25 de septiembre de 2023
Guerra de corredores económicos: el papel de la trama India-Medio Oriente y Unión Europea
El corredor de transporte India-Oriente Medio-Europa puede ser la comidilla de la ciudad, pero probablemente seguirá el camino de los últimos tres proyectos de conectividad Asia-Europa promocionados por Occidente: todos irán al bote de la basura
Observatorio de la crisis Pepe Escobar
El Corredor Económico India-Oriente Medio-Europa (IMEC) es una enorme operación de diplomacia lanzada en la reciente cumbre del G20 en Nueva Delhi, completada con un memorando de entendimiento firmado el 9 de septiembre.
Los jugadores incluyen a Estados Unidos, India, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y la UE, con un papel especial para las tres principales potencias europeas, Alemania, Francia e Italia. Es un proyecto ferroviario multimodal, junto con transbordes y vías auxiliares digitales y eléctricas que se extienden hasta Jordania e Israel.
Si esto camina será una muy tardía respuesta colectiva de Occidente a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) de China, lanzada hace 10 años y que celebra un Foro en Beijing el próximo mes. Y es, sobre todo, otro proyecto estadounidense para contener a China, que también se puede reivindicar, con propósitos electorales, como un magro “éxito” en política exterior de Biden.
Nadie entre la Mayoría Global recuerda que los estadounidenses idearon su propio plan de la Ruta de la Seda allá por 2010. El proyecto de Kurt Campbell, funcionario del Departamento de Estado que fue vendido por la entonces Secretaria Hillary Clinton como su idea. La historia es implacable, el proyecto se redujo a la nada.
Y nadie entre la Mayoría Global recuerda el plan de la Nueva Ruta de la Seda promovido por Polonia, Ucrania, Azerbaiyán y Georgia a principios de la década de 2010, con cuatro problemáticos trasbordos en el Mar Negro y el Caspio. La historia es implacable, ese proyecto también quedó en nada.
De hecho, muy pocos entre la Mayoría Global recuerdan el plan global de 40 billones de dólares patrocinado por Estados Unidos para Construir un Mundo Mejor (B3W, por sus siglas en inglés), lanzado con gran fanfarria hace apenas dos veranos, centrándose en “el clima, la salud, la seguridad sanitaria, la tecnología digital, la equidad y la igualdad de género”.
Un año después, en una reunión del G7, el B3W ya se había reducido a un proyecto de infraestructura e inversión de 600 mil millones de dólares. Por supuesto, no se construyó nada. La historia realmente es implacable.
El mismo destino aguarda a los PIEM, por una serie de razones muy específicas.
Los jugadores incluyen a Estados Unidos, India, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y la UE, con un papel especial para las tres principales potencias europeas, Alemania, Francia e Italia. Es un proyecto ferroviario multimodal, junto con transbordes y vías auxiliares digitales y eléctricas que se extienden hasta Jordania e Israel.
Si esto camina será una muy tardía respuesta colectiva de Occidente a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) de China, lanzada hace 10 años y que celebra un Foro en Beijing el próximo mes. Y es, sobre todo, otro proyecto estadounidense para contener a China, que también se puede reivindicar, con propósitos electorales, como un magro “éxito” en política exterior de Biden.
Nadie entre la Mayoría Global recuerda que los estadounidenses idearon su propio plan de la Ruta de la Seda allá por 2010. El proyecto de Kurt Campbell, funcionario del Departamento de Estado que fue vendido por la entonces Secretaria Hillary Clinton como su idea. La historia es implacable, el proyecto se redujo a la nada.
Y nadie entre la Mayoría Global recuerda el plan de la Nueva Ruta de la Seda promovido por Polonia, Ucrania, Azerbaiyán y Georgia a principios de la década de 2010, con cuatro problemáticos trasbordos en el Mar Negro y el Caspio. La historia es implacable, ese proyecto también quedó en nada.
De hecho, muy pocos entre la Mayoría Global recuerdan el plan global de 40 billones de dólares patrocinado por Estados Unidos para Construir un Mundo Mejor (B3W, por sus siglas en inglés), lanzado con gran fanfarria hace apenas dos veranos, centrándose en “el clima, la salud, la seguridad sanitaria, la tecnología digital, la equidad y la igualdad de género”.
Un año después, en una reunión del G7, el B3W ya se había reducido a un proyecto de infraestructura e inversión de 600 mil millones de dólares. Por supuesto, no se construyó nada. La historia realmente es implacable.
El mismo destino aguarda a los PIEM, por una serie de razones muy específicas.
Mapa del Corredor Económico India-Oriente Medio-Europa (IMEC)
Girando hacia un vacío negro
Todo el fundamento de estos proyectos se basan en lo que el escritor y ex embajador MK Bhadrakumar describió deliciosamente como “evocar los Acuerdos de Abraham mediante el encantamiento de un tango saudita-israelí”.
Este tango está Muerto desde el comienzo. Ni siquiera el fantasma de Piazzolla puede resucitarlo. Para empezar, uno de los países principales –Arabia Saudita gobernada por el príncipe heredero Mohammad bin Salman- ha dejado claro que las prioridades de Riad son una relación nueva y vigorizada, con China, Irán, Turquía y Siria después de su regreso a la Liga Árabe.
Además, tanto Riad como su socio emiratí IMEC comparten inmensos intereses comerciales y energéticos con la República Popular China, por lo que no van a hacer nada que moleste a Beijing.
A primera vista, estos proyectos (PIEM) proponen una iniciativa conjunta de los países del G7 y los BRICS 11. Éste es la triquiñuela occidental para seducir a la India, a Arabia Saudita y a los aliados de Estados Unidos, los Emiratos Árabes, para que se sumen a su agenda.
Sin embargo, la verdadera intención no es sólo socavar la BRI, sino también el Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INTSC), en el que la India es un actor importante junto con Rusia e Irán.
El juego es bastante rudo y bastante obvio: un corredor de transporte concebido para evitar los tres principales vectores de la verdadera integración de Eurasia (y a los miembros de los BRICS, China, Rusia e Irán) colgando una tentadora zanahoria de “Divide y Vencerás” que promete cosas que no se pueden cumplir.
La obsesión neoliberal estadounidense en esta etapa del Nuevo Gran Juego tiene que ver, como siempre, con Israel. Su objetivo es hacer viable el puerto de Haifa y convertirlo en un centro de transporte clave entre Asia occidental y Europa. Toda la maniobra está subordinada a este imperativo israelí.
Los PIEM, en principio, transitarán por Asia occidental para vincular a la India con Europa oriental y occidental, vendiendo la ficción que la India es un Estado pivote global y una convergencia de civilizaciones.
Disparates. Si bien el gran sueño de la India es convertirse en un estado pivote, su mejor oportunidad sería a través del ya operativo INTSC, que podría abrir mercados a Nueva Delhi desde Asia Central hasta el Cáucaso. Como Estado Pivote Global, Rusia está muy por delante de la India en términos diplomáticos, y China está muy por delante en comercio y conectividad.
Las comparaciones entre los PIEM y el Corredor Económico China-Pakistán (CPEC) son inútiles. IMEC es una broma en comparación con este proyecto emblemático de la BRI: el plan de 57.700 millones de dólares para construir un ferrocarril de más de 3.000 kilómetros de largo que unirá Kashgar en Xinjiang con Gwadar en el Mar Arábigo, conectándose con otros corredores terrestres de la BRI que se dirigen hacia Irán y Turquía.
Esta es una cuestión de seguridad nacional para China. Por lo tanto, podemos apostar a que los líderes de Beijing mantendrán algunas conversaciones discretas y serias con los actuales quintacolumnistas en el poder en Islamabad, antes o durante el Foro de la Franja y la Ruta, para recordarles los hechos geoestratégicos, geoeconómicos y de inversión relevantes.
Entonces, ¿Qué le queda al comercio indio en todo esto? Poco. Ya utilizan el Canal de Suez, una ruta directa y probada. No hay ningún incentivo para siquiera empezar a contemplar la posibilidad de quedarse atrapado en vacíos negros en las vastas extensiones desérticas que rodean el Golfo Pérsico.
Un problema evidente, por ejemplo, es que “faltan” casi 1.100 km de vías del ferrocarril que unan a Fujairah en los Emiratos Árabes Unidos hasta Haifa, “faltan” 745 km de Jebel Ali en Dubai a Haifa y “faltan” 630 km. desde Abu Dhabi a Haifa.
Si se suman todos los enlaces que faltan, aún quedan más de 3.000 kilómetros de ferrocarril por construir. Los chinos, por supuesto, pueden hacer esto para el desayuno y por un centavo, pero no son parte de este juego. Y no hay evidencia que la pandilla IMEC planee invitarlos.
Todos los ojos puestos en Syunik
En la Guerra de los Corredores de Transporte que trazamos en detalle para The Cradle en junio de 2022, quedó claro que las buenas intenciones rara vez se encuentran con la realidad. Estos grandes proyectos tienen que ver con logística, logística, logística, y por supuesto, entrelazados con los otros pilares clave: recursos energéticos, mano de obra, manufactura, y reglas equilibradas de comercio.
Examinemos un ejemplo de Asia Central. Rusia y tres “stans” de Asia Central –Kirguistán, Uzbekistán y Turkmenistán– están lanzando un Corredor de Transporte Sur multimodal que evitará Kazajstán.
¿Por qué? Después de todo, Kazajstán, junto con Rusia, es un miembro clave tanto de la Unión Económica Euroasiática (UEEA) como de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS).
La razón es que este nuevo corredor resuelve dos problemas clave para Rusia que surgieron con la histeria de sanciones de Occidente. Pasa por alto la frontera kazaja, donde todo lo que va a Rusia se examina con insoportable detalle. Y una parte importante de la carga ahora podrá ser trasladada al puerto ruso de Astracán, en el Caspio.
Por lo tanto, Astaná, que bajo la presión occidental ha jugado un arriesgado juego de cobertura frente a Rusia, puede terminar perdiendo el estatus de centro de transporte en Asia Central y la región del Mar Caspio. Kazajstán también es parte de la BRI; Los chinos ya están muy interesados en el potencial de este nuevo corredor.
En el Cáucaso, la historia es aún más compleja y, una vez más, se trata de Divide y Vencerás.
Hace dos meses, Rusia, Irán y Azerbaiyán se comprometieron a construir un ferrocarril desde Irán y sus puertos en el Golfo Pérsico a través de Azerbaiyán, que se conectaría con el sistema ferroviario entre Rusia y Europa del Este.
Se trata de un proyecto de la escala del Transiberiano, que conectará Europa del Este con África Oriental y el Sur de Asia, evitando el Canal de Suez y los puertos europeos. El INSTC con esteroides, de hecho.
¿Adivina qué pasó después? Una provocación en Nagorno-Karabaj, con el potencial letal de involucrar no sólo a Armenia y Azerbaiyán sino también a Irán y Turquía.
Teherán ha sido muy claro en sus líneas rojas: nunca permitirá una derrota de Armenia, con la participación directa de Turkiye, que apoya plenamente a Azerbaiyán.
A esta mezcla incendiaria se suman los ejercicios militares conjuntos de Estados Unidos con Armenia –que casualmente es miembro de la OTSC liderada por Rusia– que han sido presentados, para el consumo público, como uno de esos programas de “asociación” aparentemente inocentes de la OTAN.
Todo esto detalla una trama secundaria de IMEC destinada a socavar el corredor INTSC. Tanto Rusia como Irán son conscientes de las debilidades endémicas del primero: problemas políticos entre varios participantes, esos “eslabones perdidos” en la vía y toda la infraestructura importante aún por construir.
El sultán turco Recep Tayyip Erdogan, por su parte, nunca abandonará el corredor Zangezur que atraviesa Syunik, la provincia del sur de Armenia, previsto en el armisticio de 2020, y que une Azerbaiyán con Turquía a través del enclave azerí de Nakhitchevan, atravesando territorio armenio.
Bakú amenazó con atacar el sur de Armenia si Ereván no facilitaba el corredor Zangezur. Así que Syunik es el próximo gran asunto sin resolver en este enigma. Cabe señalar que Teherán no hará nada para impedir que un corredor turco-israelí-OTAN aísle a Irán de Armenia, Georgia, el Mar Negro y Rusia. Esa sería la realidad si esta coalición con tintes de la OTAN se apodera de Syunik.
Hoy, Erdogan y el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, se reúnen en el enclave de Nakhchivan entre Turkiye, Armenia e Irán para iniciar un gasoducto y abrir un complejo de producción militar.
El sultán sabe que Zangezur podría finalmente permitir que Turkiye se vincule con China a través de un corredor que transitará por el mundo turco, en Azerbaiyán y en el Caspio. Esto también permitiría al Occidente colectivo ser aún más audaz en su estrategia de Divide y Vencerás contra Rusia e Irán.
¿Es el PIEM otra fantasía descabellada de occidente? Antes de responder hay que observar el lugar llamado Syunik.
Todo el fundamento de estos proyectos se basan en lo que el escritor y ex embajador MK Bhadrakumar describió deliciosamente como “evocar los Acuerdos de Abraham mediante el encantamiento de un tango saudita-israelí”.
Este tango está Muerto desde el comienzo. Ni siquiera el fantasma de Piazzolla puede resucitarlo. Para empezar, uno de los países principales –Arabia Saudita gobernada por el príncipe heredero Mohammad bin Salman- ha dejado claro que las prioridades de Riad son una relación nueva y vigorizada, con China, Irán, Turquía y Siria después de su regreso a la Liga Árabe.
Además, tanto Riad como su socio emiratí IMEC comparten inmensos intereses comerciales y energéticos con la República Popular China, por lo que no van a hacer nada que moleste a Beijing.
A primera vista, estos proyectos (PIEM) proponen una iniciativa conjunta de los países del G7 y los BRICS 11. Éste es la triquiñuela occidental para seducir a la India, a Arabia Saudita y a los aliados de Estados Unidos, los Emiratos Árabes, para que se sumen a su agenda.
Sin embargo, la verdadera intención no es sólo socavar la BRI, sino también el Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INTSC), en el que la India es un actor importante junto con Rusia e Irán.
El juego es bastante rudo y bastante obvio: un corredor de transporte concebido para evitar los tres principales vectores de la verdadera integración de Eurasia (y a los miembros de los BRICS, China, Rusia e Irán) colgando una tentadora zanahoria de “Divide y Vencerás” que promete cosas que no se pueden cumplir.
La obsesión neoliberal estadounidense en esta etapa del Nuevo Gran Juego tiene que ver, como siempre, con Israel. Su objetivo es hacer viable el puerto de Haifa y convertirlo en un centro de transporte clave entre Asia occidental y Europa. Toda la maniobra está subordinada a este imperativo israelí.
Los PIEM, en principio, transitarán por Asia occidental para vincular a la India con Europa oriental y occidental, vendiendo la ficción que la India es un Estado pivote global y una convergencia de civilizaciones.
Disparates. Si bien el gran sueño de la India es convertirse en un estado pivote, su mejor oportunidad sería a través del ya operativo INTSC, que podría abrir mercados a Nueva Delhi desde Asia Central hasta el Cáucaso. Como Estado Pivote Global, Rusia está muy por delante de la India en términos diplomáticos, y China está muy por delante en comercio y conectividad.
Las comparaciones entre los PIEM y el Corredor Económico China-Pakistán (CPEC) son inútiles. IMEC es una broma en comparación con este proyecto emblemático de la BRI: el plan de 57.700 millones de dólares para construir un ferrocarril de más de 3.000 kilómetros de largo que unirá Kashgar en Xinjiang con Gwadar en el Mar Arábigo, conectándose con otros corredores terrestres de la BRI que se dirigen hacia Irán y Turquía.
Esta es una cuestión de seguridad nacional para China. Por lo tanto, podemos apostar a que los líderes de Beijing mantendrán algunas conversaciones discretas y serias con los actuales quintacolumnistas en el poder en Islamabad, antes o durante el Foro de la Franja y la Ruta, para recordarles los hechos geoestratégicos, geoeconómicos y de inversión relevantes.
Entonces, ¿Qué le queda al comercio indio en todo esto? Poco. Ya utilizan el Canal de Suez, una ruta directa y probada. No hay ningún incentivo para siquiera empezar a contemplar la posibilidad de quedarse atrapado en vacíos negros en las vastas extensiones desérticas que rodean el Golfo Pérsico.
Un problema evidente, por ejemplo, es que “faltan” casi 1.100 km de vías del ferrocarril que unan a Fujairah en los Emiratos Árabes Unidos hasta Haifa, “faltan” 745 km de Jebel Ali en Dubai a Haifa y “faltan” 630 km. desde Abu Dhabi a Haifa.
Si se suman todos los enlaces que faltan, aún quedan más de 3.000 kilómetros de ferrocarril por construir. Los chinos, por supuesto, pueden hacer esto para el desayuno y por un centavo, pero no son parte de este juego. Y no hay evidencia que la pandilla IMEC planee invitarlos.
Todos los ojos puestos en Syunik
En la Guerra de los Corredores de Transporte que trazamos en detalle para The Cradle en junio de 2022, quedó claro que las buenas intenciones rara vez se encuentran con la realidad. Estos grandes proyectos tienen que ver con logística, logística, logística, y por supuesto, entrelazados con los otros pilares clave: recursos energéticos, mano de obra, manufactura, y reglas equilibradas de comercio.
Examinemos un ejemplo de Asia Central. Rusia y tres “stans” de Asia Central –Kirguistán, Uzbekistán y Turkmenistán– están lanzando un Corredor de Transporte Sur multimodal que evitará Kazajstán.
¿Por qué? Después de todo, Kazajstán, junto con Rusia, es un miembro clave tanto de la Unión Económica Euroasiática (UEEA) como de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS).
La razón es que este nuevo corredor resuelve dos problemas clave para Rusia que surgieron con la histeria de sanciones de Occidente. Pasa por alto la frontera kazaja, donde todo lo que va a Rusia se examina con insoportable detalle. Y una parte importante de la carga ahora podrá ser trasladada al puerto ruso de Astracán, en el Caspio.
Por lo tanto, Astaná, que bajo la presión occidental ha jugado un arriesgado juego de cobertura frente a Rusia, puede terminar perdiendo el estatus de centro de transporte en Asia Central y la región del Mar Caspio. Kazajstán también es parte de la BRI; Los chinos ya están muy interesados en el potencial de este nuevo corredor.
En el Cáucaso, la historia es aún más compleja y, una vez más, se trata de Divide y Vencerás.
Hace dos meses, Rusia, Irán y Azerbaiyán se comprometieron a construir un ferrocarril desde Irán y sus puertos en el Golfo Pérsico a través de Azerbaiyán, que se conectaría con el sistema ferroviario entre Rusia y Europa del Este.
Se trata de un proyecto de la escala del Transiberiano, que conectará Europa del Este con África Oriental y el Sur de Asia, evitando el Canal de Suez y los puertos europeos. El INSTC con esteroides, de hecho.
¿Adivina qué pasó después? Una provocación en Nagorno-Karabaj, con el potencial letal de involucrar no sólo a Armenia y Azerbaiyán sino también a Irán y Turquía.
Teherán ha sido muy claro en sus líneas rojas: nunca permitirá una derrota de Armenia, con la participación directa de Turkiye, que apoya plenamente a Azerbaiyán.
A esta mezcla incendiaria se suman los ejercicios militares conjuntos de Estados Unidos con Armenia –que casualmente es miembro de la OTSC liderada por Rusia– que han sido presentados, para el consumo público, como uno de esos programas de “asociación” aparentemente inocentes de la OTAN.
Todo esto detalla una trama secundaria de IMEC destinada a socavar el corredor INTSC. Tanto Rusia como Irán son conscientes de las debilidades endémicas del primero: problemas políticos entre varios participantes, esos “eslabones perdidos” en la vía y toda la infraestructura importante aún por construir.
El sultán turco Recep Tayyip Erdogan, por su parte, nunca abandonará el corredor Zangezur que atraviesa Syunik, la provincia del sur de Armenia, previsto en el armisticio de 2020, y que une Azerbaiyán con Turquía a través del enclave azerí de Nakhitchevan, atravesando territorio armenio.
Bakú amenazó con atacar el sur de Armenia si Ereván no facilitaba el corredor Zangezur. Así que Syunik es el próximo gran asunto sin resolver en este enigma. Cabe señalar que Teherán no hará nada para impedir que un corredor turco-israelí-OTAN aísle a Irán de Armenia, Georgia, el Mar Negro y Rusia. Esa sería la realidad si esta coalición con tintes de la OTAN se apodera de Syunik.
Hoy, Erdogan y el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, se reúnen en el enclave de Nakhchivan entre Turkiye, Armenia e Irán para iniciar un gasoducto y abrir un complejo de producción militar.
El sultán sabe que Zangezur podría finalmente permitir que Turkiye se vincule con China a través de un corredor que transitará por el mundo turco, en Azerbaiyán y en el Caspio. Esto también permitiría al Occidente colectivo ser aún más audaz en su estrategia de Divide y Vencerás contra Rusia e Irán.
¿Es el PIEM otra fantasía descabellada de occidente? Antes de responder hay que observar el lugar llamado Syunik.
18 de octubre de 2023
Esta ruta complementa sus esfuerzos existentes para diversificarse preventivamente de una dependencia potencialmente desproporcionada de cualquier socio comercial determinado y, por lo tanto, les ayuda a garantizar al máximo su autonomía estratégica.
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