Vas bien Nicolás
CENAE Mario Ramos 5 de marzo de 2019
Parafraseo las célebres palabras que Camilo Cienfuegos le expresó a Fidel, esto a propósito de todos los ataques a que ha sido sometida la revolución bolivariana, y que el gobierno del presidente Nicolás Maduro ha sabido responder bien.
La última acción para generar condiciones que permitan una mayor injerencia y desestabilización política, ha sido el arribo a Caracas del títere de los gringos Guaidó, después de su salida clandestina de Venezuela y de visitar a presidentes lacayos latinoamericanos en una gira realizada en un avión de la Fuerza Aérea colombiana. El diputado opositor, autoproclamado presidente, cruzó los filtros de todo aeropuerto internacional como cualquier ciudadano. Los estrategas gringos esperaban que Guaidó fuera detenido, pero el presidente Maduro resolvió el dilema de su retorno de la mejor manera, ignorándolo. Además los ciudadanos venezolanos estaban más interesados en disfrutar el Carnaval, que preocuparse por un ‘presidente’ ficticio…Guaidó. La guerra no convencional exige respuestas no convencionales, -pacientes, visionarias, creativas-. Guaidó y lo que él representa no es un problema legal o jurídico, sino un problema político. En EE.UU o cualquier país europeo, de cuyos colonialistas embajadores estuvieron solícitos recibiendo en el aeropuerto a Guaidó, un potencial autoproclamado presidente estaría preso por mucho menos de lo que ha hecho Guaidó hace mucho tiempo, pero en el caso de un proceso revolucionario y patriótico, como el venezolano, las soluciones a los embates del imperialismo requieren de reflexión compleja. Ignorar a Guaidó es la mejor de las venganzas. Guaidó no puede ir en contra de su propia naturaleza, que es ser una marioneta de los intereses transnacionales e imperiales, y esto le hará caer en contradicciones y errores por sí solo, por lo tanto, hay que dejarle que juegue su juego virtual, mientras el pueblo venezolano, debe concentrar sus esfuerzos en lo fundamental, incrementar y perfeccionar sus capacidades defensivas, entre ellas el desarrollo de la tecnología misilística. |
Un gusano como Guaidó solo merece menosprecio, prestarle excesiva atención es lo que la estrategia gringa anhela desesperadamente. En relativo poco tiempo, Guaidó quedará en el olvido y enterrado en el polvo de su propia nada. Determinados problemas suelen desaparecer por sí mismos si se los deja que se enreden en el océano de sus propias inconsistencias. No hay que dar oxígeno a las debilidades inherentes de un fantoche como Guaidó. Pero ignorar a Guaidó no significa que se deje de vigilarlo, obviamente se tiene que estar atentos a la evolución de las cosas. Ignorar no es equivalente a descuidar el problema. Hay que diferenciar lo que puede ser potencialmente desastroso de lo irritante, es decir, la molestia que puede desaparecer sola.
No hay que moverse al ritmo de las acciones de Guaidó, pues esto permite desplegar su juego artificial y permitirle mantener algún nivel de iniciativa. Es preferible que Guaidó se hunda en el pantano que le han creado sus patrones. Invalidar la chiquillada de Guaidó es descolocarlo y esto le provocará impaciencia, lo que será el principio de su fin. El proceso bolivariano debe establecer las condiciones, negar la atención de quien le reclama acción, le lleva a la frustración. Nicolás… vas bien. |
Este 5 de marzo se cumplieron seis años de la partida del comandante Hugo Chávez Frías
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TeleSUR
7 de marzo de 2019 FROM QUITO: REMEMBERING HUGO CHAVEZ In today's program, we remember the legacy of Venezuelan president Hugo Chavez, not just for his country but for the whole of Latin America. 6 years after his death, how far do his ideas of sovereignty, dignity, and socialism, live on in the region? We are joined by Mario Ramos, director of the Andean Center for Strategic Studies. |
La frase, o pregunta, que celebra para la historia la yunta o camaradería entre Fidel y Camilo fue pronunciada la madrugada del 8/1/1959.
Foto: Mario Ramos
Plaza de la Revolución - La Habana |
Fue durante el discurso de Fidel en el campamento de Columbia, que servía de cuartel general al Ejército del recién derrocado dictador Fulgencio Batista. Entró Fidel al lugar que fue tomado por su gente, por la guerrilla triunfante, donde también estaban prisioneros varios oficiales y soldados del bando derrotado. Hemos dicho _“discurso de Fidel”_; ya eso revela que fueron horas de ardoroso verbo. La longitud de los discursos de Chávez palidecen ante las maratónicas sesiones de Fidel. Este, en particular, comenzó la noche del 7 y terminó el 8 a las 2 de la madrugada.
Decía el Comandante algunas cosas que, por cierto, nos vienen bien a nosotros ahora, en estos momentos de nuestra Revolución amenazada: “Queda mucho por hacer todavía. No nos engañemos creyendo que en lo adelante todo será fácil, quizá en lo adelante todo sea más difícil. Decir la verdad es deber de todo revolucionario. Lo primero es advertir al pueblo, porque hablándole al pueblo podemos ahorrar sangre; porque aquí, antes de tirar un tiro hay que llamar mil veces al pueblo y hablarle para que, sin tiros, resuelva los problemas. La opinión pública tiene una fuerza y una influencia extraordinaria. En la época de la dictadura la opinión pública no es nada, pero en la época de la libertad la opinión pública lo es todo, y los fusiles se tienen que doblegar y arrodillar ante la opinión pública”. Al completar esta parte del discurso, Fidel voltea hacia donde está Camilo Cienfuegos, uno de sus comandantes y compañeros más queridos y populares, y le pregunta: “¿Voy bien, Camilo?” —Vas bien, Fidel— le respondió Camilo Cuando nos sintamos desorientados o perdidos en la pelea, que va a ser más dura, solo hay que preguntarle a la memoria de Camilo cómo vamos. José Roberto Duque |
Pequeños yanquis
Por Mercedes Chacín 8 de febrero de 2018
Hay significados de palabras que se quedan cortos. Si buscamos cuál es el significado de pitiyanqui, conseguimos que la Real Academia Española dice que es un venezolanismo: “m. despect. Ven. Imitador del estadounidense”. En otros diccionarios amplían un poco más: “Pitiyanqui es un modismo despectivo originario de Puerto Rico durante la década de los 40 y 50, usado para referirse a aquellas personas que imitan y admiran a los estadounidenses y su estilo de vida, avergonzándose de su origen y renegando de él. Su origen (el de la palabra) viene del francés petit (pequeño) y el término yankee”.
No tenemos claro cuando pasó a ser pitiyanqui un venezolanismo, pero los españoles fueron premonitorios a juzgar por las últimas actuaciones de la derecha y la ultraderecha venezolana. El pitiyanquismo va desde esa foto infame que vimos de adultos disfrazados de Capitán América flanqueados por un cura, pasando por la de exdirigentes chavistas reunidos con el autoproclamado presidente interino (todo así en minúsculas le va bien) y finalizando con quienes piden la invasión para poder consumir, comprar, consumir, comprar, consumir, comprar.
Y es que lo que hemos visto en el mes de enero y lo que va de febrero en Venezuela y en general en los medios de comunicación, han sido las muestras más vergonzosas del pitiyanquismo que hayamos visto jamás en el país.
Chávez usó muchas veces la palabra de marras para referirse a la oposición venezolana. Por eso fue criticado de manera muy severa, porque se creía que era un término muy duro con quienes “simplemente lo adversaban políticamente”. Lo cierto es que a estas alturas, alturas en las que las muestras de pitiyanquismo abundan, no nos equivocamos al considerar que el Comandante se quedó corto.
No importa con que amenace Trump y Pompeo o con lo que balbuceen Borges o Guaidó. Lo importante es que podamos vivir como los “americanos”, con un presidente como Trump, con una estatua de la Libertad que nos libere de todas la opresiones, con un ratón que nos haga reír, con los hotdog y con los whitedog.
Dice la Real Academia Española que los pitiyanquis imitan a los estadounidenses. Dicen otras acepciones que quienes así se definen “se avergüenzan de su origen”. Y también dicen que la palabra piti viene del francés y significa pequeño, es decir: pequeño yanqui. Y sí son pequeños. Ningún estadounidense abrazaría una bandera que no fuera la suya. Nuestros pitiyanquis no son venezolanos porque abrazan la bandera gringa y la izan. Pero lo peor para ellos, para ellas, es que no llegan a yanquis. Son muy pequeños.
No tenemos claro cuando pasó a ser pitiyanqui un venezolanismo, pero los españoles fueron premonitorios a juzgar por las últimas actuaciones de la derecha y la ultraderecha venezolana. El pitiyanquismo va desde esa foto infame que vimos de adultos disfrazados de Capitán América flanqueados por un cura, pasando por la de exdirigentes chavistas reunidos con el autoproclamado presidente interino (todo así en minúsculas le va bien) y finalizando con quienes piden la invasión para poder consumir, comprar, consumir, comprar, consumir, comprar.
Y es que lo que hemos visto en el mes de enero y lo que va de febrero en Venezuela y en general en los medios de comunicación, han sido las muestras más vergonzosas del pitiyanquismo que hayamos visto jamás en el país.
Chávez usó muchas veces la palabra de marras para referirse a la oposición venezolana. Por eso fue criticado de manera muy severa, porque se creía que era un término muy duro con quienes “simplemente lo adversaban políticamente”. Lo cierto es que a estas alturas, alturas en las que las muestras de pitiyanquismo abundan, no nos equivocamos al considerar que el Comandante se quedó corto.
No importa con que amenace Trump y Pompeo o con lo que balbuceen Borges o Guaidó. Lo importante es que podamos vivir como los “americanos”, con un presidente como Trump, con una estatua de la Libertad que nos libere de todas la opresiones, con un ratón que nos haga reír, con los hotdog y con los whitedog.
Dice la Real Academia Española que los pitiyanquis imitan a los estadounidenses. Dicen otras acepciones que quienes así se definen “se avergüenzan de su origen”. Y también dicen que la palabra piti viene del francés y significa pequeño, es decir: pequeño yanqui. Y sí son pequeños. Ningún estadounidense abrazaría una bandera que no fuera la suya. Nuestros pitiyanquis no son venezolanos porque abrazan la bandera gringa y la izan. Pero lo peor para ellos, para ellas, es que no llegan a yanquis. Son muy pequeños.
9 de febrero de 2019