A propósito de la próxima Cumbre de las Américas.
Algunos ingredientes de la American Democracy
José Ramón Cabañas Rodríguez* 14 de mayo de 2022
En la mayoría de las presentaciones públicas de los políticos estadounidenses la palabra democracia se repite una y otra vez, pero sin ofrecer definiciones sobre el concepto al que se refieren. Desde su perspectiva, esa democracia es algo supremo que estaría por encima de un régimen económico social en específico, de la propia idea de nación, dando la impresión de ser un espacio incluyente, cuando en realidad se trata de lo contrario.
En esa jerga política se parte del criterio de que todos comparten la misma interpretación sobre democracia y de que todos estarían defendiendo o promoviendo las mismas metas, o que comparten plataformas.
En ese bregar se mimetiza la democracia en la posibilidad de escoger representantes, que en esencia estaría asociada a la existencia de partidos políticos y, se asume además, que estos existieron siempre con la misma estructura y metas.
Prueben a preguntarle a un estadounidense si George Washington era demócrata, o republicano. Habrá muchos que lo ubicarán en una u otra agrupación. Pero lo cierto es que el padre fundador y primer presidente de los Estados Unidos expresó varias preocupaciones sobre el peligro de “dividir a la nación” por la existencia de grupos con “intereses especiales”.
En su mensaje de despedida al dejar el cargo como Presidente, el 17 de septiembre de 1796, Washington dijo de forma premonitoria que los partidos políticos “pueden responder de vez en cuando a fines populares, es probable que, con el transcurso del tiempo y las cosas, se conviertan en motores potentes, mediante los cuales hombres astutos, ambiciosos y sin principios podrán subvertir el poder del pueblo y usurpar para sí las riendas del gobierno, destruyendo después las mismas máquinas que los han elevado a un dominio injusto".
En aquella época, la disputa que preocupaba a Washington ocurría entre los llamados republicanos-democráticos, agrupados básicamente en Nueva Inglaterra, y los federalistas que representaban a los estados sureños. Basten estos nombres para indicar que aquellas agrupaciones se modificaron en el tiempo tanto en nomenclatura, como en los objetivos declarados que perseguían.
Pero, incluso en ese momento gestor del autodenominado “faro de la democracia”, podían ser miembros de los partidos solo hombres blancos poseedores de grandes bienes o negocios. Para empezar, quedaban excluidos para elegir o ser elegidos, las mujeres, los no ricos y los ciudadanos de cualquier origen no europeo, en especial los afrodescendientes.
Es decir, la American Democracy, que pudo catalogarse en su tiempo como un paso de avance en relación los poderes despóticos de las autocracias europeas, se iba construyendo como otro esquema de dominio que era igual de excluyente. En el fondo se trataba de cambiar el poder del linaje por el de la riqueza, variar la empaquetadura y promover el apoyo popular a la nueva fórmula.
Con el tiempo, los creadores de la democracy, en inglés y con acento del norte, han logrado estructurar un sistema de trampas que en su promoción perpetua le hace creer al ciudadano común que su opinión cuenta, que decide y que en realidad a través del voto escoge representantes, o influye en políticas. Nada más alejado de la realidad.
Hay una pequeña estructura en la política estadounidense que casi no se menciona, pasa inadvertida frente a la mirada de los analistas. Las llamadas asambleas, o caucus, son aquellas formaciones que existen desde la base, a nivel de barrio, que van conformando la escalera para el ascenso al poder local, o federal, de loa partidos políticos que tienen presencia tanto en las legislaturas estaduales (ocho), o a nivel federal (dos).
En cada estado (50) y en cada pueblo o ciudad (más de 35 000) se utilizan normas específicas para decidir respecto a los candidatos que se presentarán en los comicios. En Estados Unidos cada cuatro años se realizan elecciones presidenciales y a los dos años de estas las llamadas elecciones de medio término.
En cada ocasión el elector que se sitúa ante la boleta para ejercer el derecho al sufragio tiene que decidir sobre una lista larga de cuestiones: presidente, senador (se eligen 33 cada dos años) a nivel del estado, representante a la Cámara (uno por cada distrito), alcaldes, gobernadores, presidentes de juntas escolares y un sin numero de otros servidores públicos, según las rotaciones establecidas en cada caso. Y además se votan temas o enmiendas que, previamente y utilizando mecanismos muy disímiles, se aprueban y se incluyen en las boletas.
Wow, pues visto así parece que funciona y sería un modelo digno a ser copiado. Pero utilicemos el abrelatas a ver qué más hay dentro.
Volviendo a los caucus, que están esparcidos por toda la nación, en muchos casos estos funcionan como sectas, o clubes sociales, a los que es casi imposible que accedan personas sin recursos. En la minoría de los estados esos caucus escogen los nombres de los candidatos, en la mayoría se hace a través del mecanismo de votación nombrado “primarias”, que a pesar de ser más transparente está del mismo modo dominado por los propios caucus.
Es imposible pensar que un candidato pueda tener alguna proyección más allá de su zona de residencia, si no cuenta con las bendiciones de los cacicazgos locales, lo cual se logra mediante alianzas, deudas, promesas, o con mucho dinero. La calificación intelectual, el talento, la obra de la vida, o el prestigio no son suficientes, ni esenciales.
Los que finalmente resultan electos pasan a constituir otros caucus tanto en las comisiones de las ciudades, como en las legislaturas estaduales o federales, que a su vez escogen a sus liderazgos, los cuales deciden a puerta cerrada sobre todos los temas procesales y normativos más importantes. Cero participación popular.
Y aún así alguien diría: los elegidos tienen el respaldo de la mayoría. Otro error. Toda la propaganda que rodea el espectáculo en torno a las elecciones crea esa impresión, pero las cifras dicen lo contrario. Salvo excepciones, en las elecciones presidenciales estadounidenses asisten finalmente a ejercer su voto, solo una parte de los que registraron (varios requisitos para lograrlo) previamente para hacerlo, que al final son menos del 50% de todos los ciudadanos con derecho al sufragio. Entre un 20 y un 30% del gran total escoge a aquellas personas (no al presidente) de su propio partido que los representarán en el colegio electoral, que tiene distinta cantidad de miembros por cada estado, en dependencia de la población de estos.
Dicho de otra manera, el voto popular no cuenta, a diferencia de la mayoría de los países, pues se sigue utilizando un mecanismo indirecto que se concibió para mantener el interés de los estados sureños en seguir perteneciendo a la Unión, desde la época de la esclavitud. Gracias a esta fórmula, por ejemplo, en el 2016 fue elegido Donald Trump, quien recibió 2 870 000 votos populares MENOS que Hillary Clinton.
Y los defensores de la democracy aún dirán: que no asista el que no quiera, pero un voto hace la diferencia. Tampoco es precisa tal afirmación. Los caucus locales tienen muchas posibilidades de borrar virtualmente las cruces marcadas sobre las boletas.
En la Florida, por ejemplo, en el ejercicio del 2018 se logró incluir la llamada Enmienda 4, entre los tantos temas que debían respaldar o no los votantes del estado. En la etapa previa se generó un movimiento (logró 1 100 000 firmas) para tratar de devolver el derecho al voto a alrededor de 1 500 000 ex convictos (la mayoría afrodescendientes), que no podían ejercer el sufragio según las normas locales y que, de inscribirse y movilizarse, podrían significar una diferencia decisiva presumiblemente a favor de los demócratas. El tema fue aprobado por voto POPULAR. Celebraciones, pronósticos, pero la alegría en casa del pobre dura poco. La asamblea legislativa de la Florida (120 personas), de mayoría republicana, aprobó una ley que mediante tecnicismos hizo casi imposible implementar la Enmienda 4 en el estado.
Después de la derrota de Trump en el 2020, se presentaron cerca de 300 iniciativas legislativas en la mayoría de los 50 estados para afectar, de una u otra manera, el voto de sectores populares que pueden tener mayor filiación demócrata. Las iniciativas iban desde impedir el suministro de agua y alimentos a los que hagan largas colas en los colegios (los ricos no las hacen), limitar el voto adelantado (opción de muchos trabajadores que no pueden ausentarse el día de la elección), hasta concentrar más colegios electorales en zonas predominantemente republicanas, reduciendo los mismos en las áreas consideradas demócratas.
Pero si alguien aún cree que la democracy es un ejercicio sano y desinteresado, habría que recordar la historia del señor Elbridge Gerry, quien en su calidad de gobernador de Massachussets (después fue vicepresidente de la Unión) en 1812, firmó una ley por la que se creó un distrito electoral en la ciudad de Boston, que tenía un contorno geográfico muy intencionado, por el que excluía intencionadamente a oponentes e incluía a partidarios. Su apellido y su creación dieron origen a lo que hoy se conoce como gerrymandering, o la corrupción más extensa del proceso democrático estadounidense, según los académicos.
Los políticos estadounidenses tienen una inclinación a promover su democracy sobre la base de los valores promovidos por los padres fundadores y recogidos en la Constitución del país. Pequeño detalle:
Además de que 130 millones de estadounidenses no tienen una educación suficiente para leer y comprender lo que dice el texto, ninguno de ellos, ni sus padres, abuelos y otros ancestros, jamás fueron a un referéndum constitucional.
El 17 de septiembre de 1787, solo 39 de los 55 delegados a la Asamblea Constitucional de Filadelfia firmaron el documento. El texto ha recibido el reducido número de 27 enmiendas ratificadas hasta 1992, a pesar de que en más de 200 años se han presentado de 11 770 propuestas de modificación. Para que una propuesta llegue a ser enmienda debe ser ratificada en principio por las 50 legislaturas estaduales, donde funcionan los mecanismos de decisión ya explicados.
Estos son apenas algunos ingredientes de una democracy que responde a los intereses de muy pocos y que no tiene absolutamente ningún mérito para ser presentada como una credencial de superioridad, o para ser promovida como paradigma por el mundo.
Mucho menos puede ser la tabla rasa por la que se pretenda medir a los países candidatos a ser invitados a eventos regionales o internacionales.
Para otra ocasión dejamos el análisis del ingrediente verde, que en forma de billetes influye y condiciona la actuación de los que ya resultaron electos, para que respondan a intereses muy específicos alejados de la voluntad de sus electores.
En esa jerga política se parte del criterio de que todos comparten la misma interpretación sobre democracia y de que todos estarían defendiendo o promoviendo las mismas metas, o que comparten plataformas.
En ese bregar se mimetiza la democracia en la posibilidad de escoger representantes, que en esencia estaría asociada a la existencia de partidos políticos y, se asume además, que estos existieron siempre con la misma estructura y metas.
Prueben a preguntarle a un estadounidense si George Washington era demócrata, o republicano. Habrá muchos que lo ubicarán en una u otra agrupación. Pero lo cierto es que el padre fundador y primer presidente de los Estados Unidos expresó varias preocupaciones sobre el peligro de “dividir a la nación” por la existencia de grupos con “intereses especiales”.
En su mensaje de despedida al dejar el cargo como Presidente, el 17 de septiembre de 1796, Washington dijo de forma premonitoria que los partidos políticos “pueden responder de vez en cuando a fines populares, es probable que, con el transcurso del tiempo y las cosas, se conviertan en motores potentes, mediante los cuales hombres astutos, ambiciosos y sin principios podrán subvertir el poder del pueblo y usurpar para sí las riendas del gobierno, destruyendo después las mismas máquinas que los han elevado a un dominio injusto".
En aquella época, la disputa que preocupaba a Washington ocurría entre los llamados republicanos-democráticos, agrupados básicamente en Nueva Inglaterra, y los federalistas que representaban a los estados sureños. Basten estos nombres para indicar que aquellas agrupaciones se modificaron en el tiempo tanto en nomenclatura, como en los objetivos declarados que perseguían.
Pero, incluso en ese momento gestor del autodenominado “faro de la democracia”, podían ser miembros de los partidos solo hombres blancos poseedores de grandes bienes o negocios. Para empezar, quedaban excluidos para elegir o ser elegidos, las mujeres, los no ricos y los ciudadanos de cualquier origen no europeo, en especial los afrodescendientes.
Es decir, la American Democracy, que pudo catalogarse en su tiempo como un paso de avance en relación los poderes despóticos de las autocracias europeas, se iba construyendo como otro esquema de dominio que era igual de excluyente. En el fondo se trataba de cambiar el poder del linaje por el de la riqueza, variar la empaquetadura y promover el apoyo popular a la nueva fórmula.
Con el tiempo, los creadores de la democracy, en inglés y con acento del norte, han logrado estructurar un sistema de trampas que en su promoción perpetua le hace creer al ciudadano común que su opinión cuenta, que decide y que en realidad a través del voto escoge representantes, o influye en políticas. Nada más alejado de la realidad.
Hay una pequeña estructura en la política estadounidense que casi no se menciona, pasa inadvertida frente a la mirada de los analistas. Las llamadas asambleas, o caucus, son aquellas formaciones que existen desde la base, a nivel de barrio, que van conformando la escalera para el ascenso al poder local, o federal, de loa partidos políticos que tienen presencia tanto en las legislaturas estaduales (ocho), o a nivel federal (dos).
En cada estado (50) y en cada pueblo o ciudad (más de 35 000) se utilizan normas específicas para decidir respecto a los candidatos que se presentarán en los comicios. En Estados Unidos cada cuatro años se realizan elecciones presidenciales y a los dos años de estas las llamadas elecciones de medio término.
En cada ocasión el elector que se sitúa ante la boleta para ejercer el derecho al sufragio tiene que decidir sobre una lista larga de cuestiones: presidente, senador (se eligen 33 cada dos años) a nivel del estado, representante a la Cámara (uno por cada distrito), alcaldes, gobernadores, presidentes de juntas escolares y un sin numero de otros servidores públicos, según las rotaciones establecidas en cada caso. Y además se votan temas o enmiendas que, previamente y utilizando mecanismos muy disímiles, se aprueban y se incluyen en las boletas.
Wow, pues visto así parece que funciona y sería un modelo digno a ser copiado. Pero utilicemos el abrelatas a ver qué más hay dentro.
Volviendo a los caucus, que están esparcidos por toda la nación, en muchos casos estos funcionan como sectas, o clubes sociales, a los que es casi imposible que accedan personas sin recursos. En la minoría de los estados esos caucus escogen los nombres de los candidatos, en la mayoría se hace a través del mecanismo de votación nombrado “primarias”, que a pesar de ser más transparente está del mismo modo dominado por los propios caucus.
Es imposible pensar que un candidato pueda tener alguna proyección más allá de su zona de residencia, si no cuenta con las bendiciones de los cacicazgos locales, lo cual se logra mediante alianzas, deudas, promesas, o con mucho dinero. La calificación intelectual, el talento, la obra de la vida, o el prestigio no son suficientes, ni esenciales.
Los que finalmente resultan electos pasan a constituir otros caucus tanto en las comisiones de las ciudades, como en las legislaturas estaduales o federales, que a su vez escogen a sus liderazgos, los cuales deciden a puerta cerrada sobre todos los temas procesales y normativos más importantes. Cero participación popular.
Y aún así alguien diría: los elegidos tienen el respaldo de la mayoría. Otro error. Toda la propaganda que rodea el espectáculo en torno a las elecciones crea esa impresión, pero las cifras dicen lo contrario. Salvo excepciones, en las elecciones presidenciales estadounidenses asisten finalmente a ejercer su voto, solo una parte de los que registraron (varios requisitos para lograrlo) previamente para hacerlo, que al final son menos del 50% de todos los ciudadanos con derecho al sufragio. Entre un 20 y un 30% del gran total escoge a aquellas personas (no al presidente) de su propio partido que los representarán en el colegio electoral, que tiene distinta cantidad de miembros por cada estado, en dependencia de la población de estos.
Dicho de otra manera, el voto popular no cuenta, a diferencia de la mayoría de los países, pues se sigue utilizando un mecanismo indirecto que se concibió para mantener el interés de los estados sureños en seguir perteneciendo a la Unión, desde la época de la esclavitud. Gracias a esta fórmula, por ejemplo, en el 2016 fue elegido Donald Trump, quien recibió 2 870 000 votos populares MENOS que Hillary Clinton.
Y los defensores de la democracy aún dirán: que no asista el que no quiera, pero un voto hace la diferencia. Tampoco es precisa tal afirmación. Los caucus locales tienen muchas posibilidades de borrar virtualmente las cruces marcadas sobre las boletas.
En la Florida, por ejemplo, en el ejercicio del 2018 se logró incluir la llamada Enmienda 4, entre los tantos temas que debían respaldar o no los votantes del estado. En la etapa previa se generó un movimiento (logró 1 100 000 firmas) para tratar de devolver el derecho al voto a alrededor de 1 500 000 ex convictos (la mayoría afrodescendientes), que no podían ejercer el sufragio según las normas locales y que, de inscribirse y movilizarse, podrían significar una diferencia decisiva presumiblemente a favor de los demócratas. El tema fue aprobado por voto POPULAR. Celebraciones, pronósticos, pero la alegría en casa del pobre dura poco. La asamblea legislativa de la Florida (120 personas), de mayoría republicana, aprobó una ley que mediante tecnicismos hizo casi imposible implementar la Enmienda 4 en el estado.
Después de la derrota de Trump en el 2020, se presentaron cerca de 300 iniciativas legislativas en la mayoría de los 50 estados para afectar, de una u otra manera, el voto de sectores populares que pueden tener mayor filiación demócrata. Las iniciativas iban desde impedir el suministro de agua y alimentos a los que hagan largas colas en los colegios (los ricos no las hacen), limitar el voto adelantado (opción de muchos trabajadores que no pueden ausentarse el día de la elección), hasta concentrar más colegios electorales en zonas predominantemente republicanas, reduciendo los mismos en las áreas consideradas demócratas.
Pero si alguien aún cree que la democracy es un ejercicio sano y desinteresado, habría que recordar la historia del señor Elbridge Gerry, quien en su calidad de gobernador de Massachussets (después fue vicepresidente de la Unión) en 1812, firmó una ley por la que se creó un distrito electoral en la ciudad de Boston, que tenía un contorno geográfico muy intencionado, por el que excluía intencionadamente a oponentes e incluía a partidarios. Su apellido y su creación dieron origen a lo que hoy se conoce como gerrymandering, o la corrupción más extensa del proceso democrático estadounidense, según los académicos.
Los políticos estadounidenses tienen una inclinación a promover su democracy sobre la base de los valores promovidos por los padres fundadores y recogidos en la Constitución del país. Pequeño detalle:
Además de que 130 millones de estadounidenses no tienen una educación suficiente para leer y comprender lo que dice el texto, ninguno de ellos, ni sus padres, abuelos y otros ancestros, jamás fueron a un referéndum constitucional.
El 17 de septiembre de 1787, solo 39 de los 55 delegados a la Asamblea Constitucional de Filadelfia firmaron el documento. El texto ha recibido el reducido número de 27 enmiendas ratificadas hasta 1992, a pesar de que en más de 200 años se han presentado de 11 770 propuestas de modificación. Para que una propuesta llegue a ser enmienda debe ser ratificada en principio por las 50 legislaturas estaduales, donde funcionan los mecanismos de decisión ya explicados.
Estos son apenas algunos ingredientes de una democracy que responde a los intereses de muy pocos y que no tiene absolutamente ningún mérito para ser presentada como una credencial de superioridad, o para ser promovida como paradigma por el mundo.
Mucho menos puede ser la tabla rasa por la que se pretenda medir a los países candidatos a ser invitados a eventos regionales o internacionales.
Para otra ocasión dejamos el análisis del ingrediente verde, que en forma de billetes influye y condiciona la actuación de los que ya resultaron electos, para que respondan a intereses muy específicos alejados de la voluntad de sus electores.
*Director del Centro de Investigación de Política Internacional - CIPI - Cuba
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Politico tituló un artículo sobre cómo “ la cumbre de las Américas de Biden está generando burlas y amenazas de boicot”, que informó que varios líderes latinoamericanos amenazan con boicotear el evento si no se invita a Cuba, Nicaragua y Venezuela. Si bien Antigua, Barbuda y Bolivia podrían no ser un gran problema en el gran esquema de la estrategia de EE. UU. hacia el hemisferio, la abstención de Brasil y México haría que el evento no tuviera ningún sentido, ya que solo cuentan con la mitad de la población de la región, como le recordó Politico a su audiencia.
Continua:
Politico tituló un artículo sobre cómo “ la cumbre de las Américas de Biden está generando burlas y amenazas de boicot”, que informó que varios líderes latinoamericanos amenazan con boicotear el evento si no se invita a Cuba, Nicaragua y Venezuela. Si bien Antigua, Barbuda y Bolivia podrían no ser un gran problema en el gran esquema de la estrategia de EE. UU. hacia el hemisferio, la abstención de Brasil y México haría que el evento no tuviera ningún sentido, ya que solo cuentan con la mitad de la población de la región, como le recordó Politico a su audiencia.
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En las Cumbres
Rebelión Horacio Verbitsky
Biden sólo ofrece caramelos de madera, que ningún gobierno de la región está ansioso por chupar.
El enviado del Presidente estadounidense Joe Biden, Christopher Dodd, que se reunió con el Presidente Alberto Fernández para pedirle que no desaire a su país faltando a la cumbre de las Américas que se realizará dentro de unos días en Los Ángeles, es un viejo conocedor de la Argentina. Tiene una historia propia y familiar representativa de contradicciones que no son extrañas en la dirigencia política de su país, que tanto puede defender los derechos humanos como violarlos.
Fernández le dijo a solas lo mismo que manifestó en una reunión de educadores en la Cancillería: que le avergüenza que Cuba lleve seis décadas de bloqueo económico y que la misma medida se haya aplicado contra Venezuela.
Mientras el Presidente de México Andrés López Obrador anunció que no concurriría por la exclusión de Cuba, Venezuela y Nicaragua, Fernández pidió que eso sea reconsiderado. Antes de Buenos Aires, Dodd estuvo en Brasil y Chile, donde se reunió con los presidentes Jair Bolsonaro y Gabriel Boric, a quienes les prometió encuentros bilaterales con Biden. En el encuentro con Alberto, Dodd dijo que su presidente estaba ansioso por reunirse con el argentino.
La respuesta fue que nadie había deseado más que él la victoria de Biden, porque Trump había hecho mucho daño a la región, y enumeró
Agregó que nadie está más decepcionado, porque en un año y medio, Biden no ha enmendado ninguno de esos graves errores.
En ese punto, la cordialidad del diálogo con Dodd dio paso a un ríspido intercambio con el embajador Marc Stanley, quien dijo que el anfitrión elige a quien invitar y Fernández repuso que la cumbre de las Américas no era su fiesta de cumpleaños. Stanley cuestionó a Fernández que en su encuentro con Vladimir Putin, lo único que le interesara fuera obtener los derechos especiales de giro que Rusia no necesitaba y que no le transmitió la preocupación por las amenazas a Ucrania, tal como Stanley le había pedido. Fernández lo negó. Dijo que si Stanley le hubiera hecho tal planteo, él hubiera dado por concluido el encuentro, porque no es admisible tal injerencia en las relaciones de dos naciones soberanas.
Admitió el interés argentino por los DEG, ya que la Argentina necesita dólares para no detener el crecimiento por ausencia de insumos importados y que Estados Unidos no colabora en ese sentido. El presidente sí agradeció la intervención de Biden para que el directorio del FMI aprobara el acuerdo con la Argentina, pese a la oposición de la Ministra de Economía, Janet Yellen, cuyo asesor David Lipton fue el segundo de a bordo de Christine Lagarde cuando el organismo otorgó el mayor préstamo de su historia al gobierno de Maurizio Macrì. Dodd retomó el control de la situación y prometió que hablaría el tema con Biden.
Los ministros de Relaciones Exteriores de México y de la Argentina, Marcelo Ebrard y Santiago Cafiero, anunciaron que simultáneamente podría realizarse en la misma ciudad californiana una cumbre de la CELAC, sin exclusiones. Creada durante la presidencia de Cristina, cuando Jorge Taiana era el canciller, Washington la atacó porque temía que fuera a sustituir a la OEA, sin la membresía de Estados Unidos y Canadá. La CELAC no avanzó en ese camino, pero Estados Unidos sí, porque ha hecho de las relaciones con Cuba, Nicaragua y Venezuela una cuestión de política interna, dado el peso del voto hispano en Florida y otros estados indecisos.
En la última comunicación entre ambos presidentes del eje México-Argentina, López Obrador dijo que como presidente de la CELAC, Alberto debería asistir a la cumbre, para hacer oír allí la voz crítica de las naciones de América Latina y el Caribe contra esas exclusiones. Y desde la Habana, Nicolás Maduro se pronunció en el mismo sentido.
Desde la XXI Cumbre del ALBA – TCP, le expresé el agradecimiento del pueblo de Venezuela al Presidente Argentino, @alferdez. Su voz firme será una de las voces más poderosas para cuestionar la exclusión y el intento de división de América Latina y el Caribe. ¡Todo nuestro apoyo! pic.twitter.com/mypxzdqyD7
— Nicolás Maduro (@NicolasMaduro) May 27, 2022
El padre del enviado, Thomas Dodd, fue fiscal en juicios contra criminales del Ku Klux Klan en la década de 1930, y en 1945 fue seleccionado por el presidente de la Corte Suprema de Estados Unidos, Robert Jackson, como su segundo en los juicios de Nüremberg, donde condujo los interrogatorios a Hans Frank, Walther Funk, Wilhelm Keitel, Alfred Rosenberg, Fritz Sauckel, Arthur Seyss-Inquar y Baldur von Schirach, cuyas acusaciones por Crímenes de Lesa Humanidad escribió. Luego se dedicó al ejercicio de la profesión, donde su récord fue vergonzante, ya que fue contratado como lobbista por la dictadura guatemalteca de Carlos Castillo Armas, que con apoyo de Estados Unidos derrocó al Presidente electo Jacobo Arbenz.
Aunque a muchos le cueste creerlo, la última novela de Mario Vargas Llosa, Tiempos recios, es una magistral exposición de esa precursora operación de lawfare, el invento de una conspiración comunista para justificar el derrocamiento de un gobierno que afectaba intereses económicos de una empresa colonial estadounidense. Papá Dodd también intentó arrestar a Martin Luther King, por sus reclamos de una negociación de paz con Vietnam. Su otro hijo, Thomas Dodd (h), fue embajador en Uruguay y Costa Rica.
Christopher Dodd fue diputado y senador durante muchos años, e impulsó leyes para llevar a juicio crímenes de Lesa Humanidad, que su país no aprobó. En 2007 compitió por la candidatura presidencial del Partido Demócrata. Es tan amigo de Biden que compartieron el avión alquilado para sus giras proselitistas aunque ambos se postulaban para el mismo cargo. Dodd terminó apoyando a Barack Obama, quien escogió a Biden como vice. En 2020, Dodd integró el comité encargado de seleccionar a una mujer como acompañante de Biden en la fórmula que terminó imponiéndose sobre Donald Trump. Su postulante fue la diputada por California Karen Bass, pero Biden prefirió a la también californiana senadora Kamala Harris.
En el Senado, Dodd presidió la Comisión de Asuntos Interamericanos. En ese carácter, en 1995 le envió una carta a Carlos Menem, que también firmaron sus colegas Edward Kennedy y Alan Cranston, interesándose por la situación del autor de esta nota, que había sido condenado por desacato “a una velocidad casi sin precedentes, en momentos de creciente sentimiento de inseguridad entre los periodistas argentinos. La decisión de la Corte fue resuelta al mismo tiempo en que el libro del señor Verbitsky Robo para la Corona, una quemante denuncia de la corrupción tanto privada como gubernamental, se convertía en un éxito editorial”.
En 2005, Dodd recibió en Washington al Vicepresidente Daniel Scioli, a quien le dijo que el Presidente republicano George W. Bush exageraba con Venezuela. Biden comparte ese criterio, pero debe manejarse con pie de plomo, porque el voto del exilio cubano y venezolano puede decidir las elecciones de noviembre en el estado de Florida. Su principal problema en la Cumbre de Los Ángeles es que no tiene nada para ofrecer, y sus reclamos de rechazar inversiones chinas en la región son caramelos de madera que ningún gobierno de la región anhela llevarse a la boca.
La claridad con que se pronunció sobre el tema Alberto Fernández, ha ido acompañada por decisiones que destrabaron el financiamiento chino a las represas Kirchner y Cepernic, lo cual muestra la saludable decisión de no poner todas las fichas a un solo número en el tablero geopolítico mundial y hacer en cada caso lo que el interés nacional aconseje.
El enviado del Presidente estadounidense Joe Biden, Christopher Dodd, que se reunió con el Presidente Alberto Fernández para pedirle que no desaire a su país faltando a la cumbre de las Américas que se realizará dentro de unos días en Los Ángeles, es un viejo conocedor de la Argentina. Tiene una historia propia y familiar representativa de contradicciones que no son extrañas en la dirigencia política de su país, que tanto puede defender los derechos humanos como violarlos.
Fernández le dijo a solas lo mismo que manifestó en una reunión de educadores en la Cancillería: que le avergüenza que Cuba lleve seis décadas de bloqueo económico y que la misma medida se haya aplicado contra Venezuela.
Mientras el Presidente de México Andrés López Obrador anunció que no concurriría por la exclusión de Cuba, Venezuela y Nicaragua, Fernández pidió que eso sea reconsiderado. Antes de Buenos Aires, Dodd estuvo en Brasil y Chile, donde se reunió con los presidentes Jair Bolsonaro y Gabriel Boric, a quienes les prometió encuentros bilaterales con Biden. En el encuentro con Alberto, Dodd dijo que su presidente estaba ansioso por reunirse con el argentino.
La respuesta fue que nadie había deseado más que él la victoria de Biden, porque Trump había hecho mucho daño a la región, y enumeró
- la desvirtuación de la OEA desde la designación de Luis Almagro como Secretario General;
- la ocupación del BID, por primera vez presidido por un estadounidense y no un latinoamericano;
- el golpe en Bolivia, y
- el ataque militar a Venezuela.
Agregó que nadie está más decepcionado, porque en un año y medio, Biden no ha enmendado ninguno de esos graves errores.
En ese punto, la cordialidad del diálogo con Dodd dio paso a un ríspido intercambio con el embajador Marc Stanley, quien dijo que el anfitrión elige a quien invitar y Fernández repuso que la cumbre de las Américas no era su fiesta de cumpleaños. Stanley cuestionó a Fernández que en su encuentro con Vladimir Putin, lo único que le interesara fuera obtener los derechos especiales de giro que Rusia no necesitaba y que no le transmitió la preocupación por las amenazas a Ucrania, tal como Stanley le había pedido. Fernández lo negó. Dijo que si Stanley le hubiera hecho tal planteo, él hubiera dado por concluido el encuentro, porque no es admisible tal injerencia en las relaciones de dos naciones soberanas.
Admitió el interés argentino por los DEG, ya que la Argentina necesita dólares para no detener el crecimiento por ausencia de insumos importados y que Estados Unidos no colabora en ese sentido. El presidente sí agradeció la intervención de Biden para que el directorio del FMI aprobara el acuerdo con la Argentina, pese a la oposición de la Ministra de Economía, Janet Yellen, cuyo asesor David Lipton fue el segundo de a bordo de Christine Lagarde cuando el organismo otorgó el mayor préstamo de su historia al gobierno de Maurizio Macrì. Dodd retomó el control de la situación y prometió que hablaría el tema con Biden.
Los ministros de Relaciones Exteriores de México y de la Argentina, Marcelo Ebrard y Santiago Cafiero, anunciaron que simultáneamente podría realizarse en la misma ciudad californiana una cumbre de la CELAC, sin exclusiones. Creada durante la presidencia de Cristina, cuando Jorge Taiana era el canciller, Washington la atacó porque temía que fuera a sustituir a la OEA, sin la membresía de Estados Unidos y Canadá. La CELAC no avanzó en ese camino, pero Estados Unidos sí, porque ha hecho de las relaciones con Cuba, Nicaragua y Venezuela una cuestión de política interna, dado el peso del voto hispano en Florida y otros estados indecisos.
En la última comunicación entre ambos presidentes del eje México-Argentina, López Obrador dijo que como presidente de la CELAC, Alberto debería asistir a la cumbre, para hacer oír allí la voz crítica de las naciones de América Latina y el Caribe contra esas exclusiones. Y desde la Habana, Nicolás Maduro se pronunció en el mismo sentido.
Desde la XXI Cumbre del ALBA – TCP, le expresé el agradecimiento del pueblo de Venezuela al Presidente Argentino, @alferdez. Su voz firme será una de las voces más poderosas para cuestionar la exclusión y el intento de división de América Latina y el Caribe. ¡Todo nuestro apoyo! pic.twitter.com/mypxzdqyD7
— Nicolás Maduro (@NicolasMaduro) May 27, 2022
El padre del enviado, Thomas Dodd, fue fiscal en juicios contra criminales del Ku Klux Klan en la década de 1930, y en 1945 fue seleccionado por el presidente de la Corte Suprema de Estados Unidos, Robert Jackson, como su segundo en los juicios de Nüremberg, donde condujo los interrogatorios a Hans Frank, Walther Funk, Wilhelm Keitel, Alfred Rosenberg, Fritz Sauckel, Arthur Seyss-Inquar y Baldur von Schirach, cuyas acusaciones por Crímenes de Lesa Humanidad escribió. Luego se dedicó al ejercicio de la profesión, donde su récord fue vergonzante, ya que fue contratado como lobbista por la dictadura guatemalteca de Carlos Castillo Armas, que con apoyo de Estados Unidos derrocó al Presidente electo Jacobo Arbenz.
Aunque a muchos le cueste creerlo, la última novela de Mario Vargas Llosa, Tiempos recios, es una magistral exposición de esa precursora operación de lawfare, el invento de una conspiración comunista para justificar el derrocamiento de un gobierno que afectaba intereses económicos de una empresa colonial estadounidense. Papá Dodd también intentó arrestar a Martin Luther King, por sus reclamos de una negociación de paz con Vietnam. Su otro hijo, Thomas Dodd (h), fue embajador en Uruguay y Costa Rica.
Christopher Dodd fue diputado y senador durante muchos años, e impulsó leyes para llevar a juicio crímenes de Lesa Humanidad, que su país no aprobó. En 2007 compitió por la candidatura presidencial del Partido Demócrata. Es tan amigo de Biden que compartieron el avión alquilado para sus giras proselitistas aunque ambos se postulaban para el mismo cargo. Dodd terminó apoyando a Barack Obama, quien escogió a Biden como vice. En 2020, Dodd integró el comité encargado de seleccionar a una mujer como acompañante de Biden en la fórmula que terminó imponiéndose sobre Donald Trump. Su postulante fue la diputada por California Karen Bass, pero Biden prefirió a la también californiana senadora Kamala Harris.
En el Senado, Dodd presidió la Comisión de Asuntos Interamericanos. En ese carácter, en 1995 le envió una carta a Carlos Menem, que también firmaron sus colegas Edward Kennedy y Alan Cranston, interesándose por la situación del autor de esta nota, que había sido condenado por desacato “a una velocidad casi sin precedentes, en momentos de creciente sentimiento de inseguridad entre los periodistas argentinos. La decisión de la Corte fue resuelta al mismo tiempo en que el libro del señor Verbitsky Robo para la Corona, una quemante denuncia de la corrupción tanto privada como gubernamental, se convertía en un éxito editorial”.
En 2005, Dodd recibió en Washington al Vicepresidente Daniel Scioli, a quien le dijo que el Presidente republicano George W. Bush exageraba con Venezuela. Biden comparte ese criterio, pero debe manejarse con pie de plomo, porque el voto del exilio cubano y venezolano puede decidir las elecciones de noviembre en el estado de Florida. Su principal problema en la Cumbre de Los Ángeles es que no tiene nada para ofrecer, y sus reclamos de rechazar inversiones chinas en la región son caramelos de madera que ningún gobierno de la región anhela llevarse a la boca.
La claridad con que se pronunció sobre el tema Alberto Fernández, ha ido acompañada por decisiones que destrabaron el financiamiento chino a las represas Kirchner y Cepernic, lo cual muestra la saludable decisión de no poner todas las fichas a un solo número en el tablero geopolítico mundial y hacer en cada caso lo que el interés nacional aconseje.
31 de mayo de 2022
1 de junio de 2022
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2 de junio de 2022
4 de junio de 2022
5 de junio de 2022
6 de junio de 2022
7 de junio de 2022
8 de junio de 2022
Cumbre de las Americas: no estará Maduro, pero sí Guaidó... por videollamada
EE.UU. excluye a Venezuela de la Cumbre de las Américas, pero invita a Guaidó… a hablar con Biden por teléfono Así lo declaró el subsecretario del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado de EE.UU. Sin embargo, anteriormente, Ned Price, portavoz del Departamento de Estado, había descartado la invitación de Guaidó a la Cumbre, aunque matizó que estarían "algunos miembros" de su 'gobierno'. De esta manera, el exdiputado venezolano incursiona en la física cuántica desde la política, siendo y no siendo reconocido por EE.UU. a lo largo del último año y estando presente y no presente en la Cumbre al mismo tiempo, todo por obra y gracia de la Casa Blanca |
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9 de junio de 2022
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10 de junio de 2022
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"Antes de venir tuve demasiadas charlas con funcionarios y dirigentes de los Estados Unidos y sabían perfectamente lo que iba a decir. Fue una posición muy honesta la que planteé. No hubo ningún tipo de sobresalto. Al igual que terminé mi mensaje, no vine a poner más muros, sino a construir puentes. Intercambiamos unas palabras con Biden, en una reunión social, pero de ningún modo hubo un reproche, todo lo contrario".
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11 de junio de 2022
"En tanto, el embajador argentino en Estados Unidos, Jorge Argüello, afirmó que la relación bilateral 'está pasando por un muy buen momento y es el momento de profundizarla' y contó que el presidente Alberto Fernández quiere viajar a Washington el 25 de julio con científicos, empresarios y dirigentes sindicales para que la visita a la Casa Blanca sea 'un hecho intenso'.
'La calidad de la comunicación y del diálogo entre los presidentes (Joe) Biden y Fernández es muy buena. La relación está pasando por un muy buen momento y es el momento de profundizarla, sostuvo el diplomático".
'La calidad de la comunicación y del diálogo entre los presidentes (Joe) Biden y Fernández es muy buena. La relación está pasando por un muy buen momento y es el momento de profundizarla, sostuvo el diplomático".
12 de junio de 2022
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13 de junio de 2022
15 de junio de 2022
18 de junio de 2022
¿REQUIEM DEFINITIVO PARA LAS CUMBRES DE LAS AMÉRICAS?
Elsa Bruzzone
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