'Si las Farc insisten en los viejos esquemas, los habrán emboscado'
La Silla Vacía Por: Juanita León 4 de enero de 2017
El periodista Alfredo Molano se ganó este año el premio Simón Bolívar a la vida y obra por su larga trayectoria cubriendo el conflicto armado y las causas y consecuencias del mismo. Teniendo en cuenta que pocos conocen el "territorio" como lo hace Molano, y que el 2017 será un año bueno o malo para el país en gran medida dependiendo de lo que suceda allí, La Silla le hizo su tradicional entrevista del nuevo año para conocer su balance de lo que pasó y sus pronósticos sobre lo que viene. Esta es la entrevista textual que le hicimos.
La Silla Vacía: Usted lleva cubriendo el conflicto con las Farc casi desde su nacimiento. ¿Cree que el Acuerdo firmado conducirá al fin del conflicto armado en Colombia?
Alfredo Molano: Si se trata de mi nacimiento, pues no. He registrado hechos de la violencia desde mis 4 años, desde el 9 de abril. Si el nacimiento al que te refieres es el de las Farc, pues tampoco. Me hubiera gustado, sí, haber acompañado, por ejemplo, a Pepe Sánchez en el gran reportaje que hizo con los franceses sobre los bombardeos a Riochiquito, dos años antes de ser fundadas las Farc.
Creo firmemente en que el Acuerdo Final de La Habana, firmado en el Teatro Colón, conducirá al fin del conflicto armado de carácter político en Colombia. No va a poner fin a los conflictos sociales ni a la violencia. Pero el ELN terminará por inclinarse a favor de un nuevo acuerdo que complemente en algunos aspectos como el energético, el que hoy se implementa. Costará trabajo, pero creo que Juan Camilo Restrepo y Pablo Beltrán- jefes de las partes en la mesa-son no solo proclives a la negociación sino políticos con un sentido pragmático y una mirada histórica.
En cuanto a EPL, un grupo armado que se ha considerado extinguido, no le queda una salida distinta. O volverse en una bandola de narcotraficantes. Pero ahí hay cuadros políticos.
Debo decir también que, en última instancia, lo que la insurrección logra en los acuerdos es proporcional a la fuerza armada que tienen. No puede pedirse una revolución social con mil fusiles, cuando con 5.000 solo se logran garantías de acción política.
La Silla Vacía: ¿Qué es lo más revolucionario del Acuerdo?
Alfredo Molano: Creo, como se ha dicho, que la pieza fundamental del acuerdo es la Justicia Especial para la Paz. Se llegó a sentar esta base al reconocer que el conflicto armado tenía un carácter político y que el objetivo del Acuerdo era reconocer la verdad, la justicia, la reparación y -se agregó- la no repetición de las víctimas.
Lamentablemente el gobierno ha puesto en el primer plano a las víctimas de la guerrilla y ha declinado dar la misma importancia a las víctimas del Estado. Las Farc han pedido perdón pública y claramente. ¿Por qué los generales no lo hacen?
¿En qué cambiará la salida de las Farc del negocio de la coca el narcotráfico en Colombia?
Alfredo Molano: En que le endosa al gobierno la responsabilidad que ellas habían asumido de mantener el orden social en las zonas de cultivo. La opinión pública se engaña al pensar que las Farc manejan el negocio de los cultivos ilícitos de cabo a rabo, desde la parcela hasta una calle del Bronx. La función de las Farc como movimiento político está centrada en el cobro de impuestos a los cultivadores y a los intermediarios locales. No exportan, no entran en el mercado internacional. Tampoco menudean en Colombia. El mismo Acuerdo de La Habana así lo acepta.
La verdadera causa de existencia de ese fenómeno de los cultivos ha sido- y podría seguir siendo- un régimen que facilita la concentración y el despojo de tierras.
Las Farc dejarán de cobrar impuestos a los cocaleros y a los narcotraficantes, pero ese papel lo asumirán otras fuerzas, inclusive la policía y el ejército. O los carteles.
¿Estará el Estado en capacidad de mantener el orden social en esas zonas si no hay sustitución equitativa de cultivos y una política que defienda los ingresos que hoy obtienen los colonos?
¿Se puede acabar el conflicto armado si no se acaba la coca?
Alfredo Molano: Depende de la política de erradicación, sustitución y compensación que elija el gobierno. Si va a ser a los paraguazos y cocotazos, pues lo que va a cosechar es nuevos conflictos y más violencia.
Los colonos no van a renunciar a la “calidad de vida” que la coca les ha proporcionado. Es como si a los industriales les clavan un impuesto del 50% a sus ganancias, que son la base de la reproducción de su capital.
Para mí el cuello de botella de la sustitución es la comercialización de los productos que sustituirían la coca porque la mayoría de ellos tendrían que enfrentarse con los precios de competencia establecidos por los TLC.
Pero ¿qué tan dispuesto estarán los gobiernos venideros a defender la economía campesina de la competencia de las grandes empresas agroindustriales nacionales o extranjeras? Si definitivamente el gobierno se abre a la legalización de la marihuana medicinal y en vez de darle licencia a empresas canadienses se las otorga a microempresas campesinas, pues podía resolverse la cuestión por ahí.
¿Qué tan diferentes eran las Farc que usted conoció cuando vivía Marulanda y las que firmaron la paz?
Alfredo Molano: No creo que haya una diferencia marcada. Marulanda era partidario de la negociación de paz, si las garantías de cumplimiento eran sólidas. Lo dejó escrito desde mediados de los 70.
Pero es indudable que los negociadores de las Farc en La Habana han adquirido una mirada más amplia y profunda del país desde la mesa y ha sido trasmitida a sus bases. Por su lado, a los negociadores del gobierno les ha pasado lo mismo, aunque no hayan logrado trasmitir a la opinión publica esa nueva mirada.
La mesa los ha cambiado a todos, salvo a personajes como el ex general Bedoya o a John Cuarenta.
Usted advirtió varias veces que "la extrema derecha" siempre había saboteado los procesos de paz anteriores. ¿Cómo explica que esta vez no lo hubiera hecho?
Alfredo Molano: Pues ha hecho todo lo posible por atravesársele a las negociaciones y a los acuerdos. Y seguirá haciéndolo.
La explicación para que no lo haya logrado es que el gobierno de Obama ha comenzado a desmontar la doctrina del “enemigo interno” y debilitado tanto al paramilitarismo como a las manzanas podridas dentro del Ejército y la Policía.
Por lo demás, los cacaos se dan cuenta de las oportunidades de ganancia que les abre un país en paz.
Creo, por último, que haber metido a los militares en las negociaciones y que Santos les haya garantizado que no se les reduciría el presupuesto si la guerra termina fueron dos decisiones muy acertadas.
¿Por qué son tan amenazantes para algunos las Zonas de Reserva Campesina(ZRC) hasta el punto que varios de sus promotores han sido asesinados?
Alfredo Molano: El Ejército las ha calificado siempre como “zonas estratégicas de repliegue”, lo que es una pendejada porque la guerrilla cuando estaba en guerra no necesitaba que una región fuera declarada ZRC para moverse o para emboscarse.
En el fondo lo que hay es un intento por revivir las famosas “repúblicas independientes” que Álvaro Gómez Hurtado usó como un fantasma para bombardear la reforma agraria en 1962. Fue una figura tomada del fascismo español contra Cataluña. En Colombia sirvieron para crear un clima favorable en la opinión pública para bombardear a Marquetalia, El Pato y Guayabero, zonas de colonización campesina. De esas operaciones -pírricas por lo demás- nacen las Farc.
Una vez creada la imagen de “zonas guerrilleras”, quien las promueva es un guerrillero, lo que equivale en regiones donde se les ha robado la tierra a los campesinos, a ser objetivo militar.
Los terratenientes les tienen antipatía a las ZRC porque están destinadas por la ley 160 de 1994 a impedir que las haciendas se ampliaran con tierras campesinas. O mejor, porque en una ZRC un hacendado no puede entrar a comprar varias parcelas para hacer una gran finca.
Así como el mercado impide que un campesino entre a una zona de alta valorización, así el Estado puede impedir legalmente que los terratenientes entren en una ZRC. La una es una barrera económica, la otra es política.
¿Cómo cree que le irá a las Farc en la política?
Alfredo Molano: Las Farc han aprendido mucho en la negociación. Han visto desde la mesa un país distinto al que veían desde el monte, y han comenzado a tratar de comunicarse con él.
A muchos comandantes ver y sentir el tamaño y complejidad de una ciudad como Bogotá les ha mostrado qué tan lejos estaban de esa realidad palpable, y hoy buscan comprender ese país y adecuar su lenguaje y su propuesta política a este mundo nuevo.
En el “monte histórico”, llamémoslo así, tendrán que dejar conceptos como la socialización de los medios de producción y la dictadura del proletariado, que en su momento le permitió a un movimiento insurreccional campesino entrar como sujeto en el siglo XX.
Hoy transformarse ideológicamente es un reto tan formidable como dejar las armas para seguir haciendo política, pero es claro que esa política que hacían con armas no la pueden hacer sin ellas.
Las Farc ya no tendrán ahora masas que dirigir sino a una opinión pública que atraer, convencer, seducir. Si insisten en los viejos esquemas, quedarán encerrados, los habrán emboscado. Esos cercos son más peligrosos que los que les tendían y de los que ellos sabían escapar.
Si saben ponerse al día con el país y si saben cómo mover palancas para entrar en él y desde allí formular un programa democrático, amplio; si saben usar el lenguaje de la gente, descifrar sus ideales y hacer tangibles sus ideas, serán un actor determinante en el futuro. De lo contrario, podrían perderlo todo y así, también, muchos colombianos perderíamos totalmente la fe en un futuro democrático y justo.
¿Cómo harán la política?
Alfredo Molano: Creo que comenzarán con lo que tienen, sus cuadros políticos y sus bases sociales en las regiones donde han tenido presencia y donde había y hay una red de apoyo antes logística y ahora política. Lo cual no quiere decir zonas periféricas.
Las Farc tienen trabajo político en regiones campesinas, pero también urbanas, intelectuales, profesionales estudiantiles. Tratarán de avanzar hacia zonas desconocidas, casi intuídas: las clases medias e inclusive las clases altas porque su programa tendrá que ser auténticamente democrático y no formalmente democrático; tendrán que inventarse nuevas formas de democracia al parque, a la vereda, a la carretera, a la trocha. Una democracia viva, directa no especulativa.
Tendrán que poner el romanticismo revolucionario a caminar con los pies sobre la tierra. La gran pregunta es cómo harán política sin dejarse enredar por el clientelismo.
¿Quién se imagina usted que terminará siendo el o la candidata que lidere la coalición pro acuerdo de paz o ese "candidato de transición" del que habló Timochenko?
Alfredo Molano: La tesis de un gobierno de transición me parece justa y oportuna. La he entendido como una alianza política transitoria entre fuerzas que componen el amplio espectro del Sí, con todos sus matices para derrotar, ahora sí y de manera contundente al No.
El Sí se ha fortalecido al ser develado por el mismo jefe de campaña de No el engaño generalizado, como dijo el Consejo de Estado, que hizo el Centro Democrático para ganar el plebiscito. El Sí se ha fortalecido con la actitud conciliatoria de las Farc, con los pasos que ha dado para dejar las armas.
Las Farc tienen ahora rostros, palabras propias, gestos claros. Han salido de la penumbra histórica donde las había encarcelado la propaganda oficial. Las Farc han entrado a formar parte muy importante y activa del Sí.
Esa alianza tiene como objeto ganar las elecciones del 18 contra el No, defender el desarrollo del acuerdo con las Farc y facilitar las negociaciones con el ELN y con el EPL. Porque eso que se ha llamado implementación es una etapa muy compleja y peligrosa; hasta ahora todo el proceso ha transcurrido en el país formal. Yo creo que a gran parte del Sí, la presidencia de Vargas Lleras no le daría garantías de cumplimiento del Acuerdo. Él ha sido un crítico del Acuerdo, que está cerca de Uribe y de esa extrema derecha.
¿Y quiénes cree que serían los candidatos ideales para ofrecer esas garantías?
Con franqueza, creo que Humberto de la Calle para la Presidencia y Clara López a la Vicepresidencia son garantía para el cumplimiento de los acuerdos con las guerrillas- y con los militares- hechos o por hacer. Creo también que por lo menos tres ministerios del gobierno de transición deben ser ocupados por miembros del partido político nacido en la extinción de las extintas Farc, o cercanos a él.
¿Cómo se explica que el 64 por ciento de los colombianos no hayan votado en el plebiscito?
Alfredo Molano: Tengo varias explicaciones.
1) La cifra no es nueva. La abstención electoral es hija del Frente Nacional, que en realidad ha sido la fórmula de gobernar al país que desde el gobierno del general Reyes (1904-1909) – con excepción de los gobiernos de López I y Laureano3/4- se mantiene vigente. La gente se acostumbró a que le nombren presidente.
2) Gran parte de la opinión pública ha perdido su identificación con el país; sus referentes, como se dice ahora, no están aquí sino allá, en un mundo ficticio creado por el consumismo, por la publicidad. Un niño de la clase media sabe perfectamente dónde queda Orlando, pero no tiene ni idea donde queda Tuluá. ¿Qué le puede importar a una persona así, por más que sea un ciudadano, quien es uno u otro candidato a la Presidencia y menos a una Asamblea Departamental?
3) La llamada globalización y demás políticas económicas dejan muy poco margen de cambios en un país que, como Colombia, es gobernado por un establecimiento poco dispuesto a ceder sus privilegios y menos a tratar de retar convenios internacionales desventajosos para nosotros. La gente no cree posible un cambio y, por tanto, no vota.
En el plebiscito los motores electorales fueron las iglesias, el uribismo y los familiares de los militares. Ni el gobierno ni las Farc salieron a defender lo que habían acordado. El Sí no tenía sino enemigos.
Usted que ha viajado por todo el país, ¿qué es lo que más le asombra de Colombia?
Alfredo Molano: Si me lo hubiera preguntado el día después del plebiscito le hubiera dicho que la godarria del pueblo. Pero lo que siempre me ha impresionado y he amado es la capacidad infinita de encontrarle la comba al palo. También me asombra su capacidad de ser tan irreverente como conformista.
Pero mirando como viajero, lo que me obsesiona es la fantástica irregularidad de sus paisajes y de su gente del común. Uno no atraviesa un solo país sino mil países en cada tramo de viaje.
La Silla Vacía: Usted se ganó el premio Simón Bolívar a la vida y obra. ¿Cómo definiría esa vida y esa obra de periodista?
Alfredo Molano: Yo quisiera haber sido solo un viajero que toma notas descuidadamente.
¿A qué cree que se debe la pérdida de influencia del periodismo?
Alfredo Molano: Preguntas por el periodismo de letras y no de imágenes. La imágen, llena de ideología condensada, llega directamente al inconsciente y derrota la reflexión y, por tanto, restringe el juego político. A la opinión pública le cuesta trabajo leer, prefiere que le lean con imágenes.
¿Cuál es su mayor ilusión y su mayor miedo frente al 2017?
Alfredo Molano:Ilusión: ver a los excomandantes en la plaza pública; oír una nueva voz en el campo político y ver qué y cómo la van a jugar. El miedo, que los maten.
Alfredo Molano: Si se trata de mi nacimiento, pues no. He registrado hechos de la violencia desde mis 4 años, desde el 9 de abril. Si el nacimiento al que te refieres es el de las Farc, pues tampoco. Me hubiera gustado, sí, haber acompañado, por ejemplo, a Pepe Sánchez en el gran reportaje que hizo con los franceses sobre los bombardeos a Riochiquito, dos años antes de ser fundadas las Farc.
Creo firmemente en que el Acuerdo Final de La Habana, firmado en el Teatro Colón, conducirá al fin del conflicto armado de carácter político en Colombia. No va a poner fin a los conflictos sociales ni a la violencia. Pero el ELN terminará por inclinarse a favor de un nuevo acuerdo que complemente en algunos aspectos como el energético, el que hoy se implementa. Costará trabajo, pero creo que Juan Camilo Restrepo y Pablo Beltrán- jefes de las partes en la mesa-son no solo proclives a la negociación sino políticos con un sentido pragmático y una mirada histórica.
En cuanto a EPL, un grupo armado que se ha considerado extinguido, no le queda una salida distinta. O volverse en una bandola de narcotraficantes. Pero ahí hay cuadros políticos.
Debo decir también que, en última instancia, lo que la insurrección logra en los acuerdos es proporcional a la fuerza armada que tienen. No puede pedirse una revolución social con mil fusiles, cuando con 5.000 solo se logran garantías de acción política.
La Silla Vacía: ¿Qué es lo más revolucionario del Acuerdo?
Alfredo Molano: Creo, como se ha dicho, que la pieza fundamental del acuerdo es la Justicia Especial para la Paz. Se llegó a sentar esta base al reconocer que el conflicto armado tenía un carácter político y que el objetivo del Acuerdo era reconocer la verdad, la justicia, la reparación y -se agregó- la no repetición de las víctimas.
Lamentablemente el gobierno ha puesto en el primer plano a las víctimas de la guerrilla y ha declinado dar la misma importancia a las víctimas del Estado. Las Farc han pedido perdón pública y claramente. ¿Por qué los generales no lo hacen?
¿En qué cambiará la salida de las Farc del negocio de la coca el narcotráfico en Colombia?
Alfredo Molano: En que le endosa al gobierno la responsabilidad que ellas habían asumido de mantener el orden social en las zonas de cultivo. La opinión pública se engaña al pensar que las Farc manejan el negocio de los cultivos ilícitos de cabo a rabo, desde la parcela hasta una calle del Bronx. La función de las Farc como movimiento político está centrada en el cobro de impuestos a los cultivadores y a los intermediarios locales. No exportan, no entran en el mercado internacional. Tampoco menudean en Colombia. El mismo Acuerdo de La Habana así lo acepta.
La verdadera causa de existencia de ese fenómeno de los cultivos ha sido- y podría seguir siendo- un régimen que facilita la concentración y el despojo de tierras.
Las Farc dejarán de cobrar impuestos a los cocaleros y a los narcotraficantes, pero ese papel lo asumirán otras fuerzas, inclusive la policía y el ejército. O los carteles.
¿Estará el Estado en capacidad de mantener el orden social en esas zonas si no hay sustitución equitativa de cultivos y una política que defienda los ingresos que hoy obtienen los colonos?
¿Se puede acabar el conflicto armado si no se acaba la coca?
Alfredo Molano: Depende de la política de erradicación, sustitución y compensación que elija el gobierno. Si va a ser a los paraguazos y cocotazos, pues lo que va a cosechar es nuevos conflictos y más violencia.
Los colonos no van a renunciar a la “calidad de vida” que la coca les ha proporcionado. Es como si a los industriales les clavan un impuesto del 50% a sus ganancias, que son la base de la reproducción de su capital.
Para mí el cuello de botella de la sustitución es la comercialización de los productos que sustituirían la coca porque la mayoría de ellos tendrían que enfrentarse con los precios de competencia establecidos por los TLC.
Pero ¿qué tan dispuesto estarán los gobiernos venideros a defender la economía campesina de la competencia de las grandes empresas agroindustriales nacionales o extranjeras? Si definitivamente el gobierno se abre a la legalización de la marihuana medicinal y en vez de darle licencia a empresas canadienses se las otorga a microempresas campesinas, pues podía resolverse la cuestión por ahí.
¿Qué tan diferentes eran las Farc que usted conoció cuando vivía Marulanda y las que firmaron la paz?
Alfredo Molano: No creo que haya una diferencia marcada. Marulanda era partidario de la negociación de paz, si las garantías de cumplimiento eran sólidas. Lo dejó escrito desde mediados de los 70.
Pero es indudable que los negociadores de las Farc en La Habana han adquirido una mirada más amplia y profunda del país desde la mesa y ha sido trasmitida a sus bases. Por su lado, a los negociadores del gobierno les ha pasado lo mismo, aunque no hayan logrado trasmitir a la opinión publica esa nueva mirada.
La mesa los ha cambiado a todos, salvo a personajes como el ex general Bedoya o a John Cuarenta.
Usted advirtió varias veces que "la extrema derecha" siempre había saboteado los procesos de paz anteriores. ¿Cómo explica que esta vez no lo hubiera hecho?
Alfredo Molano: Pues ha hecho todo lo posible por atravesársele a las negociaciones y a los acuerdos. Y seguirá haciéndolo.
La explicación para que no lo haya logrado es que el gobierno de Obama ha comenzado a desmontar la doctrina del “enemigo interno” y debilitado tanto al paramilitarismo como a las manzanas podridas dentro del Ejército y la Policía.
Por lo demás, los cacaos se dan cuenta de las oportunidades de ganancia que les abre un país en paz.
Creo, por último, que haber metido a los militares en las negociaciones y que Santos les haya garantizado que no se les reduciría el presupuesto si la guerra termina fueron dos decisiones muy acertadas.
¿Por qué son tan amenazantes para algunos las Zonas de Reserva Campesina(ZRC) hasta el punto que varios de sus promotores han sido asesinados?
Alfredo Molano: El Ejército las ha calificado siempre como “zonas estratégicas de repliegue”, lo que es una pendejada porque la guerrilla cuando estaba en guerra no necesitaba que una región fuera declarada ZRC para moverse o para emboscarse.
En el fondo lo que hay es un intento por revivir las famosas “repúblicas independientes” que Álvaro Gómez Hurtado usó como un fantasma para bombardear la reforma agraria en 1962. Fue una figura tomada del fascismo español contra Cataluña. En Colombia sirvieron para crear un clima favorable en la opinión pública para bombardear a Marquetalia, El Pato y Guayabero, zonas de colonización campesina. De esas operaciones -pírricas por lo demás- nacen las Farc.
Una vez creada la imagen de “zonas guerrilleras”, quien las promueva es un guerrillero, lo que equivale en regiones donde se les ha robado la tierra a los campesinos, a ser objetivo militar.
Los terratenientes les tienen antipatía a las ZRC porque están destinadas por la ley 160 de 1994 a impedir que las haciendas se ampliaran con tierras campesinas. O mejor, porque en una ZRC un hacendado no puede entrar a comprar varias parcelas para hacer una gran finca.
Así como el mercado impide que un campesino entre a una zona de alta valorización, así el Estado puede impedir legalmente que los terratenientes entren en una ZRC. La una es una barrera económica, la otra es política.
¿Cómo cree que le irá a las Farc en la política?
Alfredo Molano: Las Farc han aprendido mucho en la negociación. Han visto desde la mesa un país distinto al que veían desde el monte, y han comenzado a tratar de comunicarse con él.
A muchos comandantes ver y sentir el tamaño y complejidad de una ciudad como Bogotá les ha mostrado qué tan lejos estaban de esa realidad palpable, y hoy buscan comprender ese país y adecuar su lenguaje y su propuesta política a este mundo nuevo.
En el “monte histórico”, llamémoslo así, tendrán que dejar conceptos como la socialización de los medios de producción y la dictadura del proletariado, que en su momento le permitió a un movimiento insurreccional campesino entrar como sujeto en el siglo XX.
Hoy transformarse ideológicamente es un reto tan formidable como dejar las armas para seguir haciendo política, pero es claro que esa política que hacían con armas no la pueden hacer sin ellas.
Las Farc ya no tendrán ahora masas que dirigir sino a una opinión pública que atraer, convencer, seducir. Si insisten en los viejos esquemas, quedarán encerrados, los habrán emboscado. Esos cercos son más peligrosos que los que les tendían y de los que ellos sabían escapar.
Si saben ponerse al día con el país y si saben cómo mover palancas para entrar en él y desde allí formular un programa democrático, amplio; si saben usar el lenguaje de la gente, descifrar sus ideales y hacer tangibles sus ideas, serán un actor determinante en el futuro. De lo contrario, podrían perderlo todo y así, también, muchos colombianos perderíamos totalmente la fe en un futuro democrático y justo.
¿Cómo harán la política?
Alfredo Molano: Creo que comenzarán con lo que tienen, sus cuadros políticos y sus bases sociales en las regiones donde han tenido presencia y donde había y hay una red de apoyo antes logística y ahora política. Lo cual no quiere decir zonas periféricas.
Las Farc tienen trabajo político en regiones campesinas, pero también urbanas, intelectuales, profesionales estudiantiles. Tratarán de avanzar hacia zonas desconocidas, casi intuídas: las clases medias e inclusive las clases altas porque su programa tendrá que ser auténticamente democrático y no formalmente democrático; tendrán que inventarse nuevas formas de democracia al parque, a la vereda, a la carretera, a la trocha. Una democracia viva, directa no especulativa.
Tendrán que poner el romanticismo revolucionario a caminar con los pies sobre la tierra. La gran pregunta es cómo harán política sin dejarse enredar por el clientelismo.
¿Quién se imagina usted que terminará siendo el o la candidata que lidere la coalición pro acuerdo de paz o ese "candidato de transición" del que habló Timochenko?
Alfredo Molano: La tesis de un gobierno de transición me parece justa y oportuna. La he entendido como una alianza política transitoria entre fuerzas que componen el amplio espectro del Sí, con todos sus matices para derrotar, ahora sí y de manera contundente al No.
El Sí se ha fortalecido al ser develado por el mismo jefe de campaña de No el engaño generalizado, como dijo el Consejo de Estado, que hizo el Centro Democrático para ganar el plebiscito. El Sí se ha fortalecido con la actitud conciliatoria de las Farc, con los pasos que ha dado para dejar las armas.
Las Farc tienen ahora rostros, palabras propias, gestos claros. Han salido de la penumbra histórica donde las había encarcelado la propaganda oficial. Las Farc han entrado a formar parte muy importante y activa del Sí.
Esa alianza tiene como objeto ganar las elecciones del 18 contra el No, defender el desarrollo del acuerdo con las Farc y facilitar las negociaciones con el ELN y con el EPL. Porque eso que se ha llamado implementación es una etapa muy compleja y peligrosa; hasta ahora todo el proceso ha transcurrido en el país formal. Yo creo que a gran parte del Sí, la presidencia de Vargas Lleras no le daría garantías de cumplimiento del Acuerdo. Él ha sido un crítico del Acuerdo, que está cerca de Uribe y de esa extrema derecha.
¿Y quiénes cree que serían los candidatos ideales para ofrecer esas garantías?
Con franqueza, creo que Humberto de la Calle para la Presidencia y Clara López a la Vicepresidencia son garantía para el cumplimiento de los acuerdos con las guerrillas- y con los militares- hechos o por hacer. Creo también que por lo menos tres ministerios del gobierno de transición deben ser ocupados por miembros del partido político nacido en la extinción de las extintas Farc, o cercanos a él.
¿Cómo se explica que el 64 por ciento de los colombianos no hayan votado en el plebiscito?
Alfredo Molano: Tengo varias explicaciones.
1) La cifra no es nueva. La abstención electoral es hija del Frente Nacional, que en realidad ha sido la fórmula de gobernar al país que desde el gobierno del general Reyes (1904-1909) – con excepción de los gobiernos de López I y Laureano3/4- se mantiene vigente. La gente se acostumbró a que le nombren presidente.
2) Gran parte de la opinión pública ha perdido su identificación con el país; sus referentes, como se dice ahora, no están aquí sino allá, en un mundo ficticio creado por el consumismo, por la publicidad. Un niño de la clase media sabe perfectamente dónde queda Orlando, pero no tiene ni idea donde queda Tuluá. ¿Qué le puede importar a una persona así, por más que sea un ciudadano, quien es uno u otro candidato a la Presidencia y menos a una Asamblea Departamental?
3) La llamada globalización y demás políticas económicas dejan muy poco margen de cambios en un país que, como Colombia, es gobernado por un establecimiento poco dispuesto a ceder sus privilegios y menos a tratar de retar convenios internacionales desventajosos para nosotros. La gente no cree posible un cambio y, por tanto, no vota.
En el plebiscito los motores electorales fueron las iglesias, el uribismo y los familiares de los militares. Ni el gobierno ni las Farc salieron a defender lo que habían acordado. El Sí no tenía sino enemigos.
Usted que ha viajado por todo el país, ¿qué es lo que más le asombra de Colombia?
Alfredo Molano: Si me lo hubiera preguntado el día después del plebiscito le hubiera dicho que la godarria del pueblo. Pero lo que siempre me ha impresionado y he amado es la capacidad infinita de encontrarle la comba al palo. También me asombra su capacidad de ser tan irreverente como conformista.
Pero mirando como viajero, lo que me obsesiona es la fantástica irregularidad de sus paisajes y de su gente del común. Uno no atraviesa un solo país sino mil países en cada tramo de viaje.
La Silla Vacía: Usted se ganó el premio Simón Bolívar a la vida y obra. ¿Cómo definiría esa vida y esa obra de periodista?
Alfredo Molano: Yo quisiera haber sido solo un viajero que toma notas descuidadamente.
¿A qué cree que se debe la pérdida de influencia del periodismo?
Alfredo Molano: Preguntas por el periodismo de letras y no de imágenes. La imágen, llena de ideología condensada, llega directamente al inconsciente y derrota la reflexión y, por tanto, restringe el juego político. A la opinión pública le cuesta trabajo leer, prefiere que le lean con imágenes.
¿Cuál es su mayor ilusión y su mayor miedo frente al 2017?
Alfredo Molano:Ilusión: ver a los excomandantes en la plaza pública; oír una nueva voz en el campo político y ver qué y cómo la van a jugar. El miedo, que los maten.