La desesperada medida de Duque para "reducir" el narcotráfico no logrará nada
Misión Verdad 16 de julio de 2019
En septiembre de 2018, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés), publicó su informe anual en el que indica que los cultivos de coca en Colombia para el 2017, han aumentado un 17% con respecto a 2016, alcanzando 171 mil hectáreas.
En paralelo, Iván Duque, presidente de Colombia, busca retomar la fumigación con glifosato sobre los cultivos de la hoja de coca, tras reunirse con James Carroll, subdirector de la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas de Estados Unidos (ONDCP, según sus siglas en inglés), el Almirante Karl Schultz, Comandante de la Guardia Costera de EEUU, y altos funcionarios de los Departamentos de Estado y Defensa.
En marzo de este año, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, expresó ante un grupo de periodistas en Florida, que está saliendo más droga de Colombia que antes.
Casi de inmediato, Duque solicitó a la Corte Constitucional de su país la autorización para reactivar la aspersión con glifosato sobre los cultivos de coca, haciendo evidente la presión del gobierno estadounidense y de otros poderes al gobierno de Colombia.
En paralelo, Iván Duque, presidente de Colombia, busca retomar la fumigación con glifosato sobre los cultivos de la hoja de coca, tras reunirse con James Carroll, subdirector de la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas de Estados Unidos (ONDCP, según sus siglas en inglés), el Almirante Karl Schultz, Comandante de la Guardia Costera de EEUU, y altos funcionarios de los Departamentos de Estado y Defensa.
En marzo de este año, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, expresó ante un grupo de periodistas en Florida, que está saliendo más droga de Colombia que antes.
Casi de inmediato, Duque solicitó a la Corte Constitucional de su país la autorización para reactivar la aspersión con glifosato sobre los cultivos de coca, haciendo evidente la presión del gobierno estadounidense y de otros poderes al gobierno de Colombia.
En 2017, la producción de cocaína en Colombia aumentó un 31% en comparación con 2016 (Foto: Archivo)
Aspersión aérea con el herbicida Glifosato o Roundup
El Ministerio de Justicia de Colombia, explica que el Programa de Erradicación de Cultivos Ilícitos mediante aspersión aérea con el herbicida Glifosato (PECIG) es una estrategia del gobierno nacional para controlar y eliminar las plantaciones de cultivos de coca, ya que es el primer escalón en la producción de cocaína.
En este contexto, para el período comprendido entre 1998 y 2001, la expansión de los cultivos ilícitos fue crucial debido al crecimiento de la demanda en Estados Unidos y Europa.
Según la ONDCP, para esa fecha, se estimaba que el consumo mundial de cocaína era de 650 toneladas y que nada más en Estados Unidos se consumían 300. Con esto, se inicia el Plan Colombia, donde la política de aspersión aérea con glifosato, tanto en el gobierno de Andrés Pastrana como en el de Álvaro Uribe, se promovió y fortaleció.
Ahora bien, el glifosato, además de ser el herbicida más vendido del mundo, tiene una característica química particular: acaba con todas las formas de vegetación y su acción bloquea el crecimiento vegetal. Otra característica importante es que la patente, desde los años 70, está bajo control de la multinacional agroquímica Monsanto, bajo el nombre comercial de Roundup (redada en inglés).
En 2007 se consolida esta alianza, como parte del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, para el uso de Roundup sobre los cultivos de coca en los departamentos de Cauca, Nariño y Putumayo.
Reducir los cultivos de coca, pero no la producción de cocaína
Como esta política se pretende, en apariencia, disminuir la materia prima esencial para la producción de cocaína. Sin embargo, a pesar de acabar con un gran número de hectáreas con esta política de aspersión, dejando además un daño ambiental considerable, la producción total de cocaína no pareciera verse afectada de manera significativa.
Y esto es así porque la primera acción o reacción ante la aspersión aérea es el desplazamiento de los cultivos hacia otras áreas. En definitiva, las zonas sembradas de coca disminuyen y la producción de cocaína se mantiene o, incluso, incrementa.
Además de este desplazamiento, los cultivadores desarrollan estrategias para reducir el impacto del herbicida, como lavar las hojas, aumentar la cantidad de lotes para reducir la afectación y proteger la siembra bajo cultivos de plátano o palma.
Efectos nocivos de una política errada
En 2015, la Organización Mundial para la Salud, incluye al glifosato en la lista de herbicidas que probablemente son cancerígenos.
Por otro lado Según la ONG Earthjustice Legal Defence Found, constató los efectos negativos del herbicida en el medio ambiente, causando la muerte de animales y la destrucción de cultivos alimentarios, ya que al esparcir la sustancia desde el aire, acarrea que el herbicida se expanda por varios kilómetros más, afectando más allá del área predeterminada.
Por otra parte, la comercialización de la hoja y la cocaína está ligada a los grupos paramilitares que controlan toda la actividad, fijando precios, controlando la distribución, y por supuesto, los sistemas de acopio.
Según la UNODC, hubo un repunte continuado en la producción anual de cocaína en 2017, dejando como saldo un incremento del 31% en comparación con años anteriores, o lo que es lo mismo, una cifra récord de 1.379 toneladas. Esto, en consecuencia, ha dado pie a un agravamiento de la violencia criminal, ya que los grupos paramilitares compiten a sangre y fuego por el control de una producción cada vez mayor.
El mismo informe ya citado, muestra que en la región del Catatumbo, por ejemplo, se registró un aumento del 14% en los cultivos de coca entre 2016 y 2017.
En medio del escenario geopolítico actual y dada la alianza militar histórica entre Colombia y Estados Unidos, resulta probable que en el futuro cercano se plantee un desplazamiento de tropas hacia la frontera con Venezuela, bajo la excusa de la "lucha contra el narcotráfico". Una forma de agudizar el asedio contra el país empleando como justificación la deuda pendiente que tiene Duque con el presidente Trump.
En tal sentido, no es casual que el presidente Duque mantenga en primera plana el tema de la aspersión y la declaración de que posiblemente el líder de las FARC, Jesús Santrich, perseguido por supuestas actividades de narcotráfico en Colombia, pudo haber huido a Venezuela.
Mientras tanto, el anuncio de reanudar la aspersión con glifosato es una excelente noticia para Monsanto, pero pésima para Colombia, pues no afectará en nada la mega industria del narcotráfico.
El Ministerio de Justicia de Colombia, explica que el Programa de Erradicación de Cultivos Ilícitos mediante aspersión aérea con el herbicida Glifosato (PECIG) es una estrategia del gobierno nacional para controlar y eliminar las plantaciones de cultivos de coca, ya que es el primer escalón en la producción de cocaína.
En este contexto, para el período comprendido entre 1998 y 2001, la expansión de los cultivos ilícitos fue crucial debido al crecimiento de la demanda en Estados Unidos y Europa.
Según la ONDCP, para esa fecha, se estimaba que el consumo mundial de cocaína era de 650 toneladas y que nada más en Estados Unidos se consumían 300. Con esto, se inicia el Plan Colombia, donde la política de aspersión aérea con glifosato, tanto en el gobierno de Andrés Pastrana como en el de Álvaro Uribe, se promovió y fortaleció.
Ahora bien, el glifosato, además de ser el herbicida más vendido del mundo, tiene una característica química particular: acaba con todas las formas de vegetación y su acción bloquea el crecimiento vegetal. Otra característica importante es que la patente, desde los años 70, está bajo control de la multinacional agroquímica Monsanto, bajo el nombre comercial de Roundup (redada en inglés).
En 2007 se consolida esta alianza, como parte del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, para el uso de Roundup sobre los cultivos de coca en los departamentos de Cauca, Nariño y Putumayo.
Reducir los cultivos de coca, pero no la producción de cocaína
Como esta política se pretende, en apariencia, disminuir la materia prima esencial para la producción de cocaína. Sin embargo, a pesar de acabar con un gran número de hectáreas con esta política de aspersión, dejando además un daño ambiental considerable, la producción total de cocaína no pareciera verse afectada de manera significativa.
Y esto es así porque la primera acción o reacción ante la aspersión aérea es el desplazamiento de los cultivos hacia otras áreas. En definitiva, las zonas sembradas de coca disminuyen y la producción de cocaína se mantiene o, incluso, incrementa.
Además de este desplazamiento, los cultivadores desarrollan estrategias para reducir el impacto del herbicida, como lavar las hojas, aumentar la cantidad de lotes para reducir la afectación y proteger la siembra bajo cultivos de plátano o palma.
Efectos nocivos de una política errada
En 2015, la Organización Mundial para la Salud, incluye al glifosato en la lista de herbicidas que probablemente son cancerígenos.
Por otro lado Según la ONG Earthjustice Legal Defence Found, constató los efectos negativos del herbicida en el medio ambiente, causando la muerte de animales y la destrucción de cultivos alimentarios, ya que al esparcir la sustancia desde el aire, acarrea que el herbicida se expanda por varios kilómetros más, afectando más allá del área predeterminada.
Por otra parte, la comercialización de la hoja y la cocaína está ligada a los grupos paramilitares que controlan toda la actividad, fijando precios, controlando la distribución, y por supuesto, los sistemas de acopio.
Según la UNODC, hubo un repunte continuado en la producción anual de cocaína en 2017, dejando como saldo un incremento del 31% en comparación con años anteriores, o lo que es lo mismo, una cifra récord de 1.379 toneladas. Esto, en consecuencia, ha dado pie a un agravamiento de la violencia criminal, ya que los grupos paramilitares compiten a sangre y fuego por el control de una producción cada vez mayor.
El mismo informe ya citado, muestra que en la región del Catatumbo, por ejemplo, se registró un aumento del 14% en los cultivos de coca entre 2016 y 2017.
En medio del escenario geopolítico actual y dada la alianza militar histórica entre Colombia y Estados Unidos, resulta probable que en el futuro cercano se plantee un desplazamiento de tropas hacia la frontera con Venezuela, bajo la excusa de la "lucha contra el narcotráfico". Una forma de agudizar el asedio contra el país empleando como justificación la deuda pendiente que tiene Duque con el presidente Trump.
En tal sentido, no es casual que el presidente Duque mantenga en primera plana el tema de la aspersión y la declaración de que posiblemente el líder de las FARC, Jesús Santrich, perseguido por supuestas actividades de narcotráfico en Colombia, pudo haber huido a Venezuela.
Mientras tanto, el anuncio de reanudar la aspersión con glifosato es una excelente noticia para Monsanto, pero pésima para Colombia, pues no afectará en nada la mega industria del narcotráfico.