La consolidación euroasiática pone fin al “momento” unipolar de EEUU.
Observatorio de la crisis Pepe Escobar 22 de septiembre de 2021
“La cumbre del vigésimo aniversario de la Organización de Cooperación de Shanghai anunció el comienzo de un nuevo orden geopolítico y geoeconomico”
La cumbre del vigésimo aniversario de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) en Dushanbe, Tayikistán, consagró nada menos que un nuevo paradigma geopolítico.
Irán, ahora miembro de pleno derecho de la OCS, recuperó su papel tradicional en Eurasia, tras el reciente acuerdo de comercio y desarrollo de 400.000 millones de dólares alcanzado con China. Afganistán fue el tema principal, y todos los actores estuvieron de acuerdo en el camino a seguir. Y finalmente, todas las vías de integración euroasiática están convergiendo, al unísono, hacia el nuevo paradigma geopolítico y geoeconómico.
Podríamos llamarlo “dinámica de un desarrollo multipolar en sinergia con la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China”.
La Declaración de Dushanbe fue bastante explícita sobre los objetivos de los actores euroasiáticos: “un orden mundial más representativo, democrático, justo y multipolar basado en principios universalmente reconocidos del derecho internacional, de la diversidad cultural y de civilizaciones, de cooperación mutuamente beneficiosa e igualitaria de los estados, con la función coordinadora de la ONU".
A pesar de todos los desafíos inherentes al rompecabezas afgano, el martes (21 de septiembre) surgieron señales esperanzadoras, con la reunión en Kabul del ex presidente afgano Hamid Karzai y Abdullah Abdullah con los enviados especiales de Rusia, Zamir Kabulov, China, Yue Xiaoyong, y de Pakistán,Mohammad Sadiq Khan.
Esta troika – Rusia, China, Pakistán – son la vanguardia diplomática. Por su parte la OCS llegó a un consenso: Islamabad coordinará con los talibanes la formación de un gobierno inclusivo que incluya a tayikos, uzbecos y hazaras.
Por tanto la OCS no solo incorporó a Irán sino que también tomó al toro afgano por los cuernos, y lo hizo con el apoyo total de los «stans» de Asia Central. En este asunto cardinal, el resultado es difícil de creer, el Imperio del Caos ha sido completamente marginado.
Desde el suroeste de Asia hasta Asia central, un “reinicio” real tiene como protagonistas a la OCS, la Unión Económica de Eurasia, la BRI y la asociación estratégica Rusia-China-Irán.
Con razón el destacado analista político Alastair Crooke, afirma que: “En su creciente enfrentamiento con China, un Washington despiadado ha demostrado que lo que le importa ahora no es Europa sino la región del Indo-Pacífico”. Ese es el terreno privilegiado de su “Cold War 2.0”.
La posición de los EEUU tiene poca capacidad para contener a China. El Imperio después de haber sido casi expulsado del corazón de Asia ha tenido que volver al antiguo juego del poder marítimo: le llaman un «Indo-Pacífico libre y abierto» pero…controlado por alianzas militares como Quad y AUKUS. Todo un «esfuerzo» para intentar preservar la menguante supremacía estadounidense.
El contraste entre el exitoso proceso de integración continental de la OCS y la táctica estadounidense de “vivimos todos en un submarino australiano” (mis excusas para Lennon-McCartney) habla por sí mismo. Una mezcla tóxica de arrogancia y desesperación está en el aire, sin ni siquiera una pizca de patetismo para aliviar la caída.
El Sur Global ha tomado nota. Al dirigirse al foro en Dushanbe, el presidente ruso Vladimir Putin comentó que el número de las naciones que llaman a la puerta de la OCS esta creciendo rápidamente.
Egipto, Qatar y Arabia Saudita ahora participan como observadores de la OCS, al mismo nivel que Afganistán y Turquía. Y es bastante factible que el próximo año se les unan Líbano, Siria, Irak, Serbia y decenas de otros.
Y este proceso no se detiene en Eurasia. En un oportuno discurso en la CELAC , el presidente chino, Xi Jinping, invitó a 33 naciones latinoamericanas a formar parte de las Nuevas Rutas de la Seda (Eurasia-África- Latinoamérica).
Recuerda a los escitas
Irán, como protagonista de la OCS (y en el centro de las Nuevas Rutas de la Seda) está recuperando un papel que jugó históricamente. Habría que empezar recordando que a mediados del primer milenio a.C., los escitas, hicieron incursiones comerciales tan lejanas como a China. Los escitas, un pueblo iraní del norte no eran guerreros feroces. Ese es un estereotipo burdo. Muy pocos en Occidente saben que los escitas desarrollaron un sofisticado sistema de comercio, tal como lo describe Herodoto, que unía a Grecia, Persia y China.
El comercio era el medio fundamental para sustentar la infraestructura sociopolítica de toda la región. Herodoto explica en detalle esta historia como parte de sus viajes a la ciudad de Olbia y a otros lugares de Escitia.
Los persas llamaban a los escitas: Sakas, las investigaciones dicen que son antepasados de los pastunes de Afganistán.
Pero, ¿qué hay tras el término escita?. La palabra Scytha en Griego significaba «arquero», así que esa era la denominación de todos los pueblos iraníes del norte que vivían entre Grecia y China.
Tal como detallan fuentes históricas griegas y chinas existía en el centro de Asia una extensa y desarrollada red de comercio internacional con actores fundamentales como los escitas, los sogdianos y los Xiongnu, (que lucharon contra los chinos de forma intermitente).
Estos euroasiáticos comerciaban con todos los pueblos que vivían en sus fronteras: eso implicaba a europeos, asiáticos del sudoeste, asiáticos del sur y asiáticos del este. En realidad, fueron los precursores de las Rutas de la Seda antiguas.
Los sogdianos siguieron a los escitas; Sogdiana era un estado independiente (siglo III a.C.) que abarcaba áreas del norte de Afganistán, antes de ser conquistado por nómadas del este que terminaron estableciendo el imperio Kushan, que pronto se expandió hasta la India.
Zoroastro nació en Sogdiana y el zoroastrismo tuve enorme influencia en Asia Central durante varios siglos. Los kushan, por su parte, adoptaron el budismo: y así fue como el budismo llegó finalmente a China.
En el siglo I d.C., todos estos reinos de Asia Central estaban vinculados, a través del comercio a larga distancia, con Irán, India y China. Esta fue la base histórica de las antiguas Rutas de la Seda, que unieron a China con Occidente hasta que llegó la Era de los Descubrimientos para configurar el dominio occidental a través del comercio marítimo.
Podría decirse que más que una serie de fenómenos históricos interconectados, las «Rutas de la Seda» funcionan mejor como metáfora de la conectividad intercultural. Esta idea es clave para entender el concepto chino de New Silk Roads. Y la gente lo siente así, porque está impreso en el inconsciente colectivo de Irán, China y todos los «stans» de Asia Central.
¿Una venganza del “corazón de la tierra”?
Glenn Diesen, profesor de la Universidad del Sudeste de Noruega y editor de la revista Russia in Global Affairs, es uno de los pocos académicos que han analizado en profundidad el proceso de integración de Eurasia.
Su último libro explica prácticamente toda esta historia en su título: “Europa como la península occidental de la Gran Eurasia: regiones geoeconómicas en un mundo multipolar”.
Diesen muestra, cómo “una región que podría llamarse la Gran Eurasia, y que integra Asia y Europa, actualmente se está organizando a través de una asociación chino-rusa. Los instrumentos de poder geoeconómico de Eurasia están formando gradualmente la base de una súper región con nuevas industrias estratégicas, corredores de transporte e instrumentos financieros. En todo el continente euroasiático, estados tan diferentes como Corea del Sur, India, Kazajstán e Irán están avanzando, de formas diferentes, en el camino de la integración de Eurasia”.
La Asociación de la Gran Eurasia ha estado en el centro de la política exterior rusa al menos desde el foro de San Petersburgo de 2016. Diesen señala debidamente que, “aunque Pekín y Moscú comparten la ambición de construir una región euroasiática más grande, sus formatos difieren. Pero, su denominador común , explica, es que “ambos formatos plantean la necesidad de una asociación chino-rusa para integrar Eurasia". Esto quedó muy claro en la cumbre de la OCS.
No es de extrañar que el proceso moleste enormemente al Imperio, porque una Gran Eurasia, liderada por Rusia-China, es un ataque mortal contra la arquitectura geoeconómica del atlantismo. Esto también explicaría porque el concepto de "autonomía estratégica de la UE con respecto a los EEUU” es esencial para establecer una verdadera soberanía europea y, finalmente, una integración dentro de Eurasia.
Hoy, la soberanía europea es simplemente inexistente, su política exterior no es más que la sumisión a una “dominatriz”, la OTAN. La humillante y unilateral retirada de Afganistán junto con el AUKUS -sólo anglosajón- han sido una brutal ilustración gráfica: al Imperio le importan un comino sus vasallos europeos.
A lo largo del libro, Diesen muestra, cómo el concepto Eurasia «ha sido a lo largo de la historia una alternativa al dominio de las potencias marítimas en la economía mundial” y cómo «las estrategias británicas y estadounidenses han sido profundamente influenciado por el fantasma de una Eurasia emergente… una amenaza directa a su posición ventajosa en el orden mundial oceánico ”.
Ahora bien, el factor crucial parece ser la fragmentación del atlantismo. Diesen identifica tres niveles: el desacoplamiento de facto de Europa y Estados Unidos impulsado por la ascendencia China; las divisiones internas en la UE, reforzadas por el universo paralelo habitado por eurócratas de Bruselas; y por último, pero no menos importante, la «polarización dentro de los estados occidentales» provocada por los excesos del neoliberalismo.
Bueno, justo cuando pensamos que estábamos fuera de la geopolítica, Mackinder y Spykman nos devuelven a la realidad. Siempre es la misma historia: la obsesión angloamericana de prevenir el surgimiento de un «competidor» (Brzezinski) en Eurasia, o una alianza (ayer con Rusia y Alemania y, ahora con la asociación Rusia-China) capaz, como dice Diesen, «de luchar por el control geoeconómico lejos de las potencias oceánicas».
Por mucho que los estrategas imperiales sigan siendo rehenes de Spykman (que creía que Estados Unidos, para gobernar el mundo, debe controlar la periferia marítima de Eurasia) definitivamente no es el AUKUS / Quad no lo van a lograr.
Muy pocas personas, tanto del Este como del Oeste, recuerdan que Washington desarrolló su propio concepto de la Ruta de la Seda, durante el gobierno de Bill Clinton. Luego sus estrategas fueron cooptados por Dick Cheney con el giro del llamado Pipelineistan.
Más tarde será Hillary Clinton, quien anuncia su propia Ruta de la Seda con la India en 2011. Diesen nos recuerda lo que Hillary decía : “Trabajemos juntos para crear una nueva Ruta de la Seda. No es una única vía única su homónima, sino una red internacional de conexiones económicas y de tránsito. Eso significa construir más líneas ferroviarias, carreteras, infraestructuras energéticas, como el gasoducto propuesto para correr desde Turkmenistán, a través de Afganistán, Pakistán y la India".
¡Hillary quería su Pipelineistan particular! Bueno, al final, no hizo nada. La dura realidad dicta que Rusia es la conexión natural para unir Europa y el Pacífico, y que en conjunto con China conectan toda Asia Central. Diesen lo interpreta a su manera: «Rusia estaría completando una gran conversión histórica: de un imperio europeo / eslavo a un estado civilizacional euroasiático».
Así que al final volvemos a… los escitas. El concepto predominante de la nueva Eurasia recuerda la vieja Eurasia, esta vez no con pueblos nómadas sino a través de una gran infraestructura de transporte y comercio que conectarán Europa y Asia.
Podríamos llamarlo “la venganza del Heartland”: poderes múltiples se están construyendo con un nueva Eurasia interconectada. Entonces podemos empezar a decir adiós al efímero momento unipolar de Estados Unidos.
La cumbre del vigésimo aniversario de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) en Dushanbe, Tayikistán, consagró nada menos que un nuevo paradigma geopolítico.
Irán, ahora miembro de pleno derecho de la OCS, recuperó su papel tradicional en Eurasia, tras el reciente acuerdo de comercio y desarrollo de 400.000 millones de dólares alcanzado con China. Afganistán fue el tema principal, y todos los actores estuvieron de acuerdo en el camino a seguir. Y finalmente, todas las vías de integración euroasiática están convergiendo, al unísono, hacia el nuevo paradigma geopolítico y geoeconómico.
Podríamos llamarlo “dinámica de un desarrollo multipolar en sinergia con la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China”.
La Declaración de Dushanbe fue bastante explícita sobre los objetivos de los actores euroasiáticos: “un orden mundial más representativo, democrático, justo y multipolar basado en principios universalmente reconocidos del derecho internacional, de la diversidad cultural y de civilizaciones, de cooperación mutuamente beneficiosa e igualitaria de los estados, con la función coordinadora de la ONU".
A pesar de todos los desafíos inherentes al rompecabezas afgano, el martes (21 de septiembre) surgieron señales esperanzadoras, con la reunión en Kabul del ex presidente afgano Hamid Karzai y Abdullah Abdullah con los enviados especiales de Rusia, Zamir Kabulov, China, Yue Xiaoyong, y de Pakistán,Mohammad Sadiq Khan.
Esta troika – Rusia, China, Pakistán – son la vanguardia diplomática. Por su parte la OCS llegó a un consenso: Islamabad coordinará con los talibanes la formación de un gobierno inclusivo que incluya a tayikos, uzbecos y hazaras.
Por tanto la OCS no solo incorporó a Irán sino que también tomó al toro afgano por los cuernos, y lo hizo con el apoyo total de los «stans» de Asia Central. En este asunto cardinal, el resultado es difícil de creer, el Imperio del Caos ha sido completamente marginado.
Desde el suroeste de Asia hasta Asia central, un “reinicio” real tiene como protagonistas a la OCS, la Unión Económica de Eurasia, la BRI y la asociación estratégica Rusia-China-Irán.
Con razón el destacado analista político Alastair Crooke, afirma que: “En su creciente enfrentamiento con China, un Washington despiadado ha demostrado que lo que le importa ahora no es Europa sino la región del Indo-Pacífico”. Ese es el terreno privilegiado de su “Cold War 2.0”.
La posición de los EEUU tiene poca capacidad para contener a China. El Imperio después de haber sido casi expulsado del corazón de Asia ha tenido que volver al antiguo juego del poder marítimo: le llaman un «Indo-Pacífico libre y abierto» pero…controlado por alianzas militares como Quad y AUKUS. Todo un «esfuerzo» para intentar preservar la menguante supremacía estadounidense.
El contraste entre el exitoso proceso de integración continental de la OCS y la táctica estadounidense de “vivimos todos en un submarino australiano” (mis excusas para Lennon-McCartney) habla por sí mismo. Una mezcla tóxica de arrogancia y desesperación está en el aire, sin ni siquiera una pizca de patetismo para aliviar la caída.
El Sur Global ha tomado nota. Al dirigirse al foro en Dushanbe, el presidente ruso Vladimir Putin comentó que el número de las naciones que llaman a la puerta de la OCS esta creciendo rápidamente.
Egipto, Qatar y Arabia Saudita ahora participan como observadores de la OCS, al mismo nivel que Afganistán y Turquía. Y es bastante factible que el próximo año se les unan Líbano, Siria, Irak, Serbia y decenas de otros.
Y este proceso no se detiene en Eurasia. En un oportuno discurso en la CELAC , el presidente chino, Xi Jinping, invitó a 33 naciones latinoamericanas a formar parte de las Nuevas Rutas de la Seda (Eurasia-África- Latinoamérica).
Recuerda a los escitas
Irán, como protagonista de la OCS (y en el centro de las Nuevas Rutas de la Seda) está recuperando un papel que jugó históricamente. Habría que empezar recordando que a mediados del primer milenio a.C., los escitas, hicieron incursiones comerciales tan lejanas como a China. Los escitas, un pueblo iraní del norte no eran guerreros feroces. Ese es un estereotipo burdo. Muy pocos en Occidente saben que los escitas desarrollaron un sofisticado sistema de comercio, tal como lo describe Herodoto, que unía a Grecia, Persia y China.
El comercio era el medio fundamental para sustentar la infraestructura sociopolítica de toda la región. Herodoto explica en detalle esta historia como parte de sus viajes a la ciudad de Olbia y a otros lugares de Escitia.
Los persas llamaban a los escitas: Sakas, las investigaciones dicen que son antepasados de los pastunes de Afganistán.
Pero, ¿qué hay tras el término escita?. La palabra Scytha en Griego significaba «arquero», así que esa era la denominación de todos los pueblos iraníes del norte que vivían entre Grecia y China.
Tal como detallan fuentes históricas griegas y chinas existía en el centro de Asia una extensa y desarrollada red de comercio internacional con actores fundamentales como los escitas, los sogdianos y los Xiongnu, (que lucharon contra los chinos de forma intermitente).
Estos euroasiáticos comerciaban con todos los pueblos que vivían en sus fronteras: eso implicaba a europeos, asiáticos del sudoeste, asiáticos del sur y asiáticos del este. En realidad, fueron los precursores de las Rutas de la Seda antiguas.
Los sogdianos siguieron a los escitas; Sogdiana era un estado independiente (siglo III a.C.) que abarcaba áreas del norte de Afganistán, antes de ser conquistado por nómadas del este que terminaron estableciendo el imperio Kushan, que pronto se expandió hasta la India.
Zoroastro nació en Sogdiana y el zoroastrismo tuve enorme influencia en Asia Central durante varios siglos. Los kushan, por su parte, adoptaron el budismo: y así fue como el budismo llegó finalmente a China.
En el siglo I d.C., todos estos reinos de Asia Central estaban vinculados, a través del comercio a larga distancia, con Irán, India y China. Esta fue la base histórica de las antiguas Rutas de la Seda, que unieron a China con Occidente hasta que llegó la Era de los Descubrimientos para configurar el dominio occidental a través del comercio marítimo.
Podría decirse que más que una serie de fenómenos históricos interconectados, las «Rutas de la Seda» funcionan mejor como metáfora de la conectividad intercultural. Esta idea es clave para entender el concepto chino de New Silk Roads. Y la gente lo siente así, porque está impreso en el inconsciente colectivo de Irán, China y todos los «stans» de Asia Central.
¿Una venganza del “corazón de la tierra”?
Glenn Diesen, profesor de la Universidad del Sudeste de Noruega y editor de la revista Russia in Global Affairs, es uno de los pocos académicos que han analizado en profundidad el proceso de integración de Eurasia.
Su último libro explica prácticamente toda esta historia en su título: “Europa como la península occidental de la Gran Eurasia: regiones geoeconómicas en un mundo multipolar”.
Diesen muestra, cómo “una región que podría llamarse la Gran Eurasia, y que integra Asia y Europa, actualmente se está organizando a través de una asociación chino-rusa. Los instrumentos de poder geoeconómico de Eurasia están formando gradualmente la base de una súper región con nuevas industrias estratégicas, corredores de transporte e instrumentos financieros. En todo el continente euroasiático, estados tan diferentes como Corea del Sur, India, Kazajstán e Irán están avanzando, de formas diferentes, en el camino de la integración de Eurasia”.
La Asociación de la Gran Eurasia ha estado en el centro de la política exterior rusa al menos desde el foro de San Petersburgo de 2016. Diesen señala debidamente que, “aunque Pekín y Moscú comparten la ambición de construir una región euroasiática más grande, sus formatos difieren. Pero, su denominador común , explica, es que “ambos formatos plantean la necesidad de una asociación chino-rusa para integrar Eurasia". Esto quedó muy claro en la cumbre de la OCS.
No es de extrañar que el proceso moleste enormemente al Imperio, porque una Gran Eurasia, liderada por Rusia-China, es un ataque mortal contra la arquitectura geoeconómica del atlantismo. Esto también explicaría porque el concepto de "autonomía estratégica de la UE con respecto a los EEUU” es esencial para establecer una verdadera soberanía europea y, finalmente, una integración dentro de Eurasia.
Hoy, la soberanía europea es simplemente inexistente, su política exterior no es más que la sumisión a una “dominatriz”, la OTAN. La humillante y unilateral retirada de Afganistán junto con el AUKUS -sólo anglosajón- han sido una brutal ilustración gráfica: al Imperio le importan un comino sus vasallos europeos.
A lo largo del libro, Diesen muestra, cómo el concepto Eurasia «ha sido a lo largo de la historia una alternativa al dominio de las potencias marítimas en la economía mundial” y cómo «las estrategias británicas y estadounidenses han sido profundamente influenciado por el fantasma de una Eurasia emergente… una amenaza directa a su posición ventajosa en el orden mundial oceánico ”.
Ahora bien, el factor crucial parece ser la fragmentación del atlantismo. Diesen identifica tres niveles: el desacoplamiento de facto de Europa y Estados Unidos impulsado por la ascendencia China; las divisiones internas en la UE, reforzadas por el universo paralelo habitado por eurócratas de Bruselas; y por último, pero no menos importante, la «polarización dentro de los estados occidentales» provocada por los excesos del neoliberalismo.
Bueno, justo cuando pensamos que estábamos fuera de la geopolítica, Mackinder y Spykman nos devuelven a la realidad. Siempre es la misma historia: la obsesión angloamericana de prevenir el surgimiento de un «competidor» (Brzezinski) en Eurasia, o una alianza (ayer con Rusia y Alemania y, ahora con la asociación Rusia-China) capaz, como dice Diesen, «de luchar por el control geoeconómico lejos de las potencias oceánicas».
Por mucho que los estrategas imperiales sigan siendo rehenes de Spykman (que creía que Estados Unidos, para gobernar el mundo, debe controlar la periferia marítima de Eurasia) definitivamente no es el AUKUS / Quad no lo van a lograr.
Muy pocas personas, tanto del Este como del Oeste, recuerdan que Washington desarrolló su propio concepto de la Ruta de la Seda, durante el gobierno de Bill Clinton. Luego sus estrategas fueron cooptados por Dick Cheney con el giro del llamado Pipelineistan.
Más tarde será Hillary Clinton, quien anuncia su propia Ruta de la Seda con la India en 2011. Diesen nos recuerda lo que Hillary decía : “Trabajemos juntos para crear una nueva Ruta de la Seda. No es una única vía única su homónima, sino una red internacional de conexiones económicas y de tránsito. Eso significa construir más líneas ferroviarias, carreteras, infraestructuras energéticas, como el gasoducto propuesto para correr desde Turkmenistán, a través de Afganistán, Pakistán y la India".
¡Hillary quería su Pipelineistan particular! Bueno, al final, no hizo nada. La dura realidad dicta que Rusia es la conexión natural para unir Europa y el Pacífico, y que en conjunto con China conectan toda Asia Central. Diesen lo interpreta a su manera: «Rusia estaría completando una gran conversión histórica: de un imperio europeo / eslavo a un estado civilizacional euroasiático».
Así que al final volvemos a… los escitas. El concepto predominante de la nueva Eurasia recuerda la vieja Eurasia, esta vez no con pueblos nómadas sino a través de una gran infraestructura de transporte y comercio que conectarán Europa y Asia.
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23 de septiembre de 2021
24 de septiembre de 2021
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25 de septiembre de 2021
"El primer gran debate electoral que abría oficiosamente la campaña de las próximas elecciones presidenciales enfrentó la noche del jueves dos programas apocalípticos, el de Jean-Luc Mélenchon, de extrema izquierda, y el de Éric Zemmour, de ultra derecha, con un punto capital en común: ambos extremistas coinciden en pedir la salida de Francia de la Alianza Atlántica y el abandono de su puesto en la OTAN.
Durante dos horas y media, Mélenchon, candidato de La Francia Insumisa (LFI, extrema izquierda populista), con un 7 / 8 % de intenciones de voto, en la primera vuelta del próximo mes de abril, se enfrentó a la gran revelación ultra conservadora, Éric Zemmour, polemista, que tiene un 10 % de
intención de voto, antes siquiera de anunciar su posible candidatura, desestabilízate para la extrema derecha tradicional de Marine Le Pen."
Durante dos horas y media, Mélenchon, candidato de La Francia Insumisa (LFI, extrema izquierda populista), con un 7 / 8 % de intenciones de voto, en la primera vuelta del próximo mes de abril, se enfrentó a la gran revelación ultra conservadora, Éric Zemmour, polemista, que tiene un 10 % de
intención de voto, antes siquiera de anunciar su posible candidatura, desestabilízate para la extrema derecha tradicional de Marine Le Pen."
26 de septiembre de 2021
27 de septiembre de 2021
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"Hagámonos respetar": Macron llama a crear un Ejército Europeo mientras EEUU "se enfoca en sí mismo"
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