¿Por qué resurge un nuevo orden mundial de la tensión Irán-EEUU?
Hispan TV 7 de febrero de 2020
Instante del lanzamiento de varios misiles de la División Aeroespacial del CGRI de Irán contra dos de las bases militares de EE.UU. en Irak, 8 de enero de 2020.
La última confrontación entre Irán y EE.UU. que llevó a una inacción global refleja que se está gestando un nuevo orden mundial que dejará de lado la bipolaridad.
El último episodio de la confrontación entre Irán y Estados Unidos registrada en enero en la región de Asia Occidental luego del asesinato del general iraní Qasem Soleimani de la mano de las fuerzas estadounidenses desplegadas en Irak y la posterior reacción mostrada de las naciones y las potencias mundiales al respecto no deja lugar a dudas, que estamos siendo testigos de un nuevo proceso de transformación del orden mundial que ha estado rigiendo el destino de millones de personas en todo el mundo hasta ahora, así comienza un artículo de Dmitry Trenin, director del think tank (laboratorio de ideas) del Centro Carneige de Moscú, titulado “Tormenta en enero: implicaciones de la reciente crisis Irán-EE.UU. para el orden mundial” y publicado el martes en su sitio web.
La escalada de tensiones entre Teherán y Washington, que se viene agudizándose desde la llegada de Donald Trump a la Presidencia de EE.UU. en 2017, llegó a su punto más alto con el asesinato del comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, el teniente general Qasem Soleimani y el subcomandante de las Unidades de Movilización Popular de Irak (Al-Hashad Al-Shabi, en árabe), Abu Mahdi al-Muhandis, y varios otros compañeros que cayeron mártires en un ataque aéreo de EE.UU. contra los vehículos en los que viajaban cerca del Aeropuerto Internacional de Bagdad en la madrugada del 3 de enero.
En represalia a este magnicidio que fue ejecutado por orden directa del propio Trump, la República Islámica de Irán respondió con unos ataques aéreos con misiles tierra-tierra lanzados la madrugada del 8 de enero realizados por la División Aeroespacial del CGRI contra la base aérea Ain Al-Asad, ubicada en la provincia occidental iraquí de Al-Anbar y ocupada por las tropas norteamericanas desde la invasión de Irak en 2003, y una base en Erbil, capital de la región del Kurdistán iraquí, también en poder de los estadounidenses.
Por suerte, Trenin escribe que esta demostración de fuerza representa la determinación de los iraníes de que no están dispuestos a dejar pasar ni una provocación más proveniente de los estadounidenses,--de las tantas que han sido víctimas en los últimos tiempos, por considerar que con este atentado mortal los norteamericanos ya habían sobrepasado la línea roja de los persas en lo que se refiere a su seguridad e integridad territorial que el destacable militar persa asesinado estaba a cargo—, no terminó encendiendo la mecha de una devastadora guerra en la región, pero sí que reveló algunas de las tendencias de naturaleza geopolítica que avisan de un cambio de orden mundial.
Para el articulista dentro de estas nuevas tendencias se incluyen una mayor nacionalización de la política exterior y la aversión a verse involucrados en conflictos militares subsidiarios; el fuerte deseo de limitar el uso de la fuerza militar y soslayar la escalada de tensiones; la importancia de la comunicación entre adversarios; y, así como, la clara prevalencia de las consideraciones políticas internas actuales sobre los esquemas geopolíticos a largo plazo.
Así pues, prosigue, indicando que si estos movimientos reman en la dirección correcta acabarán definiendo un sistema mundial multipolar, que desde luego, según él, distará mucho de la bipolaridad que se vivió con la formación de los bloques durante la Guerra Fría, entre 1945 y 1991, y que en cambio, añade, se basará en un duelo largo y no letal entre las potencias mundiales y con otros actores constantemente posicionándose para obtener una mejor ventaja dentro de este nuevo sistema global.
En el panorama del poder cambiante, el texto apunta que los países del oeste de Asia reaccionaron ante el estallido de la crisis entre Estados Unidos e Irán con sorprendente cautela. Algunos socios regionales de Washington, como era lógico, cerraron filas detrás de este país dando su apoyo al vil asesinato del notable general y sus compañeros en Bagdad. Otros, a pesar de su apoyo, se mostraron reacios a exacerbar el conflicto, y algunos, como Irak, que al tener una solida e importante relación con ambas partes enfrentadas, pagó el precio de este vínculo simultáneo convirtiéndose así en el objetivo de los ataques de sus dos aliados.
La posición de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) fue de mantenerse al margen y observar, y a pesar del ataque con misiles de Irán contra los sitios militares estadounidenses, no activó su Artículo 5, que considera el ataque a un aliado como un ataque militar contra todos los miembros de dicha Alianza Atlántica, escribe el director del citado think tank.
La confrontación entre Estados Unidos e Irán terminó siendo como un duelo, recoge el artículo de opinión para luego precisar que no solo los aliados de EE.UU. retrocedieron y se distanciaron del conflicto, sino que también los adversarios y rivales de Washington optaron por no implicarse mucho en ello.
En concreto, aclara el texto, China, el principal rival de Estados Unidos, mantuvo un perfil bajo al pedir solo a las partes que empleen la moderación y reduzcan las tensiones. Por su parte, Rusia, a pesar de su importante participación en los asuntos militares y políticos de Asia Occidental, también optó por ejercer cautela invitando a las partes a la moderación y al diálogo para limar sus diferencias.
Para Trenin, Moscú y Pekín no aprovecharon la oportunidad para presentar un frente común y sólido contra Washington al no mostrar ningún interés de abrir un nuevo flanco de tensiones con Estados Unidos.
Según el artículo, Trump, al ordenar el asesinato de Soleimani, estaba tomando un gran riesgo, ya que, nadie podía predecir con certeza cuál sería la respuesta de Teherán. Si esa respuesta hubiera resultado en múltiples bajas estadounidenses, Estados Unidos probablemente habría llevado a cabo un ataque masivo contra objetivos cruciales iraníes.
Entonces, los ataques probablemente habrían continuado en ambos lados y muchos otros países de la región, no solo Irak, habrían sido arrastrados al conflicto. Es posible que los poderes fuera de la región que hasta entonces habían mantenido su distancia también hubieran tenido que definir su posición más claramente y tomar algún tipo de medida al respecto.
De hecho, la postura de la comunidad internacional de pedir a EE.UU. e Irán que rebajaran sus diferencias por medio del diálogo puso de manifiesto otro aspecto importante del conflicto: mientras ambas partes señalaban públicamente su determinación de seguir haciendo uso de la fuerza, al mismo tiempo, se mostraban partidarios de hacer uso de la moderación con objetivo de minimizar las consecuencias de sus acciones.
El punto es que con esta crisis se ha quedado demostrado que el rol de todas las grandes potencias en el sistema global está mermando, detalla el artículo al enumerar las causas que así revelan que esto está sucediendo como resultado de que los actores regionales están obteniendo réditos militares que antes solo obtenían las potencias mundiales; una fuerte disminución en la tolerancia de las potencias mundiales para sostener las pérdidas humanas; la disminución del atractivo de muchos países como objetos de intereses económicos o un punto de apoyo estratégico; y la tendencia universal y creciente de priorizar los asuntos internos, principalmente la política socioeconómica, sobre la política exterior.
Durante y después de la Guerra Fría, Asia Occidental fue escenario de la rivalidad geopolítica entre las principales potencias mundiales, subraya el texto para luego añadir que, no obstante, a día de hoy, la región demuestra el desplazamiento de esa rivalidad a otras áreas por completo como puede ser, la tecnología, incluida, tecnología militar; finanzas y economía; y el espacio de información.
Así pues, el artículo de modo de colofón vaticina que el Gran Juego de las grandes potencias mundiales de repartir el mundo a su antojo puede haber llegado a su fin, puesto que, expone que el lugar estratégico que estas potencias globales ocupaban en el oeste de Asia y lo están asumiendo las potencias locales.
krd/ktg/hnb
El último episodio de la confrontación entre Irán y Estados Unidos registrada en enero en la región de Asia Occidental luego del asesinato del general iraní Qasem Soleimani de la mano de las fuerzas estadounidenses desplegadas en Irak y la posterior reacción mostrada de las naciones y las potencias mundiales al respecto no deja lugar a dudas, que estamos siendo testigos de un nuevo proceso de transformación del orden mundial que ha estado rigiendo el destino de millones de personas en todo el mundo hasta ahora, así comienza un artículo de Dmitry Trenin, director del think tank (laboratorio de ideas) del Centro Carneige de Moscú, titulado “Tormenta en enero: implicaciones de la reciente crisis Irán-EE.UU. para el orden mundial” y publicado el martes en su sitio web.
La escalada de tensiones entre Teherán y Washington, que se viene agudizándose desde la llegada de Donald Trump a la Presidencia de EE.UU. en 2017, llegó a su punto más alto con el asesinato del comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, el teniente general Qasem Soleimani y el subcomandante de las Unidades de Movilización Popular de Irak (Al-Hashad Al-Shabi, en árabe), Abu Mahdi al-Muhandis, y varios otros compañeros que cayeron mártires en un ataque aéreo de EE.UU. contra los vehículos en los que viajaban cerca del Aeropuerto Internacional de Bagdad en la madrugada del 3 de enero.
En represalia a este magnicidio que fue ejecutado por orden directa del propio Trump, la República Islámica de Irán respondió con unos ataques aéreos con misiles tierra-tierra lanzados la madrugada del 8 de enero realizados por la División Aeroespacial del CGRI contra la base aérea Ain Al-Asad, ubicada en la provincia occidental iraquí de Al-Anbar y ocupada por las tropas norteamericanas desde la invasión de Irak en 2003, y una base en Erbil, capital de la región del Kurdistán iraquí, también en poder de los estadounidenses.
Por suerte, Trenin escribe que esta demostración de fuerza representa la determinación de los iraníes de que no están dispuestos a dejar pasar ni una provocación más proveniente de los estadounidenses,--de las tantas que han sido víctimas en los últimos tiempos, por considerar que con este atentado mortal los norteamericanos ya habían sobrepasado la línea roja de los persas en lo que se refiere a su seguridad e integridad territorial que el destacable militar persa asesinado estaba a cargo—, no terminó encendiendo la mecha de una devastadora guerra en la región, pero sí que reveló algunas de las tendencias de naturaleza geopolítica que avisan de un cambio de orden mundial.
Para el articulista dentro de estas nuevas tendencias se incluyen una mayor nacionalización de la política exterior y la aversión a verse involucrados en conflictos militares subsidiarios; el fuerte deseo de limitar el uso de la fuerza militar y soslayar la escalada de tensiones; la importancia de la comunicación entre adversarios; y, así como, la clara prevalencia de las consideraciones políticas internas actuales sobre los esquemas geopolíticos a largo plazo.
Así pues, prosigue, indicando que si estos movimientos reman en la dirección correcta acabarán definiendo un sistema mundial multipolar, que desde luego, según él, distará mucho de la bipolaridad que se vivió con la formación de los bloques durante la Guerra Fría, entre 1945 y 1991, y que en cambio, añade, se basará en un duelo largo y no letal entre las potencias mundiales y con otros actores constantemente posicionándose para obtener una mejor ventaja dentro de este nuevo sistema global.
En el panorama del poder cambiante, el texto apunta que los países del oeste de Asia reaccionaron ante el estallido de la crisis entre Estados Unidos e Irán con sorprendente cautela. Algunos socios regionales de Washington, como era lógico, cerraron filas detrás de este país dando su apoyo al vil asesinato del notable general y sus compañeros en Bagdad. Otros, a pesar de su apoyo, se mostraron reacios a exacerbar el conflicto, y algunos, como Irak, que al tener una solida e importante relación con ambas partes enfrentadas, pagó el precio de este vínculo simultáneo convirtiéndose así en el objetivo de los ataques de sus dos aliados.
La posición de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) fue de mantenerse al margen y observar, y a pesar del ataque con misiles de Irán contra los sitios militares estadounidenses, no activó su Artículo 5, que considera el ataque a un aliado como un ataque militar contra todos los miembros de dicha Alianza Atlántica, escribe el director del citado think tank.
La confrontación entre Estados Unidos e Irán terminó siendo como un duelo, recoge el artículo de opinión para luego precisar que no solo los aliados de EE.UU. retrocedieron y se distanciaron del conflicto, sino que también los adversarios y rivales de Washington optaron por no implicarse mucho en ello.
En concreto, aclara el texto, China, el principal rival de Estados Unidos, mantuvo un perfil bajo al pedir solo a las partes que empleen la moderación y reduzcan las tensiones. Por su parte, Rusia, a pesar de su importante participación en los asuntos militares y políticos de Asia Occidental, también optó por ejercer cautela invitando a las partes a la moderación y al diálogo para limar sus diferencias.
Para Trenin, Moscú y Pekín no aprovecharon la oportunidad para presentar un frente común y sólido contra Washington al no mostrar ningún interés de abrir un nuevo flanco de tensiones con Estados Unidos.
Según el artículo, Trump, al ordenar el asesinato de Soleimani, estaba tomando un gran riesgo, ya que, nadie podía predecir con certeza cuál sería la respuesta de Teherán. Si esa respuesta hubiera resultado en múltiples bajas estadounidenses, Estados Unidos probablemente habría llevado a cabo un ataque masivo contra objetivos cruciales iraníes.
Entonces, los ataques probablemente habrían continuado en ambos lados y muchos otros países de la región, no solo Irak, habrían sido arrastrados al conflicto. Es posible que los poderes fuera de la región que hasta entonces habían mantenido su distancia también hubieran tenido que definir su posición más claramente y tomar algún tipo de medida al respecto.
De hecho, la postura de la comunidad internacional de pedir a EE.UU. e Irán que rebajaran sus diferencias por medio del diálogo puso de manifiesto otro aspecto importante del conflicto: mientras ambas partes señalaban públicamente su determinación de seguir haciendo uso de la fuerza, al mismo tiempo, se mostraban partidarios de hacer uso de la moderación con objetivo de minimizar las consecuencias de sus acciones.
El punto es que con esta crisis se ha quedado demostrado que el rol de todas las grandes potencias en el sistema global está mermando, detalla el artículo al enumerar las causas que así revelan que esto está sucediendo como resultado de que los actores regionales están obteniendo réditos militares que antes solo obtenían las potencias mundiales; una fuerte disminución en la tolerancia de las potencias mundiales para sostener las pérdidas humanas; la disminución del atractivo de muchos países como objetos de intereses económicos o un punto de apoyo estratégico; y la tendencia universal y creciente de priorizar los asuntos internos, principalmente la política socioeconómica, sobre la política exterior.
Durante y después de la Guerra Fría, Asia Occidental fue escenario de la rivalidad geopolítica entre las principales potencias mundiales, subraya el texto para luego añadir que, no obstante, a día de hoy, la región demuestra el desplazamiento de esa rivalidad a otras áreas por completo como puede ser, la tecnología, incluida, tecnología militar; finanzas y economía; y el espacio de información.
Así pues, el artículo de modo de colofón vaticina que el Gran Juego de las grandes potencias mundiales de repartir el mundo a su antojo puede haber llegado a su fin, puesto que, expone que el lugar estratégico que estas potencias globales ocupaban en el oeste de Asia y lo están asumiendo las potencias locales.
krd/ktg/hnb
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