Maniobras geopolíticas del poder Saudí
Diego Pappalardo 7 de noviembre de 2017
Fuente: eldiestro.net
El clan hegemónico de la realeza saudita, en alianza explícita con el sionismo y con determinadas élites atlantistas, no sólo está realizando una purga interna, descabezando a grupos disidentes y acumulando poder económico, sino que también está desplegando su estrategia geopolítica regional. Considerando a Irán como su principal enemigo y demostrando que mantiene unidad operativa geoestratégica con el clan que lidera Netanyahu, fue factor determinativo para que Saad Hariri presentara su renuncia como Primer Ministro de El Líbano en la capital del reino de Arabia Saudita.
Hariri, afín a las facciones atlantistas, alegó abandonar el gabinete del gobierno central libanés porque la alianza Irán/Hezbollah tramó su presunto asesinato. Si bien el dirigente libanés no aportó pruebas objetivas de su acusación, causó un sismo político-institucional en su país. Como respuesta obligada ante la imprevista dimisión de Hariri, el presidente libanés, Michel Aoun, no rechazará, ni aceptará la renuncia del primer ministro hasta que no le exponga sus razones en su propio país. La escandalosa renuncia, espontánea o forzada de Hariri, contó con el conocimiento y la aprobación de determinados círculos del gobierno de Trump y del establishment de Israel. A fines del pasado mes de Octubre, Jared Kushner emprendió un viaje repentino a Arabia Saudita y allí participó de la planeación de los próximos movimientos políticos y geopolíticos sauditas.
En los últimos días, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel envió un mensaje clasificado a sus misiones diplomáticas de todo el mundo para que acusasen a Irán y a Hezbollah de poseer una naturaleza destructiva y de planear el presunto crimen de Hariri. También el gobierno central israelí les ordenó que efectuaran un apoyo a Arabia Saudita en su conflicto con Irán.
Durante la jornada del lunes 6 de Noviembre, en declaraciones a la cadena internacional CNN, el Ministro de Relaciones Exteriores del reino saudí, Adel al Jubeir, hizo responsables a Irán y a la organización chiíta-libanesa Hezbollah de estar tras el lanzamiento de misiles balísticos desde Yemen que tenían como objetivos a las ciudades y las poblaciones sauditas. Asimismo, el funcionario expresó el derecho de ejercer una respuesta concreta y efectiva contra Irán y Hezbollah. En la misma línea, el ministro para Asuntos del Golfo, Thamer al-Sabhan, en entrevista para la estación de noticias saudita Al-Arabiya, incriminó al Hezbollah y extendió la imputación al gobierno nacional de El Líbano porque protegería a la organización del sur libanés.
El poder saudita, con una economía interna recesiva y cuestionado a nivel internacional, mueve sus piezas. Bregando por la destrucción de Irán y el caos en El Líbano, se reaproxima cada vez más a Israel, redefine su relación con los poderes atlantistas y evita entrar en enemistad con el gobierno de Putin. Todo con la clara finalidad de afrontar y superar los movimientos complejos de la reconfiguración geopolítica que se está dando en su región y en todo el mundo.
Hariri, afín a las facciones atlantistas, alegó abandonar el gabinete del gobierno central libanés porque la alianza Irán/Hezbollah tramó su presunto asesinato. Si bien el dirigente libanés no aportó pruebas objetivas de su acusación, causó un sismo político-institucional en su país. Como respuesta obligada ante la imprevista dimisión de Hariri, el presidente libanés, Michel Aoun, no rechazará, ni aceptará la renuncia del primer ministro hasta que no le exponga sus razones en su propio país. La escandalosa renuncia, espontánea o forzada de Hariri, contó con el conocimiento y la aprobación de determinados círculos del gobierno de Trump y del establishment de Israel. A fines del pasado mes de Octubre, Jared Kushner emprendió un viaje repentino a Arabia Saudita y allí participó de la planeación de los próximos movimientos políticos y geopolíticos sauditas.
En los últimos días, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel envió un mensaje clasificado a sus misiones diplomáticas de todo el mundo para que acusasen a Irán y a Hezbollah de poseer una naturaleza destructiva y de planear el presunto crimen de Hariri. También el gobierno central israelí les ordenó que efectuaran un apoyo a Arabia Saudita en su conflicto con Irán.
Durante la jornada del lunes 6 de Noviembre, en declaraciones a la cadena internacional CNN, el Ministro de Relaciones Exteriores del reino saudí, Adel al Jubeir, hizo responsables a Irán y a la organización chiíta-libanesa Hezbollah de estar tras el lanzamiento de misiles balísticos desde Yemen que tenían como objetivos a las ciudades y las poblaciones sauditas. Asimismo, el funcionario expresó el derecho de ejercer una respuesta concreta y efectiva contra Irán y Hezbollah. En la misma línea, el ministro para Asuntos del Golfo, Thamer al-Sabhan, en entrevista para la estación de noticias saudita Al-Arabiya, incriminó al Hezbollah y extendió la imputación al gobierno nacional de El Líbano porque protegería a la organización del sur libanés.
El poder saudita, con una economía interna recesiva y cuestionado a nivel internacional, mueve sus piezas. Bregando por la destrucción de Irán y el caos en El Líbano, se reaproxima cada vez más a Israel, redefine su relación con los poderes atlantistas y evita entrar en enemistad con el gobierno de Putin. Todo con la clara finalidad de afrontar y superar los movimientos complejos de la reconfiguración geopolítica que se está dando en su región y en todo el mundo.
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