¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN CUBA?
12 de julio de 2021
13 de julio de 2021
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De la hermana Claudia Korol
La hermana revolución
Tengo los mismos años que la revolución cubana… Será por eso que la miro como a una hermana con la que crecí, con la que compartí esperanzas, proyectos, emociones, gustos y disgustos.
Cuando la revolución cubana alfabetizaba, enseñando el ABC de un mundo nuevo a campesinos y mujeres, yo aprendía a pronunciar mis primeras palabras.
Mi hermana fue multiplicándose hacia adentro y hacia afuera, desafiando y desafiada por los poderes mundiales, orgullosa y altiva.
Bloqueada, castigada, amenazada, la pequeña revolución se volvió gigante en dignidad y en ejemplo. Cuando todos se arrodillaron frente al imperio, la muchacha se puso de pie, y dijo a su modo: “aquí no se rinde nadie”. Cuando todos creyeron el cuento del fin de la historia, mi hermanita dijo que su historia, la nuestra, seguía haciéndose como herejía colectiva.
La educación, la salud, el arte, la investigación, la producción, se desplegaron en el territorio asediado, en la isla guevariada con los sueños de todxs.
La hermana revolución nos enseñó a caminar fidelísimas a nuestras convicciones, aun en soledad. Nos enseñó que la soledad puede estar bien acompañada. Nos cantó y nos contó que todas las rebeldías pueden tener rostro de pueblo.
Cada 1° de enero mi hermana cumple años. Yo envejezco y ella se vuelve joven. Yo colecciono silencios y ella florece poesías y cantos. Yo duelo sus dificultades, sus errores, sus pasos en falso, y ella los corrige, aprende de ellos, los rehace. No hay obra humana sin errores, y la revolución es, sobre todo, humana. Yo la celebro como la celebran ustedes, y ella se revoluciona una vez más.
La revolución tiene el cuerpo marcado con las cicatrices del pueblo. Tiene una sonrisa dibujada en el rostro, porque mi hermana es -por sobre todas las cosas- cubana, y por ser cubana, es alegre, es fiestera, le gusta la pachanga.
La revolución tiene en su cintura el machete. Tiene en sus manos el fusil. Tiene en sus venas la sangre de todos y todas las caídas en las luchas de liberación. Tiene en sus raíces y en sus frutos, las semillas no transgénicas del socialismo. Tiene en su presente de tanta y tanta lucha, el deseo nuestro.
La hermana revolución
Tengo los mismos años que la revolución cubana… Será por eso que la miro como a una hermana con la que crecí, con la que compartí esperanzas, proyectos, emociones, gustos y disgustos.
Cuando la revolución cubana alfabetizaba, enseñando el ABC de un mundo nuevo a campesinos y mujeres, yo aprendía a pronunciar mis primeras palabras.
Mi hermana fue multiplicándose hacia adentro y hacia afuera, desafiando y desafiada por los poderes mundiales, orgullosa y altiva.
Bloqueada, castigada, amenazada, la pequeña revolución se volvió gigante en dignidad y en ejemplo. Cuando todos se arrodillaron frente al imperio, la muchacha se puso de pie, y dijo a su modo: “aquí no se rinde nadie”. Cuando todos creyeron el cuento del fin de la historia, mi hermanita dijo que su historia, la nuestra, seguía haciéndose como herejía colectiva.
La educación, la salud, el arte, la investigación, la producción, se desplegaron en el territorio asediado, en la isla guevariada con los sueños de todxs.
La hermana revolución nos enseñó a caminar fidelísimas a nuestras convicciones, aun en soledad. Nos enseñó que la soledad puede estar bien acompañada. Nos cantó y nos contó que todas las rebeldías pueden tener rostro de pueblo.
Cada 1° de enero mi hermana cumple años. Yo envejezco y ella se vuelve joven. Yo colecciono silencios y ella florece poesías y cantos. Yo duelo sus dificultades, sus errores, sus pasos en falso, y ella los corrige, aprende de ellos, los rehace. No hay obra humana sin errores, y la revolución es, sobre todo, humana. Yo la celebro como la celebran ustedes, y ella se revoluciona una vez más.
La revolución tiene el cuerpo marcado con las cicatrices del pueblo. Tiene una sonrisa dibujada en el rostro, porque mi hermana es -por sobre todas las cosas- cubana, y por ser cubana, es alegre, es fiestera, le gusta la pachanga.
La revolución tiene en su cintura el machete. Tiene en sus manos el fusil. Tiene en sus venas la sangre de todos y todas las caídas en las luchas de liberación. Tiene en sus raíces y en sus frutos, las semillas no transgénicas del socialismo. Tiene en su presente de tanta y tanta lucha, el deseo nuestro.
14 de julio de 2021
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Cuba. Al socialismo le falta mucho -muchísimo- para ser justo.
Quizá al final ni se llame socialismo, porque va a ser un híbrido.
Pero no hay mal mayor que el cáncer imperial, que devora la vida donde esté, despojando pueblos a miles de millas de sus costas.
Sus beneficiarios son un 1%, pero sus adoradores, aún cuando también son víctimas, callan sus abusos y recogen nerviosos sus migajas.
Se sienten seguros bajo la inmensa sombra de la matrix todopoderosa, y ella les toca los resortes y se expresa a través de sus voces, pantallas, pedacitos de mundo a su servicio.
Lógico que no nos soporten, lógico que con vernos resistir, sobrevivir y respirar nos llenen de diatribas.
Escogimos no ser dóciles asalariados, escogimos la estrella que ilumina y mata.
Que asuman su vergüenza.
Silvio Rodríguez Domínguez, cantautor Cubano.
Quizá al final ni se llame socialismo, porque va a ser un híbrido.
Pero no hay mal mayor que el cáncer imperial, que devora la vida donde esté, despojando pueblos a miles de millas de sus costas.
Sus beneficiarios son un 1%, pero sus adoradores, aún cuando también son víctimas, callan sus abusos y recogen nerviosos sus migajas.
Se sienten seguros bajo la inmensa sombra de la matrix todopoderosa, y ella les toca los resortes y se expresa a través de sus voces, pantallas, pedacitos de mundo a su servicio.
Lógico que no nos soporten, lógico que con vernos resistir, sobrevivir y respirar nos llenen de diatribas.
Escogimos no ser dóciles asalariados, escogimos la estrella que ilumina y mata.
Que asuman su vergüenza.
Silvio Rodríguez Domínguez, cantautor Cubano.
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15 de julio de 2021
"Lo que no dicen de Cuba es que desde hace casi dos años se ha estado documentando la participación de empresas y sitios digitales de Florida en la organización de esta campaña, con financiamiento gubernamental estadounidense.
Tampoco hablan del uso de sistemas de big data e inteligencia artificial de última generación contra la Isla, como los que emplearon para justificar el golpe de Estado en Bolivia, por ejemplo, y la presencia de cibertropas digitales que coordinan acciones en las redes y utilizan esos sistemas de inteligencia computacional para generar una ruidosa cámara de eco contra el gobierno cubano.
El investigador español Julián Macías Tovar ha mostrado cómo estas cibertropas organizadas en Twitter amplificaron millones de mensajes y dieron instrucciones para el acoso coordinado a influencers con el objetivo de darle volumen a la etiqueta #SOSCuba.
Las tácticas utilizadas, propias de operaciones de ciberguerra, tenían el objetivo de generar de manera artificial la ilusión de un consenso a gran escala contra el gobierno cubano a partir de una operación de fuerza bruta en las plataformas sociales, minuciosamente planificada, que reúne todas las características de la guerra irregular o híbrida de diseño estadounidense en tiempos de Internet, que lleva casi 20 años de práctica.
Cuando en 2003 el Departamento de Defensa de Estados Unidos declaró al ciberespacio como un nuevo territorio a conquistar, lo hizo para definir las operaciones de network centric warfare, o ciberguerra, descritas como 'la realización y la preparación para llevar a cabo operaciones militares de acuerdo con los principios relacionados con la información.
Significa perturbar, si no destruir, los sistemas de información y comunicación, definidos en términos generales para incluir además la cultura militar, en la que se apoya un adversario para 'conocerse' a sí mismo: quién es, dónde está, qué puede hacer, cuándo puede hacerlo, por qué está luchando, qué amenazas contrarrestar primero, etc'".
Tampoco hablan del uso de sistemas de big data e inteligencia artificial de última generación contra la Isla, como los que emplearon para justificar el golpe de Estado en Bolivia, por ejemplo, y la presencia de cibertropas digitales que coordinan acciones en las redes y utilizan esos sistemas de inteligencia computacional para generar una ruidosa cámara de eco contra el gobierno cubano.
El investigador español Julián Macías Tovar ha mostrado cómo estas cibertropas organizadas en Twitter amplificaron millones de mensajes y dieron instrucciones para el acoso coordinado a influencers con el objetivo de darle volumen a la etiqueta #SOSCuba.
Las tácticas utilizadas, propias de operaciones de ciberguerra, tenían el objetivo de generar de manera artificial la ilusión de un consenso a gran escala contra el gobierno cubano a partir de una operación de fuerza bruta en las plataformas sociales, minuciosamente planificada, que reúne todas las características de la guerra irregular o híbrida de diseño estadounidense en tiempos de Internet, que lleva casi 20 años de práctica.
Cuando en 2003 el Departamento de Defensa de Estados Unidos declaró al ciberespacio como un nuevo territorio a conquistar, lo hizo para definir las operaciones de network centric warfare, o ciberguerra, descritas como 'la realización y la preparación para llevar a cabo operaciones militares de acuerdo con los principios relacionados con la información.
Significa perturbar, si no destruir, los sistemas de información y comunicación, definidos en términos generales para incluir además la cultura militar, en la que se apoya un adversario para 'conocerse' a sí mismo: quién es, dónde está, qué puede hacer, cuándo puede hacerlo, por qué está luchando, qué amenazas contrarrestar primero, etc'".
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¿Qué dicen los senadores Menéndez y Rubio sobre una intervención de EEUU en Cuba?
"El senador demócrata Bob Menéndez, que preside el comité de Exteriores del Senado de EEUU, dejó claro el martes que no habrá una intervención militar en Cuba.
Menéndez, de origen cubano, es uno de los senadores más influyentes en política exterior y mantiene una línea directa con el presidente de EEUU, Joe Biden, con el que conversó en las últimas horas acerca de las masivas protestas antigubernamentales del domingo en la isla.
'Nadie ha considerado eso, así que vamos a dejar eso al lado', afirmó Menéndez, quien destacó que son los 'fidelistas' en la isla los que quieren promover ese miedo.
El senador republicano por Florida, Marco Rubio, también lo descartó.
Dijo que no cree que sea factible con esta administración. Y más allá de una visión partidista dijo que hay que hablarle claro a las personas.
'El futuro de Cuba le corresponde al pueblo cubano', señaló.
Habló de posibles escenarios, como una crisis migratoria y de acciones que sí se pudieran ejecutar, como la de dar acceso a Internet al pueblo en la isla.
'Ningún régimen puede sobrevivir con un internet abierto. Y, el cubano va a tener la oportunidad de tener acceso a los medios de prensa que ellos escojan incluyendo medios internacionales. Y existe la tecnología para hacerlo y en eso nos hemos enfocado muchísimo. Yo creo que eso sería enormemente importante', dijo.
En esa línea, sectores del exilio cubano en Florida han pedido a la Administración de Biden que juegue un papel más activo y algunos se han posicionado a favor de una intervención militar, tal como ocurrió con un grupo de manifestantes que acudió a la sede del Comando Sur en Doral, este martes.
El alcalde de Miami, el republicano Francis Suarez, de origen cubano, también pidió el lunes al Gobierno que 'intervenga' en Cuba 'de una forma o de otra'".
Menéndez, de origen cubano, es uno de los senadores más influyentes en política exterior y mantiene una línea directa con el presidente de EEUU, Joe Biden, con el que conversó en las últimas horas acerca de las masivas protestas antigubernamentales del domingo en la isla.
'Nadie ha considerado eso, así que vamos a dejar eso al lado', afirmó Menéndez, quien destacó que son los 'fidelistas' en la isla los que quieren promover ese miedo.
El senador republicano por Florida, Marco Rubio, también lo descartó.
Dijo que no cree que sea factible con esta administración. Y más allá de una visión partidista dijo que hay que hablarle claro a las personas.
'El futuro de Cuba le corresponde al pueblo cubano', señaló.
Habló de posibles escenarios, como una crisis migratoria y de acciones que sí se pudieran ejecutar, como la de dar acceso a Internet al pueblo en la isla.
'Ningún régimen puede sobrevivir con un internet abierto. Y, el cubano va a tener la oportunidad de tener acceso a los medios de prensa que ellos escojan incluyendo medios internacionales. Y existe la tecnología para hacerlo y en eso nos hemos enfocado muchísimo. Yo creo que eso sería enormemente importante', dijo.
En esa línea, sectores del exilio cubano en Florida han pedido a la Administración de Biden que juegue un papel más activo y algunos se han posicionado a favor de una intervención militar, tal como ocurrió con un grupo de manifestantes que acudió a la sede del Comando Sur en Doral, este martes.
El alcalde de Miami, el republicano Francis Suarez, de origen cubano, también pidió el lunes al Gobierno que 'intervenga' en Cuba 'de una forma o de otra'".
16 de julio de 2021
17 de julio de 2021
*FREI BETTO*
Pocos ignoran mi solidaridad con la Revolución Cubana. Durante 40 años he visitado la isla con frecuencia, por compromisos laborales e invitaciones a eventos. Durante un largo período intermedié la reanudación del diálogo entre los obispos católicos y el gobierno cubano, como se describe en mis libros “Fidel y la religión” (Fontanar / Companhia das Letras) y “Paraíso perdido – Viajes al mundo socialista” (Rocco). Asesoro al gobierno cubano en la implementación del Plan de Educación en Soberanía Alimentaria y Nutrición. Conozco en detalles la vida cotidiana cubana, incluidas las dificultades que enfrenta la población, el cuestionamiento a la Revolución, las críticas a los intelectuales y artistas del país. Visité cárceles, hablé con opositores a la Revolución, conviví con sacerdotes y laicos cubanos reacios al socialismo. Cuando me dicen, brasileño, no hay democracia en Cuba, desciendo de la abstracción de las palabras a la realidad. ¿Cuántas fotos o noticias se han visto o se ven sobre cubanos en situación de pobreza, mendigos esparcidos por las aceras, niños abandonados en las calles, familias bajo pasos elevados? ¿Algo parecido a la Cracolandia, las milicias, las largas filas de enfermos que esperan años para ser atendidos en un hospital? Les advierto a mis amigos: si son ricos en Brasil y viven en Cuba, conocerán el infierno. No podrá cambiar de automóvil todos los años, comprar ropa de diseñador, viajar con frecuencia por vacaciones en el extranjero. Y, sobre todo, no podrás explotar el trabajo ajeno, mantener a tus empleados a oscuras, «orgulloso» de María, tu cocinera desde hace 20 años, y a quien le niegas el acceso a tu propia casa, escolaridad y seguro médico. . Si eres de clase media, prepárate para experimentar el purgatorio. Aunque Cuba ya no es una sociedad nacionalizada, la burocracia persiste, hay que tener paciencia en las colas en los mercados, muchos productos disponibles este mes pueden no encontrarse en el próximo por las inconsistencias de las importaciones. Sin embargo, si es asalariado, pobre, sin hogar o sin tierra, prepárese para experimentar el paraíso. La Revolución garantizará sus tres derechos humanos fundamentales: alimentación, salud y educación, así como vivienda y trabajo. Es posible que tenga apetito por no comer lo que le gusta, pero nunca tendrá hambre. Tu familia tendrá educación y atención médica, incluidas cirugías complejas, totalmente gratis, como deber del Estado y derecho ciudadano. No hay nada más prostituido que el lenguaje. La célebre democracia nacida en Grecia tiene sus méritos, pero es bueno recordar que, en ese momento, Atenas tenía 20.000 habitantes que vivían del trabajo de 400.000 esclavos… ¿Qué respondería uno de estos miles de siervos si se le preguntara por las virtudes de la democracia? No deseo para el futuro de Cuba, el presente de Brasil, Guatemala, Honduras o incluso Puerto Rico, colonia de Estados Unidos, a la que se le niega la independencia. Tampoco quiero que Cuba invada Estados Unidos y ocupe una zona costera de California, como es el caso de Guantánamo, que se ha convertido en un centro de tortura y encarcelamiento ilegal de presuntos terroristas. Democracia, en mi concepto, significa el «Padre Nuestro» – la autoridad legitimada por la voluntad popular – y el » pan nuestro » – el compartir de los frutos de la naturaleza y el trabajo humano. La rotación electoral no asegura ni asegura la democracia. Brasil e India, considerados democracias, son ejemplos evidentes de miseria, pobreza, exclusión, opresión y sufrimiento. Sólo quienes conocen la realidad de Cuba antes de 1959 saben por qué Fidel tuvo tanto apoyo popular para llevar a la Revolución a la victoria. El país era conocido con el sobrenombre de «burdel caribeño». La mafia dominaba la banca y el turismo (hay varias películas sobre esto). El principal barrio de La Habana, hoy Vedado, tiene este nombre porque allí no podían circular los negros… Estados Unidos nunca se resignó a haber perdido a Cuba sujeto a sus ambiciones. Por eso, justo después de la victoria de las guerrillas de la Sierra Maestra, intentaron invadir la isla con tropas mercenarias. Fueron derrotados en abril de 1961. Al año siguiente, el presidente Kennedy decretó el bloqueo de Cuba, que continúa hasta el día de hoy. Cuba es una isla con pocos recursos. Está obligada a importar más del 60% de los productos básicos del país. Con el endurecimiento del bloqueo impulsado por Trump (243 nuevas medidas y, hasta ahora, no removidas por Biden), y la pandemia, que se centró en una de las principales fuentes de recursos del país, el turismo, la situación interna empeoró. Los cubanos tuvieron que apretarse el cinturón. |
Luego, los descontentos con la Revolución, que gravitan en la órbita del “sueño americano”, promovieron las protestas del domingo 11 de julio –con la ayuda “solidaria” de la CIA-, cuya cabeza acaba de recorrer el continente, preocupada por la resultado de las elecciones en Perú y Chile.
Quien mejor puede explicar la situación actual en Cuba es su presidente, Díaz-Canel: “Ha comenzado la persecución financiera, económica, comercial y energética. Ellos (la Casa Blanca) quieren una convulsión social interna en Cuba para convocar “misiones humanitarias” que se traduzcan en invasiones e injerencias militares”. “Hemos sido honestos, hemos sido transparentes, hemos sido claros y, en todo momento, hemos explicado a nuestra gente las complejidades de hoy. Recuerdo que hace más de año y medio, cuando comenzó la segunda mitad de 2019, tuvimos que explicar que estábamos en una situación difícil. Estados Unidos comenzó a intensificar una serie de medidas restrictivas, endurecimiento del bloqueo, persecuciones financieras contra el sector energético, con el objetivo de asfixiar nuestra economía. Esto provocaría el deseado estallido social masivo, para poder llamar a una intervención “humanitaria”, que terminaría en intervenciones militares”. “Esta situación continuó, luego vinieron las 243 medidas (de Trump, para endurecer el bloqueo) que todos conocemos y, finalmente, se decidió incluir a Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo. Todas estas restricciones llevaron al país a recortar de inmediato diversas fuentes de ingresos en divisas, como el turismo, los viajes cubanoamericanos a nuestro país y las remesas. Se formó un plan para desacreditar a las brigadas médicas cubanas y las colaboraciones solidarias de Cuba, que recibieron una gran parte de divisas por esta colaboración”. “Toda esta situación ha generado una situación de escasez en el país, principalmente de alimentos, medicinas, materias primas e insumos para que podamos desarrollar nuestros procesos económicos y productivos que, al mismo tiempo, contribuyan a las exportaciones. Se eliminan dos elementos importantes: la capacidad de exportar y la capacidad de invertir recursos”. “También tenemos limitaciones de combustible y repuestos, y todo esto ha provocado un nivel de insatisfacción, sumado a los problemas acumulados que hemos podido resolver y que venían del Período Especial (1990-1995, cuando se derrumbó la Unión Soviética), con graves consecuencias en la economía cubana. Junto a una feroz campaña mediática de descrédito, como parte de la guerra no convencional, que intenta fracturar la unidad entre el partido, el estado y el pueblo; y pretende calificar al gobierno de insuficiente e incapaz de brindar bienestar al pueblo cubano”. “El ejemplo de la Revolución Cubana molestó mucho a Estados Unidos durante 60 años. Aplicaron un bloqueo injusto, criminal y cruel, ahora intensificado en la pandemia. Bloqueos y acciones restrictivas que nunca han realizado contra ningún otro país, ni contra los que consideran sus principales enemigos. Por tanto, ha sido una política perversa contra una pequeña isla que solo aspira a defender su independencia, su soberanía y construir su sociedad con autodeterminación, según principios que más del 86% de la población ha apoyado”. “En medio de estas condiciones surgió una pandemia, una pandemia que afectó no solo a Cuba sino al mundo entero, incluido Estados Unidos. Afectó a los países ricos, y hay que decir que, ante esta pandemia, ni Estados Unidos ni estos países ricos tuvieron toda la capacidad para hacer frente a sus efectos. Los pobres se vieron perjudicados, porque no hay políticas públicas dirigidas al pueblo, y hay indicadores de la lucha contra la pandemia con peores resultados que los de Cuba en muchos casos. Las tasas de infección y mortalidad por millón de habitantes son notablemente más altas en los EEUU. Que en Cuba (EEUU registró 1.724 muertes por millón, mientras que Cuba tiene 47 muertes por millón). Mientras Estados Unidos se atrincheraba en el nacionalismo de las vacunas, la Brigada Henry Reeve de médicos cubanos continuó su trabajo entre las personas más pobres del mundo (así que, por supuesto, merece el Premio Nobel de la Paz)”. “Sin la posibilidad de invadir Cuba con éxito, Estados Unidos persiste con un rígido bloqueo. Tras la caída de la URSS, que proporcionó a la isla los medios para sortear el bloqueo, Estados Unidos intentó aumentar su control sobre el país caribeño. Desde 1992 en adelante, la Asamblea General de la ONU votó abrumadoramente para poner fin a este bloqueo. El gobierno cubano informó que entre abril de 2019 y marzo de 2020 Cuba perdió $ 5 mil millones en comercio potencial debido al bloqueo; durante las últimas seis décadas, ha perdido el equivalente a 144.000 millones de dólares. Ahora, el gobierno de Estados Unidos ha intensificado las sanciones contra las compañías navieras que traen petróleo a la isla”. Es esta fragilidad la que abre un flanco a las manifestaciones de descontento, sin que el gobierno haya colocado tanques y tropas en las calles. La resiliencia del pueblo cubano, alimentada por ejemplos como Martí, Che Guevara y Fidel, ha resultado invencible. Y a él, todos los que luchamos por un mundo más justo, le debemos solidaridad. |
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"«Los dueños de esas redes, los dictadores de sus algoritmos, han abierto al odio, sin el más mínimo control ético, las compuertas de sus poderosas plataformas».
Díaz-Canel destacó que, en las semanas previas, se desarrolló una intensa labor política-comunicacional por parte de una gran plataforma de intoxicación mediática, financiada por el gobierno de los Estados Unidos y la maquinaria política de la Florida. Su objetivo, puntualizó, era alentar disturbios e inestabilidad en el país, aprovechando las difíciles condiciones aparejadas a la pandemia, el bloqueo recrudecido y las más de 240 medidas de la administración Trump.
Realizaron en esos días actos de guerra no convencional, instruyeron llamados al estallido social, la violencia, la agresión a agentes policiales, el vandalismo y el sabotaje, precisó.
Utilizaron para ello, sistemas de inteligencia artificial y cibertropas, y contaron también con la complicidad de una poderosa transnacional que les permitió violar impunemente sus propias regulaciones, y desatendió las legítimas denuncias de los usuarios y de algunos medios de prensa y agencias mediáticas, alertó".
Díaz-Canel destacó que, en las semanas previas, se desarrolló una intensa labor política-comunicacional por parte de una gran plataforma de intoxicación mediática, financiada por el gobierno de los Estados Unidos y la maquinaria política de la Florida. Su objetivo, puntualizó, era alentar disturbios e inestabilidad en el país, aprovechando las difíciles condiciones aparejadas a la pandemia, el bloqueo recrudecido y las más de 240 medidas de la administración Trump.
Realizaron en esos días actos de guerra no convencional, instruyeron llamados al estallido social, la violencia, la agresión a agentes policiales, el vandalismo y el sabotaje, precisó.
Utilizaron para ello, sistemas de inteligencia artificial y cibertropas, y contaron también con la complicidad de una poderosa transnacional que les permitió violar impunemente sus propias regulaciones, y desatendió las legítimas denuncias de los usuarios y de algunos medios de prensa y agencias mediáticas, alertó".
18 de julio de 2021
19 de julio de 2021
21 de julio de 2021
22 de julio de 2021
24 de julio de 2021
25 de julio de 2021
DISCURSO DEL PRESIDENTE DE MÉXICO, ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR,
EN EL 238 ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE SIMÓN BOLÍVAR, EL LIBERTADOR
Respetables cancilleres y representantes de países hermanos de nuestra América
Agradezco la presencia de Isabel Allende, gran escritora chilena que nos acompaña en este acto para homenajear al Libertador Simón Bolívar, recrear su proyecto de unidad entre los pueblos de América Latina y el Caribe, y apoyarnos en la historia para enfrentar mejor el presente y el porvenir. Amigas y amigos, Nacido en 1783, exactamente 30 años después que Miguel Hidalgo, Simón Bolívar decidió desde muy joven luchar por causas grandes, nobles y justas. Como el propio Hidalgo y como José María Morelos y Pavón, los padres de nuestra patria, el libertador Bolívar reunía virtudes excepcionales. |
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Bolívar es un vivo ejemplo de cómo una buena formación humanista puede sobreponerse a la indiferencia o a la comodidad de quienes provienen de cuna fina. Bolívar pertenecía a una familia acomodada, de hacendados, pero desde niño fue educado por Simón Rodríguez, un pedagogo y reformador social que lo acompañó en su formación hasta que alcanzó un elevado grado de madurez intelectual y de conciencia.
En 1805, con apenas 22 años, en el Monte Sacro de Roma “jura en presencia de su maestro y tocayo no dar descanso a su brazo ni reposo a su alma hasta que haya logrado libertar al mundo hispanoamericano de la tutela española”.
Al igual que su padre, tenía vocación militar, pero al mismo tiempo era un hombre ilustrado y como solía decirse, de mundo, pues viajó mucho por Europa; vivió o visitó España, Francia, Italia, Inglaterra; hablaba francés, sabía de matemáticas, historia y literatura, pero no sólo era un hombre de pensamiento sino también de acción.
Conocía el arte de la guerra y era al mismo tiempo un político con vocación y voluntad transformadora: sabía de la importancia del discurso; la fuerza de las ideas, la eficacia de las proclamas y era consciente de la gran utilidad del periodismo y la imprenta como instrumento para la lucha. Conocía el efecto que causaba la promulgación de leyes en beneficio del pueblo y, sobre todo, valoraba la importancia de no rendirse, de la perseverancia y de no perder nunca la fe en el triunfo de la causa por la que se lucha en bien de los demás.
En 1811, Bolívar se incorpora al ejército anticolonialista, bajo las órdenes de Francisco de Miranda, precursor del Movimiento Independentista. Poco después, ante titubeos de este militar, Bolívar toma el mando de las tropas y en 1813 inicia la liberación de Venezuela; poco antes, como escribe Manuel Pérez Vila, uno de sus biógrafos, los pueblos lo empezaron a llamar Libertador, “título que le confieren solemnemente, en octubre de 1813, la municipalidad y el pueblo de Caracas, y con el cual habría de pasar a la historia”.
En su lucha incansable por los caminos y los mares de América se entrelazan triunfos y derrotas; su campaña militar lo lleva a refugiarse en Jamaica y en Haití; de este pueblo y de su gobierno recibe en dos ocasiones apoyo para sus campañas, algo verdaderamente excepcional y un ejemplo de solidaridad y hermandad latinoamericana.
En 1819 entra triunfante a Bogotá y poco después se expide la Ley Fundamental de la República de Colombia. Este gran estado, la gran Colombia, creación del libertador, comprendía las actuales republicas de Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá.
No todo fue fácil en su lucha: perdió batallas, enfrentó traiciones y, como en todo movimiento trasformador o revolucionario, aparecieron las divisiones internas que pueden llegar a hacer hasta más dañinas que las contiendas contra los verdaderos adversarios.
En la lucha para liberar a los pueblos de nuestra América, Bolívar contó con el gran apoyo del general Antonio José de Sucre y en 1822, se encontró, en Guayaquil, Ecuador, con el general José de San Martín, otro ilustre titán de la independencia sudamericana.
En ese entonces se constituye la “República Bolívar” hoy Bolivia, y se consuma la independencia de Perú. Por cierto, en la costa de este país, a principios de 1824, Bolívar se enferma y a pesar de las malas noticias, por traiciones y derrotas, se cuenta que desde el butaque donde estaba sentado surgió la famosa exclamación: “¡Triunfar!”. Esta anécdota la hizo poesía el maestro Carlos Pellicer, quien lo admiraba con intensidad y vocación; dice el verso:
Señor don Joaquín Mosquera
de cierta villa, llegaba.
Apeóse de su mula
y al Libertador buscara.
Vieja silla de baqueta
en la pared reclinada
de una miserable casa;
sobre de ella el cuerpo triste
de Bolívar descansaba.
Abrazóle don Joaquín
con muy corteses palabras.
El héroe del Nuevo Mundo
apenas si contestaba.
Luego que el señor Mosquera
las penas enumerara,
le preguntó a don Simón:
“Y ahora, ¿qué va usté a hacer?”
“¡Triunfar!” El Libertador
respondió con loca fe.
Y fue sólido silencio
de admiración y de espanto…
Luego de ese aciago momento, el Libertador vivió muchos otros de igual desdicha; el último tramo de su existencia está marcado por las constantes divisiones en las filas liberales, que llevaran incluso a que, en vísperas de su muerte, Venezuela se proclamara estado independiente de la Gran Colombia. El 17 de diciembre de 1830, el gran libertador Simón Bolívar cerró los ojos y ya no despertó.
● ● ●
La lucha por la integridad de los pueblos de nuestra América sigue siendo un bello ideal. No ha sido fácil volver realidad ese hermoso propósito. Sus obstáculos principales han sido el movimiento conservador de las naciones de América, las rupturas en las filas del movimiento liberal y el predominio de Estados Unidos en el continente. No olvidemos que casi al mismo tiempo que nuestros países se fueron independizando de España y de otras naciones europeas, fue emergiendo en este continente la nueva metrópoli de dominación hegemónica.
Durante el difícil periodo de las guerras independentistas, inaugurado por lo general alrededor de 1810, los gobernantes estadounidenses, con óptica enteramente pragmática, siguieron los acontecimientos con sigiloso interés. Estados Unidos maniobró en diferentes tiempos conforme a un juego unilateral: cautela extrema al principio, para no irritar a España, Gran Bretaña, la Santa Alianza, sin obstaculizar la descolonización, que por momentos se veía dudosa; sin embargo, hacia 1822, Washington inició el reconocimiento rápido de las independencias logradas a fin de cerrar el paso al intervencionismo extracontinental, y en 1823, al fin, una política definida.
En octubre, Jefferson, progenitor de la Declaración de Independencia y convertido para entonces en una especie de oráculo, dio respuesta por carta a una consulta que sobre la materia le hiciera el presidente James Monroe. En un párrafo significativo, Jefferson dice: “Nuestra primera y fundamental máxima debería ser la de jamás mezclarnos en los embrollos de Europa. La segunda, nunca permitir que Europa se inmiscuya en los asuntos de este lado del Atlántico”. En diciembre, Monroe pronunció el famoso discurso en el que quedó delineada la doctrina que lleva su nombre.
La consigna de “América para los americanos” terminó de desintegrar a los pueblos de nuestro continente y destruir lo edificado por Bolívar. A lo largo de casi todo el siglo XIX se padeció de constantes ocupaciones, desembarcos, anexiones y a nosotros nos costó la pérdida de la mitad de nuestro territorio, con el gran zarpazo de 1848.
Esta expansión territorial y bélica de Estados Unidos se consagra cuando cae Cuba, el último bastión de España en América, en 1898, con el sospechoso hundimiento del acorazado Maine en La Habana, que da lugar a la enmienda Platt y a la ocupación de Guantánamo; es decir, para entonces Estados Unidos había terminado de definir su espacio físico-vital en toda América.
Desde aquel tiempo, Washington nunca ha dejado de realizar operaciones abiertas o encubiertas contra los países independientes situados al sur del Río Bravo. La influencia de la política exterior de Estados Unidos es predominante en América. Solo existe un caso especial, el de Cuba, el país que durante más de medio siglo ha hecho valer su independencia enfrentando políticamente a los Estados Unidos. Podemos estar de acuerdo o no con la Revolución Cubana y con su gobierno, pero el haber resistido 62 años sin sometimiento, es toda una hazaña. Puede que mis palabras provoquen enojo en algunos o en muchos, pero como dice la canción de René Pérez Joglar de Calle 13/Residente, “yo siempre digo lo que pienso”.
En consecuencia, creo que, por su lucha en defensa de la soberanía de su país, el pueblo de Cuba, merece el premio de la dignidad y esa isla debe ser considerada como la nueva Numancia por su ejemplo de resistencia, y pienso que por esa misma razón debiera ser declarada patrimonio de la humanidad.
Pero también sostengo que ya es momento de una nueva convivencia entre todos los países de América, porque el modelo impuesto hace más de dos siglos está agotado, no tiene futuro ni salida y ya no beneficia a nadie. Hay que hacer a un lado la disyuntiva de integrarnos a Estados Unidos o de oponernos en forma defensiva.
Es tiempo de explorar otra opción: la de dialogar con los gobernantes estadounidenses y convencerlos y persuadirlos de que una nueva relación entre los países de América es posible.
Considero que en la actualidad hay condiciones inmejorables para alcanzar este propósito de respetarnos y caminar juntos sin que nadie se quede atrás.
En este afán puede que ayude nuestra experiencia de integración económica con respeto a nuestra soberanía, que hemos ido llevando a cabo en la concepción y en la aplicación del Tratado económico y comercial con Estados Unidos y Canadá.
Obviamente, no es poca cosa tener de vecino a una nación como Estados Unidos. Nuestra cercanía nos obliga a buscar acuerdos y sería un grave error ponernos con Sansón a las patadas, pero al mismo tiempo tenemos poderosas razones para hacer valer nuestra soberanía y demostrar con argumentos, sin balandronadas, que no somos un protectorado, una colonia o su patio trasero. Además, con el paso del tiempo, poco a poco se ha ido aceptando una circunstancia favorable a nuestro país: el crecimiento desmesurado de China ha fortalecido en Estados Unidos la opinión de que debemos ser vistos como aliados y no como vecinos distantes.
El proceso de integración se ha venido dando desde 1994, cuando se firmó el primer Tratado, que aun incompleto, porque no abordó la cuestión laboral, como el de ahora, permitió que se fueran instalando plantas de autopartes del sector automotriz y de otras ramas y se han creado cadenas productivas que nos hacen indispensables mutuamente. Puede decirse que hasta la industria militar de Estados Unidos depende de autopartes que se fabrican en México. Esto no lo digo con orgullo sino para subrayar la interdependencia existente. Pero hablando de este asunto, como se lo comenté al presidente Joseph Biden, nosotros preferimos una integración económica con dimensión soberana con Estados Unidos y Canadá, a fin de recuperar lo perdido con respecto a la producción y el comercio con China, que seguirnos debilitando como región y tener en el Pacífico un escenario plagado de tensiones bélicas; para decirlo en otras palabras, nos conviene que Estados Unidos sea fuerte en lo económico y no sólo en lo militar. Lograr este equilibrio y no la hegemonía de ningún país, es lo más responsable y lo más conveniente para mantener la paz en bien de las generaciones futuras y de la humanidad.
Antes que nada, debemos ser realistas y aceptar, como lo planteé en el discurso que pronuncié en la Casa Blanca en julio del año pasado, que mientras China domina 12.2 por ciento del mercado de exportaciones y servicios a nivel mundial, Estados Unidos solo lo hace en 9.5 por ciento; y este desnivel viene de hace apenas 30 años, pues en 1990, la participación de China era de 1.3 por ciento y la de Estados Unidos de 12.4 por ciento. Imaginemos si esta tendencia de las últimas tres décadas se mantuviera, y no hay nada que legal o legítimamente pueda impedirlo, en otros 30 años, para el 2051, China tendría el dominio del 64.8 por ciento del mercado mundial y Estados Unidos entre el 4 y 10 por ciento; lo cual, insisto, además de una desproporción inaceptable en el terreno económico, mantendría viva la tentación de apostar a resolver esta disparidad con el uso de la fuerza, lo que nos pondría en peligro a todos.
Podría suponerse de manera simplista que corresponde a cada nación asumir su responsabilidad, pero tratándose de un asunto tan delicado y entrañable, con respeto al derecho ajeno y a la independencia de cada país, pensamos que lo mejor sería fortalecernos económica y comercialmente en América del Norte y en todo el continente. Además, no veo otra salida; no podemos cerrar nuestras economías ni apostar a la aplicación de aranceles a países exportadores del mundo y mucho menos debemos declarar la guerra comercial a nadie. Pienso que lo mejor es ser eficientes, creativos, fortalecer nuestro mercado regional y competir con cualquier país o región del mundo.
Desde luego, esto pasa por planear conjuntamente nuestro desarrollo; nada del dejar hacer o dejar pasar. Deben definirse de manera conjunta objetivos muy precisos; por ejemplo, dejar de rechazar a los migrantes, jóvenes en su mayoría, cuando para crecer se necesita de fuerza de trabajo que, en realidad, no se tiene con suficiencia ni en Estados Unidos ni en Canadá. ¿Por qué no estudiar la demanda de mano de obra y abrir ordenadamente el flujo migratorio? Y en el marco de este nuevo plan de desarrollo conjunto deben considerarse la política de inversión, lo laboral, la protección al medio ambiente y otros temas de mutuo interés para nuestras naciones.
Es obvio que esto debe implicar cooperación para el desarrollo y bienestar en todos los pueblos de América Latina y el Caribe. Es ya inaceptable la política de los últimos dos siglos, caracterizada por invasiones para poner o quitar gobernantes al antojo de la superpotencia; digamos adiós a las imposiciones, las injerencias, las sanciones, las exclusiones y los bloqueos.
Apliquemos, en cambio, los principios de no intervención, autodeterminación de los pueblos y solución pacífica de las controversias. Iniciemos en nuestro continente una relación bajo la premisa de George Washington, según la cual, “las naciones no deben aprovecharse del infortunio de otros pueblos”.
Estoy consciente que se trata de un asunto complejo que requiere de una nueva visión política y económica: la propuesta es, ni más ni menos, que construir algo semejante a la Unión Europea, pero apegado a nuestra historia, a nuestra realidad y a nuestras identidades. En ese espíritu, no debe descartarse la sustitución de la OEA por un organismo verdaderamente autónomo, no lacayo de nadie, sino mediador a petición y aceptación de las partes en conflicto, en asuntos de derechos humanos y de democracia. Es una gran tarea para buenos diplomáticos y políticos como los que, afortunadamente, existen en todos los países de nuestro continente.
Lo aquí planteado pueda parecer una utopía; sin embargo, debe considerarse que sin el horizonte de los ideales no se llega a ningún lado y que, en consecuencia, vale la pena intentarlo. Mantengamos vivo el sueño de Bolívar.
Muchas gracias.
Castillo Chapultepec, Ciudad de México, 24 de julio de 2021.
En 1805, con apenas 22 años, en el Monte Sacro de Roma “jura en presencia de su maestro y tocayo no dar descanso a su brazo ni reposo a su alma hasta que haya logrado libertar al mundo hispanoamericano de la tutela española”.
Al igual que su padre, tenía vocación militar, pero al mismo tiempo era un hombre ilustrado y como solía decirse, de mundo, pues viajó mucho por Europa; vivió o visitó España, Francia, Italia, Inglaterra; hablaba francés, sabía de matemáticas, historia y literatura, pero no sólo era un hombre de pensamiento sino también de acción.
Conocía el arte de la guerra y era al mismo tiempo un político con vocación y voluntad transformadora: sabía de la importancia del discurso; la fuerza de las ideas, la eficacia de las proclamas y era consciente de la gran utilidad del periodismo y la imprenta como instrumento para la lucha. Conocía el efecto que causaba la promulgación de leyes en beneficio del pueblo y, sobre todo, valoraba la importancia de no rendirse, de la perseverancia y de no perder nunca la fe en el triunfo de la causa por la que se lucha en bien de los demás.
En 1811, Bolívar se incorpora al ejército anticolonialista, bajo las órdenes de Francisco de Miranda, precursor del Movimiento Independentista. Poco después, ante titubeos de este militar, Bolívar toma el mando de las tropas y en 1813 inicia la liberación de Venezuela; poco antes, como escribe Manuel Pérez Vila, uno de sus biógrafos, los pueblos lo empezaron a llamar Libertador, “título que le confieren solemnemente, en octubre de 1813, la municipalidad y el pueblo de Caracas, y con el cual habría de pasar a la historia”.
En su lucha incansable por los caminos y los mares de América se entrelazan triunfos y derrotas; su campaña militar lo lleva a refugiarse en Jamaica y en Haití; de este pueblo y de su gobierno recibe en dos ocasiones apoyo para sus campañas, algo verdaderamente excepcional y un ejemplo de solidaridad y hermandad latinoamericana.
En 1819 entra triunfante a Bogotá y poco después se expide la Ley Fundamental de la República de Colombia. Este gran estado, la gran Colombia, creación del libertador, comprendía las actuales republicas de Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá.
No todo fue fácil en su lucha: perdió batallas, enfrentó traiciones y, como en todo movimiento trasformador o revolucionario, aparecieron las divisiones internas que pueden llegar a hacer hasta más dañinas que las contiendas contra los verdaderos adversarios.
En la lucha para liberar a los pueblos de nuestra América, Bolívar contó con el gran apoyo del general Antonio José de Sucre y en 1822, se encontró, en Guayaquil, Ecuador, con el general José de San Martín, otro ilustre titán de la independencia sudamericana.
En ese entonces se constituye la “República Bolívar” hoy Bolivia, y se consuma la independencia de Perú. Por cierto, en la costa de este país, a principios de 1824, Bolívar se enferma y a pesar de las malas noticias, por traiciones y derrotas, se cuenta que desde el butaque donde estaba sentado surgió la famosa exclamación: “¡Triunfar!”. Esta anécdota la hizo poesía el maestro Carlos Pellicer, quien lo admiraba con intensidad y vocación; dice el verso:
Señor don Joaquín Mosquera
de cierta villa, llegaba.
Apeóse de su mula
y al Libertador buscara.
Vieja silla de baqueta
en la pared reclinada
de una miserable casa;
sobre de ella el cuerpo triste
de Bolívar descansaba.
Abrazóle don Joaquín
con muy corteses palabras.
El héroe del Nuevo Mundo
apenas si contestaba.
Luego que el señor Mosquera
las penas enumerara,
le preguntó a don Simón:
“Y ahora, ¿qué va usté a hacer?”
“¡Triunfar!” El Libertador
respondió con loca fe.
Y fue sólido silencio
de admiración y de espanto…
Luego de ese aciago momento, el Libertador vivió muchos otros de igual desdicha; el último tramo de su existencia está marcado por las constantes divisiones en las filas liberales, que llevaran incluso a que, en vísperas de su muerte, Venezuela se proclamara estado independiente de la Gran Colombia. El 17 de diciembre de 1830, el gran libertador Simón Bolívar cerró los ojos y ya no despertó.
● ● ●
La lucha por la integridad de los pueblos de nuestra América sigue siendo un bello ideal. No ha sido fácil volver realidad ese hermoso propósito. Sus obstáculos principales han sido el movimiento conservador de las naciones de América, las rupturas en las filas del movimiento liberal y el predominio de Estados Unidos en el continente. No olvidemos que casi al mismo tiempo que nuestros países se fueron independizando de España y de otras naciones europeas, fue emergiendo en este continente la nueva metrópoli de dominación hegemónica.
Durante el difícil periodo de las guerras independentistas, inaugurado por lo general alrededor de 1810, los gobernantes estadounidenses, con óptica enteramente pragmática, siguieron los acontecimientos con sigiloso interés. Estados Unidos maniobró en diferentes tiempos conforme a un juego unilateral: cautela extrema al principio, para no irritar a España, Gran Bretaña, la Santa Alianza, sin obstaculizar la descolonización, que por momentos se veía dudosa; sin embargo, hacia 1822, Washington inició el reconocimiento rápido de las independencias logradas a fin de cerrar el paso al intervencionismo extracontinental, y en 1823, al fin, una política definida.
En octubre, Jefferson, progenitor de la Declaración de Independencia y convertido para entonces en una especie de oráculo, dio respuesta por carta a una consulta que sobre la materia le hiciera el presidente James Monroe. En un párrafo significativo, Jefferson dice: “Nuestra primera y fundamental máxima debería ser la de jamás mezclarnos en los embrollos de Europa. La segunda, nunca permitir que Europa se inmiscuya en los asuntos de este lado del Atlántico”. En diciembre, Monroe pronunció el famoso discurso en el que quedó delineada la doctrina que lleva su nombre.
La consigna de “América para los americanos” terminó de desintegrar a los pueblos de nuestro continente y destruir lo edificado por Bolívar. A lo largo de casi todo el siglo XIX se padeció de constantes ocupaciones, desembarcos, anexiones y a nosotros nos costó la pérdida de la mitad de nuestro territorio, con el gran zarpazo de 1848.
Esta expansión territorial y bélica de Estados Unidos se consagra cuando cae Cuba, el último bastión de España en América, en 1898, con el sospechoso hundimiento del acorazado Maine en La Habana, que da lugar a la enmienda Platt y a la ocupación de Guantánamo; es decir, para entonces Estados Unidos había terminado de definir su espacio físico-vital en toda América.
Desde aquel tiempo, Washington nunca ha dejado de realizar operaciones abiertas o encubiertas contra los países independientes situados al sur del Río Bravo. La influencia de la política exterior de Estados Unidos es predominante en América. Solo existe un caso especial, el de Cuba, el país que durante más de medio siglo ha hecho valer su independencia enfrentando políticamente a los Estados Unidos. Podemos estar de acuerdo o no con la Revolución Cubana y con su gobierno, pero el haber resistido 62 años sin sometimiento, es toda una hazaña. Puede que mis palabras provoquen enojo en algunos o en muchos, pero como dice la canción de René Pérez Joglar de Calle 13/Residente, “yo siempre digo lo que pienso”.
En consecuencia, creo que, por su lucha en defensa de la soberanía de su país, el pueblo de Cuba, merece el premio de la dignidad y esa isla debe ser considerada como la nueva Numancia por su ejemplo de resistencia, y pienso que por esa misma razón debiera ser declarada patrimonio de la humanidad.
Pero también sostengo que ya es momento de una nueva convivencia entre todos los países de América, porque el modelo impuesto hace más de dos siglos está agotado, no tiene futuro ni salida y ya no beneficia a nadie. Hay que hacer a un lado la disyuntiva de integrarnos a Estados Unidos o de oponernos en forma defensiva.
Es tiempo de explorar otra opción: la de dialogar con los gobernantes estadounidenses y convencerlos y persuadirlos de que una nueva relación entre los países de América es posible.
Considero que en la actualidad hay condiciones inmejorables para alcanzar este propósito de respetarnos y caminar juntos sin que nadie se quede atrás.
En este afán puede que ayude nuestra experiencia de integración económica con respeto a nuestra soberanía, que hemos ido llevando a cabo en la concepción y en la aplicación del Tratado económico y comercial con Estados Unidos y Canadá.
Obviamente, no es poca cosa tener de vecino a una nación como Estados Unidos. Nuestra cercanía nos obliga a buscar acuerdos y sería un grave error ponernos con Sansón a las patadas, pero al mismo tiempo tenemos poderosas razones para hacer valer nuestra soberanía y demostrar con argumentos, sin balandronadas, que no somos un protectorado, una colonia o su patio trasero. Además, con el paso del tiempo, poco a poco se ha ido aceptando una circunstancia favorable a nuestro país: el crecimiento desmesurado de China ha fortalecido en Estados Unidos la opinión de que debemos ser vistos como aliados y no como vecinos distantes.
El proceso de integración se ha venido dando desde 1994, cuando se firmó el primer Tratado, que aun incompleto, porque no abordó la cuestión laboral, como el de ahora, permitió que se fueran instalando plantas de autopartes del sector automotriz y de otras ramas y se han creado cadenas productivas que nos hacen indispensables mutuamente. Puede decirse que hasta la industria militar de Estados Unidos depende de autopartes que se fabrican en México. Esto no lo digo con orgullo sino para subrayar la interdependencia existente. Pero hablando de este asunto, como se lo comenté al presidente Joseph Biden, nosotros preferimos una integración económica con dimensión soberana con Estados Unidos y Canadá, a fin de recuperar lo perdido con respecto a la producción y el comercio con China, que seguirnos debilitando como región y tener en el Pacífico un escenario plagado de tensiones bélicas; para decirlo en otras palabras, nos conviene que Estados Unidos sea fuerte en lo económico y no sólo en lo militar. Lograr este equilibrio y no la hegemonía de ningún país, es lo más responsable y lo más conveniente para mantener la paz en bien de las generaciones futuras y de la humanidad.
Antes que nada, debemos ser realistas y aceptar, como lo planteé en el discurso que pronuncié en la Casa Blanca en julio del año pasado, que mientras China domina 12.2 por ciento del mercado de exportaciones y servicios a nivel mundial, Estados Unidos solo lo hace en 9.5 por ciento; y este desnivel viene de hace apenas 30 años, pues en 1990, la participación de China era de 1.3 por ciento y la de Estados Unidos de 12.4 por ciento. Imaginemos si esta tendencia de las últimas tres décadas se mantuviera, y no hay nada que legal o legítimamente pueda impedirlo, en otros 30 años, para el 2051, China tendría el dominio del 64.8 por ciento del mercado mundial y Estados Unidos entre el 4 y 10 por ciento; lo cual, insisto, además de una desproporción inaceptable en el terreno económico, mantendría viva la tentación de apostar a resolver esta disparidad con el uso de la fuerza, lo que nos pondría en peligro a todos.
Podría suponerse de manera simplista que corresponde a cada nación asumir su responsabilidad, pero tratándose de un asunto tan delicado y entrañable, con respeto al derecho ajeno y a la independencia de cada país, pensamos que lo mejor sería fortalecernos económica y comercialmente en América del Norte y en todo el continente. Además, no veo otra salida; no podemos cerrar nuestras economías ni apostar a la aplicación de aranceles a países exportadores del mundo y mucho menos debemos declarar la guerra comercial a nadie. Pienso que lo mejor es ser eficientes, creativos, fortalecer nuestro mercado regional y competir con cualquier país o región del mundo.
Desde luego, esto pasa por planear conjuntamente nuestro desarrollo; nada del dejar hacer o dejar pasar. Deben definirse de manera conjunta objetivos muy precisos; por ejemplo, dejar de rechazar a los migrantes, jóvenes en su mayoría, cuando para crecer se necesita de fuerza de trabajo que, en realidad, no se tiene con suficiencia ni en Estados Unidos ni en Canadá. ¿Por qué no estudiar la demanda de mano de obra y abrir ordenadamente el flujo migratorio? Y en el marco de este nuevo plan de desarrollo conjunto deben considerarse la política de inversión, lo laboral, la protección al medio ambiente y otros temas de mutuo interés para nuestras naciones.
Es obvio que esto debe implicar cooperación para el desarrollo y bienestar en todos los pueblos de América Latina y el Caribe. Es ya inaceptable la política de los últimos dos siglos, caracterizada por invasiones para poner o quitar gobernantes al antojo de la superpotencia; digamos adiós a las imposiciones, las injerencias, las sanciones, las exclusiones y los bloqueos.
Apliquemos, en cambio, los principios de no intervención, autodeterminación de los pueblos y solución pacífica de las controversias. Iniciemos en nuestro continente una relación bajo la premisa de George Washington, según la cual, “las naciones no deben aprovecharse del infortunio de otros pueblos”.
Estoy consciente que se trata de un asunto complejo que requiere de una nueva visión política y económica: la propuesta es, ni más ni menos, que construir algo semejante a la Unión Europea, pero apegado a nuestra historia, a nuestra realidad y a nuestras identidades. En ese espíritu, no debe descartarse la sustitución de la OEA por un organismo verdaderamente autónomo, no lacayo de nadie, sino mediador a petición y aceptación de las partes en conflicto, en asuntos de derechos humanos y de democracia. Es una gran tarea para buenos diplomáticos y políticos como los que, afortunadamente, existen en todos los países de nuestro continente.
Lo aquí planteado pueda parecer una utopía; sin embargo, debe considerarse que sin el horizonte de los ideales no se llega a ningún lado y que, en consecuencia, vale la pena intentarlo. Mantengamos vivo el sueño de Bolívar.
Muchas gracias.
Castillo Chapultepec, Ciudad de México, 24 de julio de 2021.
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