Israel y Omán explicitan su relación de cooperación
Diego Pappalardo 8 de noviembre de 2018
Históricamente, el sultanato omaní evitó ser protagonista de la rivalidad saudí-iraní, pero su trayectoria también declara un antecedente de larga data: su lazo con el poder atlantista. Ese indicador explica, entre otros hechos, la permanencia del establecimiento militar estadounidense en el país a partir de 1980 y la base militar británica que se inauguró en ese estado del Golfo en el mes de marzo de 2018. Hace poco, se concretó en Omán un entrenamiento militar (Saif Sareea-3) que tuvo el concurso de 5.500 soldados británicos y 70 mil militares omaníes. Cabe decir que, históricamente, la provisión armamentística de Omán estuvo a cargo de Reino Unido y los Estados Unidos, cuyos establecimientos militares enviaron asesores de forma ininterrumpida.
Es cierto que las Fuerzas Armadas de Omán son apreciadas como una de las mejores del Consejo de Cooperación del Golfo (GCC), pero no poseen el nivel militar de, por ejemplo, Arabia Saudita y de Irán, puesto que el asunto presupuestario es uno de los factores que las condicionan. Por lo que la monarquía de Omán, además de inversiones económicas y colaboraciones diplomáticas por su alianza pragmática con el poder atlantista, quiere ser protegido por él.
Grupos integrantes del atlantismo son aliados del estado de Israel, por consiguiente, tanto unos como otros, están procurando distanciar a todo el liderazgo omaní de cualquier relación próspera con la República Islámica de Irán, en conformidad con los objetivos estratégicos fundamentales del estado sionista, el cual ambiciona contraer el papel de hegemón regional de Irán y que los árabes acepten su resolución del problema palestino. Estos planes también cuentan con la asistencia evidente de algunas monarquías árabes.
Omán, así como no confrontó con Irán, tampoco lo hizo con Israel y el Sultán Qabus bin Said Al Said, desde hace mucho tiempo, viene dando muestras de desear estar en buena sintonía con Tel Aviv. Como prueba de ello, son las visitas de Isaac Rabin y Shimon Peres a Omán y de Yusuf Ibn Alawi bin Abdullah a Jerusalén, todas durante la década de 1990. En 1996, se firmó un acuerdo entre las dos partes para la apertura de oficinas de representación comercial. Esta iniciativa funcionó hasta octubre de 2000 porque se interrumpió por el inicio de la Intifada.
Por lo cual, tanto la reunión secreta entre el Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, con Yusuf bin Alawi, Ministro de Relaciones Exteriores de Omán, en el marco de la Conferencia de Seguridad de Múnich, Alemania, en febrero de este año, como la visita de Netanyahu a Omán, dada en octubre pasado, también están en esa línea histórica de las conversaciones entre Israel y Omán. El encuentro en Múnich, habría sido diseñado por la comunidad de inteligencia israelí, más precisamente por el Mossad, y sirvió para que Netanyahu efectúe el viaje a Omán para entrevistarse con el liderazgo de la Sultanía.
Por lo visto, esta cita, aparte de situar cara a cara a Netanyahu con el Sultán, tuvo como metas el exponer claramente el acercamiento entre ambos estados, el acrecentamiento de la penetración amistosa de Israel en el mundo árabe para, sin duda, influir en las relaciones entre las monarquías del Golfo e Irán.
Omán dice que el estado actúa por sus propios intereses, tendiendo a la estabilidad de Medio Oriente, y, en consecuencia, promociona que el mundo árabe pondere inaplazablemente al estado de Israel como una realidad positiva y que lo admita como parte integrante de la región.
A cambio, Israel le ofrece a Omán inversiones económicas, participación en proyectos de infraestructura de comercio regional con interconexión mundial; asesoría y material de seguridad y todo tipo de bienes tecnológicos. Todo ello, más la garantía del sustentáculo de la Casa Blanca, la que, por cierto, mostró su alegría por el encuentro Netanyahu- Qabus bin Said Al Said.
Es cierto que las Fuerzas Armadas de Omán son apreciadas como una de las mejores del Consejo de Cooperación del Golfo (GCC), pero no poseen el nivel militar de, por ejemplo, Arabia Saudita y de Irán, puesto que el asunto presupuestario es uno de los factores que las condicionan. Por lo que la monarquía de Omán, además de inversiones económicas y colaboraciones diplomáticas por su alianza pragmática con el poder atlantista, quiere ser protegido por él.
Grupos integrantes del atlantismo son aliados del estado de Israel, por consiguiente, tanto unos como otros, están procurando distanciar a todo el liderazgo omaní de cualquier relación próspera con la República Islámica de Irán, en conformidad con los objetivos estratégicos fundamentales del estado sionista, el cual ambiciona contraer el papel de hegemón regional de Irán y que los árabes acepten su resolución del problema palestino. Estos planes también cuentan con la asistencia evidente de algunas monarquías árabes.
Omán, así como no confrontó con Irán, tampoco lo hizo con Israel y el Sultán Qabus bin Said Al Said, desde hace mucho tiempo, viene dando muestras de desear estar en buena sintonía con Tel Aviv. Como prueba de ello, son las visitas de Isaac Rabin y Shimon Peres a Omán y de Yusuf Ibn Alawi bin Abdullah a Jerusalén, todas durante la década de 1990. En 1996, se firmó un acuerdo entre las dos partes para la apertura de oficinas de representación comercial. Esta iniciativa funcionó hasta octubre de 2000 porque se interrumpió por el inicio de la Intifada.
Por lo cual, tanto la reunión secreta entre el Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, con Yusuf bin Alawi, Ministro de Relaciones Exteriores de Omán, en el marco de la Conferencia de Seguridad de Múnich, Alemania, en febrero de este año, como la visita de Netanyahu a Omán, dada en octubre pasado, también están en esa línea histórica de las conversaciones entre Israel y Omán. El encuentro en Múnich, habría sido diseñado por la comunidad de inteligencia israelí, más precisamente por el Mossad, y sirvió para que Netanyahu efectúe el viaje a Omán para entrevistarse con el liderazgo de la Sultanía.
Por lo visto, esta cita, aparte de situar cara a cara a Netanyahu con el Sultán, tuvo como metas el exponer claramente el acercamiento entre ambos estados, el acrecentamiento de la penetración amistosa de Israel en el mundo árabe para, sin duda, influir en las relaciones entre las monarquías del Golfo e Irán.
Omán dice que el estado actúa por sus propios intereses, tendiendo a la estabilidad de Medio Oriente, y, en consecuencia, promociona que el mundo árabe pondere inaplazablemente al estado de Israel como una realidad positiva y que lo admita como parte integrante de la región.
A cambio, Israel le ofrece a Omán inversiones económicas, participación en proyectos de infraestructura de comercio regional con interconexión mundial; asesoría y material de seguridad y todo tipo de bienes tecnológicos. Todo ello, más la garantía del sustentáculo de la Casa Blanca, la que, por cierto, mostró su alegría por el encuentro Netanyahu- Qabus bin Said Al Said.