1 de agosto de 2023
Mafia albanesa: la gran potencia desconocida del crimen organizado
La mafia albanesa se está expandiendo por todo el mundo, desde las granjas de opio de Afganistán a los bancos de Londres o las cárceles de Ecuador. Trafican con drogas, armas e inmigrantes. Su secreto es una estructura clánica, discreción y violencia extrema.
EOM Víctor Fidalgo
Una tarde de enero de 1989 la mujer del ex primer ministro belga Paul Vanden Boenyants se extrañó del tiempo QUE tardaba su marido en entrar en casa. Fue a buscarlo al garaje y allí solo encontró su pipa y un zapato, ni rastro del que había sido el líder del Gobierno del país. Al poco tiempo, un grupo llamado Brigadas Socialistas Revolucionarias anunció su secuestro y exigió un rescate. Tras el pago de unos 1,8 millones de dólares, Boenyants fue liberado.
Posteriormente se supo que las supuestas Brigadas eran una tapadera de la banda de Patrick Haemers, un conocido delincuente belga especializado en violentos asaltos sobre furgones de seguridad. El plan fue elaborado por Basri Bajmani, un albanokosovar miembro de la banda de Haemers, que estaba indignado por los altos impuestos del Gobierno sobre el juego. Aunque el papel de Bajmani pasó casi desapercibido, fue el primer indicador de las ambiciones y alcance de los criminales albaneses. Desde entonces, la mafia albanesa se ha expandido de forma asombrosa preocupando tanto a Gobiernos como a otros grupos criminales por todo el mundo.
Londres, Roma o Guayaquil
“Kosovo es una Colombia en plena Europa”. Así lo expresó el periódico kosovar Koha Ditore cuando en 1999 decidió romper la ley del silencio y se atrevió a hablar de las poderosas mafias que estaban surgiendo en la región. Las guerras yugoslavas abrieron la puerta a la expansión del crimen organizado: los embargos internacionales y el caos del conflicto fomentaron el tráfico ilícito, apoyado por los Gobiernos para contribuir al esfuerzo bélico. Los grupos albaneses se beneficiaron además del despido de gran parte del personal del Sigurimi, el servicio de inteligencia de la Albania comunista, que se encargaba de organizar rutas de contrabando, y de la debilidad del Estado tras el cambio de régimen.
Si antes de 1999 las incautaciones de heroína en la ruta balcánica rondaban los cinco a diez kilos de media, tras el verano de ese año alcanzaron los cincuenta. El negocio daba unos enormes beneficios: el kilo de heroína proveniente de Afganistán se valoraba a entre 80.000 y 100.000 euros actuales. Dos décadas después, los grupos criminales albaneses, una innumerable red de organizaciones independientes, se han expandido por todo el mundo, inadvertidos para la mayoría y preocupando a los cuerpos de seguridad. Sin ir más lejos, la Guardia Civil española y la Europol desarticularon el pasado abril una banda narcotraficante transnacional liderada por albaneses.
Los grupos albaneses sorprenden por su audacia. Trataron de hacerse con el control del mundo criminal de Roma en 2019 con una operación de importación masiva de cocaína desde Brasil que solo fue abortada por una alianza policial internacional que incluía a la DEA estadounidense. También se les ha relacionado con los recientes récords de violencia en Ecuador, y en concreto en Guayaquil. En Reino Unido se han hecho con el mercado de cocaína gracias a sus bajos precios. Frente a los narcos locales que buscaban ganar el máximo dinero posible, los albaneses han preferido reducir a la mitad los precios sabiendo que a la larga, la ganancia sería mayor.
Criminales albaneses también se han visto envueltos en el mayor robo de la historia de Reino Unido, ocurrido en 2006 en instalaciones de la empresa de seguridad Securitas, que almacenaba dinero del Banco de Inglaterra. Una noche, los atracadores secuestraron al director del depósito, ataron a catorce trabajadores y se marcharon con 53 millones de libras. La banda no era solo de albaneses, aunque la policía británica cree que, años después, parte de los 32 millones sin recuperar habían sido lavados por el mundo criminal albanés.
De mensajeros a capos
Los albaneses empezaron su expansión internacional como meros subalternos de otras mafias como la turca o la italiana y pronto empezaron a prosperar por su cuenta. Los lazos con esta última son especialmente fuertes, gracias a la cercanía geográfica y cultural: ambos grupos dan mucha importancia a los lazos familiares, por ejemplo. La mafia albanesa asimiló los métodos de la mafia italiana y hoy ambas colaboran estrechamente en el tráfico de armas y drogas por toda Europa. Ambas organizaciones están hermanadas: los italianos no ven a los albaneses como extranjeros y hasta han instalado bases en el país balcánico, considerándolo una segunda residencia.
Los italianos también facilitaron a los albaneses una de sus vías de expansión más importantes: les pusieron en contacto con los proveedores de cocaína latinoamericanos, una de las principales redes de negocio de los albaneses a día de hoy. Además de eso, sus otras fuentes de beneficio son el tráfico de armas de origen yugoslavo, la heroína procedente de Afganistán, el control de las redes de tráfico de inmigrantes y las enormes plantaciones de cannabis en la propia Albania, conocida como La Meca de la marihuana en Europa.
Una de las claves del éxito de los albaneses es su predisposición a negociar para introducirse en nuevos mercados. No obstante, eso no significa que sean moderados en el trato, más al contrario: son extremadamente violentos. Atenas, por ejemplo, se ha convertido en un escenario de asesinatos al aire libre mientras los criminales amenazan abiertamente a la policía griega. En unas declaraciones anónimas en un periódico estadounidense, un miembro de la mafia polaca en Estados Unidos dijo que su grupo negocia “prácticamente con cualquiera: dominicanos, afroamericanos, italianos, asiáticos, rusos…”. Pero no se acercarán a la mafia albanesa: “son demasiado violentos e impredecibles”.
Ante la amenaza de estos grupos, el Gobierno albanés creó en 2019 la Estructura Especial Anticorrupción y Crimen Organizado (SPAK), un organismo especializado en vigilar su penetración en las instituciones albanesas. Pero este grupo se ha encontrado con un problema: la enorme corrupción que sufre el país y que ha implicado a políticos de tan alto nivel como un ex viceprimer ministro o un ex fiscal jefe. Tampoco parece que policías de otros países estén aplicando estrategias especiales para perseguir a estos grupos.
Kanun, el código de conducta medieval de la mafia
El secreto que ha convertido a la mafia albanesa en un dolor de cabeza para los cuerpos policiales de todo el mundo es su combinación de exmiembros de los servicios de inteligencia comunistas con las tradiciones clánicas albanesas. En Albania, especialmente en las zonas montañosas del norte, existe un código de conducta originado en la Edad Media conocido como Kanun, basado en el honor, la hospitalidad, la buena conducta y la lealtad familiar. El Kanun ya no está extendido en la sociedad albanesa moderna, pero los clanes criminales sí siguen influidos por el código.
Los criminales albaneses se organizan como una pirámide en cuya base hay grupos de entre cuatro y diez hombres de la misma aldea o incluso de la misma familia, especializados en alguna actividad criminal concreta. Los lazos de sangre son el elemento de mayor relevancia en la organización. Un miembro del grupo que se haya relacionado con el clan mediante matrimonio puede obtener un puesto de responsabilidad, pero solo aquellos con lazos de sangre directos pueden ostentar los cargos de mayor importancia. Tienen estructuras fuertemente jerarquizadas, actúan de forma discreta y sólo permiten a miembros de máxima confianza asumir posiciones de mando. También han mostrado enorme adaptabilidad frente a la policía: registran qué métodos siguen las fuerzas de seguridad para no repetir errores y realizan medidas de contravigilancia.
Trabajan con una disciplina que recuerda a un ejército. Pero también demuestran una gran flexibilidad pese a conservar sus tradiciones. Según el lugar y el momento, los diversos elementos del clan criminal pueden actuar por separado o coordinados. La iniciativa personal es posible, e incluso potenciada, la obediencia se da por garantizada y el desprecio por la ley del país en el que operan es absoluto, por lo que actúan sin restricciones. Silenciosamente, se han extendido por todo el mundo y su impacto es mucho más grave del que se percibe públicamente. La mafia albanesa ya es una superpotencia del crimen organizado y la policía no sabe cómo pararla.
Posteriormente se supo que las supuestas Brigadas eran una tapadera de la banda de Patrick Haemers, un conocido delincuente belga especializado en violentos asaltos sobre furgones de seguridad. El plan fue elaborado por Basri Bajmani, un albanokosovar miembro de la banda de Haemers, que estaba indignado por los altos impuestos del Gobierno sobre el juego. Aunque el papel de Bajmani pasó casi desapercibido, fue el primer indicador de las ambiciones y alcance de los criminales albaneses. Desde entonces, la mafia albanesa se ha expandido de forma asombrosa preocupando tanto a Gobiernos como a otros grupos criminales por todo el mundo.
Londres, Roma o Guayaquil
“Kosovo es una Colombia en plena Europa”. Así lo expresó el periódico kosovar Koha Ditore cuando en 1999 decidió romper la ley del silencio y se atrevió a hablar de las poderosas mafias que estaban surgiendo en la región. Las guerras yugoslavas abrieron la puerta a la expansión del crimen organizado: los embargos internacionales y el caos del conflicto fomentaron el tráfico ilícito, apoyado por los Gobiernos para contribuir al esfuerzo bélico. Los grupos albaneses se beneficiaron además del despido de gran parte del personal del Sigurimi, el servicio de inteligencia de la Albania comunista, que se encargaba de organizar rutas de contrabando, y de la debilidad del Estado tras el cambio de régimen.
Si antes de 1999 las incautaciones de heroína en la ruta balcánica rondaban los cinco a diez kilos de media, tras el verano de ese año alcanzaron los cincuenta. El negocio daba unos enormes beneficios: el kilo de heroína proveniente de Afganistán se valoraba a entre 80.000 y 100.000 euros actuales. Dos décadas después, los grupos criminales albaneses, una innumerable red de organizaciones independientes, se han expandido por todo el mundo, inadvertidos para la mayoría y preocupando a los cuerpos de seguridad. Sin ir más lejos, la Guardia Civil española y la Europol desarticularon el pasado abril una banda narcotraficante transnacional liderada por albaneses.
Los grupos albaneses sorprenden por su audacia. Trataron de hacerse con el control del mundo criminal de Roma en 2019 con una operación de importación masiva de cocaína desde Brasil que solo fue abortada por una alianza policial internacional que incluía a la DEA estadounidense. También se les ha relacionado con los recientes récords de violencia en Ecuador, y en concreto en Guayaquil. En Reino Unido se han hecho con el mercado de cocaína gracias a sus bajos precios. Frente a los narcos locales que buscaban ganar el máximo dinero posible, los albaneses han preferido reducir a la mitad los precios sabiendo que a la larga, la ganancia sería mayor.
Criminales albaneses también se han visto envueltos en el mayor robo de la historia de Reino Unido, ocurrido en 2006 en instalaciones de la empresa de seguridad Securitas, que almacenaba dinero del Banco de Inglaterra. Una noche, los atracadores secuestraron al director del depósito, ataron a catorce trabajadores y se marcharon con 53 millones de libras. La banda no era solo de albaneses, aunque la policía británica cree que, años después, parte de los 32 millones sin recuperar habían sido lavados por el mundo criminal albanés.
De mensajeros a capos
Los albaneses empezaron su expansión internacional como meros subalternos de otras mafias como la turca o la italiana y pronto empezaron a prosperar por su cuenta. Los lazos con esta última son especialmente fuertes, gracias a la cercanía geográfica y cultural: ambos grupos dan mucha importancia a los lazos familiares, por ejemplo. La mafia albanesa asimiló los métodos de la mafia italiana y hoy ambas colaboran estrechamente en el tráfico de armas y drogas por toda Europa. Ambas organizaciones están hermanadas: los italianos no ven a los albaneses como extranjeros y hasta han instalado bases en el país balcánico, considerándolo una segunda residencia.
Los italianos también facilitaron a los albaneses una de sus vías de expansión más importantes: les pusieron en contacto con los proveedores de cocaína latinoamericanos, una de las principales redes de negocio de los albaneses a día de hoy. Además de eso, sus otras fuentes de beneficio son el tráfico de armas de origen yugoslavo, la heroína procedente de Afganistán, el control de las redes de tráfico de inmigrantes y las enormes plantaciones de cannabis en la propia Albania, conocida como La Meca de la marihuana en Europa.
Una de las claves del éxito de los albaneses es su predisposición a negociar para introducirse en nuevos mercados. No obstante, eso no significa que sean moderados en el trato, más al contrario: son extremadamente violentos. Atenas, por ejemplo, se ha convertido en un escenario de asesinatos al aire libre mientras los criminales amenazan abiertamente a la policía griega. En unas declaraciones anónimas en un periódico estadounidense, un miembro de la mafia polaca en Estados Unidos dijo que su grupo negocia “prácticamente con cualquiera: dominicanos, afroamericanos, italianos, asiáticos, rusos…”. Pero no se acercarán a la mafia albanesa: “son demasiado violentos e impredecibles”.
Ante la amenaza de estos grupos, el Gobierno albanés creó en 2019 la Estructura Especial Anticorrupción y Crimen Organizado (SPAK), un organismo especializado en vigilar su penetración en las instituciones albanesas. Pero este grupo se ha encontrado con un problema: la enorme corrupción que sufre el país y que ha implicado a políticos de tan alto nivel como un ex viceprimer ministro o un ex fiscal jefe. Tampoco parece que policías de otros países estén aplicando estrategias especiales para perseguir a estos grupos.
Kanun, el código de conducta medieval de la mafia
El secreto que ha convertido a la mafia albanesa en un dolor de cabeza para los cuerpos policiales de todo el mundo es su combinación de exmiembros de los servicios de inteligencia comunistas con las tradiciones clánicas albanesas. En Albania, especialmente en las zonas montañosas del norte, existe un código de conducta originado en la Edad Media conocido como Kanun, basado en el honor, la hospitalidad, la buena conducta y la lealtad familiar. El Kanun ya no está extendido en la sociedad albanesa moderna, pero los clanes criminales sí siguen influidos por el código.
Los criminales albaneses se organizan como una pirámide en cuya base hay grupos de entre cuatro y diez hombres de la misma aldea o incluso de la misma familia, especializados en alguna actividad criminal concreta. Los lazos de sangre son el elemento de mayor relevancia en la organización. Un miembro del grupo que se haya relacionado con el clan mediante matrimonio puede obtener un puesto de responsabilidad, pero solo aquellos con lazos de sangre directos pueden ostentar los cargos de mayor importancia. Tienen estructuras fuertemente jerarquizadas, actúan de forma discreta y sólo permiten a miembros de máxima confianza asumir posiciones de mando. También han mostrado enorme adaptabilidad frente a la policía: registran qué métodos siguen las fuerzas de seguridad para no repetir errores y realizan medidas de contravigilancia.
Trabajan con una disciplina que recuerda a un ejército. Pero también demuestran una gran flexibilidad pese a conservar sus tradiciones. Según el lugar y el momento, los diversos elementos del clan criminal pueden actuar por separado o coordinados. La iniciativa personal es posible, e incluso potenciada, la obediencia se da por garantizada y el desprecio por la ley del país en el que operan es absoluto, por lo que actúan sin restricciones. Silenciosamente, se han extendido por todo el mundo y su impacto es mucho más grave del que se percibe públicamente. La mafia albanesa ya es una superpotencia del crimen organizado y la policía no sabe cómo pararla.
Víctor Fidalgo@Axum66
Graduado en Relaciones Internacionales por la URJC y en Political Governance and Public Policy in Russia por la Universidad Estatal de San Petersburgo. Interesado en la seguridad, la inteligencia y los nuevos tipos de guerra, especialmente en la zona postsoviética y Oriente Medio.
Graduado en Relaciones Internacionales por la URJC y en Political Governance and Public Policy in Russia por la Universidad Estatal de San Petersburgo. Interesado en la seguridad, la inteligencia y los nuevos tipos de guerra, especialmente en la zona postsoviética y Oriente Medio.
2 de agosto de 2023