“Trump busca poner a EEUU en un camino sin retorno en Afganistán”
Hispan TV 15 de noviembre de 2020
Trump busca seguir con sus planes de retirar las tropas estadounidenses de Afganistán a finales de su mandato y, por eso, prescindió de Mark Esper.Conforme a la revista estadounidense New Yorker, un funcionario de EE.UU. del círculo del presidente estadounidense, Donald Trump, declaró que el mandatario quiere replegar a 45 000 efectivos, o al menos a tantos como le sea posible, de Afganistán antes de dejar el cargo. “Quiere encauzarnos en un camino sin retorno por una retirada total”, aseguró el sábado la fuente citada.
Desde que asumiera la Presidencia de EE.UU., Trump ha manifestado su intención de sacar a todas las tropas estadounidenses de Afganistán y, en este sentido, hasta la fecha ha reducido considerablemente el número de soldados e incluso en octubre llegó a indicar que todos volverían a casa antes de Navidad.
“¡Deberíamos tener al pequeño número que resta de nuestros valientes hombres y mujeres sirviendo en Afganistán en casa para Navidad!”, escribió en su cuenta oficial de Twitter. Pese a su pretensión inicial, no ha logrado una retirada total y ha culpado de ello a sus secretarios de Defensa, principalmente a Esper y su predecesor, James Mattis, señaló el funcionario.
Antes de llegar a la Casa Blanca en 2016, Trump había prometido una retirada total de las tropas estadounidenses de Afganistán, donde EE.UU. está presente desde 2001. mdh/anz/mkh
Desde que asumiera la Presidencia de EE.UU., Trump ha manifestado su intención de sacar a todas las tropas estadounidenses de Afganistán y, en este sentido, hasta la fecha ha reducido considerablemente el número de soldados e incluso en octubre llegó a indicar que todos volverían a casa antes de Navidad.
“¡Deberíamos tener al pequeño número que resta de nuestros valientes hombres y mujeres sirviendo en Afganistán en casa para Navidad!”, escribió en su cuenta oficial de Twitter. Pese a su pretensión inicial, no ha logrado una retirada total y ha culpado de ello a sus secretarios de Defensa, principalmente a Esper y su predecesor, James Mattis, señaló el funcionario.
Antes de llegar a la Casa Blanca en 2016, Trump había prometido una retirada total de las tropas estadounidenses de Afganistán, donde EE.UU. está presente desde 2001. mdh/anz/mkh
MEMORANDUM PARA TODOS LOS EMPLEADOS DEL DEPARTAMENTO DE DEFENSA
ASUNTO: Mensaje inicial al Departamento
"Mientras nos preparamos para el futuro. Seguimos comprometidos con terminar la guerra que Al Qaida trajo a nuestras costas en 2001. Esta guerra no ha terminado. Estamos a punto de derrotar a Al Qaida y sus asociados, pero debemos evitar nuestro error estratégico pasado de no poder llevar a cabo la lucha hasta el final. De hecho, esta lucha ha sido larga, nuestros sacrificios han sido enormes y muchos están cansados de la guerra, soy uno de ellos, pero esta es la fase crítica en la que hacemos la transición de nuestros esfuerzos de liderazgo a rol de apoyo.
No somos un pueblo de guerra perpetua, es la antítesis de todo lo que defendemos y por lo que lucharon nuestros antepasados. Todas las guerras deben terminar.
Poner fin a las guerras requiere compromiso y asociación. Superamos el desafío; dimos todo lo nuestro. Ahora es el momento de volver a casa."
No somos un pueblo de guerra perpetua, es la antítesis de todo lo que defendemos y por lo que lucharon nuestros antepasados. Todas las guerras deben terminar.
Poner fin a las guerras requiere compromiso y asociación. Superamos el desafío; dimos todo lo nuestro. Ahora es el momento de volver a casa."
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El nuevo secretario de Defensa del presidente Donald Trump señaló a los militares en un mensaje a última hora del viernes que podría estar allí para llevar a cabo una de las primeras promesas de campaña del presidente, una reducción de fuerzas en el extranjero en Irak y Afganistán.
"Esta es la fase crítica en la que hacemos la transición de nuestros esfuerzos de un liderazgo a un papel de apoyo", dijo el secretario de Defensa en funciones, Chris Miller, en un memorando obtenido por McClatchy. "No somos un pueblo de guerra perpetua, es la antítesis de todo lo que defendemos y por lo que lucharon nuestros antepasados. Todas las guerras deben terminar".
16 de noviembre de 2020
Kissinger advierte a Biden sobre la catástrofe entre Estados Unidos y China a escala de la Primera Guerra Mundial
El exsecretario de Estado de Estados Unidos, Henry Kissinger, dijo que la administración entrante de Biden debería actuar rápidamente para restablecer las líneas de comunicación con China que se desgastaron durante los años de Trump o arriesgarse a una crisis que podría convertirse en un conflicto militar.
"A menos que haya alguna base para alguna acción cooperativa, el mundo se deslizará hacia una catástrofe comparable a la Primera Guerra Mundial", dijo Kissinger durante la sesión inaugural del Foro de Nueva Economía de Bloomberg. Dijo que las tecnologías militares disponibles en la actualidad harían que tal crisis "sea aún más difícil de controlar" que las de épocas anteriores.
"Estados Unidos y China ahora se están dirigiendo cada vez más hacia la confrontación, y están conduciendo su diplomacia de una manera confrontativa", dijo Kissinger, de 97 años, en una entrevista con el editor en jefe de Bloomberg News, John Micklethwait. "El peligro es que ocurra alguna crisis que vaya más allá de la retórica y se convierta en un conflicto militar real".
El diplomático que allanó el camino para el histórico viaje del presidente Richard Nixon a China en 1972 dijo que esperaba que la amenaza compartida de la pandemia Covid-19 brinde una oportunidad para las discusiones políticas entre los dos países cuando Biden asuma el cargo el 20 de enero.
(...)
Estados Unidos siguió sus críticas imponiendo nuevas sanciones y prohibiendo inversiones en 31 empresas chinas que, según dice, están controladas por el Ejército Popular de Liberación del país.
“Trump tiene un método de negociación más conflictivo del que puede aplicar indefinidamente”, dijo Kissinger. Al principio del mandato de Trump, “era importante para él enfatizar las profundas preocupaciones que tienen los estadounidenses sobre la evolución de la economía mundial que no está equilibrada. Creo que era importante enfatizar eso. Pero desde entonces, hubiera preferido un enfoque más diferenciado ".
La rápida erosión de los lazos este año significa que China y Estados Unidos están avanzando hacia una nueva Guerra Fría, dijo Kissinger, y agregó que las dos partes deberían "acordar que cualquier otro conflicto que tengan, no recurrirán al conflicto militar".
Para lograr eso, Estados Unidos y China deben crear conjuntamente "un sistema institucional mediante el cual algún líder en el que nuestro presidente confía y algún líder chino en el que confía el presidente Xi sean designados para permanecer en contacto entre sí en nombre de sus presidentes", dijo. Las relaciones con China pueden dominar la agenda de política exterior de la administración del presidente electo Joe Biden. Se espera que busque formas de aliviar las tensiones en áreas que incluyen el futuro de la tecnología 5G, el expansionismo de China en el Mar de China Meridional y la desvanecida autonomía de Hong Kong.
Si bien Biden tiene décadas de experiencia en el trato con China, su tono tomó un giro más duro durante las primarias presidenciales. Con frecuencia criticó las políticas asertivas de China en su región, así como el historial de derechos humanos de Beijing, e incluso calificó al presidente Xi Jinping de "matón" durante un debate en febrero.
(...)
"Estados Unidos y China nunca se han enfrentado a países de una magnitud que sea aproximadamente igual al otro", dijo Kissinger. “Esta es la primera experiencia. Y debemos evitar que se convierta en un conflicto y, con suerte, conducir a algunos esfuerzos cooperativos ".
Al revisar algunas de las propuestas de Biden para dirigirse a China, Kissinger pidió cautela cuando se le preguntó sobre la idea de construir una coalición de democracias para enfrentar a Beijing.
(...)
Europa se verá cada vez más atrapada en un tira y afloja entre Estados Unidos y Eurasia, agregó Kissinger. "Europa ha sido un ancla de la política exterior estadounidense en todo el período posterior a la Segunda Guerra Mundial", dijo.
“La pregunta para ellos ahora es si, en la evolución de las relaciones con otras partes del mundo, intentarán desempeñar un papel totalmente autónomo”.
"A menos que haya alguna base para alguna acción cooperativa, el mundo se deslizará hacia una catástrofe comparable a la Primera Guerra Mundial", dijo Kissinger durante la sesión inaugural del Foro de Nueva Economía de Bloomberg. Dijo que las tecnologías militares disponibles en la actualidad harían que tal crisis "sea aún más difícil de controlar" que las de épocas anteriores.
"Estados Unidos y China ahora se están dirigiendo cada vez más hacia la confrontación, y están conduciendo su diplomacia de una manera confrontativa", dijo Kissinger, de 97 años, en una entrevista con el editor en jefe de Bloomberg News, John Micklethwait. "El peligro es que ocurra alguna crisis que vaya más allá de la retórica y se convierta en un conflicto militar real".
El diplomático que allanó el camino para el histórico viaje del presidente Richard Nixon a China en 1972 dijo que esperaba que la amenaza compartida de la pandemia Covid-19 brinde una oportunidad para las discusiones políticas entre los dos países cuando Biden asuma el cargo el 20 de enero.
(...)
Estados Unidos siguió sus críticas imponiendo nuevas sanciones y prohibiendo inversiones en 31 empresas chinas que, según dice, están controladas por el Ejército Popular de Liberación del país.
“Trump tiene un método de negociación más conflictivo del que puede aplicar indefinidamente”, dijo Kissinger. Al principio del mandato de Trump, “era importante para él enfatizar las profundas preocupaciones que tienen los estadounidenses sobre la evolución de la economía mundial que no está equilibrada. Creo que era importante enfatizar eso. Pero desde entonces, hubiera preferido un enfoque más diferenciado ".
La rápida erosión de los lazos este año significa que China y Estados Unidos están avanzando hacia una nueva Guerra Fría, dijo Kissinger, y agregó que las dos partes deberían "acordar que cualquier otro conflicto que tengan, no recurrirán al conflicto militar".
Para lograr eso, Estados Unidos y China deben crear conjuntamente "un sistema institucional mediante el cual algún líder en el que nuestro presidente confía y algún líder chino en el que confía el presidente Xi sean designados para permanecer en contacto entre sí en nombre de sus presidentes", dijo. Las relaciones con China pueden dominar la agenda de política exterior de la administración del presidente electo Joe Biden. Se espera que busque formas de aliviar las tensiones en áreas que incluyen el futuro de la tecnología 5G, el expansionismo de China en el Mar de China Meridional y la desvanecida autonomía de Hong Kong.
Si bien Biden tiene décadas de experiencia en el trato con China, su tono tomó un giro más duro durante las primarias presidenciales. Con frecuencia criticó las políticas asertivas de China en su región, así como el historial de derechos humanos de Beijing, e incluso calificó al presidente Xi Jinping de "matón" durante un debate en febrero.
(...)
"Estados Unidos y China nunca se han enfrentado a países de una magnitud que sea aproximadamente igual al otro", dijo Kissinger. “Esta es la primera experiencia. Y debemos evitar que se convierta en un conflicto y, con suerte, conducir a algunos esfuerzos cooperativos ".
Al revisar algunas de las propuestas de Biden para dirigirse a China, Kissinger pidió cautela cuando se le preguntó sobre la idea de construir una coalición de democracias para enfrentar a Beijing.
(...)
Europa se verá cada vez más atrapada en un tira y afloja entre Estados Unidos y Eurasia, agregó Kissinger. "Europa ha sido un ancla de la política exterior estadounidense en todo el período posterior a la Segunda Guerra Mundial", dijo.
“La pregunta para ellos ahora es si, en la evolución de las relaciones con otras partes del mundo, intentarán desempeñar un papel totalmente autónomo”.
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17 de noviembre de 2020
18 de noviembre de 2020
Carta del general francés Delawarde sobre la elección presidencial estadounidense
Mis queridos amigos:
Muchos de ustedes me han preguntado mi opinión sobre lo que ha venido sucediendo en Estados Unidos desde el 3 de noviembre en el marco de la elección presidencial. En mi doble condición de experto en inteligencia y especialista del tema Estados Unidos me han hecho numerosas preguntas que resumiré en 2 grandes grupos:
1- ¿Hubo fraude electoral? ¿Es creíble la hipótesis de un golpe de Estado tendiente a invertir el resultado de la elección?
2- Si Biden fuese finalmente electo el 8 de diciembre y entronizado el 20 de enero de 2021, ¿qué consecuencias tendría su llegada al poder?
Me esforzaré por responder claramente estas preguntas en las siguientes líneas.
¿Tiene el autor algún conflicto de intereses?
Es importante que cada uno de ustedes sepa, antes de iniciar la lectura de esta carta, si su autor tiene algún conflicto de intereses que pudiese orientar sus palabras sobre el tema que aborda.
Mi respuesta es que no. Es cierto que viví en Estados Unidos, en Kansas, bajo administración demócrata (Clinton) entre 1995 y 1998, época de la que guardo un excelente recuerdo. Estuve en Estados Unidos en múltiples ocasiones, antes y después de aquel episodio profesional, visitando a mi numerosa familia cercana –tres de mis hermanas y 48 de sus descendientes directos, todos ciudadanos estadounidenses y residentes en diferentes Estados, gobernados unos por los demócratas y otros por los republicanos. He visitado 46 de los 50 Estados de la Unión. En el verano de 1998 recibí la Meritorius Service Medal de Estados Unidos, en aquel momento bajo administración demócrata. No soy miembro de ninguno de los principales partidos políticos franceses (Les Republicains, Partido Socialista, Rassemblement National, La France Insoumise, LREM-Modem, Europe-Ecologie-Les Verts).
Aunque me expreso a veces con vehemente severidad sobre las «modos de gobierno» estadounidenses, esa severidad no está nunca dirigida al pueblo estadounidense que, como muchos otros pueblos, es más bien generoso y sincero, pero es también ingenuo y está manipulado.
Hoy abrigo grandes reservas, incluso hostilidad, hacia la OTAN, por haber comprobado sus derivas desde 1990, en el marco de mis funciones [1]
Mi experiencia en materia de inteligencia me ha llevado a dar cada vez menos credibilidad a la enorme mayoría de las agencias de prensa y medios mainstream, en particular a los de Occidente [2].
No siento aprecio por la acción y/o «la influencia poderosa y nociva de los grupos de presión» transnacionales sobre el funcionamiento del mundo, independientemente de que sean grupos de presión financieros, mediáticos, comunitarios o de cualquier otra naturaleza.
Después de haber dejado claro todo esto, como autor, pasemos al tema que nos interesa.
Contexto pre-electoral de la elección presidencial estadounidense
Desde el fracaso de Hillary Clinton en la elección presidencial de 2016, Estados Unidos se ha dividido profundamente en 2 bandos irreconciliables que se detestan y se han enfrascado en una lucha “a muerte”. Al contrario de lo que la gente cree en Francia o en Europa, esos dos bandos no son los bandos republicano y demócrata, que sólo son las partes visibles del iceberg. Los dos bandos a los que yo me refiero tienen dos concepciones opuestas del mundo: son los «soberanistas» y los «globalistas». Los representantes de los «globalistas» los hallamos mayoritariamente entre los demócratas, pero también podemos encontrarlos, aunque en menor proporción, entre los republicanos.
El 24 de septiembre de 2019, desde la tribuna de la Asamblea General de la ONU, Donald Trump claramente escogió su bando, expresó su visión del mundo y declaró la guerra a los globalistas al declarar:
«Como mi bien amado país, todas las naciones representadas en este recinto tienen una historia, una cultura y un legado que aprecian y que merecen ser defendidos y celebrados, y que nos dan una fuerza y un potencial particular. El mundo libre debe abarcar sus cimientos “nacionales”. No debe tratar de renunciar a ellos y reemplazarlos…» [3]
Segundos después, Donald Trump agregaba:
«Si quieren ustedes la libertad, estén orgullosos de su país. Si quieren democracia, aférrense a su soberanía. Si quieren paz, amen su nación. Los jefes de Estado perspicaces siempre ponen el interés de su propio país en primer lugar. El porvenir no pertenece a los globalistas. El porvenir pertenece a los patriotas. El porvenir pertenece a las naciones independientes y soberanas que protegen a sus ciudadanos, que respetan a sus vecinos y que aceptan las diferencias que hacen a cada país especial y único.»
Es comprensible para todos que ese discurso pueda suscitar la adhesión de un vasto sector de la población estadounidense, como lo demuestran los más de 73 millones de votos por Trump contabilizados en noviembre de 2020 –o sea, 10 millones más que en 2016, cuando obtuvo menos de 63 millones de sufragios. Para todos los que creían que Trump estaba perdiendo apoyo, ese 15% de aumento es una inmensa sorpresa… como en 2016.
Es evidente que el bando de los globalistas no puede aceptar ese «discurso-programa». Así que hará todo lo que pueda por cerrarle al presidente saliente el camino a la reelección. Mayoritario en el «Estado Profundo estadounidense» (Deep State), disponiendo del control de la finanza y de los GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazone, Microsoft y Twitter), disponiendo también del control de la cuasi totalidad de los medios mainstream y de las agencias de prensa anglosajonas y europeas, el bando de los globalistas va a coordinar la acción de sus “brazos armados” para sacar a Donald Trump de la presidencia de Estados Unidos.
El presidente Trump, por su parte, no es estúpido ni está solo. Dispone de un fortísimo apoyo popular, de una mayoría en el Senado, en la Corte Suprema y 27 de los 50 gobernadores de los Estados de la Unión son republicanos. En la Cámara de Representantes, acaba de reducir en 12 escaños (por ahora…) la ventaja que tenían los demócratas sobre los republicanos. Ha instalado una administración federal que le es mayoritariamente fiel (no totalmente…), ha cambiado a una mayoría de los jueces federales, resistió exitosamente a 2 intentos del Estado Profundo y de los demócratas de destituirlo (el Rusiagate fabricado desde 2016, que acabó desinflándose… porque era falso y los investigadores, los jueces y la opinión pública estadounidense acabaron dándose cuenta, y el intento de destitución iniciado en la Cámara de Representantes, que se fue a pique cuando llegó al Senado).
Por cierto, Trump mostró lucidez cuando dijo, en su último discurso electoral, el 2 de noviembre de 2020, en Carolina del Norte: «Si algo he hecho durante mi mandato ha sido poner en evidencia la deshonestidad de los medios.» [4] Los medios mainstream estadounidenses siempre han suscitado y respaldado las acciones antiTrump.
Es en este contexto de tensiones extremas y después de una campaña electoral durante en la que se han visto todos los golpes bajos posibles –de ambas partes– que se produce la elección del 3 de noviembre de 2020.
¿Han sido honestos los medios y los institutos de sondeos o han tratado de manipular a la opinión?
Los medios mainstream estadounidenses –por cierto, al igual que los medios europeos– no brillan precisamente por su honestidad, pluralismo e imparcialidad. Bajo el control de un puñado de multimillonarios, esos medios defienden las causas e intereses de sus «patrones», miembros activos o simples colaboradores del Estado Profundo. Todo se vale, hasta las mentiras más descaradas. Se pone de relieve todo lo que perjudique al adversario (Trump) y se oculta todo lo que pudiera perjudicar al bando al que se quiere beneficiar (Biden). Los periodistas hacen carrera sólo si se someten o/y se autocensuran. Hoy estamos en una situación de «guerra informativa» electoral [5]. Los simples mortales encuentran muchas dificultades para informarse correctamente [6].
Hace 4 años que esos medios estadounidenses, perfectamente secundados por los medios “hermanos” europeos vienen dedicándose, las 24 horas del día, a denigrar la imagen del presidente Trump ante la opinión pública estadounidense, occidental y mundial. Durante los meses anteriores a la elección se apoyaron en sondeos ampliamente sesgados para hacerle creer al pueblo estadounidense y al mundo –como en 2016– que la elección estaba “decidida” y que una gran ola demócrata iba a sumergir el país. Por citar sólo el ejemplo de la Florida, 4 días antes de la elección una amplia mayoría de los sondeos daba a Biden ganador con entre 1 y 5 puntos… pero el ganador fue Trump por 3,4 puntos. Las diferencias comprobadas entre esos últimos sondeos y el resultado del escrutinio son tales que no puede hablarse del margen de error sino de mentira y manipulación, interesada y… descarada. Esos sondeos y artículos engañosos se repitieron en la casi totalidad de los Estados de la Unión. Los resultados de Trump y del Partido Republicano, el día de la elección, revelaron la envergadura de esas mentiras-manipulaciones mediáticas y de los falsos sondeos preelectorales.
¿Es creíble la hipótesis de un fraude importante en varios Estados claves el día del escrutinio?
Mi íntima convicción me dice que sí ya que existen, en mi opinión, demasiados índices concordantes tendientes a que la jauría “mediática” occidental –de la que ya sabemos quién la controla– pueda convencerme de lo contrario. Los presidentes de China y Rusia no se equivocan en esperar a que se proclamen resultados oficiales, lo cual no sucederá hasta el 8 de diciembre, antes de felicitar al vencedor, cuando realmente se sepa quién es [7].
Estos son los indicios que me hacen dudar de la honestidad del escrutinio.
1 – La curiosa precipitación, por demás sospechosa, de la jauría mediática estadounidense, seguida de inmediato por su “hermana” de la Unión Europea –que también sabemos quién la controla– en querer imponer un vencedor cuando todavía no se conocen los resultados oficiales de 5 o 6 Estados. Todos sabemos que esos medios estadounidenses son «partidistas» y que son los más feroces adversarios de Trump. Conocemos su método consistente en criticar, cuestionar, modificar, no reconocer, poner en tela de juicio todos los resultados electorales que no les convienen en todo el planeta (como las elecciones presidenciales de Siria, en 2014; de Venezuela, en 2018; de Bolivia, en 2019, y de Bielorrusia, en 2020, por citar sólo 4). También conocemos su propensión a querer promover, más bien imponer, el candidato que les conviene, sin importar que ese candidato sólo cuente con un apoyo muy minoritario (como en los casos de Francia, en 2017; de Bolivia, en 2019; de Bielorrusia, en 2020. También es el caso de Navalni, quien no representa estrictamente nada en Rusia, y sin embargo nuestros medios nos lo “venden” como el contrincante número 1 de Putin).
2 – Las muy desacostumbradas acciones de Google, Facebook, YouTube y Twitter censurando, de manera concertada y simultánea, nada más y nada menos que al presidente de Estados Unidos. Esta colusión evidente de esas grandes empresas de servicios, de las que también sabemos quién las controla, simplemente no es “natural” ni democrática…
3 – Por primera vez en la historia de Estados Unidos, el voto por correspondencia se utilizó masivamente ya que más de un 42% de los electores que votaron lo hicieron por correspondencia (más de 64 millones), a pesar de ser mundialmente reconocido que ese tipo de voto favorece el fraude electoral.
El voto por correspondencia incluso se eliminó en Francia en 1975 porque se juzgó propicio al fraude electoral [8].
Dicho sea de paso, es extraño que algunos diputados de la mayoría LREM [9] estén tratando ahora de restablecer en Francia el voto por correspondencia, aprovechando la oportunidad que ofrece la epidemia de Covid-19 [10].
¿Será que esos diputados tienen intenciones de ampliar las posibilidades de fraude en Francia para alcanzar la reelección en las próximas elecciones locales?
Afirmar que no hubo el menor fraude electoral en Estados Unidos, con 64 millones de votos por correspondencia, simplemente no es creíble.
Sin asumir por mi cuenta todo el conjunto de denuncias de fraudes emitidas por los republicanos, y enumeradas en un artículo reproducido en Profession Gendarme [11], voy a retener, sin embargo, un solo ejemplo –reconocido por los dos partidos, tanto el demócrata como el republicano– que no es por lo tanto cuestionable ni cuestionado.
Según confesó ella misma al New York Times, Abigail Bowen, la secretaria electoral del condado de Shiawassee (Estado de Michigan), agregó, por error según ella, un cero de más en el conteo de los votos de Biden. En vez de inscribir 15 371 votos a favor del demócrata, su equipo agregó 150 371 sufragios. Dado el hecho que en los teclados de computadora la tecla del 0 no está cerca de la tecla del 5, es extraño decir que fue un error involuntario. La secretaria agrega que el error le fue notificado 20 minutos después y que lo corrigió enseguida. (Felizmente alguien se dio cuenta de este error, al parecer involuntario…)
Está muy bien que ese error haya sido rectificado… pero eso plantea, de todas maneras, varias interrogantes:
Lo que yo observo es que en 5 Estados calificados de swing states [12] los resultados están en ese margen del 1%: se trata de los Estados de Arizona, Georgia, Wisconsin, Pensilvania y Nevada [13]. En esos 5 Estados, Trump encabezaba la votación, pero Biden supuestamente acabó aventajándolo en todos por unos miles de votos gracias a la llegada oportuna, milagrosa, masiva y repentina de votos por correspondencia que le resultaron muy, muy, muy favorables.
A estas alturas ya ustedes habrán comprendido que, en mi opinión, el voto por correspondencia es la puerta abierta al fraude. Cuando ese voto por correspondencia es masivo, el fraude puede hacerse importante y ser ampliamente suficiente para invertir un resultado en el margen del 1%. Es infinitamente poco probable que no haya habido fraudes. No especularé aquí sobre a quién pudieran haber favorecido esos fraudes y estoy seguro de que nunca llegarán a obtenerse todas las pruebas. Digo solamente que los “ingenuos” medios mainstream estadounidenses y europeos, que tanto quisieran negar a Trump el derecho a que vuelvan a contarse los votos, a que se abran investigaciones y a que se realicen verificaciones, esos mismos medios que –tratándose de otros países– tanto se preocupan por los conteos de votos y que tan fácilmente denuncian un «fraude electoral», no se engrandecen con todo esto. Sabíamos que Francia y sus periodistas que se mofan del presunto perdedor –porque se llama Trump– transmitían la imagen de una “mediocracia”. Pero, ¿también deben convertirse en una mediacracia que trata de imponernos presidentes y todo lo que debemos pensar, sobre todos los temas?
Abordemos ahora el segundo tema de mi carta.
Si el “globalista” Biden fuese electo el 8 de diciembre y entronizado el 20 de enero de 2021, ¿qué evolución podemos esperar para el planeta los europeos y los franceses?
Biden es un anciano, de quien todos saben que ya no goza de todas sus facultades mentales –el próximo 20 de enero habrá cumplido 79 años. Debido a ello, si Biden resulta electo, se hallará bajo la influencia de otras personas y tomaría sus decisiones únicamente siguiendo consejos y bajo el «estrecho control» de su entorno cercano, emanación del «Deep State» o Estado Profundo y conformado con «globalistas» acérrimos. Es además ese entorno lo que habrá ayudado a Biden a ganar, así que sería ese entorno quien gobernaría, de hecho, Estados Unidos.
Dado su obediencia «neoconservadora», ese entorno de Biden es resueltamente proisraelí y favorable a que se mantenga sobre el planeta una hegemonía absoluta de Estados Unidos. El profundo estudio de ese entorno (biografías, influencias a las que se somete, redes y comunidades de las que forma parte) resultaría muy revelador pero, por desgracia, nada sorprendente. En Francia tenemos los mismos. Habría que prepararse, por ende, con vista a un recrudecimiento de la injerencia agresiva de Estados Unidos tanto en el Medio Oriente (Líbano, Siria, Irak, Irán), por supuesto, a favor de Israel. Pero también en las fronteras de Rusia, en el Mar de China y en Sudamérica. El nuevo equipo de gobierno, brazo armado del «Deep State», creará los pretextos –aunque no existan– e instrumentalizará la nebulosa terrorista, como siempre lo ha hecho Washington en el pasado, para justificar sus actos de injerencia.
Trump logró reducir gradual y considerablemente los bombardeos estadounidenses en el planeta (Estados Unidos utilizó 47 000 bombas en 2017, 16 000 en 2018, 12 000 en 2019 y 928 en enero y febrero de 2020, según los últimos datos conocidos) [14]. Trajo de regreso a Estados Unidos gran cantidad de soldados que estaban desplegados fuera del país, principalmente del Medio Oriente. Bajo el primer mandato de Trump, la coalición occidental mató mucho menos gente que bajo los 2 mandatos de su predecesor [el demócrata Barack Obama]. Si un equipo globalista se apodera de la Casa Blanca, esa tendencia podría invertirse a partir de la primavera de 2021… y la sangre correría otra vez. La OTAN sigue sin entender que debería –incluso en su propio interés– poner fin a tales derivas.
La mala noticia es que una administración Biden también trataría de implicar a la OTAN, al Reino Unido, a Francia y a la Unión Europea en todos los trabajos sucios que sus estrategas neoconservadores sean capaces de urdir [15]. La mala noticia para Francia es que su dependencia económica (su deuda y el CAC40) y el creciente servilismo hacia Estados Unidos de las élites francesas, formadas precisamente para que sean serviles, le impedirán rechazar todas las invitaciones de Estados Unidos a ser parte de coaliciones creadas en defensa de causas dudosas.
La buena noticia es el hecho que, a ambos lados del Atlántico, los pueblos están empezando a abrir los ojos. Sea o no del agrado de nuestros medios de difusión, de nuestros políticos y de nuestra opinión pública manipulada, el «soberanista» Trump incrementó en un 15% el total de votos que obtuvo en 2016. Sus partidarios controlan la Corte Suprema, el Senado, una mayoría de Estados y se acercan a la paridad en cuanto al número de escaños que controlan en la Cámara de Representantes. Sus partidarios también controlan las zonas rurales estadounidenses. Los demócratas sólo controlan realmente las grandes ciudades.
Muchos de ustedes me han preguntado mi opinión sobre lo que ha venido sucediendo en Estados Unidos desde el 3 de noviembre en el marco de la elección presidencial. En mi doble condición de experto en inteligencia y especialista del tema Estados Unidos me han hecho numerosas preguntas que resumiré en 2 grandes grupos:
1- ¿Hubo fraude electoral? ¿Es creíble la hipótesis de un golpe de Estado tendiente a invertir el resultado de la elección?
2- Si Biden fuese finalmente electo el 8 de diciembre y entronizado el 20 de enero de 2021, ¿qué consecuencias tendría su llegada al poder?
Me esforzaré por responder claramente estas preguntas en las siguientes líneas.
¿Tiene el autor algún conflicto de intereses?
Es importante que cada uno de ustedes sepa, antes de iniciar la lectura de esta carta, si su autor tiene algún conflicto de intereses que pudiese orientar sus palabras sobre el tema que aborda.
Mi respuesta es que no. Es cierto que viví en Estados Unidos, en Kansas, bajo administración demócrata (Clinton) entre 1995 y 1998, época de la que guardo un excelente recuerdo. Estuve en Estados Unidos en múltiples ocasiones, antes y después de aquel episodio profesional, visitando a mi numerosa familia cercana –tres de mis hermanas y 48 de sus descendientes directos, todos ciudadanos estadounidenses y residentes en diferentes Estados, gobernados unos por los demócratas y otros por los republicanos. He visitado 46 de los 50 Estados de la Unión. En el verano de 1998 recibí la Meritorius Service Medal de Estados Unidos, en aquel momento bajo administración demócrata. No soy miembro de ninguno de los principales partidos políticos franceses (Les Republicains, Partido Socialista, Rassemblement National, La France Insoumise, LREM-Modem, Europe-Ecologie-Les Verts).
Aunque me expreso a veces con vehemente severidad sobre las «modos de gobierno» estadounidenses, esa severidad no está nunca dirigida al pueblo estadounidense que, como muchos otros pueblos, es más bien generoso y sincero, pero es también ingenuo y está manipulado.
Hoy abrigo grandes reservas, incluso hostilidad, hacia la OTAN, por haber comprobado sus derivas desde 1990, en el marco de mis funciones [1]
Mi experiencia en materia de inteligencia me ha llevado a dar cada vez menos credibilidad a la enorme mayoría de las agencias de prensa y medios mainstream, en particular a los de Occidente [2].
No siento aprecio por la acción y/o «la influencia poderosa y nociva de los grupos de presión» transnacionales sobre el funcionamiento del mundo, independientemente de que sean grupos de presión financieros, mediáticos, comunitarios o de cualquier otra naturaleza.
Después de haber dejado claro todo esto, como autor, pasemos al tema que nos interesa.
Contexto pre-electoral de la elección presidencial estadounidense
Desde el fracaso de Hillary Clinton en la elección presidencial de 2016, Estados Unidos se ha dividido profundamente en 2 bandos irreconciliables que se detestan y se han enfrascado en una lucha “a muerte”. Al contrario de lo que la gente cree en Francia o en Europa, esos dos bandos no son los bandos republicano y demócrata, que sólo son las partes visibles del iceberg. Los dos bandos a los que yo me refiero tienen dos concepciones opuestas del mundo: son los «soberanistas» y los «globalistas». Los representantes de los «globalistas» los hallamos mayoritariamente entre los demócratas, pero también podemos encontrarlos, aunque en menor proporción, entre los republicanos.
El 24 de septiembre de 2019, desde la tribuna de la Asamblea General de la ONU, Donald Trump claramente escogió su bando, expresó su visión del mundo y declaró la guerra a los globalistas al declarar:
«Como mi bien amado país, todas las naciones representadas en este recinto tienen una historia, una cultura y un legado que aprecian y que merecen ser defendidos y celebrados, y que nos dan una fuerza y un potencial particular. El mundo libre debe abarcar sus cimientos “nacionales”. No debe tratar de renunciar a ellos y reemplazarlos…» [3]
Segundos después, Donald Trump agregaba:
«Si quieren ustedes la libertad, estén orgullosos de su país. Si quieren democracia, aférrense a su soberanía. Si quieren paz, amen su nación. Los jefes de Estado perspicaces siempre ponen el interés de su propio país en primer lugar. El porvenir no pertenece a los globalistas. El porvenir pertenece a los patriotas. El porvenir pertenece a las naciones independientes y soberanas que protegen a sus ciudadanos, que respetan a sus vecinos y que aceptan las diferencias que hacen a cada país especial y único.»
Es comprensible para todos que ese discurso pueda suscitar la adhesión de un vasto sector de la población estadounidense, como lo demuestran los más de 73 millones de votos por Trump contabilizados en noviembre de 2020 –o sea, 10 millones más que en 2016, cuando obtuvo menos de 63 millones de sufragios. Para todos los que creían que Trump estaba perdiendo apoyo, ese 15% de aumento es una inmensa sorpresa… como en 2016.
Es evidente que el bando de los globalistas no puede aceptar ese «discurso-programa». Así que hará todo lo que pueda por cerrarle al presidente saliente el camino a la reelección. Mayoritario en el «Estado Profundo estadounidense» (Deep State), disponiendo del control de la finanza y de los GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazone, Microsoft y Twitter), disponiendo también del control de la cuasi totalidad de los medios mainstream y de las agencias de prensa anglosajonas y europeas, el bando de los globalistas va a coordinar la acción de sus “brazos armados” para sacar a Donald Trump de la presidencia de Estados Unidos.
El presidente Trump, por su parte, no es estúpido ni está solo. Dispone de un fortísimo apoyo popular, de una mayoría en el Senado, en la Corte Suprema y 27 de los 50 gobernadores de los Estados de la Unión son republicanos. En la Cámara de Representantes, acaba de reducir en 12 escaños (por ahora…) la ventaja que tenían los demócratas sobre los republicanos. Ha instalado una administración federal que le es mayoritariamente fiel (no totalmente…), ha cambiado a una mayoría de los jueces federales, resistió exitosamente a 2 intentos del Estado Profundo y de los demócratas de destituirlo (el Rusiagate fabricado desde 2016, que acabó desinflándose… porque era falso y los investigadores, los jueces y la opinión pública estadounidense acabaron dándose cuenta, y el intento de destitución iniciado en la Cámara de Representantes, que se fue a pique cuando llegó al Senado).
Por cierto, Trump mostró lucidez cuando dijo, en su último discurso electoral, el 2 de noviembre de 2020, en Carolina del Norte: «Si algo he hecho durante mi mandato ha sido poner en evidencia la deshonestidad de los medios.» [4] Los medios mainstream estadounidenses siempre han suscitado y respaldado las acciones antiTrump.
Es en este contexto de tensiones extremas y después de una campaña electoral durante en la que se han visto todos los golpes bajos posibles –de ambas partes– que se produce la elección del 3 de noviembre de 2020.
¿Han sido honestos los medios y los institutos de sondeos o han tratado de manipular a la opinión?
Los medios mainstream estadounidenses –por cierto, al igual que los medios europeos– no brillan precisamente por su honestidad, pluralismo e imparcialidad. Bajo el control de un puñado de multimillonarios, esos medios defienden las causas e intereses de sus «patrones», miembros activos o simples colaboradores del Estado Profundo. Todo se vale, hasta las mentiras más descaradas. Se pone de relieve todo lo que perjudique al adversario (Trump) y se oculta todo lo que pudiera perjudicar al bando al que se quiere beneficiar (Biden). Los periodistas hacen carrera sólo si se someten o/y se autocensuran. Hoy estamos en una situación de «guerra informativa» electoral [5]. Los simples mortales encuentran muchas dificultades para informarse correctamente [6].
Hace 4 años que esos medios estadounidenses, perfectamente secundados por los medios “hermanos” europeos vienen dedicándose, las 24 horas del día, a denigrar la imagen del presidente Trump ante la opinión pública estadounidense, occidental y mundial. Durante los meses anteriores a la elección se apoyaron en sondeos ampliamente sesgados para hacerle creer al pueblo estadounidense y al mundo –como en 2016– que la elección estaba “decidida” y que una gran ola demócrata iba a sumergir el país. Por citar sólo el ejemplo de la Florida, 4 días antes de la elección una amplia mayoría de los sondeos daba a Biden ganador con entre 1 y 5 puntos… pero el ganador fue Trump por 3,4 puntos. Las diferencias comprobadas entre esos últimos sondeos y el resultado del escrutinio son tales que no puede hablarse del margen de error sino de mentira y manipulación, interesada y… descarada. Esos sondeos y artículos engañosos se repitieron en la casi totalidad de los Estados de la Unión. Los resultados de Trump y del Partido Republicano, el día de la elección, revelaron la envergadura de esas mentiras-manipulaciones mediáticas y de los falsos sondeos preelectorales.
¿Es creíble la hipótesis de un fraude importante en varios Estados claves el día del escrutinio?
Mi íntima convicción me dice que sí ya que existen, en mi opinión, demasiados índices concordantes tendientes a que la jauría “mediática” occidental –de la que ya sabemos quién la controla– pueda convencerme de lo contrario. Los presidentes de China y Rusia no se equivocan en esperar a que se proclamen resultados oficiales, lo cual no sucederá hasta el 8 de diciembre, antes de felicitar al vencedor, cuando realmente se sepa quién es [7].
Estos son los indicios que me hacen dudar de la honestidad del escrutinio.
1 – La curiosa precipitación, por demás sospechosa, de la jauría mediática estadounidense, seguida de inmediato por su “hermana” de la Unión Europea –que también sabemos quién la controla– en querer imponer un vencedor cuando todavía no se conocen los resultados oficiales de 5 o 6 Estados. Todos sabemos que esos medios estadounidenses son «partidistas» y que son los más feroces adversarios de Trump. Conocemos su método consistente en criticar, cuestionar, modificar, no reconocer, poner en tela de juicio todos los resultados electorales que no les convienen en todo el planeta (como las elecciones presidenciales de Siria, en 2014; de Venezuela, en 2018; de Bolivia, en 2019, y de Bielorrusia, en 2020, por citar sólo 4). También conocemos su propensión a querer promover, más bien imponer, el candidato que les conviene, sin importar que ese candidato sólo cuente con un apoyo muy minoritario (como en los casos de Francia, en 2017; de Bolivia, en 2019; de Bielorrusia, en 2020. También es el caso de Navalni, quien no representa estrictamente nada en Rusia, y sin embargo nuestros medios nos lo “venden” como el contrincante número 1 de Putin).
2 – Las muy desacostumbradas acciones de Google, Facebook, YouTube y Twitter censurando, de manera concertada y simultánea, nada más y nada menos que al presidente de Estados Unidos. Esta colusión evidente de esas grandes empresas de servicios, de las que también sabemos quién las controla, simplemente no es “natural” ni democrática…
3 – Por primera vez en la historia de Estados Unidos, el voto por correspondencia se utilizó masivamente ya que más de un 42% de los electores que votaron lo hicieron por correspondencia (más de 64 millones), a pesar de ser mundialmente reconocido que ese tipo de voto favorece el fraude electoral.
El voto por correspondencia incluso se eliminó en Francia en 1975 porque se juzgó propicio al fraude electoral [8].
Dicho sea de paso, es extraño que algunos diputados de la mayoría LREM [9] estén tratando ahora de restablecer en Francia el voto por correspondencia, aprovechando la oportunidad que ofrece la epidemia de Covid-19 [10].
¿Será que esos diputados tienen intenciones de ampliar las posibilidades de fraude en Francia para alcanzar la reelección en las próximas elecciones locales?
Afirmar que no hubo el menor fraude electoral en Estados Unidos, con 64 millones de votos por correspondencia, simplemente no es creíble.
Sin asumir por mi cuenta todo el conjunto de denuncias de fraudes emitidas por los republicanos, y enumeradas en un artículo reproducido en Profession Gendarme [11], voy a retener, sin embargo, un solo ejemplo –reconocido por los dos partidos, tanto el demócrata como el republicano– que no es por lo tanto cuestionable ni cuestionado.
Según confesó ella misma al New York Times, Abigail Bowen, la secretaria electoral del condado de Shiawassee (Estado de Michigan), agregó, por error según ella, un cero de más en el conteo de los votos de Biden. En vez de inscribir 15 371 votos a favor del demócrata, su equipo agregó 150 371 sufragios. Dado el hecho que en los teclados de computadora la tecla del 0 no está cerca de la tecla del 5, es extraño decir que fue un error involuntario. La secretaria agrega que el error le fue notificado 20 minutos después y que lo corrigió enseguida. (Felizmente alguien se dio cuenta de este error, al parecer involuntario…)
Está muy bien que ese error haya sido rectificado… pero eso plantea, de todas maneras, varias interrogantes:
- ¿Cuántos “errores” de 0 similares a este se cometieron, voluntariamente o no?
- ¿Cuántos “errores” de ese tipo fueron detectados, notificados y corregidos?
- ¿Cuántos de esos “errores” fueron validados en el conteo final?
- ¿Tiene entonces o no razones justificadas un candidato, sea demócrata o republicano, para solicitar que vuelvan a contarse los votos cuando el resultado se sitúa en un margen del 1% en uno de los Estados de la Unión? ¿No es eso lo que se hace en todas las democracias dignas de ese nombre? ¿Acaso es competencia de los medios proclamar un ganador sin disponer de resultados avalados?
Lo que yo observo es que en 5 Estados calificados de swing states [12] los resultados están en ese margen del 1%: se trata de los Estados de Arizona, Georgia, Wisconsin, Pensilvania y Nevada [13]. En esos 5 Estados, Trump encabezaba la votación, pero Biden supuestamente acabó aventajándolo en todos por unos miles de votos gracias a la llegada oportuna, milagrosa, masiva y repentina de votos por correspondencia que le resultaron muy, muy, muy favorables.
A estas alturas ya ustedes habrán comprendido que, en mi opinión, el voto por correspondencia es la puerta abierta al fraude. Cuando ese voto por correspondencia es masivo, el fraude puede hacerse importante y ser ampliamente suficiente para invertir un resultado en el margen del 1%. Es infinitamente poco probable que no haya habido fraudes. No especularé aquí sobre a quién pudieran haber favorecido esos fraudes y estoy seguro de que nunca llegarán a obtenerse todas las pruebas. Digo solamente que los “ingenuos” medios mainstream estadounidenses y europeos, que tanto quisieran negar a Trump el derecho a que vuelvan a contarse los votos, a que se abran investigaciones y a que se realicen verificaciones, esos mismos medios que –tratándose de otros países– tanto se preocupan por los conteos de votos y que tan fácilmente denuncian un «fraude electoral», no se engrandecen con todo esto. Sabíamos que Francia y sus periodistas que se mofan del presunto perdedor –porque se llama Trump– transmitían la imagen de una “mediocracia”. Pero, ¿también deben convertirse en una mediacracia que trata de imponernos presidentes y todo lo que debemos pensar, sobre todos los temas?
Abordemos ahora el segundo tema de mi carta.
Si el “globalista” Biden fuese electo el 8 de diciembre y entronizado el 20 de enero de 2021, ¿qué evolución podemos esperar para el planeta los europeos y los franceses?
Biden es un anciano, de quien todos saben que ya no goza de todas sus facultades mentales –el próximo 20 de enero habrá cumplido 79 años. Debido a ello, si Biden resulta electo, se hallará bajo la influencia de otras personas y tomaría sus decisiones únicamente siguiendo consejos y bajo el «estrecho control» de su entorno cercano, emanación del «Deep State» o Estado Profundo y conformado con «globalistas» acérrimos. Es además ese entorno lo que habrá ayudado a Biden a ganar, así que sería ese entorno quien gobernaría, de hecho, Estados Unidos.
Dado su obediencia «neoconservadora», ese entorno de Biden es resueltamente proisraelí y favorable a que se mantenga sobre el planeta una hegemonía absoluta de Estados Unidos. El profundo estudio de ese entorno (biografías, influencias a las que se somete, redes y comunidades de las que forma parte) resultaría muy revelador pero, por desgracia, nada sorprendente. En Francia tenemos los mismos. Habría que prepararse, por ende, con vista a un recrudecimiento de la injerencia agresiva de Estados Unidos tanto en el Medio Oriente (Líbano, Siria, Irak, Irán), por supuesto, a favor de Israel. Pero también en las fronteras de Rusia, en el Mar de China y en Sudamérica. El nuevo equipo de gobierno, brazo armado del «Deep State», creará los pretextos –aunque no existan– e instrumentalizará la nebulosa terrorista, como siempre lo ha hecho Washington en el pasado, para justificar sus actos de injerencia.
Trump logró reducir gradual y considerablemente los bombardeos estadounidenses en el planeta (Estados Unidos utilizó 47 000 bombas en 2017, 16 000 en 2018, 12 000 en 2019 y 928 en enero y febrero de 2020, según los últimos datos conocidos) [14]. Trajo de regreso a Estados Unidos gran cantidad de soldados que estaban desplegados fuera del país, principalmente del Medio Oriente. Bajo el primer mandato de Trump, la coalición occidental mató mucho menos gente que bajo los 2 mandatos de su predecesor [el demócrata Barack Obama]. Si un equipo globalista se apodera de la Casa Blanca, esa tendencia podría invertirse a partir de la primavera de 2021… y la sangre correría otra vez. La OTAN sigue sin entender que debería –incluso en su propio interés– poner fin a tales derivas.
La mala noticia es que una administración Biden también trataría de implicar a la OTAN, al Reino Unido, a Francia y a la Unión Europea en todos los trabajos sucios que sus estrategas neoconservadores sean capaces de urdir [15]. La mala noticia para Francia es que su dependencia económica (su deuda y el CAC40) y el creciente servilismo hacia Estados Unidos de las élites francesas, formadas precisamente para que sean serviles, le impedirán rechazar todas las invitaciones de Estados Unidos a ser parte de coaliciones creadas en defensa de causas dudosas.
La buena noticia es el hecho que, a ambos lados del Atlántico, los pueblos están empezando a abrir los ojos. Sea o no del agrado de nuestros medios de difusión, de nuestros políticos y de nuestra opinión pública manipulada, el «soberanista» Trump incrementó en un 15% el total de votos que obtuvo en 2016. Sus partidarios controlan la Corte Suprema, el Senado, una mayoría de Estados y se acercan a la paridad en cuanto al número de escaños que controlan en la Cámara de Representantes. Sus partidarios también controlan las zonas rurales estadounidenses. Los demócratas sólo controlan realmente las grandes ciudades.
En azul, los condados demócratas, en rojo los condados republicanos.
Fuente : New York Post
Fuente : New York Post
En esas condiciones, no será fácil gobernar Estados Unidos y hacer cualquier cosa, sobre todo teniendo en cuenta que la economía estadounidense está en baja y que la deuda es abismal.
Tampoco será fácil gobernar una Unión Europea cuya parte occidental está en bancarrota, con poblaciones a punto de rebelarse, con PIBs en retroceso y presupuestos militares que se verán, quiérase o no, inevitablemente afectados.
En tales condiciones, lo sabio sería dedicarse a resolver sus propios problemas en vez de ir a hacer el papel de sheriff en otras partes del mundo. Lo inteligente sería también no inmiscuirse en los asuntos de Estados soberanos bajo el falso pretexto de luchar contra un terrorismo que nosotros mismos contribuimos ampliamente a crear y a mantener mediante nuestra política exterior calamitosa (hacia países como Libia, Siria, Irak, Yemen, Irán, Rusia, Bielorrusia, Venezuela, Brasil y Bolivia, entre otros) y con posicionamientos oficiales irresponsables insultantes para decenas de países (como en el asunto de las caricaturas) [16].
Tarde o temprano, una coalición occidental orquestada por globalistas agresivos acabará por romperse los dientes en algún lugar, se asombrará de lo que le ha sucedido, tendrá que bajarse de su pedestal y ser menos arrogante. Se multiplicarán entonces las marchas, las ceremonias fúnebres, las manifestaciones ruidosas y ostentosas contra un enemigo que nosotros mismos habremos provocado y los pueblos tendrán que contar sus muertos y llorarlos.
Basta con ver la “brillante” campaña que han dirigido los gobiernos de los países miembros de tales coaliciones en la llamada «guerra contra el coronavirus» para intuir que tampoco ganaremos la próxima…
Général Dominique Delawarde
Tampoco será fácil gobernar una Unión Europea cuya parte occidental está en bancarrota, con poblaciones a punto de rebelarse, con PIBs en retroceso y presupuestos militares que se verán, quiérase o no, inevitablemente afectados.
En tales condiciones, lo sabio sería dedicarse a resolver sus propios problemas en vez de ir a hacer el papel de sheriff en otras partes del mundo. Lo inteligente sería también no inmiscuirse en los asuntos de Estados soberanos bajo el falso pretexto de luchar contra un terrorismo que nosotros mismos contribuimos ampliamente a crear y a mantener mediante nuestra política exterior calamitosa (hacia países como Libia, Siria, Irak, Yemen, Irán, Rusia, Bielorrusia, Venezuela, Brasil y Bolivia, entre otros) y con posicionamientos oficiales irresponsables insultantes para decenas de países (como en el asunto de las caricaturas) [16].
Tarde o temprano, una coalición occidental orquestada por globalistas agresivos acabará por romperse los dientes en algún lugar, se asombrará de lo que le ha sucedido, tendrá que bajarse de su pedestal y ser menos arrogante. Se multiplicarán entonces las marchas, las ceremonias fúnebres, las manifestaciones ruidosas y ostentosas contra un enemigo que nosotros mismos habremos provocado y los pueblos tendrán que contar sus muertos y llorarlos.
Basta con ver la “brillante” campaña que han dirigido los gobiernos de los países miembros de tales coaliciones en la llamada «guerra contra el coronavirus» para intuir que tampoco ganaremos la próxima…
Général Dominique Delawarde
[1] «L’OTAN: artisane de paix ou fautrice de troubles et de chaos?» [En español, “La OTAN: ¿artífice de la paz o causante de desórdenes y caos?”], General Dominique Delawarde, Revue Méthode, abril-mayo de 2020.
[2] «Le grand naufrage des médias mainstream occidentaux», General Dominique Delawarde, Réseau International, 18 de septiembre de 2020.
[3] «Discurso de Donald Trump en el 74º Período de Sesiones de la Asamblea General de la ONU», por Donald Trump, Red Voltaire, 24 de septiembre de 2019.
[4] “Trump Closing Message: “If I’ve Done One Thing, It’s To Expose The Dishonesty In The Media”, Donald Trump, Real Clear Politics, 2 de noviembre de 2020.
[5] «La Guerre de l’Information», General Dominique Delawarde, Réseau International, 14 de abril de 2017.
[6] «Être bien informé: ça se mérite!», General Dominique Delawarde, Réseau International, 29 de marzo de 2018.
[7] China felicitó a Joe Biden el 13 de noviembre de 2020 (NdlR).
[8] «Pour réduire la fraude électorale, le vote par correspondance est supprimé» [En español, “Para reducir el fraude electoral, se suprime el voto por correspondencia”], Le Monde, 13 de noviembre de 1975.
[9] LREM son las siglas de La República en Marcha, el partido –creado de la nada en solo meses– para respaldar la candidatura del actual presidente, Emmanuel Macron, a la elección presidencial francesa de 2017. Nota de la Red Voltaire
[10] «Des députés de la majorité proposent de rétablir le vote par correspondance en France, le gouvernement réticent», Julie Pacaud , France Info, 11 de noviembre de 2020.
[11] «La Tempête qui arrive (Enquêtes sur les Fraudes Électorales US)», Comité Trump France, Profession Gendarme, 8 de noviembre de 2020.
[12] Los Estados estadounidenses que los especialistas califican como swing states son aquellos donde la mayoría de los electores no suele votar habitualmente por un mismo partido –a veces dan la victoria a un partido y otras veces a otro. Se les llama swing states por oposición a los safe states, donde ya se sabe que los electores suelen votar mayoritariamente por el mismo partido –por ejemplo, California se considera un safe state porque suele votar a favor de los demócratas. Nota de la Red Voltaire.
[13] “If there’s fraud in the 2020 election, then we must find it”, Miranda Devine, New York Post, 8 de noviembre de 2020.
[14] “Combined Forces Air Component Commander 2013-2019 Airpower Statistics”, US Air Force Central, 29 de febrero de 2020.
[15] Ver “Le plan US post 11/9: envahir 7 pays, selon le général US Wesley Clark” [En español, “El plan de Estados Unidos post 11 de septiembre: invadir 7 países, según el general estadounidense Wesley Clark], Wesley Clark, Reopen911, 20 de octubre de 2011.
[16] «Regreso a las caricaturas de Mahoma ¿Se ha vuelto loco el ministerio francés de Educación? ¿O es Francia entera?», por Arno Mansouri, Red Voltaire, 25 de octubre de 2020.
[2] «Le grand naufrage des médias mainstream occidentaux», General Dominique Delawarde, Réseau International, 18 de septiembre de 2020.
[3] «Discurso de Donald Trump en el 74º Período de Sesiones de la Asamblea General de la ONU», por Donald Trump, Red Voltaire, 24 de septiembre de 2019.
[4] “Trump Closing Message: “If I’ve Done One Thing, It’s To Expose The Dishonesty In The Media”, Donald Trump, Real Clear Politics, 2 de noviembre de 2020.
[5] «La Guerre de l’Information», General Dominique Delawarde, Réseau International, 14 de abril de 2017.
[6] «Être bien informé: ça se mérite!», General Dominique Delawarde, Réseau International, 29 de marzo de 2018.
[7] China felicitó a Joe Biden el 13 de noviembre de 2020 (NdlR).
[8] «Pour réduire la fraude électorale, le vote par correspondance est supprimé» [En español, “Para reducir el fraude electoral, se suprime el voto por correspondencia”], Le Monde, 13 de noviembre de 1975.
[9] LREM son las siglas de La República en Marcha, el partido –creado de la nada en solo meses– para respaldar la candidatura del actual presidente, Emmanuel Macron, a la elección presidencial francesa de 2017. Nota de la Red Voltaire
[10] «Des députés de la majorité proposent de rétablir le vote par correspondance en France, le gouvernement réticent», Julie Pacaud , France Info, 11 de noviembre de 2020.
[11] «La Tempête qui arrive (Enquêtes sur les Fraudes Électorales US)», Comité Trump France, Profession Gendarme, 8 de noviembre de 2020.
[12] Los Estados estadounidenses que los especialistas califican como swing states son aquellos donde la mayoría de los electores no suele votar habitualmente por un mismo partido –a veces dan la victoria a un partido y otras veces a otro. Se les llama swing states por oposición a los safe states, donde ya se sabe que los electores suelen votar mayoritariamente por el mismo partido –por ejemplo, California se considera un safe state porque suele votar a favor de los demócratas. Nota de la Red Voltaire.
[13] “If there’s fraud in the 2020 election, then we must find it”, Miranda Devine, New York Post, 8 de noviembre de 2020.
[14] “Combined Forces Air Component Commander 2013-2019 Airpower Statistics”, US Air Force Central, 29 de febrero de 2020.
[15] Ver “Le plan US post 11/9: envahir 7 pays, selon le général US Wesley Clark” [En español, “El plan de Estados Unidos post 11 de septiembre: invadir 7 países, según el general estadounidense Wesley Clark], Wesley Clark, Reopen911, 20 de octubre de 2011.
[16] «Regreso a las caricaturas de Mahoma ¿Se ha vuelto loco el ministerio francés de Educación? ¿O es Francia entera?», por Arno Mansouri, Red Voltaire, 25 de octubre de 2020.
POLÍTICA DE SANCIONES: REGISTRO DE LA ADMINISTRACIÓN TRUMP Y RECOMENDACIONES PARA LA PRÓXIMA ADMINISTRACIÓN
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The American Conservative: Poner fin a nuestra política exterior del "juego de la concha" en el Medio Oriente
Ninguna estrategia estadounidense puede ser la panacea, pero una estrategia de contención ofrece el mejor camino a seguir tanto para los EE.UU. como para la región, señaló la publicación norteamericana.
Ninguna estrategia estadounidense puede ser la panacea, pero una estrategia de contención ofrece el mejor camino a seguir tanto para los EE.UU. como para la región, señaló la publicación norteamericana.Casi dos años después de que el presidente declarara que las fuerzas estadounidenses se irían de Siria, las tropas estadounidenses siguen en ese país ilegalmente en una misión que no tiene nada que ver con la seguridad de los Estados Unidos. Según el enviado saliente de Siria, James Jeffrey, los funcionarios estadounidenses han estado jugando un "juego de artillería" con el número de tropas para ocultar cuántas fuerzas estadounidenses permanecieron allí, y dijo que hay "mucho más" de 200 tropas operando en Siria ahora.
De acuerdo con The American Conservative, la conducta que Jeffrey describe no es tan sorprendente cuando recordamos lo desesperados que estaban los halcones y los militares sirios por mantener las fuerzas estadounidenses en Siria sin importar lo que pasara, pero es notable que admitiera este engaño públicamente.
El "juego de artillería" en Siria es un buen ejemplo de la doble naturaleza de las políticas de la administración Trump en el Medio Oriente: las falsas "retiradas" que enmascaran el aumento del número de tropas en la región, los acuerdos de "paz" que son sólo excusas para vender más armas, y la subordinación de los intereses de los Estados Unidos a las preferencias de los clientes en nombre de poner a los Estados Unidos en primer lugar. Si comparamos este enfoque con lo que sería una verdadera restricción de la política exterior, está claro que la brecha entre ellos es tan amplia como puede ser.
El exenviado también afirma que la orden original de retirarse de Siria en diciembre de 2018 fue "lo más controvertido en mis cincuenta años de gobierno". Muchas otras acciones de los Estados Unidos han sido mucho más controvertidas que esa decisión, por lo que la descripción de Jeffrey sugiere que o bien no tiene ni idea de lo que está hablando o bien es un ideólogo tan endurecido que realmente cree en una afirmación tan absurda.
Es aún más extraño, apunta The American Conservative, cuando el propio Jeffrey admite que la decisión no llevó a ninguna parte: "¿Qué retirada de Siria? Nunca hubo una retirada de Siria". Mientras que las fuerzas de los Estados Unidos no se retiraban de Siria, su número aumentaba en Arabia Saudita, donde se encuentran como posibles objetivos en caso de conflicto con el Irán.
Jeffrey defiende el historial de la administración como uno de éxito de la realpolitik, pero su giro no se mantiene bajo escrutinio. Se jacta de que muchos de los gobiernos de la región están satisfechos con los Estados Unidos, pero ¿por qué no lo estarían cuando los Estados Unidos han pasado los últimos cuatro años atendiendo sus caprichos y dándoles cheques en blanco a nuestra costa? No es una marca a favor de Trump que los anexionistas israelíes y los criminales de guerra sauditas lamentarán que se vaya. No hay duda de que muchas de las maniobras de la administración fueron cínicas, pero no hay evidencia de que hayan promovido los intereses de EE.UU. en ninguna parte. Los Estados Unidos siguen atrapados en los conflictos de la región sin final a la vista, y están implicados más profundamente que nunca en los abusos de sus clientes.
Jeffrey pretende, según la publicación estadounidense, que este enfoque ha dado como resultado una mayor estabilidad, pero eso requiere ignorar todo lo que ha sucedido desde 2017.
Sólo en los últimos años, la agresiva política antiiraní de la administración Trump ha visto un aumento de las tensiones regionales a niveles no vistos desde finales de la década de 2000. No sólo las fuerzas estadounidenses fueron atacadas directamente por misiles iraníes desde Irán por primera vez a principios de este año, sino que el territorio saudita fue atacado el año anterior.
Las fuerzas estadounidenses se enfrentaron repetidamente con las tropas rusas y sirias en los últimos años mientras continuaban con su misión no autorizada en Siria. Estados Unidos ha estado al borde de la guerra al menos dos veces en los últimos dos años, y todavía existe la posibilidad de que Estados Unidos o (Israel) aprovechen los últimos días de la presidencia de Trump para lanzar nuevos ataques contra objetivos iraníes. Estados Unidos sigue ayudando a Arabia Saudita a sangrar y hacer pasar hambre a Yemen, y tanto la guerra como la crisis humanitaria en ese país tendrán efectos destructivos en la población y la región circundante durante los próximos años.
Los tan cacareados acuerdos de normalización entre (Israel), los Emiratos Árabes Unidos y Bahrein han servido como poco más que un preludio para una mayor expansión de los asentamientos a expensas de los palestinos y la venta de armas adicionales a todos estos gobiernos. Estos acuerdos refuerzan y afianzan todo lo que está mal con las políticas de EE.UU. en el Medio Oriente, y preparan el camino para más abusos y crímenes de guerra que se cometerán con las armas y el equipo de fabricación estadounidense. No hace falta decir que esto no conducirá a la paz, pero sí a una mayor represión de los palestinos y a más aventuras militares imprudentes por parte de los Emiratos Árabes Unidos. Uno busca en vano cómo esto hará a los EE.UU. más seguros, porque no tiene nada que ver con nuestra seguridad.
Pero de acuerdo con The American Conservative, no tiene que quedarse así. Una política exterior que priorizara los intereses de EE.UU. no tomaría partido en las rivalidades regionales, y no respaldaría a los estados regionales en sus diseños agresivos sobre sus vecinos. Debido a que los EE.UU. no tienen intereses vitales en la región, los EE.UU. pueden permitirse el lujo de retirar sus fuerzas militares, y no es necesario complacer a los estados clientes con un apoyo no crítico. Una política exterior genuina de paz y contención terminaría con décadas de interferencia militarizada, y en su lugar buscaría relaciones constructivas con tantos estados como fuera posible.
Si los Estados Unidos no estuvieran tan profundamente metidos en los conflictos de la región, nuestros diplomáticos podrían entonces servir como mediadores eficaces para ayudar a resolver esos conflictos y prevenir otros. Si los Estados Unidos no estuvieran avivando activamente la inestabilidad inundando la región con armas, tal vez habría menos conflictos en general. En lugar de estrangular a las naciones con una guerra económica y llevar a la gente a la penuria y a la inanición por millones, los Estados Unidos podrían estar proporcionando asistencia y asesoramiento en el desarrollo económico. El Medio Oriente ha sido una de las regiones en las que la búsqueda de la dominación por parte de los Estados Unidos ha sido más descarada y dura, y no es casualidad que esta sea la región que ha sido asolada por los conflictos durante las últimas décadas.
En concreto, subraya, esto significaría no más ventas de armas a gobiernos despóticos como Egipto, los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, y significaría el fin de la ayuda militar a (Israel). Los EE.UU. no harían la vista gorda ante los horribles abusos de los derechos humanos cometidos por sus clientes porque ya no tendrían que fingir que los necesitan. Nuestro gobierno dejaría de lado su rencor de cuarenta años contra Irán y avanzaría hacia la normalización de las relaciones, y lo haría principalmente para salvaguardar mejor los intereses y los ciudadanos estadounidenses. Abandonaría las políticas de cambio de régimen, y dejaría de imponer sanciones drásticas a economías nacionales enteras. Y lo que es más importante, ya no reclamaría el derecho a interferir en los asuntos internos de ninguno de esos Estados, sino que cultivaría relaciones cordiales con todos los que lo desearan.
Los Estados Unidos han desperdiciado vastos recursos en su intento de "moldear" el Medio Oriente a su gusto durante los últimos treinta años, y todo fue para nada. Sería mucho más sabio y barato renunciar a la necesidad de "liderar" en una parte del mundo donde nuestro "liderazgo" nunca ha hecho mucho bien. Libraría a nuestro gobierno de ver a nuestros antiguos clientes por lo que son y no por lo que desearíamos que fueran, y aliviaría a los EE.UU. de gastos significativos que podrían ser mejor utilizados aquí en casa. En lugar de ser el proveedor de armas y protector de gobernantes opresivos, los EE.UU. podría poner fin a su complicidad en los muchos crímenes que sus clientes perpetran contra su propio pueblo y sus vecinos.
Ninguna estrategia estadounidense puede ser la panacea, pero una estrategia de contención ofrece el mejor camino a seguir tanto para los EE.UU. como para la región. Sería un cambio radical en la forma en que los EE.UU. interactúan con los países de esta parte del mundo, pero es un cambio que debe hacerse por el bien de todos los interesados, concluye el medio estadounidense.
De acuerdo con The American Conservative, la conducta que Jeffrey describe no es tan sorprendente cuando recordamos lo desesperados que estaban los halcones y los militares sirios por mantener las fuerzas estadounidenses en Siria sin importar lo que pasara, pero es notable que admitiera este engaño públicamente.
El "juego de artillería" en Siria es un buen ejemplo de la doble naturaleza de las políticas de la administración Trump en el Medio Oriente: las falsas "retiradas" que enmascaran el aumento del número de tropas en la región, los acuerdos de "paz" que son sólo excusas para vender más armas, y la subordinación de los intereses de los Estados Unidos a las preferencias de los clientes en nombre de poner a los Estados Unidos en primer lugar. Si comparamos este enfoque con lo que sería una verdadera restricción de la política exterior, está claro que la brecha entre ellos es tan amplia como puede ser.
El exenviado también afirma que la orden original de retirarse de Siria en diciembre de 2018 fue "lo más controvertido en mis cincuenta años de gobierno". Muchas otras acciones de los Estados Unidos han sido mucho más controvertidas que esa decisión, por lo que la descripción de Jeffrey sugiere que o bien no tiene ni idea de lo que está hablando o bien es un ideólogo tan endurecido que realmente cree en una afirmación tan absurda.
Es aún más extraño, apunta The American Conservative, cuando el propio Jeffrey admite que la decisión no llevó a ninguna parte: "¿Qué retirada de Siria? Nunca hubo una retirada de Siria". Mientras que las fuerzas de los Estados Unidos no se retiraban de Siria, su número aumentaba en Arabia Saudita, donde se encuentran como posibles objetivos en caso de conflicto con el Irán.
Jeffrey defiende el historial de la administración como uno de éxito de la realpolitik, pero su giro no se mantiene bajo escrutinio. Se jacta de que muchos de los gobiernos de la región están satisfechos con los Estados Unidos, pero ¿por qué no lo estarían cuando los Estados Unidos han pasado los últimos cuatro años atendiendo sus caprichos y dándoles cheques en blanco a nuestra costa? No es una marca a favor de Trump que los anexionistas israelíes y los criminales de guerra sauditas lamentarán que se vaya. No hay duda de que muchas de las maniobras de la administración fueron cínicas, pero no hay evidencia de que hayan promovido los intereses de EE.UU. en ninguna parte. Los Estados Unidos siguen atrapados en los conflictos de la región sin final a la vista, y están implicados más profundamente que nunca en los abusos de sus clientes.
Jeffrey pretende, según la publicación estadounidense, que este enfoque ha dado como resultado una mayor estabilidad, pero eso requiere ignorar todo lo que ha sucedido desde 2017.
Sólo en los últimos años, la agresiva política antiiraní de la administración Trump ha visto un aumento de las tensiones regionales a niveles no vistos desde finales de la década de 2000. No sólo las fuerzas estadounidenses fueron atacadas directamente por misiles iraníes desde Irán por primera vez a principios de este año, sino que el territorio saudita fue atacado el año anterior.
Las fuerzas estadounidenses se enfrentaron repetidamente con las tropas rusas y sirias en los últimos años mientras continuaban con su misión no autorizada en Siria. Estados Unidos ha estado al borde de la guerra al menos dos veces en los últimos dos años, y todavía existe la posibilidad de que Estados Unidos o (Israel) aprovechen los últimos días de la presidencia de Trump para lanzar nuevos ataques contra objetivos iraníes. Estados Unidos sigue ayudando a Arabia Saudita a sangrar y hacer pasar hambre a Yemen, y tanto la guerra como la crisis humanitaria en ese país tendrán efectos destructivos en la población y la región circundante durante los próximos años.
Los tan cacareados acuerdos de normalización entre (Israel), los Emiratos Árabes Unidos y Bahrein han servido como poco más que un preludio para una mayor expansión de los asentamientos a expensas de los palestinos y la venta de armas adicionales a todos estos gobiernos. Estos acuerdos refuerzan y afianzan todo lo que está mal con las políticas de EE.UU. en el Medio Oriente, y preparan el camino para más abusos y crímenes de guerra que se cometerán con las armas y el equipo de fabricación estadounidense. No hace falta decir que esto no conducirá a la paz, pero sí a una mayor represión de los palestinos y a más aventuras militares imprudentes por parte de los Emiratos Árabes Unidos. Uno busca en vano cómo esto hará a los EE.UU. más seguros, porque no tiene nada que ver con nuestra seguridad.
Pero de acuerdo con The American Conservative, no tiene que quedarse así. Una política exterior que priorizara los intereses de EE.UU. no tomaría partido en las rivalidades regionales, y no respaldaría a los estados regionales en sus diseños agresivos sobre sus vecinos. Debido a que los EE.UU. no tienen intereses vitales en la región, los EE.UU. pueden permitirse el lujo de retirar sus fuerzas militares, y no es necesario complacer a los estados clientes con un apoyo no crítico. Una política exterior genuina de paz y contención terminaría con décadas de interferencia militarizada, y en su lugar buscaría relaciones constructivas con tantos estados como fuera posible.
Si los Estados Unidos no estuvieran tan profundamente metidos en los conflictos de la región, nuestros diplomáticos podrían entonces servir como mediadores eficaces para ayudar a resolver esos conflictos y prevenir otros. Si los Estados Unidos no estuvieran avivando activamente la inestabilidad inundando la región con armas, tal vez habría menos conflictos en general. En lugar de estrangular a las naciones con una guerra económica y llevar a la gente a la penuria y a la inanición por millones, los Estados Unidos podrían estar proporcionando asistencia y asesoramiento en el desarrollo económico. El Medio Oriente ha sido una de las regiones en las que la búsqueda de la dominación por parte de los Estados Unidos ha sido más descarada y dura, y no es casualidad que esta sea la región que ha sido asolada por los conflictos durante las últimas décadas.
En concreto, subraya, esto significaría no más ventas de armas a gobiernos despóticos como Egipto, los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, y significaría el fin de la ayuda militar a (Israel). Los EE.UU. no harían la vista gorda ante los horribles abusos de los derechos humanos cometidos por sus clientes porque ya no tendrían que fingir que los necesitan. Nuestro gobierno dejaría de lado su rencor de cuarenta años contra Irán y avanzaría hacia la normalización de las relaciones, y lo haría principalmente para salvaguardar mejor los intereses y los ciudadanos estadounidenses. Abandonaría las políticas de cambio de régimen, y dejaría de imponer sanciones drásticas a economías nacionales enteras. Y lo que es más importante, ya no reclamaría el derecho a interferir en los asuntos internos de ninguno de esos Estados, sino que cultivaría relaciones cordiales con todos los que lo desearan.
Los Estados Unidos han desperdiciado vastos recursos en su intento de "moldear" el Medio Oriente a su gusto durante los últimos treinta años, y todo fue para nada. Sería mucho más sabio y barato renunciar a la necesidad de "liderar" en una parte del mundo donde nuestro "liderazgo" nunca ha hecho mucho bien. Libraría a nuestro gobierno de ver a nuestros antiguos clientes por lo que son y no por lo que desearíamos que fueran, y aliviaría a los EE.UU. de gastos significativos que podrían ser mejor utilizados aquí en casa. En lugar de ser el proveedor de armas y protector de gobernantes opresivos, los EE.UU. podría poner fin a su complicidad en los muchos crímenes que sus clientes perpetran contra su propio pueblo y sus vecinos.
Ninguna estrategia estadounidense puede ser la panacea, pero una estrategia de contención ofrece el mejor camino a seguir tanto para los EE.UU. como para la región. Sería un cambio radical en la forma en que los EE.UU. interactúan con los países de esta parte del mundo, pero es un cambio que debe hacerse por el bien de todos los interesados, concluye el medio estadounidense.
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