La India boicoteó Foro de la Franja y la Ruta de China por EEUU
Hispan TV 29 de mayo de 2017
La India boicoteó el Foro de la Franja y la Ruta (OBOR, por sus siglas en inglés) celebrado del 14 al 15 de mayo en Pekín, capital china.
La decisión de La India de no participar en el foro One Belt, One Road (OBOR, por sus siglas en inglés) pone de manifiesto la creciente fricción geopolítica entre Nueva Dehli y Pekín, en gran parte a las relaciones crecientes de La India con Estados Unidos.
El presidente chino, Xi Jinping, inauguró la ronda de líderes mundiales del Foro de la Franja y la Ruta para la Cooperación. La idea toma las antiguas rutas del comercio de la seda por mar y tierra para transformarlas en una red transnacional que conecta Asia con Europa y África a fin de promover el desarrollo común entre todos los países involucrados.
El "Cinturón Económico de la Ruta de la Seda" y la "Ruta de la Seda Marítima del siglo XXI" reúnen territorios de 60 países, que juntos combinan un producto bruto interno (PIB) de 21 trillones de dólares.
Durante el mandato del primer ministro indio, Narendra Modi, y su partido supremacista hindú, BJP, Nueva Delhi, se expandió la ya considerable cooperación militar estratégica de La India con Estados Unidos.
La Séptima Flota estadounidense —eje central de los preparativos en caso de guerra contra China— tendría en La India su centro de reparaciones y servicios.
En febrero, el Departamento de Defensa estadounidense (el Pentágono) otorgó un contrato de hasta 1500 millones de dólares por cinco años a un astillero indio en Guyarat para que albergue los buques de guerra y naves de patrullaje y de servicio de dicha flota.
Esta fue una decisión estratégica para sustanciar el acuerdo de agosto de 2016 que le permite a EE.UU. utilizar para tareas de rutina las bases militares y puertos indios para la reparación y el reabastecimiento de sus aviones y buques de guerra.
Además de las bases militares, La India ha estrechado sus lazos militares estratégicos con los principales aliados estadounidenses en la región de Asia-Pacífico, a saber Japón y Australia. En enero, el jefe del Comando del Pacífico de EE.UU., el almirante Harry Harris, reveló que el Pentágono y las Fuerzas Armadas de La India han estado compartiendo información de inteligencia sobre el movimiento de submarinos y barcos chinos en el océano Índico.
Esta transformación de La India en un centro de servicios para la Armada estadounidense marca una nueva etapa en la integración del país asiático en la ofensiva militar estratégica del imperialismo norteamericano contra China.
Además, OBOR, la iniciativa desarrollada por China y analizada en el nuevo informe del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR, por sus siglas en inglés), es una combinación de las dos rutas de la seda, una económica y terrestre y otra marítima y adaptada al siglo XXI.
Se trata de una ofensiva diplomática de gran calado, con la que China quiere lanzar el mensaje de que sus nuevas instituciones con carácter multilateral y sus proyectos de cooperación internacional hacen del gigante asiático un nuevo tipo de potencia, más preparada para entenderse con las dinámicas de un mundo post-occidental.
Además, la iniciativa contempla una línea ferroviaria, una carretera y un oleoducto que conectarán China occidental con la provincia paquistaní de Baluchistán, una región estratégica del sur de Asia que incluye Gwadar, un puerto que une el comercio chino y centroasiático con el Índico y, por tanto, con el resto del mundo, y donde China recibe enormes cantidades de petróleo iraní, sudanés, nigeriano, etc.
No obstante, La India se opone al proyecto conocido como el Corredor Económico China-Paquistán (CPEC, por sus siglas en inglés), so pretexto de "cuestiones de soberanía" ya que la ruta pasa a través de la Cachemira controlada por Paquistán, que Nueva Dehli afirma es parte de La India.
Pocas horas antes del inicio del foro CPEC, Gopal Baglay, portavoz de la Cancillería india dijo que "ningún país aceptaría un proyecto que ignore sus preocupaciones fundamentales sobre la soberanía y la integridad territorial".
Las preocupaciones reales de Nueva Dehli se centran en que impulsar la asediada economía de Paquistán, permitirá a China aumentar sustancialmente su influencia estratégica en el sur de Asia, considerada por la clase capitalista india como su propia región de hegemonía y explotación.
Al mismo tiempo, La India está actuando en nombre de Washington, que ve al CPEC como un medio para que China eluda los planes de Estados Unidos de bloquear la economía china aprovechando los "puntos de estrangulación" del océano Índico y del mar de China Meridional en caso de guerra o crisis.
El almirante Scott Swift, comandante de la Flota del Pacífico de Estados Unidos, realizó una visita a La India el 5 de mayo, en medio de los intentos de China para que La India participe en el foro de Pekín. No hay duda de que Swift discutió la cuestión con los funcionarios indios. Dijo que ambos países quieren contrarrestar la "creciente presencia" de China en el océano Índico.
Además no hay que ignorar tres factores más que distancian a Nueva Dehli y Pekín desde hace varios años: En primer lugar la candidatura de La India para asegurar la pertenencia al Grupo de Proveedores Nucleares (NSG, por sus siglas en inglés), que regula el comercio nuclear mundial. Mientras Estados Unidos respalda la candidatura de La India, China objeta que esta no sea signataria del Tratado de No Proliferación (TNP) nuclear.
En segundo lugar, Nueva Dehli ha pedido a Pekín que termine su oposición al intento del Gobierno indio de incluir el nombre del jefe de un grupo insurgente paquistaní activo en Cachemira india en la "lista negra" del terrorismo internacional de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Y en tercer lugar, el apoyo de La India al exiliado líder tibetano "espiritual" Dalai Lama, a quien China considera un "separatista peligroso". Las nuevas tensiones surgieron en abril, cuando La India le invitó a visitar la disputada Arunachal Pradesh, a la que Pekín llama Tíbet meridional. Estados Unidos alimentó aún más el conflicto cuando una delegación del Congreso encabezada por la líder demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, visitó al Dalai Lama el 9 de mayo.
mep/ncl/mnz/hnb
La decisión de La India de no participar en el foro One Belt, One Road (OBOR, por sus siglas en inglés) pone de manifiesto la creciente fricción geopolítica entre Nueva Dehli y Pekín, en gran parte a las relaciones crecientes de La India con Estados Unidos.
El presidente chino, Xi Jinping, inauguró la ronda de líderes mundiales del Foro de la Franja y la Ruta para la Cooperación. La idea toma las antiguas rutas del comercio de la seda por mar y tierra para transformarlas en una red transnacional que conecta Asia con Europa y África a fin de promover el desarrollo común entre todos los países involucrados.
El "Cinturón Económico de la Ruta de la Seda" y la "Ruta de la Seda Marítima del siglo XXI" reúnen territorios de 60 países, que juntos combinan un producto bruto interno (PIB) de 21 trillones de dólares.
Durante el mandato del primer ministro indio, Narendra Modi, y su partido supremacista hindú, BJP, Nueva Delhi, se expandió la ya considerable cooperación militar estratégica de La India con Estados Unidos.
La Séptima Flota estadounidense —eje central de los preparativos en caso de guerra contra China— tendría en La India su centro de reparaciones y servicios.
En febrero, el Departamento de Defensa estadounidense (el Pentágono) otorgó un contrato de hasta 1500 millones de dólares por cinco años a un astillero indio en Guyarat para que albergue los buques de guerra y naves de patrullaje y de servicio de dicha flota.
Esta fue una decisión estratégica para sustanciar el acuerdo de agosto de 2016 que le permite a EE.UU. utilizar para tareas de rutina las bases militares y puertos indios para la reparación y el reabastecimiento de sus aviones y buques de guerra.
Además de las bases militares, La India ha estrechado sus lazos militares estratégicos con los principales aliados estadounidenses en la región de Asia-Pacífico, a saber Japón y Australia. En enero, el jefe del Comando del Pacífico de EE.UU., el almirante Harry Harris, reveló que el Pentágono y las Fuerzas Armadas de La India han estado compartiendo información de inteligencia sobre el movimiento de submarinos y barcos chinos en el océano Índico.
Esta transformación de La India en un centro de servicios para la Armada estadounidense marca una nueva etapa en la integración del país asiático en la ofensiva militar estratégica del imperialismo norteamericano contra China.
Además, OBOR, la iniciativa desarrollada por China y analizada en el nuevo informe del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR, por sus siglas en inglés), es una combinación de las dos rutas de la seda, una económica y terrestre y otra marítima y adaptada al siglo XXI.
Se trata de una ofensiva diplomática de gran calado, con la que China quiere lanzar el mensaje de que sus nuevas instituciones con carácter multilateral y sus proyectos de cooperación internacional hacen del gigante asiático un nuevo tipo de potencia, más preparada para entenderse con las dinámicas de un mundo post-occidental.
Además, la iniciativa contempla una línea ferroviaria, una carretera y un oleoducto que conectarán China occidental con la provincia paquistaní de Baluchistán, una región estratégica del sur de Asia que incluye Gwadar, un puerto que une el comercio chino y centroasiático con el Índico y, por tanto, con el resto del mundo, y donde China recibe enormes cantidades de petróleo iraní, sudanés, nigeriano, etc.
No obstante, La India se opone al proyecto conocido como el Corredor Económico China-Paquistán (CPEC, por sus siglas en inglés), so pretexto de "cuestiones de soberanía" ya que la ruta pasa a través de la Cachemira controlada por Paquistán, que Nueva Dehli afirma es parte de La India.
Pocas horas antes del inicio del foro CPEC, Gopal Baglay, portavoz de la Cancillería india dijo que "ningún país aceptaría un proyecto que ignore sus preocupaciones fundamentales sobre la soberanía y la integridad territorial".
Las preocupaciones reales de Nueva Dehli se centran en que impulsar la asediada economía de Paquistán, permitirá a China aumentar sustancialmente su influencia estratégica en el sur de Asia, considerada por la clase capitalista india como su propia región de hegemonía y explotación.
Al mismo tiempo, La India está actuando en nombre de Washington, que ve al CPEC como un medio para que China eluda los planes de Estados Unidos de bloquear la economía china aprovechando los "puntos de estrangulación" del océano Índico y del mar de China Meridional en caso de guerra o crisis.
El almirante Scott Swift, comandante de la Flota del Pacífico de Estados Unidos, realizó una visita a La India el 5 de mayo, en medio de los intentos de China para que La India participe en el foro de Pekín. No hay duda de que Swift discutió la cuestión con los funcionarios indios. Dijo que ambos países quieren contrarrestar la "creciente presencia" de China en el océano Índico.
Además no hay que ignorar tres factores más que distancian a Nueva Dehli y Pekín desde hace varios años: En primer lugar la candidatura de La India para asegurar la pertenencia al Grupo de Proveedores Nucleares (NSG, por sus siglas en inglés), que regula el comercio nuclear mundial. Mientras Estados Unidos respalda la candidatura de La India, China objeta que esta no sea signataria del Tratado de No Proliferación (TNP) nuclear.
En segundo lugar, Nueva Dehli ha pedido a Pekín que termine su oposición al intento del Gobierno indio de incluir el nombre del jefe de un grupo insurgente paquistaní activo en Cachemira india en la "lista negra" del terrorismo internacional de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Y en tercer lugar, el apoyo de La India al exiliado líder tibetano "espiritual" Dalai Lama, a quien China considera un "separatista peligroso". Las nuevas tensiones surgieron en abril, cuando La India le invitó a visitar la disputada Arunachal Pradesh, a la que Pekín llama Tíbet meridional. Estados Unidos alimentó aún más el conflicto cuando una delegación del Congreso encabezada por la líder demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, visitó al Dalai Lama el 9 de mayo.
mep/ncl/mnz/hnb