¿Gulen ordenó el ataque sobre el embajador ruso?
Katehon Andrew Korybko 27 de diciembre de 2016
La mejor pregunta que se puede hacer es, “¿acaso importa?”. Bueno, sí, en el sentido de que lo que importa es quién está dirigiendo esas acusaciones y por qué, y no necesariamente cuán probable puedan o no puedan ser en última instancia. A partir de ahora, dos de los individuos de más alto perfil en el Estado turco están sugiriendo que el sospecho golpista y supuesto patrocinador del terrorismo, asentado en EEUU, Fethullá Gulén tenía algo que ver con el asesinato del embajador ruso en Turquía.
El presidente Erdogán afirmó lo siguiente:
“Este hombre [Mevlut Mert Altintas] era miembro de FETO y no hay necesidad para encubrir este hecho. El lugar donde él creció y su último estatus son casi indicativos de esto. Debería decirse abiertamente que esa despreciable organización todavía puede encontrarse en las filas de nuestra policía y en las fuerzas armadas”.
Su declaración estuvo respaldada por el ministro de exteriores, Cavusoglu, quien a propósito dijo a su homólogo estadounidense que Ankara y Moscú “eran conscientes de que FETO (Fethullah Gulen Terrorist Organization, en inglés) había estado detrás de este ataque.
En lo que es importante poner atención no es necesariamente en la veracidad de estas acusaciones, sino en el hecho de que están siendo expresadas por el político más importante del país y su máximo diplomático. Esto es lo más cercano a lo que un líder mundial puede llegar a culpar a los EEUU por este ataque terrorista sin decirlo directamente así, que en cierto sentido canaliza lo que las sospechas rusas habían sido todo el tiempo.
Se debería recordar que el Presidente Putin expresó públicamente su opinión de que el asesinato del embajador tenía la intención de descarrilar las conversaciones tripartitas que iban a ser mantenidas al día siguiente en Moscú entre Rusia, Irán y Turquía, deduciendo rotundamente que ellos estaban conectados con cualquier actor o conjunto de actores que querían ver fracasar este marco histórico de cambio de juego.
No se espera que ninguna evidencia conclusiva en uno u otro sentido jamás sea revelada públicamente, esto es, aquello que indudablemente demuestre las conexiones del asesino, si incluso hubiera alguna y él no fuera un “lobo solitario”. No obstante, el hecho de que Erdogán y Cavusoglu estén insistiendo en que Gulén tiene algo que ver con este ataque terrorista no debía ser desechado como una trama interna auto-interesada para culpar convenientemente de todo lo que va mal en el país a esta sombría figura.
En vez de ser la tonta reacción predecible que los críticos de Turquía verdaderamente creen que esta es, es mucho más importante poner atención a cómo esta situación de manera importante y sin precedentes representa a un “aliado” nominal de la OTAN, acusando abiertamente a los EEUU de dar cobijo a un terrorista internacional que está siendo culpado oficialmente de complicidad en el asesinato de un embajador ruso en la capital turca. Es más, el gobierno turco ha compartido estas preocupaciones con su homólogo ruso, que ambiguamente ha elegido no comentarlas aún para preservar un aura de incertidumbre diplomática que puede dejar a los EEUU en tensión y tratando de adivinar lo que Moscú realmente piensa.
Junto con la coordinación entre Rusia y Turquía a través del formato tripartito, Washington de este modo tiene motivos para creer que Moscú y Ankara están más cerca que nunca antes en su historia debido al modo en que sus presidentes están ahora trabajando juntos para resolver quién ordenó el ataque contra el embajador, con Erdogán diciendo que es Gulén (con residencia en EEUU) y Putin ingeniosamente eligiendo considerar esta teoría al declinar negarla.
Analizando este suceso desde un ángulo más grande, es vívidamente claro que Turquía está señalando que está completamente harta de los EEUU y está pivotando de manera decisiva hacia Eurasia, como fue predicho anteriormente por este autor en el periodo inmediatamente posterior al fallido intento golpista pro-estadounidense de verano de 2016.
En consecuencia, aunque el argumento pueda parecer que es uno factualmente endeble hasta ahora, la afirmación de Turquía de que Gulén ordenó el ataque contra el embajador ruso no debería encontrarse con burlas sino con júbilo por los partidarios multipolares debido al modo en que este argumento representa poderosamente el rechazo de Ankara a Washington y su abrazo al emergente orden mundial multipolar.
El presidente Erdogán afirmó lo siguiente:
“Este hombre [Mevlut Mert Altintas] era miembro de FETO y no hay necesidad para encubrir este hecho. El lugar donde él creció y su último estatus son casi indicativos de esto. Debería decirse abiertamente que esa despreciable organización todavía puede encontrarse en las filas de nuestra policía y en las fuerzas armadas”.
Su declaración estuvo respaldada por el ministro de exteriores, Cavusoglu, quien a propósito dijo a su homólogo estadounidense que Ankara y Moscú “eran conscientes de que FETO (Fethullah Gulen Terrorist Organization, en inglés) había estado detrás de este ataque.
En lo que es importante poner atención no es necesariamente en la veracidad de estas acusaciones, sino en el hecho de que están siendo expresadas por el político más importante del país y su máximo diplomático. Esto es lo más cercano a lo que un líder mundial puede llegar a culpar a los EEUU por este ataque terrorista sin decirlo directamente así, que en cierto sentido canaliza lo que las sospechas rusas habían sido todo el tiempo.
Se debería recordar que el Presidente Putin expresó públicamente su opinión de que el asesinato del embajador tenía la intención de descarrilar las conversaciones tripartitas que iban a ser mantenidas al día siguiente en Moscú entre Rusia, Irán y Turquía, deduciendo rotundamente que ellos estaban conectados con cualquier actor o conjunto de actores que querían ver fracasar este marco histórico de cambio de juego.
No se espera que ninguna evidencia conclusiva en uno u otro sentido jamás sea revelada públicamente, esto es, aquello que indudablemente demuestre las conexiones del asesino, si incluso hubiera alguna y él no fuera un “lobo solitario”. No obstante, el hecho de que Erdogán y Cavusoglu estén insistiendo en que Gulén tiene algo que ver con este ataque terrorista no debía ser desechado como una trama interna auto-interesada para culpar convenientemente de todo lo que va mal en el país a esta sombría figura.
En vez de ser la tonta reacción predecible que los críticos de Turquía verdaderamente creen que esta es, es mucho más importante poner atención a cómo esta situación de manera importante y sin precedentes representa a un “aliado” nominal de la OTAN, acusando abiertamente a los EEUU de dar cobijo a un terrorista internacional que está siendo culpado oficialmente de complicidad en el asesinato de un embajador ruso en la capital turca. Es más, el gobierno turco ha compartido estas preocupaciones con su homólogo ruso, que ambiguamente ha elegido no comentarlas aún para preservar un aura de incertidumbre diplomática que puede dejar a los EEUU en tensión y tratando de adivinar lo que Moscú realmente piensa.
Junto con la coordinación entre Rusia y Turquía a través del formato tripartito, Washington de este modo tiene motivos para creer que Moscú y Ankara están más cerca que nunca antes en su historia debido al modo en que sus presidentes están ahora trabajando juntos para resolver quién ordenó el ataque contra el embajador, con Erdogán diciendo que es Gulén (con residencia en EEUU) y Putin ingeniosamente eligiendo considerar esta teoría al declinar negarla.
Analizando este suceso desde un ángulo más grande, es vívidamente claro que Turquía está señalando que está completamente harta de los EEUU y está pivotando de manera decisiva hacia Eurasia, como fue predicho anteriormente por este autor en el periodo inmediatamente posterior al fallido intento golpista pro-estadounidense de verano de 2016.
En consecuencia, aunque el argumento pueda parecer que es uno factualmente endeble hasta ahora, la afirmación de Turquía de que Gulén ordenó el ataque contra el embajador ruso no debería encontrarse con burlas sino con júbilo por los partidarios multipolares debido al modo en que este argumento representa poderosamente el rechazo de Ankara a Washington y su abrazo al emergente orden mundial multipolar.