Replica: ¿Qué le deben a Assange?
Fidel Narváez 15 de octubre de 2019
Nota de Fidel Narváez:
A diferencia de diario “Expreso”, que ha tenido la decencia de publicar réplicas a sus artículos, “El Universo” no acepa cuestionamientos. En todo caso, les comparto esta carta no publicada, con elementos que ayudan a contrastar la narrativa mediática imperante en el tema.
A diferencia de diario “Expreso”, que ha tenido la decencia de publicar réplicas a sus artículos, “El Universo” no acepa cuestionamientos. En todo caso, les comparto esta carta no publicada, con elementos que ayudan a contrastar la narrativa mediática imperante en el tema.
Señor
Carlos Pérez Barriga
Director de Diario El Universo
Presente.-
Estimado Director:
El artículo de opinión “Qué le deben a Assange?” de Mauricio Gándara, miércoles 26 de septiembre del 2018 (https://www.eluniverso.com/opinion/2018/09/26/nota/6971255/que-le-deben-assange), contiene varias aseveraciones que me aluden personalmente y que, en aras de la pluralidad de opinión, ameritan ser cuestionadas. Solicito a usted, de la manera más respetuosa, se pueda publicar esta carta aclaratoria en el medio que usted dirige.
Agradezco de antemano su atención.
Muy atentamente,
Fidel Narváez
Carlos Pérez Barriga
Director de Diario El Universo
Presente.-
Estimado Director:
El artículo de opinión “Qué le deben a Assange?” de Mauricio Gándara, miércoles 26 de septiembre del 2018 (https://www.eluniverso.com/opinion/2018/09/26/nota/6971255/que-le-deben-assange), contiene varias aseveraciones que me aluden personalmente y que, en aras de la pluralidad de opinión, ameritan ser cuestionadas. Solicito a usted, de la manera más respetuosa, se pueda publicar esta carta aclaratoria en el medio que usted dirige.
Agradezco de antemano su atención.
Muy atentamente,
Fidel Narváez
¿Qué le deben a Assange?
El articulista Mauricio Gándara, en su artículo de septiembre 26, se hace eco de un desubicado reportaje de The Guardian: “…uno de los más prestigiosos diarios del mundo…” “...sobre una planeada fuga del asilado en la Embajada en Londres, en diciembre pasado, en connivencia con Rusia, para llevarlo a este país”.
Prestigio no equivale a infalibilidad. De entre sus más de 300 periodistas asociados, en The Guardian hay algunos a quienes el oficio les queda grande. Ya hay antecedentes de que el periódico ha debido retractarse en publicaciones sobre Julián Assange. En su artículo de marras, The Guardian fabrica un supuesto plan de fuga ruso, en el cual, con malabarismo lingüístico, me acusa directamente de estar involucrado. Acusación que, más allá de constituir una seria difamación, engaña a millones de personas con información falsa.
De lo que conozco, el Ecuador, jamás, ni de lejos, ha considerado una salida “a escondidas” de Julián Assange, peor aún orquestada por un tercer país. En lo personal, nunca me he reunido con diplomático ruso alguno.
Mauricio Gándara dice: “la canciller ecuatoriana… lo nombró (a Julian Assange) para un cargo diplomático en Moscú, pretendiendo burlar así al Reino Unido”.
¿Acaso el Ecuador le debería pedir permiso al Reino Unido, o a cualquier otro país, sobre a quién y a dónde nombrar un diplomático? Pensé que atrás había quedado el país de las consultas, como las que, por ejemplo, el diplomático de carrera Patricio Zuquilanda le hacía a “La Embajada”, crudamente expuestas precisamente por WIKILEAKS.
El articulista Gándara agrega: “No hay que olvidar, tampoco, que con la ayuda de Assange y del cónsul ecuatoriano en Londres, otro espía, Snowden, viajó con salvoconducto ecuatoriano de Hong Kong a Moscú…”
La ayuda prestada por mí a Edward Snowden era para viajar al Ecuador, no a Moscú; Rusia nada tuvo que ver con ese viaje. El calificativo de espía que usa Mauricio Gándara para referirse a Julián Assange, difiere con el del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, que califica su detención como arbitraria, y con el de Amnistía Internacional, Human Rights Watch y Reporteros sin Fronteras, por citar, que se oponen a la extradición del periodista Assange a los EE.UU.
Mauricio Gándara asegura que Rusia tendría interés en que Assange se escape porque “…ha sido su agente para difundir wikileaks de documentos reservados de Estados Unidos, para intervenir en la campaña electoral entre Trump y Clinton, y evitar de esta manera la investigación que se desarrolla ahora en Estados Unidos”. Publicar atropellos a los derechos humanos, o escrutar a los candidatos presidenciales dentro de una elección ¿es interferir en una elección?; si la información es cierta, el público elector tiene el derecho de conocerla y la prensa, a su vez, el deber ético de publicarla. Algo que, por ejemplo, la mayoría de la prensa ecuatoriana no hizo en la última elección, con el candidato Lasso y sus movidas financieras a raíz del feriado bancario.
El articulista aduce que la excanciller María Fernanda Espinosa tendría algún oculto interés en un supuesto escape de Assange “…pues basta revisar la lista de países que votaron para su elección para presidente de la Asamblea de la ONU, y entre los que se cuentan Rusia y países alineados con ella, como Venezuela, Nicaragua, Bolivia”. Con esa rebuscada lógica ¿hay que deducir qué otros 124 países que votaron por el Ecuador en la ONU, estarían también interesados en la supuesta fuga de Assange?.
¿Qué le deben a Assange?, pregunta el articulista. Si tomamos en cuenta que WIKILEAKS, por sí sola, ha publicado más información comprometedora de estados y corporaciones, que toda la prensa investigativa mundial, entonces creo que lo que el mundo le debe a Julián Assange es gratitud.
El Ecuador, ciertamente, le debe protección, más aún ahora que es también ecuatoriano. Inexplicablemente, desde hace seis meses, es el mismo Ecuador el que viola sus derechos fundamentales, al mantener al periodista Julián Assange totalmente incomunicado.
El articulista Mauricio Gándara, en su artículo de septiembre 26, se hace eco de un desubicado reportaje de The Guardian: “…uno de los más prestigiosos diarios del mundo…” “...sobre una planeada fuga del asilado en la Embajada en Londres, en diciembre pasado, en connivencia con Rusia, para llevarlo a este país”.
Prestigio no equivale a infalibilidad. De entre sus más de 300 periodistas asociados, en The Guardian hay algunos a quienes el oficio les queda grande. Ya hay antecedentes de que el periódico ha debido retractarse en publicaciones sobre Julián Assange. En su artículo de marras, The Guardian fabrica un supuesto plan de fuga ruso, en el cual, con malabarismo lingüístico, me acusa directamente de estar involucrado. Acusación que, más allá de constituir una seria difamación, engaña a millones de personas con información falsa.
De lo que conozco, el Ecuador, jamás, ni de lejos, ha considerado una salida “a escondidas” de Julián Assange, peor aún orquestada por un tercer país. En lo personal, nunca me he reunido con diplomático ruso alguno.
Mauricio Gándara dice: “la canciller ecuatoriana… lo nombró (a Julian Assange) para un cargo diplomático en Moscú, pretendiendo burlar así al Reino Unido”.
¿Acaso el Ecuador le debería pedir permiso al Reino Unido, o a cualquier otro país, sobre a quién y a dónde nombrar un diplomático? Pensé que atrás había quedado el país de las consultas, como las que, por ejemplo, el diplomático de carrera Patricio Zuquilanda le hacía a “La Embajada”, crudamente expuestas precisamente por WIKILEAKS.
El articulista Gándara agrega: “No hay que olvidar, tampoco, que con la ayuda de Assange y del cónsul ecuatoriano en Londres, otro espía, Snowden, viajó con salvoconducto ecuatoriano de Hong Kong a Moscú…”
La ayuda prestada por mí a Edward Snowden era para viajar al Ecuador, no a Moscú; Rusia nada tuvo que ver con ese viaje. El calificativo de espía que usa Mauricio Gándara para referirse a Julián Assange, difiere con el del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, que califica su detención como arbitraria, y con el de Amnistía Internacional, Human Rights Watch y Reporteros sin Fronteras, por citar, que se oponen a la extradición del periodista Assange a los EE.UU.
Mauricio Gándara asegura que Rusia tendría interés en que Assange se escape porque “…ha sido su agente para difundir wikileaks de documentos reservados de Estados Unidos, para intervenir en la campaña electoral entre Trump y Clinton, y evitar de esta manera la investigación que se desarrolla ahora en Estados Unidos”. Publicar atropellos a los derechos humanos, o escrutar a los candidatos presidenciales dentro de una elección ¿es interferir en una elección?; si la información es cierta, el público elector tiene el derecho de conocerla y la prensa, a su vez, el deber ético de publicarla. Algo que, por ejemplo, la mayoría de la prensa ecuatoriana no hizo en la última elección, con el candidato Lasso y sus movidas financieras a raíz del feriado bancario.
El articulista aduce que la excanciller María Fernanda Espinosa tendría algún oculto interés en un supuesto escape de Assange “…pues basta revisar la lista de países que votaron para su elección para presidente de la Asamblea de la ONU, y entre los que se cuentan Rusia y países alineados con ella, como Venezuela, Nicaragua, Bolivia”. Con esa rebuscada lógica ¿hay que deducir qué otros 124 países que votaron por el Ecuador en la ONU, estarían también interesados en la supuesta fuga de Assange?.
¿Qué le deben a Assange?, pregunta el articulista. Si tomamos en cuenta que WIKILEAKS, por sí sola, ha publicado más información comprometedora de estados y corporaciones, que toda la prensa investigativa mundial, entonces creo que lo que el mundo le debe a Julián Assange es gratitud.
El Ecuador, ciertamente, le debe protección, más aún ahora que es también ecuatoriano. Inexplicablemente, desde hace seis meses, es el mismo Ecuador el que viola sus derechos fundamentales, al mantener al periodista Julián Assange totalmente incomunicado.
Fidel Narváez
Cambridge
Reino Unido
Cambridge
Reino Unido
Embajada del Ecuador en Gran Bretaña e Irlanda del Norte
Protocolo especial de visitas, comunicaciones y atención médica al señor Julian Paul Assange |
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17 de octubre de 2018
Julián Assange: entre la censura y el chantaje
Es claro que el gobierno de Lenin Moreno busca rendir a Julián, pero, por burdo que se avizore el régimen ahora impuesto a la embajada, Julián lo sobrellevará.
Fidel Narváez - Ex Cónsul del Ecuador en Londres
Fidel Narváez - Ex Cónsul del Ecuador en Londres
El gobierno del presidente Lenin Moreno habría accedido a levantar la vergonzosa incomunicación a la que Julián Assange ha sido sometido durante casi 7 meses en la embajada del Ecuador en Londres. Privado de acceso al internet, o cualquier otro tipo de comunicación con el exterior, incluyendo la prohibición de visitas, el aislamiento del periodista Assange no tiene precedentes en una democracia medianamente decente. Al parecer, fue la visita al Ecuador del Relator de la ONU para la Libertad de Expresión, y del Alto Comisionado para los Refugiados, lo que forzó el levantamiento de la incomunicación. Fue precisamente la ONU, en su resolución 54/2015 del 4 de diciembre del 2015, la que juzgó en contra de Gran Bretaña y Suecia, calificando la situación de Julián como una detención arbitraria. Una condena demasiado vergonzosa como para que la muy perfumada Gran Bretaña se digne acatar, a pesar de que las resoluciones de la ONU deberían ser vinculantes.
El levantamiento de la incomunicación, sin embargo, no viene gratis. Lo acompaña un draconiano protocolo de “disciplina”, que convierte de una vez al Ecuador de protector, en perseguidor. ¿Una embajada, con un régimen cuasi carcelario? ¿Para un asilado político, que no tiene ni cargo, ni deuda con la justicia? Tal parecería que la condición de perseguido político de Julián Assange, motivo y razón de su asilo ¿ya no es reconocida por el Ecuador?
En mis años como Cónsul en Londres, con frecuencia visité muchas cárceles en el Reino Unido y ni siquiera para visitar a los presos, nunca tuve que informar sobre mis “cuentas de redes sociales”, ni sobre “los números de serie y números IMEI de todos los componentes electrónicos”, bajo la amenaza de confiscación, como ahora se les exigirá a los visitantes de Assange, por lo general personalidades del más alto perfil, que llegan a expresar solidaridad (¡no a visitar una cárcel!). Es absurdo y peligroso exigir información personal y privada que corre riesgo de terminar filtrándose a los perseguidores de Assange.
El protocolo filtrado a la prensa representa censura pura y contradice totalmente la supuesta recuperación de la libertad de expresión en Ecuador a la que hace alusión el relator de la ONU, David Kaye. Se trata, pues, de “disciplinar” al editor en jefe de WIKILEAKS. El mensaje detrás de los eufemismos burocráticos es, básicamente:
Cuidadito con publicar los pecadillos de nuestros amigos, so pena de que permitamos tu extradición, donde los amos de planeta te harán pagar caro tus atrevimientos. Tus visitas pasan por nuestro filtro y nos reservamos el estricto derecho de admisión, solo a lo que consideremos políticamente correcto.
Ningún periodista que se respete debería someterse a un régimen de control sobre lo que puede, y lo que no puede escribir, o sobre quien puede, o no puede ver.
El protocolo repite en múltiples ocasiones la amenaza de terminación del asilo, bajo el rebuscado argumento de que los asilados políticos, supuestamente, no pueden opinar públicamente de política, o que no pueden ejercer plenamente su derecho a la libertad de expresión. En materia de derechos humanos, un derecho fundamental como la libertad de expresión tiene supremacía y prevalece por sobre cualquier tratado o convención de asilo, refugio, o lo que fuere. Los mismos tratados sobre asilo a los que el Ecuador se debe, no prohíben ese derecho. El protocolo no cita un solo artículo o disposición concreta de los instrumentos internacionales sobre asilo o refugio, sobre supuesta supresión de la libertad de expresión de los asilados. Además, resulta paradójico que quien recibió asilo precisamente por su trabajo como defensor de la libertad de expresión y la libertad de prensa, vea su propia libertad coartada por sus “protectores”.
Es claro que el gobierno de Lenin Moreno busca rendir a Julián, pero, por burdo que se avizore el régimen ahora impuesto a la embajada, Julián lo sobrellevará. En realidad, siempre existió un “protocolo”, aunque ni de lejos tan draconiano (y, la verdad sea dicha, con una notable mejoría desde el 2015, con la llegada del actual embajador). Se trata, después de todo, de la embajada más asediada del mundo. El protocolo anterior estuvo a cargo de la SENAIN (los ex servicios de inteligencia del Ecuador). Julián, en buena hora, no es la persona favorita de ningún servicio de inteligencia en el mundo. El ex presidente Correa, quien tuvo el acierto y la valentía de concederle el asilo, intentó reemplazar los servicios de inteligencia del viejo Ecuador, cooptados y dependientes de los EE.UU, por una estructura nueva, más soberana y confiable. Como toda agencia de “inteligencia”, la SENAIN resultó en un animal sin dios, ni ley, sobre el cual el Ministerio de Relaciones Exteriores, ni los embajadores en Londres, nunca tuvieron control. La SENAIN no estuvo entre los tantos aciertos del gobierno del ex presidente Correa, al punto de que, en mi opinión, excesos y torpezas de esa entidad son hoy causa de que el propio Correa sea víctima de una feroz persecución política.
La SENAIN siempre espió a Julián, a sus visitas y a todos al interior de la embajada. Una empresa de seguridad española, de las que para justificar su presencia requieren crear falsa inseguridad, produjo junto a SENAIN “informes” mal intencionados, forjados entre la paranoia y la fantasía, sobre el diario acontecer al interior de la embajada. Personalidades de altísimo calibre mundial, de entre los miles que han visitado a Julián, como la escritora Arundathi Roy, el famoso Daniel Elsberg, el actor John Cusack, la baronesa Helena Kennedy, o la artista Vivianne Westwood, que como primeros me saltan a la memoria, bien podrían dar penoso testimonio de la hostilidad de los “guardias” y de sus “protocolos”.
En todo caso, los entremeses caseros de lo que ha sido el refugio de Julián estos seis años, son su problema menor. Lo de fondo es la feroz persecución de los EE.UU., recrudecida en la administración Trump, donde un gran jurado federal continúa una investigación criminal de WikiLeaks y su personal. Lo de fondo es que el gobierno de Rafael Correa sí protegió a Julián con firmeza, como corresponde a un país que concede el asilo, y que el gobierno de Lenin Moreno, claramente incapaz de resistir la presión de EE.UU., en cambio, ha optado por la estrategia de la coerción y de la amenaza.
Esa es la explicación para el “protocolo” impuesto por Lenin Moreno en Londres. Apretar tres buenas vueltas a la tuerca con la se quiere cercar a Julián. Como si fuese poco, el cerco se aprieta también en Quito, con la derecha aliada del gobierno ecuatoriano que, al exigir la desclasificación de información sensible sobre un asilado político, nada menos que el más acorralado del mundo, pretende despojarle de la nacionalidad ecuatoriana, que por derecho le fue entregada. Esto como primer y necesario paso para una rendición final, dado que como ecuatoriano, Julián tiene la protección adicional de la Constitución, que prohíbe su extradición.
Se equivocan quienes creen que con amenazas, censura y chantaje van a quebrar a Julián. La pregunta que realmente importa es: ¿Cuánto falta para que se quiebre Lenin Moreno?
El levantamiento de la incomunicación, sin embargo, no viene gratis. Lo acompaña un draconiano protocolo de “disciplina”, que convierte de una vez al Ecuador de protector, en perseguidor. ¿Una embajada, con un régimen cuasi carcelario? ¿Para un asilado político, que no tiene ni cargo, ni deuda con la justicia? Tal parecería que la condición de perseguido político de Julián Assange, motivo y razón de su asilo ¿ya no es reconocida por el Ecuador?
En mis años como Cónsul en Londres, con frecuencia visité muchas cárceles en el Reino Unido y ni siquiera para visitar a los presos, nunca tuve que informar sobre mis “cuentas de redes sociales”, ni sobre “los números de serie y números IMEI de todos los componentes electrónicos”, bajo la amenaza de confiscación, como ahora se les exigirá a los visitantes de Assange, por lo general personalidades del más alto perfil, que llegan a expresar solidaridad (¡no a visitar una cárcel!). Es absurdo y peligroso exigir información personal y privada que corre riesgo de terminar filtrándose a los perseguidores de Assange.
El protocolo filtrado a la prensa representa censura pura y contradice totalmente la supuesta recuperación de la libertad de expresión en Ecuador a la que hace alusión el relator de la ONU, David Kaye. Se trata, pues, de “disciplinar” al editor en jefe de WIKILEAKS. El mensaje detrás de los eufemismos burocráticos es, básicamente:
Cuidadito con publicar los pecadillos de nuestros amigos, so pena de que permitamos tu extradición, donde los amos de planeta te harán pagar caro tus atrevimientos. Tus visitas pasan por nuestro filtro y nos reservamos el estricto derecho de admisión, solo a lo que consideremos políticamente correcto.
Ningún periodista que se respete debería someterse a un régimen de control sobre lo que puede, y lo que no puede escribir, o sobre quien puede, o no puede ver.
El protocolo repite en múltiples ocasiones la amenaza de terminación del asilo, bajo el rebuscado argumento de que los asilados políticos, supuestamente, no pueden opinar públicamente de política, o que no pueden ejercer plenamente su derecho a la libertad de expresión. En materia de derechos humanos, un derecho fundamental como la libertad de expresión tiene supremacía y prevalece por sobre cualquier tratado o convención de asilo, refugio, o lo que fuere. Los mismos tratados sobre asilo a los que el Ecuador se debe, no prohíben ese derecho. El protocolo no cita un solo artículo o disposición concreta de los instrumentos internacionales sobre asilo o refugio, sobre supuesta supresión de la libertad de expresión de los asilados. Además, resulta paradójico que quien recibió asilo precisamente por su trabajo como defensor de la libertad de expresión y la libertad de prensa, vea su propia libertad coartada por sus “protectores”.
Es claro que el gobierno de Lenin Moreno busca rendir a Julián, pero, por burdo que se avizore el régimen ahora impuesto a la embajada, Julián lo sobrellevará. En realidad, siempre existió un “protocolo”, aunque ni de lejos tan draconiano (y, la verdad sea dicha, con una notable mejoría desde el 2015, con la llegada del actual embajador). Se trata, después de todo, de la embajada más asediada del mundo. El protocolo anterior estuvo a cargo de la SENAIN (los ex servicios de inteligencia del Ecuador). Julián, en buena hora, no es la persona favorita de ningún servicio de inteligencia en el mundo. El ex presidente Correa, quien tuvo el acierto y la valentía de concederle el asilo, intentó reemplazar los servicios de inteligencia del viejo Ecuador, cooptados y dependientes de los EE.UU, por una estructura nueva, más soberana y confiable. Como toda agencia de “inteligencia”, la SENAIN resultó en un animal sin dios, ni ley, sobre el cual el Ministerio de Relaciones Exteriores, ni los embajadores en Londres, nunca tuvieron control. La SENAIN no estuvo entre los tantos aciertos del gobierno del ex presidente Correa, al punto de que, en mi opinión, excesos y torpezas de esa entidad son hoy causa de que el propio Correa sea víctima de una feroz persecución política.
La SENAIN siempre espió a Julián, a sus visitas y a todos al interior de la embajada. Una empresa de seguridad española, de las que para justificar su presencia requieren crear falsa inseguridad, produjo junto a SENAIN “informes” mal intencionados, forjados entre la paranoia y la fantasía, sobre el diario acontecer al interior de la embajada. Personalidades de altísimo calibre mundial, de entre los miles que han visitado a Julián, como la escritora Arundathi Roy, el famoso Daniel Elsberg, el actor John Cusack, la baronesa Helena Kennedy, o la artista Vivianne Westwood, que como primeros me saltan a la memoria, bien podrían dar penoso testimonio de la hostilidad de los “guardias” y de sus “protocolos”.
En todo caso, los entremeses caseros de lo que ha sido el refugio de Julián estos seis años, son su problema menor. Lo de fondo es la feroz persecución de los EE.UU., recrudecida en la administración Trump, donde un gran jurado federal continúa una investigación criminal de WikiLeaks y su personal. Lo de fondo es que el gobierno de Rafael Correa sí protegió a Julián con firmeza, como corresponde a un país que concede el asilo, y que el gobierno de Lenin Moreno, claramente incapaz de resistir la presión de EE.UU., en cambio, ha optado por la estrategia de la coerción y de la amenaza.
Esa es la explicación para el “protocolo” impuesto por Lenin Moreno en Londres. Apretar tres buenas vueltas a la tuerca con la se quiere cercar a Julián. Como si fuese poco, el cerco se aprieta también en Quito, con la derecha aliada del gobierno ecuatoriano que, al exigir la desclasificación de información sensible sobre un asilado político, nada menos que el más acorralado del mundo, pretende despojarle de la nacionalidad ecuatoriana, que por derecho le fue entregada. Esto como primer y necesario paso para una rendición final, dado que como ecuatoriano, Julián tiene la protección adicional de la Constitución, que prohíbe su extradición.
Se equivocan quienes creen que con amenazas, censura y chantaje van a quebrar a Julián. La pregunta que realmente importa es: ¿Cuánto falta para que se quiebre Lenin Moreno?
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