Nuestro homenaje a Diego Armando Maradona
25 de noviembre de 2020
Maradona: "No necesitas ir a la Universidad para saber que EEUU quiere borrar a Siria de la existencia". Siria 2016
2011
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De Gardel a Maradona
MAGOS DE LA SOLEDAD
Por Kintto Lucas *
UNO
Dicen que El Mago siempre vuelve… Y como Gardel, el Pelusa siempre está volviendo. Como hace unos días, allá en Boston. ¿Y qué habrá pensado aquel día? ¿Qué habrá imaginado en aquel minuto decisivo, ese fugaz minuto que escapó dribleando –antes que la pelota- y atravesó la defensa rumbo al arco? Seguramente no sospecho que el gol, ese amigo de la magia y el delirio cambiaría la historia de su vida. ¿O no?
No. No los sospechó siquiera y, él también, como el minuto, atravesó la defensa dribleando y entró en la memoria. Pero ese país de los recuerdos ya no era el mismo de antes, ese que alguna vez había visitado con su pensar, la cancha había perdido todo el verde, la gambeta era solo un fantasma y la sonrisa que cautivó al mundo en México allá por el 86, no aparecía. El pelusa ya no tenía la seguridad de que tarde o temprano llegaría sano y salvo a su destino como antes, cuando dependía de sus piernas para dejar siete ingleses en el camino, aquella indeleble finta que lo llevaría hacia el gol, o sea hacia la alegría de su gente. O el salto magistral colocando la mano para que sea gol… La mano de Dios…
El final de la historia ya no le pertenecía, la vida ya se había encargado de dejarlo fuera de su partido. Ahora los cartolas de la FIFA se encargan de sacarlo de este mundial, o sea de apagarle los sueños. El, que había puesto toda su imaginación al servicio del fútbol, caminaba sus lagrimas, criticado por aquellos que lo elogiaron días antes cuando se la puso a Caniggia como con la mano para que anotara el gol del triunfo contra Nigeria.
DOS
La nacionalidad de Diego no está en duda, el origen en cambio tiene mucho que ver con el de Gardel. Nacido y criado en Villa Fiorito, un barrio pobre de la capital, se convirtió joven en el mejor futbolista del mundo en una sociedad que lo idolatró sin darle los elementos necesarios para que la fama y el dinero no se lo traguen... Esa sociedad no pudo soportarles que venido de la villa miseria se casara en el Luna Park gastando un millón de dólares en la ceremonia. Era un herejía que no le perdonarían, como burlarse de la "santa" tradición argentina, entonces todos prefirieron su destrucción al apoyo para que cambiara.
Pero Maradona, con la vanidad propia que cualquier tipo salido de la miseria que quiere demostrar poder, sigue arraigado a su raíces. Tal vez por eso, el mundo del dinero no pudo convertirlo totalmente en uno más del sistema como a Pelé.
Cuando volvió a jugar con la selección de Argentina en la Copa estadounidense, tapó la boca de unos cuantos. Es verdad que los latinoamericanos tienen cierto rechazo por el tono poco humilde y hasta prepotente de algunos argentinos de Buenos Aires. Arrogancia que comienza con gente como Menem y se traslada algunos sectores de la sociedad sobre todo porteña, pero tampoco es justo meter a todo el pueblo argentino en la misma bolsa. Están aquellos que se creyeron incluso antes de Menem el cuento de que su país pertenecía al Primer Mundo, están los otros (los más) que se han sentido parte de esta América, sufren y se alegran con ella, se solidarizan con sus causas, vibran con sus triunfos y padecen con sus derrotas.
No hay duda que el Pelusa cometió muchos errores en su vida , pero no tantos como la prensa de su país, primero endiosándolo, luego destrozándolo; primero convirtiéndolo en niño mimado (como lo hizo el propio Menem) , después en estereotipo de drogadicto. Es la misma prensa que antes de empezar el mundial del 94 y tras los dos primeros partidos, estuvo detrás suyo para conseguir unas palabritas (o incluso una puteada), que se llenó la boca con Diego. Esa prensa tiene sus iguales en toda América Latina..
TRES
Maradona no es un mito como Gardel, es solo una expresión de la realidad social en que surgió y, de la sociedad argentina en su conjunto. Pero es, además, a su manera,, sobre todo, un rebelde contra el poder…
Muchos hablan del “cocainómano” o del “petiso petulante”·, pero pocos recuerdan que en Europa fue uno de los jugadores latinoamericanos más solidarios con los que no tenían nombre, ni las posibilidades de otros que ya había logrado base en el viejo continente, o que eran olvidados en países donde no dejaban de ser “los otros”. Pero sobre todo, que cuando murió Funes (un centrodelantero de Boca Juniors que no había hecho dinero y su esposa e hijos quedaban en un situación sumamente difícil), él junto a otros futbolistas organizaron un partido en benéfico de la familia de ese jugador, sin tener en cuenta la advertencia del otrora todo poderoso Joao Havelange, quien lo amenazó que si jugaba aumentarían la sanción, pues en ese momento estaba suspendido y no podía participar en ningún partido. Esos dos casos son una pequeña muestra, no los únicos, en los que se vio su espíritu solidario. Pero cuando el fatal control antidoping se interpuso en el camino, volvieron las sombras y los periodistas y los dirigentes a decir que ya lo habían advertido. Con la hipocresía de siempre. Así fue, así es y ¿así será?
La incertidumbre sobre el final de la historia que surgió en el pensamiento del pibe del Villa Fiorito hizo que todo fuera gris en la mirada porque después del fútbol no quedaba nada. ¿Y el fútbol? Después de él tal vez no sea el mismo. La globa será globalizada y la FIFA tendrá su final feliz.
En todo caso, en ese mundo futbolero diseñado, medido, organizado y fichado por los números, la televisión y la publicidad, la magia no está irremediablemente condenada. Y si la economía puede hacer del futbolista una mercancía más, siempre quedará el recurso de la creatividad aunque el mundo ya no sea el mismo
De Gardel a Maradona hay un camino que los une. Uno y otro son magos de la soledad.
* Texto de 1994, recopilado en el libro “Apuntes Sobre Fútbol”.
Dicen que El Mago siempre vuelve… Y como Gardel, el Pelusa siempre está volviendo. Como hace unos días, allá en Boston. ¿Y qué habrá pensado aquel día? ¿Qué habrá imaginado en aquel minuto decisivo, ese fugaz minuto que escapó dribleando –antes que la pelota- y atravesó la defensa rumbo al arco? Seguramente no sospecho que el gol, ese amigo de la magia y el delirio cambiaría la historia de su vida. ¿O no?
No. No los sospechó siquiera y, él también, como el minuto, atravesó la defensa dribleando y entró en la memoria. Pero ese país de los recuerdos ya no era el mismo de antes, ese que alguna vez había visitado con su pensar, la cancha había perdido todo el verde, la gambeta era solo un fantasma y la sonrisa que cautivó al mundo en México allá por el 86, no aparecía. El pelusa ya no tenía la seguridad de que tarde o temprano llegaría sano y salvo a su destino como antes, cuando dependía de sus piernas para dejar siete ingleses en el camino, aquella indeleble finta que lo llevaría hacia el gol, o sea hacia la alegría de su gente. O el salto magistral colocando la mano para que sea gol… La mano de Dios…
El final de la historia ya no le pertenecía, la vida ya se había encargado de dejarlo fuera de su partido. Ahora los cartolas de la FIFA se encargan de sacarlo de este mundial, o sea de apagarle los sueños. El, que había puesto toda su imaginación al servicio del fútbol, caminaba sus lagrimas, criticado por aquellos que lo elogiaron días antes cuando se la puso a Caniggia como con la mano para que anotara el gol del triunfo contra Nigeria.
DOS
La nacionalidad de Diego no está en duda, el origen en cambio tiene mucho que ver con el de Gardel. Nacido y criado en Villa Fiorito, un barrio pobre de la capital, se convirtió joven en el mejor futbolista del mundo en una sociedad que lo idolatró sin darle los elementos necesarios para que la fama y el dinero no se lo traguen... Esa sociedad no pudo soportarles que venido de la villa miseria se casara en el Luna Park gastando un millón de dólares en la ceremonia. Era un herejía que no le perdonarían, como burlarse de la "santa" tradición argentina, entonces todos prefirieron su destrucción al apoyo para que cambiara.
Pero Maradona, con la vanidad propia que cualquier tipo salido de la miseria que quiere demostrar poder, sigue arraigado a su raíces. Tal vez por eso, el mundo del dinero no pudo convertirlo totalmente en uno más del sistema como a Pelé.
Cuando volvió a jugar con la selección de Argentina en la Copa estadounidense, tapó la boca de unos cuantos. Es verdad que los latinoamericanos tienen cierto rechazo por el tono poco humilde y hasta prepotente de algunos argentinos de Buenos Aires. Arrogancia que comienza con gente como Menem y se traslada algunos sectores de la sociedad sobre todo porteña, pero tampoco es justo meter a todo el pueblo argentino en la misma bolsa. Están aquellos que se creyeron incluso antes de Menem el cuento de que su país pertenecía al Primer Mundo, están los otros (los más) que se han sentido parte de esta América, sufren y se alegran con ella, se solidarizan con sus causas, vibran con sus triunfos y padecen con sus derrotas.
No hay duda que el Pelusa cometió muchos errores en su vida , pero no tantos como la prensa de su país, primero endiosándolo, luego destrozándolo; primero convirtiéndolo en niño mimado (como lo hizo el propio Menem) , después en estereotipo de drogadicto. Es la misma prensa que antes de empezar el mundial del 94 y tras los dos primeros partidos, estuvo detrás suyo para conseguir unas palabritas (o incluso una puteada), que se llenó la boca con Diego. Esa prensa tiene sus iguales en toda América Latina..
TRES
Maradona no es un mito como Gardel, es solo una expresión de la realidad social en que surgió y, de la sociedad argentina en su conjunto. Pero es, además, a su manera,, sobre todo, un rebelde contra el poder…
Muchos hablan del “cocainómano” o del “petiso petulante”·, pero pocos recuerdan que en Europa fue uno de los jugadores latinoamericanos más solidarios con los que no tenían nombre, ni las posibilidades de otros que ya había logrado base en el viejo continente, o que eran olvidados en países donde no dejaban de ser “los otros”. Pero sobre todo, que cuando murió Funes (un centrodelantero de Boca Juniors que no había hecho dinero y su esposa e hijos quedaban en un situación sumamente difícil), él junto a otros futbolistas organizaron un partido en benéfico de la familia de ese jugador, sin tener en cuenta la advertencia del otrora todo poderoso Joao Havelange, quien lo amenazó que si jugaba aumentarían la sanción, pues en ese momento estaba suspendido y no podía participar en ningún partido. Esos dos casos son una pequeña muestra, no los únicos, en los que se vio su espíritu solidario. Pero cuando el fatal control antidoping se interpuso en el camino, volvieron las sombras y los periodistas y los dirigentes a decir que ya lo habían advertido. Con la hipocresía de siempre. Así fue, así es y ¿así será?
La incertidumbre sobre el final de la historia que surgió en el pensamiento del pibe del Villa Fiorito hizo que todo fuera gris en la mirada porque después del fútbol no quedaba nada. ¿Y el fútbol? Después de él tal vez no sea el mismo. La globa será globalizada y la FIFA tendrá su final feliz.
En todo caso, en ese mundo futbolero diseñado, medido, organizado y fichado por los números, la televisión y la publicidad, la magia no está irremediablemente condenada. Y si la economía puede hacer del futbolista una mercancía más, siempre quedará el recurso de la creatividad aunque el mundo ya no sea el mismo
De Gardel a Maradona hay un camino que los une. Uno y otro son magos de la soledad.
* Texto de 1994, recopilado en el libro “Apuntes Sobre Fútbol”.
¿Por qué queremos tanto al Diego si somos feministas?
Por Nadia Fink, Lisbeth Montaña y Camila Parodi
Esta será la primera -y última- nota en la que daremos explicaciones sobre nuestros sentimientos y elecciones. Para nosotras, el feminismo es mucho más que una causa por la lucha de derechos específicos. Para nosotras, el feminismo es un modo de mirar, amar, disfrutar y habitar nuestras vidas. Y nuestras vidas no son más que permanentes contradicciones, por eso, en las siguientes palabras, dedicamos unas reflexiones a esos sentimientos, elecciones y contradicciones para reforzar lo que somos: feministas, populares y maradonianas.
Tenemos memoria y no olvidamos la violencia que ha ejercido contra muchas mujeres, lo tenemos claro y sabemos que es parte de la sociedad y el futuro por el que luchamos: que ser macho no signifique tener privilegios ni ejercer violencia alguna contra el cuerpo de las mujeres. Que ser macho no sea cuestión de poderes ni de fuerzas físicas. Pero en medio de tanto ruido ahogando la voz de las y los pobres, no nos olvidamos de que el Diego y su fútbol siempre apuntaron hacia el sur. Desde su nacimiento estuvo marcado con esta estrella y siempre supo bien de dónde vino y hacia dónde quería apuntar: salió del barro y nunca olvidó su origen, la conciencia de clase la forjó en los lugares donde perfeccionó su arte con la pelota y con los más olvidados convirtió al fútbol en el escenario para hacer visible lo invisible.
Si hablamos de Diego, hablamos de pueblo, ese que siempre lo acompañó, no solo por sus jugadas, sino porque los barrios humildes se sentían representados en su rebeldía y en sus decisiones. Fue, también, capaz de darle la espalda a ese fútbol de maquila, como en el momento en el que se fue de Barcelona para darle la gloria a un equipo del sur de Italia, al enorme Nápoli, y quitarle la hegemonía a los ricos del norte, a la poderosa Juventus de Platini, al poderoso Milan de Berlusconi; el Diego le plantó cara a los más poderosos y proyectó su voz desde lo colectivo.
Se reveló contra la maquinaria y la multinacional de la FIFA y la Conmebol porque no aceptaba el juego de los poderosos y prefirió poner su posición política por delante. El costo fue alto: fueron esos mismos poderosos quienes le cortaron las piernas en el Mundial del ´94, y sufrimos todas y todos. Sin embargo, el Diego no aprendió la lección y su desobediencia fue plantarse ante el bloqueo contra Cuba, apoyar la revolución Bolivariana en Venezuela, jugar fútbol con Evo y apoyar la paz en Colombia, siempre cuando las voces sonaban tibias. Desde hace unos años a esta parte, además, para los jugadores multimillonarios participar de la Selección muchas veces no es una prioridad. Hay demasiados intereses en juegos para abandonar partidos en sus clubes. Y ahí vuelve el Diego en una imagen de Italia 90: llorando ante las cámaras la derrota de un Mundial que jugó aun físicamente a medias.
Pero las autoras de esta nota no somos las únicas que salimos del clóset en nuestro amor por Maradona. Por eso sumamos otras voces que nos ayudan a mirar, a poner las contradicciones sobre la mesa, a no borrar nuestro pasado, nuestra crianza, y nuestras pasiones, que poco caben en un puñado de palabras.
Me es inconcebible pensar el mundo sin Maradona como me es inconcebible pensar al mundo sin el feminismo
Mónica Santino es ex jugadora de fútbol, parte de La Nuestra, de la Villa 31. Y nos dice:
“No sé por qué hay que explicar permanentemente por qué se ama a alguien. Se ama a alguien por lo que hace, por lo que significa. Y todo lo que significa trascendió la cancha de fútbol y el campo de juego porque fue una persona capaz de transmitir un nivel de emoción pocas veces visto. El fútbol genera eso, hace eso, logra que te abraces con alguien que no conocés cuando tu equipo hace un gol. El fútbol hace que llores profundamente, que tengas una alegría a veces inconcebible o desmesurada. Y Maradona es fútbol y Maradona es todo eso.
Maradona es una persona que nunca se olvida de dónde viene, cuál es su origen y del que está orgulloso. Eso es un punto de cercanía con un movimiento social como el feminismo, que desea transformar el mundo. Y Maradona, a su manera, y algunas veces machista, también, intenta transformar al mundo. Entonces, tenemos más puntos en común que desuniones y después, claro que están las contradicciones pero hacen parte de la vida y el juego mismo.
Me es inconcebible pensar el mundo sin Maradona como me es inconcebible pensar al mundo sin el feminismo. Entonces poner en contradicción una cosa con la otra, como que si sos feminista no podés querer a Maradona, no es el feminismo que me gusta ni del que quiero participar. Tampoco es el feminismo como herramienta que utilizo para transformar la vida propia y de quienes me rodean: simplemente, un mundo más justo donde no haya oprimidos ni oprimidas. Y Maradona tiene mucho de eso.
Soy maradoniana, soy feminista, soy lesbiana, soy porteña y amo al país entero. Soy peronista y detesté los 10 años de menemismo. Soy todo eso como nos pasa a la mayoría de nosotres: un mar de contradicciones que nos hace estar vivas, nunca para comer, dormir y mirar la tele, sino para arder y cambiarlo todo como Diego lo hizo en todos sus años de jugador y hoy lo hace cumpliendo 60 años”.
¿Ser feminista es tener que borrar nuestras historias, los recorridos, eso que alguna vez nos hizo vibrar de emoción?
Ro Ferrer es comunicadora, ilustradora e historietista y suma su mirada:
“Quién sería yo sin el puño en alto del Diego, el llanto desconsolado, la construcción de una mística de equipo y pueblo… sin el corazón acelerado cuando los músculos de sus gambas se tensaban en ese instante en el que su pie tocaba la redonda y empezaban a bailar…
Soy feminista y convivo con muchas contradicciones, también reconociendo errores, propios y ajenos.
Hizo que yo amara el fútbol. Y no es Dios, es un hombre que además de gloria, tuvo y tiene miserias; que nació parte de esta cultura de mierda que te levanta y aplasta con la misma fuerza, que le enseña a los varones que nosotras somos su “propiedad privada”, que tienen todos los privilegios y escasas responsabilidades más que las pautadas desde los espacios de poder.
Soy feminista y maradoniana, porque cuando lo veo, viene mi niñez a abrazarme”.
Es oro, y también es barro
Ayelén Pujol es periodista deportiva y juega a la pelota. Desde ahí nos dice: “A mí me interpela su fútbol, obviamente, y que siempre está del lado de los oprimidos. Cuando lo veía jugar y hablar, soñaba ser como él: romperla en la cancha, ilusionarme con pegarle así de zurda, y después salir y decir las cosas que decía. Es un creador, nos invitaba a pensar mundos nuevos y más justos posibles a través del fútbol. Es oro y también barro, claro”.
Y en este recorrido encontramos un escrito que nos interpeló y que nos disparó las ganas de seguir pensando. Por eso la sumamos a Maia Moreira, del departamento de Género del Club Lanús (del que es hincha) con su nota Maradoneana y feminista: el orden de los factores no altera el producto, en el portal “La pelota siempre al Diez”, donde nos dice, entre otras cosas: “Hay tantos feminismos como feministas, por eso a mí me gusta definir el feminismo que habito desde algunas cuestiones que considero fundamentales. Una de ellas es derribar ese axioma que marca absurdamente la antinomia de ser feminista y maradoneana.
(…) Como tantas otras construyo mi vida en torno a mis gustos. Me encanta ser feliz pensando que – como aprendí de El Diego y el feminismo – esa existencia se cruza con los sentires de miles de compañeras que también desean una realidad mejor y más justa: un mundo más igualitario. Para mí, la militancia feminista tiene muchísimo que ver con ese espíritu de equipo que yo veo en Diego siempre latente, aún con el paso del tiempo. Creo que Maradona está siempre presente en esa mezcla que amalgama lo popular y lo académico y que, no casualmente, a muchas nos encontró con la excusa perfecta: el fútbol. Excusa que también usamos como herramienta para hacer que ese mundo, donde tengamos igualdad de derechos, llegue a ser realidad.
No quiero como feminista que nos olvidemos de dónde venimos, quiero que nos sepamos y aceptemos diferentes, que nos duela lo injusto, que juguemos en equipo. Y siento desde lo más genuino que Diego es, aún con sus fallas – como yo lo soy con todas las mías -, un poco eso. Pelusa habla desde su origen de barro, aceptó su nuevo mundo pero nunca jamás dejó de cuestionarlo cuando lo creyó injusto. Y siempre – ojalá eternamente – arma equipo y nos regala alegrías. Diego es encuentro, es la nada y la gloria que nos cantó Patricio Rey, es pueblo”.
Y nos vamos, sin dejar de desearle feliz cumpleaños al tipo por el que rezamos o prendimos velas o cumplimos nuestros rituales cuando su vida se esfumaba y miles de personas lloraban y esperaban en todos lados. Nos vamos y nos seguimos pensando y cuestionando: nos equivocamos, y a veces pagamos y a veces no. Un poco como él mismo, que se hace cargo de los errores. Y compartimos estas ideas porque nuestro feminismo se construye en el barro y en la contradicción; en la colectividad y en la celebración; en el llanto y en el dolor cotidiano por la injusticia. Lo queremos cambiar todos los días y, mientras tanto, gritamos gol y nos abrazamos.
Tenemos memoria y no olvidamos la violencia que ha ejercido contra muchas mujeres, lo tenemos claro y sabemos que es parte de la sociedad y el futuro por el que luchamos: que ser macho no signifique tener privilegios ni ejercer violencia alguna contra el cuerpo de las mujeres. Que ser macho no sea cuestión de poderes ni de fuerzas físicas. Pero en medio de tanto ruido ahogando la voz de las y los pobres, no nos olvidamos de que el Diego y su fútbol siempre apuntaron hacia el sur. Desde su nacimiento estuvo marcado con esta estrella y siempre supo bien de dónde vino y hacia dónde quería apuntar: salió del barro y nunca olvidó su origen, la conciencia de clase la forjó en los lugares donde perfeccionó su arte con la pelota y con los más olvidados convirtió al fútbol en el escenario para hacer visible lo invisible.
Si hablamos de Diego, hablamos de pueblo, ese que siempre lo acompañó, no solo por sus jugadas, sino porque los barrios humildes se sentían representados en su rebeldía y en sus decisiones. Fue, también, capaz de darle la espalda a ese fútbol de maquila, como en el momento en el que se fue de Barcelona para darle la gloria a un equipo del sur de Italia, al enorme Nápoli, y quitarle la hegemonía a los ricos del norte, a la poderosa Juventus de Platini, al poderoso Milan de Berlusconi; el Diego le plantó cara a los más poderosos y proyectó su voz desde lo colectivo.
Se reveló contra la maquinaria y la multinacional de la FIFA y la Conmebol porque no aceptaba el juego de los poderosos y prefirió poner su posición política por delante. El costo fue alto: fueron esos mismos poderosos quienes le cortaron las piernas en el Mundial del ´94, y sufrimos todas y todos. Sin embargo, el Diego no aprendió la lección y su desobediencia fue plantarse ante el bloqueo contra Cuba, apoyar la revolución Bolivariana en Venezuela, jugar fútbol con Evo y apoyar la paz en Colombia, siempre cuando las voces sonaban tibias. Desde hace unos años a esta parte, además, para los jugadores multimillonarios participar de la Selección muchas veces no es una prioridad. Hay demasiados intereses en juegos para abandonar partidos en sus clubes. Y ahí vuelve el Diego en una imagen de Italia 90: llorando ante las cámaras la derrota de un Mundial que jugó aun físicamente a medias.
Pero las autoras de esta nota no somos las únicas que salimos del clóset en nuestro amor por Maradona. Por eso sumamos otras voces que nos ayudan a mirar, a poner las contradicciones sobre la mesa, a no borrar nuestro pasado, nuestra crianza, y nuestras pasiones, que poco caben en un puñado de palabras.
Me es inconcebible pensar el mundo sin Maradona como me es inconcebible pensar al mundo sin el feminismo
Mónica Santino es ex jugadora de fútbol, parte de La Nuestra, de la Villa 31. Y nos dice:
“No sé por qué hay que explicar permanentemente por qué se ama a alguien. Se ama a alguien por lo que hace, por lo que significa. Y todo lo que significa trascendió la cancha de fútbol y el campo de juego porque fue una persona capaz de transmitir un nivel de emoción pocas veces visto. El fútbol genera eso, hace eso, logra que te abraces con alguien que no conocés cuando tu equipo hace un gol. El fútbol hace que llores profundamente, que tengas una alegría a veces inconcebible o desmesurada. Y Maradona es fútbol y Maradona es todo eso.
Maradona es una persona que nunca se olvida de dónde viene, cuál es su origen y del que está orgulloso. Eso es un punto de cercanía con un movimiento social como el feminismo, que desea transformar el mundo. Y Maradona, a su manera, y algunas veces machista, también, intenta transformar al mundo. Entonces, tenemos más puntos en común que desuniones y después, claro que están las contradicciones pero hacen parte de la vida y el juego mismo.
Me es inconcebible pensar el mundo sin Maradona como me es inconcebible pensar al mundo sin el feminismo. Entonces poner en contradicción una cosa con la otra, como que si sos feminista no podés querer a Maradona, no es el feminismo que me gusta ni del que quiero participar. Tampoco es el feminismo como herramienta que utilizo para transformar la vida propia y de quienes me rodean: simplemente, un mundo más justo donde no haya oprimidos ni oprimidas. Y Maradona tiene mucho de eso.
Soy maradoniana, soy feminista, soy lesbiana, soy porteña y amo al país entero. Soy peronista y detesté los 10 años de menemismo. Soy todo eso como nos pasa a la mayoría de nosotres: un mar de contradicciones que nos hace estar vivas, nunca para comer, dormir y mirar la tele, sino para arder y cambiarlo todo como Diego lo hizo en todos sus años de jugador y hoy lo hace cumpliendo 60 años”.
¿Ser feminista es tener que borrar nuestras historias, los recorridos, eso que alguna vez nos hizo vibrar de emoción?
Ro Ferrer es comunicadora, ilustradora e historietista y suma su mirada:
“Quién sería yo sin el puño en alto del Diego, el llanto desconsolado, la construcción de una mística de equipo y pueblo… sin el corazón acelerado cuando los músculos de sus gambas se tensaban en ese instante en el que su pie tocaba la redonda y empezaban a bailar…
Soy feminista y convivo con muchas contradicciones, también reconociendo errores, propios y ajenos.
Hizo que yo amara el fútbol. Y no es Dios, es un hombre que además de gloria, tuvo y tiene miserias; que nació parte de esta cultura de mierda que te levanta y aplasta con la misma fuerza, que le enseña a los varones que nosotras somos su “propiedad privada”, que tienen todos los privilegios y escasas responsabilidades más que las pautadas desde los espacios de poder.
Soy feminista y maradoniana, porque cuando lo veo, viene mi niñez a abrazarme”.
Es oro, y también es barro
Ayelén Pujol es periodista deportiva y juega a la pelota. Desde ahí nos dice: “A mí me interpela su fútbol, obviamente, y que siempre está del lado de los oprimidos. Cuando lo veía jugar y hablar, soñaba ser como él: romperla en la cancha, ilusionarme con pegarle así de zurda, y después salir y decir las cosas que decía. Es un creador, nos invitaba a pensar mundos nuevos y más justos posibles a través del fútbol. Es oro y también barro, claro”.
Y en este recorrido encontramos un escrito que nos interpeló y que nos disparó las ganas de seguir pensando. Por eso la sumamos a Maia Moreira, del departamento de Género del Club Lanús (del que es hincha) con su nota Maradoneana y feminista: el orden de los factores no altera el producto, en el portal “La pelota siempre al Diez”, donde nos dice, entre otras cosas: “Hay tantos feminismos como feministas, por eso a mí me gusta definir el feminismo que habito desde algunas cuestiones que considero fundamentales. Una de ellas es derribar ese axioma que marca absurdamente la antinomia de ser feminista y maradoneana.
(…) Como tantas otras construyo mi vida en torno a mis gustos. Me encanta ser feliz pensando que – como aprendí de El Diego y el feminismo – esa existencia se cruza con los sentires de miles de compañeras que también desean una realidad mejor y más justa: un mundo más igualitario. Para mí, la militancia feminista tiene muchísimo que ver con ese espíritu de equipo que yo veo en Diego siempre latente, aún con el paso del tiempo. Creo que Maradona está siempre presente en esa mezcla que amalgama lo popular y lo académico y que, no casualmente, a muchas nos encontró con la excusa perfecta: el fútbol. Excusa que también usamos como herramienta para hacer que ese mundo, donde tengamos igualdad de derechos, llegue a ser realidad.
No quiero como feminista que nos olvidemos de dónde venimos, quiero que nos sepamos y aceptemos diferentes, que nos duela lo injusto, que juguemos en equipo. Y siento desde lo más genuino que Diego es, aún con sus fallas – como yo lo soy con todas las mías -, un poco eso. Pelusa habla desde su origen de barro, aceptó su nuevo mundo pero nunca jamás dejó de cuestionarlo cuando lo creyó injusto. Y siempre – ojalá eternamente – arma equipo y nos regala alegrías. Diego es encuentro, es la nada y la gloria que nos cantó Patricio Rey, es pueblo”.
Y nos vamos, sin dejar de desearle feliz cumpleaños al tipo por el que rezamos o prendimos velas o cumplimos nuestros rituales cuando su vida se esfumaba y miles de personas lloraban y esperaban en todos lados. Nos vamos y nos seguimos pensando y cuestionando: nos equivocamos, y a veces pagamos y a veces no. Un poco como él mismo, que se hace cargo de los errores. Y compartimos estas ideas porque nuestro feminismo se construye en el barro y en la contradicción; en la colectividad y en la celebración; en el llanto y en el dolor cotidiano por la injusticia. Lo queremos cambiar todos los días y, mientras tanto, gritamos gol y nos abrazamos.
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"Durante la mañana de este jueves, cientos de personalidades del mundo político, deportivo y figuras del espectáculo, acompañaron a los familiares de Maradona en el velatorio. Posteriormente, y pese a que ya habían ingreso un importante número de fanáticos, la situación se desbordó cuando la vicepresidenta Cristina Fernández quiso entrar a solas para despedir al Diez.
En su afán por entrar al recinto, los fanáticos arrojan piedras, botellas y diferentes elementos a las fuerzas de seguridad que intentan controlar la situación, mediante el uso de balas de gomas y gases lacrimógenos". |
27 de noviembre de 2020
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28 de noviembre de 2020
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29 de noviembre de 2020
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Maradona presente en las presentes luchas sociales en Paris - Francia
30 de noviembre de 2020
Florencia, Italia, sobre el mural de Gramsci
1 de diciembre de 2020