Perú, ¿Quién es Pedro Castillo Terrones?
Itzamná 21 de abril de 2021
A más de mil Km. de distancia, al norte de la ciudad de Lima, Perú, se encuentra ubicado el Distrito de Tacabamba, Provincia Chota, Departamento Cajamarca (lugar donde casi 5 siglos atrás, los primeros españoles asesinaron al Inca Atawallpa).
Hasta hace tan sólo unas horas atrás, los nombres de los lugares como Tacabamba, Chugur, Puña, Chucmar…, tanto para la prensa peruana/limeña, como para su audiencia, eran completamente desconocidos, y aún son difíciles de pronunciar. Más de algún peruano limeño creería que se trata de nombres de países o de pueblos de otro Continente.
Nació el año de la Reforma Agraria del Perú
En ese rincón desconocido de Cajamarca, en 1969, Don Ireño Castillo y Doña Mavila Terrones, en situación de esclavitud, procrearon 9 hijos, uno de ellos Pedro Castillo. Aún recuerda y cuenta Don Ireño de cómo cargaba en sus espaldas al Señor hacendado de ese lugar para que no se ensuciase las botas el patrón.
Cargar a los hacendados era parte de los servicios forzosos que todo campesino debía realizar, aparte de trabajar las tierras de la hacienda. Esto ocurría hasta la Reforma Agraria de 1969.
Ireño y Malvina no fueron a la escuela, no sólo porque no había escuela en el lugar, sino porque el hacendado imprimía castigo corporal al padre desobediente que se atreviera enviar a alguno de sus hijos a la escuela.
Pedro Castillo, nació exactamente en el año en el que el Presidente Juan Velasco Alvarado, mediante la Reforma Agraria (1969), liberaba a los campesinos del pongueaje. Sólo así, Pedro pudo conocer la libertad, ir a la escuela… y proseguir con los estudios posteriores.
Pedro Castillo, físicamente del tamaño promedio de la gran mayoría de las y los peruanos, de abundante cabello, cejas pobladas, con castellano con acento andino, supo lidiar entre la modernidad y la amodernidad.
Desde los 12 años de edad, en sus vacaciones escolares, frecuentó a las fincas (haciendas) cafetaleras próximas de su Puña querida, viajando incluso dos días a pie, para ganar unos centavos y comprar sus útiles escolares.
¿Por qué no abandonó Puña?
Pedro Castillo, como profesional (privilegiado) pudo abandonar su natal Puña (condenado a la premodernidad) y buscar el “sueño limeño o urbano”. Incluso utilizando sus años servicio como maestro. Pero, no. Decidió cultivar la liberación de su pueblo con los suyos, y desde abajo. ¡25 años como maestro rural en el mismo lugar! Eso se llama perseverancia y fe en los suyos.
Pero, lo más valioso del testimonio de lucha de Pedro Castillo no es únicamente su opción de hacer historia desde Puña, sino, venciendo todos los imperativos de su formación académica, quiso y supo equilibrar el cultivo de las mentes de sus estudiantes con el cultivo performativo de la tierra. Sí. Un profesor campesino.
Muy pocas veces ocurre que en un país racista como Perú, un profesional opte por el cultivo de la tierra simultáneo al ejercicio de su profesión. Pero, Castillo, con su testimonio, nos muestra que sí es posible trascender a la modernidad.
Familia unida y solidaria
Pedro Castillo, su esposa Profesora Lilia Paredes, sus hijos: Arnold, Jennifer y Alondra, expresan, no únicamente la unidad familiar alrededor de sus creencias religiosas, sino que traslucen sencillez, autenticidad y solidaridad con sus vecinos, y visitas circunstanciales.
El día de las elecciones generales, 11 de abril pasado, esta familia no sólo derrochaba autenticidad cotidiana ante las cámaras, sino que con envidiable naturalidad prepararon y compartieron desayuno campesino con todos los y las presentes. Ese acto socioantropológico familiar fue uno de los determinantes para que muchos peruanos, dentro y fuera del país, se identificasen con Pedro Castillo.
Mirar a la familia Castillo Paredes en sus labores cotidianos, cocinando con leña, ordeñando sus vacas y cultivando la tierra para alimentar a sus hijos, y educando a todo el mundo en la apuesta por la vida sana, es lo que activó en muchos mortales, no sólo el deseo por el cambio, sino la intuición de: sí es posible ser político y auténtico al mismo tiempo.
Nos conmovió Castillo y su familia con los gestos y emociones familiares al momento de la despedida, en su casa, para iniciar el largo viaje de campaña electoral de la segunda vuelta.
Alondra, la hija menor, desgarrada emocionalmente, aferrada al cuerpo de su padre, como presintiendo que sería un viaje largo que cambiaria su tranquila vida familiar, arrancó lágrimas a muchos seguidores en las redes sociales.
Ver llorar al candidato presidencial preferido, con el poncho y el sombrero puestos, con la mochila al hombro, prendido de su familia, corriendo tras su hijita para sosegarla con la promesa: “iré…y ayudaremos a muchos niños, …tú visita a tus abuelitos”, fue otro de los actos que confirmaba la autenticidad y transparencia de la familia Castillo Paredes. ¡Necesario en un país machista, familiar y socialmente fragmentado como es Perú!
Castillo tiene su propia identidad como político de izquierda
Pedro Castillo es diferente a Evo Morales, y al resto de actores de la “profesional” izquierda política de la región. Castillo no actúa para convencer, vive. No es el dirigente o representante de la izquierda clásica que deja a su familia, casa, o cultivos de campo.
No es el dirigente que habla del Buen Vivir o de la descolonialidad, su vivencia y vivienda nos muestran su estilo de vida plena. La austeridad de su casa de barro y la mesura de sus muebles elementales nos muestran que “para ser felices no necesitamos de mucho”.
Castillo tampoco es el clásico sujeto político subalterno que capitaliza en su discurso su condición de dominado por las élites. No se victimiza para despertar lástima o arrancar el “voto solidario”. No insulta a sus contrincantes circunstanciales, expone sus propuestas. No predica el marxismo. Vive y promueve la solidaridad.
En este sentido, la revisión de los contratos de privatización con miras a la nacionalización de los bienes comunes, o la urgente necesidad de consensuar una nueva Constitución Política que establezca los principios básicos para construir el nuevo país con y para todos y todas las peruanas, es una legítima agenda postergada en un Perú que al parecer cree que el neoliberalismo es el fin de su historia. Éste es el meollo de la propuesta programática de Castillo.
Nadie sabe a ciencia cierta si Pedro Castillo, de ser gobierno, hará los cambios que promete en la magnitud que dice. Lo único cierto es que el mundo, ahora, mira que Perú no había sido únicamente la espectacular Lima folclórica.
El mundo mira que en algún rincón de los más de un millón de km2 del territorio llamado Perú subyace dignidad y rebeldía popular como brasas bajo las cenizas del bicentenario colonialismo republicano.
Hasta hace tan sólo unas horas atrás, los nombres de los lugares como Tacabamba, Chugur, Puña, Chucmar…, tanto para la prensa peruana/limeña, como para su audiencia, eran completamente desconocidos, y aún son difíciles de pronunciar. Más de algún peruano limeño creería que se trata de nombres de países o de pueblos de otro Continente.
Nació el año de la Reforma Agraria del Perú
En ese rincón desconocido de Cajamarca, en 1969, Don Ireño Castillo y Doña Mavila Terrones, en situación de esclavitud, procrearon 9 hijos, uno de ellos Pedro Castillo. Aún recuerda y cuenta Don Ireño de cómo cargaba en sus espaldas al Señor hacendado de ese lugar para que no se ensuciase las botas el patrón.
Cargar a los hacendados era parte de los servicios forzosos que todo campesino debía realizar, aparte de trabajar las tierras de la hacienda. Esto ocurría hasta la Reforma Agraria de 1969.
Ireño y Malvina no fueron a la escuela, no sólo porque no había escuela en el lugar, sino porque el hacendado imprimía castigo corporal al padre desobediente que se atreviera enviar a alguno de sus hijos a la escuela.
Pedro Castillo, nació exactamente en el año en el que el Presidente Juan Velasco Alvarado, mediante la Reforma Agraria (1969), liberaba a los campesinos del pongueaje. Sólo así, Pedro pudo conocer la libertad, ir a la escuela… y proseguir con los estudios posteriores.
Pedro Castillo, físicamente del tamaño promedio de la gran mayoría de las y los peruanos, de abundante cabello, cejas pobladas, con castellano con acento andino, supo lidiar entre la modernidad y la amodernidad.
Desde los 12 años de edad, en sus vacaciones escolares, frecuentó a las fincas (haciendas) cafetaleras próximas de su Puña querida, viajando incluso dos días a pie, para ganar unos centavos y comprar sus útiles escolares.
¿Por qué no abandonó Puña?
Pedro Castillo, como profesional (privilegiado) pudo abandonar su natal Puña (condenado a la premodernidad) y buscar el “sueño limeño o urbano”. Incluso utilizando sus años servicio como maestro. Pero, no. Decidió cultivar la liberación de su pueblo con los suyos, y desde abajo. ¡25 años como maestro rural en el mismo lugar! Eso se llama perseverancia y fe en los suyos.
Pero, lo más valioso del testimonio de lucha de Pedro Castillo no es únicamente su opción de hacer historia desde Puña, sino, venciendo todos los imperativos de su formación académica, quiso y supo equilibrar el cultivo de las mentes de sus estudiantes con el cultivo performativo de la tierra. Sí. Un profesor campesino.
Muy pocas veces ocurre que en un país racista como Perú, un profesional opte por el cultivo de la tierra simultáneo al ejercicio de su profesión. Pero, Castillo, con su testimonio, nos muestra que sí es posible trascender a la modernidad.
Familia unida y solidaria
Pedro Castillo, su esposa Profesora Lilia Paredes, sus hijos: Arnold, Jennifer y Alondra, expresan, no únicamente la unidad familiar alrededor de sus creencias religiosas, sino que traslucen sencillez, autenticidad y solidaridad con sus vecinos, y visitas circunstanciales.
El día de las elecciones generales, 11 de abril pasado, esta familia no sólo derrochaba autenticidad cotidiana ante las cámaras, sino que con envidiable naturalidad prepararon y compartieron desayuno campesino con todos los y las presentes. Ese acto socioantropológico familiar fue uno de los determinantes para que muchos peruanos, dentro y fuera del país, se identificasen con Pedro Castillo.
Mirar a la familia Castillo Paredes en sus labores cotidianos, cocinando con leña, ordeñando sus vacas y cultivando la tierra para alimentar a sus hijos, y educando a todo el mundo en la apuesta por la vida sana, es lo que activó en muchos mortales, no sólo el deseo por el cambio, sino la intuición de: sí es posible ser político y auténtico al mismo tiempo.
Nos conmovió Castillo y su familia con los gestos y emociones familiares al momento de la despedida, en su casa, para iniciar el largo viaje de campaña electoral de la segunda vuelta.
Alondra, la hija menor, desgarrada emocionalmente, aferrada al cuerpo de su padre, como presintiendo que sería un viaje largo que cambiaria su tranquila vida familiar, arrancó lágrimas a muchos seguidores en las redes sociales.
Ver llorar al candidato presidencial preferido, con el poncho y el sombrero puestos, con la mochila al hombro, prendido de su familia, corriendo tras su hijita para sosegarla con la promesa: “iré…y ayudaremos a muchos niños, …tú visita a tus abuelitos”, fue otro de los actos que confirmaba la autenticidad y transparencia de la familia Castillo Paredes. ¡Necesario en un país machista, familiar y socialmente fragmentado como es Perú!
Castillo tiene su propia identidad como político de izquierda
Pedro Castillo es diferente a Evo Morales, y al resto de actores de la “profesional” izquierda política de la región. Castillo no actúa para convencer, vive. No es el dirigente o representante de la izquierda clásica que deja a su familia, casa, o cultivos de campo.
No es el dirigente que habla del Buen Vivir o de la descolonialidad, su vivencia y vivienda nos muestran su estilo de vida plena. La austeridad de su casa de barro y la mesura de sus muebles elementales nos muestran que “para ser felices no necesitamos de mucho”.
Castillo tampoco es el clásico sujeto político subalterno que capitaliza en su discurso su condición de dominado por las élites. No se victimiza para despertar lástima o arrancar el “voto solidario”. No insulta a sus contrincantes circunstanciales, expone sus propuestas. No predica el marxismo. Vive y promueve la solidaridad.
En este sentido, la revisión de los contratos de privatización con miras a la nacionalización de los bienes comunes, o la urgente necesidad de consensuar una nueva Constitución Política que establezca los principios básicos para construir el nuevo país con y para todos y todas las peruanas, es una legítima agenda postergada en un Perú que al parecer cree que el neoliberalismo es el fin de su historia. Éste es el meollo de la propuesta programática de Castillo.
Nadie sabe a ciencia cierta si Pedro Castillo, de ser gobierno, hará los cambios que promete en la magnitud que dice. Lo único cierto es que el mundo, ahora, mira que Perú no había sido únicamente la espectacular Lima folclórica.
El mundo mira que en algún rincón de los más de un millón de km2 del territorio llamado Perú subyace dignidad y rebeldía popular como brasas bajo las cenizas del bicentenario colonialismo republicano.
Notas relacionadas:
Lindo teatro este del Gorriti (N.d.R.: las MAYÚSCULAS que siguen son mías).
Habla de “la ACTUAL disfunción BALCÁNICA”:
- “ACTUAL”: o sea, un fenómeno político que involucra a casi 25 millones de electores sería una extraña “disfunción” que nace de la nada, de la noche a la mañana… ¿No será que dos Congresos y cuatro presidentes - todos involucrados en casos de corrupción junto con varios dirigentes políticos – EN UN QUINQUENIO son “mucho con demasiado” para cualquier electorado?
- BALCÁNICA ¿no será reflejo de un país socialmente balcanizado?
Más arriba habla del “…período más largo (y próspero aunque notoriamente imperfecto) de vigencia DEMOCRÁTICA en nuestra historia” donde “ambos (N.d.R.: Castillo y Keiko) representan un serio peligro para la DEMOCRACIA en el país”.
Vamos a ver, entonces, qué entiende el Gorriti por DEMOCRACIA: “…libertades políticas, derechos humanos, respeto a las minorías, libertad de prensa, de opinión, de organización, a la separación de poderes, autonomía del BCR y otras instituciones vitales para la regulación eficiente del Estado, respeto a la meritocracia no deliberante de las Fuerzas de Seguridad. Fortalecer o, por lo menos, no afectar la lucha contra la corrupción”. Suiza, o sea.
Ni una sola, tímida mención a algo tan de moda como “desarrollo con inclusión” (“stakeholder capitalism”) para no mencionar términos socialistoides tipo “justicia social” o la expresión vulgar del Bertolt: “Primero viene la comida y después la moral”…
Por suerte ayer mandaste el refrescante twitter del Sergio Tejeda que, aún siendo de la “izquierda caviar” (cuyos valores en buena medida compartimos), entiende y respeta a su país:
- “Hay un espacio social producto de siglos de exclusión, de “colonialidad del poder”, que no ha recibido los beneficios del crecimiento económico”
- “Keiko… es una férrea defensora de la constitución de su padre y del neoliberalismo. Me queda totalmente claro que ese modelo ha sido responsable del abandono en que se encuentran millones de personas. La desigualdad, la falta de protección social, el precario sistema de salud, la especulación que hace inaccesible una cama UCI o un balón de oxígeno a las mayorías tiene su raíz en el DEBILITAMIENTO DEL ESTADO y la fe ciega en la autoregulación del mercado que consagró la Constitución de 1993…”.
Por eso, al final de mi comentario ayer al muy centrado artículo de Puchi, yo mencionaba: “Las políticas neoliberales como herramienta de dominación (N.d.R.: en países “en desarrollo”) conllevan el sistemático desmantelamiento del Estado…". Cuando Castillo habla de otorgar a la educación y a la salud sendos 10% del presupuesto está “devolviendo Estado” a quienes lo necesitan.
No en balde en este breve informe (https://www.bcrp.gob.pe/docs/Publicaciones/Documentos-de-Trabajo/2020/documento-de-trabajo-004-2020-esp.pdf) se destaca no sólo la consabida y creciente desigualdad social entre el Perú de la Costa y el de la Sierra y la Selva, sino la importancia de las “Transferencias Monetarias Públicas” para la gran mayoría de los habitantes de las últimas dos regiones mencionadas, como paliativo a la carencia de empleos bien remunerados. Y esto último, a su vez, me recuerda tu video de Jueves pasado del joven campesino que dice que las Regiones están con Castillo y que sí lee su programa de gobierno: “la industrialización del petróleo, el gas y el oro”, en pocas palabras una política que genere empleos de calidad.
Si en ese estudio ya para el lapso 2012-2017 se detecta una desaceleración en la mejora de índices tipo GINI entre y dentro Regiones, e incluso una regresión, podemos imaginarnos la situación ahora con gente del interior obligada a devolverse de Lima por la caída drástica del empleo por causa de la pandemia.
Y vengamos ahora al punto neurálgico del teatro que mencionaba al principio: “…movilización de la sociedad civil democrática…Bajo el escrutinio y la presión, es probable que uno de los dos, o los dos, tomen la decisión de efectuar los cambios para que su organización tenga la posibilidad de ganar la elección y llegar al poder. Si se llega a ese punto, habrá que pedirles a uno de ellos, o a ambos, jurar lealtad a la democracia, como lo hizo Humala en 2011. Solo entonces el voto debe ir a quien ha reformado su organización y jurado solemnemente defender la democracia. Ese candidato o candidata debe ganar. Puede desagradarnos o no, pero habremos cumplido con el deber de garantizar la supervivencia de la democracia”.
Y ¿cuál fue el primer comentario de Keiko luego de conocer los resultados de la 1ra. vuelta? “«Aquí no está en juego una persona, un nombre, un apellido o un partido político. Lo que se va a elegir es un modelo de país. Hago una invocación a los que creen en un modelo de inversión privada y no quieren que el Perú se convierta en Cuba o en Venezuela».
Pero bien aclara Sergio Tejeda en su twitter: “Se puede ser tan ingenuo como Vargas Llosa y compañía y pensar que Keiko cumpliría algún tipo de compromiso con la institucionalidad democrática? No vio todo el país como no cumplió con ninguno de los compromisos que presentó por escrito en el debate presidencial de 2016?”.
Y aquí vengo nuevamente al teatro: todo este artículo, y la campaña de la cual es expresión, están diseñados para que los “progres”, y los demócratas en general, se dejen llevar por esta flautita de Hamelin a esa trampa cazabobos en la cual Pedro Castillo no va a caer, só pena que lo abandone el Perú mayoritario que quiere “reivindicaciones justas”, empezando por una Asamblea Constituyente para ese cambio de modelo que tanto preocupa al Gorriti y a sus amigos de Miraflores.
Habla de “la ACTUAL disfunción BALCÁNICA”:
- “ACTUAL”: o sea, un fenómeno político que involucra a casi 25 millones de electores sería una extraña “disfunción” que nace de la nada, de la noche a la mañana… ¿No será que dos Congresos y cuatro presidentes - todos involucrados en casos de corrupción junto con varios dirigentes políticos – EN UN QUINQUENIO son “mucho con demasiado” para cualquier electorado?
- BALCÁNICA ¿no será reflejo de un país socialmente balcanizado?
Más arriba habla del “…período más largo (y próspero aunque notoriamente imperfecto) de vigencia DEMOCRÁTICA en nuestra historia” donde “ambos (N.d.R.: Castillo y Keiko) representan un serio peligro para la DEMOCRACIA en el país”.
Vamos a ver, entonces, qué entiende el Gorriti por DEMOCRACIA: “…libertades políticas, derechos humanos, respeto a las minorías, libertad de prensa, de opinión, de organización, a la separación de poderes, autonomía del BCR y otras instituciones vitales para la regulación eficiente del Estado, respeto a la meritocracia no deliberante de las Fuerzas de Seguridad. Fortalecer o, por lo menos, no afectar la lucha contra la corrupción”. Suiza, o sea.
Ni una sola, tímida mención a algo tan de moda como “desarrollo con inclusión” (“stakeholder capitalism”) para no mencionar términos socialistoides tipo “justicia social” o la expresión vulgar del Bertolt: “Primero viene la comida y después la moral”…
Por suerte ayer mandaste el refrescante twitter del Sergio Tejeda que, aún siendo de la “izquierda caviar” (cuyos valores en buena medida compartimos), entiende y respeta a su país:
- “Hay un espacio social producto de siglos de exclusión, de “colonialidad del poder”, que no ha recibido los beneficios del crecimiento económico”
- “Keiko… es una férrea defensora de la constitución de su padre y del neoliberalismo. Me queda totalmente claro que ese modelo ha sido responsable del abandono en que se encuentran millones de personas. La desigualdad, la falta de protección social, el precario sistema de salud, la especulación que hace inaccesible una cama UCI o un balón de oxígeno a las mayorías tiene su raíz en el DEBILITAMIENTO DEL ESTADO y la fe ciega en la autoregulación del mercado que consagró la Constitución de 1993…”.
Por eso, al final de mi comentario ayer al muy centrado artículo de Puchi, yo mencionaba: “Las políticas neoliberales como herramienta de dominación (N.d.R.: en países “en desarrollo”) conllevan el sistemático desmantelamiento del Estado…". Cuando Castillo habla de otorgar a la educación y a la salud sendos 10% del presupuesto está “devolviendo Estado” a quienes lo necesitan.
No en balde en este breve informe (https://www.bcrp.gob.pe/docs/Publicaciones/Documentos-de-Trabajo/2020/documento-de-trabajo-004-2020-esp.pdf) se destaca no sólo la consabida y creciente desigualdad social entre el Perú de la Costa y el de la Sierra y la Selva, sino la importancia de las “Transferencias Monetarias Públicas” para la gran mayoría de los habitantes de las últimas dos regiones mencionadas, como paliativo a la carencia de empleos bien remunerados. Y esto último, a su vez, me recuerda tu video de Jueves pasado del joven campesino que dice que las Regiones están con Castillo y que sí lee su programa de gobierno: “la industrialización del petróleo, el gas y el oro”, en pocas palabras una política que genere empleos de calidad.
Si en ese estudio ya para el lapso 2012-2017 se detecta una desaceleración en la mejora de índices tipo GINI entre y dentro Regiones, e incluso una regresión, podemos imaginarnos la situación ahora con gente del interior obligada a devolverse de Lima por la caída drástica del empleo por causa de la pandemia.
Y vengamos ahora al punto neurálgico del teatro que mencionaba al principio: “…movilización de la sociedad civil democrática…Bajo el escrutinio y la presión, es probable que uno de los dos, o los dos, tomen la decisión de efectuar los cambios para que su organización tenga la posibilidad de ganar la elección y llegar al poder. Si se llega a ese punto, habrá que pedirles a uno de ellos, o a ambos, jurar lealtad a la democracia, como lo hizo Humala en 2011. Solo entonces el voto debe ir a quien ha reformado su organización y jurado solemnemente defender la democracia. Ese candidato o candidata debe ganar. Puede desagradarnos o no, pero habremos cumplido con el deber de garantizar la supervivencia de la democracia”.
Y ¿cuál fue el primer comentario de Keiko luego de conocer los resultados de la 1ra. vuelta? “«Aquí no está en juego una persona, un nombre, un apellido o un partido político. Lo que se va a elegir es un modelo de país. Hago una invocación a los que creen en un modelo de inversión privada y no quieren que el Perú se convierta en Cuba o en Venezuela».
Pero bien aclara Sergio Tejeda en su twitter: “Se puede ser tan ingenuo como Vargas Llosa y compañía y pensar que Keiko cumpliría algún tipo de compromiso con la institucionalidad democrática? No vio todo el país como no cumplió con ninguno de los compromisos que presentó por escrito en el debate presidencial de 2016?”.
Y aquí vengo nuevamente al teatro: todo este artículo, y la campaña de la cual es expresión, están diseñados para que los “progres”, y los demócratas en general, se dejen llevar por esta flautita de Hamelin a esa trampa cazabobos en la cual Pedro Castillo no va a caer, só pena que lo abandone el Perú mayoritario que quiere “reivindicaciones justas”, empezando por una Asamblea Constituyente para ese cambio de modelo que tanto preocupa al Gorriti y a sus amigos de Miraflores.
22 de abril de 2021
25 de abril de 2021
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26 de abril de 2021
27 de abril de 2021
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28 de abril de 2021
Notas de Andrés Pierantoni: De ser cierto lo que dice Víctor Caballero, la estrategia de Keiko, una vez que “ha abandonado definitivamente a los electores del sur y el centro del país porque los considera chavistas – comunistas – terroristas” parece tener una lógica, como cuando la Isabelita de Perón en un contexto muy distinto: la lógica de crear las condiciones para el golpe, en paralelo con los “ex-militares termocéfalos” que “vienen tocando la puerta de los cuarteles para hacer un golpe militar antes de la segunda vuelta; otros amenazan afirmando que un eventual triunfo de Pedro Castillo llevará al país a un golpe militar para impedir que sea gobierno”.
Para impedir este desenlace la victoria de Castillo debe ser holgada. Eso depende, supongo, de buena parte del 33% de indecisos (según Tafur) que perciban que el golpe no es opción. Parece ser la posición del Hernando de Soto: “…declara que sus conversaciones con Castillo fueron "satisfactorias"…lo ve "acercarse al centro".
Un poco lo que veníamos chateando hace un par de días. A partir de los nuevos consensos que menciona Frisancho en el 2do. artículo, Castillo representa la alternativa de construir el “Perú posible”: un equilibrio entre realidades existentes – aún contrapuestas- que prevenga la implosión, llámese un golpe de estado o llámese un “crescendo” de mini-conflictos sociales que desemboque en un Caracazo.
Para impedir este desenlace la victoria de Castillo debe ser holgada. Eso depende, supongo, de buena parte del 33% de indecisos (según Tafur) que perciban que el golpe no es opción. Parece ser la posición del Hernando de Soto: “…declara que sus conversaciones con Castillo fueron "satisfactorias"…lo ve "acercarse al centro".
Un poco lo que veníamos chateando hace un par de días. A partir de los nuevos consensos que menciona Frisancho en el 2do. artículo, Castillo representa la alternativa de construir el “Perú posible”: un equilibrio entre realidades existentes – aún contrapuestas- que prevenga la implosión, llámese un golpe de estado o llámese un “crescendo” de mini-conflictos sociales que desemboque en un Caracazo.
Y, hablando del artículo de Frisancho muy ilustrativa la conclusión: “Mientras más se agiten ellos y más mantenga él (N.d.R.: Castillo) la calma, más se asentará esta dinámica básica. Por primera vez en mucho tiempo en la política peruana, la derecha está perdiendo y parece saberlo. Pero la única arma en su arsenal —extremar la diatriba y el terruqueo, movilizar miedos de clase con creciente insistencia y mostrar los dientes en gesto amenazador mientras llaman a su rival extremista, peligroso y violento— ha perdido efectividad. Ya no mella como antes. Todo parece indicar que este ya no es su momento, sino el de algo nuevo que apenas está naciendo”.
29 de abril de 2021
¡Velasco vive, Chávez sigue!
La Junta Por José Carlos Llerena Robles
El reciente artículo de Julio Escalona, “¿Hasta cuándo aguantará el pueblo? ¡Soluciones ya!” https://www.aporrea.org/ideologia/a264088.html, sobre los desafíos del pueblo venezolano luego de las elecciones presidenciales del 20 de mayo, me hizo recordar una conversación con el profesor Héctor Béjar sobre el Gobierno Revolucionario de la Junta Militar liderado por el General Juan Velasco Alvarado, que este 2018 celebramos 50 años del mismo.
Escalona, al igual que la diversidad de movimientos sociales que constituyen el chavismo y que trabajan día a día para profundizar la revolución bolivariana, recomienda al presidente Nicolás Maduro Moros, entre otros aspectos, proteger el núcleo de confianza que lo rodea. Sobretodo en un momento post electoral donde el poder hegemónico del norte agudizará el ataque contra el pueblo venezolano y no escatimará en intentar erosionar y conspirar en el espacio nuclear del gobierno. Prueba de ello es que no demoraron ni 24 horas luego que se anunciará el triunfo electoral de Maduro para que los Estados Unidos de Norteamérica aplicará y profundizará las medidas de agresión (no sanción) económica contra Venezuela. Como dice, el Che, “no se puede confiar en el imperialismo (ni sus títeres locales) ni un tantico así”.
Esto me hizo recordar una reciente conversación con el profesor Béjar, quien apelando a su propia experiencia en dicho proceso histórico de la vida repúblicana del Perú recordaba, en lo que demora 1 café americano y 1 empanada de queso para dos, la fase final del gobierno revolucionario liderado por Juan Velasco. Sobre el último período de este bizarro, popular y patriótico proyecto, el Amauta contaba, al igual que lo hace en “Velasco” https://visionhistoricadelperu.files.wordpress.com/2015/01/juan-velasco-alvarado.pdf, cómo la injerencia norteamericana trabajaba permanentemente en generar desconfianza en Juan Velasco respecto del grupo de generales de izquierda que lo acompañaba.
“Todo el año 1975 la derecha civil y militar ganó terreno y logró convencer a Velasco de que se conspiraba contra él desde la Unión Soviética y Cuba para derrocarlo a favor de los generales comunistas que lo rodeaban”, señala el maestro Béjar.
¿Maduro conocerá esta crónica revolucionaria? ¿Maduro conocerá el impacto de Velasco Alvarado en la politización de Hugo Rafael Chávez Frías? ¿Nosotros y nosotras en el Perú que tanto conocemos la relación entre Chávez y Velasco?
En noviembre de 1974, el joven cadete barinés Hugo Chávez es incluido dentro de la delegación de la Academia Militar que participaría en la celebración de 150 años de la Batalla de Ayacucho en Perú. Según el cubano Germán Sánchez Otero, en la suculenta y rigurosa obra biográfica “Hugo Chávez y la Resurrección de un Pueblo” (2014), Chávez fue seleccionado entre el grupo de 10 cadetes que representaría a la Academia en virtud de ser “uno de los bolivarianos más destacados de la Academia”. Sánchez Otero también resalta la emoción del joven Hugo Chávez que, al ser comunicado de su visita “al sitio donde Antonio José de Sucre libra en diciembre de 1824 la batalla de la victoria final contra el poder español”, la misma noche se presta decididamente a informarse, en la biblioteca de la Academia, de lo que pasa en el Perú y la revolución que se gesta por nuestro país.
Chávez satisface muchas de sus recientes inquietudes políticas y sobre el rol de las fuerzas armadas en la sociedad, al momento de conocer en persona al general Velasco y aproximarse a los textos fundamentales de la revolución militar. Así lo cuenta Sánchez Otero:
“Su júbilo desborda en la recepción que brinda Velasco Alvarado en honor a los oficiales y cadetes invitados. El general-presidente ofrece unas breves palabras, en su estilo parco y directo, y luego les hace llegar dos libritos: La Revolución Nacional Peruana, con discursos suyos, el Plan Inca y otros documentos, en un pequeño formato de bolsillo color azul, y el Manifiesto del Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada del Perú. Chávez comienza esa misma noche a leer con avidez ambos libros, que valora más al estar firmados por Velasco, y los convierte en fuente primordial para aprender una experiencia real de revolución nacional, conducida por los militares. Con el tiempo, llega a memorizar algunos discursos casi completos y solo queda sin dichos textos cuando lo apresan el 4 de febrero de 1992 y se los incautan (…) Su corazón late de prisa y la cabeza se le llena de imágenes y utopías en Perú: un mundo complejo y apasionante se descorre ante él en pocos días y quiere regresar a su patria con el morral repleto de vivencias y nuevas ilusiones. Empieza a entender mejor que los militares no existen para contener la libertad de un país, ni para dar golpes de Estado sangrientos y masacrar a la gente, sino que deben y pueden ponerse a la orden de su pueblo”.
En ese momento el cadete Hugo Chávez se encontraba en un proceso muy intenso, incierto, inquieto en búsqueda de identidad política en el entorno social, uno muy marcado por la desigualdad y pobreza. Por ello se entiende que su visita a Perú, su aproximación a Juan Velasco Alvarado y el Gobierno Revolucionario de la Junta Militar en el marco del aniversario 150 de la Batalla de Ayacucho lo marcó definitivamente desde muchos ángulos, determinando el punto de partida del Chávez político. Sobre esto, Rosa Elizalde y Luis Báez, en “Chávez Nuestro” (2004) http://www.rebelion.org/docs/164912.pdf, lo describen con claridad al citar un pasaje autobiográfico del propio Chávez:
“Conocí a Juan Velasco Alvarado, a partir de uno de esos hechos totalmente casuales que aceleró en mí el proceso interno, de forja, de enrumbamiento político (…) Les cuento todo esto porque la toma de conciencia política no fue automática. Sin lugar a dudas estos hechos dispararon mis convicciones a un determinado estadio espiritual. Y ya de ahí no he retrocedido, pues”
Si bien Chávez siempre fue un sujeto político en proceso de construcción y reflexión, así bien lo cuenta en detalle Sánchez Otero en la biografía de 2 tomos del Eterno Comandante, la oportunidad de conocer al general Velasco Alvarado y el Gobierno Revolucionario de la Junta Militar marcó el punto de partida del Hugo Chávez que encuentra su misión y rol político de la Fuerza Armada en servicio del pueblo.
En una reciente intervención, comentando las elecciones presidenciales venezolanas del 20 de mayo de este año, resalté al chavismo como ese motor móvil/inmóvil y sentimiento popular y diverso como componente constructor de unidad y revelador de lucha de clases, así como significar en la subjetividad de más de 6 millones de venezolanos y venezolanas el último bastión de resistencia ante la guerra económica imperialista que se desata en la cotidianidad.
Me pregunto, por lo tanto, teniendo claro las propias particularidades del caso venezolano y el peruano, si en el Perú en un escenario de crisis de modelo económico, crisis de la élite política-empresarial que ha cooptado el Estado desde tiempos republicanos, donde entre corrupción Lava Jato, vacancias, paquetazos económicos a favor de grandes empresas, indultos y nochebuena peruanos y peruanas gritan “que se vayan todos” o “vivas nos queremos” ante la grosera, mediocre y cómplice actitud del Estado peruano en la lucha contra el femenicidio y toda forma de expresión patriarcal institucionalizada, me pregunto, repito, ¿qué tan bien nos caería ahora despertar la subjetividad del pueblo insatisfecho y harto mediante el relato esperanzador de cambio y porvenir que significó Velasco? Es decir, en el descontento popular de nuestra política tradicional noventera, ¿puede el relato de Velasco y el Gobierno Revolucionario de la Junta Militar –a 50 años de la misma- despertar una identidad común y sueño colectivo, diverso y popular de peruanos y peruanas para afrontar en unidad la recuperación del país? ¿Qué otro episodio de nuestra historia republicana demuestra una actitud soberana y popular al momento de dirigir el destino del Perú y que hoy en día sería acogida por el sentir colectivo? ¿Esta mística viva que representó Velasco y el Gobierno Revolucionario puede ser petardeada por el “terruqueo” como discurso de la clase política-empresarial que sólo tiene como finalidad eliminar la gesta de cualquier alternativa distinta al modelo criminal, inmoral y devastador que ha dominando nuestro país?
Todo parece indicar que, siguiendo las dinámicas de proyectos en disputa a nivel continental y mundial, el descontento social crecerá debido a las medidas gubernamentales para lidiar con la crisis del modelo económico que apuntan a pasarle la factura al pueblo y a nuestra naturaleza y brindar beneficios a los capitales dominantes. Nos falta ese relato que recomponga el desencanto generalizado en organización, unidad y lucha popular, cómo lo logró y continúa alcanzando el chavismo en toda su magnitud. Nos hace falta ese motor que nos movilice en la diversidad de concepciones apelando a los sentidos comunes y que cale en cada uno y una. A 50 años del Gobierno Revolucionario de la Junta Militar liderado por Juan Velasco, qué necesario es Velasco y la mística revolucionaria que por un período se apropió de los movimientos sociales, del sentido común popular. Velasco Vive!
Escalona, al igual que la diversidad de movimientos sociales que constituyen el chavismo y que trabajan día a día para profundizar la revolución bolivariana, recomienda al presidente Nicolás Maduro Moros, entre otros aspectos, proteger el núcleo de confianza que lo rodea. Sobretodo en un momento post electoral donde el poder hegemónico del norte agudizará el ataque contra el pueblo venezolano y no escatimará en intentar erosionar y conspirar en el espacio nuclear del gobierno. Prueba de ello es que no demoraron ni 24 horas luego que se anunciará el triunfo electoral de Maduro para que los Estados Unidos de Norteamérica aplicará y profundizará las medidas de agresión (no sanción) económica contra Venezuela. Como dice, el Che, “no se puede confiar en el imperialismo (ni sus títeres locales) ni un tantico así”.
Esto me hizo recordar una reciente conversación con el profesor Béjar, quien apelando a su propia experiencia en dicho proceso histórico de la vida repúblicana del Perú recordaba, en lo que demora 1 café americano y 1 empanada de queso para dos, la fase final del gobierno revolucionario liderado por Juan Velasco. Sobre el último período de este bizarro, popular y patriótico proyecto, el Amauta contaba, al igual que lo hace en “Velasco” https://visionhistoricadelperu.files.wordpress.com/2015/01/juan-velasco-alvarado.pdf, cómo la injerencia norteamericana trabajaba permanentemente en generar desconfianza en Juan Velasco respecto del grupo de generales de izquierda que lo acompañaba.
“Todo el año 1975 la derecha civil y militar ganó terreno y logró convencer a Velasco de que se conspiraba contra él desde la Unión Soviética y Cuba para derrocarlo a favor de los generales comunistas que lo rodeaban”, señala el maestro Béjar.
¿Maduro conocerá esta crónica revolucionaria? ¿Maduro conocerá el impacto de Velasco Alvarado en la politización de Hugo Rafael Chávez Frías? ¿Nosotros y nosotras en el Perú que tanto conocemos la relación entre Chávez y Velasco?
En noviembre de 1974, el joven cadete barinés Hugo Chávez es incluido dentro de la delegación de la Academia Militar que participaría en la celebración de 150 años de la Batalla de Ayacucho en Perú. Según el cubano Germán Sánchez Otero, en la suculenta y rigurosa obra biográfica “Hugo Chávez y la Resurrección de un Pueblo” (2014), Chávez fue seleccionado entre el grupo de 10 cadetes que representaría a la Academia en virtud de ser “uno de los bolivarianos más destacados de la Academia”. Sánchez Otero también resalta la emoción del joven Hugo Chávez que, al ser comunicado de su visita “al sitio donde Antonio José de Sucre libra en diciembre de 1824 la batalla de la victoria final contra el poder español”, la misma noche se presta decididamente a informarse, en la biblioteca de la Academia, de lo que pasa en el Perú y la revolución que se gesta por nuestro país.
Chávez satisface muchas de sus recientes inquietudes políticas y sobre el rol de las fuerzas armadas en la sociedad, al momento de conocer en persona al general Velasco y aproximarse a los textos fundamentales de la revolución militar. Así lo cuenta Sánchez Otero:
“Su júbilo desborda en la recepción que brinda Velasco Alvarado en honor a los oficiales y cadetes invitados. El general-presidente ofrece unas breves palabras, en su estilo parco y directo, y luego les hace llegar dos libritos: La Revolución Nacional Peruana, con discursos suyos, el Plan Inca y otros documentos, en un pequeño formato de bolsillo color azul, y el Manifiesto del Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada del Perú. Chávez comienza esa misma noche a leer con avidez ambos libros, que valora más al estar firmados por Velasco, y los convierte en fuente primordial para aprender una experiencia real de revolución nacional, conducida por los militares. Con el tiempo, llega a memorizar algunos discursos casi completos y solo queda sin dichos textos cuando lo apresan el 4 de febrero de 1992 y se los incautan (…) Su corazón late de prisa y la cabeza se le llena de imágenes y utopías en Perú: un mundo complejo y apasionante se descorre ante él en pocos días y quiere regresar a su patria con el morral repleto de vivencias y nuevas ilusiones. Empieza a entender mejor que los militares no existen para contener la libertad de un país, ni para dar golpes de Estado sangrientos y masacrar a la gente, sino que deben y pueden ponerse a la orden de su pueblo”.
En ese momento el cadete Hugo Chávez se encontraba en un proceso muy intenso, incierto, inquieto en búsqueda de identidad política en el entorno social, uno muy marcado por la desigualdad y pobreza. Por ello se entiende que su visita a Perú, su aproximación a Juan Velasco Alvarado y el Gobierno Revolucionario de la Junta Militar en el marco del aniversario 150 de la Batalla de Ayacucho lo marcó definitivamente desde muchos ángulos, determinando el punto de partida del Chávez político. Sobre esto, Rosa Elizalde y Luis Báez, en “Chávez Nuestro” (2004) http://www.rebelion.org/docs/164912.pdf, lo describen con claridad al citar un pasaje autobiográfico del propio Chávez:
“Conocí a Juan Velasco Alvarado, a partir de uno de esos hechos totalmente casuales que aceleró en mí el proceso interno, de forja, de enrumbamiento político (…) Les cuento todo esto porque la toma de conciencia política no fue automática. Sin lugar a dudas estos hechos dispararon mis convicciones a un determinado estadio espiritual. Y ya de ahí no he retrocedido, pues”
Si bien Chávez siempre fue un sujeto político en proceso de construcción y reflexión, así bien lo cuenta en detalle Sánchez Otero en la biografía de 2 tomos del Eterno Comandante, la oportunidad de conocer al general Velasco Alvarado y el Gobierno Revolucionario de la Junta Militar marcó el punto de partida del Hugo Chávez que encuentra su misión y rol político de la Fuerza Armada en servicio del pueblo.
En una reciente intervención, comentando las elecciones presidenciales venezolanas del 20 de mayo de este año, resalté al chavismo como ese motor móvil/inmóvil y sentimiento popular y diverso como componente constructor de unidad y revelador de lucha de clases, así como significar en la subjetividad de más de 6 millones de venezolanos y venezolanas el último bastión de resistencia ante la guerra económica imperialista que se desata en la cotidianidad.
Me pregunto, por lo tanto, teniendo claro las propias particularidades del caso venezolano y el peruano, si en el Perú en un escenario de crisis de modelo económico, crisis de la élite política-empresarial que ha cooptado el Estado desde tiempos republicanos, donde entre corrupción Lava Jato, vacancias, paquetazos económicos a favor de grandes empresas, indultos y nochebuena peruanos y peruanas gritan “que se vayan todos” o “vivas nos queremos” ante la grosera, mediocre y cómplice actitud del Estado peruano en la lucha contra el femenicidio y toda forma de expresión patriarcal institucionalizada, me pregunto, repito, ¿qué tan bien nos caería ahora despertar la subjetividad del pueblo insatisfecho y harto mediante el relato esperanzador de cambio y porvenir que significó Velasco? Es decir, en el descontento popular de nuestra política tradicional noventera, ¿puede el relato de Velasco y el Gobierno Revolucionario de la Junta Militar –a 50 años de la misma- despertar una identidad común y sueño colectivo, diverso y popular de peruanos y peruanas para afrontar en unidad la recuperación del país? ¿Qué otro episodio de nuestra historia republicana demuestra una actitud soberana y popular al momento de dirigir el destino del Perú y que hoy en día sería acogida por el sentir colectivo? ¿Esta mística viva que representó Velasco y el Gobierno Revolucionario puede ser petardeada por el “terruqueo” como discurso de la clase política-empresarial que sólo tiene como finalidad eliminar la gesta de cualquier alternativa distinta al modelo criminal, inmoral y devastador que ha dominando nuestro país?
Todo parece indicar que, siguiendo las dinámicas de proyectos en disputa a nivel continental y mundial, el descontento social crecerá debido a las medidas gubernamentales para lidiar con la crisis del modelo económico que apuntan a pasarle la factura al pueblo y a nuestra naturaleza y brindar beneficios a los capitales dominantes. Nos falta ese relato que recomponga el desencanto generalizado en organización, unidad y lucha popular, cómo lo logró y continúa alcanzando el chavismo en toda su magnitud. Nos hace falta ese motor que nos movilice en la diversidad de concepciones apelando a los sentidos comunes y que cale en cada uno y una. A 50 años del Gobierno Revolucionario de la Junta Militar liderado por Juan Velasco, qué necesario es Velasco y la mística revolucionaria que por un período se apropió de los movimientos sociales, del sentido común popular. Velasco Vive!
1 de mayo de 2021
3 de mayo de 2021