¿Qué es el movimiento antifa?
EOM 9 de junio de 2020
Donald Trump ha calificado al movimiento antifa como una organización terrorista. ¿Pero lo es realmente?
Manifestación antifascista en Nueva York. Fuente: The All-Nite Images (Wikimedia)
Antifa, la abreviatura de “antifascista”, es un movimiento que se opone al fascismo, así como al racismo, la xenofobia o la homofobia. Surgió en la década de 1930 en Italia y Alemania en contra de los regímenes fascista y nazi, y después se extendió por Europa occidental durante el siglo XX. Por motivos históricos, el antifascismo en Estados Unidos nunca ha tenido el mismo peso que en Europa. Los primeros grupos antifa estadounidenses aparecieron ya en los ochenta, y lo hicieron ligados al antirracismo, como Anti-Racist Action en Minesota. Es más, el primer colectivo que utilizó el término “antifa” en EE. UU. fue Rose City Antifa, fundado en 2007 en Portland (Oregón) a partir de una agrupación puntual para boicotear un festival de música organizado por el grupo supremacista blanco Hammerskins.
El movimiento antifa no puede considerarse una organización, ya que no cuenta con estructura, afiliados ni liderazgo formal. Por el contrario, los antifa se organizan y actúan a nivel local, y el movimiento ni siquiera se basa en una única ideología: incluye a socialistas, anarquistas, comunistas o anticapitalistas unidos en su oposición a la extrema derecha y, particularmente en Estados Unidos, al supremacismo blanco. Su objetivo es impedir que la extrema derecha difunda sus discursos, ya que, según los antifascistas, estos generan odio contra las minorías y son una amenaza para la democracia. Para conseguirlo, los antifa recurren a acciones no violentas con las que tratan de informar sobre su postura, pero también contemplan el uso de la violencia, que consideran justificada para lograr su objetivo. Entre sus estrategias también está identificar y exponer a ultraderechistas en internet.
Para ampliar: “El terrorismo de extrema derecha ya es una amenaza global”, Arsenio Cuenca en El Orden Mundial, 2019
El movimiento antifa apenas tuvo presencia en Estados Unidos hasta la elección presidencial de Donald Trump en 2016, a partir de la que los grupos antifascistas se volvieron más activos en todo el país. En los últimos años han protagonizado acciones como el boicot de un acto de extrema derecha en la Universidad de Berkeley (California) en febrero de 2017, y participaron en las contramanifestaciones de Charlottesville (Virginia) en agosto del mismo año, enfrentándose a supremacistas blancos. Los grupos antifa estadounidenses también simpatizan con movimientos como Black Lives Matter en apoyo a la comunidad afroestadounidense, y han participado en las protestas contra la violencia policial que estallaron tras asesinato de George Floyd el 25 de mayo de 2020 a manos de la policía blanco en Mineápolis (Minesota).
A raíz de su participación en las protestas raciales de finales de mayo, Trump anunció en su Twitter el 31 de mayo que designaría al movimiento antifa como una organización terrorista. Hasta el momento, el FBI ha investigado a personas antifascistas por llevar a cabo acciones violentas. Sin embargo, no parece que el movimiento antifa pueda ser legalmente designado como organización terrorista en Estados Unidos, pues no es una organización formal: dos senadores republicanos ya lo habían intentado en julio de 2019 sin éxito. Por si fuera poco, la legislación estadounidense solo contempla el terrorismo internacional, no a grupos terroristas locales, y el movimiento antifa no opera de forma coordinada a nivel internacional. Es más, señalar a un movimiento que se opone al autoritarismo podría suponer una vulneración de la libertad de expresión. En definitiva, la declaración de Trump no tiene respaldo legal y parece más un intento de señalar responsables de las protestas que de una propuesta realizable.
Para ampliar: “¿Afectarán las protestas raciales a las elecciones presidenciales en Estados Unidos?”, Alex Maroño en El Orden Mundial, 2020
El movimiento antifa no puede considerarse una organización, ya que no cuenta con estructura, afiliados ni liderazgo formal. Por el contrario, los antifa se organizan y actúan a nivel local, y el movimiento ni siquiera se basa en una única ideología: incluye a socialistas, anarquistas, comunistas o anticapitalistas unidos en su oposición a la extrema derecha y, particularmente en Estados Unidos, al supremacismo blanco. Su objetivo es impedir que la extrema derecha difunda sus discursos, ya que, según los antifascistas, estos generan odio contra las minorías y son una amenaza para la democracia. Para conseguirlo, los antifa recurren a acciones no violentas con las que tratan de informar sobre su postura, pero también contemplan el uso de la violencia, que consideran justificada para lograr su objetivo. Entre sus estrategias también está identificar y exponer a ultraderechistas en internet.
Para ampliar: “El terrorismo de extrema derecha ya es una amenaza global”, Arsenio Cuenca en El Orden Mundial, 2019
El movimiento antifa apenas tuvo presencia en Estados Unidos hasta la elección presidencial de Donald Trump en 2016, a partir de la que los grupos antifascistas se volvieron más activos en todo el país. En los últimos años han protagonizado acciones como el boicot de un acto de extrema derecha en la Universidad de Berkeley (California) en febrero de 2017, y participaron en las contramanifestaciones de Charlottesville (Virginia) en agosto del mismo año, enfrentándose a supremacistas blancos. Los grupos antifa estadounidenses también simpatizan con movimientos como Black Lives Matter en apoyo a la comunidad afroestadounidense, y han participado en las protestas contra la violencia policial que estallaron tras asesinato de George Floyd el 25 de mayo de 2020 a manos de la policía blanco en Mineápolis (Minesota).
A raíz de su participación en las protestas raciales de finales de mayo, Trump anunció en su Twitter el 31 de mayo que designaría al movimiento antifa como una organización terrorista. Hasta el momento, el FBI ha investigado a personas antifascistas por llevar a cabo acciones violentas. Sin embargo, no parece que el movimiento antifa pueda ser legalmente designado como organización terrorista en Estados Unidos, pues no es una organización formal: dos senadores republicanos ya lo habían intentado en julio de 2019 sin éxito. Por si fuera poco, la legislación estadounidense solo contempla el terrorismo internacional, no a grupos terroristas locales, y el movimiento antifa no opera de forma coordinada a nivel internacional. Es más, señalar a un movimiento que se opone al autoritarismo podría suponer una vulneración de la libertad de expresión. En definitiva, la declaración de Trump no tiene respaldo legal y parece más un intento de señalar responsables de las protestas que de una propuesta realizable.
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