Rusia y Estados Unidos en la víspera de una guerra híbrida de largo plazo
Equipo CENAE 6 de diciembre de 2018
Entre otros, el director del Centro Carnegie de Moscú, Dmitri Trenin, aporta algunos elementos sobre el deterioro de las relaciones entre Rusia y Estados Unidos, los potenciales peligros y amenazas, así como los enfoques necesarios para abordarlos.
Las relaciones entre Rusia y Estados Unidos se están agravando intensamente. Ni el proyecto de la “Sincronización” de Obama, ni la intención de Trump hacia “Encontrar una lengua en común”, tampoco la magia del discurso de los líderes rusos en llamar “Colegas o Socios” a los estadounidenses podrá parar este proceso. La tradición rusa consiste en encontrar la solución en las circunstancias críticas. ¿Existirá tal solución en cuanto a sus relaciones con Estados Unidos? Muy probablemente, las relaciones seguirán oscurecidas y este declive continuará hasta las elecciones presidenciales de 2020. Quizás la campaña electoral de 2020 sea muy desagradable y la mira de los participantes se centre más que todo sobre las relaciones entre Rusia y Estados Unidos. Y, posiblemente, Rusia va a afrontar unos años difíciles. Por otro lado, existe la esperanza de que no haya ninguna contienda directa con Estados Unidos, y son numerosas las razones para abrazar tal esperanza. Nos referimos a un enfrentamiento militar, ya que otros enfrentamientos han empezado en diversos campos.
La relación entre Rusia y Estados Unidos siempre ha estado acompañada por altibajos. La crisis actual en sus relaciones difiere de las anteriores, en especial las que observamos durante la Guerra Fría. Algunos consideran que el comienzo del verdadero conflicto se remonta a principios del año 2015, en este año empezaron las competencias y enemistades de Rusia con Estados Unidos y el enajenamiento de Europa. Por tanto, podríamos llamar la situación actual como una “Guerra Mixta”. La definición “Nueva Guerra Fría” fue utilizada por vez primera a finales de febrero de 2014, época en que se estaban evaluando las consecuencias de las operaciones rusas en Crimea después de los sucesos de Kiev posterior a la ‘Revolución Naranja’ en Ucrania y el cambio de gobierno. Pero muy pronto se dejó de emplear este término sustituyéndose por el término de “Guerra Híbrida”. El término es para Rusia, en cualquier nivel o grado de importancia, igual a la Guerra Fría, pese a las diferencias.
Existen diversas disimilitudes entre el enfrentamiento actual y la Guerra Fría. En primer lugar, este no es un fenómeno creado por el sistema, mientras que la Guerra Fría lo fue en todas las disciplinas de las relaciones internacionales. La guerra híbrida de Rusia y EE.UU es de suma importancia, pero, en general, no es tan fundamental para todas las relaciones internacionales. En segundo lugar, esta guerra es muy asimétrica. La Unión Soviética se enfrentaba a Estados Unidos en diversos campos militares, políticos, ideológicos y económicos. La Guerra Híbrida actual se está globalizando y se presenta de distinta manera en las regiones con diversas variables de acuerdo a la realidad concreta. Esta contienda ha empezado con sanciones económicas y llega a incorporar hostilidades en el campo de la información, guerra cibernética, etcétera. Si la otra guerra fue una guerra bilateral, la actual es multilateral y multidimensional. Ya no existe una línea de frente para marcar el territorio propio y el espacio del enemigo. A pesar de que reúne algunas otras particularidades, el elemento bélico está presente pero no es el factor dominante. Existe la competición armamentística, pero sin ser lo más relevante.
Entre los factores que potencian la probabilidad de un enfrentamiento con los estadounidenses se encuentran los nuevos ataques cibernéticos o la llamada ciberguerra. Los casos acontecidos hasta la actualidad incluyen ataques como apagones en las ciudades, bloquear una central eléctrica o cualquier otra infraestructura, lo que es un acto hostil de parte de un gobierno en contra de otro. También podría ser probable otra serie de sucesos como ‘accidentes’ aéreos o colisión de los buques que navegan en el Mar Báltico o el Mar Negro. Entonces, vemos que existe la posibilidad de un enfrentamiento y, por tanto, hay que considerarlo con seriedad.
El deterioro de las relaciones entre Rusia y Estados Unidos puede ser analizado desde diferentes aspectos. Existen razones claves para la discrepancia entre estos países. Una es la Guerra Fría que fue un gran enfrentamiento y fue una guerra mundial en todo el sentido de la palabra. Siempre queda un ganador y un perdedor después de las grandes guerras. Asumiendo la importancia de la Guerra Fría, concluiríamos que Estados Unidos y sus aliados fueron los ganadores y la Unión Soviética el perdedor. Y Rusia, además, junto con otros asuntos, pasó por una transformación muy dolorosa, es decir, la derrota del comunismo. Rusia debió asumir las consecuencias de su decisión geopolítica y que el futuro no iba a ser construido empleando el pensamiento ruso. El Occidente no tomó en consideración los intereses de Rusia. Entonces, teniendo en vista la prioridad dada a los intereses de Estados Unidos y el egoísmo nacional de este país, se puede concluir que la objeción de EE.UU ante la entrada de Rusia al sistema de la seguridad europea fue resultado de calcular con exactitud las consecuencias de ello. Debemos entender por qué Rusia, a pesar de la diferencia de los respectivos poderes, se ha levantado contra el dominio estadounidense. Rusia nunca ha estado dispuesta a reconocer el liderazgo de EE.UU. Cuando este asunto salió a la luz pública, la única pregunta consistía en saber cómo y bajo qué condiciones se iban a enfrentar Rusia y los Estados Unidos.
En general, hoy en día se siente el vacío de objetivos geopolíticos en Estados Unidos para los diversos asuntos. Según los estadounidenses, las sanciones, por un lado, son políticamente beneficiosas, porque hacen sentir que Estados Unidos no permitirá a Putin hacer lo que quiera. Rusia paga un precio alto por lo que hace. Y, por otro lado, estas sanciones no conllevan ningún coste y salen totalmente gratis. Lo más relevante de eso es que esta medida significa una guerra. Y esta guerra no requiere de enviar soldados e involucrar la población. Las sanciones son unilaterales: “disparamos, pero nadie podrá causarnos algún daño”. Las sanciones limitan las capacidades económicas y financieras de Rusia ante Estados Unidos y los demás. Estas sanciones transmiten un mensaje claro: “si queréis entrar en negocios con Rusia os encontraríais con Estados Unidos”. Además, estas sanciones afectan, definitivamente, el desarrollo tecnológico de Rusia y le causan infinitas dificultades económicas. En realidad, el caso trata de algo muy simple: “Intensificar la presión sobre Rusia con la esperanza de fundirlo”.
Actualmente, el expediente Ruso en contra de Trump, es un proyecto de corto y mediano plazo que debe llegar a una instancia crítica antes de concluirse. El comienzo de esta crisis, teniendo en cuenta dos factores, sería probablemente en el año 2019. El primer factor se trata del resultado de las elecciones legislativas de noviembre del año en curso, en donde los demócratas tomaron el control de la Cámara de Representantes que goza de la potestad de solicitar y realizar un proceso de destitución. El otro detalle consiste en que Robert Mueller debe presentar su informe para el año que viene y posiblemente va a registrar casos de la violación de la ley. Aunque la propaganda tiende a decir que el deterioro de las relaciones con EE.UU durante la administración de Trump procede de las contradicciones internas dentro de la elite estadounidense, en EE.UU no existe nada más importante que las políticas interiores. La política exterior ocupa el segundo lugar de primacía para los estadounidenses y depende, exclusivamente, de los beneficios interiores. Los contrincantes de Trump utilizan el asunto ruso como un palo en contra de él. En el supuesto de una destitución de Trump, una presidencia demócrata tendría una postura muy dura hacia Rusia, asimismo se prevé que el inicio del próximo periodo presidencial va a ser muy difícil en lo que corresponde a estas relaciones. Y el segundo factor implicado es la falta de libertad de los líderes estadounidenses, de acuerdo con los índices de las políticas interiores, respecto a Putin. Mientras Putin siga en poder seguirán existiendo muchas limitaciones para las relaciones con EE.UU.
Las relaciones entre Rusia y Estados Unidos se están agravando intensamente. Ni el proyecto de la “Sincronización” de Obama, ni la intención de Trump hacia “Encontrar una lengua en común”, tampoco la magia del discurso de los líderes rusos en llamar “Colegas o Socios” a los estadounidenses podrá parar este proceso. La tradición rusa consiste en encontrar la solución en las circunstancias críticas. ¿Existirá tal solución en cuanto a sus relaciones con Estados Unidos? Muy probablemente, las relaciones seguirán oscurecidas y este declive continuará hasta las elecciones presidenciales de 2020. Quizás la campaña electoral de 2020 sea muy desagradable y la mira de los participantes se centre más que todo sobre las relaciones entre Rusia y Estados Unidos. Y, posiblemente, Rusia va a afrontar unos años difíciles. Por otro lado, existe la esperanza de que no haya ninguna contienda directa con Estados Unidos, y son numerosas las razones para abrazar tal esperanza. Nos referimos a un enfrentamiento militar, ya que otros enfrentamientos han empezado en diversos campos.
La relación entre Rusia y Estados Unidos siempre ha estado acompañada por altibajos. La crisis actual en sus relaciones difiere de las anteriores, en especial las que observamos durante la Guerra Fría. Algunos consideran que el comienzo del verdadero conflicto se remonta a principios del año 2015, en este año empezaron las competencias y enemistades de Rusia con Estados Unidos y el enajenamiento de Europa. Por tanto, podríamos llamar la situación actual como una “Guerra Mixta”. La definición “Nueva Guerra Fría” fue utilizada por vez primera a finales de febrero de 2014, época en que se estaban evaluando las consecuencias de las operaciones rusas en Crimea después de los sucesos de Kiev posterior a la ‘Revolución Naranja’ en Ucrania y el cambio de gobierno. Pero muy pronto se dejó de emplear este término sustituyéndose por el término de “Guerra Híbrida”. El término es para Rusia, en cualquier nivel o grado de importancia, igual a la Guerra Fría, pese a las diferencias.
Existen diversas disimilitudes entre el enfrentamiento actual y la Guerra Fría. En primer lugar, este no es un fenómeno creado por el sistema, mientras que la Guerra Fría lo fue en todas las disciplinas de las relaciones internacionales. La guerra híbrida de Rusia y EE.UU es de suma importancia, pero, en general, no es tan fundamental para todas las relaciones internacionales. En segundo lugar, esta guerra es muy asimétrica. La Unión Soviética se enfrentaba a Estados Unidos en diversos campos militares, políticos, ideológicos y económicos. La Guerra Híbrida actual se está globalizando y se presenta de distinta manera en las regiones con diversas variables de acuerdo a la realidad concreta. Esta contienda ha empezado con sanciones económicas y llega a incorporar hostilidades en el campo de la información, guerra cibernética, etcétera. Si la otra guerra fue una guerra bilateral, la actual es multilateral y multidimensional. Ya no existe una línea de frente para marcar el territorio propio y el espacio del enemigo. A pesar de que reúne algunas otras particularidades, el elemento bélico está presente pero no es el factor dominante. Existe la competición armamentística, pero sin ser lo más relevante.
Entre los factores que potencian la probabilidad de un enfrentamiento con los estadounidenses se encuentran los nuevos ataques cibernéticos o la llamada ciberguerra. Los casos acontecidos hasta la actualidad incluyen ataques como apagones en las ciudades, bloquear una central eléctrica o cualquier otra infraestructura, lo que es un acto hostil de parte de un gobierno en contra de otro. También podría ser probable otra serie de sucesos como ‘accidentes’ aéreos o colisión de los buques que navegan en el Mar Báltico o el Mar Negro. Entonces, vemos que existe la posibilidad de un enfrentamiento y, por tanto, hay que considerarlo con seriedad.
El deterioro de las relaciones entre Rusia y Estados Unidos puede ser analizado desde diferentes aspectos. Existen razones claves para la discrepancia entre estos países. Una es la Guerra Fría que fue un gran enfrentamiento y fue una guerra mundial en todo el sentido de la palabra. Siempre queda un ganador y un perdedor después de las grandes guerras. Asumiendo la importancia de la Guerra Fría, concluiríamos que Estados Unidos y sus aliados fueron los ganadores y la Unión Soviética el perdedor. Y Rusia, además, junto con otros asuntos, pasó por una transformación muy dolorosa, es decir, la derrota del comunismo. Rusia debió asumir las consecuencias de su decisión geopolítica y que el futuro no iba a ser construido empleando el pensamiento ruso. El Occidente no tomó en consideración los intereses de Rusia. Entonces, teniendo en vista la prioridad dada a los intereses de Estados Unidos y el egoísmo nacional de este país, se puede concluir que la objeción de EE.UU ante la entrada de Rusia al sistema de la seguridad europea fue resultado de calcular con exactitud las consecuencias de ello. Debemos entender por qué Rusia, a pesar de la diferencia de los respectivos poderes, se ha levantado contra el dominio estadounidense. Rusia nunca ha estado dispuesta a reconocer el liderazgo de EE.UU. Cuando este asunto salió a la luz pública, la única pregunta consistía en saber cómo y bajo qué condiciones se iban a enfrentar Rusia y los Estados Unidos.
En general, hoy en día se siente el vacío de objetivos geopolíticos en Estados Unidos para los diversos asuntos. Según los estadounidenses, las sanciones, por un lado, son políticamente beneficiosas, porque hacen sentir que Estados Unidos no permitirá a Putin hacer lo que quiera. Rusia paga un precio alto por lo que hace. Y, por otro lado, estas sanciones no conllevan ningún coste y salen totalmente gratis. Lo más relevante de eso es que esta medida significa una guerra. Y esta guerra no requiere de enviar soldados e involucrar la población. Las sanciones son unilaterales: “disparamos, pero nadie podrá causarnos algún daño”. Las sanciones limitan las capacidades económicas y financieras de Rusia ante Estados Unidos y los demás. Estas sanciones transmiten un mensaje claro: “si queréis entrar en negocios con Rusia os encontraríais con Estados Unidos”. Además, estas sanciones afectan, definitivamente, el desarrollo tecnológico de Rusia y le causan infinitas dificultades económicas. En realidad, el caso trata de algo muy simple: “Intensificar la presión sobre Rusia con la esperanza de fundirlo”.
Actualmente, el expediente Ruso en contra de Trump, es un proyecto de corto y mediano plazo que debe llegar a una instancia crítica antes de concluirse. El comienzo de esta crisis, teniendo en cuenta dos factores, sería probablemente en el año 2019. El primer factor se trata del resultado de las elecciones legislativas de noviembre del año en curso, en donde los demócratas tomaron el control de la Cámara de Representantes que goza de la potestad de solicitar y realizar un proceso de destitución. El otro detalle consiste en que Robert Mueller debe presentar su informe para el año que viene y posiblemente va a registrar casos de la violación de la ley. Aunque la propaganda tiende a decir que el deterioro de las relaciones con EE.UU durante la administración de Trump procede de las contradicciones internas dentro de la elite estadounidense, en EE.UU no existe nada más importante que las políticas interiores. La política exterior ocupa el segundo lugar de primacía para los estadounidenses y depende, exclusivamente, de los beneficios interiores. Los contrincantes de Trump utilizan el asunto ruso como un palo en contra de él. En el supuesto de una destitución de Trump, una presidencia demócrata tendría una postura muy dura hacia Rusia, asimismo se prevé que el inicio del próximo periodo presidencial va a ser muy difícil en lo que corresponde a estas relaciones. Y el segundo factor implicado es la falta de libertad de los líderes estadounidenses, de acuerdo con los índices de las políticas interiores, respecto a Putin. Mientras Putin siga en poder seguirán existiendo muchas limitaciones para las relaciones con EE.UU.
Nota: resumen varias fuentes