Operación contra Venezuela XV
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5 de febrero de 2020
EL “BUEN MUCHACHO MANDADERO” DE TRUMP
Como ya lo dijimos, si la mejor estrategia para destruir la revolución bolivariana del pueblo venezolano es un retrasado social como Guaido, realmente comprobamos que le queda muy poco margen de maniobra al imperio yanqui en su fallida estrategia. Siguen mordiendo el polvo de la derrota como en Vietnam, cada dia que pasa sin derrocar a Maduro y mas aun cuando se consolida el proceso y se recuperan todos los índices económicos y sociales a pesar del genocida bloqueo.
Tener que aceptar, desde la misma casa blanca, que un paracaidista político torpe, en el que han invertido cientos de millones de dólares y cientos de campañas de posicionamiento mediático, es simplemente un funcionario más del gobierno norteamericano y hace parte de su agenda particular neocolonial contra los pueblos de Nuestramerica, que solo falta que el gobierno norteamericano le dé una subsecretaria de Estado: la del “genocidio contra el pueblo venezolano” y un escritorio en la oficina oval.
Ya es demasiado el descaro, o tal vez la desesperación impotente, al no poder vulnerar la voluntad de cambio de un pueblo heroico, dignos hijos de nuestro libertador que venció a otro imperio que se creía invencible como este y del cual ya nos advirtió en su momento, pero que las traiciones de sus antiguos compañeros, los intereses personalistas y de clase, llevaron a que se aliaran con los nuevos imperialistas filibusteros para mantener sus privilegios y enormes cantidades de tierra, convirtiéndose en la oligarquía que esclaviza y asesina con más saña a nuestros pueblos.
Ver al bufón con corbata entre la audiencia que aplaude al gobierno más asesino de la historia, el gobierno norteamericano, solo puede ser interpretado como una nueva victoria del pueblo venezolano, victoria de su heroica resistencia y voluntad política, pues los ha obligado a quitarse la careta de la imparcialidad, han tenido que aceptar que es su “ buen muchacho” y su títere, igual que sus colegas como Duque, Bolsonaro, Añez, Moreno, etc., solo que ninguno de ellos nunca ha tenido que ser invitado a esta ceremonia para reforzar su imagen antes de que se desvanezca, ni siquiera el criminal Álvaro Uribe, capataz mayor de las fuerzas paramilitares continentales.
Torpes decisiones desesperadas del imperio que nos alivian un poco a los pueblos, aunque de los maniacos criminales nunca podemos confiarnos ni un tantito así, menos aun cuando están tan desesperados como comprobamos ahora, el discurso de Trump lo dejo aún más débil, más aun cuando la líder demócrata y senadora Nancy Pelosi, su interpelante, rompió públicamente ante las cámaras el discurso de Trump como símbolo comunicacional de irrespeto a ese presidente inepto, declarando además a los medios que todo fueron “puras mentiras”.
En la disputa hegemónica se sigue hundiendo el imperio, pero la estocada final solo puede ser una combinación entre la resolución de las tensiones geopolíticas tal y como van hasta ahora y la lucha en las calles, la resistencia activa y creciente de los pueblos para recuperar sus territorios, su dignidad, sus derechos, sus soberanías, seguimos ganando la Paz, cada vez más pronto venceremos, caminando juntos, ven seremos.
Jose Ariza, Red de Solidaridad entre los pueblos, Red de Psicólogos Nuestroamericanos, Defendamos la Paz capitulo internacional, Comité del Pueblo en resistencia.
Como ya lo dijimos, si la mejor estrategia para destruir la revolución bolivariana del pueblo venezolano es un retrasado social como Guaido, realmente comprobamos que le queda muy poco margen de maniobra al imperio yanqui en su fallida estrategia. Siguen mordiendo el polvo de la derrota como en Vietnam, cada dia que pasa sin derrocar a Maduro y mas aun cuando se consolida el proceso y se recuperan todos los índices económicos y sociales a pesar del genocida bloqueo.
Tener que aceptar, desde la misma casa blanca, que un paracaidista político torpe, en el que han invertido cientos de millones de dólares y cientos de campañas de posicionamiento mediático, es simplemente un funcionario más del gobierno norteamericano y hace parte de su agenda particular neocolonial contra los pueblos de Nuestramerica, que solo falta que el gobierno norteamericano le dé una subsecretaria de Estado: la del “genocidio contra el pueblo venezolano” y un escritorio en la oficina oval.
Ya es demasiado el descaro, o tal vez la desesperación impotente, al no poder vulnerar la voluntad de cambio de un pueblo heroico, dignos hijos de nuestro libertador que venció a otro imperio que se creía invencible como este y del cual ya nos advirtió en su momento, pero que las traiciones de sus antiguos compañeros, los intereses personalistas y de clase, llevaron a que se aliaran con los nuevos imperialistas filibusteros para mantener sus privilegios y enormes cantidades de tierra, convirtiéndose en la oligarquía que esclaviza y asesina con más saña a nuestros pueblos.
Ver al bufón con corbata entre la audiencia que aplaude al gobierno más asesino de la historia, el gobierno norteamericano, solo puede ser interpretado como una nueva victoria del pueblo venezolano, victoria de su heroica resistencia y voluntad política, pues los ha obligado a quitarse la careta de la imparcialidad, han tenido que aceptar que es su “ buen muchacho” y su títere, igual que sus colegas como Duque, Bolsonaro, Añez, Moreno, etc., solo que ninguno de ellos nunca ha tenido que ser invitado a esta ceremonia para reforzar su imagen antes de que se desvanezca, ni siquiera el criminal Álvaro Uribe, capataz mayor de las fuerzas paramilitares continentales.
Torpes decisiones desesperadas del imperio que nos alivian un poco a los pueblos, aunque de los maniacos criminales nunca podemos confiarnos ni un tantito así, menos aun cuando están tan desesperados como comprobamos ahora, el discurso de Trump lo dejo aún más débil, más aun cuando la líder demócrata y senadora Nancy Pelosi, su interpelante, rompió públicamente ante las cámaras el discurso de Trump como símbolo comunicacional de irrespeto a ese presidente inepto, declarando además a los medios que todo fueron “puras mentiras”.
En la disputa hegemónica se sigue hundiendo el imperio, pero la estocada final solo puede ser una combinación entre la resolución de las tensiones geopolíticas tal y como van hasta ahora y la lucha en las calles, la resistencia activa y creciente de los pueblos para recuperar sus territorios, su dignidad, sus derechos, sus soberanías, seguimos ganando la Paz, cada vez más pronto venceremos, caminando juntos, ven seremos.
Jose Ariza, Red de Solidaridad entre los pueblos, Red de Psicólogos Nuestroamericanos, Defendamos la Paz capitulo internacional, Comité del Pueblo en resistencia.
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OrlandoPérezTeleSUR (@OrlandoPerezEC) twitteó a las 10:31 p. m. on mar., feb. 04, 2020:
Este es uno de los actos más bochornosos para la historia de #AmericaLatina: @realDonaldTrump presenta a @jguaido ante su Congreso en calidad de Presidente de #Venezuela y no solo que lo humilla sino que del ridículo no volverá nunca más https://t.co/OLtMqfTPUa (https://twitter.com/OrlandoPerezEC/status/1224898325188620290?s=03) |
11 de febrero de 2020
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Richard Black, senador republicano por el estado de Virginia, Coronel retirado del ejército de EEUU y ex funcionario de la OTAN, declaró que tienen que terminarse las operaciones de cambio de régimen que ha emprendido Estados Unidos contra Venezuela y también en otros países del continente americano, y las sanciones que están provocando “sufrimientos inimaginables” a mucha gente, deben ser derogadas.
Estados Unidos ha “satanizado” la moneda venezolana, haciéndola “inservible”, y luego decimos: ‘Miren qué mal gobierno es éste, su moneda no vale nada’. Y no fueron ellos los que la hicieron inservible, sino que “nosotros hicimos que no valiera nada”, argumentó Black.
“Luego, tenemos un bloqueo, de hecho, a sus exportaciones petroleras... y entonces decimos: ‘ Pero fíjense, no pueden dar de comer a su población’. Y ¿saben que?, no pueden dar de comer a su población porque nosotros hemos cortado toda su fuente de ingresos”.
“Nosotros (EEUU) sencillamente tenemos que dejar tranquila a Venezuela. Déjenlos ser. Déjenlos ocuparse de su gobierno. Creo que eso sería mejor para el mundo entero... No es mi gobierno, y no soy yo, o algún estadounidense, quien deba determinar cómo van a ocuparse los venezolanos de sus asuntos internos”, señaló Black.
Ah, pero entonces “vamos de nuevo, y nos involucramos en Bolivia”, y “seleccionamos a un candidato escogido por nosotros...”. Hubiese sido mucho mejor que los bolivianos decidieran ellos mismos, su situación”, declaró Black.
“El problema con toda esta desestabilización, donde se derrocan gobiernos, uno tras otro, es que se exacerban los enredos migratorios y los problemas con los carteles de las drogas. Y hace que esa desestabilización en LatinoAmérica cree las condiciones para la enorme y descontrolada migración hacia los Estados Unidos, a través de su frontera sur”, señaló.
Yo creo que si dejamos de microgestionar la región y dejamos que su población pruebe con la forma de gobierno que ellos quieran, nosotros estaríamos mucho mejor. Creo que LatinoAmérica sería mucho más próspera y mucho más estable, y así se eliminarían muchas de las presiones qué hay sobre Estados Unidos”, terminó diciendo el senador Black.
https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=1570711626415608&id=100004303560874&sfnsn=scwshmo
Estados Unidos ha “satanizado” la moneda venezolana, haciéndola “inservible”, y luego decimos: ‘Miren qué mal gobierno es éste, su moneda no vale nada’. Y no fueron ellos los que la hicieron inservible, sino que “nosotros hicimos que no valiera nada”, argumentó Black.
“Luego, tenemos un bloqueo, de hecho, a sus exportaciones petroleras... y entonces decimos: ‘ Pero fíjense, no pueden dar de comer a su población’. Y ¿saben que?, no pueden dar de comer a su población porque nosotros hemos cortado toda su fuente de ingresos”.
“Nosotros (EEUU) sencillamente tenemos que dejar tranquila a Venezuela. Déjenlos ser. Déjenlos ocuparse de su gobierno. Creo que eso sería mejor para el mundo entero... No es mi gobierno, y no soy yo, o algún estadounidense, quien deba determinar cómo van a ocuparse los venezolanos de sus asuntos internos”, señaló Black.
Ah, pero entonces “vamos de nuevo, y nos involucramos en Bolivia”, y “seleccionamos a un candidato escogido por nosotros...”. Hubiese sido mucho mejor que los bolivianos decidieran ellos mismos, su situación”, declaró Black.
“El problema con toda esta desestabilización, donde se derrocan gobiernos, uno tras otro, es que se exacerban los enredos migratorios y los problemas con los carteles de las drogas. Y hace que esa desestabilización en LatinoAmérica cree las condiciones para la enorme y descontrolada migración hacia los Estados Unidos, a través de su frontera sur”, señaló.
Yo creo que si dejamos de microgestionar la región y dejamos que su población pruebe con la forma de gobierno que ellos quieran, nosotros estaríamos mucho mejor. Creo que LatinoAmérica sería mucho más próspera y mucho más estable, y así se eliminarían muchas de las presiones qué hay sobre Estados Unidos”, terminó diciendo el senador Black.
https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=1570711626415608&id=100004303560874&sfnsn=scwshmo
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26 de marzo de 2020
27 de marzo de 2020
Es oficial: EEUU terceriza sus operaciones para el derrocamiento de Nicolás Maduro
En medio de la lucha de Venezuela contra el Covid-19, la Administración Trump ha dado un paso dramático e inédito en las maniobras criminales que buscan derrocar al gobierno venezolano. Ya es oficial: Estados Unidos se decanta por la ruta de la violencia armada tercerizada, apoyándose en un caso judicial sin pruebas.
Una falsa acusación del principal narcoestado del planeta
Este jueves 26 de marzo, el fiscal general de los Estados Unidos, William Barr, presentó cargos por narcotráfico contra el presidente venezolano Nicolás Maduro, el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente Diosdado Cabello, el ministro de Industria y Producción Tareck El Aissami, el ministro de Defensa Vladimir Padrino López y el presidente del Tribunal Supremo de Justicia Maikel Moreno.
A falta de pruebas sólidas, los fiscales del Departamento de Justicia han apelado a un producto propagandístico que lleva varios años siendo punta de lanza de los ataques comunicacionales de Estados Unidos y Europa contra Venezuela: el inexistente “Cartel de los Soles”.
Según el Departamento de Justicia, “desde al menos 1999, Maduro Moros, Cabello Rondón, Carvajal Barrios y Alcalá Cordones actuaron como líderes y gerentes de Cartel de los Soles (…) para facilitar la importación de toneladas de cocaína a los Estados Unidos. El Cartel de los Soles buscó no solo enriquecer a sus miembros y mejorar su poder, sino también inundar a los Estados Unidos con cocaína e infligir los efectos nocivos y adictivos de la droga en los usuarios de los Estados Unidos”.
El supuesto vínculo con las FARC que viene siendo el leitmotiv de Colombia y Estados Unidos para acusar a Venezuela como un “santuario” de grupos armados, es otra de las cartas centrales de la acusación, incluyendo a Iván Márquez y Jesús Santrich:
“A partir de aproximadamente 1999 (…) los líderes de las FARC acordaron con los líderes del Cartel de los Soles reubicar algunas de las operaciones de las FARC en Venezuela bajo la protección del Cartel. Posteriormente, las FARC y el Cartel de los Soles enviaron cocaína procesada desde Venezuela a los Estados Unidos a través de puntos de transbordo en el Caribe y América Central, como Honduras. Aproximadamente en 2004, el Departamento de Estado de los Estados Unidos estimó que 250 o más toneladas de cocaína transitaban a través de Venezuela por año. Los envíos marítimos se enviaron al norte desde la costa de Venezuela utilizando embarcaciones rápidas, barcos de pesca y portacontenedores”.
Eso afirma el Departamento de Justicia, haciendo suponer, paradójicamente, que su sistema de prevención contra el narcotráfico es tan ineficaz que no puede detener “barcos de pesca”.
Está ampliamente demostrada la relación orgánica de Estados Unidos con el narcotráfico:
Todos estos bancos siguen funcionando como si nada hubiera pasado.
La permisividad comprobada (y la lógica de beneficio directo) del sistema financiero estadounidense y de su élite política con respecto al narcotráfico internacional, hace deslucir las acusaciones contra Venezuela y su tono de supuesta defensa de la salud pública de los norteamericanos.
Hace tan solo dos años, Colombia rompió récords en producción y exportación de cocaína hacia Estados Unidos, cifras que coincidieron con un vertiginoso aumento en el número de consumidores en el país norteamericano. Sobre esto, un informe de la DEA reveló:
“Niveles récord de cultivos ilícitos y producción de coca en Colombia, que fue la fuente principal de la cocaína decomisada y analizada en Estados Unidos, ha expandido el mercado de la cocaína, lo cual ha conducido a un incremento del abuso doméstico”.
El Departamento de Justicia intenta responsabilizar a Venezuela de la inundación de cocaína en Estados Unidos, aun cuando está demostrado por su propia agencia antidroga que el aumento en el consumo que afecta a millones de estadounidenses radica en la descontrolada producción de cocaína colombiana.
También intentan posicionar a Venezuela como un “país de tránsito” de cocaína hacia Estados Unidos, aunque datos suministrados por el propio gobierno norteamericano indiquen lo contrario.
Un reporte del centro de estudios Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por sus siglas en inglés) concluye:
“Alrededor del 90% de toda la cocaína con destino a los Estados Unidos se trafica a través de las rutas del Caribe Occidental y el Pacífico Oriental, no a través de los mares del Caribe Oriental de Venezuela”.
Una falsa acusación del principal narcoestado del planeta
Este jueves 26 de marzo, el fiscal general de los Estados Unidos, William Barr, presentó cargos por narcotráfico contra el presidente venezolano Nicolás Maduro, el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente Diosdado Cabello, el ministro de Industria y Producción Tareck El Aissami, el ministro de Defensa Vladimir Padrino López y el presidente del Tribunal Supremo de Justicia Maikel Moreno.
A falta de pruebas sólidas, los fiscales del Departamento de Justicia han apelado a un producto propagandístico que lleva varios años siendo punta de lanza de los ataques comunicacionales de Estados Unidos y Europa contra Venezuela: el inexistente “Cartel de los Soles”.
Según el Departamento de Justicia, “desde al menos 1999, Maduro Moros, Cabello Rondón, Carvajal Barrios y Alcalá Cordones actuaron como líderes y gerentes de Cartel de los Soles (…) para facilitar la importación de toneladas de cocaína a los Estados Unidos. El Cartel de los Soles buscó no solo enriquecer a sus miembros y mejorar su poder, sino también inundar a los Estados Unidos con cocaína e infligir los efectos nocivos y adictivos de la droga en los usuarios de los Estados Unidos”.
El supuesto vínculo con las FARC que viene siendo el leitmotiv de Colombia y Estados Unidos para acusar a Venezuela como un “santuario” de grupos armados, es otra de las cartas centrales de la acusación, incluyendo a Iván Márquez y Jesús Santrich:
“A partir de aproximadamente 1999 (…) los líderes de las FARC acordaron con los líderes del Cartel de los Soles reubicar algunas de las operaciones de las FARC en Venezuela bajo la protección del Cartel. Posteriormente, las FARC y el Cartel de los Soles enviaron cocaína procesada desde Venezuela a los Estados Unidos a través de puntos de transbordo en el Caribe y América Central, como Honduras. Aproximadamente en 2004, el Departamento de Estado de los Estados Unidos estimó que 250 o más toneladas de cocaína transitaban a través de Venezuela por año. Los envíos marítimos se enviaron al norte desde la costa de Venezuela utilizando embarcaciones rápidas, barcos de pesca y portacontenedores”.
Eso afirma el Departamento de Justicia, haciendo suponer, paradójicamente, que su sistema de prevención contra el narcotráfico es tan ineficaz que no puede detener “barcos de pesca”.
Está ampliamente demostrada la relación orgánica de Estados Unidos con el narcotráfico:
- Antonio Maria Costa, director de la Oficina de Naciones Unidas para la Droga y el Delito, afirmó en 2009 que los capitales provenientes del narcotráfico salvaron los bancos quebrados que ocasionó el colapso financiero de 2008, que tuvo su epicentro en Estados Unidos.
- En 2012, el FBI encontró pruebas de que los carteles mexicanos “utilizaban cuentas de Bank of America para ocultar dinero e invertir las ganancias ilegales del narcotráfico en caballos de carrera estadounidenses”.
- Ese mismo año, también se dio a conocer que el cartel mexicano Los Zetas lavaba sus ganancias del narcotráfico en el banco JP Morgan, realizando transferencias directas desde México bajo una amalgama de fondos y empresas que también colocó el foco de las autoridades sobre el banco Wells Fargo.
Todos estos bancos siguen funcionando como si nada hubiera pasado.
La permisividad comprobada (y la lógica de beneficio directo) del sistema financiero estadounidense y de su élite política con respecto al narcotráfico internacional, hace deslucir las acusaciones contra Venezuela y su tono de supuesta defensa de la salud pública de los norteamericanos.
Hace tan solo dos años, Colombia rompió récords en producción y exportación de cocaína hacia Estados Unidos, cifras que coincidieron con un vertiginoso aumento en el número de consumidores en el país norteamericano. Sobre esto, un informe de la DEA reveló:
“Niveles récord de cultivos ilícitos y producción de coca en Colombia, que fue la fuente principal de la cocaína decomisada y analizada en Estados Unidos, ha expandido el mercado de la cocaína, lo cual ha conducido a un incremento del abuso doméstico”.
El Departamento de Justicia intenta responsabilizar a Venezuela de la inundación de cocaína en Estados Unidos, aun cuando está demostrado por su propia agencia antidroga que el aumento en el consumo que afecta a millones de estadounidenses radica en la descontrolada producción de cocaína colombiana.
También intentan posicionar a Venezuela como un “país de tránsito” de cocaína hacia Estados Unidos, aunque datos suministrados por el propio gobierno norteamericano indiquen lo contrario.
Un reporte del centro de estudios Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por sus siglas en inglés) concluye:
“Alrededor del 90% de toda la cocaína con destino a los Estados Unidos se trafica a través de las rutas del Caribe Occidental y el Pacífico Oriental, no a través de los mares del Caribe Oriental de Venezuela”.
Movimiento de la cocaína en Norte y Suramérica, año 2017. Fuente: DEA
Una acusación fake
Como reseñó en su momento un artículo de esta tribuna, la narrativa del “Cartel de los Soles” es sobre todo excéntrica e inexplicable.
Se ha promocionado como una organización amplia y peligrosa, pero no existen las condiciones que lo demuestren: no hay una lucha asesina entre carteles como en México o Colombia, nunca se ha incautado un alijo que lleve la marca de esta supuesta organización, como tampoco se conoce que la logística del ejército venezolano se esté aprovechando para traficar drogas.
El fantasmal “Cartel de los Soles” es un producto para el consumo de masas que refuerza la narrativa de los halcones y del sector más extremista de la derecha venezolana.
En esta misma cadena de premisas falsas, el Departamento de Justicia incurre en un fatal error de cálculo: coloca a Maduro como el “líder” de la “organización” aun cuando no es militar, y cuando apenas, en 1999, empezaba su carrera política tras la victoria de Hugo Chávez en 1998.
Es totalmente ilógico el planteamiento de que Venezuela es un narcoestado dirigido por Maduro y Diosdado Cabello. En 2010, según una filtración de Wikileaks, el entonces embajador estadounidense en Venezuela, Patrick Duddy, escribió al Departamento de Estado reconociendo la extradición del narcotraficante Salomon “Big Daddy” Camacho por parte de las autoridades venezolanas.
Venezuela ha capturado 102 capos del narcotráfico de distintas nacionalidades (la mayor proporción proviene de Colombia), ha reforzado las incautaciones tanto en la frontera como destruyendo pistas ilegales de aterrizaje y ha derribado aviones del narco en territorio nacional como política sistemática antidrogas.
La narrativa del Departamento de Justicia se cae ante el peso de estos datos.
Financiar el magnicidio: decantando las vías de intervención
A raíz de la falaz acusación del Departamento de Justicia, el secretario de Estado Mike Pompeo firmó una declaración oficial para autorizar el ofrecimiento de “una recompensa de hasta 15 millones de dólares por información relacionada con Nicolás Maduro. El Departamento también ofrece recompensas de hasta 10 millones de dólares cada una por información relacionada con Diosdado Cabello, Hugo Carvajal Barrios, Alcalá Cordones y Tareck El Aissami”.
De esta forma se puede deducir que Estados Unidos financia indirectamente una operación militar encubierta que pueda desembocar en el asesinato o en el secuestro de altas autoridades venezolanas, en un claro acto de intervención armada contra un Estado soberano que contraviene los principios básicos del derecho internacional.
Por la vía de los hechos, Estados Unidos oficializa el plan de magnicidio que tuvo su antecedente más sonoro en el atentado fallido del pasado 4 de agosto de 2018.
Incluir al Departamento de Justicia implica una cobertura institucional adicional a la Orden Ejecutiva de 2015 para justificar una agresión directa contra el alto mando político-militar del país, a sabiendas de que una intervención armada a gran escala está fuera de la ecuación por el posicionamiento energético y económico de China y Rusia en Venezuela, y además, por el costo político que implicaría declararle la guerra a un país que lucha contra una pandemia bajo condiciones de bloqueo y sanciones ilegales.
La idea es destruir el Estado venezolano asesinando o secuestrando a sus principales dirigentes bajo la excusa de defender “la seguridad nacional” de Estados Unidos. Excepcionalismo con esteroides.
Otro plan armado desde Colombia que falló: la clave de Clíver Alcalá
El miércoles 25 de marzo, el ministro de Comunicación e Información Jorge Rodríguez alertó a la opinión pública en rueda de prensa sobre la “existencia de tres campos de entrenamiento en la ciudad de Riohacha, Colombia, donde igual número de grupos paramilitares se están entrenando con armas y explosivos para realizar atentados y actos terroristas en Venezuela, con el apoyo de mercenarios estadounidenses y el apoyo del gobierno de ese país”.
El plan consistía en propiciar asesinatos selectivos de funcionarios venezolanos de alto nivel, incluyendo la colocación y detonación de bombas en unidades militares venezolanas y centros de poder político, con el propósito de generalizar una situación de caos y terror aprovechando la coyuntura del Covid-19.
Pero el objetivo central de la operación era un nuevo intento de asesinar a Maduro.
Los tres grupos mercenarios a cargo de Juvenal Sequera Torres (implicado en el golpe fallido del 30 de abril de 2019), Félix Mata Sanguineti y Robert Colina Ibarra, alias “Pantera”, contaban con asesores nortamericanos y militares desertores del 23 de febrero que asumirían la primera línea de incursión.
Las armas y el equipamiento llegarían hasta Riohacha para darle ingreso a Venezuela, un movimiento que se vio frustrado ya que la Policía Nacional de Colombia incautó el 23 de marzo “26 fusiles de asalto AR-15 calibre 5.56 y accesorios para este tipo de armas como ocho silenciadores, 36 culatines, 45 unidades de mira y 30 miras láser. Asimismo, se encontraron tres chalecos antibalas, 37 visores nocturnos, cuatro binoculares, dos radios de comunicaciones con 43 baterías y 15 cascos, entre otros elementos”, según un reporte de W Radio de Colombia.
La inteligencia y los servicios de seguridad de Venezuela se adelantaron a los hechos y dieron captura a Rubén Darío Fernández Figuera, alias “Búho”, quien describió en sus declaraciones el esquema de la operación: tres mercenarios estadounidenses, junto con alias “Pantera” y Clíver Alcalá, constituían la capa directiva de las acciones y se erigían como los organizadores logísticos y operacionales.
La operación se frustró antes de que sucediera la primera de las incursiones planteadas.
Alcalá reconoció a través de su cuenta Twitter que las armas incautadas por la policía colombiana eran parte del plan y asumió que con ellas empezaría la “liberación de Venezuela”. Luego confesó que las mismas “eran parte de un acuerdo entre él y Juan Guaidó con asesores norteamericanos que tenían como fin ser utilizadas en una operación en contra de Nicolás Maduro”.
El ex mayor general venezolano ha participado en otros planes para dirigir incursiones armadas desde Colombia contra Venezuela, asumiendo una posición dirigente en la creación de un ejército mercenario nutrido de los desertores de la FANB el año pasado asesorados por militares estadounidenses.
Como reseñó en su momento un artículo de esta tribuna, la narrativa del “Cartel de los Soles” es sobre todo excéntrica e inexplicable.
Se ha promocionado como una organización amplia y peligrosa, pero no existen las condiciones que lo demuestren: no hay una lucha asesina entre carteles como en México o Colombia, nunca se ha incautado un alijo que lleve la marca de esta supuesta organización, como tampoco se conoce que la logística del ejército venezolano se esté aprovechando para traficar drogas.
El fantasmal “Cartel de los Soles” es un producto para el consumo de masas que refuerza la narrativa de los halcones y del sector más extremista de la derecha venezolana.
En esta misma cadena de premisas falsas, el Departamento de Justicia incurre en un fatal error de cálculo: coloca a Maduro como el “líder” de la “organización” aun cuando no es militar, y cuando apenas, en 1999, empezaba su carrera política tras la victoria de Hugo Chávez en 1998.
Es totalmente ilógico el planteamiento de que Venezuela es un narcoestado dirigido por Maduro y Diosdado Cabello. En 2010, según una filtración de Wikileaks, el entonces embajador estadounidense en Venezuela, Patrick Duddy, escribió al Departamento de Estado reconociendo la extradición del narcotraficante Salomon “Big Daddy” Camacho por parte de las autoridades venezolanas.
Venezuela ha capturado 102 capos del narcotráfico de distintas nacionalidades (la mayor proporción proviene de Colombia), ha reforzado las incautaciones tanto en la frontera como destruyendo pistas ilegales de aterrizaje y ha derribado aviones del narco en territorio nacional como política sistemática antidrogas.
La narrativa del Departamento de Justicia se cae ante el peso de estos datos.
Financiar el magnicidio: decantando las vías de intervención
A raíz de la falaz acusación del Departamento de Justicia, el secretario de Estado Mike Pompeo firmó una declaración oficial para autorizar el ofrecimiento de “una recompensa de hasta 15 millones de dólares por información relacionada con Nicolás Maduro. El Departamento también ofrece recompensas de hasta 10 millones de dólares cada una por información relacionada con Diosdado Cabello, Hugo Carvajal Barrios, Alcalá Cordones y Tareck El Aissami”.
De esta forma se puede deducir que Estados Unidos financia indirectamente una operación militar encubierta que pueda desembocar en el asesinato o en el secuestro de altas autoridades venezolanas, en un claro acto de intervención armada contra un Estado soberano que contraviene los principios básicos del derecho internacional.
Por la vía de los hechos, Estados Unidos oficializa el plan de magnicidio que tuvo su antecedente más sonoro en el atentado fallido del pasado 4 de agosto de 2018.
Incluir al Departamento de Justicia implica una cobertura institucional adicional a la Orden Ejecutiva de 2015 para justificar una agresión directa contra el alto mando político-militar del país, a sabiendas de que una intervención armada a gran escala está fuera de la ecuación por el posicionamiento energético y económico de China y Rusia en Venezuela, y además, por el costo político que implicaría declararle la guerra a un país que lucha contra una pandemia bajo condiciones de bloqueo y sanciones ilegales.
La idea es destruir el Estado venezolano asesinando o secuestrando a sus principales dirigentes bajo la excusa de defender “la seguridad nacional” de Estados Unidos. Excepcionalismo con esteroides.
Otro plan armado desde Colombia que falló: la clave de Clíver Alcalá
El miércoles 25 de marzo, el ministro de Comunicación e Información Jorge Rodríguez alertó a la opinión pública en rueda de prensa sobre la “existencia de tres campos de entrenamiento en la ciudad de Riohacha, Colombia, donde igual número de grupos paramilitares se están entrenando con armas y explosivos para realizar atentados y actos terroristas en Venezuela, con el apoyo de mercenarios estadounidenses y el apoyo del gobierno de ese país”.
El plan consistía en propiciar asesinatos selectivos de funcionarios venezolanos de alto nivel, incluyendo la colocación y detonación de bombas en unidades militares venezolanas y centros de poder político, con el propósito de generalizar una situación de caos y terror aprovechando la coyuntura del Covid-19.
Pero el objetivo central de la operación era un nuevo intento de asesinar a Maduro.
Los tres grupos mercenarios a cargo de Juvenal Sequera Torres (implicado en el golpe fallido del 30 de abril de 2019), Félix Mata Sanguineti y Robert Colina Ibarra, alias “Pantera”, contaban con asesores nortamericanos y militares desertores del 23 de febrero que asumirían la primera línea de incursión.
Las armas y el equipamiento llegarían hasta Riohacha para darle ingreso a Venezuela, un movimiento que se vio frustrado ya que la Policía Nacional de Colombia incautó el 23 de marzo “26 fusiles de asalto AR-15 calibre 5.56 y accesorios para este tipo de armas como ocho silenciadores, 36 culatines, 45 unidades de mira y 30 miras láser. Asimismo, se encontraron tres chalecos antibalas, 37 visores nocturnos, cuatro binoculares, dos radios de comunicaciones con 43 baterías y 15 cascos, entre otros elementos”, según un reporte de W Radio de Colombia.
La inteligencia y los servicios de seguridad de Venezuela se adelantaron a los hechos y dieron captura a Rubén Darío Fernández Figuera, alias “Búho”, quien describió en sus declaraciones el esquema de la operación: tres mercenarios estadounidenses, junto con alias “Pantera” y Clíver Alcalá, constituían la capa directiva de las acciones y se erigían como los organizadores logísticos y operacionales.
La operación se frustró antes de que sucediera la primera de las incursiones planteadas.
Alcalá reconoció a través de su cuenta Twitter que las armas incautadas por la policía colombiana eran parte del plan y asumió que con ellas empezaría la “liberación de Venezuela”. Luego confesó que las mismas “eran parte de un acuerdo entre él y Juan Guaidó con asesores norteamericanos que tenían como fin ser utilizadas en una operación en contra de Nicolás Maduro”.
El ex mayor general venezolano ha participado en otros planes para dirigir incursiones armadas desde Colombia contra Venezuela, asumiendo una posición dirigente en la creación de un ejército mercenario nutrido de los desertores de la FANB el año pasado asesorados por militares estadounidenses.
Clíver Alcalá desertó de la FANB y desde entonces ha conspirado contra el Gobierno Bolivariano desde Colombia. Foto: Archivo
Arrastrar a Colombia al precipicio: la guerra neoliberal y privada
Con el ofrecimiento de “recompensas” por la cabeza de Maduro y otros líderes, Estados Unidos ha tercerizado la guerra contra Venezuela aprovechando el ecosistema de contratistas militares y grupos irregulares que habitan en Colombia custodiando los negocios de las multinacionales.
Muchas de los contratistas militares que están activos en Colombia pertenecen a Israel y Estados Unidos, los cuales entrenan a grupos paramilitares en actividades de control de poblaciones de zonas rurales con recursos minerales estratégicos.
Así, en tiempos de crisis sanitaria y campaña electoral, la Casa Blanca se lava las manos, privatiza la guerra contra Venezuela colocando millones de dólares sobre la mesa y se ahorra el costo político y económico de una intervención directa.
Acelerar el golpe: la norieguización de Maduro
Los efectos devastadores a nivel global del Covid-19 también han descalabrado las expectativas de cambio de régimen mediante el empleo de la figura de Juan Guaidó. Mientras el gobierno venezolano ha tomado las medidas exigidas por la OMS, siendo reconocido por el sistema de Naciones Unidas, Guaidó ha quedado en el anonimato mediático y sin presencia en el panorama político nacional e internacional.
En los últimos días, el gobierno venezolano propuso la coordinación con instancias multilaterales para reforzar la lucha nacional contra la pandemia, presionando de esta manera el levantamiento del bloqueo económico impuesto por Washington y avalado por corporaciones multinacionales.
Con la solicitud de un préstamo de 5 mil millones de dólares al FMI, que rápidamente fue negado por esa organización a través de voceros, Nicolás Maduro logró los primeros apoyos de parte del bloque europeo en su demanda por financiamiento internacional. Estas acciones han dejado en evidencia la política de injerencia estadounidense como un factor que profundiza los efectos del Covid-19 y que perjudica a los venezolanos.
A la luz de esta realidad, Estados Unidos se ha visto obligado a escalar sus presiones contra Venezuela apelando al mantra de la “seguridad nacional”, aspecto que intenta crear un espejo histórico peligrosamente cercano a la invasión de Panamá en 1989 que derivó en la captura del presidente Manuel Noriega, también acusado de narcotraficante por los Estados Unidos.
Sin embargo, las condiciones de Panamá en 1989 y las de Venezuela en 2020 son muy distintas debido en parte al contexto de alianzas geopolíticas que el el país ha construido junto al bloque multipolar. Noriega no tenía respaldo político ni internacional para defenderse de su antiguo socio norteamericano; todo lo contrario sucede con el gobierno del presidente Maduro, que cuenta con China y Rusia entre sus principales aliados estratégicos.
La ofensiva internacional de Maduro junto a su reacción temprana y oportuna frente a la crisis del Covid-19 han exasperado a la Casa Blanca, precipitando medidas cada vez más erráticas como el estímulo del asesinato o el secuestro de un jefe de Estado y de funcionarios clave de un gobierno del cual dependen millones de personas para superar la pandemia más peligrosa del siglo XXI.
Se vuelven a equivocar.
Con el ofrecimiento de “recompensas” por la cabeza de Maduro y otros líderes, Estados Unidos ha tercerizado la guerra contra Venezuela aprovechando el ecosistema de contratistas militares y grupos irregulares que habitan en Colombia custodiando los negocios de las multinacionales.
Muchas de los contratistas militares que están activos en Colombia pertenecen a Israel y Estados Unidos, los cuales entrenan a grupos paramilitares en actividades de control de poblaciones de zonas rurales con recursos minerales estratégicos.
Así, en tiempos de crisis sanitaria y campaña electoral, la Casa Blanca se lava las manos, privatiza la guerra contra Venezuela colocando millones de dólares sobre la mesa y se ahorra el costo político y económico de una intervención directa.
Acelerar el golpe: la norieguización de Maduro
Los efectos devastadores a nivel global del Covid-19 también han descalabrado las expectativas de cambio de régimen mediante el empleo de la figura de Juan Guaidó. Mientras el gobierno venezolano ha tomado las medidas exigidas por la OMS, siendo reconocido por el sistema de Naciones Unidas, Guaidó ha quedado en el anonimato mediático y sin presencia en el panorama político nacional e internacional.
En los últimos días, el gobierno venezolano propuso la coordinación con instancias multilaterales para reforzar la lucha nacional contra la pandemia, presionando de esta manera el levantamiento del bloqueo económico impuesto por Washington y avalado por corporaciones multinacionales.
Con la solicitud de un préstamo de 5 mil millones de dólares al FMI, que rápidamente fue negado por esa organización a través de voceros, Nicolás Maduro logró los primeros apoyos de parte del bloque europeo en su demanda por financiamiento internacional. Estas acciones han dejado en evidencia la política de injerencia estadounidense como un factor que profundiza los efectos del Covid-19 y que perjudica a los venezolanos.
A la luz de esta realidad, Estados Unidos se ha visto obligado a escalar sus presiones contra Venezuela apelando al mantra de la “seguridad nacional”, aspecto que intenta crear un espejo histórico peligrosamente cercano a la invasión de Panamá en 1989 que derivó en la captura del presidente Manuel Noriega, también acusado de narcotraficante por los Estados Unidos.
Sin embargo, las condiciones de Panamá en 1989 y las de Venezuela en 2020 son muy distintas debido en parte al contexto de alianzas geopolíticas que el el país ha construido junto al bloque multipolar. Noriega no tenía respaldo político ni internacional para defenderse de su antiguo socio norteamericano; todo lo contrario sucede con el gobierno del presidente Maduro, que cuenta con China y Rusia entre sus principales aliados estratégicos.
La ofensiva internacional de Maduro junto a su reacción temprana y oportuna frente a la crisis del Covid-19 han exasperado a la Casa Blanca, precipitando medidas cada vez más erráticas como el estímulo del asesinato o el secuestro de un jefe de Estado y de funcionarios clave de un gobierno del cual dependen millones de personas para superar la pandemia más peligrosa del siglo XXI.
Se vuelven a equivocar.
Versión en PDF de este informe especial
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29 de marzo de 2020
10 de abril de 2020
11 de abril de 2020
15 de abril de 2020
Escenarios para la intervención militar en Venezuela
ALAI Oswaldo Espinoza 15 de abril de 2020
Para quien conoce la doctrina internacional de los Estados Unidos y sus antecedentes intervencionistas en todo el mundo y particularmente en América Latina, así como sus métodos y procedimientos militares para la imposición de su voluntad hegemónica en la geopolítica global, resulta bastante obvio que ya está en marcha una operación militar para provocar el cambio de gobierno en Venezuela, o mejor dicho dar el paso final y directo de una larga guerra desatada por el imperio contra la nación de Bolívar desde el propio advenimiento de la revolución que lleva su nombre.
Luego de ir develando las cartas sobre la mesa, el menú de opciones que iban desde las más indirectas, respaldando a los grupos opositores con apoyo financiero para sus campañas electorales y mediáticas además de la violencia interna, después de demoler la economía nacional con la guerra económica y el ataque a la moneda, hasta la intervención directa por la vía de las mal llamadas sanciones, el desconocimiento del gobierno de Nicolás Maduro y el aval de un supuesto gobierno interino apoyado por sus “socios”; pasando por el complot de involucrar a los gobiernos vecinos en la confrontación militar para presentarlo como un conflicto regional, o permitir el despliegue de irregulares desde su territorio para favorecer una guerra proxy, ello sin olvidar el intento de magnicidio; finalmente ante el sorpresivo descarte de esas opciones por múltiples factores, en los cuales no nos detendremos ahora, ha llegado la hora de pasar a la acción directa.
¿Qué indicadores hacen presumir que se prepara este terrible escenario? En primer lugar, hay que saber que como siempre dejó claro el gobierno de Estados Unidos, todas las opciones siempre estuvieron sobre la mesa, tal cual lo demuestra la declaración de Venezuela como amenaza inusual y extraordinaria desde la gestión Obama; en segundo lugar la construcción de un marco de legitimidad para una intervención que sea al menos medianamente creíble para la comunidad internacional por una parte, pero principalmente para el electorado estadounidense; de hecho la declaración de amenaza va en ese sentido, por más absurda que suene para el resto del mundo que un país sin una capacidad militar de represalia real (devolver el golpe contra EEUU o sus intereses estratégicos) constituya amenaza alguna para la primera potencia bélica del planeta, para la mediatizada y muy ensimismada sociedad de esa nación, resulta más que suficiente declarar que un país pertenece a una liga del mal que pone en riesgo a la tierra de la señora “libertad” para comenzar a justificar cualquier acción “justiciera” contra ese territorio; en este sentido también se intentó asociar, en forma totalmente descabellada, a Venezuela con grupos terroristas que tendrían bases de entrenamiento en su territorio, hasta apelar a última hora a una justificación un poco más creíble para su público, es decir el tema de las drogas, aunque sus propias agencias y la contundencia de los números demuestren lo contrario.
En tercera instancia está el asunto de la preparación logística para este tipo de operaciones, si bien es cierto que este aspecto pasa desapercibido para la mayoría y para los medios no especializados en el tema militar, lo cierto es que resulta fundamental para entender lo que está gestando el Comando Sur del Pentágono en el Caribe Venezolano y sus aliados de la OTAN en el frente atlántico.
Supongamos que usted compra la idea de una operación contra las drogas, entonces debe considerar el equipo militar desplegado, si se tratara de detener lanchas, aviones y sumergibles con drogas, simplemente basta con la guardia costera armada con artillería (cañones y ametralladoras), lanchas rápidas y helicópteros de búsqueda y rescate con funcionarios equipados con armas de mano o desmontables, sin embargo no es solo ese equipo el que están enviando EEUU y la OTAN, de acuerdo a las informaciones conocidas, el Comando Sur despliega un destructor de 9.000 toneladas con 96 celdas de lanzamiento vertical para misiles de crucero, al menos un gran buque anfibio de desembarco, tipo Portahelicópteros de 40.000 toneladas, con todo el personal y el equipo necesario para un desembarco de tropas con apoyo aéreo cercano con helicópteros o convertiplanos de transporte y ataque; además de apoyo aéreo de largo alcance con multiplicadores de fuerza como aviones de alerta temprana (radares voladores), aviones de patrulla marítima y de reconocimiento, inteligencia y guerra electrónica, sin descartar la presencia sigilosa de al menos un submarino nuclear de ataque, también equipado con misiles de crucero. Por su parte del otro lado del Atlántico Francia y Reino Unido también envían barcos anfibios de desembarco para cubrir y bloquear el frente atlántico de Venezuela; en este caso se disfraza de ayuda contra el coronavirus a sus ex colonias de Surinam y Guyana, aunque es un argumento que se cae por su propio peso tomando en cuenta que los británicos en ese barco no tienen más de 30 camas de atención médica.
Planteado el escenario y dispuestas las fechas sólo restaría fabricar el casus belli, el cual puede ser cualquier cosa, desde un hecho descontextualizado y sobredimensionado como el procesamiento judicial de algún personero de la oposición, hasta la respuesta soberana de las fuerzas armadas ante cualquier acto de provocación o violación del espacio terrestre, aéreo o marítimo venezolano, como puede ser la incursión de una dron, avión, buque, fuerzas irregulares en las fronteras, entre otras muchas posibilidades; de cualquier forma, de ser necesario la causa del conflicto también puede ser un engaño sin fundamentos, como un auto atentado contra cualquier activo estadounidense del que se responsabilice a Venezuela sin prueba alguna, o cualquier mentira mediática como el tubo de ensayo de Colin Powell usado como excusa para invadir Irak.
El problema con este escenario es que choca con factores limitantes a los que me he referido con más detalle en mi página desde el año pasado, más otros que se agregan y tienen que ver con la actual coyuntura; así encontramos por una parte los posibles costos económicos, militares, humanos y de prestigio internacional para los Estados Unidos: Venezuela como he dicho antes no tiene capacidad de represalia militar contra USA, empero si apuesta por una estrategia de negación de acceso de área (A2AD) en su espacio aéreo con el mejor sistema de defensa aérea de Latinoamérica (S-300VM, BUK-M2, TOR-M1, PECHORA-2M, IGLA-S), que podría infligir serios daños y retrasar en forma costosa y bochornosa la primera fase de toda operación militar estadounidense desde la segunda guerra mundial, es decir conquistar la superioridad aérea para dar paso al desembarco masivo de tropas y el establecimiento de cabezas de playa; obviamente que la red de defensa aérea puede ser superada por saturación con una gran cantidad de misiles y ataques de aviación, el asunto es cuántos de esos activos y pilotos se perderían en el esfuerzo bélico, y además por alguna razón los estadounidenses evitan a toda costa que sus aviones furtivos (en teoría invisibles al radar) se enfrenten con sistemas de defensa aérea rusos como los que tiene Venezuela, y que pasaría si es precisamente en esta aventura que el mito de la invisibilidad queda demolido, o mejor dicho, termina siendo derribado?. El asunto con la zona de negación de acceso en el mar si es verdaderamente preocupante del lado venezolano pues nunca se adquirieron los sistemas de defensa costera Ball y Bastión.
Por otra parte, Venezuela está demasiado cerca de Estados Unidos, y no sólo geográficamente, sino también culturalmente hablando, después de todo este también en un país occidental y fundamentalmente cristiano; si bien esto no ha detenido antes al imperio, como lo demuestra su largo historial, no es lo mismo, desde la óptica de la sociedad estadounidense con todos sus prejuicios, una pequeña guerra victoriosa en Asia, África o la región musulmana que en su propio vecindario; es probable que incluso electoralmente no termine siendo tan útil como se espera más allá de las comunidades de exiliados latinos llenos de odio hacia su propia gente. No se trata de asumir que la sociedad de Estados Unidos nos considere iguales, sino que para ellos simplemente somos menos diferentes, aunque igualmente inferiores desde la mirada de sus patrones de la modernidad-colonialidad; de igual forma esta posible lectura también dependerá del momento en que se acometa la acción, como veremos a continuación.
Una acción militar de este tipo en un momento en que el mundo atraviesa por una pandemia global, que el pueblo estadounidense no está siguiendo sólo por TV, con la indiferencia de la segura lejanía, sino que la vive en carne propia en sus grandes ciudades; en un momento en que las voces colectivas invitan, reclaman y exigen la solidaridad; en la que los valores propios del capitalismo y el sistema mismo comienza a ser cuestionado por propios y extraños ante la contundencia de la realidad; cuando las naciones unidas, aunque tímidamente, pide un cese al fuego en todos los conflictos, justo ahora atacar, invadir, intervenir un país, que apenas puede resistir y que también combate con todas las restricciones posibles el flagelo del Covid-19, utilizando una fuerza desproporcionada y argumentos vacíos; cómo puede verse, que efectos y beneficios reales puede tener para la gestión de gobierno de Trump?; tal vez su base electoral, tan parecida a él celebre esta atrocidad como una guerra victoriosa, pueden hacerse del poder y los recursos en Venezuela, pero terminar arrojando al basurero de la historia lo que queda de la imagen de Estados Unidos, y dándole la razón al libertador con su profecía del gigante del norte plagando de miseria al continente y el mundo entero; tal vez lo logren a ese costo y no les importe, pero tal vez no.
De momento, al parecer los planes se han suspendido, pero no por razones humanitarias y no por un ataque de consciencia del Presidente Trump y el Estado profundo, sino simplemente por razones logísticas; el Pentágono ha determinado, según dan a conocer algunos medios y analistas, que por el avance indetenible del virus en el poderoso e invulnerable EEUU y sus efectos, ya públicos y evidentes en las fuerzas armadas y especialmente en la marina, no están dadas las condiciones ni están disponibles todos los activos y recursos necesarios para acometer el operativo; de hecho ya hay dos de los magníficos portaaviones infectados, uno de ellos en cuarentena y el otro por el mismo camino, con el capitán del primero despedido por pedir la cuarentena para salvar la vida de su tripulación provocando un escándalo mediático tan grande que termino con la renuncia del subsecretario de la marina, responsable de despedir al capitán; además los medios especializados en el tema militar en estados unidos como The War Zone y la The National Interest, aseguran que hay problemas en el Olimpo por profundos desacuerdos entre el ejecutivo y el alto mando por la gestión de la pandemia, así como la prestigiosa red Voltaire de Francia expone la posibilidad de la activación de protocolos especiales en las que el control pasaría de facto al alto mando, como según dicen ocurrió durante diez horas el 9-11. Similares problemas enfrentan los aliados locales y posibles participes en la operación como el Brasil de Bolsonaro y la Colombia de Duque.
Para concluir, todo pareciera indicar que la operación está en marcha y está decidida pero temporalmente pospuesta por razones de fuerza mayor, igual Venezuela está dispuesta a defenderse en la medida de sus posibilidades, y tiene que estarlo sin bajar la guardia; no obstante esta pausa pandémica da un respiro que le brinda al mundo la oportunidad de hacer su propia intervención de solidaridad y sensatez, de dignidad diría yo, los organismos multilaterales deben pronunciarse con firmeza y justificar su existencia, las naciones del sur global activar su solidaridad militante y sin miedo alguno hacer escuchar su voz colectiva; finalmente, y sin ánimos de poner la esperanza en fuerzas ajenas, es necesario que las potencias emergentes y reemergentes regionales y mundiales, hagan sentir su peso específico y no sólo su voz, es importante disuadir al agresor, palabra clave en el juego geopolítico, las formas pueden ser variadas y legitimas: Desde un equipo de especialistas militares rusos o chinos en epidemiología (como en Italia), hasta el arribo del arca de la paz a nuestros puertos en una misión de largo aliento, e incluso la realización de ejercicios anti piratería o anti narcóticos entre las armadas de Venezuela, Rusia o China.
Más allá de lo expuesto ahora el país bolivariano tiene entre sus prioridades: Gestionar de la mejor manera la pandemia, estar alerta para defender su soberanía de amenazas multiformes, proteger a su pueblo y especialmente a su clase trabajadora que tiene un poder adquisitivo deprimido, y además ir trabajando desde ya en la recuperación económica poscoronavirus, activar equipos de ideas que vayan pensando, visualizando, identificando y diseñando los planes y estrategias para aprovechar las ventajas naturales de Venezuela y las que se derivarán, como todo parece indicar, de salir más rápido y menos afectado de la crisis epidemiológica siguiendo el ejemplo chino. Todo indica que el mundo será diferente luego de esta crisis, depende de nosotros como nación cual sea nuestra realidad en ese nuevo mundo.
Oswaldo Espinoza
Pltgo. Msc.
Docente Universidad Bolivariana de Venezuela
Investigador CEPEC-UBV
Investigador Colaborador CIM-CLACSO.
Participante Esp. Epistemologías del Sur CLACSO
www.tableroordenmundial.blogspot.com
Luego de ir develando las cartas sobre la mesa, el menú de opciones que iban desde las más indirectas, respaldando a los grupos opositores con apoyo financiero para sus campañas electorales y mediáticas además de la violencia interna, después de demoler la economía nacional con la guerra económica y el ataque a la moneda, hasta la intervención directa por la vía de las mal llamadas sanciones, el desconocimiento del gobierno de Nicolás Maduro y el aval de un supuesto gobierno interino apoyado por sus “socios”; pasando por el complot de involucrar a los gobiernos vecinos en la confrontación militar para presentarlo como un conflicto regional, o permitir el despliegue de irregulares desde su territorio para favorecer una guerra proxy, ello sin olvidar el intento de magnicidio; finalmente ante el sorpresivo descarte de esas opciones por múltiples factores, en los cuales no nos detendremos ahora, ha llegado la hora de pasar a la acción directa.
¿Qué indicadores hacen presumir que se prepara este terrible escenario? En primer lugar, hay que saber que como siempre dejó claro el gobierno de Estados Unidos, todas las opciones siempre estuvieron sobre la mesa, tal cual lo demuestra la declaración de Venezuela como amenaza inusual y extraordinaria desde la gestión Obama; en segundo lugar la construcción de un marco de legitimidad para una intervención que sea al menos medianamente creíble para la comunidad internacional por una parte, pero principalmente para el electorado estadounidense; de hecho la declaración de amenaza va en ese sentido, por más absurda que suene para el resto del mundo que un país sin una capacidad militar de represalia real (devolver el golpe contra EEUU o sus intereses estratégicos) constituya amenaza alguna para la primera potencia bélica del planeta, para la mediatizada y muy ensimismada sociedad de esa nación, resulta más que suficiente declarar que un país pertenece a una liga del mal que pone en riesgo a la tierra de la señora “libertad” para comenzar a justificar cualquier acción “justiciera” contra ese territorio; en este sentido también se intentó asociar, en forma totalmente descabellada, a Venezuela con grupos terroristas que tendrían bases de entrenamiento en su territorio, hasta apelar a última hora a una justificación un poco más creíble para su público, es decir el tema de las drogas, aunque sus propias agencias y la contundencia de los números demuestren lo contrario.
En tercera instancia está el asunto de la preparación logística para este tipo de operaciones, si bien es cierto que este aspecto pasa desapercibido para la mayoría y para los medios no especializados en el tema militar, lo cierto es que resulta fundamental para entender lo que está gestando el Comando Sur del Pentágono en el Caribe Venezolano y sus aliados de la OTAN en el frente atlántico.
Supongamos que usted compra la idea de una operación contra las drogas, entonces debe considerar el equipo militar desplegado, si se tratara de detener lanchas, aviones y sumergibles con drogas, simplemente basta con la guardia costera armada con artillería (cañones y ametralladoras), lanchas rápidas y helicópteros de búsqueda y rescate con funcionarios equipados con armas de mano o desmontables, sin embargo no es solo ese equipo el que están enviando EEUU y la OTAN, de acuerdo a las informaciones conocidas, el Comando Sur despliega un destructor de 9.000 toneladas con 96 celdas de lanzamiento vertical para misiles de crucero, al menos un gran buque anfibio de desembarco, tipo Portahelicópteros de 40.000 toneladas, con todo el personal y el equipo necesario para un desembarco de tropas con apoyo aéreo cercano con helicópteros o convertiplanos de transporte y ataque; además de apoyo aéreo de largo alcance con multiplicadores de fuerza como aviones de alerta temprana (radares voladores), aviones de patrulla marítima y de reconocimiento, inteligencia y guerra electrónica, sin descartar la presencia sigilosa de al menos un submarino nuclear de ataque, también equipado con misiles de crucero. Por su parte del otro lado del Atlántico Francia y Reino Unido también envían barcos anfibios de desembarco para cubrir y bloquear el frente atlántico de Venezuela; en este caso se disfraza de ayuda contra el coronavirus a sus ex colonias de Surinam y Guyana, aunque es un argumento que se cae por su propio peso tomando en cuenta que los británicos en ese barco no tienen más de 30 camas de atención médica.
Planteado el escenario y dispuestas las fechas sólo restaría fabricar el casus belli, el cual puede ser cualquier cosa, desde un hecho descontextualizado y sobredimensionado como el procesamiento judicial de algún personero de la oposición, hasta la respuesta soberana de las fuerzas armadas ante cualquier acto de provocación o violación del espacio terrestre, aéreo o marítimo venezolano, como puede ser la incursión de una dron, avión, buque, fuerzas irregulares en las fronteras, entre otras muchas posibilidades; de cualquier forma, de ser necesario la causa del conflicto también puede ser un engaño sin fundamentos, como un auto atentado contra cualquier activo estadounidense del que se responsabilice a Venezuela sin prueba alguna, o cualquier mentira mediática como el tubo de ensayo de Colin Powell usado como excusa para invadir Irak.
El problema con este escenario es que choca con factores limitantes a los que me he referido con más detalle en mi página desde el año pasado, más otros que se agregan y tienen que ver con la actual coyuntura; así encontramos por una parte los posibles costos económicos, militares, humanos y de prestigio internacional para los Estados Unidos: Venezuela como he dicho antes no tiene capacidad de represalia militar contra USA, empero si apuesta por una estrategia de negación de acceso de área (A2AD) en su espacio aéreo con el mejor sistema de defensa aérea de Latinoamérica (S-300VM, BUK-M2, TOR-M1, PECHORA-2M, IGLA-S), que podría infligir serios daños y retrasar en forma costosa y bochornosa la primera fase de toda operación militar estadounidense desde la segunda guerra mundial, es decir conquistar la superioridad aérea para dar paso al desembarco masivo de tropas y el establecimiento de cabezas de playa; obviamente que la red de defensa aérea puede ser superada por saturación con una gran cantidad de misiles y ataques de aviación, el asunto es cuántos de esos activos y pilotos se perderían en el esfuerzo bélico, y además por alguna razón los estadounidenses evitan a toda costa que sus aviones furtivos (en teoría invisibles al radar) se enfrenten con sistemas de defensa aérea rusos como los que tiene Venezuela, y que pasaría si es precisamente en esta aventura que el mito de la invisibilidad queda demolido, o mejor dicho, termina siendo derribado?. El asunto con la zona de negación de acceso en el mar si es verdaderamente preocupante del lado venezolano pues nunca se adquirieron los sistemas de defensa costera Ball y Bastión.
Por otra parte, Venezuela está demasiado cerca de Estados Unidos, y no sólo geográficamente, sino también culturalmente hablando, después de todo este también en un país occidental y fundamentalmente cristiano; si bien esto no ha detenido antes al imperio, como lo demuestra su largo historial, no es lo mismo, desde la óptica de la sociedad estadounidense con todos sus prejuicios, una pequeña guerra victoriosa en Asia, África o la región musulmana que en su propio vecindario; es probable que incluso electoralmente no termine siendo tan útil como se espera más allá de las comunidades de exiliados latinos llenos de odio hacia su propia gente. No se trata de asumir que la sociedad de Estados Unidos nos considere iguales, sino que para ellos simplemente somos menos diferentes, aunque igualmente inferiores desde la mirada de sus patrones de la modernidad-colonialidad; de igual forma esta posible lectura también dependerá del momento en que se acometa la acción, como veremos a continuación.
Una acción militar de este tipo en un momento en que el mundo atraviesa por una pandemia global, que el pueblo estadounidense no está siguiendo sólo por TV, con la indiferencia de la segura lejanía, sino que la vive en carne propia en sus grandes ciudades; en un momento en que las voces colectivas invitan, reclaman y exigen la solidaridad; en la que los valores propios del capitalismo y el sistema mismo comienza a ser cuestionado por propios y extraños ante la contundencia de la realidad; cuando las naciones unidas, aunque tímidamente, pide un cese al fuego en todos los conflictos, justo ahora atacar, invadir, intervenir un país, que apenas puede resistir y que también combate con todas las restricciones posibles el flagelo del Covid-19, utilizando una fuerza desproporcionada y argumentos vacíos; cómo puede verse, que efectos y beneficios reales puede tener para la gestión de gobierno de Trump?; tal vez su base electoral, tan parecida a él celebre esta atrocidad como una guerra victoriosa, pueden hacerse del poder y los recursos en Venezuela, pero terminar arrojando al basurero de la historia lo que queda de la imagen de Estados Unidos, y dándole la razón al libertador con su profecía del gigante del norte plagando de miseria al continente y el mundo entero; tal vez lo logren a ese costo y no les importe, pero tal vez no.
De momento, al parecer los planes se han suspendido, pero no por razones humanitarias y no por un ataque de consciencia del Presidente Trump y el Estado profundo, sino simplemente por razones logísticas; el Pentágono ha determinado, según dan a conocer algunos medios y analistas, que por el avance indetenible del virus en el poderoso e invulnerable EEUU y sus efectos, ya públicos y evidentes en las fuerzas armadas y especialmente en la marina, no están dadas las condiciones ni están disponibles todos los activos y recursos necesarios para acometer el operativo; de hecho ya hay dos de los magníficos portaaviones infectados, uno de ellos en cuarentena y el otro por el mismo camino, con el capitán del primero despedido por pedir la cuarentena para salvar la vida de su tripulación provocando un escándalo mediático tan grande que termino con la renuncia del subsecretario de la marina, responsable de despedir al capitán; además los medios especializados en el tema militar en estados unidos como The War Zone y la The National Interest, aseguran que hay problemas en el Olimpo por profundos desacuerdos entre el ejecutivo y el alto mando por la gestión de la pandemia, así como la prestigiosa red Voltaire de Francia expone la posibilidad de la activación de protocolos especiales en las que el control pasaría de facto al alto mando, como según dicen ocurrió durante diez horas el 9-11. Similares problemas enfrentan los aliados locales y posibles participes en la operación como el Brasil de Bolsonaro y la Colombia de Duque.
Para concluir, todo pareciera indicar que la operación está en marcha y está decidida pero temporalmente pospuesta por razones de fuerza mayor, igual Venezuela está dispuesta a defenderse en la medida de sus posibilidades, y tiene que estarlo sin bajar la guardia; no obstante esta pausa pandémica da un respiro que le brinda al mundo la oportunidad de hacer su propia intervención de solidaridad y sensatez, de dignidad diría yo, los organismos multilaterales deben pronunciarse con firmeza y justificar su existencia, las naciones del sur global activar su solidaridad militante y sin miedo alguno hacer escuchar su voz colectiva; finalmente, y sin ánimos de poner la esperanza en fuerzas ajenas, es necesario que las potencias emergentes y reemergentes regionales y mundiales, hagan sentir su peso específico y no sólo su voz, es importante disuadir al agresor, palabra clave en el juego geopolítico, las formas pueden ser variadas y legitimas: Desde un equipo de especialistas militares rusos o chinos en epidemiología (como en Italia), hasta el arribo del arca de la paz a nuestros puertos en una misión de largo aliento, e incluso la realización de ejercicios anti piratería o anti narcóticos entre las armadas de Venezuela, Rusia o China.
Más allá de lo expuesto ahora el país bolivariano tiene entre sus prioridades: Gestionar de la mejor manera la pandemia, estar alerta para defender su soberanía de amenazas multiformes, proteger a su pueblo y especialmente a su clase trabajadora que tiene un poder adquisitivo deprimido, y además ir trabajando desde ya en la recuperación económica poscoronavirus, activar equipos de ideas que vayan pensando, visualizando, identificando y diseñando los planes y estrategias para aprovechar las ventajas naturales de Venezuela y las que se derivarán, como todo parece indicar, de salir más rápido y menos afectado de la crisis epidemiológica siguiendo el ejemplo chino. Todo indica que el mundo será diferente luego de esta crisis, depende de nosotros como nación cual sea nuestra realidad en ese nuevo mundo.
Oswaldo Espinoza
Pltgo. Msc.
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