaria y participativa, es preciso desentrañar los contenidos y posibilidades reales de cambios más allá de los grandes titulares, anuncios y promesas. Para ello es necesario contar con un análisis de las fuerzas en pugna, las dirigencias sociales y políticas, su carácter de clase y sus verdaderos fines. Ante la imposibilidad de extendernos sobre estos asuntos y basándome en análisis formulados en otras ocasiones, sostengo que estamos viviendo un momento de recambio de las elites políticas de signo reformista; cambio imprescindible e inevitable, tanto por razones biológicas (generacionales) como estrictamente políticas (reproducción del capitalismo dependiente y gobernabilidad). Este relevo se concreta en el desplazamiento de la hegemonía en las elites reformistas, desde la generación “vieja”, básicamente la antigua Concertación de Partidos por la Democracia, hacia la joven generación, representada principalmente por el Frente Amplio (FA). Desplazamiento que, si bien está ocurriendo en medio de contradicciones y fricciones, culminará durante el gobierno de Boric en una nueva alianza en torno al núcleo emergente (el FA), pero incorporando a fuerzas muy significativas de la vieja Concertación (sobre todo del Partido Socialista). Esto permite afirmar que el programa de reformas presentado por la candidatura de Boric, ya edulcorado entre la primera y la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, se recortará aún más en aras de la convivencia con estos nuevos socios de la coalición gobernante y en función del “realismo” político, pues el nuevo gobierno no contará con mayorías parlamentarias, debiendo negociar sus proyectos de reforma con sectores como los representados por la Democracia Cristiana, el Partido de la Gente, incluso, de la derecha tradicional.
En síntesis, solo cabe esperar reformas tenues acompañadas de anuncios formulados con un lenguaje innovador e “inclusivo”, de acuerdo con las tendencias en boga, pero que no significarán grandes cambios estructurales, lo que se reflejará también en la actitud del Estado respecto de las movilizaciones sociales, tal como se insinúa en recientes declaraciones de Izkia Siches (nueva ministra del Interior), quien ha afirmado que -contrariamente a lo anunciado previamente- no descarta la mantención del Estado de excepción en el Wallmapu pues, según sus palabras, “evidentemente nada está escrito en piedra”. Lo que nos permite pensar que en otras materias y respecto de otras promesas ocurrirá algo parecido, especialmente en las políticas sociales, que deberán pasar por el “filtro” del ministro de Hacienda, Mario Marcel, de reconocido cuño concertacionista y neoliberal, quien era hasta hace pocas semanas presidente del Banco Central.
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