Las flautas de Hamelin
Javier Gómez Sánchez
9 de octubre de 2021
Análisis sobre la 'batalla ideológica' en Cuba, amenaza in crescendo
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Palabras de presentación del libro Las flautas de Hamelin. Una batalla en internet por la mente de los cubanos, de Javier Gómez Sánchez.
Agradezco la invitación del autor, de la Editora Abril y de la Biblioteca Nacional, que es un templo del saber en Cuba. Para mí es realmente un honor y una causa de celebración participar en la presentación de este libro por un grupo de razones:
En primer lugar, tengo 60 años y estamos hablando de un autor de 37, con una obra hecha, que tuvo la lucidez de nombrar a su primer blog Sopa de Cabilla y que agradece en este texto a sus enemigos por haberle dado la oportunidad de conocer mejor a la Revolución.
En segundo, porque el autor ha escrito con la agitación en el pecho y la madurez propia de alguien que ha vivido más, y que ha estado presente en hechos de la vida de este país que él solo conoció por la educación de su familia y la escuela.
En tercero, porque defiende lo que es suyo y de todos nosotros, con sus bellezas e imperfecciones y nos inspira a luchar por ello, no solo alertándonos del peligro, sino también proponiendo soluciones.
Me percato de que el autor es esencialmente un provocador de signo positivo, como debería intentar serlo todo el que escriba para el gran público. Estoy seguro que más que alabanzas de los lectores, espera reacciones contrarias y hasta críticas a lo escrito, para entre todos construir una verdad. Nuestra verdad.
A los que no han tenido la suerte aún de leer este libro se les debe anunciar que en realidad presentamos dos textos, pues casi tienen tanto valor y extensión el cuerpo de cada artículo como el de las notas que lo acompañan. Lo otro sería saber que deben leer con ropa ligera y en un lugar ventilado, porque van a sudar.
Confieso que me siento identificado con la expresión de plantear ciertas cosas en solitario, como dice Javier que le sucediera a compañeros entrañables como Iroel Sánchez o Enrique Ubieta. En la vida de un diplomático esto sucede muchas veces, a lo que se agrega estar lejos de la patria y el peso enorme de decir: “Lo voy a plantear aunque esté totalmente equivocado”. En la mayoría de las veces la idea, si ha sido justa, ha podido desde el fondo de una cueva más que todo un ejército, otras veces no tanto, en ocasiones se ha demorado su reconocimiento y en algunas otras la idea ni era buena, ni justa. Pero debe prevalecer la voluntad de decir y de fundamentar lo que se dice.
Debo aclarar por respeto a la que ha sido mi responsabilidad principal hasta hoy, eso que el texto menciona como “mesura diplomática” no está reñido de ninguna manera con el ejercicio de una lucha política e ideológica intensa. Es más, al diplomático cubano le toca realizar un balance equilibrado entre las dos, todos los días con sus noches. En particular respecto a Estados Unidos, será así durante el resto de nuestra existencia como Nación. Habrá un ejercicio oficial en que podrían o no avanzar intereses mutuos bajo el más estricto respeto y reciprocidad, y como trasfondo estará siempre la defensa de nuestra soberanía e identidad.
Por cierto, cada vez que hablemos de Estados Unidos debemos recordar la diferencia entre el Estado que ha pretendido nuestra destrucción y un vasto pueblo que ha dado muestras de civilidad y hasta de solidaridad respecto a Cuba.
Los textos que nos proponen el autor y la Editora Abril en un solo volumen transcurren como la redacción de un diario personal en tiempos de singulares cambios para Cuba, en especial, la desaparición física del que fuera su líder indiscutido por 55 años. Este documento intenta y logra en gran medida recordarnos que contamos con un legado enorme del pensamiento de Fidel Castro que estará siempre disponible cada vez que pensemos que estamos frente a un obstáculo insalvable. Solo debemos conocerlo, estudiarlo y apropiárnoslo, no emularlo, ni repetir frases mecánicamente.
De forma adicional hemos vivido como sociedad y en pocos años el tránsito brutal entre los extremos en las relaciones con Estados Unidos: La gestión de la destrucción de la Revolución cubana mediante el acercamiento en diversos campos, y lograr el mismo objetivo a través de la presión más brutal que se haya podido ejercer jamás.
Por cierto, respecto a las referencias a Obama y su invitación a los cubanos a olvidar la Historia durante su discurso en el Teatro Alicia Alonso, deseo anotar que a su regreso a Washington en junio el propio 2016 dio el discurso principal en la ceremonia de graduación de la Universidad Howard de matrícula mayoritariamente afronorteamericana. Allí dijo al referirse a la esclavitud, que no tenían el derecho a olvidar ese flagelo. Nada, que los estadounidenses están educados para tener memoria selectiva.
A todos los retos descritos antes, se sumó el tránsito generacional en la dirección del país, hecho ante el cual los enemigos de Cuba se prepararon durante años para cuestionar absolutamente todo lo que sucediera después, por cualquier medio y sin respetar ninguna regla. La contrarrevolución siempre supo que no tenían opciones de éxito ante el liderazgo de Fidel y Raúl. Han visto la llegada de Díaz-Canel y de otros funcionarios con la misma brillantez en los ojos que la desaparición del campo socialista en los años 90 del siglo pasado.
Hay quizás otro elemento importante de estos tiempos y que aparece casi en cada página del texto: Cuba pasaba de ser uno de los países de menor penetración de Internet a contar con una exposición bastante masiva de las redes sociales y el uso de la telefonía celular. Y todo ello sin una preparación como sociedad para resistir el embate de lo nuevo, que era además agresivo, pero que se presentaba como una panacea ante los ojos de miles de jóvenes.
Aún hoy solo una mínima parte de nuestra población conoce que el origen de Internet es militar, como mismo lo son la mayoría de los ingenios recientes en este campo. Otros ignoran que la totalidad de las compañías civiles que recibieron el beneficio de estos adelantos para explotarlos comercialmente tienen un acuerdo con sus creadores militares para compartir información y permitirles el acceso a datos personales e institucionales que pueden ser de seguridad nacional. Muchos cubanos aún hoy entran a los que consideran sus espacios virtuales con inocencia de consumo, con pasividad y hasta con desnudez, sin conciencia de que cada comentario, muestra de interés, o un simple clic van construyendo una biografía detallada de cada uno de nosotros, en una mina de datos que se utilizará con diversos propósitos, hoy o mañana.
El autor nos recuerda lo inevitable del hecho, pero también el error que se comete si no nos preparamos adecuadamente y no nos articulamos para hacerlo mejor, defender nuestras verdades, llevarlas con distintos códigos a todas partes y, más aún, reproducirnos como sociedad y como sistema. El capitalismo lo hace todos los días con fines mezquinos, no necesita de reuniones de coordinación, ni de planes extensos y detallados. El socialismo cubano tiene que presentarse en cada minuto como la opción de presente y de futuro, para cada uno de los sectores sociales, etarios, de forma tangible y renovada.
Rechazamos por naturaleza la palabra vender en la labor política, y es justo, pero de lo que se trata es, precisamente, de que todos los días nos preguntemos cada cual -en lo que hace-, cómo el prójimo puede adquirir o compartir una idea para que nuestra sociedad sea mejor. Debemos preguntarnos cómo logramos que el otro asuma ese proyecto de sociedad que hemos imaginado entre todos, conociendo sus virtudes y defectos, sus limitaciones de hoy, sus metas de mañana, y ponga el alma para lograrlo.
Durante algún tiempo y por diversas razones no hemos observado que el mundo y Cuba cambian cada segundo, y que, si no logramos captar y comprometer la atención de los nuestros de forma creativa, lo harán otros. Esto sucede en el hogar, en la escuela, en un centro de trabajo, en un municipio o provincia. Hay que pensar todos los días en cómo nos reproducimos como sociedad y en ello la comunicación social es clave, no está en las orillas observando, pues ya estamos en un mundo donde es componente esencial. No hay marcha atrás.
Hay otro elemento muy importante en el recorrido de alertas que nos hace Javier. En un artículo reciente escribí “los corderos de hoy son hijos de los lobos de ayer”, al referirme a aquellos que asumen un ropaje seudointelectual para encubrir propósitos que son idénticos a los de los terroristas de ayer, que estuvieron obligados a transmutar después del atentado a las Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2001, pero que no esconden la ambición de arrasar con todo lo construido en Cuba durante 60 años, cambiar los libros de Historia y no dejar en pie ningún símbolo de resistencia. Estos individuos solo pretenden abrir las murallas de Troya, para la entrada del famoso caballo, sabiendo cuál es su contenido.
El autor nos detalla sobre aquellos que se apostan desde un nombre intrascendente en las redes para lanzar dardos envenenados, aquellos que reciben un financiamiento para esa acción, aunque juren una y otra vez ser “independientes”, a los que están dispuestos a cambiar toda la gloria que se ha vivido, y que se vive, por algo material que les permita presumir, o parecerse más a sus manejadores.
No caben dudas que desde el exterior se continuarán multiplicando recetas para Cuba, formas de vida alternativas, espejitos a cambio de oro, como hicieron con nuestros aborígenes. Esta práctica ya ha tenido un efecto en nuestra sociedad y ha encontrado mejor pasto en momentos de nuevas limitaciones económicas. Hay un solo remedio frente a ese reto: Que nuestra obra sea tan inmensa y esté construida sobre una unidad social tan grande que el intento de los enemigos se sintetice en la cubana frase de “no se puede tumbar el Morro a pedradas”.
De forma natural el autor propone una reflexión ante lo que sucede, pero en modo alguno se trata de un repliegue de autocrítica tan prolongado que nos retire del frente de batalla, que nos haga perder la iniciativa, y que nos lleve a buscar lo perfecto para desechar lo bueno.
Copiamos como propia la frase que puede leerse en el libro: “La seudorrevolución siempre es socialmente rentable, financieramente rentable, cómodamente rentable, lo que nunca es moralmente rentable”
Igualmente nos complacemos al leer: “La seudorrevolución no tiene objetivos -es incapaz de tenerlos- pero tiene efectos en quien la ejerce, encerrándolo entre las cuatro paredes que en la Cuba de la segunda década de los 2000 han sido sus ejes temáticos, que en realidad son limitaciones temáticas. Dicho de forma coloquial:
Algunos de estos términos han sido rescatados del lenguaje neo y seudo revolucionario -que pretendía capitalizarlos- por el verdadero sentido crítico de la Revolución.
Honestamente creo que en el volumen que presentamos hay razonamientos de indiscutible trascendencia: “El objetivo de un debate revolucionario es buscar la transformación de la realidad que describe. Se nutre de la crítica revolucionaria, que consiste en convertir la opinión en utilidad. Es un tipo de debate que incluye tanto las insatisfacciones que lo provocan, como contar con la institucionalidad con que pueden lograrse las soluciones que propone. El seudodebate, al carecer de esos objetivos, es repetitivo en su expresión, escaso en sus temáticas, superficial en su análisis, ingenuo en sus propuestas y nulo en su posibilidad”.
Si somos honestos, debemos aceptar que quizás hemos estado en más de una reunión grupal que ha transitado por esos caminos y hemos convivido con el pecado, pero aún tenemos posibilidad de ser absueltos.
Las propuestas que nos hace Javier en esta compilación concluyen en medio de los procesos de reversión generados bajo el gobierno de Donald Trump. Y me refiero tanto a los procesos internos de Estados Unidos, como en su relación el mundo. El autor se plantea y nos presenta la pregunta de qué debemos esperar después.
Nuestro comentario: Es muy difícil hacer pronósticos a largo plazo en la política estadounidense, pero ese país está envuelto en un proceso tendencial en el que es cada vez menos capaz de corregir los desequilibrios internos y de cumplir con la tarea de supuesto liderazgo mundial que hasta hace poco le dio color a su política exterior. No debemos esperar nunca que el hegemón herido nos perdone los pecados de la herejía de haber querido ser distintos, de no someternos, y de habernos resistido tantos años a un embate brutal, mucho menos con tan poca geografía de por medio.
Nuestra salvación estará como hasta hoy en la genialidad martiana de conocer cada influencia de la literatura mundial, pero escribir la propia, en el paradigma fidelista de cambiar todo lo que debe ser cambiado, en la disposición a quemar Bayamo antes de entregarla y de volver a la manigua cada vez que esté bajo amenaza ese principio presente en el eje de la cubanía, que es hacer lo que nos salga…desde muy adentro.
Los textos reunidos en este libro, escritos de mayo de 2016 a febrero de 2018, son parte del debate político cubano ocurrido en internet en el tiempo transcurrido entre la visita a La Habana del presidente estadounidense Barack Obama y el primer año de la administración de Donald Trump.
Se trata de una compilación que pone ante el lector elementos para comprender el funcionamiento de una contrarrevolución de nuevo tipo, creada por Estados Unidos para hacer caer a la Revolución cubana mediante del uso de las redes sociales, medios digitales de comunicación y una estrategia de influencia sobre el sector intelectual. Probablemente la mayor y más compleja operación de guerra cultural diseñada por la CIA después de la caída de la Unión Soviética.
Agradezco la invitación del autor, de la Editora Abril y de la Biblioteca Nacional, que es un templo del saber en Cuba. Para mí es realmente un honor y una causa de celebración participar en la presentación de este libro por un grupo de razones:
En primer lugar, tengo 60 años y estamos hablando de un autor de 37, con una obra hecha, que tuvo la lucidez de nombrar a su primer blog Sopa de Cabilla y que agradece en este texto a sus enemigos por haberle dado la oportunidad de conocer mejor a la Revolución.
En segundo, porque el autor ha escrito con la agitación en el pecho y la madurez propia de alguien que ha vivido más, y que ha estado presente en hechos de la vida de este país que él solo conoció por la educación de su familia y la escuela.
En tercero, porque defiende lo que es suyo y de todos nosotros, con sus bellezas e imperfecciones y nos inspira a luchar por ello, no solo alertándonos del peligro, sino también proponiendo soluciones.
Me percato de que el autor es esencialmente un provocador de signo positivo, como debería intentar serlo todo el que escriba para el gran público. Estoy seguro que más que alabanzas de los lectores, espera reacciones contrarias y hasta críticas a lo escrito, para entre todos construir una verdad. Nuestra verdad.
A los que no han tenido la suerte aún de leer este libro se les debe anunciar que en realidad presentamos dos textos, pues casi tienen tanto valor y extensión el cuerpo de cada artículo como el de las notas que lo acompañan. Lo otro sería saber que deben leer con ropa ligera y en un lugar ventilado, porque van a sudar.
Confieso que me siento identificado con la expresión de plantear ciertas cosas en solitario, como dice Javier que le sucediera a compañeros entrañables como Iroel Sánchez o Enrique Ubieta. En la vida de un diplomático esto sucede muchas veces, a lo que se agrega estar lejos de la patria y el peso enorme de decir: “Lo voy a plantear aunque esté totalmente equivocado”. En la mayoría de las veces la idea, si ha sido justa, ha podido desde el fondo de una cueva más que todo un ejército, otras veces no tanto, en ocasiones se ha demorado su reconocimiento y en algunas otras la idea ni era buena, ni justa. Pero debe prevalecer la voluntad de decir y de fundamentar lo que se dice.
Debo aclarar por respeto a la que ha sido mi responsabilidad principal hasta hoy, eso que el texto menciona como “mesura diplomática” no está reñido de ninguna manera con el ejercicio de una lucha política e ideológica intensa. Es más, al diplomático cubano le toca realizar un balance equilibrado entre las dos, todos los días con sus noches. En particular respecto a Estados Unidos, será así durante el resto de nuestra existencia como Nación. Habrá un ejercicio oficial en que podrían o no avanzar intereses mutuos bajo el más estricto respeto y reciprocidad, y como trasfondo estará siempre la defensa de nuestra soberanía e identidad.
Por cierto, cada vez que hablemos de Estados Unidos debemos recordar la diferencia entre el Estado que ha pretendido nuestra destrucción y un vasto pueblo que ha dado muestras de civilidad y hasta de solidaridad respecto a Cuba.
Los textos que nos proponen el autor y la Editora Abril en un solo volumen transcurren como la redacción de un diario personal en tiempos de singulares cambios para Cuba, en especial, la desaparición física del que fuera su líder indiscutido por 55 años. Este documento intenta y logra en gran medida recordarnos que contamos con un legado enorme del pensamiento de Fidel Castro que estará siempre disponible cada vez que pensemos que estamos frente a un obstáculo insalvable. Solo debemos conocerlo, estudiarlo y apropiárnoslo, no emularlo, ni repetir frases mecánicamente.
De forma adicional hemos vivido como sociedad y en pocos años el tránsito brutal entre los extremos en las relaciones con Estados Unidos: La gestión de la destrucción de la Revolución cubana mediante el acercamiento en diversos campos, y lograr el mismo objetivo a través de la presión más brutal que se haya podido ejercer jamás.
Por cierto, respecto a las referencias a Obama y su invitación a los cubanos a olvidar la Historia durante su discurso en el Teatro Alicia Alonso, deseo anotar que a su regreso a Washington en junio el propio 2016 dio el discurso principal en la ceremonia de graduación de la Universidad Howard de matrícula mayoritariamente afronorteamericana. Allí dijo al referirse a la esclavitud, que no tenían el derecho a olvidar ese flagelo. Nada, que los estadounidenses están educados para tener memoria selectiva.
A todos los retos descritos antes, se sumó el tránsito generacional en la dirección del país, hecho ante el cual los enemigos de Cuba se prepararon durante años para cuestionar absolutamente todo lo que sucediera después, por cualquier medio y sin respetar ninguna regla. La contrarrevolución siempre supo que no tenían opciones de éxito ante el liderazgo de Fidel y Raúl. Han visto la llegada de Díaz-Canel y de otros funcionarios con la misma brillantez en los ojos que la desaparición del campo socialista en los años 90 del siglo pasado.
Hay quizás otro elemento importante de estos tiempos y que aparece casi en cada página del texto: Cuba pasaba de ser uno de los países de menor penetración de Internet a contar con una exposición bastante masiva de las redes sociales y el uso de la telefonía celular. Y todo ello sin una preparación como sociedad para resistir el embate de lo nuevo, que era además agresivo, pero que se presentaba como una panacea ante los ojos de miles de jóvenes.
Aún hoy solo una mínima parte de nuestra población conoce que el origen de Internet es militar, como mismo lo son la mayoría de los ingenios recientes en este campo. Otros ignoran que la totalidad de las compañías civiles que recibieron el beneficio de estos adelantos para explotarlos comercialmente tienen un acuerdo con sus creadores militares para compartir información y permitirles el acceso a datos personales e institucionales que pueden ser de seguridad nacional. Muchos cubanos aún hoy entran a los que consideran sus espacios virtuales con inocencia de consumo, con pasividad y hasta con desnudez, sin conciencia de que cada comentario, muestra de interés, o un simple clic van construyendo una biografía detallada de cada uno de nosotros, en una mina de datos que se utilizará con diversos propósitos, hoy o mañana.
El autor nos recuerda lo inevitable del hecho, pero también el error que se comete si no nos preparamos adecuadamente y no nos articulamos para hacerlo mejor, defender nuestras verdades, llevarlas con distintos códigos a todas partes y, más aún, reproducirnos como sociedad y como sistema. El capitalismo lo hace todos los días con fines mezquinos, no necesita de reuniones de coordinación, ni de planes extensos y detallados. El socialismo cubano tiene que presentarse en cada minuto como la opción de presente y de futuro, para cada uno de los sectores sociales, etarios, de forma tangible y renovada.
Rechazamos por naturaleza la palabra vender en la labor política, y es justo, pero de lo que se trata es, precisamente, de que todos los días nos preguntemos cada cual -en lo que hace-, cómo el prójimo puede adquirir o compartir una idea para que nuestra sociedad sea mejor. Debemos preguntarnos cómo logramos que el otro asuma ese proyecto de sociedad que hemos imaginado entre todos, conociendo sus virtudes y defectos, sus limitaciones de hoy, sus metas de mañana, y ponga el alma para lograrlo.
Durante algún tiempo y por diversas razones no hemos observado que el mundo y Cuba cambian cada segundo, y que, si no logramos captar y comprometer la atención de los nuestros de forma creativa, lo harán otros. Esto sucede en el hogar, en la escuela, en un centro de trabajo, en un municipio o provincia. Hay que pensar todos los días en cómo nos reproducimos como sociedad y en ello la comunicación social es clave, no está en las orillas observando, pues ya estamos en un mundo donde es componente esencial. No hay marcha atrás.
Hay otro elemento muy importante en el recorrido de alertas que nos hace Javier. En un artículo reciente escribí “los corderos de hoy son hijos de los lobos de ayer”, al referirme a aquellos que asumen un ropaje seudointelectual para encubrir propósitos que son idénticos a los de los terroristas de ayer, que estuvieron obligados a transmutar después del atentado a las Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2001, pero que no esconden la ambición de arrasar con todo lo construido en Cuba durante 60 años, cambiar los libros de Historia y no dejar en pie ningún símbolo de resistencia. Estos individuos solo pretenden abrir las murallas de Troya, para la entrada del famoso caballo, sabiendo cuál es su contenido.
El autor nos detalla sobre aquellos que se apostan desde un nombre intrascendente en las redes para lanzar dardos envenenados, aquellos que reciben un financiamiento para esa acción, aunque juren una y otra vez ser “independientes”, a los que están dispuestos a cambiar toda la gloria que se ha vivido, y que se vive, por algo material que les permita presumir, o parecerse más a sus manejadores.
No caben dudas que desde el exterior se continuarán multiplicando recetas para Cuba, formas de vida alternativas, espejitos a cambio de oro, como hicieron con nuestros aborígenes. Esta práctica ya ha tenido un efecto en nuestra sociedad y ha encontrado mejor pasto en momentos de nuevas limitaciones económicas. Hay un solo remedio frente a ese reto: Que nuestra obra sea tan inmensa y esté construida sobre una unidad social tan grande que el intento de los enemigos se sintetice en la cubana frase de “no se puede tumbar el Morro a pedradas”.
De forma natural el autor propone una reflexión ante lo que sucede, pero en modo alguno se trata de un repliegue de autocrítica tan prolongado que nos retire del frente de batalla, que nos haga perder la iniciativa, y que nos lleve a buscar lo perfecto para desechar lo bueno.
Copiamos como propia la frase que puede leerse en el libro: “La seudorrevolución siempre es socialmente rentable, financieramente rentable, cómodamente rentable, lo que nunca es moralmente rentable”
Igualmente nos complacemos al leer: “La seudorrevolución no tiene objetivos -es incapaz de tenerlos- pero tiene efectos en quien la ejerce, encerrándolo entre las cuatro paredes que en la Cuba de la segunda década de los 2000 han sido sus ejes temáticos, que en realidad son limitaciones temáticas. Dicho de forma coloquial:
- La cantaleta del dogma.
- La majomía de lo generacional.
- La jodedera del consenso.
- La bobería de la herejía”.
Algunos de estos términos han sido rescatados del lenguaje neo y seudo revolucionario -que pretendía capitalizarlos- por el verdadero sentido crítico de la Revolución.
Honestamente creo que en el volumen que presentamos hay razonamientos de indiscutible trascendencia: “El objetivo de un debate revolucionario es buscar la transformación de la realidad que describe. Se nutre de la crítica revolucionaria, que consiste en convertir la opinión en utilidad. Es un tipo de debate que incluye tanto las insatisfacciones que lo provocan, como contar con la institucionalidad con que pueden lograrse las soluciones que propone. El seudodebate, al carecer de esos objetivos, es repetitivo en su expresión, escaso en sus temáticas, superficial en su análisis, ingenuo en sus propuestas y nulo en su posibilidad”.
Si somos honestos, debemos aceptar que quizás hemos estado en más de una reunión grupal que ha transitado por esos caminos y hemos convivido con el pecado, pero aún tenemos posibilidad de ser absueltos.
Las propuestas que nos hace Javier en esta compilación concluyen en medio de los procesos de reversión generados bajo el gobierno de Donald Trump. Y me refiero tanto a los procesos internos de Estados Unidos, como en su relación el mundo. El autor se plantea y nos presenta la pregunta de qué debemos esperar después.
Nuestro comentario: Es muy difícil hacer pronósticos a largo plazo en la política estadounidense, pero ese país está envuelto en un proceso tendencial en el que es cada vez menos capaz de corregir los desequilibrios internos y de cumplir con la tarea de supuesto liderazgo mundial que hasta hace poco le dio color a su política exterior. No debemos esperar nunca que el hegemón herido nos perdone los pecados de la herejía de haber querido ser distintos, de no someternos, y de habernos resistido tantos años a un embate brutal, mucho menos con tan poca geografía de por medio.
Nuestra salvación estará como hasta hoy en la genialidad martiana de conocer cada influencia de la literatura mundial, pero escribir la propia, en el paradigma fidelista de cambiar todo lo que debe ser cambiado, en la disposición a quemar Bayamo antes de entregarla y de volver a la manigua cada vez que esté bajo amenaza ese principio presente en el eje de la cubanía, que es hacer lo que nos salga…desde muy adentro.
Los textos reunidos en este libro, escritos de mayo de 2016 a febrero de 2018, son parte del debate político cubano ocurrido en internet en el tiempo transcurrido entre la visita a La Habana del presidente estadounidense Barack Obama y el primer año de la administración de Donald Trump.
Se trata de una compilación que pone ante el lector elementos para comprender el funcionamiento de una contrarrevolución de nuevo tipo, creada por Estados Unidos para hacer caer a la Revolución cubana mediante del uso de las redes sociales, medios digitales de comunicación y una estrategia de influencia sobre el sector intelectual. Probablemente la mayor y más compleja operación de guerra cultural diseñada por la CIA después de la caída de la Unión Soviética.
14 de octubre de 2021
21 de octubre de 2021
24 de octubre de 2021
Sobre Anfibia, Cosecha Roja y la NED, una fundación ligada al departamento de Estado
Cubadebate Conrado Yasenza
El director de La Tecla Eñe buscó respuestas del grupo Cronos, editor de Anfibia y Cosecha Roja, sobre el financiamiento que recibe de fundaciones vinculadas a las altas esferas del gobierno estadounidense. “CronosLab es el Establishment formando ‘periodistas independientes'”, apuntó. “Una narrativa anfibia acorde a tiempos de excesivo pragmatismo financiero neoliberal”.
Hoy recibí por correo una interesante nota de la Agencia Paco Urondo: Los vínculos de Revista Anfibia y Cosecha Roja con una polémica fundación norteamericana, escrita por Santiago Gómez, donde el autor nos informa que un usuario de internet, Diego Fernando Gutiérrez, analista de política internacional, encontró que la Asociación Civil Cronos que edita las revistas Anfibia y Cosecha Roja recibió US$80 000 de la Fundación para la Democracia (NED por sus siglas en inglés) para formar periodistas cubanos para que cubran “la violencia y crisis en la pandemia covid-19”. Ambas publicaciones dependen de la Universidad Nacional de San Martín, afirma el autor de la nota.
“El CEO de la NED es Damon Wilson, quien trabajó en el Consejo Nacional de Seguridad de los Estados Unidos como director de asuntos del centro, este y norte de Europa”, agrega Gómez.
La nota despertó mi interés y decidí comunicarme con CronosLab para averiguar un poco más. Recibí una contestación en modo comunicado de prensa. Copio:
“Todos los financiadores y alianzas de Cronos (Cronos es una Asociación Civil que hoy se dedica a la formación de periodistas y al periodismo a través de dos medios: Anfibia y Cosecha Roja) pueden consultarse acá: https://cronoslab.org/alianzas/. Son públicos. Del mismo modo que son públicas todas las actividades que hemos realizado.
“Cada periodista que hemos formado, es periodista. Lo mismo cada editor. Cada docente de los cursos o programa de formación es un maestro del oficio o un referente. Anfibia, Cosecha Roja, como hoy Cronos, están comprometidos desde siempre con la búsqueda de un mejor periodismo y con la independencia periodística.
“Las convocatorias a programas de formación, la cantidad de alumnxs, la producción, son parte de un trabajo integral que pretende transformar el periodismo de América Latina. Periodistas cubanos -que desde una mirada progresista y democrática han creado medios independientes- han participado de programas de formación y producción de contenidos.
“La UNSAM no participa puntualmente de este programa de formación que recibe financiamiento de NED. El vínculo de UNSAM con Cronos es exclusivamente a través de la edición de la revista Anfibia.
“Con respecto al vínculo de Cronos con Open Society Fundation, Cronos ha formado más de cien periodistas de medios importantes de todo América Latina con un proyecto financiado por OSF. En la última edición, la formación estuvo dedicada a directores de medios.
“Y con cada “aliado” o financiador de los que figuran en la web -NED, OSF y tantos otros- hemos tenido o tenemos proyectos en marcha vinculados a la formación o producción de contenidos periodísticos”.
Ante esta respuesta repregunté: “Algo que agregar sobre lo nodal de la nota de APU: Sorprende que una revista vinculada a una universidad pública del conurbano bonaerense se preste a recibir financiamiento de un organismo ligado al Departamento de Estado, que financia organizaciones para interferir en la realidad de otros países con el argumento de fortalecer la democracia y generar proyectos comunicacionales que formen periodistas independientes”. Respuesta: “Todo está dicho en lo que te mandé”.
Volví a repreguntar, y cité a Rafael Correa – citado a su vez en la nota: “Según declaró el expresidente Rafael Correa a Página/12 la NED es una agencia de la CIA que financia organizaciones no gubernamentales y fundaciones para desestabilizar a los países de la región”. Respuesta: “¿La CIA?”, y emoticón de risa.
Realicé varias preguntas más: – Encontré una nota de Anfibia donde se posicionaban de modo más contundente sobre la injerencia norteamericana en la región a través de Ned y otras fundaciones. Respuesta: Vaga … no hay mucho más.
- ¿No hubo un cambio editorial en Anfibia con relación a la región, especialmente Cuba y con relación al populismo?; ¿Tienen una posición más contundente con relación a Ned y la injerencia de EEUU. en la región a través de fundaciones y ONG’s? Respuesta a esta última: La posición contundente es la autodeterminación de los pueblos.
Y seguí intentando: ¿Cuáles son específicamente los proyectos financiados por Ned en Anfibia sobre Cuba? Respuesta: Formación de periodistas.
Insistí: ¿Cuál sería la postura sobre Cuba, por ejemplo? La de Ned es clara, es un régimen, una dictadura. ¿Podés responder en tu texto algunos de estos interrogantes? Respuesta: “La finalidad del proyecto de formación/producción que se hizo con NED es la misma que se hizo con otros financiadores en otros proyectos: se trabaja en formato de talleres, se busca mejorar las producciones, trabajar sobre la calidad del trabajo periodístico”.
Nada.
Volví a preguntar: ¿Cuál sería la calidad y rigurosidad periodística si cuesta tanto dar una posición sobre Ned? ¿Qué financia, y para qué y quién?
Respuesta: “Eso que lo respondan Ned o OFS (Open Society Fundation, creada por George Soros) Insisto con algo: los financiadores, aliados, socios, los nombres pueden cambiar según el proyecto, según qué tipo de alianza, etc., están ahí. El 100% de las actividades son públicas, se publicitaron, se convocaron, se contaron casi en tiempo real en las redes, las producciones que salen de esos talleres también son públicas. Después, si se quiere cuestionar quién financia, está bien. Lo que nos importa resaltar es que en cada proyecto el objetivo siempre es el mismo”.
Repregunté, nuevamente: ¿Y cuál es el objetivo, hay que entenderlo en abstracto, escindido de la función de Ned como fundación con injerencia en la región?
De nuevo: Proyectos periodísticos, de formación y algunas producciones periodísticas.
Desistí con un breve texto: Da la impresión de que no se puede hablar en profundidad del vínculo con NED y OFS. Bueno, no vamos a avanzar. Esperaba otro tipo de respuestas y no casi un comunicado de prensa.
Me inquietaba este tema, ahora me preocupa más. No pude obtener nada en profundidad; y este hecho intranquiliza por los medios que estamos leyendo, en algunos casos, muy ingenuamente. Los lectores de Anfibia, si son rigurosos y atentos, deberían hacerse estas preguntas, como con cualquier medio, que debe responder por sus alianzas financieras, si hablamos de una verdadera democracia.
Al parecer, de Anfibia no se puede hablar. En la consulta, Cronos tenía el cassette puesto con el tema de formar periodistas independientes que respeten la autodeterminación de los pueblos. Si la NED y la OFS financian Anfibia y sus proyectos periodísticos, no creo que estas fundaciones dejen de lado su accionar injerencista contra gobiernos populares de la región, más allá de las buenas intenciones de formación de profesionales rigurosos que Cronos alega.
Es llamativo el prestigio que han construido cubriendo problemáticas como la minería, el extractivismo o las diversidades sexuales a través de una narrativa que se apoya en defender la democracia, la libertad y los DD.HH., con proyectos financiados por fundaciones que se vinculan con el departamento de Estado y que se preocupan por la calidad del periodismo y la democracia en la región.
Preocupa también la construcción de una cultura de la corrección política que opera sobre un lector autodenominado progresista, preocupado por demandas afines a este posicionamiento, pero complacientes con no preguntarse por el origen de la financiación de proyectos de comunicación y formación de periodistas que hoy están cubriendo las demandas sociales en Cuba. ¿Se puede dejar de lado los intereses de NED y la OFS que presentan a Cuba como una dictadura?
Lo mismo puede aplicarse a Venezuela, Bolivia o Perú, o incluso a Argentina. Preocupa además porque Anfibia es una revista que edita la Universidad de San Martín, universidad pública. Aunque en las respuestas que Cronos me dio en forma de comunicado de prensa, aclaran que a la Universidad no la financia la NED ni la OFS.
Arrojo un posicionamiento personal: CronosLab (Anfibia, Cosecha Roja) es el Establishment formando “periodistas independientes” con dos fines claros: el más banal, hacer del periodismo una carrera exitosa, una promesa de periodismo y prestigio, y la segunda, crear una nueva narrativa desde la cual generar un sentido común alineado a la estandarización en clave corrección política de conceptos como independencia, democracia, periodismo independiente y DD.HH. Claro, también está la cobertura “independiente” de los procesos de cambio que vive la región.
En definitiva, una narrativa anfibia acorde a tiempos de excesivo pragmatismo financiero neoliberal, con una interesante pátina de formación periodística que permea mucho entre les estudiantes de las universidades públicas del conurbano, que ven en Anfibia un modo moderno de hacer periodismo independiente.
“El CEO de la NED es Damon Wilson, quien trabajó en el Consejo Nacional de Seguridad de los Estados Unidos como director de asuntos del centro, este y norte de Europa”, agrega Gómez.
La nota despertó mi interés y decidí comunicarme con CronosLab para averiguar un poco más. Recibí una contestación en modo comunicado de prensa. Copio:
“Todos los financiadores y alianzas de Cronos (Cronos es una Asociación Civil que hoy se dedica a la formación de periodistas y al periodismo a través de dos medios: Anfibia y Cosecha Roja) pueden consultarse acá: https://cronoslab.org/alianzas/. Son públicos. Del mismo modo que son públicas todas las actividades que hemos realizado.
“Cada periodista que hemos formado, es periodista. Lo mismo cada editor. Cada docente de los cursos o programa de formación es un maestro del oficio o un referente. Anfibia, Cosecha Roja, como hoy Cronos, están comprometidos desde siempre con la búsqueda de un mejor periodismo y con la independencia periodística.
“Las convocatorias a programas de formación, la cantidad de alumnxs, la producción, son parte de un trabajo integral que pretende transformar el periodismo de América Latina. Periodistas cubanos -que desde una mirada progresista y democrática han creado medios independientes- han participado de programas de formación y producción de contenidos.
“La UNSAM no participa puntualmente de este programa de formación que recibe financiamiento de NED. El vínculo de UNSAM con Cronos es exclusivamente a través de la edición de la revista Anfibia.
“Con respecto al vínculo de Cronos con Open Society Fundation, Cronos ha formado más de cien periodistas de medios importantes de todo América Latina con un proyecto financiado por OSF. En la última edición, la formación estuvo dedicada a directores de medios.
“Y con cada “aliado” o financiador de los que figuran en la web -NED, OSF y tantos otros- hemos tenido o tenemos proyectos en marcha vinculados a la formación o producción de contenidos periodísticos”.
Ante esta respuesta repregunté: “Algo que agregar sobre lo nodal de la nota de APU: Sorprende que una revista vinculada a una universidad pública del conurbano bonaerense se preste a recibir financiamiento de un organismo ligado al Departamento de Estado, que financia organizaciones para interferir en la realidad de otros países con el argumento de fortalecer la democracia y generar proyectos comunicacionales que formen periodistas independientes”. Respuesta: “Todo está dicho en lo que te mandé”.
Volví a repreguntar, y cité a Rafael Correa – citado a su vez en la nota: “Según declaró el expresidente Rafael Correa a Página/12 la NED es una agencia de la CIA que financia organizaciones no gubernamentales y fundaciones para desestabilizar a los países de la región”. Respuesta: “¿La CIA?”, y emoticón de risa.
Realicé varias preguntas más: – Encontré una nota de Anfibia donde se posicionaban de modo más contundente sobre la injerencia norteamericana en la región a través de Ned y otras fundaciones. Respuesta: Vaga … no hay mucho más.
- ¿No hubo un cambio editorial en Anfibia con relación a la región, especialmente Cuba y con relación al populismo?; ¿Tienen una posición más contundente con relación a Ned y la injerencia de EEUU. en la región a través de fundaciones y ONG’s? Respuesta a esta última: La posición contundente es la autodeterminación de los pueblos.
Y seguí intentando: ¿Cuáles son específicamente los proyectos financiados por Ned en Anfibia sobre Cuba? Respuesta: Formación de periodistas.
Insistí: ¿Cuál sería la postura sobre Cuba, por ejemplo? La de Ned es clara, es un régimen, una dictadura. ¿Podés responder en tu texto algunos de estos interrogantes? Respuesta: “La finalidad del proyecto de formación/producción que se hizo con NED es la misma que se hizo con otros financiadores en otros proyectos: se trabaja en formato de talleres, se busca mejorar las producciones, trabajar sobre la calidad del trabajo periodístico”.
Nada.
Volví a preguntar: ¿Cuál sería la calidad y rigurosidad periodística si cuesta tanto dar una posición sobre Ned? ¿Qué financia, y para qué y quién?
Respuesta: “Eso que lo respondan Ned o OFS (Open Society Fundation, creada por George Soros) Insisto con algo: los financiadores, aliados, socios, los nombres pueden cambiar según el proyecto, según qué tipo de alianza, etc., están ahí. El 100% de las actividades son públicas, se publicitaron, se convocaron, se contaron casi en tiempo real en las redes, las producciones que salen de esos talleres también son públicas. Después, si se quiere cuestionar quién financia, está bien. Lo que nos importa resaltar es que en cada proyecto el objetivo siempre es el mismo”.
Repregunté, nuevamente: ¿Y cuál es el objetivo, hay que entenderlo en abstracto, escindido de la función de Ned como fundación con injerencia en la región?
De nuevo: Proyectos periodísticos, de formación y algunas producciones periodísticas.
Desistí con un breve texto: Da la impresión de que no se puede hablar en profundidad del vínculo con NED y OFS. Bueno, no vamos a avanzar. Esperaba otro tipo de respuestas y no casi un comunicado de prensa.
Me inquietaba este tema, ahora me preocupa más. No pude obtener nada en profundidad; y este hecho intranquiliza por los medios que estamos leyendo, en algunos casos, muy ingenuamente. Los lectores de Anfibia, si son rigurosos y atentos, deberían hacerse estas preguntas, como con cualquier medio, que debe responder por sus alianzas financieras, si hablamos de una verdadera democracia.
Al parecer, de Anfibia no se puede hablar. En la consulta, Cronos tenía el cassette puesto con el tema de formar periodistas independientes que respeten la autodeterminación de los pueblos. Si la NED y la OFS financian Anfibia y sus proyectos periodísticos, no creo que estas fundaciones dejen de lado su accionar injerencista contra gobiernos populares de la región, más allá de las buenas intenciones de formación de profesionales rigurosos que Cronos alega.
Es llamativo el prestigio que han construido cubriendo problemáticas como la minería, el extractivismo o las diversidades sexuales a través de una narrativa que se apoya en defender la democracia, la libertad y los DD.HH., con proyectos financiados por fundaciones que se vinculan con el departamento de Estado y que se preocupan por la calidad del periodismo y la democracia en la región.
Preocupa también la construcción de una cultura de la corrección política que opera sobre un lector autodenominado progresista, preocupado por demandas afines a este posicionamiento, pero complacientes con no preguntarse por el origen de la financiación de proyectos de comunicación y formación de periodistas que hoy están cubriendo las demandas sociales en Cuba. ¿Se puede dejar de lado los intereses de NED y la OFS que presentan a Cuba como una dictadura?
Lo mismo puede aplicarse a Venezuela, Bolivia o Perú, o incluso a Argentina. Preocupa además porque Anfibia es una revista que edita la Universidad de San Martín, universidad pública. Aunque en las respuestas que Cronos me dio en forma de comunicado de prensa, aclaran que a la Universidad no la financia la NED ni la OFS.
Arrojo un posicionamiento personal: CronosLab (Anfibia, Cosecha Roja) es el Establishment formando “periodistas independientes” con dos fines claros: el más banal, hacer del periodismo una carrera exitosa, una promesa de periodismo y prestigio, y la segunda, crear una nueva narrativa desde la cual generar un sentido común alineado a la estandarización en clave corrección política de conceptos como independencia, democracia, periodismo independiente y DD.HH. Claro, también está la cobertura “independiente” de los procesos de cambio que vive la región.
En definitiva, una narrativa anfibia acorde a tiempos de excesivo pragmatismo financiero neoliberal, con una interesante pátina de formación periodística que permea mucho entre les estudiantes de las universidades públicas del conurbano, que ven en Anfibia un modo moderno de hacer periodismo independiente.
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